domingo, 31 de julio de 2011

ENVEJECIMIENTO INSTITUCIONAL.

No hace falta ser experto en la teoría del signo para reconocer que el diario El Mundo del día 29 de julio pasado da en el clavo con la amplia fotografía que inserta en la página 8. Y es más por la fotografía que por el insidioso texto del pie de foto tratando de desmerecer a Bildu sin venir a cuento jugando con los vocablos “nacional” e “investigación”. Cosas del lenguaje electoral subliminal de los periódicos.

Pero ciertamente la fotografía denota perfectamente los signos del régimen de Zapatero, de Rubalcaba y de todos quienes han involucrado durante todo este tiempo su responsabilidad solidaria según el artículo 108 CE. Además del resto de verdugos voluntarios; que voluntarios de ese tipo ha habido por arrobas aunque ahora se apresten todos, como ratas, a abandonar el barco. No sólo Zapatero…

En efecto, en la fotografía en cuestión aparecen con las manos entrelazadas Cristina Garmendia, Patxi López y Rafael Bengoa. Tres genuinos exponentes de una aristocracia del régimen que discurre, en sus privativos intereses, por vías muy distintas a las del resto de los mortales hispanos. Desde luego muy alejadas de los ciudadanos a los que dijeron representar cuando se postularon para gobernar con el apoyo de las clases populares. Vayamos por partes: don Francisco Javier López Álvarez es el prototipo de apparatchik, con un decurso personal, intelectual y profesional idéntico al del señor Blanco: nada por delante, todo por detrás; ni un mero diploma de nada serio; en el mismo aparato político desde bien pequeño con el riñon cubierto. Como otros y otras muchísimas sedicentes socialistas unidos en pareja, don Francisco Javier cuenta con altos niveles de ingresos para la unidad de convivencia familiar al estar unido a Begoña Gil, una extremeña licenciada en filosofía, que también ha venido nutriendo generosamente su economía de las ubres públicas, esta vez municipales. Todo dentro de la más pura ortodoxia económica y personal de la gente del régimen que representa el PSOE.

Cristina Garmendia Mendizabal, Ministra de Ciencia e Innovación es el paradigma del PSOE del siglo XXI. De apariencia más pepera que apolítica –pero compañera de viaje y negocios de familiares de Zapatero y del pretendido catch all electoral que trata de sucederle -, lanza su carrera desde el CSIC y no desde la universidad, lo que ya es significativo y revelador. Exponente máximo de los negocios de innovación (Junto a Carlos Martínez Alonso, el familiar leonés de Zapatero que hubo de abandonar una Secretaría de Estado de “la cosa” por la evidente incompatibilidad jurídica, económica, ética y moral de su cargo público con sus intereses económicos privativos), la ministra de San Sebastián no resiste una comparación honesta y seria en su vinculación con el sector que su ministerio regula y financia. Para entendernos: la ministra del sector es empresaria del ramo con empresa fuertemente subvencionada directa e indirectamente. Con su aspecto de burguesía tradicional vasca, parece que será sin duda -para intentar salvar los muebles o detener la hemorragia- cabeza de cartel electoral en aquella circunscripción. De ahí la fotografía. Por eso la apresurada búsqueda del signo.

Rafael Bengoa aporta la legitimidad de la expertise en el ámbito sanitario. Aúna su condición de consejero vasco de Sanidad. Pocos datos más se conocen de él en esta Tribuna Alta Preferencia. Consejero por el PSE, contribuye con su alícuota al núcleo del mensaje subliminal.

El tema que les ha unido el día previo al anuncio del adelanto electoral ha sido (¡oh casualidad!) el traspaso de fondos e inversiones estatales al País Vasco a través de un Centro Mixto denominado Centro Nacional de Investigación del Envejecimiento. El traspaso de fondos –de esos que se le pierden al CSIC durante años en la gestión del impuesto revolucionario a los fondos europeos I+D+I- recuerda a aquella apresurada engañifa preelectoral que fue la creación del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC), en Castilla la Mancha, en Ciudad Real más concretamente. Como todas les ingenierías electorales y todas las martingalas políticas, la publicidad electoral subliminal se recubre también en este caso –como en el extravagante caso de la caza científica- de un noble propósito: detener el envejecimiento, mantenernos a todos jóvenes y lozanos como luce la figura de la señora Garmendia, de natural bien vivida y mejor armada y conservada.

El viejo Dacio Gil, por propia sobrevivencia, gusta de investigar también a título personal sobre el envejecimiento. No puede ser de otra manera en el estado de adolescencia indultada en el que creía estar viviendo eternamente. Al descubrirse un día frente al espejo percibió que su sombra era más grande que su menguante cuerpo. Era la vejez que Joseph Conrad identificó en la cuarentena. Aquellos primeros cuarenta años en los que el viejo Dacio Gil se creía inmune al deterioro temporal. Ahora, abandonada ya incluso la edad tardía, sigue tratando de comprender los misterios del envejecimiento, y lo hace sin la abundancia de medios públicos y privados con que lo viene haciendo el tándem Martínez-Garmendia en el ámbito de la farmacobiología. Lo hace más en el plano humano, salvando las distancias, como lo hizo Schopenhauer anotando todas sus reflexiones en Senilia, o como Yasunari Kawabata cuando poetizó el elixir de la juventud ingerido por la torpe senilidad del viejo, o como, paso a paso, trata de observar el proceso de fría entropía personal Vicente Verdú en sus reflexiones mediáticas. Sin ayudas, sin fondos públicos, sin subvenciones, sin I+D+I, sin farmacopeas g(e)nómicas, sin toda la parafernalia, en fin, de la que generosamente han contado la señora ministra y sus socios para cobrar ventaja en la carrera de la farmacia anti-aging. Una parte del estudio del pastel de la pretendida inmortalidad se anuncia ahora que se radicará en San Sebastián, para hacer una suerte de competencia al CNIO de María Blasco en la carrera de la investigación de los telómeros. Las eternas riñas y disputas de la tribu científica en pro de sus descubrimientos accidentales cuando no inconcretos o falsarios.

