martes, 28 de junio de 2011

EL REGRESO DEL FANTASMA DE LOS TRIBUNALES DE HONOR.

Algo alarmante está pasando. Una confabulación de factores y el empecinamiento de un licenciado en Derecho de León en convertirse en aprendiz de brujo, pugnan por hacernos retroceder mucho más que un siglo entero. Una cohorte de liliputienses se afana en dar los últimos brochazos mínimos para intentar desfigurar la deriva jurídica y moral,bajo veste de crisis financiera y económica, en la que nos encontramos. Otra cohorte de dictadores financieros y piratas de toda condición están al acecho para cobrarse sus enormes tajadas en detrimento de la mayoría de la población. La Constitución del 78 no ya es que sea papel mojado sino que, en la deriva beligerante con lo social y con las garantías más elementales, se viola a discreción por todo tipo de mediocres alzados a los niveles 30 y aledaños de las administraciones por el sistema del dedazo y el nepotismo (cuando no, mediante otras promociones más espurias todavía), tras una serie de reformas de la legislación de funcionarios que sólo benefician a los amiguetes y a los mandos de los sindicatos secuaces. Todo ello ante el silencio cómplice de ese engendro que es la sedicente administración de justicia y el resto de los chiringuitos llamados pomposamente garantizadores.

El artículo 26 de la CE proclama categóricamente que se prohíben los tribunales de honor en el ámbito de la Administración civil. Los tribunales de honor eran una dudosa innovación española al régimen de los funcionarios públicos. Era una manera de quitarse de enmedio a un funcionario evaluando su dignidad dentro de un proceso sumarísimo y nada formalizado en el que el “encausado”, a la par que ignoraba qué era lo que verdaderamente se le imputaba, había de enfrentarse a otros cuatro o cinco funcionarios, insaculados entre los afectos al régimen de terror, que acosaban (no es una errata, pues en rigor no se acusaba sino que se acosaba) al funcionario para que terminara perdiendo la condición de tal. El objeto de ese falso proceso se decía que era la dignidad del personal público sin que previamente supiera la víctima qué se le imputaba (principio de tipicidad), ni cuál era el marco normativo para sustentar su eventual defensa que jamás era tal puesto que estaba cercenada de raiz. En resumidas cuentas los tribunales de honor eran una mascarada para aniquilar al “otro”. Con inobjetable criterio jurídico la Constitución del 31 los abolió y la del 78 -hoy aparentemente vigente-proclamó que quedaban prohibidos.

El espectro de la infamia en la que suele emponzoñarse el ser humano cuando se instala en grupos se vuelve a manifestar en pleno siglo XXI en una España que se dice –cada vez más en voz baja- constitucionalista y promotora y garante de un Estado de Derecho. En una España en la que hasta ahora ha venido gobernando un sedicente partido socialdemócrata junto a una oposición de los detentadores de toda la vida, y con unos sindicatos funcionariales que han optado sólo ya por seguir beneficiándose de una buena porción de tarta que se reparte entre los afectos (detentadores económicos, parvenús y ambiciosos aspirantes a detentar). Ante el estupor generalizado, todo funcionario de bien viene avisando: ¡Están volviendo los Tribunales de Honor! Quienes deberían vigilar el cumplimiento de las normas y la ejemplaridad pública hacen que miran para otro lado mientras se acrecienta el sentimiento de inconstitucionalidad que nos asola. Estructural inconstitucionalidad sobrevenida.

Convertido el derecho administrativo en desnudo lenguaje del poder y aniquilado el efecto directo de los principios de mérito y capacidad, de la llamada “eficacia indiferente” que debe de acompañar a la “imparcialidad” de los empleados públicos, y con la mayoría de los funcionarios de niveles 28, 29 y 30 acantonados en sus consolidaciones o en sus procesos de consolidación, la tropa y los mandos intermedios (cada vez menos intermedios y más tropa en la que se mezcla premeditadamente churras con merinas) están al azar de las arbitrariedades del jefecillo accedido a tal por el juego de espejos deformantes de las libres designaciones y los concursos dirigidos. El cada vez más numeroso ejército de personal de las ETTs y de las empresas de obras y servicios actúan de espectadores cuando no de "testigos protegidos". Es aquí donde entra en juego el “tribunal de honor” para forzar a los funcionarios de carrera a la cascada de prevaricaciones más variadas e infames que presiden el diario actuar en el ámbito público; atentatorias no sólo al interés general sino del esfuerzo contributivo de los españoles que no defraudan. Bajo el lema “son lentejas” el funcionario no puede aducir derecho alguno o valor superior constitucional que detenga el atropello: o acepta su involución a la categoría de esclavo o es invitado a marcharse. Así de sangrante. Así de inconstitucional.

El optimista empedernido dirá que esas cosas son minucias, que han ocurrido siempre. Puede que lleve razón, lo que pasa es que en España estamos demasiado acostumbrados a los paréntesis constitucionales y los tribunales de honor que ahora se enseñorean de las administraciones se dieron en determinados momentos históricos. Precisamente esta circunstancia habría de hacer decaer el optimismo: antes al contrario, incita al pesimismo antropológico que tan cabalmente describiera Sandor Màrai en “Confesiones de un Burgués”. Es en los momentos de crisis y transiciones cuando el ser humano acepta la barbarie y se involucra en ella.

Nadie duda ya de que impera hoy el sistema de botín en el que el vencedor electoral y sus adláteres se cobran los puestos como despojo y desalojan a conveniencia propia y sin rastro de mínimas garantías jurídicas a quienes pueden incomodarles por las más variadas razones, incluidas probidad, honestidad y decencia. Mientras tanto crecen los contratos millonarios de obra y servicio que nunca cumplen lo estipulado. Nadie parece indignarse dentro de las administraciones dado el clima de cinismo y terror (si, si terror) que ha terminado imponiéndose. Y lo grave no es que nadie se indigne y lo haga patente sino que hay muchos que se prestan a la mascarada de constituirse en miembros de esa instancia "informal" intimidatoria y acosadora prohibida por la Constitución de 1978. Así de dislocado esta un patio (el patio de Monipodio) en el que se mezclan, además de otras raleas, los miedosos con los inescrupulosos.

Triste le resulta al viejo Dacio Gil decirlo, pero asistimos a una fuerte deriva constitucional. Asistimos a la impunidad guatemalteca instalada en la administración civil que debería estar al servicio del público. Todo está trastocado. Nadie lo ignora. Pero todos callan. Los primeros los sindicatos, secuestrada su cúpula económicamente con dádivas, promociones varias, sinecuras y viáticos.

No resulta baladí el regreso exponencial del fantasma de los tribunales de honor. Parece que se aceptan de grado, sin detenernos a pensar que cuando se generaliza el “son lentejas” el sedicente Estado de derecho es un hueco espantajo carente de alma y ánimos. Si la descomposición afecta –como afecta gravemente- a los ámbitos de ejemplaridad pública, todo lo demás son discusiones bizantinas.

En ese contexto nos movemos ya. Entretenidos y distraídos con mil y una añagazas, en el dintel mismo del Averno nos encontramos. Nuestras ropas huelen ya a chamusquina pero nos empeñamos en darle y darle al ambientador para tapar ese olor.

Resulta incomprensible que dejemos perecer nuestro honor mientras proliferan esas lacras que son los tribunales de honor. Esta Tribuna Alta Preferencia se suma a quienes lo denuncian.

Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen…o unos lo saben demasiado bien y por eso lo hacen y otros son incapaces de controlar su miedo y por eso colaboran.

domingo, 19 de junio de 2011

SOMOS DOS, SOMOS TRES, SOMOS MIL VEINTITRÉS...

El viejo Dacio Gil tiene hoy, más que nunca, necesidad de besar en un inextinguible abrazo. No puede ser verdad lo que lee y relee en correos electrónicos y en los diarios. Nos hemos convertido casi todos en una pandilla de verdugos voluntarios puesto que hemos despreciado por pacata aquella teoría de la “banalidad del mal” de los funcionarios fascistas. En la actualidad hacemos daño para intentar salvarnos de esta barbarie liberal que nos oprime con papel celofán, oficinas de derechos de consumidor, y defensores varios (de los accionistas, de los cuantacorrentistas, de los lectores, de los acosados institucionalmente en las administraciones públicas -Mobbing-, de los vecinos...). Incluso aquella entelequia a la que dábamos la denominación de Defensor del Pueblo ha devenido inservible e innecesaria al haberse segmentado el abstracto pueblo en diferentes líneas de consumo cada una con su (también inservible e inefectivo) "protector" específico, siempre generosamente remunerado. Hoy todo son huecas e irresponsables Agencias de Calificación, de Certificación, de Protección, de Regulación, de Vigilenacia y Control que nadie sabe qué califican, certifican, vigilan, protegen, regulan o controlan. La irresponsabilidad organizada y generosamente subvenida económicamente, tanto en blanco como en negro. Agencias y Defensores son simples lenitivos para seguir teniendo en la inopia a los de siempre, a las mayorías, quienes no están en la pomada del reparto de sinecuras y grandes beneficios especulativos.

Un sistema político absolutamente desacreditado por todos los costados es el reflejo de esa lacerante realidad. El tema es sangrante pero nadie se atreve a levantar la voz más allá de las abstractas consideraciones de los periodistas instalados que viven por encima de la media de la sociedad y temen perder su estatus y sus gabelas: hay muchísima corrupción en la prensa; más de la que se piensa. En esa prensa que ahora manifiesta su incomodidad con los indignados, esa selecta minoría de jóvenes que levantan su voz en las plazas ante el silencio estruendoso de las tribunas públicas, reducidas a fuegos de artificio enmascaradores de la realidad. Ya les molestan los indignados, pues temen que una auténtica primavera hispana consiga remover esa aristocracia de servicios que tanto ha contribuido a fomentar el PSOE y sus compañeros de viaje IU y determinados partidos regionalistas al intentar ser como los dueños del país de toda la vida y su Movimiento Nacional polea de transmisión. Mediante la trampa del consenso han terminado por narcotizar a toda la sociedad que parece aceptarlo de buen grado. Unos pocos jóvenes decentes han asumido los llamados de ciertos abuelos (Hessel, Sampedro, Morin y otros) para intentar desbancar a esta gerontocracia de PPs , PSOEs, CIUs y demás aparatillos financiados por la Ley Electoral. Todos son la misma cosa y se sirven de la prensa afín para que la realidad llegue convenientemente deformada a nuestra percepción.

