miércoles, 26 de septiembre de 2012

EL RAYO VALLECANO COMO METÁFORA: NOCHE OSCURA Y APAGÓN INSTITUCIONAL

Tan lejos y tan cerca. España está últimamente siendo un calco del Everest: demasiada gente intentando entrar en el libro de los éxitos. Unos con reputada cualificación, otros confiándolo todo a las agencias especializadas en portear recordmen y recordwomen y a los sherpas tradicionales. Unos y otros sin respetar como se debe a la naturaleza. Y luego llegan las tormentas y los aludes. Y pasa lo que pasa. La naturaleza no es caprichosa, tiene sus tempos. Al hilo de los últimos luctuosos sucesos en la cordillera del Himalaya, lo recordaba el más deportista director general de tráfico que haya tenido nunca España: Carlos Muñoz-Repiso Izaguirre. Nada que ver con los mediáticos o políticos Miguel Muñoz, Pere Navarro o María Seguí, solapados lobbistas de los intereses del sector recaudatorio y asegurador. Muñoz-Repiso ha dedicado toda su vida al tráfico, tanto en las ciudades como en los montes más míticos y perdidos. Probo funcionario de raigambre familiar e intrépido pero mesurado alpinista que jamás osó alardear de nada cuando era especialista en bastantes cosas. Ahora, cuando los medios reclaman su opinión experta, él, humildemente, sólo se intitula responsable de la revista Peñalara. La España actual está extremadamente necesitada de gente como Muñoz-Repiso, capaz de encaramarse tanto por la Cabeza Mayor como por el Manaslu. Solo o junto a los no menos míticos Pérez de Tudela, Carlos Soria, Luis Méndez o Agustín Faus. Historia viva del montañismo español. Ellos sí que gozan de altitud de miras y no de servil visión de campanario. Hoy el alpinismo se ha convertido es una especie de Campo de Agramante en el que casi todos (¿Carlos Soria también? ¿Puede ser cierto?) buscan el éxito mediático o el lucro económico, cuando en otros tiempos era simplemente la versión más noble de la solidaridad humana y respeto por la naturaleza. El primer principio que internalizaba el montañero era el de saber desistir de una escalada cuando la naturaleza mostrase sus más agitadas fauces. Precisamente por no haber sabido ponderar la realidad de la retirada a timpo, la historia juzga severamente a dos extraordinarios y jóvenes pero muy experimentados montañeros como fueron Alberto Rabadá y Ernesto Navarro, al haber incurrido en un exceso de juventud confiando irrestrictamente en su valía y experiencia desafiando las inclemencias del imponente Eiger que terminó cobrándose sus vidas y privando a España del lustre de montañeros de primerísimo nivel internacional. La nebleza del montañismo contemplaba el valor de la dimisión y la renuncia voluntaria.


Algo de soberbia de mancheguito debieron tener quienes se encaramaron por encima de las alturas de la cubierta de la tribuna alta de preferencia del campo de Vallecas para provocar una visión esperpéntica de la sociedad española del siglo XXI, el siglo de los casinos y los parques de atracciones. Visión esperpéntica pero no inveraz. El viejo Dacio Gil desaprueba por completo ese atropello pues no en vano se encontró, a pie firme, entre la multitud cerca de dos horas invadido por la incertidumbre de desconocer “a ciencia cierta” lo que estaba pasando ante el estrepitoso fracaso espectacular del representante de las fuerzas de seguridad en el campo de Vallecas (un policía nacional en puesto burocrático) y de la cúpula entera (incluida esa Delegada del Gobierno con aspecto –y bagaje argumental e intelectual- de dependienta de Saldos Arias) de las muchas comisiones antiviolencia que han crecido a la sombra del futbol-casino. Las comisiones antiviolencia han llegado a ser como los múltiples Observatorios que pueblan el parasitario, prebendario y esclerótico paisaje institucional hispano que con tanto gracejo destacase recientemente Antonio Burgos en su columna de ABC (El IVA, a los baños. 9.9.2012)

Lo ocurrido con las luminarias de Vallecas es sumamente sospechoso, caben muchas más hipótesis de las publicitadas oficialmente. Muchas más, sólo hay que detenerse a reflexionar en el agitado contexto en el que se encuentra España. Quédese el inquieto observador con la hipótesis que más le cuadre a su información o sus conjeturas informadas. Cabe todo. Y como cabe, la metáfora sobre el rayo vallecano está servida. Vayamos por partes.