Stendhal apuntó que la vejez (que el suizo Beyle cifró en aquellos cincuenta años, a los que el viejo Dacio Gil divisa en una lontananza retrospectiva) era el momento de recordar todos los amores. Más o menos en la línea mantenida por Giuseppe Pontiggia cuando hace desaparecer al protagonista de Larga noche, harto de lo que denomina “desafortunados consensos” matrimoniales, para refugiarse cada noche en casa de una antigua amante para recordar –y no entregarlos al doloroso olvido- los momentos de pasión vividos; utilizando el recuerdo y la memoria como si de una alternativa se tratase entre la huída vital o la muerte segura. Kawabata, en un pasaje de la magistral la casa de las bellas durmientes, identifica en el momento principal de la vejez de una mujer inteligente antes de morir el recordar e imaginar cuántos centenares de hombres la habrían besado. La vejez y su rastro indeleble en la mejor literatura. Sobre la dimensión temporal de los besos se volverá en breve en un próximo post, pero ahora es pertinente intentar comprender –si ello fuera completamente posible- aquel futuro cada vez más próximo de la senilidad.

Con ese señuelo de impedir la visita de la Vieja Dama se ha producido una transferencia de fondos públicos al País Vasco, por parte de la diversificada empresaria genómica señora Garmendia. Nadie parece haberse escandalizado del solapamiento de ámbitos que ya afectó al familiar científico de Zapatero. Nadie parece haber reparado que estábamos ya en campaña electoral para salvar los muebles. Unos muebles -de IKEA, ergo Low cost- en los que no queda ni una sola siquiera de las joyas de la abuela, saqueadas todas mientras la nonna se encontraba aún de cuerpo presente, prevaliéndose los malhechores de nocturnidad, alevosía y allanamiento de morada. El tiempo y los ciudadanos deberían hacer indefectiblemente justicia. ¡Ojalá se pudiese lograr que se largasen todos!

No, el nuevo Centro Mixto no será un centro para investigar los sentimientos, ni el amor a edades limítrofes, ni de caricias, besos ni dependencias. Terminará siendo lo que cualquier viejo inteligente columbra que será: A lo sumo un centro de referencia (un caballo de Troya) para que la industria farmacéutica genómica siga contando con posibilidades privilegiadas. Verbigracia, puede que verse sobre tioles, F2-isoprostanos, pruebas hormonales en la saliva o pruebas de estrés (no bancario) en busca de cortisol. En el mejor de los casos, para justificar las inversiones, puede que se haga que se indaga sobre los efectos de las dopaminas y las células gliales y otros neurotransmisores en el envejecimiento cerebral. El viejo tema –nunca mejor traído en materia de envejecimiento- de los antioxidantes. Dacio Gil, en su calidad legítimamente adquirida de matusalén, ya se ha posicionado sobre esto y, viendo -como ve- las orejas al lobo, se inclina más por el amor que por la química. Por indagar en los sentimientos y las emociones más que en los preparados específicos farmacéuticos (patentados ya o patentables) que terminan siendo genéricos. Opción investigadora personal más por deformación profesional humanística que por otra cosa: intentar comprender al ser humano en el sic transit gloria (in Scentia) mundi.

Mientras tanto, el viejo Dacio Gil, esperará a que verdaderamente llegue la entrada en funcionamiento efectivo del Centro Nacional de Investigación del Envejecimiento para comprobar si sólo era una forma más de atrapar fondos y vincular inversiones futuras. Si se trataba de un reducto para poder ser manipulado por la ministra cuando sea ya ex, para seguir la tradición de la más rancia familia científica franquista. En el ínterin el veterousufructuario de la Tribuna Alta Preferencia aguardará ávido también el efectivo desalojo electoral de estos embaucadores bajo falsa veste de socialdemócratas. No sólo Zapatero, evocando el plástico titular de Robert Galatelly. El efectivo desalojo se muestra como prerrequisito necesario para la imprescindible ulterior regeneración completa de este régimen a la deriva: Tras el ¡Que se vayan estos! habrá de seguir con el ¡Que se vayan todos! Pero todo a su debido tiempo procesal oportuno, como gustan decir ellos mismos dentro de lo que denominan "el lenguaje culto".

La vejez no puede estar reñida con cierta utopía de raíz humanística, por eso el viejo Dacio Gil permanecerá a la espera de un vuelco electoral, del surgimiento de una suerte de patriotismo social y moral que nos permita superar el equivalente moral –y económico- a la guerra que nos han impuesto para hacer tabla rasa de derechos y conquistas sociales.

Aguardará Gil leyendo a Schopenhauer e intentando cambiar la perspectiva temporal para lograr ese equilibrio que proponen Philip Zimbardo y John Boyd para la gestión del tiempo por venir. Podría intentar esperar escuchando las últimas canciones de Aute, pero ha decidido recuperar para tan oportuna audición qué más quisiera yo, una de las también últimas canciones de José Luis Perales, un autor -entonces barbudo- al que el viejo Dacio Gil conoció en la época más rebelde, hace muchos años ya, en las noches desveladas, esperanzadas y alegres de aquel Drugstore de la calle Fuencarral de Madrid:

Qué más quisiera yo que mis sueños de ayer
hoy fueran nuevos
y encontrarle sentido a una nueva batalla
para luchar por ellos.

Qué más quisiera yo, qué más quisiera
que mi última canción hoy fuera la primera.
Qué más quisiera yo, qué más quisiera
que este otoño que hoy vivo fuera primavera.

Que mi certeza fuera sólo dudas
y que mi noche oscura, luna llena.
Qué más quisiera yo, qué más quisiera
que este otoño que hoy vivo fuera primavera.

Qué más quisiera yo que mi primer amor
hoy fuera nuevo
y poder arrancarlo de ese rincón del alma
dónde se fue durmiendo.

Qué más quisiera yo, qué más quisiera
que esta piel que hoy marchita fuera piel de seda.
Qué más quisiera yo, qué más quisiera
que esta noche contigo fuera la primera.