Es evidente que hoy el viejo Dacio Gil está caliente. Está indignado. Le duele este circo institucional –y a la par vergonzante- que es España: del Rey abajo ninguno. No se salva ninguno. Ni siendo extremadamente magnánimo y benevolente se salva ninguno. Todos han participado de buenos trozos de pastel cuando las vacas eran gordas y sus ubres surtidores, mientras ahora, según nos dicen, han aparecido de súbito las vacas flacas que ya no dan leche y los cráteres del cataclismo provocado por ellos se tragan todo lo tangible. Con esos señuelos quieren socializar las responsabilidades y compensar los descubiertos sacándoselo a los honrados. Zapatero y Salgado son como El Pernales o Luis Candela. Palabrería, infértiles pajas mentales mentirosas, maniobras de distracción mientras ellos se lo siguen llevando en sacos grandes poniendo caras de circunstancias y aduciendo enfermedades imaginarias.

¿Desvaría Dacio Gil? ¿Está aquejado de tremendismo? ¿Acaso no es que vea la botella medio vacía sino que, debido al calentón, la percibe como un colador reseco por el que hace mucho tiempo no pasa líquido alguno? Pues no. Simplemente traduce la realidad que percibe y le cuentan:
a) Una administración pública repleta de verdugos voluntarios dispuestos a liquidar a sus compañeros (y a ciudadanos nobles, por supuesto) con tal de salvar sus particulares canonjías públicas... y seguir permitiendo que las empresas contratadas por servicios se lo lleven crudo mientras los trabajos contratados -e incumplidos en los términos y plazos pactados- son obligados a terminarlos por los funcionarios a los que se descuenta (en rigor, se sustrae) para enmascarar la ineficiencia económica, el trabajo informal sumergido y la incuria recaudatoria. No cabe ocultar que hay mandos intermedios en las administraciones que colaboran en esta corrupción sin pestañear obligando a los funcioonarios de base a cometer prevaricación económica. Esos mandos intermedios saben que hacen mal a otros seres humanos, que se deshumanizan a diario. Pero actúan como colaboradores necesarios en la deshumanización imperante con tal de que no les quiten a ellos su escaso bien. Aunque lamiendo no se engorda, es reflejo de la vida misma; de la historia del ser humano y los totalitarismos. El efecto Lucifer descrito minuciosamente por Philip Zimbardo: el acceso a la maldad de los mediocres. Lo que ya nos contaron Victor Klemperer en sus diarios y Vasili Grossman en sus relatos y crónicas: el sedicente “ser humano” en los momentos de crisis que de lo primero que se desprende es del sentido humanitario.
El viejo Dacio Gil conoce verdaderos funcionarios y funcionarias honestos y eficientes que en estos días están siendo acosados sin justificación alguna por comisarietes de tres al cuarto. Jefecillos que hacen el juego a los totalitarios y a sus mendaces excusas para liquidar a los que resisten en la honestidad. Esa calaña de sicarios voluntarios termina siempre justificando las muertes civiles. Con indiferencia moral. Con inhumanidad rastrera. Pero eso sí: invocando siempre la productividad, la eficiencia, la responsabilidad y el compromiso en el trabajo. Las martingalas de siempre: el homo homini lupus bajo el ropaje de racionalidad. Como en Auschwitz, Dachau, Mathausen, Katyn y otros lugares de exterminio.

b) Una prensa cínica, afectada y vendida que airea a los jóvenes indignados de manera folclórica pero en cuanto perciben que el movimiento de resistencia activa y rebelión cala entre los más solidarios echan el freno de los reconocimientos sociales a ese movimiento espontáneo. Se someten a la tiranía del statu quo de los propietarios de los medios, de los beneficiarios directos en el trinque y de los “infiltrados” (hay mucho que hablar de los “infiltrados” con NRP que conducen ciertas manifestaciones hacia la violencia para que luego puedan ser repudiadas estas rebeldías que cuestionan la raíz de la corrupción moral de un sistema infecto; no es un fenómeno nuevo ni reciente; está en la esencia misma del hombre, de la sociedad).
A los diarios ABC y La Razón le molestan los indignados ahora que esos medios acarician la posibilidad de que se instale en el país un liberalismo rampante también en lo político. Ahora sin la careta socialdemócrata. Los diarios La Vanguardia y El País, en cuanto ven que se les escapa de las manos su intento de manipulación de las manifestaciones populares, prefieren –como hacen también sibilinamente los sindicatos- diferir la angustia para cuando se acerquen las próximas elecciones generales, esperando a ese momento para dar sus dentelladas a la tarta instrumentalizando el movimiento ciudadano de repulsa. Mientras tanto, siguen con una tibia y medida ambigüedad lingüística. El Mundo juega a imponer distancia con el movimiento custionando su espontaneidad una vez y vitoreándole otra. Público, por su parte, sigue manteniendo relativamente vivo el fuego del 15 M pero le gustaría “racionalizarlo” a la francesa (ergo, descafeinarlo para su ulterior completa utilización electoral). Agit-prop pero "racionalizado", o, lo que es lo mismo, instrumentalizado. En todos estos casos no se trata verdaderos intereses de los ciudadanos sino los estrictos de quienes sostienen a esos medios y a la casta política devenida en Movimiento Nacional que sólo representa a los Lobbies económicos. Hoy han quedado completamente obsoletas aquellas estrofas de Horacio Guaraní de Si se calla el cantor se qudan solos/ los humildes gorriones de los diarios/ los obreros del puerto se persignan/ Quién habrá de luchar por sus salarios/(...) Que no calle el cantor porque el silencio/ cobarde acalla la maldad que oprime/ no saben los cantores de agachadas/ no callarán jamás de frente al crimen.

c) Pero el veterousufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia debe de reconocer que se encuentra bajo el influjo de ese estremecedor documental titulado Inside Job. El viejo Dacio Gil acudió a verlo encarecido vivamente por una persona sumamente sensible y preocupada por los seres humanos: esa persona acertó de pleno con su sugerencia. Dado que esta película no se publicita comercialmente, es imprescindible el boca a boca para destacar sus virtudes. Es obligado recomendar su visionado aunque duela, como duelen determinadas conductas de concretos seres humanos que tratan de esconderse en la irresponsabilidad organizada.
Vaya a ver Inside Job quien esté preocupado por la deriva financiera y sus durísimas consecuencias sociales (el equivalente moral a una guerra) aunque sólo sea, de entrada, para practicar la escucha del idioma inglés y para hacer un test de agudeza visual, pues los subtítulos del film en blanco son bastantes veces ilegibles cuando la película tiene también fondo blanco. Lo demás llegará por añadidura. La crisis financiera (?) de 2008 resulta demoledora psicológicamente vista en retrospectiva: se aprecian las múltiples heridas de hoy y las que vendrán mañana con el comportamiento de los políticos y los Lobbies. Hay que detenerlo ahora o nunca será ya posible. Resulta imprescindible hacer algo. Algo que vaya más allá de lo que ofrecen los partidos autodenominados de izquierda y las soluciones socialdemócratas. Huir de las mentiras oficiales y de sus voceros, prestidigitadores y demás manipuladores sociales. Hay que rebelarse no ya sólo por el bien de la sociedad en su conjunto sino por nosotros mismos y nuestras familias en particular. De no hacerlo con decencia, llegaremos a justificar el papel al que hemos quedado abocados, al de verdugos voluntarios de otros ciudadanos: vendiéndoles a sabiendas productos financieros basura, eligiendo a políticos corruptos, aceptando que las administraciones prevariquen a diario con ingenierías prestacionales falsas, ofreciendo seguros que nada cubren vista la letra pequeña, etc., etc., etc. A punto estamos de convertirnos -si no lo somos ya- en mucho más allá de lobos económicos en este cotidiano sálvese quien pueda. Los carceleros oficiales y voluntarios de los que hablase Primo Levi en si esto es un hombre y en los hundidos y los salvados.

Todo ello conduce a este indignado viejo Dacio Gil a la necesidad de besos y de abrazos humanos. Para transmitir sentido y sensibilidad al menos a quienes más queremos. Para decirles que no están solos. Para confirmarnos a nosotros mismos que tampoco estamos solos. Para repetirnos con esos atronadores gestos locuaces que basta ya de manipulaciones y aceptación bovina de la indeterminada banalidad del mal. Hagamos el amor frente a ese equivalente moral a la guerra que es la actual crisis financiera global. Y hagamos el amor hablando entre nosotros -y hasta gritando si es necesario- que somos mucho más que dos. Desenterremos aquello del Mayo del 68 de que ya no vale callar mientras optamos por el amor y no por la guerra. Hablemos mientras abrazamos, mientras acariciamos, mientras soñamos. El silencio denota un amor desanimado y sin tensión. Y para rebelarnos como la grave situación demanda debemos estar animados y amar amando.