Un mundo extremadamente vigilado. No hay que ser Armand Mattelart para discernir que no tenemos escapatoria, que todos nuestros movimientos, físicos, automovilísticos y de capitales, son conocidos por las oficinas de inteligencia. Otra cosa es que esos movimientos lleguen a procesarse del modo más cabal y ajustado a derecho. España es un inmenso entramado de cuarteles de policía y casas cuartel. Desde policías a agentes de movilidad pasando por espías, chivatos e infiltrados todos dicen haber pasado las pruebas físicas, no hay más que verlos y verlas, otra cuestión es la desolación que pueda invadirnos si tratamos de calibrar su nivel cognitivo o intelectivo o su sentido común, el del común de los mortales. Es decir, los “asuntos externos”, esos que afectan a las cuitas de los ciudadanos. Los asuntos internos es otro -lamentablemente  estructural- cantar. Todo ello dejando para otro momento el ponderar como merece la universalización de  la videovigilancia.

En un mundo tan vigilado y con tantas comisiones antiviolencia y partidos de alto riesgo causa estupor que haya podido pasar lo del corte de los cables eléctricos. La seguridad a oscuras. Las instituciones garantizadoras en la noche oscura. El responsable de seguridad del campo de Vallecas mudito. La intimidatoria presencia policial por tierra mar y aire, a escopeta calada, a todas luces desproporcionada e insultante, visto lo visto. Los aficionados agolpados a las puertas sin coscarse lo que estaba pasando. Los hinchas del Madrid confortablemente sentados en la grada de la Albufera cantando el cara al sol. Los seguidores del rayo de pie e incomunicados formando multitud afuera. Concretamente, los que debían acceder por el callejón de Arroyo del Olivar cada vez más hacinados con el paso de los minutos. Afortunadamente primó la cordura entre los aficionados ante el silencio de sepulcro (las instituciones garantizadoras en su sepulcro, como está mandado) de quienes deberían informar y mantener la calma y el orden.

Violencia en un mundo extremadamente vigilado, ¿cabe mayor contrasentido? ¿Acaso la violencia había sido previamente consentida? ¿Consentida por quién, si hay un representante permanente de las fuerzas de seguridad (y de la delegación del Gobierno) en el campo de Vallecas que cobra su soldada de todos los españoles? ¿Cómo  pudo llegar a acontecer lo acontecido? ¿Qué contenido efectivo y alcance real tiene la calificación de partido de alto riesgo? ¿Quién, sabiendo lo ocurrido, permitió que la gente se acercara al campo de fútbol e hizo tan desproporcionado despliegue policial sin informar previamente a la ciudadanía de las verdaderas razones? El vocablo sabotaje entraña algo muy serio, pero que muy serio. Y ha sido empleado con soltura impropia no sólo por el presidente del Rayo. Ahora deberá ser la policía científica (un oxímoron o una radical  contradicción conceptual) la que intente desentrañar (o enmarañar) el asunto.


Instituciones fallidas. Lo acontecido el domingo en Vallecas demuestra que las instituciones, tal y como están concebidas en la actualidad, defraudan sus objetivos y funciones. Mucho despliegue de medios humanos, semovientes y "lecheras" y ocurre la antesala de lo peor. Una masa agolpada en los muros del campo de fútbol que desconoce la esencia de lo que pasa mientras los responsables del orden guardan silencio y cuando se deciden a hablar –la última vez, pasadas las 10 de la noche- dicen que ¡el partido se va a terminar celebrando con normalidad!

Hasta la fecha nadie ha dimitido. El remedo de vendedora de Saldos Arias sigue manteniendo a su delegado de seguridad en Vallecas. Las sesudas comisiones antiviolencia cobrando sus dietas de asistencia -y sus pases de favor a los eventos- y sin tomar medidas preventivas. Ahora se crearán en la LFP subcomisiones de alumbrado y circuitos cerrados de televisión para su instalación en todos y cada uno de los campos. Como pasa siempre en el  post factum.