Que mi seguridad fuera aventura
y que mi madurez, adolescencia.
Qué más quisiera yo, qué más quisiera
que mi última canción hoy fuera la primera.
Qué más quisiera yo, qué más quisiera
que este otoño que hoy vivo fuera primavera.

domingo, 24 de julio de 2011

LA FISTA DE LOS JUECES: EL AMOR EN KLEIST Y EN ERNESTO CABALLERO.

Cada representación que vuelve a ver el viejo Dacio Gil de La fiesta de los jueces por la Compañía El Cruce –y ha de reconocer que se ha hecho ya su más fiel supporter- se hace más hondo el convencimiento de que Caballero es un genio del arte del teatro: se evidencia su inmenso amor a la escena y al ser humano, sin la animalización (animales con aspecto humano) que prolifera por doquier. Vale reconocer que se ha sabido rodear de un elenco de números unos en el reparto, pero es que no es tan fácil una puesta en escena tan actual, tan vibrante y tan humorística. No podemos engañarnos: Ernesto Caballero es pura excelencia. Un número uno. El Pedro Almodovar del teatro. Como también lo son los ocho primeros actores de los que se ha sabido rodear. Santiago Ramos es un animal escénico de primerísimo orden, magnífico hasta en la morcillas que improvisa cuando surge alguna contingente crisis inusitada. Juan Carlos Talavera participa asimismo de la excelencia (sus capotazos previos a tomar asiento en el estrado del juez inspector son la guinda de un espléndido actor, de un José Tomás del arte escénico) con una interpretación inobjetable. Los dos Jorges M alcanzan también momentos cimeros (Martín como secretario ambicioso y magistrado de cuarto turno; Mayor en sus círculos obcecados como Ruperto despechado y como sindicalista judicializado). Silva Espigado, en su brillante papel, presenta una asombrosa similitud con una famosa fiscal de la vida real esposa a su vez de un magistrado estrella, hoy exjuez. Rosa Saboini excelente en el papel de magistrada achispada y desinhibida por un lado y delatora de Lucifer por otro. Karina Garantivá aporta, clavando su personaje, la juventud, la frescura y la marcha de la que tanto carece la solemne magistratura. ¿Qué decir de Paco Torres? Que sencillamente se sale del papel que representa. Resulta imposible poder pensar que no provenga de la carrera judicial con sus clavelitos, su facultad de San Bernardo y su esposa bien vivida. Un actorazo de carácter.

Quien quiera reír a mandibula batiente mientras su cabeza reflexiona sin encallar en el cogito interruptus que no deje de asistir a la representación de la fiesta de los jueces, que todavía puede verla en el teatro Marquina de Madrid dentro de los veranos de la villa. El viejo Dacio Gil ha pulsado opiniones diversas pudiendo constatar que la mayoría de los interrogados se decantan por volver a verla para saborear todos sus múltiples matices. Es merecida la repetición. Bien la merecen ocho actorazos al cual mejor y el más brillante director del momento, así como una “especular” puesta en escena, sinónimo fiel de espectacular. Una representación repleta de sorpresas, de ironía, de sátira, de desnuda verdad. Y de humor, mucho amor… El amor que siempre acompaña al humor.

En este encomio, el veterousufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia no puede olvidar a su admirado Heinrich von Kleist, un romántico de la justicia justa (su obra Michael Kohlhaas debería estudiarse en primero de Derecho en todas las autonomías). La fiesta de los jueces bebe en la brillantez de el cántaro roto que -no por casualidad- se representa en la actualidad en toda Europa como reflejo de la borrachera judicial-democrática que recorre Occidente.

A Heinrich von Kleist no lo reconocieron como genio sus coetáneos. Eso le dolió al funcionario poeta, aunque no en exceso. Se sabía amado por Henrietta Vogel y abrazado a ella se marcharon ambos para mantener intacto su amor.
Adolfina Sofía Enriqueta compensó con su carta los sinsabores sociales de Enrique. En vez de requisarle las cartas como hizo Dolores Armijo a Mariano José de Larra, el reconocimiento amoroso de la Vogel quedó para siempre junto a ellos en su partida: enumerados todos los extremos de su amor en esta carta datada en noviembre de 1811, apenas horas antes de su eterno viaje compartido:
Mi Heinrich, mi dulce música, mi arriate de jacintos, mi aurora y mi crepúsculo, mi océano de delicias, mi arpa eólica, mi rocío, mi arco iris, mi niñito en las rodillas, mi corazón bienamado, mi alegría en el sufrimiento, mi renacimiento, mi libertad, mi esclavitud, mi aquelarre, mi cáliz de oro, mi atmósfera, mi calor, mi pensamiento, mi más allá y mi más acá deseados, mi adorado pescador, consuelo de mis ojos, mi más dulce preocupación, mi más bella virtud, mi orgullo, mi protector, mi conciencia, mi bosque, mi esplendor, mi espada y mi casco, mi generosidad, mi mano derecha, mi escala celestial, mi San Juan, mi caballero, mi dulce paje, mi poeta puro, mi cristal, mi fuente de vida, mi sauce llorón, mi amo y señor, mi esperanza y mi firme propósito, mi constelación amada, mi pequeño cariñoso, mi firme fortaleza, mi dicha, mi muerte, mi fuego fatuo, mi soledad, mi hermoso navío, mi valle, mi recompensa, mi Werther, mi Leteo, mi cuna, mi incienso y mi mirra, mi voz, mi juez, mi dulce soñador, mi nostalgia, mi alma, mi espejo de oro, mi rubí, mi flauta de Pan, mi corona de espinas, mis mil portentos, mi maestro y mi alumno, te amo por encima de todo lo que hay en mi pensamiento. Mi alma es tuya.

Henriette

P.S. Mi sombra al mediodía, mi fuente en el desierto, mi madre amada, mi religión, mi música interior, mi pobre Heinrich enfermo, mi cordero pascual, suave y blanco, mi puerta al cielo

La Fiesta de los jueces. ¡No dejen de verla! Se arrepentirán si dejan pasar la ocasión de sentir cercana la inmortalidad.

lunes, 18 de julio de 2011

EL CSIC: UNA ORGANIZACIÓN DELICTIVA EN LA QUE SE SIGUE DELINQUIENDO.