Es necesario apoyar al movimiento juvenil de contestación ciudadana antes de que todo sea de nuevo irremediable. Apoyarle intentando estirpar las dósis de manipulación que hay y habrá. Decirles a los jóvenes indignados que quienes hoy somos viejos fuimos en su día jóvenes también, que nos indignamos a nuestra manera e intentamos guiarnos por aquellos nuestros sueños de igualdad para intentar derribar lo que pudimos, que debió ser bien poco visto el yermo erial que hemos legado a las nuevas generaciones que no tiene otra que indignarse. Que posiblemente fracasamos en nuestro intento de rebelión pero que ellos aún están a tiempo de detener esta deriva totalitaria e inhumana que terminará por aplastarnos . Sugerirles que debemos retomar a Georges Moustaki y aquel Nous Sommes Deux, que más o menos venía a decir:
Somos dos
Somos tres
Somos mil veintitres
Con el tiempo, con la lluvia
Con la sangre seca
Y el dolor que vive en nosotros,
anima y pone de relieve que
Nuestro dolor nos guiará.


Y de veras que no son batallitas de abuelito. Está en juego la decencia del sistema de convivencia.
Ahora o nunca. Amor o equivalente moral a la guerra. Esa es la cuestión.

Vivir o ser muertos civiles y económicos. Aunque pueda parecer remoto. La "solución final" del siglo XXI no parece tan lejana.

viernes, 17 de junio de 2011

PACOSOSA EL ELEGANTE FACEDOR DE SIGNOS.

Es Pacososa uno de los mejores exponentes actuales de la gente guapa de Rojiquistán. Tiene la agilidad mental, la formación y cierto talante liberal que lo acreditan como dandy. Un dandy peculiar pues en el de Alhucemas, con la elegancia de un inglés y la facilidad de enamoramiento lingüístico del francés, predomina la pesada formación germánica y de ahí el abolengo de su segundo apellido, nada menos que Wagner. Su porte ha sido siempre elegante y juvenil con un no-se-qué seductor de las mujeres en justa reciprocidad a la atracción que las bellas damas provocan en él. Su imagen, salvando las distancias, evoca la de Jean Rochefort sin bigote , aunque bien pudiera reunir las notas distintivas de cualquiera de los protagonistas principales o secundarios de alguna de las películas de Patrice Leconte, especialmente La maté porque era mía (al marido despechado, al tío juez, al aviador, al amante de la mujer del piloto...). Es Pacososa, además, un digno padre de familias que hace frente a sus diferentes responsabilidades de tal condición al modo que exige el ortodoxo derecho civil tradicional.

El Derecho Administrativo -hoy extinguido y cuyas cenizas se han esparcido en la Gobernanza, una vez celebradas sus exequias-era para mucha gente una disciplina plúmbea y para otros el desnudo lenguaje del Poder. Empero Pacososa demostró que un derecho tan cínico tenía también su faz más literaria y hasta romántica. Junto a su primer valedor en Bilbao, Ramón Martín Mateo, formó una especie de dúo que buceaba en el extrarradio de las rigideces del pétreo lenguaje reglamentario tan caro a las burocracias. Y en su cervantino intento se terminaban cobrando brillantes perlas. Y las conseguían cada cual con diferente aparataje: uno –el valedor- con la futurología y la ingeniería social, Pacososa sacándole partido a la literatura y a su cualidad de buen observador del alma –y el cuerpo- femeninos, su visión de la vida bien vivida.

Es ¿a qué dudar? Pacososa un eminente jurista que dejó su huella en la Comisión de Expertos García de Enterría para deshacer el entuerto constitucional de la LOAPA. Es además un jurista literato que patentizó en una cabal Exposición de Motivos, el “campo de Agramante” que es el Régimen Local hispano. Ha hecho sus pinitos de político socialdemócrata desde una SGT en el ministerio de “la cosa” y finalmente se ha adherido al curso de los tiempos practicando la mutación vital (que no el estricto transfuguismo político) dejándose captar para el UpyD para practicar un doradísimo retiro, compatible con sus otras actividades, en el permanentemente meado eje Bruselas-Estrasburgo-Luxemburgo. Allí forma un nuevo dúo sacapuntas de apariencia quijotesca con su amigo y coleguita Pichelo. Mientras tanto, Pacososa ha sabido cultivar la inteligencia desde su blog Guindas en aguardiente donde pueden admirarse sus irónicas entradas. En el bog EsPúblico ocupa lugar preeminente su sublime post El Derecho administrativo gusta de los cadáveres, que sugiere múltiples reflexiones. Todo ello le absuelve de su mayor pecado, el leonés: el haber presidido la tesina –nunca mejor dicho- de un ambiciosillo diputado que parecía aspirar a algo. Desgraciadamente esas ambiciones del hijo del empleado del Ayuntamiento franquista y abogado (¿también filocomunista, con el equilibrio inestable que eso comportaba en los años del sedicente Generalísimo?) también terminaron enterrando muchas ilusiones –y patrimonios- en España. Pecado de difícil absolución.

Pero Pacososa no es ni mucho menos un cadáver. Antes al contrario es un hombre vivido; muy bien vivido, en la completa acepción de esta expresión. Por eso no ha extrañado verlo blandiendo un pepino de tamaño oversize en inequívoco mensaje semiológico. Y además de mostrar el pepino hablaba cadenciosamente, casi susurrando, demostrando Pacososa que conoce a la perfección la psicología femenina y el mensaje suasorio de los símbolos. No en vano el matrimonio Pease destaca que “es genial ser hombre porque puedes comprar pepinos sin que te dé vergüenza” (Por qué los hombres no escuchan y las mujeres no entienden los mapas, p. 279).
Enseñar erga omnes (y a las mujeres también, por descontado) el pepino sólo lo podía hacer un hombre con las experiencias de Pacososa. ¿Cabe imaginar una eurodiputada, española o no, con el pepino tamaño oversize sin que se le derritiera en la mano tras tan continuada fricción calórica producida por el sonrojo en un contexto oral y argumentativo? Es Impensable, ciertamente. El guirigay sería hoy estruendoso. Habría dado lugar a una polémica honda y penetrante. Pero Pacososa lo hizo distinguidamente ataviado con la corbata de lazo que acompaña su imagen desde comienzos de los 90 del siglo pasado, con elegancia british, persuasión amatoria francesa, mirada seductora italiana y pesadez argumentaria tedesca. ¡Defendiendo a España y sus pepinos! Intentando dignificar a un país, a una agricultura, a una forma de amar. O, para no evocar demasiada pretenciosidad, una forma de hacer o hacerse el amor.

Hoy, cuando tan depauperada está la imagen de los políticos, Pacososa ha demostrado una vez más estar por encima de la media. ¿Qué digo? Muy por encima de la elite patria y europea. Seguro que se le objetará a este viejo Dacio Gil que eso sólo lo pueden hacer los bienvividos, los muy bien vividos. De acuerdo, hay que aceptarlo de plano, pero Pacososa ha sacado el pepino en la sede solemne (?) del parlamento europeo afeando la apresurada imputación de eyaculación precoz (oh perdón, la falsa infección precoz) del pepino hispano. Españoles y españolas nos sentimos consolados con el mensaje de Pacososa y UPyD (esa colección de veteranos ex altos cargos socialistas como Luis de Velasco que reedita el aspecto de un Pablo Iglesias del siglo XXI) sacará sus réditos de esta lúcida imagen anfibológica. Como aquella canción quisiera ser un pez de Juan Luis Guerra.

Pero a lo que vamos. Desde esta Tribuna Alta Preferencia hay que destacar como se merece la figura de Pacososa. Dentro de la medianía dominante él reúne todas las notas para sacar a España de este atolladero al que han conducido unos y otros. Como está bien vivido e intenta que los de su alrededor vivan igual de bien, nada hace pensar que no lo quiera intentar con todos los españoles y españolas. Cuidado, no el pepinazo, sino el acceso a la felicidad. Cada uno con sus aspiraciones, fantasías y fetiches, pero con una idea clara de la felicidad. Pacososa lo tiene todo y además lo sabe decir pepino en mano sin que nadie se escandalice. Como muchas mujeres y hombres, el viejo Dacio Gil no le hace ascos al argumentario de Pacososa. Bien al contrario. Es un hombre inteligente bajo la carcasa refulgente de un dandy. Ha sido cocinero antes que fraile. Conoce los secretos de la cocina, del tocador y del derecho burocrático. ¿Qué más se puede pedir tras el cataclismo de la secta de zapatero?

Pacososa for President. Porque sabe ilusionar de palabra y obra. Es consciente que una imagen vale más que mil palabras. Y España y las españolas y españoles estamos muy necesitados de consuelo e ilusiones. Pacososa sabe. Por eso puede hacerlo mejor que nadie.

viernes, 10 de junio de 2011

AMANECER CON ALGUIEN QUE SEPA COMO AMARME; QUE NO QUIERA CAMBIARME.

Por muchas razones, el viejo Dacio Gil constata cada día que abandonó hace tiempo ese plano de ambigüedad calculada que es “la cierta edad” y que ya tampoco puede encuadrarse con la categoría del hombre maduro. Ese canalla que es el tiempo le ha tomado secuestrado para desplumarle cada día el poco capital acumulado para hacer frente al desconcierto de la edad de los mayores. Ese acreedor malvado que es el tiempo no perdona ni la moneda fraccionaria de ínfimo valor: lo quiere todo, te quita todo. Y lo más grave es que al usufructuario terapéutico de esta Tribuna Alta Preferencia está perdiendo también su capital de entendimiento, pues le desbordan los acontecimientos que lee en la prensa: Que si la top model más cotizada del mundo es un hombre, que si está de moda que las mujeres se den besos húmedos de tornillo delante de las cámaras, que si tal que si cual...