Era Vallecas y los sesudos miembros de los comités desconocen la realidad de Vallecas como desconocen la realidad de España. Sabemos más de la crisis, de defensa de la competencia, de bancos malos, de presupuestos financieros y de Deuda que de necesidades y cuitas de la ciudadanía y problemas autóctonos. Las instituciones en su premeditado laberinto. Sus miembros defendiendo sus retribuciones y gabelas y aferrados al viejo apogma de la función hace al órgano. La única institución que manda algo en el país es la televisiva, que lleva la estulticia del espectáculo del fútbol-casino a bares y telespectadores de pago. Las gratuitas han devenido carroña rosa.


El papel de la prensa. Desde hace tiempo la prensa ha traicionado su verdadero papel. No hay más que escuchar a De la Morena en el papel de Pinochet en sus programas. A De la Morena, a Gallego, a los de la Inter, la Cope, Punto Radio, Radio Marca, Onda Madrid o todas las demás. Sólo buscan el morbo o la pela. Los derroteros del As de Relaño (un tebeo para madridistas) escandalizarían, sin ir más lejos, a los propios Rienzi y Sarmiento Birba. Desprecian la objetiva información en pro de la venta de bazofia empaquetada de blanco. La crónica del “sabotaje” recuerda al periódico sernsacionalista El Caso de la época más profunda del franquismo. Era Vallecas y no la Casa (del) Real en el paseo de la castellana. Para parar el golpe había que sugerir la criminalización de la hinchada de la franja roja. Puede que haya sido un sector violento, pero es más que probable que se trate de otras hipótesis de más calado; no cabe despreciarlas. El juicio mediático ya estaba cocinado y servido previamente. Es lo que vende. Quienes, como el usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia, hayan estado estoicamente a oscuras y a pie durante horas habrán sabido calibrar hasta qué extremo fabulan los grandes plumillas y voceros.
Narcotizados hasta ahora por el caso del independentismo catalán, el caso Bolinaga, el caso Bretón, la tristeza de Ronaldo etc., etc., etc., acaso el "caso sabotaje" de vallecas pueda servir de nueva cortina de humo para distraer la atención de los verdaderos gravísimos problemas existentes. Nadie nos ha informado de cómo llevaron el apagón las autoridaes en el palco si es que llegaron a acceder por la puerta de protocolo sin ser avisados previamente. 

La Real Casa. Afortunadamente el partido pudo llegar a celebrarse al día siguiente tal y como demandaban las televisiones de pago y sus interpuestos. Ya no hubo madridistas cantando el cara al sol en las gradas ad hoc. Hubo muchos menos aficionados vallecanos que los que habría habido el domingo (condiciones laborales extremas obligan). Comandos de periodistas micrófono en mano tomaban el pulso del sentimiento de los aficionados. El Real vistió de azul. Repartió dureza a mansalva con la aquiescencia de quien, en su posición de juez, la permitió el año anterior: los jueces son así, serviles con las casas reales y los poderosos. La prensa en su papel, silenciando cual tumba mora los vicios privados de la Real Casa (las entradas asesinas de Essien y Alonso que fueron indulgentemente consideradas por el juez de cámara y los plumillas, pues eso no vende ni satisface a las altas instituciones) pero magnificando el rasguño del leñador Pepe que se lanzó intimidatoriamente a la caza de la pierna de Lass. Cuestiones de estatutaria inimputabilidad penal e incluso civil y futbolera. El Madrid es real y el rayo vallecano. Del Madrid abajo ninguno. Essien debió ser expulsado por segunda amarilla un minuto antes del gol de Benzema. Todos han guardado silencio sobre el comportamiento deshonesto de Borbalán en ese extremo pues eso no vende ni da esplendor a la real casa. Con 0-1, el más duro de los miembros de la roja hizo no un placaje de rugby sino una llave de lucha grecorromana siendo el último defensa. Debió ser roja incuestionable, pero, por aquello de la alarma real (o social), se quedó en amarillita. Ni uno sólo de los reportajes que ha tenido la oportunidad de ver el viejo Dacio Gil ha mostrado las imágenes del acoso y derribo perpetrado por Alonso. Luego vino un penalty sugerido por el linier que había cobrado doble dieta y señalado por el juez venal. Esos son los intangibles con los que siempre cuenta de la real casa: de 15 a 20 puntos gratis por temporada. Juegos florentinos. La real casa es muy superior en todo al rayo, no  necesita ese trato deferente, pero cuenta con los intangibles por si acaso, eso tranquiliza mucho. Es como la justicia: todos iguales ante la ley pero unos más que otros, como en esa Guatemala a la que el ministro Gallardón quiere colonizar en su lamentable y corrupto sistema judicial: mandará a doctrinarios iluministas a que se paseen por Antigua, se acerquen al lago Atitlan y se asombren con Tikal por imperativos de colaboración judicial modernizadora. Las castas jurídicas, la aristocracia fiscal y judicial (y hasta la de la seguridad social y del tribunal constitucional) gustan de hacer viajes de turismo bajo veste de ayuda al desarrollo judicial. Pagan los españoles. Se moderniza el acervo particular de los viajantes.

