sábado, 13 de noviembre de 2010

CARLOS EDMUNDO DE ORY: MORIR PARA SEGUIR DESOBEDECIENDO.

Lo más probable será que los que desde hace bastantes días vienen ladrando contra Sánchez Dragó ni siquiera acierten a adivinar quién era Carlos Edmundo de Ory. Prototipos de la cultura dominante, los clérigos de la progresía cultural desconocerán por completo la obra de este poeta disidente. En su obsesiva caza de brujas, se les olvidará que fueron sobre todo dos amigos como Félix Grande y Luis Eduardo Aute sus valedores en este desierto de inteligencia (de la buena, no de los que espían la vida de todo quieque) en el que nos movemos. Y también Fernando Sánchez Dragó que lo llevó a sus “Noches Blancas” componiendo entre ambos un espléndido programa. Como es de justicia, habrá que recordárselo a quienes tanto ladran, propalando la mentira de que el programa cultural de Dragó no lo sigue nadie y no tiene nada de cultural. Problemas de visión o de audición de los talibanes. O, lo más probable, hueco sectarismo.

El viejo Dacio Gil está poco dotado para la lírica, pero debe a Aute, Grande y Dragó el ser un incondicional seguidor de Carlos Edmundo de Ory, el desenterrador de vivos que ha decidido, con justo un año de antelación (el 11.11.11) desafiar a su autoatribuida falta de destino: morir antes de lo que pensaba. Luis Eduardo Aute es sin duda uno de los mejores artistas plurales españoles contemporáneos y su constante proclamación de las bondades de Carlos Edmundo de Ory influyó en el viejo Dacio Gil que lo incorporó de inmediato a su santoral de disidentes. Hermanando el poeta gaditano-apátrida su vitalismo con la descarnada amargura de Ciorán (Leyendo los aforismos de Ciorán, me digo – ¡Qué Gracia tiene este hombre!), Dacio Gil ha disfrutado mucho con las peripecias juguetonas de esos dos diablillos primos-hermanos que son los “aerolitos” (Ory) y los “pensamientos estrangulados” (o silogismos de la amargura, para Ciorán).

En Carlos Edmundo de Ory se compendia esa doble dimensión de la grandeza de algunos españoles junto a la miseria de España como conjunto de los españoles: Ni un solo premio oficial, más allá de la declaración de hijo predilecto de Cádiz, distingue a esta figura de la creación lingüística. La vida misma. La nada institucional en estado puro. El vacío y sus perpetradores y los inevitables interesados consentidores. Quien no se emocione con los juegos de lenguaje que empleaba de Ory o con la cascada de sugerencias de sus versos y su prosa es que debe revisar en el hospital su estado de sensibilidad y encargar que le hagan un electrosensigrama.

El hombre que dejó escrito que en esta vida sólo existen el espanto y la maravilla pareciera haber aflojado su vitalismo tras tanto luchar contra el espanto (una palabra en injustificable desuso, que cuadra perfectamente con la realidad). Le tildaron de maldito y hasta de loco (mis únicos maestros son los que están más locos que yo ¡Los locos son fieles a la autenticidad del ser humano!) pero él sólo apostó por la vida, como muestra el ramillete de “aerolitos” que, como homenaje, se insertan a continuación:

- Todo se explica por las adivinanzas, no por las evidencias.
- UROPOLICÍA: la brigada mundana fija a tres minutos el plazo normal para mear en los urinarios públicos.
- Los amantes se besan con los ojos cerrados: el amor es ciego.
- El sublime ridículo humano.
- Entre un hombre justo y un juez la diferencia es grande.
- Toda mujer desnuda está vestida de mujer.
- El que más o el que menos ha venido al mundo para hacer el ridículo.
- Nos dormimos cada noche para vivir con los ojos cerrados. Nos despertamos cada día para morir con los ojos abiertos.
- El silencio es políglota.
- Dios nunca tuvo dinero.
- El lobo es un hombre para el lobo.
- Nunca olvides las lecciones de los herejes y los iconoclastas.