Qué razón más grande tenían aquellos tres sucesivos Secretarios Generales del CSIC que, más o menos con unidad de criterio, afirmaban que la silla del Secretario General del CSIC tenía una bomba adosada a su asiento, manteniendo que seguro que cada secretario general saliente suspiraba aliviado al dejar atrás una organización tan anómica, tóxica y repleta de corruptelas mantenidas durante años. Además el CSIC es una organización fallida fuertemente politizada y secuestrada por unos clanes que se aferran a unas sinecuras que vienen de lejos sin que nadie haya tenido los redaños de intentar someterlas a la legalidad. Al menos a la legalidad…

Algo huele a podrido en el CSIC desde hace mucho tiempo, por lo que resulta sorprendente que , tras casi un año que el "caso Fernando Belinchón" es vox populi, ayer el diario ABC filtrase la noticia que se trascribe a continuación, omitiendo sibilinamente extremos y responsabilidades importantes así como sugiriendo que todo ha terminado con la frase "El CSIC ya ha tomado medidas para evitar que algo así vuelva a ocurrir, optando por un nuevo sistema de registro más complejo":
Un funcionario robó al menos 1,6 millones de euros al CSIC durante más de diez años
Ahora en paradero desconocido, fue haciéndose desde 1999 con pequeñas cantidades de fondos europeos para investigación
cristina garrido / madrid
Día 17/07/2011 - 03.59h
Al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) no le salen las cuentas. Uno de los funcionarios del organismo se ha apropiado presuntamente de al menos 1,6 millones de euros de fondos europeos para investigaciones. El robo no se ha producido de un día para otro, si no que el individuo, que se encuentra en paradero desconocido, fue haciéndose con pequeñas cantidades desde, por lo menos, 1999. Así se explicó en la reunión que el Consejo Rector del CSIC celebró el pasado 28 de junio y que queda recogido en el informe de ese encuentro elaborado por la sección sindical de CC.OO., al que ABC ha tenido acceso.
El Banco de España fue el que avisó a la entidad, en la segunda mitad de 2010, de que los datos de una de sus cuentas presentaban irregularidades. El presunto ladrón, el «habilitado de la cuenta de moneda extranjera», según el informe, se encargaba de revisar las remesas de aportaciones de fondos europeos, incorporarlas a un registro y enviarlas a la cuenta de los investigadores.
Su «modus operandi» era sencillo: si al investigador le correspondían, por ejemplo, 24.000 euros para su investigación, él se quedaba con una cantidad pequeña para no levantar sospechas. Y así actuó durante más de una década, hasta crear un agujero en las cuentas del CSIC de más de millón y medio.
La Intervención General del Estado emitió un primer informe en diciembre de 2010 en el que advertía de irregularidades en la habilitación de pagos al extranjero. El CSIC interpuso entonces una demanda penal contra el presunto ladrón, pero ya era tarde. El sujeto, que todavía continúa en paradero desconocido, se había dado a la fuga llevándose consigo todos los libros de registro, lo que hará difícil cuantificar la cifra exacta de la estafa y durante cuánto tiempo se produjo.
El CSIC ya ha tomado medidas para evitar que algo así vuelva a ocurrir, optando por un nuevo sistema de registro más complejo.


El CSIC como organización pública tiene una larga trayectoria delictiva casi desde que cobijaba a la Junta de Ampliación de Estudios para que los cachorros de la burguesía hispana pudieran viajar al extranjero de manera pensionada. Como el Erasmus hoy generalizado en Europa para que los jóvenes se socialicen con los de su edad, alejados de la tutela paterna. Con el Opus Dei la delincuencia económica subió varios peldaños más. Consta por escrito cómo el Opus Dei desvió muy ingentes fondos públicos para financiar la organización creada por Escrivá de Balaguer. Sobre el desvío de fondos en la construcción de los edificios del CSIC sólo hay que seguir la pista a las declaraciones de un ilustre arquitecto que terminó saliéndose del Opus Dei, aunque hay mucho más documentado sobre el desfalco. Varios ministros franquistas se construyeron diferentes chalets a cuenta del presupuesto del CSIC. Los más remilgados se creaban institutos como si fueran fincas privadas.

Con la llegada de la democracia la UCD se planteó seriamente liquidar un organismo tan inútil que duplicaba sus funciones con las universidades. No lo consiguió por el veto de determinadas asociaciones de llamados investigadores que no eran más que empresarios emboscados en lo público gracias a las facilidades de un régimen en el que cabían múltiples compatibilidades de puestos públicos. En esa época los sindicatos del CSIC (los mismos que una y otra vez intentaban boicotear las conferencias del catedrático Alejandro Nieto que en sus años de Presidente del CSIC debió de hacer acopio de datos esenciales para sus brillantes teorías sobre la tribu universitaria y la rampante corrupción pública) se percataron que podían sacar tajada de la debilidad extrema de esa organización reservándose una importante porción de trinque en materia de carreras funcionariales, canonjías, presencia en el Consejo Rector, nepotismo y un largo etcétera. Aquellos jovencitos que entraban a dedo, sigilosamente, sin cualificación alguna y sin contrato de ningún tipo, terminaron enquistándose en la organización haciendo entrar a toda su familia. Literalmente a toda su familia. El mecanismo era bien simple: dada la endeblez de la organización se hacía incorporar a los familiares a cualquier instituto o a la organización central sin contrato siquiera y luego se reclamaba o se agitaba a todos estos “becarios avant la lettre” para que el Gobierno de turno se viera abocado a frecuentes y sucesivos “bautizos de arrianos”.

Así un año tras otro. Políticos de diferente signo sin una carrera científica marcada pasaron por el CSIC. De todos los colores, pero en el PSOE, por aquello de las agitaciones sindicales, hay egregios exponentes: Tijeras, Lisavetzki, Goya, Rubalcaba, Paramio, Pérez Yruela, etc., etc. etc. También en el PP y en el PCE, que no se salva nadie en una organización tan deficiente.