Pero lo que ha dado la puntilla a este provecto Gil (que nunca creyó en los ejércitos ni en las guerras) es eso de que a los soldados ya no se les suministre hoy su ración de coñac de garrafón para elevar su moral de combate como se hizo en los dos siglos precedentes sino que ahora se facilita a la leva las pastillas de Viagra con el objeto de –según nos escandalizan- fomentar los abusos sexuales. Ambas cosas son deleznables. El coñac de garrafón servía para elevar la moral de la tropa en los ejércitos ramplones en los momentos de ataques nocturnos fuera de las trincheras a pecho descubierto, no para cometer delitos sexuales (aunque se hayan consentido siempre en las guerras, pues no vayamos a pensar también que existe en los conflictos bélicos una ética con las poblaciones civiles; eso son cuentos yanquis de los daños colaterales). Pero lo de las pastillas de viagra resulta grotesco y parece decir bien poco de la masculinidad, de la animalidad sexual, de los soldados libios. La noticia no cuenta si a cada soldado se le da también un saquito con clorhidrato de yohimbina para los casos resistentes. Tampoco se dice si la edad de los reclutas supera los 50 años.

La mente del viejo Dacio Gil no está preparada para esa noticias bélico-sexuales. Y también económicas, porque suministrar cuatro pastillas de Viagra a cada soldado es muchísimo más caro que el alcohol de quemar teñido de oscuro que se servía en otros tiempos y describe perfectamente Juan Eslava Galán en su novela la mula. En materia económica sí parece haber ética en las guerras del siglo XXI.

Aparte que menudo lío en las tiendas de campaña con cada soldado montada -y en perfecto estado de revista, como en las playas nudistas- su propia tienda de campaña. Porque eso de la Viagra es de suponer que no será el “aquí te pillo aquí me empalmo”. No por buscarle un átomo de ternura, pues nula ternura hay en las guerras y en las violaciones, pero la estimulación es de suponer que necesitará un tiempo de transición sanguínea. De lo contrario los ataques terrestres serán no a balloneta calada (que eso es una antigualla) sino a Viagra tragada, con lo que eso comporta de disminución de las distancias de seguridad. Como traguen los soldados muchas pastillas de esas, el cabo cuartel se tirará la noche entera gritando aquello de “¡organización!, ¡organización!”, tratando de evitar lo inevitable, dado que en la oscuridad todos los gatos son pardos: que los soldados se terminen asaltando sexualmente unos a otros.

El viejo Dacio Gil desconoce cómo está el equilibrio de género dentro del ejército del Coronel Gadafi pero es de suponer que será masculino casi en su totalidad ya que, según nos cuentan, sólo su guardia personal pretoriana es femenina. Así que vaya lío. La guerra química (farmacéutica) abandona brigadas y divisiones para incidir en el plano individual. En vez de bombas, violaciones masivas. Vomitivo todo. Menudos cambios. En la época del joven Gil se utilizaba a mansalva el genérico bromuro para amansar a los fieras y ahora Viagra para reduplicar las erecciones. Parece irreal, salvo que se trate de un ejército de abueletes con intenciones bravas pero disfuncionales en eso de las ya infrecuentes erecciones, o que se trate de un nuevo y secreto experimento científico de esos patrocinados por la industria farmacéutica estadounidense que es conocedora que la ciencia progresa a impulsos casuales (que no causales) como apuntase en su momento el sociólogo Lewis Mumford.

Bromas aparte, y en el bien entendido que cualquier agresión sexual es repudiable, el viejo Dacio Gil, ahora que ha perdido toda la esperanza en los poderes de toda clase, en las instituciones de toda índole y en las sociedades civiles de toda laya, anda preocupado con eso de la edad, el sexo y el amor, pues entiende que haberse instalado en la vejez no quiere decir renunciar a la sexualidad y a la feliz intimidad amorosa compartida. La noticia del suministro masivo de viagra a unos soldados que supone jóvenes, le ha transportado a los últimos pensamientos sobre si él mismo -como viejo Dacio Gil que es- sería capaz hoy de enamorar a una mujer. Y, la verdad, es que encuentra serias dificultades de índole físico para ello, aunque es consciente de la vigencia del brocardo popular que dice que cada sapo tiene su sapa. Se malicia que la barba de orate y un abdomen que ha dejado ya de ser prototipo de deportista no deben de invitar a la batalla del enamoramiento femenino. A ello se junta la general invisibilidad galante que afecta a los abueletes para las mujeres de buen ver. Por otro lado, el viejo Dacio Gil ha entrado en el club de los atemorizados por el ridículo del posible gatillazo: sufre esa vergüenza de manera anticipatoria y eso le retrae de intentar enamorar.

Por otro lado está la cuestión de los ronquidos. Habiéndose despertado alguna vez por sus propios ronquidos, el viejo Dacio Gil sabe que ronca. Y roncar no es lo más apropiado para acompañar el sueño –y los demás sueños, los amorosos y de felicidad compartida- de la amada en las primeras veladas en el lecho. Saber que roncas te corta mucho en eso de querer amanecer abrazado a una nueva dama. El viejo Gil ha intentado de todo: alquimistas, parapsicólogos, encantadores de serpientes, pastillas, pulseras, zumbadores eléctricos, dispositivos intrauterinos (perdón intraorales), o sea, prótesis bucales, sargentos (si, si los empleados en ebanistería) etc. Sólo le falta que le prescriban una CPAP portatil para la apnea. No para la apnea del buceo en el océano femenino sino la del sueño. Y no el sueño de amor sino el prosaico, el de contar ovejitas. Ya, ya sabe que es un caso de vibradores, de tejidos blandos (uff, cada vez más blandos), de roces. Que es cuestión de roce de la lengua con los tejidos blandos, pero desgraciadamente no es el clítoris en el cunnilingus enseñado por el Tao sino la maldita lengua con el paladar que terminan obstruyendo el aire en la faringe.

El viejo Dacio Gil repasa mentalmente una y otra vez aquella canción Quiero amanecer con alguien, que canta primorosamente Daniela Romo, por si su letra le ayudase en algo en su afán de amanecer con una mujer. Pero no vislumbra pista alguna.

Que sensación extraña
que soledad tan larga
la luna que me llama
amor que me reclama, que mágico poder

Estaba yo distante
pero hoy quiero volver
volver a enamorarme
a compartir con alguien todo lo que hay en mi

Quiero amanecer con alguien
que en la lucha por regirme me seduzca
que separe bien mi cuerpo de mi mente
que sepa como amarme, que no quiera cambiarme

Quiero amanecer con alguien
que me intuya solamente con mirarle
que me busque al sentirse vulnerable
que sepa como amarme, que no quiera cambiarme

Y mi razón se calla, mi corazón le llama
no quiere más ausencias, y busca una presencia
que lo haga aún latir

Que importa lo que pase
que importa lo que fui
porque la vida es una
y aun contra corriente yo quiero proseguir

Quiero amanecer con alguien
cuya fuerza me defienda de mis dudas
que no rompa mis silencios con preguntas
que sepa como amarme, que no quiera cambiarme

Quiero amanecer con alguien
que en las noches se confunda con mi sombra
que comprenda que explicarse está de sobra
que sepa como amarme, que no quiera cambiarme.

No. No habla nada de la interrupción del sueño por los ronquidos, lo que quiere decir que no estarían cerradas todas las posibilidades de poder pasar la noche con una dama amada, sin perder posibilidades ni consideración, aunque sea como “un amante que pasó de moda, un seductor de Chaise longue”. Más o menos es la consagración de las características de la mujer tal como las describe María Jesús Álava en su libro Amar sin sufrir, pero para el varón no es fácil llegar a ese modelo, parece que pinta al hombre pluscuamperfecto y el viejo Dacio Gil es consciente de que no lo es. Puede procurar eso de “que no quiera cambiarme” aunque a esta edad ya no es fácil ni el pan y cebolla ni el que el amador no pretenda que la compañera sea la prolongación de uno mismo. Por otro lado, el viejo Gil es un ser confuso y con pocas fuerzas ya, y seguro que le costará eso de separar el cuerpo de su amada de la mente, como reclama la canción. Y no digamos aquello de defenderla con fuerza de las dudas que a ella la puedan asaltar. Por intentarlo que no quede. Pero eso de no preguntar y comprender que explicarse está de sobra va a ser difícil de verdad porque al viejo Gil le gusta intentar comprender a base de interrogar e interrogarse. En lo único que es probable que pueda dar la talla es en eso de buscarla cuando él se encuentre vulnerable. Eso será en todo momento, dada la vulnerabilidad connatural de este viejo Gil.

Pero bueno, lo mejor es que nada en el texto trascrito alude a los ronquidos. En principio podría amanecer con ella, lo que quiere decir que pasaría noches junto a ella también. No está la economía hoy para dilapidar con habitaciones separadas. Ni siquiera comunicadas, como suelen hacer los altos cargos con sus secretarias en los viajes "profesionales".

Salvado ese primer escollo, el viejo Gil sigue indagando en las baladas latinoamericanas que son las que aportan más luz sobre las claves amatorias. Hay otra, titulada El hombre que yo amo, que cantase en su momento Miriam Hernández, que puede arrojar alguna luz sobre si los ronquidos imposibilitan un eventual romance:

El hombre que yo amo
tiene algo de niño
la sonrisa ancha,
tierna la mirada,
tiene la palabra de mil hombres juntos
y es mi loco amante, sabio, inteligente

El hombre que yo amo
no le teme a nada
pero cuando ama lo estremece todo,
guerrero incansable en busca de aventuras
tiene manos fuertes cálidas y puras.

El hombre que yo amo
sabe que lo amo
me toma en sus brazos y lo olvido todo
él es mi motivo
es mi propio sol
él me da alegrías que nadie me dio.

El hombre que yo amo
sabe que lo amo
vuela siempre lejos pero vuelve al nido;
el hombre que yo amo sabe que lo amo
yo lo quiero loco
pero loco mío.

El hombre que yo amo
siempre sabe todo
no sabe de enojos, no entiende rencores
él arregla todo con sabiduría
con solo mirarme me alegra la vida.

El hombre que yo amo
camina en mi mente,
es mi único ídolo entre tanta gente,
él hace una fiesta con mi pelo suelto,
ladrón de mis sueños, duende de mi almohada.