Por escasos días Carlos Edmundo de Ory no ha podido disfrutar desde "aquí" del merecido relanzamiento con todos los honores de su amigo Luis Eduardo Aute. Los dos vitalistas disidentes en lo institucional y partidarios del amor habrían cautivado juntos con su sensibilidad a auditorios enteros. Aute comulgará como siempre con su público. No estará solo, aunque De Ory se habrá trasladado ya a otro “aquí”. El inquieto poeta gaditano (y apátrida confeso) acaso habrá cedido a esa "curiosidad tanática" tan suya, de la que tanto nos había hablado. Tal vez optó por dejarse alcanzar por unos trozos de cometas para seguir jugando, desde esa apariencia astral, con el lenguaje y la disidencia. Genio y figura.

viernes, 5 de noviembre de 2010

EL MÁS LISTO DE LOS MADERO QUIERE SER POLICÍA.

Alfredito es un joven de 21 años que ya ha terminado cuatro carreras y es un pitagorín que estudia con facilidad y expone lo aprendido como un verdadero experto. Tiene asombrados a todos sus profesores, que no paran de recomendarle que tome tal o cual opción profesional. Alfredito, sin embargo, lo tiene meridianamente claro: quiere ser policía. Dice que con esa ideología difusa del miedo que se ha impuesto para acobardar a los ciudadanos, el futuro es ser “fuerza de seguridad”.

Entiende que en el mercado del miedo siempre habrá trabajo. Dice que es la única opción de función pública que subsistirá a medio plazo superando con creces la “tasa de reposición de efectivos”. Explica que los policías siempre cobran sueldos y dietas por adelantado. Evoca la experiencia de un tío suyo que goza de privilegios en apartamentos realmente baratos en la costa con aquello de la "acción social". Augura que siempre habrá un Joseph Fouché en el Gobierno de turno que, por la cuenta que le traerá, aplicará todo su interés en tener contentos a los policías. Anota que cada vez hay más policías que gastan coches de alta potencia, como Mercedes. Dice que los funcionarios policiales no tienen una “mochilita” como el resto de los funcionarios sino que disponen de un auténtico “campamento base”: si te sabes colocar estratégicamente en el sindicato afín y te acercas cínicamente al Gobierno de turno y le chivas secretos de Estado y de personas, puedes tener una ascensión meteórica, tanto en la administración interior como en las administraciones exteriores. Apunta que, aunque ha desaparecido la práctica de tener una botella y una copa reservadas en los mejores Nigth Clubs, la condición de policía te facilita un curioso pluriempleo bien remunerado. Reconoce que, si te vinieran mal dadas, siempre podría recurrirse al sindicato policial para que te hicieran escolta, con lo cual comerías en los mejores restaurantes (donde se prodigan los políticos con gastos institucionales) aunque debas de comer en una esquina para divisar los movimientos de todos los comensales. Añade que, en tiempos de inclemencias, siempre puedes hacer que de los presupuestos te paguen una carrera universitaria, como se hacía con los miembros de la eufemística brigada político-social. Aventura que, además, existe una importante sinergia entre el sector público de seguridad y el pujante sector privado que garantiza una clara empleabilidad. Y concluye, además, que siempre puedes colocarte, antes de que llegue la jubilación, de espía para garantizarte una dorada senectud, dada la generosidad con que se prima a los espías. A Alfredito no se le ocurre hacer explícito lo de las facilidades amorosas de los policías o la relativa permisividad para acceder a la condición de Juez, pero el viejo Dacio Gil lo columbra del contexto de sus exposiciones. Ah, y dice, por ende, que siempre puedes acceder a ser de la “policía científica” que, en los tiempos que corren de idolatría de Prometeo, imprime cierto lustre social aquel bello maridaje denominado “inteligencia científica”.
Y argumenta…argumenta…argumenta sin parar muchos más elementos de convicción.

