Vivimos tiempos en los que imperan las palabras milagro, los conceptos ómnibus. En tiempos como los actuales en los que el totalitarismo invade todos los ámbitos, el lenguaje –vulnerable en toda época, por su propia esencia comunicativa- no podía resultar indemne. En el Estado de desecho en el que los políticos europeos en general y los españoles muy en particular, han malbaratado un sistema de garantías jurídicas conseguido con sangre, sudor y lágrimas por los ciudadanos a lo largo de muchos años, el lenguaje a perdido su precisión para ser utilizado por el poder como emboscada.
Un ejemplo característico de cuanto antecede es el palabro sostenible. Opera como moderno bálsamo de fierabrás: sirve tanto para un roto como para un descosido. Como la voz planificación en la época del Opus Dei. Como eficiencia para los tecnócratas de finales del siglo XX. Dentro de la rigurosa separación entre gobernantes y gobernados en la que el ser humano vive desde siempre, el lenguaje sirve como argamasa para conjurar el hastío de los ciudadanos. Para intentar impedir las revueltas motivadas por el desencanto. Más o menos como cualquier comunidad de vecinos, para entendernos.
Pero vayamos al grano que este viejo Dacio Gil se pierde en exordios innecesarios. O tal vez no tan innecesarios. El caso es que en la rabiosa actualidad todo es sostener: a los bancos, a la economía, al Estado social, al medio ambiente etc., etc., etc. Hasta la función fisiológica por excelencia (no se alarmen, que no es nada escatológica; también es, en su alícuota, amorosa) del hombre se ve sugestionada por el voquible en cuestión. El hombre a lo largo de su vida –y mucho más en la edad tardía- lucha por sostenerla. Como hacía el Pereira de Antonio Tabucchi. Como sostiene su amor el enamorado o la enamorada. Como sostiene el andamio al albañil, o la escalera al bombero. Como sostiene Zapatero sus iniciativas insostenibles, propias de un dictadorzuelo de opereta: el que confunde solución de los problemas colectivos con estado de excepción. ¿Sostendrán los políticos alguna cuestión más que sus propios peculios honorables o mezquinos?
El caso es que Sostener es hoy la cuestión. En eso los europeos estamos a la zaga de los latinoamericanos que se utilizan una palabra inequívoca que no se presta a la ambiguedad ni al juego de las libres asociaciones: sustentar. Así, en vez de sostenibilidad hablan de sustentabilidad, con lo que de un plumazo erradican la anfibología, la ambivalencia. En muchas cosas deberíamos aprender de los latinoamericanos.
La propia rúbrica de este post es deliberadamente ambivalente. Aunque bien pensado no tanto. El hombre y la mujer cambian, como el lenguaje. ¿Se imaginan hablar de sustentador en vez del tradicional sostén o el más moderno sujetador? Sería impensable. No cabe la confusión. Sin embargo con sostenibilidad si que existe ambivalencia. ¿Se imaginan que se dijera sujetabilidad de los bancos o de la economía? En el subconsciente del ciudadano gravitaría el fantasma pétreo de la inmutabilidad. Por eso los políticos europeos no lo usan. Utilizan un vocablo que evoca sexualidad, abrazo, hasta compromiso: sostenibilidad. Tanto en mujeres como en hombres. En el bando del género masculino (o medio pensionista) la idea de sostenibilidad conduce, en el juego de la libre asociación de ideas, a Viagra. Es decir, que los Poderes serían el Viagra: te garantizan la sostenibilidad. El goce perpetuo. Vamos, que los publicistas políticos no se atreven a llamar a las cosas por su nombre: obscenamente priapismo de la economía, del medio ambiente, de los bancos. Sólo por un cierto pudor lingüístico, no por decencia, ni por deontología, que no la tienen.
Así que es un lío. Como el que intencionadamente ha querido hacerles este viejo Dacio Gil.
Como el propio título del post pone de manifiesto, hoy quería hablarles de tenis (¿o realmente no?). Entre ayer y hoy se ha producido un auténtico acontecimiento. En Wimblendon ha acontecido un hecho memorable: dos tenistas medios y sobre todo sacadores han mantenido un partido maratoniano, como los de antaño de Juan Gisbert en Copa Davis ¡11 horas y 5 minutos de tenis! ¿Se imaginan la tortícolis de ayer de los espectadores de los laterales y del juez de silla? ¿Pueden hacerse una representación mental de la fatiga muscular del epicóndilo de John Isner y de Nicolás Mahut? El partido en el Lawn Tennnis Club británico sí que ha sido un prodigio de sostenibilidad. Y los games del quinto set duran, duran, duran: 70 a 68. Como la viagra, como la economía y el medio ambiente de la UE. Como el priapismo de los ciudadanos vulgares, puesto que los elitistas y estetas dirán que eso no es realmente tenis. Como las pilas Duracell. Como, desgraciadamente, la lectura de la novela el ilustre zapatero. ¡Oh, no, perdón!: la ilustre fregona del espía Cervantes. Aunque ésta en una novela más bien breve.
Este viejo Dacio Gil ya tiene una nueva frustración que acumular a su zurrón. El no haber podido asistir en directo a tan memorable partido. Frustración y enojo directamente proporcional al de cualquiera de las empresas televisivas que ayer en el mundo estuviese televisando en directo el evento mientras los decepcionados anunciantes (o sponsors o patrocinadores como se dice ahora para encubrirlos) se hacían cruces por los perjuicios ocasionados. O el pobre realizador de televisión allí, al pie del cañon. Sí, de acuerdo, ya se sabe que no son dos estilistas, que basan su juego en el saque. Pero, señores, cualquier hombre –y no sólo deportista- y su partenaire aspira a eso: a sostenerla mucho rato y que el juego dure, dure, dure. Al menos para poder contarlo…
Rindamos un homenaje, y Dacio Gil el primero, a los tenistas Isner y Mahut. que a partir de ahora deberían ser los patrones de los amantes y de los campeones de la pornografía. Y la fecha de ayer 23 de junio de 2010 la indicada para conmemorar la duración del sol, de los días, del tenis, de todo...
(Espera este viejo Dacio Gil que sus amables lectores, si los hubiere realmente -lo que es harto improbable- sepan dirigir la festividad de este post, que en modo alguno pretende ofender a nadie).
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