El hombre que yo amo
sabe que lo amo
me toma en sus brazos y lo olvido todo
él es mi motivo, es mi propio sol
él me da alegrías que nadie me dio.

El hombre que yo amo
sabe que lo amo
vuela siempre lejos pero vuelve al nido
el hombre que yo amo, sabe que lo amo
yo lo quiero loco pero loco mío.

El hombre que yo amo,
sabe que lo amo
me toma en sus brazos y lo olvido todo
él es mi motivo es mi propio sol
él me da alegrías que nadie me dio...

Jolín, aquí si que lo pone difícil. No por los ronquidos, sino por las cualidades requeridas, pues el viejo Gil carece de la palabra de cien hombres juntos y no da el tipo hoy de loco amante como pudo dar en otros tiempos. Mucho menos sabio e inteligente. Podría dar la talla en lo de no temer a nada y ser guerrero, pero hay que reconocer que con la edad cada vez se es menos de ambas cosas. Ni siquiera en lo de volar lejos es homologable hoy este Gil. Por si fuera poco, reúne más las notas de demente que de loco. Y en el amor, ya se sabe, se nota a la legua ese mal de la cabeza. Además –y es de bien nacido reconocerlo- también se enoja cada vez más frecuentemente debido a la edad, aunque rencoroso sí que no es nada de nada. Tal vez si intentase, un poco a la desesperada, tomarla en los brazos, robarle los sueños y jugar el papel de duendecillo de la almohada para intentar conseguir darle las alegrías que nadie le dio, pudiera tener alguna remota posibilidad. Harto difícil se presenta la empresa.

Después de todo eso, lo mejor para que a la amada no le despertaran los ronquidos sería colocarle subrepticiamente unos tapones en sus lindos oídos, una vez hubiera entrado en el primer sueño profundo. Lo malo de eso es que el viejo Dacio Gil no se puede permitirse dormir antes que ella…pues ya se sabe lo que les pasa a los viejos una vez han descargado la pluma (por eso están tan jóvenes Sánchez Dragó, Racionero y el premiado Leonard Cohen que practican el Tao y no la descargan): que al perder energía vital, el Dios del sueño se apodera de inmediato de los no taoístas.
Al menos eso le pasaba a Gil cuando intentaba –y raramente conseguía- seducir a una mujer de las muchas que creía enamorarse y compartía noche y tálamo. En esas épocas creía no roncar. Le fluían por el cuerpo el aire y los espermas.

Después de todo, a lo mejor los ronquidos no son un impedimento dirimente tan grave y sólo es un sufrimiento anticipatorio que padece injustificadamente el viejo Dacio Gil. Una consecuencia más de la edad tardía.

miércoles, 8 de junio de 2011

LAS CARTAS DE AMOR DE LA VÍSPERA DEL DÍA DE LOS ENAMORADOS (I)

El viejo Dacio Gil nunca ha entendido que el día de los enamorados se celebre en Rojiquistán en la época más fría del año, en pleno invierno. Entiende que la celebración de un colectivo que a veces sufre encendidas pasiones debería hacerse en la primavera o en el tórrido verano. Cuando la sangre se altera es más fácil no sólo enamorarse sino declarar el amor, aunque justo es reconocer que un enamoramiento de verdad es ajeno a cualquier termómetro y época del año. Desde fecha no bien determinada, el 14 de febrero se celebra la consagración del transitivo amor y tiene su manifestación en toda suerte de presentes y declaraciones. Bien sea en su versión más naturalista que lo identifica con la época de apareamiento y fertilidad de los pájaros, bien sea por la concepción cristiana de aquel fraile que se enamora de su joven pupila (hija a la sazón del carcelero) a la que deja una carta de amor antes de ser ajusticiado, bien sea por la versión vulgata de los amoríos de los hombres casados y los militares fuera del matrimonio (en Latinoamérica, con buen criterio, se celebra también, a finales de la primavera austral, el día de “la secretaria” con idénticos signos que los enamorados…), lo cierto es que hay obsequios entre los amantes. En los actuales tiempos comerciales y “de género” que nos toca vivir, el signo se ha transformado y ya no es la tierna carta de amor junto a una rosa que manda el varón a su dama; ha pasado a ser casi exclusivamente un presente con iconografía “ad hoc”, a lo sumo acompañado con un mensajito de teléfono celular. Aquellas largas cartas preñadas de sensualidad y tierno afecto han dado paso a los breves recaditos en el minúsculo aparato. Así de fugaz y minúsculo parece el amor en el presente.

Con comercialización e indiferenciación de género en cuanto al papel activo y pasivo (adquisitivo y amoroso), se han perdido también aquellos días previos en los que el amante activo, siempre del género masculino, se enfrascaba en confeccionar la carta que debía dejar constancia escrita del cortejo a su bella. Por descontado, han habido siempre hombres con varias bellas a las que cortejar simultáneamente pero, sin ser la excepción, esa no era la regla, aunque amadores plurales ha habido siempre, a unos pasos de los universales, y a todos ellos se les acumulaba el trabajo –y los compromisos y los problemas a soslayar- en esos días. Hoy la tendencia parece haberse invertido por mor del poder adquisitivo y la mutación del liderazgo de género. Paralelamente parece haberse perdido lo esencial del protocolo galante. Estando así aquellas cosas, la mujer adoptaba el papel –cultural, por supuesto- de recipiendaria de las cartas aunque hubiesen sido sus artes las que encelaron previamente al amante. Hasta hace bien poco el amador redactaba desde breves recaditos de amor a largas cartas llenas de sensualidad y afectos, para turbar el corazón de la amada. Lastimosamente, hoy parece haberse perdido esa sana práctica con los mensajes del telefonito y el regalo corteinglés preparado al efecto.

En los día previos al día de San Valentín los enamorados de cualquier género sueñan, idealizan a su amado o amada, a la par que rememoran sus dotes distintivas, ora físicas ora espirituales; se lanzan a la caza de la metáfora amorosa precisa, contundente y apropiada a la persona destinataria que se le ciña cual elegante traje de Prada o Max Mara. De caucho, naturalmente, para que se ciña como un guante…de los de fregar. Hace tiempo se recurría a las antologías o formularios de cartas de amor para fusilar ideas atractivas, hoy en día, empero, se suele sacar de los anuncios televisivos la idea fuerza que acompañe el regalo.

En esa vorágine felicitaria, a poca gente se le ocurre pensar con empatía en los desheredados de ese día de plétora de amor: Cada 14 de febrero también hay seres humanos que sufren su desventura de haber sido repudiados (odio quiero más que indiferencia, canta el bolero) en la relación amorosa. Más difícil se le hace al veterousufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia hacerse la representación mental del dolor que puedan sentir las personas incapaces de amar a otro ser humano en la distancia corta: los frígidos, los egoístas, los envidiosos. Posiblemente no sean capaces de sentir nada, más allá de mirarse al espejo de continuo admirando la imagen proyectada de sí mismos en el azogue.

Lo que, dentro del buenismo y la ocultación de la muerte imperantes en esta cultura dominante, tiene que resultar casi impensable es que la víspera del día de los enamorados las cartas de amor puedan terminar con un desenlace fatal tanto en lo individual como en lo social. Eso ocurrió en el Madrid de 1837. Ocurrió cuando esa “belleza andaluza” bautizada María Dolores Eustaquia Basilisa Sebastiana Armijo Carrero y conocida para la posteridad como Dolores Armijo, cuya belleza se encuentra inmortalizada en un cuadro en el Museo Romántico de Madrid, se presentó la tarde del 13 de febrero en la calle Santa Clara nº 3 acompañada de su cuñada María Manuela con la intención de requisar al primer periodista español de pura cepa las cartas de amor habidas entre ambos a lo largo de más o menos 7 años de relaciones. Aquel lunes de Carnaval la pluma más incisiva y brillante del periodismo español –sólo igualada con el paso del tiempo por Francisco Umbral, heredero legítimo de Fígaro- había preparado todo para recibir con los honores merecidos a su musa, su amor romántico y su compañera de escándalos. En puridad ya no mantenían un amor adulterino pues tanto el escritor como la bella se encontraban en ese momento divorciados avant la lettere. El autor del memorable “casarse pronto y mal” a los 5 años de su matrimonio con Josefina Wetoret, cumplidos los 26 años y la también jovencísima, muy bella, coqueta y deseada Dolores (Simón de Atocha, pseudónimo de Antonio Espina, dice de ella que era “musa morena que posee en su fina escultura, mórbidas formas y brillo de fuego en sus ojos. Y es esa musa de carne y hueso que estimula al articulista de la ágil prosa poética y subyuga al hombre”) a los 24, repudiada ya por su mujeriego marido el entonces comandante Cambronero tras el “escándalo” de 1934.

Ambos, Mariano José de Larra y Dolores Armijo –que se conocieron al año de los respectivos matrimonios- eran más o menos libres ese 1837 y se habían amado apasionadamente con luz y taquígrafos ante el todo Madrid (nunca mejor dicho pues Dolores reprochó siempre a Larra haber hecho público su idilio en todas las tertulias madrileñas, habiendo pasado a ser la comidilla de la burguesía madrileña que terminó asfixiando a sus respectivos cónyuges) sin miedo al escándalo ni a las habladurías de una sociedad pacata, anquilosada y desorientada con los acontecimientos políticos que se producían a su alrededor.

Cabía esperar que el anunciado encuentro para ese 13 de febrero les pudiera inflamar nuevamente la llama del amor. Al menos a eso se aferraba el autor del antiburocrático “vuelva usted mañana” en la única nota manuscrita (no alcanza la categoría de carta) que se conserva de Larra a la mujer de los ojos árabes y el pelo azabache. Con el mismo trazo firme de siempre, el ortónimo de Fígaro escribe y firma: “He recibido tu carta. Gracias: gracias por todo. Me parece que si piensan ustedes venir, tu amiga y tú, esta noche, hablaríamos y acaso sería posible convenirnos. En este momento no sé qué hacer. Estoy aburrido y no peudo resistir la calumnia y la infamia. Tuyo.”