 
Verdaderamente la noche oscura de Vallecas es una cabal metáfora de cuanto nos acontece: justificada crispación social; mundo extremadamente vigilado; instituciones fallidas; privilegios reales y madridistas; hipótesis y sospechas frente al silencio oficial; jueces reiteradamente corruptos con dietas dobles. El pueblo en su ignorancia natural e inducida. Ni una sola dimisión. Aludes y tormentas de mentiras institucionales. Visiones de campanario. Necesidad de verdaderos alpinistas de los de antes: ellos sí sabían el valor de la renuncia. 

jueves, 6 de septiembre de 2012

RECUPERAR LA CREDIBILIDAD DE LAS INSTITUCIONES


El estío es una época propicia para el picoteo. Un poquito de aquí, otro de allá, ahora que si esto, más tarde que si lo otro. Cualquier bibliófilo que se precie habrá de terminar reconociendo que en el verano picotea de varios libros a la vez. O, por mejor decir, busca en diferentes fuentes de información sin concentrarse en extraer lo mejor de una sola lectura. Por lo general ese picoteo suele degenerar en superficialidad lectora aunque hay honrosísimas excepciones. Esa es la reconfortante coyuntura en la que se ha encontrado el viejo Dacio Gil en estos dos últimos días mientras intentaba ordenar sus ideas para plasmar negro sobre blanco el evento de días pasados que pegó un considerable vuelco a las convicciones del usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia.

Igual que de jovenzuelo admiraba a los jóvenes deportistas de éxito, en la actualidad el viejo Dacio Gil tiene sus maestros de culto. Son mentes lúcidas, longevas y de radical actualidad. Y por esos tres grandiosos atributos que distinguen sus ídolos intelectuales, Gil va viendo la luz en el eterno túnel en el que nos encontramos. La crisis es un elefantiásico Estado de obras hacia ninguna parte. Bueno, sí, hacia el enriquecimiento de los más ricos y la pauperización del resto de los ciudadanos.   Acababa de completar la lectura definitiva del demoledor último libro de Alejandro Nieto y recomenzado el reciente de Zygmunt Bauman cuando en el diario EL PAIS del día 4 de septiembre se insertaban sendos artículos de otros de los sabios de obligada consulta del viejo Dacio Gil: Ignacio Sotelo y Agustín García Calvo. El madrileño reflexionaba sobre lo que se juega Europa en las próximas elecciones norteamericanas. El zamorano sobre el Poder que carece de poder alguno. Comienza Sotelo el artículo Europa ante las elecciones en EEUU destacando la mayor conciencia política  de los europeos  (el 40% de los norteamericanos ni siquiera se registra para poder votar) y de ahí el interés de los europeos por quién salga elegido para  mandar en Washington  y afirma que “la crisis del euro nos ha hecho todavía más dependientes  (de la hegemonía  norteamericana, indiscutida desde la II Guerra Mundial) de lo que allí ocurra.” A lo largo del artículo Sotelo va desgranando el porqué  de sus preferencias  por Obama,  pues desconfía de la compleja personalidad de Romney, pero el  más grande aldabonazo lo da justamente al final del artículo cuando concluye: “En muchas de las grandes empresas norteamericanas siguen tentados en continuar la batalla contra el euro, el competidor más serio que les ha salido. Su caída llevaría a Europa a una situación de depresión y anomia de tales dimensiones que el capital americano podría comparla a precio de saldo.”  Sotelo es un sabio que muy pocas veces suele equivocar sus diagnósticos. Habrá que estar atentos a que el futuro de Europa se juegue nuevamente en Norteamérica.

