viernes, 30 de abril de 2010

AURORA

Cariñosamente impelido por el segmento más mediático de mi familia, aquí me veo levantando la queda voz que aún conservo en esta edad tardía en la que inadvertidamente me he instalado a mi pesar. Como pasa a los niños bien con los coches a los 18 años, la familia ha puesto a mi disposición esta Tribuna Alta Preferencia para distraer mis inquietudes vitales y me pueda servir de entretenimiento y -mucho me sospecho- de logoterapia. Como gustaba decir Marshall McLuhan, el medio hará el mensaje.
Mi afán será buscar la aurora y proponer su búsqueda a los demás. Aurora, además de un bello nombre de no menos bella mujer, lamentablemente hoy en incomprensible desuso (ambas tendencias desgraciadas: la onomástica y la declinante feminidad de las mujeres en occidente), evoca muchas más conexiones intelectivas que intentaremos ir desgranado poco a poco.
Hasta hace no mucho, la Aurora era una cita obligada entre los cultos, los intelectuales, los poetas y demás gentes de mal vivir. Su presencia en un poema o en una canción dignificaba al vate. En su polisemia, venía a ser una evocación al amanecer de los conocimientos del ser humano: La Aurora era el principio de un camino, o el camino, incluso. Aurora era el concepto, el imprescindible punto de apoyo de la esperanza y el romanticismo; campos éstos en los que siempre amanece. Aurora es la musicalidad del silencio despojado de todo ruido distorsionante. Por ejemplo, las coplas mas inconformistas y amorosas de Carlos Cano están trufadas de auroras. La diálectica inconformismo-amor que preside la poesía del granadino desprende el inconfundible aroma a aurora. ¿Y qué decir del binomio amor-atracción sexual de las pinturas, esculturas, películas y canciones de Luis Eduardo Aute en las que es aurora la misma musa?
Hoy corren malos tiempos para Aurora, la conjunción de la atrofia intelectual presente, la "corrección política" que sólo acepta la mediocridad y los efectos devastadores del "capitalismo del desastre" nos han privado de Aurora. Parece que ya no despunta la mañana.
Es necesario -posiblemente vitalmente imprescindible- que nos interroguemos inmediatamente por el injusto e incalificable desuso en el que han caído las auroras. ¿Acaso han desaparecido de esta realidad virtual que nos circunda? ¿Es que nos gusta hozar sólo en los desperdicios de la noche oscura? ¿Acaso nos aterra la (sin)razón sin esperanza a la que nos hemos acomodado?.
Los hombres y mujeres del siglo XXI debemos repristinarnos como seres humanos. Y eso sólo puede ser en la Aurora. Esa será la obligación y la responsabilidad de quien quiera participar del espectáculo desde esta Tribuna Alta Preferencia.
No he olvidado que La Aurora evoca también un medio de comunicación. El famosos periódico en el que Emilio Zola combatió la historia de una exclusión, de una escandalosa mentira institucional y de una concatenación de garrafales arbitrariedades judiciales: el caso del capitán Alfred Dreyfus. Por eso tambien - last but not least- esta Tribuna Alta Preferencia será un lugar para el "Yo acuso" que pueda sacudir nuestras conciencias resignadamente conformistas con la injusticia dominante y el desprecio por el ser humano. Que nos intente sacar de la modorra consumista que nos mina y que nos devuelva a la funesta manía de pensar, hoy también en desuso por miedos varios.
Procuraré aplicarme con regularidad en esta terapia por responsabilidad propia y por agradecimiento a los "incitadores" que secretamente han hablado con ciberprometeo para que yo disponga de este tribuna que recuerda mucho a la del Estadio de Vallecas. Y ojalá pueda sólo o en compañía de alguien quitar de enmedio esta galbana impuesta que amenaza con volvernos a todos a un estado sospechosamente líquido.