Es Pacososa uno de los mejores exponentes actuales de la gente guapa de Rojiquistán. Tiene la agilidad mental, la formación y cierto talante liberal que lo acreditan como dandy. Un dandy peculiar pues en el de Alhucemas, con la elegancia de un inglés y la facilidad de enamoramiento lingüístico del francés, predomina la pesada formación germánica y de ahí el abolengo de su segundo apellido, nada menos que Wagner. Su porte ha sido siempre elegante y juvenil con un no-se-qué seductor de las mujeres en justa reciprocidad a la atracción que las bellas damas provocan en él. Su imagen, salvando las distancias, evoca la de Jean Rochefort sin bigote , aunque bien pudiera reunir las notas distintivas de cualquiera de los protagonistas principales o secundarios de alguna de las películas de Patrice Leconte, especialmente La maté porque era mía (al marido despechado, al tío juez, al aviador, al amante de la mujer del piloto...). Es Pacososa, además, un digno padre de familias que hace frente a sus diferentes responsabilidades de tal condición al modo que exige el ortodoxo derecho civil tradicional.
El Derecho Administrativo -hoy extinguido y cuyas cenizas se han esparcido en la Gobernanza, una vez celebradas sus exequias-era para mucha gente una disciplina plúmbea y para otros el desnudo lenguaje del Poder. Empero Pacososa demostró que un derecho tan cínico tenía también su faz más literaria y hasta romántica. Junto a su primer valedor en Bilbao, Ramón Martín Mateo, formó una especie de dúo que buceaba en el extrarradio de las rigideces del pétreo lenguaje reglamentario tan caro a las burocracias. Y en su cervantino intento se terminaban cobrando brillantes perlas. Y las conseguían cada cual con diferente aparataje: uno –el valedor- con la futurología y la ingeniería social, Pacososa sacándole partido a la literatura y a su cualidad de buen observador del alma –y el cuerpo- femeninos, su visión de la vida bien vivida.
Es ¿a qué dudar? Pacososa un eminente jurista que dejó su huella en la Comisión de Expertos García de Enterría para deshacer el entuerto constitucional de la LOAPA. Es además un jurista literato que patentizó en una cabal Exposición de Motivos, el “campo de Agramante” que es el Régimen Local hispano. Ha hecho sus pinitos de político socialdemócrata desde una SGT en el ministerio de “la cosa” y finalmente se ha adherido al curso de los tiempos practicando la mutación vital (que no el estricto transfuguismo político) dejándose captar para el UpyD para practicar un doradísimo retiro, compatible con sus otras actividades, en el permanentemente meado eje Bruselas-Estrasburgo-Luxemburgo. Allí forma un nuevo dúo sacapuntas de apariencia quijotesca con su amigo y coleguita Pichelo. Mientras tanto, Pacososa ha sabido cultivar la inteligencia desde su blog Guindas en aguardiente donde pueden admirarse sus irónicas entradas. En el bog EsPúblico ocupa lugar preeminente su sublime post El Derecho administrativo gusta de los cadáveres, que sugiere múltiples reflexiones. Todo ello le absuelve de su mayor pecado, el leonés: el haber presidido la tesina –nunca mejor dicho- de un ambiciosillo diputado que parecía aspirar a algo. Desgraciadamente esas ambiciones del hijo del empleado del Ayuntamiento franquista y abogado (¿también filocomunista, con el equilibrio inestable que eso comportaba en los años del sedicente Generalísimo?) también terminaron enterrando muchas ilusiones –y patrimonios- en España. Pecado de difícil absolución.
Pero Pacososa no es ni mucho menos un cadáver. Antes al contrario es un hombre vivido; muy bien vivido, en la completa acepción de esta expresión. Por eso no ha extrañado verlo blandiendo un pepino de tamaño oversize en inequívoco mensaje semiológico. Y además de mostrar el pepino hablaba cadenciosamente, casi susurrando, demostrando Pacososa que conoce a la perfección la psicología femenina y el mensaje suasorio de los símbolos. No en vano el matrimonio Pease destaca que “es genial ser hombre porque puedes comprar pepinos sin que te dé vergüenza” (Por qué los hombres no escuchan y las mujeres no entienden los mapas, p. 279).
Enseñar erga omnes (y a las mujeres también, por descontado) el pepino sólo lo podía hacer un hombre con las experiencias de Pacososa. ¿Cabe imaginar una eurodiputada, española o no, con el pepino tamaño oversize sin que se le derritiera en la mano tras tan continuada fricción calórica producida por el sonrojo en un contexto oral y argumentativo? Es Impensable, ciertamente. El guirigay sería hoy estruendoso. Habría dado lugar a una polémica honda y penetrante. Pero Pacososa lo hizo distinguidamente ataviado con la corbata de lazo que acompaña su imagen desde comienzos de los 90 del siglo pasado, con elegancia british, persuasión amatoria francesa, mirada seductora italiana y pesadez argumentaria tedesca. ¡Defendiendo a España y sus pepinos! Intentando dignificar a un país, a una agricultura, a una forma de amar. O, para no evocar demasiada pretenciosidad, una forma de hacer o hacerse el amor.
Hoy, cuando tan depauperada está la imagen de los políticos, Pacososa ha demostrado una vez más estar por encima de la media. ¿Qué digo? Muy por encima de la elite patria y europea. Seguro que se le objetará a este viejo Dacio Gil que eso sólo lo pueden hacer los bienvividos, los muy bien vividos. De acuerdo, hay que aceptarlo de plano, pero Pacososa ha sacado el pepino en la sede solemne (?) del parlamento europeo afeando la apresurada imputación de eyaculación precoz (oh perdón, la falsa infección precoz) del pepino hispano. Españoles y españolas nos sentimos consolados con el mensaje de Pacososa y UPyD (esa colección de veteranos ex altos cargos socialistas como Luis de Velasco que reedita el aspecto de un Pablo Iglesias del siglo XXI) sacará sus réditos de esta lúcida imagen anfibológica. Como aquella canción quisiera ser un pez de Juan Luis Guerra.
Pero a lo que vamos. Desde esta Tribuna Alta Preferencia hay que destacar como se merece la figura de Pacososa. Dentro de la medianía dominante él reúne todas las notas para sacar a España de este atolladero al que han conducido unos y otros. Como está bien vivido e intenta que los de su alrededor vivan igual de bien, nada hace pensar que no lo quiera intentar con todos los españoles y españolas. Cuidado, no el pepinazo, sino el acceso a la felicidad. Cada uno con sus aspiraciones, fantasías y fetiches, pero con una idea clara de la felicidad. Pacososa lo tiene todo y además lo sabe decir pepino en mano sin que nadie se escandalice. Como muchas mujeres y hombres, el viejo Dacio Gil no le hace ascos al argumentario de Pacososa. Bien al contrario. Es un hombre inteligente bajo la carcasa refulgente de un dandy. Ha sido cocinero antes que fraile. Conoce los secretos de la cocina, del tocador y del derecho burocrático. ¿Qué más se puede pedir tras el cataclismo de la secta de zapatero?
Pacososa for President. Porque sabe ilusionar de palabra y obra. Es consciente que una imagen vale más que mil palabras. Y España y las españolas y españoles estamos muy necesitados de consuelo e ilusiones. Pacososa sabe. Por eso puede hacerlo mejor que nadie.
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