Si alguien ha seguido con cierto interés el devenir de esta Tribuna Alta Preferencia tendrá seguro que Agustín García Calvo es igualmente un santo de culto imprescindible. García Calvo tiene una finísima producción para iniciados. Su ironía iconoclasta atina la mayoría de las veces. Con una  elegancia elitista que le es muy propia, el zamorano es un clarividente especialista en levantar el velo de las cosas y las instituciones. El artículo de opinión Lo que el Poder no puede es una obra maestra (como todas las suyas) a disposición de las mentes inquietas. A través de un diálogo garcía- calvinista (no todo va a ser platónico) el autor entra en la esencia misma del Poder. Destaquemos varias perlas:
-          "El Poder, sea el que sea, ¿no es el que puede?
-          Sí, el Alcalde, el Administrador, el Banco, el Padre de Familia, o Dios o la propia voluntad de uno, eso es el Poder, el que puede, ¿no?
-          Y ¿qué es lo que puede?
-          ¿Cómo que qué?: pues eso: lo que pueda más o menos, 3 semanas, 5 siglos… (…)
-          Vuelvo a preguntarnos ¿qué es lo que el Poder puede?
-          Pues lo que puede, ya está: ni más ni menos. O sea, lo que está mandado. Porque ya sabéis: los que mandan son los que obedecen, y, cuanto más obedecen, más mandan.
-          Por  eso será que el poder no ha podido inventar un truco con más poder de engaño que el del régimen democrático.
-          O sea, el pueblo dominado por el pueblo. –Como si el pueblo pudiera ser otra cosa que lo que sufre el pueblo.
-          Y ¿no será que viene  usted aquí, para librarnos del Poder, a engañarnos con ilusiones y esperanzas?  –No puedo, ese oficio está ya ocupado: es de lo que los políticos, financieros  o padres os informan cada día, a cada momento, para que os creáis más y más que no hay más que eso: que el Poder lo puede todo. (…)
-          Y entonces, ¿cuántas cosas hay que el Poder no pueda? ¿Muchas? –Pues esas, esas: como las que el Poder puede nunca son todas, estas son (¿cómo decírtelo?) casi todas, hermanita.
-          ¡Ay, verano de 2011, si volvieras a reír como tú sabías!  Porque, lo que es los que nos esperan…"

Genial –como siempre- el diálogo garcíacalvinista. Preñado de esencias.

Después de su reciente y rutilante presencia en el juvenil Rototom Sunsplash, Zygmunt Bauman ha demostrado ser una mente moderna, además de lúcida y longeva. Las reflexiones recogidas en la prensa de su breve estadía en Benicasim hicieron que el viejo Dacio Gil retomase con más convicción si cabe la lectura del último de sus libros, Esto no es un diario, en el que el humanista de origen polaco reflexiona sobre la cotidianidad más cruda. En uno de los primeros capítulos, el titulado Cervantes, padre de las humanidades, que recoge su discurso para la recepción del premio Príncipe de Asturias de la comunicación,   Bauman mantiene que la única certeza de esta vida es la certeza de la incertidumbre, Mantiene que en la derrota Don Quijote, tal como enseñara Cervantes, demostró  que “la única cosa que nos queda ante esa ineludible derrota que es la vida es intentar comprender (…) hacer pedazos  el velo, comprender la vida.” En un capítulo anterior, el epigrafiado como Del derecho a enriquecerse aún más, afirma: "una vez más, la operación de “rescate de la economía del país” se traduce en un permiso para que los ricos acrecienten su riqueza. Y, en cuanto a los pobres, ¿a quién le importan? (…) Los grandes usuarios de dinero que pueden permitírselo toman prestado efectivo para almacenarlo y, si lo ponen de nuevo en la circulación es con la idea de readquirir sus propias acciones o de financiar nuevas fusiones y adquisiciones (hostiles en su mayoría) (…) Son prudentes y no se precipitan construyendo nuevas fábricas o contratando más mano de obra (…) lo más probable es que tengan intención de usar ese dinero barato (y lo usen) para obtener tecnología sustitutiva de mano de obra y para recortar empleos (…) Todas las medidas emprendidas en nombre del “rescate de las economías” se convierten, como tocadas por una varita mágica, en medidas que sirven para enriquecer a los ricos y empobrecer a los pobres.”