Pueden imaginarse las formas de llevarse a cabo los “bautizos de arrianos”: consursillos, memorias hechas en casa, ejercicios previamente filtrados a los aspirantes a funcionarios que ya pululaban por la casa y muchas tretas más. El resultado salta a la vista hoy. Todos los contratados han devenido a funcionarios. Así las cosas, ya no son personal de animalario sino miembros de la asesoría jurídica (una asesoría jurídica hasta hace bien poco ajena a los Servicios Jurídicos del Estado); personal vario y sin clasificar que son hoy especialistas de I+D+I; físicos que se dedican a la sociología; o –es el caso del concejal de Madrid ex secretario de Estado para el deporte- los que desde 1977 se dedican por completo a la política mientras les iba corriendo el escalafón para tener bien cubierto el riñón llegada la edad de jubilación. Con razón un antiguo Secretario General del CSIC advertía que se tuviese cuidado de qué y con quién se hablaba que te podía terminar perjudicando como persona y como funcionario dada la inextricable vinculación con la política… ¡Hasta ministros procedentes del Instituto de la grasa ha habido en la historia reciente de España!

Un caso muy notorio fue el de aquel administrativo que llegó a ser subdirector económico del CSIC, con apellido como el de los habitantes de los monasterios, y que terminó siendo procesado por disponer de fondos públicos para aplicaciones distintas a las legalmente establecidas, esto es: por prácticas financieras heterodoxas y delictivas. Como puede observarse nada nuevo representa el caso Fernado Belinchón que ahora interesadamente se filtra a la opinión pública mientras se ha tenido retenido en la oscuridad durante casi dos años, acaso para ir elaborando mientras tanto una coartada pública. ¿Es que no hay “culpa in vigilando” en este grave caso? ¿Es que los sucesivos responsables de la actividad económica del CSIC se han ido de rositas sin ser investigado su comportamiento? ¿No existe en el Estatuto de la Agencia un listado de responsabilidades, desde el Presidente hasta el habilitado, pasando por los subdirectores y el Secretario General? Todos tienen nombres y apellidos y cada semestre se han venido repartiendo suculentas sumas aparte del sueldo reglado y los complementos como cualquier funcionario. ¿Han desaparecido todas las pruebas, o, como pasó con Jesús Gil en Marbella, se las endilgan al desaparecido para hacer tabula rasa? Demasiada casualidad. Demasiada inversa banalidad del mal económico. Demasiada tierra quemada. Los sucesivos responsables ciertamente eran auténticos incompetentes, pero sus responsabilidades son evidentes. Y no pueden quedar impunes siquiera en el interregno de un adelanto electoral. Parece que todo intenta silenciarse para que el castillo de naipes que es el CSIC no se desplome con estrépito. ¿En qué ha afectado el silencio a la tramitación de la Ley de Investigación? Esa es la cuestión.

El que ahora se saque a la luz el caso como si fuera la actuación aislada de un funcionario (laboral digital devenido a funcionario por las perversiones inmanentes del sistema CSIC) inescrupuloso huele a chamusquina. Parece obvio que al menos en la etapa de Carlos Martínez y su sucesor Rafael Rodrigo unos determinados grupos se han financiado generosamente del CSIC. Y que se ha carecido de transparencia y veracidad. Por activa o por pasiva. Y no son sólo sospechas. El CSIC está históricamente ligado a las financiaciones espurias y alegales.

Más de dos millones de euros (y pueden ser muchos más, visto lo visto) no se sustraen durante lustros en una organización moderna y limpia que sirve con objetividad los interesas generales. Eso cabe en una organización descontrolada, de hueco formalismo tenue, tóxica a más no poder. No hay que ser Iñaki Piñuel para aseverarlo. El CSIC desprecia lo que ignora, y el derecho, la ética y la moral son ignorados sistemáticamente en cuanto se cruzan con los intereses soterrados. Su funcionamiento varado está en el siglo XIX.
El mundo de los convenios es otro claro ejemplo. Uno de los Secretarios Generales del CSIC–con larga trayectoria en la administración del Estado- se alarmaba en su día de que un miembro de un instituto cualquiera pudiera suscribir convenios con instituciones públicas y privadas sin que ello se supiera en los servicios centrales y vinculando siempre a la organización. Había miles de casos como ese y lo intentó racionalizar. El viejo Dacio Gil sabe de lo que habla pues le costó media vida –o la vida entera, mediante la muerte civil impuesta- intentar someter a la legalidad un mundo tan desbocado. Los representantes del CSIC mintieron a discreción y con descaro pleno ante los órganos judiciales.

El CSIC se mueve por camarillas (“cuídate de indisponerte con cualquiera de los dos grupos dominantes, son peligrosos; intenta hacer tu trabajo y no salir del despacho para que no vayan a por ti” le recomendó un día ese Secretario General del CSIC) que se van sucediendo en el tiempo y controlan toda la vida interna de la organización. Por eso es impensable que el caso Fernando Belinchón se presente como un caso aislado. Y esas camarillas, representadas todas en el Consejo Rector, se reparten las gabelas, que hasta la fecha han sido bastantes y sustanciosas. Certificándose entre ellos mismos.

El veterousufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia puede dar fe del comportamiento mendaz, delictivo y mafioso mantenido por altos representantes del CSIC en los procedimientos judiciales por Mobbing. Con documentos que comprometen la honestidad, el respeto de la legalidad y la ética de esas camarillas. Puede decirse que en el CSIC impera una versión rastrera de la impunidad guatemalteca. Tras tantos años de prácticas heterodoxas e ilegales creen contar con inmunidad en sus continuos desmanes.

Por eso resulta sospechosa la actual elevación a conocimiento público de un desfalco que se mantenía a cencerros tapados. Un desfalco de tal envergadura y durante tantos años es imposible que pasase desapercibido a los superiores si éstos no se estaban dedicando a prácticas similares. Superiores que año tras a año se repartieron cuantiosas sumas por trabajos excepcionales… mientras se robaba a mansalva en su ámbito de responsabilidad. Superiores que en buena lid jamás deberían haber permitido la simple sospecha de ¡desaparición de todos los libros de registro! Desaparición que resulta increíble e inaudita que haya afectado también a los registros informáticos, pues en el CSIC existe una Unidad especializada en informática. Solo en una organización propia de Pancho Villa o extremadamente corrupta cabe un caso como el de Fernando Belinchón sin que afecte, por ejemplo, a María del Mar García Ferrer y Carlos Manuel Abad o Eusebio Jiménez entre otros. No consta que nadie dimitiese motu proprio ni que advirtiese a la sociedad de lo que tenía conocimiento.