La verdad es que no le falta razón al hijo de Nicomedes Madero. El viejo Dacio Gil conoce policías con flamantes autos Mercedes. No sólo los de carreras meteóricas, sino también los que podrían considerarse como mandos intermedios superiores. Conoce también el usuario de esta Tribuna Alta Preferencia casos de parejas de hecho de policías que disfrutan de muy cómodos exilios en embajadas u organizaciones internacionales. Y hay, en fin, algunos que sorprendentemente han llegado, rápidamente promocionados, a Delegados del Gobierno e incluso a Directores Generales.

Siempre ha sido así y los políticos del tipo de Fouché lo han sabido siempre. Quien dude de ello que se haga con la biografía de ese oscuro personaje histórico escrita por Stefan Zweig. Los políticos a los primeros funcionarios que necesitan para sus oscuras maniobras es a los policías. Y son a los primeros que recompensan. Esas perversiones han producido que los cuerpos y fuerzas de seguridad no sean, ni mucho menos, globalmente consideradas, congregaciones angélicas. Hay luchas intestinas entre los sindicatos para ganarse el favor del político de turno. Esa lucha fratricida contribuye a que prácticamente no haya plantillas (RPTs) en este ámbito funcionarial. Prácticamente todo, hasta los puestos más subalternos, se resuelve por libre designación. El mérito y la capacidad de estos funcionarios, pues, se demuestra de manera diferente al resto de los funcionarios de base, puesto que es evidente; aunque alguien dirá que la libre designación es el sistema que se aplica al resto de la aristoburocracia, que los altos funcionarios se reclutan para la cúspide de las administraciones de esa manera digital. Lo que pasa es que los últimos gobiernos que los ciudadanos venimos padeciendo desprecian la promoción funcionarial reglada y objetiva, como desprecian la primacía de la ley o el Derecho en su conjunto y han llevado el modelo policial al esperpento.

Lo grave es que el mismo gobierno del señor Zapatero, que no ha dudado en meter mano en los ahorros de los funcionarios más básicos, desprecia una y otra vez objetivar y racionalizar las plantillas policiales acaso para mantener una suerte de “fondos reservados o de reptiles” del siglo XXI. Y lo más sorprendente es que las únicas relaciones de puestos de trabajo que los jueces de lo contencioso (¿por qué será?) han osado entrar a analizar, con la máxima prudencia, sean las policiales.

Mejor será no meterse en desentrañar los aspectos más oscuros de las fuerzas y cuerpos de seguridad, o de los jueces y fiscales. Pero oscuridad hay; y mucha más de la que nos detenemos a pensar. Quedémonos, pues, en la periferia no sea que nos busquen las cosquillas. Aunque una cabal consideración de nuestra propia condición humana debe de hacernos reflexionar sobre ello…aunque indefectiblemente se nos aparezca la tenebrosa Razón de Estado que también proyecta su más siniestra sombra sobre las sedicentes democracias.

Pero, a lo que vamos, que el viejo Dacio Gil se pierde en meandros no recomendables: Alfredito Madero es verdaderamente una lumbrera. Con la ideología dominante del miedo y la seguridad-inseguridad no necesita ni ser ni registrador, ni notario, ni catedrático, ni cirujano. La profesión de policía es la única con futuro en el ámbito público, con independencia de que su gestión sea pública o privada.
Habrá que pedir de nuevo en la carta a los Reyes Magos pistolas para las niñas y porras para los niños, para irlos encaminando a la única profesión que parece tener futuro. Lo malo es que,dadas las esrtrecheces presupuestarias, lo mismo proliferan también los delatores y se da en llamarlos "agentes de movilidad criminal".
La vida de "Nosotros".

miércoles, 3 de noviembre de 2010

SAN CARLOS BORROMEO DEBERÍA SER EL NUEVO PATRÓN DE ESPAÑA.