En un capítulo más adelante, el titulado Del “no digan que no se lo advertimos”,  reflexiona el autor  respecto a la tendencia de los inversores (muchos de los quebrados  y rescatados con dinero público) a comprar acciones de empresas de las economías emergentes con el dinero ahorrado gracias a su reticencia a invertir en el propio país que les subvenciona, siguiendo la estrategia parasitaria, en busca desesperada de nuevos organismos huéspedes  tras haber matado a los anteriores: han descubierto una nueva tierra virgen (la “crísis del tequila” en mexico 1994; la crisis asiática de 1997; la catástrofe rusa de 1998; la debacle brasileña de 1999; el colapso argentino de 2002; las recientes resacas de Grecia, Irlanda, Letonia… van marcando las tendencias). Todo ello ante “la inoperancia de unos órganos concebidos con el propósito de poner frenos al capitalismo antes de que este seque , agote y eche a perder los pastos de los que se alimenta y lo sustentan (…) ¿cuántas tierras vírgenes habrá que conducir forzadamente a la catástrofe para que rompamos de una vez con esta rutina? ¿o acaso el capitalismo (y los estados y gobiernos que atienden sus necesidades) entraña la imposibilidad misma de aprender?” 

Buaman como siempre certero en el análisis. Con otras reflexiones, viene a decir lo mismo que Sotelo y García Calvo. Pero parecemos no querer comprender…
Sotelo, García Calvo y Bauman sirven de inexcusable introducción para entender las amenazas que se ciernen sobre España con la masiva retirada de depósitos bancarios y la pomposa creación del “banco de excepción” (el Banco Malo) que según el representante del gobierno, no le costará un solo euro ni a los ciudadanos ni a los funcionarios que un día sí y otro también se les detraen de su nómina esa especie de “contribuciones o anticipos (para la) Tesorería no reintegrables” o reintegrables vaya usted a saber cuándo y cómo.   Alejandro Nieto  tiene perfectamente documentados este tipo de procesos y lo ha vuelto a destacar en su última obra publicada: Mendizábal. Apogeo y crisis del progresismo civil. En puridad es una nueva entrega de su monumental teoría del desgobierno sistémico. Explicitados ya con enorme éxito el desgobierno burocrático y el judicial, restaba sólo el legislativo. Ha merecido la pena la espera y ni siquiera cabe estar pesarosos porque  el desarrollo de ese desgobierno de la  institución parlamentaria se  circunscriba a la etapa 1836 y 1837, pues a buen entendedor… bastan las densas y prolijas 1164 páginas del libro de referencia. Por él pasan, documentados, los negocios de la Casa Real y sus testaferros; las tediosas sesiones parlamentarias;  las confiscaciones indiscriminadas  por parte de la Hacienda Pública, los generales y espadones, que eran, a no dudar, los Iniestas, Messis y Ronaldos de aquella época: sus tristezas personales se solucionaban con guerras que traían fajines y pensiones para ellos a la par que el empobrecimiento general de las poblaciones; el papel de “sujeto pasivo confiscatorio” desempeñado tradicionalmente por  funcionarios, agricultores y paisanos; el rol desempeñado por los banqueros “de la cuerda” nacionales y extranjeros; el papel siempre vacilante de las instancias jurídicas, la bolsa y el empréstito nacional y así, una tras otra, todas las instituciones. Casi las mismas a las que ahora Jiménez de Parga (Secondat en su Brevete: Las Instituciones. El Mundo 4-9-2012) llama en la actualidad a preservar por todos ante un descrédito generalizado que ha afectado ya de manera irreversible a la esencia misma de la democracia española.