Es demasiado simple la historia que ahora se filtra al diario ABC. El CSIC tiene una lúgubre intrahistoria de desmanes económicos (y jurídicos y morales) gravísimos. Unos casos están en libros y hemerotecas, otros se han tapado convenientemente para no desacreditar aún más a una institución tan fallida. Para mantener la falsa apariencia de servicio público.

Los ciudadanos no podemos comulgar con ruedas de molino. Está en juego nuestra moralidad y el futuro de nuestros hijos. El ciudadano Fernando Belinchón no ha podido actuar impunemente durante tantos años sin que se lo cosquen en el CSIC ni en el Ministerio correspondiente que lo supervisa, aunque es sabido que la Intervención delegada de Hacienda ha sido siempre meramente decorativa. Estaba o comprada o anulada en el CSIC. Tiene también nombres y apellidos. Sobre el sistema y la eficacia de las auditorías interna y externa mejor será mantener un piadoso silencio...

Presentar el escándalo del robo del habilitado como un nuevo caso Dioni (¿las sucesivas habilitadas del CSIC tampoco se lo olieron o es que les era más cómodo seguir jugando a favor de obra? Alguna llegó a asesora del presidente actual del CSIC…) no puede dejarnos satisfechos tal como lo presenta el ABC. Deben exigirse responsabilidades al más alto nivel y luego en cascada. Minuciosamente. Y seguir tirando de la manta y levantando las alfombras. Hay mucha porquería en el CSIC. Mierda de años y años. Todo huele a podrido en el CSIC. Hay demasiados muertos y damnificados para que no nos indignemos todos y exijamos transparencia. Caiga quien caiga.

Por el bien de la moralidad pública exijamos que se depuren todas las responsabilidades y se tire de manta…aunque pueda terminar afectando a la financiación de algunos sujetos de la convivencia democrática como la historia tiene registrado ya. Debemos empezar porque haya ejemplaridad pública. Y en el CSIC es evidente que no la hay.

No vale que el tema se haga saltar a conocimiento ciudadano casi como una anécdota en el umbral de la disolución de las Cortes. Es preciso un debate en profundidad aunque termine afectando al funcionamiento mismo de la democracia. Parece todo presentado para que quede protegido de una suerte de Omertá mafiosa construida a modo de coartada perfecta como en los casos Gil y Gil o Dioni …

Parece que estuvieran intentando hacernos creer que, simplemente, hubiera pasado un ángel. Un ángel en el infierno.

miércoles, 13 de julio de 2011

GUATEMALA'S "THINK BANG".

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No podía ser de otra manera. Guatemala es la sede del think bang en el que se viene perfilando cómo será el sistema de convivencia para el inmediato presente y su futuro más próximo. No. No se trata de un error del viejo Dacio Gil en la mención inglesa a un laboratorio de ideas como los que proliferan hoy en el mundo. Dada la extrema presencia de la violencia en ese país centroamericano, no puede hablarse de Think tank sino de Think Bang, por la concentración de violencia institucional que regularmente termina explotando en Guatemala. El tanque termina en explosión. Un país que ostenta el dudoso record de vinculación de sectores institucionales completos en la violencia que se reparte a mansalva cada día: alrededor de 20 muertes violentas por día sólo en la capital del país. Violencia que nunca es esclarecida o se le da una apariencia de solución en modo alguno creíble o fidedigna. Cual auténticos clanes, en esa violencia vienen también participando las fuerzas de seguridad, el ejército, los jueces, los fiscales, los abogados, los políticos y hasta algunas legaciones diplomáticas. Nada importan ni el color político de los gobiernos, ni las manifestaciones populares, ni las campañas mediáticas. La violencia, el fraude y la omertá están instaladas en el corazón del sistema y es por eso que todo el mundo porta su arma con ostentación. Eso sí: tras cada manifestación de violencia aparece siempre el gobierno deteniendo en uno o dos días a los sedicentes sicarios perpetradores e identificando (sin ser detenidos, naturalmente) a los abstractos inductores. Narcotraficantes o quienes quiera que sean. Todo ello en el marco de una lujosa muestra de elementos de tecnologías de la videovigilancia y de la industria de la seguridad proporcionadas por las empresas norteamericanas.

El viejo Dacio Gil viene advirtiendo desde hace tiempo que se está terminando de imponer el modelo de impunidad guatemalteca en todo el mundo, que ha terminado por hacer desaparecer cualquier sistema de garantías en esta sociedad bloqueada de mercado. Que lo que hoy es tiranía de los lobbies económicos terminará deviniendo mañana mismo totalitarismo de las mafias infiltradas e instaladas a discreción en todas instituciones. Lo que Naomi Klein llamó “la puerta giratoria de las instituciones” en las que confraternizan altos dignatarios y capos mafiosos. La lógica extrema del mercado. El sistema calabrés de silencio no es nada comparado con la modalidad de “impunidad guatemalteca” que se terminará imponiendo en el mundo si nadie se atreve a hacerle frente e intentar remediarlo. En el plano económico el laboratorio de ideas para el equivalente moral a la guerra que asola el mundo hoy bajo veste de crisis financiera , fue el default, el corralito argentino. Los argentinos no se rebelaron del todo y quedó registrado en los ideológos de la doctrina del shock. En el plano político y de seguridad, el laboratorio es Guatemala y su violencia estructural de la que nadie está a salvo ni activa ni pasivamente. Puro esperpento aceptado por todos hasta tal extremo que cada cual porta sus pistolas –y hasta viejos pistolones y rifles- y, como no podía ser de otra manera, la profesión en auge es la de escolta o guardaespaldas: en las tiendas, en las farmacias, en los restaurantes, en las librerías, en las universidades…hasta en las iglesias. El arma de fuego en Guatemala es como el telefonino en Italia o el móvil en España o en Argentina. De uso absolutamente generalizado.