¿Qué decía esa minuta que Dolores entregó aquella mañana a Larra a través de su fiel mayordomo? Nada se sabe. Ha desaparecido junto al resto de las cartas de amor habidas entre los amantes. Posiblemente se la llevó también Dolores aquel lunes a eso de las 20,30 horas. Y nos privó de poder constatar una nueva faceta literaria del maestro de articulistas, del mayor exponente del ensayismo español. En esto Dolores Armijo actuó como hizo Lou Andreas Salomé años más tarde al eliminar cualquier vestigio del amor y la pasión habidos. En cierto modo era comprensible la requisa para evitar nuevos escándalos o la vergonzosa comercialización de la privacidad, tal como ocurre en pleno siglo XXI. Cabe pensar que fuese también –habida cuenta la frialdad demostrada por Dolores ese día, acompañada de una “carabina” para mayor fuerza de convicción- para dejar indubitable la ruptura, estrangulando cualquier ulterior intento de acercamiento del dandy Mariano José, que lo había intentado todo por recuperarla como musa, incluída la obtención del acta de Diputado por la circunscripción, Ávila, donde la bella residía con sus tíos (algunos biógrafos han señalado que con el acta en poder de Larra, Dolores reanudó el idilio por el tiempo que duró la condición de Diputado: alrededor de un mes). La entrega de las cartas debió ser fría, heladora, carente de ternura y sin rescoldo alguno de amor. Nada se sabe de la actitud de Larra que previamente había engalanado la casa con flores y velas y lucía como siempre con la elegancia acrisolada del dandy de exquisitos cortes de trajes, sedas y perfumes.

Lo acontecido en esos instantes es pura incógnita: no se sabe si Larra suplicó o discutió, aunque es dudoso dada la apariencia de objetividad que adoptaba siempre para enmascarar sus emociones; no se sabe si trató de establecer una postrera seducción similar a aquella primera vez que en 1831 quedó prendado (aunque bien pensado, ¿quién quedo prendado de quién en la tertulia en la que se conocieron?) de aquella desenvuelta jovencita morena, que hacía sus pinitos en la poesía, que acaparaba las miradas de todos los hombres y que sucumbió a las galanterías de aquel “pisaverdes cínico” de ascendencia lusitana y formación cosmopolita como Pessoa.

Es cierto que su pasión se había resquebrajado antes, cuando Dolores confirmó las calaveradas de Larra y se rumoreó el romance con la cantante Judith Grissi (aunque Umbral atina cuando afirma que “Larra ama a Dolores en todas las mujeres y ama a toda mujer en Dolores”) y el entorno familar de “La más bella entre las bellas-según el propio Larra-, Dolores, de negros cabellos, trenzados al desgaire por los dedos del amor, la andaluza de los piececitos hechiceros, de tímidos andares, de senos alabastrinos, de talle esbelto, balanceándose como la flor sobre el tallo ondulante, de miradas de fuego, surgió ante mis ojos con todos los encantos de la belleza española, esa belleza morena, imagen y compendio del fuego de su alma…” fustigó el descontento de la amante cuando fueron descubiertos ambos en el garlito el día del incidente del coche de caballos.

Fue precisamente aquella desgraciada carta guardada despreocupadamente por Larra en su buró y descubierta por la “difunta” (así la llamaba Larra) Pepita Wetoret la que desencadenó el escándalo: Pepita remitió la comprometedora carta al marido de la Armijo que a su vez se encontraba amancebado con otra mujer. Cambronero consultó con su amante que le aconsejó de una manera muy femenina: “Mira, tú estás faltando a tu mujer, no des escándalo porque ella te pague con la misma moneda”. Sin embargo el militar acudió a la cita en el Simón y les encontró a ambos. Este incidente le valió a Cambronero para mover sus hilos y conseguir un ascenso y el traslado a Filipinas donde prosiguió su vida licenciosa. La leyenda dice –pero es bastante refutada- que Pepita concibió, ya separada de lecho, a su hija Baldomera en una fugaz unión por despecho con el propio Cambronero. Larra nunca reconoció a Baldomera como hija propia. La presión social y familiar abocaron a la Armijo a romper el idilio, decisión que Larra nunca aceptó.

Requisadas todas las cartas, para desgracia de la literatura hispana, Dolores y su cuñada María Manuela abandonaron el domicilio de Mariano José de Larra el lunes víspera del 14 de febrero, con el tiempo "día de los enamorados", alrededor de las ocho y media de la noche. No bien salían del portal acompañadas hasta su umbral por el leal mayordomo, Larra se descerrajó un tiro, cuya detonación sin duda fue escuchada por ambas mujeres.

Una trágica víspera del día de los enamorados con unas cartas de amor como motivo. Está visto que no todas las cartas de amor transportan siempre ni la felicidad ni su idea.

Se conservan responsables cartas de Larra a su esposa, a sus padres, a su editor, a sus amigos, pero ni rastro de las cartas de amor con su musa de los fulgurantes ojos. Se conservan también las cartas públicas de Andres Niporesas al bachiller Pérez de Munguía. Muchas pueden verse en el Museo Romántico de Madrid junto a la dichosa pistola, la elegante ropa del primer egregio periodista y los retratos de los amantes.

De Dolores Armijo nada más se supo. Perdió a su madre a los 14 años, se casa fallidamente a los 18, se suicida su amante a los 25, y muere su marido en Filipinas cuando ella tenía 28 años. Nunca pudo determinarse la fecha cierta de su fallecimiento. La leyenda ha querido concretarla en el naufragio del buque que la trasladaría a Manila. Acaso las cartas se perdieran en el mar dentro de algún cofrecito romántico –cosa que los biógrafos más sólidos refutan-, pero lo único cierto es que nada más se supo de la bella Dolores Armijo. No se ha encontrado ni su certificado de defunción. “¿Piadosa disipación de los pasos –apunta Jose Luis Varela- de una mujer perseguida por todos los mentideros? ¿Caridad final para las víctimas?”

Las cartas de amor de la víspera del día de los enamorados. Nunca se encontraron. El suicida es hoy un insuperable maestro de periodistas. Un maestro que, socialmente dolido y sin esperanza en el amor, decidió entregar todas sus cartas de amor a los 28 años, para marcharse de seguido sin solución de continuidad. Sin solución ni continuidad en el amor.

jueves, 2 de junio de 2011

LA CRÍSIS EUROPEA DE LOS PEPINOS, LAS CACAS Y LOS CULOS.

El reciente desconcierto institucional del pepinazo europeo ha puesto sobre la mesa el caos que es hoy la UE, las presiones soterradas que se esconden bajo esa extensísima empleomanía y la fragilidad del liderazgo alemán con el actor Sarkozy de compañero de cartel. La UE es un inmenso intangible. La burocracia europea se encastilla una y otra vez en silencios cuando los problemas son nuevos y se carece del precedente al que agarrarse. Reflejo exacto del eterno dilema nunca resuelto de los regímenes polisinodiales. Se aplica una desgarradora “tiranía del statu quo” que es como aquel castizo “tente mientras cobro” o aquel otro “cubrámonos hasta que escampe”. En el caso del pepinazo (y desafortunadamente el viejo Dacio Gil no está pensando los zapatazos del “cañoncito pum” ni en los de García Cortés, ni, mucho menos, en los de Cristiano Ronaldo) se ha puesto de manifiesto que dos pilares tradicionales y esenciales dentro del ámbito de la Unión Europea como son la agricultura y el comercio, la sanidad y la protección de los consumidores han naufragado en el plano normativo, ejecutivo y ético. El judicial quedará diferido ad calendas graecas. Una consejera de un Land alemán y una Ministra Federal han imputado al Reino de España el foco infeccioso mientras todas las instancias callaban, incluidos el gobierno español, su sedicente leal oposición y la comunidad autónoma en la que se cultivaron los pepinos. Hasta que los lobbies agrícolas y distribuidores españoles no se han levantado clamando por sus intereses, institucionalmente nadie en Europa ha movido un dedo. Al fin y al cabo la UE es una inmensa faramalla de intereses con apariencia técnica.

Otra de las dimensiones a analizar es la aparente diferencia de trato institucional habida entre la crisis de los pepinos y la crisis bancarias y financieras. Los pepinos parecen de un siglo pasado y los bancos de otro futuro. El sector agrícola viste y emplea descamisados y el financiero elegantes brokers trajeados y con los riñones bien cubiertos con incentivos, bonus y cesantías doradas. Un aristoburócrata europeo siempre buscará su nicho dorado en el sector financiero que no en el agrícola. Aunque todo es relativo si uno detiene la mirada en el señor Moratinos (un hombre siempre muy bien vivido en las burocracias internacionales) y sus ambiciones en la FAO. A este paso la ex esposa del diplomático y hoy ministra del ramo ya se estará buscando su nicho dorado en la Agencia pepinera que a no dudar creará la burocracia de la UE para que no le vengan ahora con indemnizaciones por perjuicios causados por acción u omisión. Más o menos como aquel castizo que cada perrito se lama su pijito.

Todo esto del amargor de los pepinos y las desgraciadas muertes (como la colza, las vacas locas, etc., etc., etc.) de seres humanos, según las normas del protocolo burocrático parece demandar una respuesta tan inmediata como aquella del señor Sáncho Rof del “bichito” cuando la colza. Lo nefasto para Rojiquistán es que el foco de Escherichia Coli los germanos decidieron radicarlo en Almería. Milagro que las autoridades del nuevo “milagro alemán” no han dicho que esto de los pepinos, la caca y el culo es secuela de aquella bomba caída en Palomares para diluir aún más las responsabilidades en un mundo como este del comercio aparentemente reglado y revisado hasta el más mínimo detalle. ¿Dónde estás Almería? ¡Ay Almería! ¡Pobre Almería!