Alejandro Nieto advierte desde buen principio que el régimen constitucional que se quiso establecer terminó siendo una Monarquía sometida. Sometida en diferente grado a la tutela militar, a la de sus banqueros de cámara, a “policías  y conspiradores”, a  bullangas, a poderes fácticos bloqueadores, a camarillas, a censores, a ”la agencia de negocios que dirigía Fernando Muñoz”, a propietarios-legisladores, a jornaleros y pegujaleros, a eclesiásticos terratenientes etc., etc., etc. Prácticamente –salvando las distancias- una metáfora de la situación actual española, dónde sólo se mantienen en pie los Lobbies, con un sistema también sometido por todos los costados. Nieto afirma que en un contexto de una guerra carlista tan sui generis, “al final había que echar mano de los expolios sistemáticos y los saqueos."

Por su parte, al referirse a la contratación y los suministros, afirma que imperaban el agio y la corrupción pues “si se respetaban las garantías y los plazos establecidos en la contratación administrativa, los soldados terminaban en el frente desnudos y descalzos. Y si no se respetan ¿de qué valen entonces las leyes y los reglamentos? " Y afirma en ese contexto: “sabido es que el sistema político y legal está montado de una forma tal que, a través de las  holguras reglamentarias, se pueden hacer grandes negocios sin infringir las leyes”. Deja sentado que Mendizábal fue personalmente honrado y hasta que perdió buena parte de su fortuna aunque reputa como verdadera la acusación de “haber tolerado que sus amigos se enriquecieran a costa de la guerra y del hambre" (como ahora la crisis) "y la desnudez de los soldados" (como ahora la de  los funcionarios). Como extraordinario jurista que es, Nieto hace una pulcra distinción procesal entre requisas y saqueos aunque coincidan ambas  en el fin último. Y deja pasmado al lector cuando recalca que “la realidad era mucho más triste que lo que lucía en los partes oficiales”. La verdad es que la historia se repite inexorablemente. Nieto lo deja claro cuando reconoce que en su libro (como, por otra parte, puede apreciarse  en todos y cada uno de sus textos) lo que le interesa no son los textos sino la realidad: “Cuando los militares, forzados por las circunstancias, creían conveniente comportarse de una manera contraria a la constitución  y a las leyes, lo hacían sin vacilar sabiendo que de hecho eran impunes puesto que ninguna autoridad civil tenía coraje para reprocharles y mucho menos para hacerles frente o para exigirles responsabilidad personal (…) y en el supuesto de que tuvieran escrúpulos o sus abusos superasen los niveles habituales de ilegalidad, acostumbraban a buscarse  una constitucional mediante  el estado de sitio o de guerra que excepcionaba la aplicación de las garantías fundamentales.”

Es imposible destripar un libro de 1164 páginas, pero algo habrá que destacar -siquiera mínimo-  sobre la Deuda ante un estado incapaz de cumplir sus compromisos y con un mercado de empréstitos cerrado totalmente: “se trataba, en definitiva, de la historia de un deudor arruinado que no estaba en condiciones de cumplir con las obligaciones ya contraídas, que no podía pagar los interese que iban venciendo, y que para disminuir su importe no vacilaba en enajenar patrimonio nacional adquirido de un  golpe con la desamortización.” Así las cosas, el libro Mendizábal: apogeo y crisis del progresismo civil. Historia política de las cortes constituyentes de 1836-1837 enseña que la historia tiende a repetirse machaconamente.
Alejandro Nieto lo define perfectamente en el penúltimo párrafo de su libro:
El Gobierno, las Cortes, el Poder Judicial, y en definitiva todas las instituciones y prácticas públicas desembocaron en el caciquismo, que ha sido el único régimen constitucional que ha funcionado con eficacia en España.”

Como habrá apreciado el inquieto lector, estas cuatro  jóvenes lumbreras coinciden en su diagnóstico histórico. Entre los cuatro suman la friolera de 331 años pero se siguen mostrando con empuje juvenil en su forma de analizar todo lo que nos acontece.