En Guatemala existe toda una industria de la seguridad, una “administración paralela”, una organización B para paliar el desgobierno público. Obviamente con conocidas malignas sinergias y concomitancias en las más altas instituciones. Regularmente aparecen en la prensa diputados, jueces, fiscales, policías, militares y un sinnúmero de altos funcionarios corruptos hasta el tuétano. Ya nadie se inmuta, está en la esencia un sistema que acepta la desprotección total para luego “reprotegerse” a precio de mercado…o de mafia.

Si uno se detiene a considerar el fenómeno morosamente, observará que en nada se diferencia Guatemala de lo que está aconteciendo en casi todo el mundo con escasas muestras de indignación. Occidente parece haber adoptado los modales preeminentes en Guatemala pues eso generaría riqueza y redistribución de los activos, mientras el ciudadano se encontraría con su capacidad de respuesta amputada paralizado por el miedo. No debe ser casualidad que Guatemala se encuentre colonizada por todo tipo de empresas y sectas norteamericanas.

¿Existen los divorcios fraudulentos? Habrá que responder que es posible, sobre todo si tercian factores económicos o de violencia. El bienpensado dirá que el divorcio es una solución para cuando la relación entre dos personas en las que medió contrato matrimonial se instala en el desamor. Convendremos, pues, que sobre todo aparecerá el divorcio express de naturaleza fraudulenta en el contexto de negocios turbios, empresarios trapaceros y defraudadores económicos con pocos escrúpulos o simplemente elementos de las mafias del terror. A pocos se les podía pasar por la cabeza que el motivo de la separación conyugal sea el querer acceder a la Presidencia de la Nación. Ese es el motivo que anima a Sandra Torres, la última esposa de Álvaro Colom: optar a la presidencia de Guatemala para sustituir a su esposo con el que ha convivido –y sigue conviviendo- en los últimos 12 años. Una maniobra mendaz para eludir las propias leyes del país que se pretende gobernar. Y con todas las instituciones haciéndo a la dama la campaña gratuita de imagen para las próximas elecciones.
Eso –y cosas mucho más graves- viene pasando en Guatemala sin que ya nadie nos alarmemos. Una Guatemala fuertemente supervisada por organismos internacionales y por el poderoso vecino norteamericano. Si es posible el fraude en la elección del máximo mandatario, ¿qué no puede ocurrir también? Por eso no puede ser casualidad la violación constante y reiterada del sistema formal de garantías jurídicas. Todo parece consecuencia de aprendices de brujos. De un siniestro Think Bang político y económico. Productor de ideas (perversas) pero instalado en la omertá mafiosa. No parece sólo propio de la tradicional justificación de tratarse de una república bananera.

El último asesinato de relevancia (cuando aún no se ha apagado el eco del asesinato del abogado Rodrigo Rosenberg Marzano) es el del cantautor argentino Facundo Cabral acontecido el pasado sábado. Desde ese día, se habrán sucedido, según las estadísticas, otras 80 muertes violentas sólo en una Ciudad de Guatemala atestada de videovigilencia, guardaespaldas, rifles y pistolas. Esta vez le tocó al cantor del amor y la espiritualidad. A ese juglar de las mil caras que compuso la memorable canción “no soy de aquí” que cambiaba de letra en cada concierto; o aquella casi libertaria “pobrecito mi patrón”. El veterousufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia creció con las canciones de los troveros latinoamericanos como bandera, y entre ellos se encotraba Facundo Canbral con aquellas dos canciones emblemáticas en una segunda fila tras Cafrune, los Chalchaleros, Horacio Guarany, José Larralde, Alfredo Zitarrosa, Quilapayún, Mercedes Sosa, Violeta Parra, Silvio Rodriguez y tantos otros. Luego perdió la pista de Cabral en los mundos de espiritualidad que el de Tandil se fue inventando. Desgraciadamente el nombre de Facundo Cabral volvió a la actualidad el pasado 9 de julio cerca de las 6 de la mañana -como su canción recitada- y no precisamente por el nacimiento del niño de la trabajadora María, sino porque fue acribillado a balazos por unos sicarios en el centro de Ciudad de Guatemala ante la presencia de los múltiples guardaespaldas. Ahora todo son elucubraciones y conjeturas más o menos interesadas. El gobierno y las instituciones -como pasa siempre- dice que ya han capturado a los autores materiales del crimen y nos muestran todo lujo de imágenes. El presidente Álvaro Colom se felicita por la rapidez con la que han actuado la policía, la fiscalía y la CICIG. Pero al cantor le han hecho callar para siempre. Y ha sido –cómo no- en Guatemala. En el paradigma de la deriva que ha tomado un mundo que dice adorar la seguridad. Mientras, en España, hasta Federico Mayor Zaragoza se ha condolido suavemente.

Guatemala es el auténtico Think tank del mundo globalizado. Es un paradigma de las sinergias violentas entre el sector primario, el secundario, el terciario, el informal y el literalmente mafioso. Sólo cabe esperar que Facundo Cabal pueda interceder ante Dios –con el que decía tener línea directa- para que detenga esta horrorosa oleada de violencia estructural interesada producida por los seres humanos contra otros seres humanos con el único objeto de seguir detentando el poder económico para imponerse a sus congéneres.

Habrá que considerar en serio de una vez el riesgo de la proliferación de la “impunidad guatemalteca” que se está enseñoreando de sociedades enteras muy alejadas geográficamente unas de otras.

sábado, 9 de julio de 2011

EL 17, HERMANO, EL 17.

(A Palomita, un terremoto de cariño y de amor. También dedicado a Jose por ajustarse tan cabal al Juramento mutuo y por otras muchas cualidades humanas).