Esto de la sucia relación de la caca y los pepinos –siempre por intermediación del culo- ha venido a sumarse a los problemas que viene planteando el nuevo gobierno electo finlandes: los apuros en los que ponen los nuevos líderes finlandeses a la burocracia europea y sus popes financieros. Por casualidad, buscando infructuosamente el viejo Dacio Gil un libro de poemas de Gabriela Mistral en su desbordada biblioteca se topó súbitamente con uno que llevaba buscando largo tiempo y que, obviamente, no se encontraba colocado en el anaquel correspondiente (el viejo Gil ha perdido también competencia, memoria y decisión en eso de los libros, como la burocracia europea). El libro es El síndrome finlandés del francés Alain Minc que algo sabrá del pilar agrícola de la UE, un libro de 1986 que se encuentra de rabiosa actualidad. Compruebe si no el curioso lector estas pinceladas:
-“Europa brilla como un astro muerto, toda vez que ha reaparecido la eterna cuestión alemana.”

- “(…) nos arriesgamos a ser finlandizados sin saberlo, marginados sin darnos cuenta, infantilizados sin creerlo: como la economía, la estrategia se ancla en la sociedad y no puede escapar a sus profundos movimientos.”

- “En el campo de las ideas la superficialidad profunda puede ser un instrumento para la comprensión intelectual.”

- “El mediterráneo es una barrera apenas más resistente, a pesar de las apariencias, que la frontera mexicana.”

- “La importancia de los inmigrantes de segunda generación no dejará de crecer. Ellos serán el único contrapeso al malthusianismo de los europeos.”

-“Lo mismo ocurrirá con las pensiones: el ingreso cada vez más tardío de los jóvenes en la vida activa, ocasionando un agotamiento en el torrente de las cotizaciones. Se formará un círculo vicioso, a caballo entre las pensiones más gravosas para la economía y una economía cada vez más agobiada para financiarlos. Vivimos sobre una bomba cuya mecha se mide en años.”

-“ Este fenómeno actúa igualmente en el campo administrativo. El envejecimiento de los agentes acelera la evolución natural de las burocracias, agrava su tetanización: sobrecarga las jerarquías; coagula las estructuras. La gerontocracia conviene a la burocracia.”

- “Sin saberlo, nos estamos convirtiendo en una sociedad fría, autorregulada y económicamente inmóvil.”

- “(La UE) un blando sistema de autoridad: torpedeada por reflejos nacionales, la Comisión no puede manejar ni la disciplina, ni el verbo del poder carismático, ni la legitimidad de un gobierno electo. Un personal inmóvil: los funcionarios de la Comunidad acaban por cogerle el gustillo a la guata de Bruselas y a los encantos de la defiscalización, mientras que los complejos equilibrios entre cupos nacionales en el seno de esta extraña función pública conducen a dejarlo todo tal como está (…) una burocracia sin otra vocación que su profundidad (…) Bruselas lleva en bandolera el más admirable de los objetivos: parir Europa. ¿Qué importancia tienen, frente a semejante finalidad, algunas cosas que no funcionan y un tren de vida prohibitivo? El argumento sigue quedándose sin réplica. La UE posee aún los medios para dotarse de una burocracia perfecta; Bruselas se justifica como objeto antropológico; como motor de la historia hace reír sarcásticamente.”

- “Los particularismos, las reticencias, el atractivo de socios norteamericanos, se suman para hacer difícil cada nuevo paso.”

- “Se dibujan modos de cooperación más prometedores para Europa que la maquinaria de Bruselas: racimos o redes de instituciones se ponen en movimiento en función de los proyectos precisos, dejando poco sitio a los esquemas formales, a los tratados jurídicos, a los procedimientos burocráticos.”

- “La destrucción creadora, tan cara a Schumpeter, constituye el principio cardinal en período de crisis (…) la imposibilidad de evitar una economía papel de lija. La disminución del poder adquisitivo es inevitable: se hará a fuego lento, en diez años (escribe Minc en 1986).”

- “Nuestra economía no es un papel de lija gracias a la fatalidad; lo es únicamente porque nuestra sociedad es artrítica: no se puede empujar impunemente hasta la perfección a una democracia corporativista.”

- “Una sociedad que ha hecho de Woody Allen una figura emblemática ha cambiado el modo de individualización: el culto distanciado del yo ha triunfado.”

-“Los aparatos sindicales se transforman en corporaciones herméticas, orientadas hacia la cogestión del Estado-providencia y ocupadas en preservar sus propios fondos de capital, provenientes de negociaciones colectivas, de representatividad y de apariencias.”

-“Asi pues, la democracia no funciona como un ordenador; se degrada en el instante en el que se le plantean cuestiones a las que no puede responder con un sí o un no.”

- “El modelo parece ser el ¡Viva Italia! y el modelo español: Lo que es contradicción en otros lugares, en Italia se funde en un tejido social tan diverso como homogéneo. La economía subterránea sirve oficialmente de válvula de escape a las rigideces burocráticas: el Estado sabe que está imposibilitado y acepta de sus funcionarios la “multipertenecia” (…) Cuando las cosas van mal, Italia se pliega pero no se rompe (…) España se italianiza. Si el equilibrio de un país se calcula en su capacidad para encajar golpes, España es un modelo.”

-“¿La eterna cuestión alemana? La ecología nació en Alemania, y los temas “verdes” no cesan de ocupar el espacio social. Existen instituciones fuertes, una democracia respetada, una economía poderosa y, al contrario, una sociedad civil más tensa, más conflictiva, más contestataria que en otros países. Son el anverso y el reverso de una misma realidad. Lo que es extraño es que la confusión no sea más viva. Se ajusta a una angustia existencial muy comprensible. Alemania tiene miedo –la frase pertenece a Helmut Schmidt-, tiene miedo al futuro, a la vida, a la guerra; finalmente tiene miedo a su propia hemiplejía.”

-“¿Qué es esta Europa-Hong Kong? Es una escenificación inherente al deslizamiento alemán. Alemania ejerce plenamente su papel de eje, condicionando todo el porvenir europeo, acepta una cuasi finlandización.”

-“¿Europa: un costoso templo de palabrería internacional? Nunca morirán las instituciones ningún consejo de ministros pronunciará la condena de la UE, los elevados costes de liquidación representarían, por sí mismos, unos costes más elevados que los de funcionamiento para deshacer ese increíble enredo burocrático. Pero paulatinamente, la UE corre el peligro de perecer de asfixia.”

- “Los gobiernos europeos se comportan entre sí como los corporativismos dentro del Estado: rígidos, inmóviles, confundiendo lo fundamental y lo accesorio, aferrándose a los detalles y a las apariencias, mezclando técnica y estrategia, resistiéndose a jerarquizar los objetivos. La diplomacia en el interior de Europa se asimila, ahora, a un comportamiento de notario o de actuario: roza el grado cero de acción, aunque cultive ritos y ceremonias. ¡Pero un instante de locura puede ocurrir tan rápidamente! “

-“ La Comisión, esta imponente máquina que enjuaga diferencias, se atasca. Enorme burocracia, totalmente introvertida, se agota eliminando los problemas que ella misma ha creado. No hay ninguna posibilidad de inflexión. Comisiones, grupos de trabajo, simposios, reuniones colectivas, el sistema europeo carece de sentido. Produce, cada año, menos unidad de la que poseen los Estados miembros. El condominio alimenta la prudencia; la prudencia suscita el inmovilismo.”

-“Finjamos creer, para acabar creyendo. Frente a una Europa que se eclipsa, ¿sabremos evitar, de esta manera, nuestro eclipse?”


El viejo Dacio Gil se rebulle inquieto y atónito en la Tribuna Alta Preferencia que ocupa mientras lee. Si esto es así, si prima siempre el ceteris paribus ¿qué demonios hacemos hablando de futuro e innovación? Las crisis, ya sean de pepinos, de entidades financieras o de chiringuitos diversos, pillan a las instituciones garantizadoras siempre en bragas. Todo se aparenta cerrar rápidamente. En falso, naturalmente. Luego vienen los chalaneos institucionales a cencerros tapados y vuelta a empezar con el incrementalismo burocrático. Así parece ser la vida europea. El ser humano.

Pepinos, cacas y culos. ¿A quien creer?

Al Blasillo de Valverde de Lucerna. Resulta evidente.

miércoles, 1 de junio de 2011

AMOR, BOLEROS, MUERTE, CIENCIA Y POLICÍA SON PARA EL VERANO: LOS CURSOS DE LA UCM.

Con exquisita sensibilidad gustaba invocar el gran Carlos Cano que hubo un tiempo en que la Aurora era el camino. Esa Aurora hoy prácticamente perdida en la lejanía de una vida estresada y deshumanizada con tanta teología económica. Afortunadamente ese canto a la Aurora y a la vida humanamente vivida la inmortalizó el poeta granadino en la inmensa poesía cantada La luna de medianoche:
La vida contra la sombra
la vida contra la ilusión perdida
contra el silencio la vida...
La vida, la vida es para querer
ayúdame guitarra mía,

ayúdame al amanecer
que lo que tengo nada importa
que lo que importa es ser.