    Tendemos a despreciar la voz de la experiencia y así nos luce el pelo. 
El usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia volvía a la realidad recordando a aquel joven abogado del estado que si, en vez de haberse preocupado tanto por que le colaran a su hijo en la guardería de la agencia estatal para engrosar así sus retribuciones en especie, sin reparar en que podía estar pisando la plaza al retoño de alguna familia más necesitada, se hubiera preocupado más por desentrañar las denuncias que, sobre graves y diversas ilegalidades, le llegaban pormenorizadas tanto por correo electrónico como en soporte papel, tal vez muchos de los sobresaltos que vive en la actualidad la agencia que le cobija podrían haberse detenido. Acudió el leguleyo estatal a la vía más fácil, a la de la elusión de la realidad mediante el lenguaje burocrático y optando  por el modo de ir  tirando balones fuera. Un prototipo más  de la inacabable  desejemplaridad pública que se ha ido enseñoreando de nuestras instituciones. 
Si, por poner otro ejemplo, el Interventor de Hacienda,  ya fuera socio relevante del Real Madrid, del Alcorcón o del Swansea galés, se hubiera preocupado más por escudriñar los intersticios presupuestarios de la institución en  a la que supuestamente debía controlar internamente, acaso los desfalcos no habrían llegado a producirse o se habrían podido detener y subsanar a tiempo. Luego pasa lo que siempre pasa en las organizaciones tóxicas,  que se negocia y renegocia a cencerros tapados y a toda prisa, en desesperada operación de cirugía estética burocrática. Tierra quemada y removida, como si no hubiera pasado nada…cuando ha pasado mucho. Todos los concernidos por acción u omisión terminan  encomendándose al santoral entero, sin distinguir entre titulares y suplentes. No todo, pues, se produce por tristes confabulaciones astrales. Alguna (por no decir una concatenación de muchas) intervención negligente contribuyó a abonar aquellos lodos. Es más fácil mirar para otro lado, taparse con gracejo la nariz y adherirse a las gabelas y a los repartos de gratificaciones…y rezar para que lo que hay no estalle en su presencia. Sucumbir a los destellos suasorios de las camarillas de las organizaciones. La tumba de Bartolo. Esa ha sido la cultura burocrática que nos ha conducido a este Default a la española. Cultura burocrática que ha contaminado las labores de los empleados públicos superiores…y así una cascada de defecciones de la ética pública, de la moral laica. De aquellos polvos indefectiblemente han venido todos estos lodos y los que aún están por venir. Ahora pagarán los platos rotos los de siempre. A aquellos que sucumbieron al embeleso y al halago institucional (de la camarilla), el paternalismo que se termina imponiendo en todas las dictaduras ( la dictablanda, también en las capitalistas y financieras gestoras de la crisis), les volverá a abrir la vía de la productividad selectiva y a otra cosa mariposa. La vida misma.

Ese  es el orden natural de nuestras cosas. Ahora vienen ya las rebajas y los rescates.  Un banco malo del que se espera que trabaje dentro de la excelencia en la gestión y con métodos de buen gobierno. O sea un banco malo que sea muy bueno. Con los Lobbies internacionales ladrando en derredor. Pidiendo, tras las exequias de las pagas extraordinarias, los moscosos y con el IVA rampante, que desaparezcan los sábados feriados, el cafelito, las tapas, los puentes, la siesta, el jamoncito, las vacaciones de verano en la playa, los toros, la tortilla de patata y todo lo genuinamente hispano. Nueva tierra virgen, tipo Mallorca  repleta de súbditos alemanes gastándose los cuartos en biers,  frankfurters y hamburgers de las suyas, mientras los de la tierra lamen la herida de su paro y se preparan para lo peor. España de nuevo paraíso del turista y del inversor extranjero. Parecemos haber retrocedido a 1836.

Jimenez de Parga y Benigno Pendás, así como los banqueros, piden que, entre todos, recuperemos la credibilidad de las instituciones. Pero, ¿de qué  credibilidad hablan? ¿De qué instituciones? Antes habrá que ponerse de acuerdo si han existido verdaderamente instituciones decentes que merezcan ser recuperadas.

Echemos antes una ojeada por la historia y escuchemos con atención lo que intentan decirnos sobre todo eso  las mentes más lúcidas y longevas.