Desde que hace cerca de cuatro años apareciera el libro de Paolo Giordano, todos sabemos algo más de aritmética, de uniones especiales frente a la soledad, de enfermedad y de amor. También de amor. Las cualidades del número 17 ocupan lugar preeminente en el decurso de Mattia y Alice (así como también de Viola y de Fabio), los protagonistas de la novela La soledad de los números primos. Y por obra y gracia del impacto del libro del joven autor de Santo Mauro Turinese (Turín) hemos llegado a saber que el número 17 –al igual que ocurre en España con el 13- en Italia es considerado gafe en base a una degeneración del latín. En efecto, de no haber degenerado la expresión “he vivido” (devenida en “estoy muerto” sin mucho soporte científico) el número 17 (VIXI en el latín antiguo) no sería reputado hoy con esas connotaciones negativas. Pero eso es sólo en Italia. Hasta donde alcanza el conocimiento del usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia, el 17 tiene características excepcionales.

El viejo Dacio Gil ha tenido la oportunidad de asistir recientemente el fulgor y el hechizo del número 17. Antes no había prestado la menor atención a la cifra, más allá de su inclusión en el anecdotario. Al recapitular una vida ha comprobado que ésta estaba presidida por el 17. Ha sido a través de una pareja de enamorados que han llevado a cabo su vida singular (la vida cotidiana, tan acechada de sinsabores e infortunios) dentro del tráfago plural del universo, pues no en vano el amor en la pareja es una especie de calmosa barca que progresa en medio de mares y océanos varios, a veces embravecidos. Aunque mejor sería decir que lo han hecho a bordo de una caravana transitando autopistas, caminos y carreteras principales y hasta secundarias. Una caravana encantada en la que cada uno de los dos partícipes ha desempeñado el papel propio de la especialización que caracteriza a las sociedades bien organizadas. Podría decirse que ha sido –y seguirá siempre siendo- la caravana del amor que inmortalizasen los Housemartins, cuya letra cuadra perfectamente con la itinerancia vital de Paloma y Jose. De Jose y de Paloma. Siempre preparados, siempre dispuesta su generosidad con todo el mundo, pero especialmente con los más jóvenes. Juntos han transitado desde la montaña más alta hasta el valle más profundo. Desde los lagos escoceses a Estambul, pasando por toda Centroeuropa o por USA. Ciudadanos del mundo y de la solidaridad. Ciudadanos nada indiferentes, siempre involucrados, derrochando desprendimiento.

Formando una sociedad de colaboración más extensa que la que requiere la estrictamente conyugal, siempre se han hablado y escuchado. Puro imperativo de adopción de decisiones “on the road”, necesariamente siempre consensuadas para no errar la dirección. Desde casi adolescentes se han compenetrado, discutiendo cada paso a dar, cada ruta a emprender. Prueba evidente ha sido el llevar hasta sus últimas consecuencias el juramento (Nuestro Juramento) que ambos habían contraído después de muchas horas de hablar sobre las etapas esenciales del ser humano en esta vida: el nacer, el amar y el morir. Mucha gente nace y muere con un paréntesis de anodina soledad compartida. Otros muchos jamás conocieron el amor en su manifestación más plena (aunque esa plenitud sea siempre subjetiva). Otros creen haber cumplido las etapas sumidos en el silencio autoimpuesto. Paloma y Jose han ido acomodando su existencia al trabajo diario y al hacer frente a las responsabilidades familiares, al modo que lo hace una sociedad bien organizada: deliberando y especializando sus papeles. En los logros y en las adversidades que se iban presentando. Siempre con optimismo y decisión. Con esperanza. El resultado ha saltado a la vista siempre, pero muy especialmente cuando la cruel enfermedad del cáncer se ha cebado con Paloma hasta arrebatarnos su enérgica compañía. Ha sido en ese momento cuando el compañero infatigable y leal se ha elevado cual Pericles, como Miguel Hernández (A las aladas almas de las rosas.../de almendro de nata te requiero,/que tenemos que hablar de muchas cosas,/compañera del alma, compañera), como André Gorz (hace más de veinticinco años que vivimos juntos y te amo más que nunca) contribuyendo a la canción funeral, a la elegía más emocionante que el viejo Dacio Gil haya escuchado nunca en una ceremonia civil de despedida. O, mejor aún, como Max Frisch. Habiéndose cuidado Jose de recordarnos que no es que vayamos a echar de menos a Paloma en sus múltiples manifestaciones, sino que los innumerables recuerdos compartidos permanecerán indelebles en todos los que admiramos en vida su arrojo y veracidad directa. Los presentes en esa sensible ceremonia terminamos embargados todos por la emoción de un Memorial tan respetuoso con todas las creencias a la par que leal, cabal y transparente del alma de Paloma. El viejo Dacio Gil corroboraba que se hacía patente en él la idea fuerza de aquél soneto I (Alegría) de José Hierro:
Llegué por el dolor a la alegría.
Supe por el dolor que el alma existe.
Por el dolor, allá en el reino triste,
Un misterioso sol amanecía.



La canción Caravan of Love de los Housemartins impresiona, sobre todo cantada a capella. En una de sus estrofas más o menos dice: soy tu hermano/ soy tu hermano o es que no lo sabes/ ella es mi hermana/ ella es mi hermana o es que no lo sabes. Sólo un hermano, en el sentido más amplio pero a la vez más estricto de la acepción, puede sentir irrestrictamente –incluso en el matrimonio, como hermanos, como compañeros del alma- el amor en su dimensión más humana. Desde cerca. Y para ser hermano no es necesaria la consanguinidad como recientemente ha recordado la película del venezolano Marcel Rasquín que lleva por título Hermano. Un bellísimo canto de solidaridad humana por encima de cualquier circunstancia o avatar. Tal como se encargaba de demostrar a diario Paloma considerándonos a todos sus hermanos. Prodigándo sin distinción un amor sin intermediaciones, sin paños calientes, entregado en corto y por derecho.

Paloma era, como Daniel -el protagonista de la película-, una jugadora excepcional, un ser humano pleno; una Messi del cariño y la solidaridad. Quería el triunfo no para ella sino para sus hermanos. Para todos sus hermanos, sin indagar en los libros de familia y sin martingalas jurídicas de líneas de parentesco y grados de consanguinidad.

Ah, que no se me olvide: Paloma siempre jugó, por decisión propia, sus múltiples partidos llevando el 17 en el dorsal.

Por eso llevarás siempre la camiseta con el número 17. Hermana.