La verdad es que tantos años de corrupción económico-política han hecho perder a esta sociedad la decencia. Escándalo tras escándalo hemos ido todos cambiando nuestro punto de vista moral. Ya sólo nos escandalizamos justo ante unas elecciones para calmar nuestra conciencia, huérfana de un mínimum ético. Por decirlo algo más poético: entre todos hemos perpetrado la violación de nuestra mirada. Nos hemos tornado indiferentes a casi todo, salvo quizás al circo de Florentino Pérez; acaso porque de alguna esperanza hay que vivir. El ciudadano pasmado, que todo lo acepta resignadamente mientras pueda apostar y le retransmitan cada día varios partidos de fútbol y esa nueva ciencia (policía o investigación científica) que son los programas del corazón y que deberían llamarse “de ricino”, pues si con ellos directamente no vomitas, te estabilizan el estómago.

El viejo Dacio Gil se encuentra sumido en una nueva depresión andropáusica (si es que acaso la que tiene se le ha retirado alguna vez para volverle) con eso de intentar exponer razones lógicas a la juezas y jueces “especialistas”. Trabajos de Sísifo: el que nace barrigón tontería que lo fajen dice la sabiduría popular. La Justicia es un cachondeo sostuvo con gracejo andaluz aquel alcalde de Jerez. Y es cierto, quien trate de acercarse a intentar razonar a cualquier órgano judicial pertrechado con lógica y sentido común, terminará demente o melancólico. Eso le pasa al viejo Dacio Gil cuando tiene que ir (a media mañana, que sus señorías no tiene la proletaria mala costumbre de madrugar) a la Plaza de la Villa de París tomada cada martes, miércoles y jueves (los lunes y viernes son anexos al finde) por un ejército de trajeados chóferes y chóferas del leasing de la Justicia apostados en sus Fords Mondeo, Passats, BMWs y Mercedes, todos negros . En la Plaza de la Villa de París hay un aparcamiento subterráneo, pero en lo que es la Plaza, en la superficie, está tomada por el Parque Móvil Privado de la Justicia (PMPJ) con gran cantidad de autos cuyo alquiler pagamos todos los españoles. Sus Señorías no viajan en metro y por eso no saben de las cuitas de la ciudadanía ni los derroteros sociales. Qué lejos quedan aquellos tiempos en que en aquella plaza había coches particulares y unos cuantos coches de lujo conseguidos por los Magistrados en la impartición de cursos o conferencias en multinacionales o entidades bancarias que, curiosamente, habían litigado grandes pleitos en el ámbito del juez impartidor de esos cursos o conferencias. Todo limpio.

Dada la deriva facilista y la cautividad política y económica de la Justicia, aterra pensar cómo será el ecosistema de la anunciada Ciudad de la Justicia una vez hayamos digerido los parias que se ha modernizado o se intenta modernizar: Con miles de cóhoferes y chóferas (ahora son cientos), y miles de empleados de Banesto, el Santander, BBVA, Mango o incluso Zara -que, al fin y al cabo la pilota un Abogado del Estado de la misma condición y confesión de la mayoría de los altos representantes del Poder Judicial- contratados por el Estado o la Comunidad Autónoma para aparentar que imparten justicia manipulando las máquinas alquiladas al efecto (leasing también) a esas mismas empresas. Su labor será más fácil, menos decimonónica, pero desgraciadamente será igual que el sistema de gestión de multas del Ayuntamiento de Madrid o de la DGT: la argumentación reducida a un simulacro y el Derecho una víctima. Por descontado, las instituciones públicas seguirán manteniendo con el dinero de todos los españoles el leasing automovilístico para que a los “neo-jueces” dependientes de Banesto, el Corte Inglés, el Santander o Zara o Mango no se les ocurra impartir justicia contra las camarillas públicas que han canonizado sus trabajos. Ese montaje tendrá una ventaja: al menos sabremos todos que el “sistema de gestión de la Justicia” será siamés de lo que ya tenemos con las multas en Madrid. Será lo mismo.

