Alfredito es un joven de 21 años que ya ha terminado cuatro carreras y es un pitagorín que estudia con facilidad y expone lo aprendido como un verdadero experto. Tiene asombrados a todos sus profesores, que no paran de recomendarle que tome tal o cual opción profesional. Alfredito, sin embargo, lo tiene meridianamente claro: quiere ser policía. Dice que con esa ideología difusa del miedo que se ha impuesto para acobardar a los ciudadanos, el futuro es ser “fuerza de seguridad”.
Entiende que en el mercado del miedo siempre habrá trabajo. Dice que es la única opción de función pública que subsistirá a medio plazo superando con creces la “tasa de reposición de efectivos”. Explica que los policías siempre cobran sueldos y dietas por adelantado. Evoca la experiencia de un tío suyo que goza de privilegios en apartamentos realmente baratos en la costa con aquello de la "acción social". Augura que siempre habrá un Joseph Fouché en el Gobierno de turno que, por la cuenta que le traerá, aplicará todo su interés en tener contentos a los policías. Anota que cada vez hay más policías que gastan coches de alta potencia, como Mercedes. Dice que los funcionarios policiales no tienen una “mochilita” como el resto de los funcionarios sino que disponen de un auténtico “campamento base”: si te sabes colocar estratégicamente en el sindicato afín y te acercas cínicamente al Gobierno de turno y le chivas secretos de Estado y de personas, puedes tener una ascensión meteórica, tanto en la administración interior como en las administraciones exteriores. Apunta que, aunque ha desaparecido la práctica de tener una botella y una copa reservadas en los mejores Nigth Clubs, la condición de policía te facilita un curioso pluriempleo bien remunerado. Reconoce que, si te vinieran mal dadas, siempre podría recurrirse al sindicato policial para que te hicieran escolta, con lo cual comerías en los mejores restaurantes (donde se prodigan los políticos con gastos institucionales) aunque debas de comer en una esquina para divisar los movimientos de todos los comensales. Añade que, en tiempos de inclemencias, siempre puedes hacer que de los presupuestos te paguen una carrera universitaria, como se hacía con los miembros de la eufemística brigada político-social. Aventura que, además, existe una importante sinergia entre el sector público de seguridad y el pujante sector privado que garantiza una clara empleabilidad. Y concluye, además, que siempre puedes colocarte, antes de que llegue la jubilación, de espía para garantizarte una dorada senectud, dada la generosidad con que se prima a los espías. A Alfredito no se le ocurre hacer explícito lo de las facilidades amorosas de los policías o la relativa permisividad para acceder a la condición de Juez, pero el viejo Dacio Gil lo columbra del contexto de sus exposiciones. Ah, y dice, por ende, que siempre puedes acceder a ser de la “policía científica” que, en los tiempos que corren de idolatría de Prometeo, imprime cierto lustre social aquel bello maridaje denominado “inteligencia científica”.
Y argumenta…argumenta…argumenta sin parar muchos más elementos de convicción.
La verdad es que no le falta razón al hijo de Nicomedes Madero. El viejo Dacio Gil conoce policías con flamantes autos Mercedes. No sólo los de carreras meteóricas, sino también los que podrían considerarse como mandos intermedios superiores. Conoce también el usuario de esta Tribuna Alta Preferencia casos de parejas de hecho de policías que disfrutan de muy cómodos exilios en embajadas u organizaciones internacionales. Y hay, en fin, algunos que sorprendentemente han llegado, rápidamente promocionados, a Delegados del Gobierno e incluso a Directores Generales.
Siempre ha sido así y los políticos del tipo de Fouché lo han sabido siempre. Quien dude de ello que se haga con la biografía de ese oscuro personaje histórico escrita por Stefan Zweig. Los políticos a los primeros funcionarios que necesitan para sus oscuras maniobras es a los policías. Y son a los primeros que recompensan. Esas perversiones han producido que los cuerpos y fuerzas de seguridad no sean, ni mucho menos, globalmente consideradas, congregaciones angélicas. Hay luchas intestinas entre los sindicatos para ganarse el favor del político de turno. Esa lucha fratricida contribuye a que prácticamente no haya plantillas (RPTs) en este ámbito funcionarial. Prácticamente todo, hasta los puestos más subalternos, se resuelve por libre designación. El mérito y la capacidad de estos funcionarios, pues, se demuestra de manera diferente al resto de los funcionarios de base, puesto que es evidente; aunque alguien dirá que la libre designación es el sistema que se aplica al resto de la aristoburocracia, que los altos funcionarios se reclutan para la cúspide de las administraciones de esa manera digital. Lo que pasa es que los últimos gobiernos que los ciudadanos venimos padeciendo desprecian la promoción funcionarial reglada y objetiva, como desprecian la primacía de la ley o el Derecho en su conjunto y han llevado el modelo policial al esperpento.
Lo grave es que el mismo gobierno del señor Zapatero, que no ha dudado en meter mano en los ahorros de los funcionarios más básicos, desprecia una y otra vez objetivar y racionalizar las plantillas policiales acaso para mantener una suerte de “fondos reservados o de reptiles” del siglo XXI. Y lo más sorprendente es que las únicas relaciones de puestos de trabajo que los jueces de lo contencioso (¿por qué será?) han osado entrar a analizar, con la máxima prudencia, sean las policiales.
Mejor será no meterse en desentrañar los aspectos más oscuros de las fuerzas y cuerpos de seguridad, o de los jueces y fiscales. Pero oscuridad hay; y mucha más de la que nos detenemos a pensar. Quedémonos, pues, en la periferia no sea que nos busquen las cosquillas. Aunque una cabal consideración de nuestra propia condición humana debe de hacernos reflexionar sobre ello…aunque indefectiblemente se nos aparezca la tenebrosa Razón de Estado que también proyecta su más siniestra sombra sobre las sedicentes democracias.
Pero, a lo que vamos, que el viejo Dacio Gil se pierde en meandros no recomendables: Alfredito Madero es verdaderamente una lumbrera. Con la ideología dominante del miedo y la seguridad-inseguridad no necesita ni ser ni registrador, ni notario, ni catedrático, ni cirujano. La profesión de policía es la única con futuro en el ámbito público, con independencia de que su gestión sea pública o privada.
Habrá que pedir de nuevo en la carta a los Reyes Magos pistolas para las niñas y porras para los niños, para irlos encaminando a la única profesión que parece tener futuro. Lo malo es que,dadas las esrtrecheces presupuestarias, lo mismo proliferan también los delatores y se da en llamarlos "agentes de movilidad criminal".
La vida de "Nosotros".
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