Eso –y mucho más- lo decía Carlos Cano, exponente máximo de la universidad internacional de la emigración. Porque hubo un tiempo también, acaso un tiempo cuyo ciclo tiende a repetirse ahora, en que la única salida para los jóvenes inquietos era la búsqueda de futuro más allá de las estrecheces de miras de las fronteras de la piel de toro. Luego vino “el destape de teta y trota…y los camuflajes” que aportaba la democracia y con ella la recuperación de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y sus cursos de verano. Obligado era el paso por esos cursos especialmente alambicados para reflejar los problemas de la sociedad del momento. La UIMP era además un foro de confraternización al más puro modo británico en torno a las veladas esperando la Aurora alrededor de las mesas del jardín de las célebres “Caballerizas”. El viejo Dacio Gil añora aquellos años en los que parecía todo en estado de ebullición. Aunque tal vez las que bullían eran las ansias vitales del usufructuario terapéutico de esta Tribuna Alta Preferencia. Más tarde, con el patrocinio del Banco del Sr. Botín vinieron los cursos de verano de la Complutense en su lujosa sede del Euroforum de El Escorial. Como todo en la vida, los cursos de verano, que proliferaron por toda España, fueron paulatinamente languideciendo hasta quedar reducidos a una mera caja de resonancia para las prácticas de los becarios de los diarios o para las microconspiraciones de los viejos santones de la prensa junto a los lobbies. La vida misma y sus ciclos.

El grupo de frustrados prejubilados truncos del parque al que acude el viejo Dacio Gil tiene designados unos ponentes y relatores para poner en común a los demás los temas de actualidad distinguiendo el polvo de la paja, esto es: intentando destacar lo esencial relegando lo superfluo. Y mira por donde, Lisio Visconti ha destacado esta semana los cursos de verano de la Universidad Complutense. No todos, por supuesto, ya que mucha ganga sigue habiendo, sino una cuidada selección o crestomatía de los mismos.
Además de la conferencia de Félix Grande, la mesa de debate sobre la enseñanza de la ética, los conciertos de violín (Margherita Marseglia) o piano (Claudio Fabi), el recital del profesor Patxi Andión y la clausura por el poeta Luis García Montero, destacan especialmente tres cursos y un encuentro, todos concentrados entre las actividades del mes de julio.

Destaca por un lado el titulado La muerte: un análisis interdisciplinar. Y destaca porque en una sociedad cuya cultura esconde el evento indefectible de la muerte es bueno que se piense sobre ella en voz alta y de manera interdisciplinar. Porque la muerte es una pero hay muchas formas de muerte. No parece necesario hacer una taxonomía de muertes aunque la persona inquieta e inteligente sabe que en esta sociedad se repudian unas muertes y se consienten y hasta auspician otras. Que las hay tanto físicas como civiles (muertes las dos al fin). Que las hay naturales (¿acaso la muerte no es siempre natural aunque nos parezca siempre prematura o extemporánea?) y violentas. Como las hay voluntarias y por compulsión directa o indirecta. La muerte siempre tiene sus aves carroñeras en forma jurídica o hacendística así como sus deudos. La muerte a veces depara también sorpresas propias de la vida misma, como son las familias paralelas obligadas a aparecer en el trance. Y la muerte, en fin, también nos muestra una retahíla de profesiones ligadas a ella, como buhoneros, alquimistas, chamanes, astrólogos, médicas, enfermeros, celadoras, forenses, personal de las funerarias, acreedores del frac, floristerías, imprentas, chóferes, sacerdotes, poetas elegiacos, cineastas, redactores de obituarios, marmolistas, relaciones públicas, etc., etc., etc. Como puede verse el tema de la muerte es la vida misma sólo que sin impulso. La interdisciplinariedad no es para tomársela a broma. Ni mucho menos. Especialmente en estos tiempos de crisis económicas y anímicas en las que se hace necesaria una dosis de filosofía para afrontar la vida. Bromas e ironías aparte, debe de celebrarse (sí, sí, celebrarse) que se pueda hablar con cierto optimismo de la muerte desde la óptica de las humanidades en esta cultura hasta hace bien poco dominante del éxito juvenil pluscuamperfecto. Bienvenido sea hablar sin tapujos (lo que no quiere decir desvestidos ni desnudos) de "la Vieja Dama” aunque de seguro ello no gustará a las teóricas de las políticas de género, hoy también –es de suponer- en franco retroceso filosófico cuando todo son retrocesos.

Otro curso interesante es el del oxímoron por excelencia, el de la contradicción inmanente. Se refiere el viejo Dacio Gil al que se celebrará del 18 de julio (¡gato, gato!), al 22 del mismo mes titulado La policía científica: un siglo de ciencia al servicio de la justicia. ¡Gato, gato otra vez!, ahora por la propia rúbrica del curso que trasluce un triángulo sumamente sospechoso: policía, ciencia y justicia. Tres voquibles femeninos de muy difícil conjunción armónica. Y ya que antes se habló de muerte, bien está traer ahora la opinión de un insigne muerto voluntario como Mariano José de Larra sobre la policía. En dos famosos artículos sobre la policía, Fígaro atribuye el origen de la policía al miedo. Para Larra la policía se dividía en política y urbana, pero en los tiempos que corren la policía científica ha venido a sustituir a las sórdidas subdivisiones de la policía de costumbres o la policía político-social. Todo es en el siglo XXI policía y miedo; miedo y policía. Larra –como siempre- llevaba razón también en esto de las transformaciones de la policía y sigue vigente su certera afirmación de 1835:
“La policía no puede jamás ser favorable a un sistema de instituciones liberales, y yo me atrevo a emitir una opinión que está confirmada por la práctica: dondequiera que hay policía bajo instituciones más o menos libres, siempre responde a favorecer un tanto a los que se inclinan al Gobierno absoluto con preferencia a los que quieren un sistema liberal, porque tiene una simpatía invencible por el absolutismo.”

Pero no es cuestión de ponerse serios con esto de la policía con pretensiones de cientificidad (dos imposibles en perpetuo divorcio, por pura incompatibilidad de caracteres y cierta respectiva haraganería). Valga Larra como relator sobre la policía y tomemos a Marie-France Hirigoyen como ponente en el tema de la ciencia. Alejandro Nieto nos ilustrará sobre la Justicia. Algún día habrá que reflexionar “in extenso” sobre la Ciencia en España, más allá de la versión oficial propalada por el académico Sánchez Ron (por cierto, en breve también comparecerá en la Fundación Areces hablando nada más y nada menos que de la dimensión humana de la ciencia), como el viejo Gil lo tiene prometido y amenazado hace tiempo ya. Pero a lo que vamos: si verdaderamente se quiere conocer el cabal significado y alcance de la policía científica y sus desviaciones éticas no hay más que disponerse a ver la película de Zhang Yimou una pistola, una mujer y una fábrica de fideos chinos. Además de una muy buena película se podrá comprobar eso del pretendido cientificismo de los policías (corruptos y venales o no, que esa es otra historia) a través del meticuloso policía Zhang que parece tener absolutamente controlado hasta el detalle más insignificante en base a la más pura metodología de base cientíifica. Amor, risas y violencia reunidos en derredor de las sólidas actuaciones del policía estrella. Seguro que el policía Zhang sale a relucir frecuentemente en el curso del Euroforum de la Complutense. Es obligado.

Pero donde los cursos de verano de El Escorial muestran su mejor faz es sin lugar a dudas en el curso que parece más interesante. Se titula Historia del Bolero. Historia de una forma de vivir, impartido por el muy grande Juan Carlos Caco Senante (esa gaviota en Madrid que sabe partirse la boca: que -según afirma- sabe besar) que tendrá su colofón con un concierto del propio Caco titulado “los diez boleros más importantes del mundo”. Será un éxito, sin duda, pues el canario Senante destila sensibilidad y humor –y, sobre todo, vida- por arrobas . El viejo Dacio Gil está convencido –y lo tiene reflejado en este blog- que no hay que darle vueltas, que la vida es un bolero: que la vida sin amor y sin cierto desamor no puede ser considerada vida. Que el bolero traduce todos los sentimientos humanos y que todo lo demás es tramoya y marketing (O Employer Branding como pomposamente reza la rúbrica del encuentro referido más arriba, en los mismos cursos de verano de la UCM, que promete también sorpresas con eso de profesar amor a la empresa que te explota y te paga: ¡vivir la marca dentro de la organización! ¡Para que el empleador aumente su reputación en el mercado!). El bolero siempre reflejará las vicisitudes del amor y es por eso que nuca se extinguirá como canto sentimental a la vida: No habrá nunca un último Bolero. Bueno, sí, cuando le toque desaparecer al género humano por causas naturales o por cataclismos. Allí ya no habrá profesiones que valgan, ni salmodias, ni elegías, ni deudos.

El bolero no desaparecerá nunca y es magnífico que alguien tan considerado (y tan canarión) como Juan Carlos Senante se encargue de recordarlo, aunque aquel otro Carlos, Carlos Cano, supo interpretar como nadie –como Caco lo habrá hecho alguna vez, aunque es dudoso que éste pueda llagar a incluirlo entre sus 10 más importantes- ese triste poema titulado El último bolero y que parece un canto a la decrepitud en la antesala de la muerte:
Madame, ¿désirez-vous danser
este bolero embriagador,
bajo la luna de París
y arrimadita al corazón?

En esta noche de ansiedad,
quiero la vida recobrar.
Madame, yo me llamo Don Juan,
y estoy aquí para olvidar.

A sus pies un caballero sincero,
que viene de tierra extraña, de España,
soñador, de profesión amante,
católico y sentimental.

Y está usted tan deliciosa de rosa,
que siento la sangre hervir.
¡Quién tuviera veinte años de antaño
pa' derrocharlos con Madame!

Se mueve usted mejor que el mar,
con ese acento arrullador,
me hace perder to'a la razón,
muero en deseos de estampar
en esa boca angelical,
ardiente, un beso de pasión,
un beso para recordar
en la humedad de la pensión.

Ande y venga, siéntese a mi la'o,
quiero contarle mi secreto a solas:
soy un amante que pasó de moda,
un seductor de chaise longue.

No se vaya que la invito yo,
no tiene precio su calor, Madame,
papel de imprenta y eso qué más da,
va por la vida y se acabó.

Alzo mi copa de champán
a la salud de vous Madame.
Y por aquello que perdí,
Madame, ¿desirez vous danser?