Las reflexiones anteriores viene a cuento, no sólo por las vicisitudes personales vividas últimamente por el viejo Dacio Gil sino por lo patético del “caso Antonio Meño”, denotativo del estado actual de la Justicia, paradigmático de una situación ejemplificada por la máxima del saduceo Caifás: Es preferible que muera un hombre a que se desacrediten todas las instituciones del pueblo. El viejo Dacio Gil ahorrará detalles sobre el sangrante caso de Antonio Meño, que se encuentran en la prensa, pero es claro que sólo aireando en los medios la injusticia como ha hecho esa digna mujer, la convicción moral de sus señorías se considerará concernida, tambaleándose tal vez.

El viejo usuario de esta Tribuna Alta de Preferencia tiene una tremenda propensión a perderse en la periferia de lo que verdaderamente quería decir, ensartando digresiones. Lo que quería sugerir en este post no es otra cosa que ahora que las instituciones no respetan nada de lo existente, debería cambiarse la Fiesta Nacional. Entiende que debería trasladarse del 12 de octubre al 4 de noviembre, para que todo el universo se muriera de envidia y tratara de copiar nuestra indudable modernidad modernizada. Y no por la eliminación de protestas del público como las acontecidas en la última celebración, ni siquiera por evitar la posible contradicción con el bicentenario de la independencia latenoméricana, sino porque sería más ajustada a la realidad presente. Al fin y al cabo San Carlos Borromeo es el actual patrón de la Banca. Hoy los países llamados occidentales no son nada sin la Banca. La Banca lo es todo: concede créditos (cuando los concede) y recibe fuertes subvenciones y ayudas públicas. Y a partir de los gnomos gobernantes actuales, para colmo los Bancos y sus satélites gestionarán no sólo la Justicia sino todos los Ministerios.

Sería realmente entrañable que en vez de una parada militar fuese una procesión de banqueros y grandes empresarios y contratistas del Estado. A todos se nos caerían las lágrimas viendo pasar a la familia Botín, a la familia del señor González, la de don Isak Andic, la de don Amancio Ortega, la de don Isidoro Álverez y otras relevantes, así como sus gerentes. Nadie lanzaría un dicterio ni un abucheo. Todo serían alabanzas y unánimes aplausos . El espacio público estaría abarrotado y alborozado. Y el contento, en fin, sería generalizado. Acaso para celebrarlo como mandan los cánones, se podrían sortear televisores o vajillas entre todos los ciudadanos, asistentes o no a la procesión, con lo cual la atención ciudadana con las celebraciones sería máxima.
El viejo Dacio Gil sólo encuentra aspectos favorables con la nueva Fiesta Nacional el 4 de noviembre. Además se establecería un macropuente con el día 1 (el día de la fiesta de los ciudadanos activos o pasivos) como el que existe en el mes de diciembre. La Fiesta Nacional también dinamizaría la economía (por los viajes) y las cuentas del Estado (por los ingresos con las multas de tráfico): Todo parecen ventajas.

Dada la perversión y malversación actual de las leyes y los procedimientos legislativos, bueno sería que la consagración de la nueva Fiesta Nacional se tramitase con la minuciosidad (es un decir, claro) de la Ley de Presupuestos y con el hemiciclo engalanado el día del debate de totalidad. El Pleno en el Congreso debería ser muy solemne, copresidido por todos los jerifaltes de los Bancos, grandes empresas y contratistas del Estado.

Esta claro, San Carlos Borromeo debería ser el nuevo Patrón de España y el 4 de noviembre debería declararse Fiesta Nacional. Seguro que los países occidentales, confesionales o no, intentarían copiarnos… San Carlos, el Patrón de la globalización económica.