Habrá que dejar que se serenen los ánimos mediáticos. Ya habrá tiempo de hacer un cabal análisis retrospectivo. Pero algunas cosas han quedado meridianamente claras. Hoy, como pasa siempre en el día después, todos los implicados en la escenificación (el Gobierno fallido y los sindicatos trepadores y pesebristas) sacan pecho y entonan "hemos ganado". En un contexto tan prolongado en el que todo está manipulado, el manipular ahora unos y otros los datos es un pecado venial. Los sindicatos lo vienen haciendo desde hace mucho en las distintas administraciones. Con el PP sacan tajada porque ese partido prefiere comprarlos y colocarlos para que le garanticen la "paz social" (?) y silencien sus desmanes. Con el PSOE, son tratados de manera nepotista y raro es el jerifalte sindical que no se ha encumbrado al grupo A de la función pública por los caminos más sinuosos. Las disposiciones adicionales y transitorias del la ley de Medidas de la Función Pública son sólo una pequeña anécdota con lo que ha sucedido después con los castos principios "mérito y capacidad" violados repetida y sistemáticamente por ese violador en serie que goza de impunidad guatemalteca llamado nepotismo.
Dacio Gil ha conocido un jerifalte sindical que cuando llegó a jefe de personal no quería oír ni hablar de su pasado (y presente) sindical: era un auténtico tirano, reptando ante las jefaturas. Cualquier funcionario puede poner el ejemplo de cualquier sindicalista promovido a grupo A en cualquier administración: por lo general son manipuladores de los que sólo cabe desconfiar. De sindicalistas no usaban corbata. Como grupo A no se la quitan. En el caso de las sindicalistas del género femenino Dacio Gil puede airear una a la que se le preparó específicamente una prueba para acceder sin trabas a ese grupo: es un ejemplo de la malignidad más absoluta. Su lista de víctimas es interminable.
Los funcionarios honestos y cabales -los oportunistas y los "tibios" no, como es de suponer- recelan de los sindicatos. Ayer estaban, a no dudar, escindidos. Y hoy tampoco estarán satisfechos. Lo poco que puede pulsar este viejo Gil el ambiente de los funcionarios honrados y cabales (que son, además, los más comprometidos y socialmente implicados) conduce a considerar que estos funcionarios están hartos de ver ilegalidades de todo orden: pésima organización inducida adrede; "camarillas" de chivatos y súbditos; (M.I.A) Mediocridad Inoperante Activa; ejércitos enteros de personal de empresas (arrendamientos de servicios, auditorías externas, asistencias técnicas, personal de ETTs, personal de confianza, etc., etc., etc.) haciendo labores funcionariales y los funcionarios haciendo labores que las empresas tienen encomendadas por contrato de servicios; secretarias de Directores Generales que no son funcionarias sino que son empleadas de las empresas de arrendamiento y muchas irregularidades más. Hecha la ley, hecha la trampa: esas personas de las empresas, asesoradas por los propios directivos públicos, se hacen con pruebas y demandan luego en la jurisdicción social al organismo público y ¡Zas! Ya son fijos, y luego funcionarizados en la élite.
Las funcionarias y funcionarios cabales que esto viejo dacio Gil conoce ven todo eso y ya callan. Sensatamente. Hace tiempo que perdió las fuerzas para rebelarse. Toda la Aristocracia del Estado es igual sea quien sea el que gobierna: la élite funcionarial se lava las manos, sólo va a consolidar su máxima retribución, no existe la solidaridad ni vertical ni horizontal con los demás funcionarios, más allá del puro verbalismo. Podría decirse que, con honrosas excepciones, la administración es deliberadamente una organización tóxica y a los políticos no les interesa en modo alguno cambiar ese patrón perverso: lo necesitan así para campar a sus anchas despreciando la legalidad con descaro. Por eso se prima el incumplimiento generalizado y la aplicación estricta de un derecho que no se estudia en las universidades ni se aprende en los temas de oposición: el Derecho Cínico. De unos sindicatos que conocen todo esto y que obtienen "sinecuras" por su silencio ¿qué se puede esperar? Lo que esperan los funcionarios honestos y probos: Nada, a lo sumo la mentira y la manipulación.
El funcionario honesto y cabal se ha manifestado ayer de la única manera coherente a su conciencia. Es decir, intentando que lo le quiten ni un ápice más de su escuálido zurrón. Eso no quita para que en su fuero interno consideren con toda la razón del mundo que unos y otros de los actores de este sainete de bancarrota estatal sean Alí Babá y los 400.000 ladrones.
Dacio Gil quiere homenajear a las sufridas funcionarias y funcionarios por los que puede poner más que las manos en el fuego y felicitar su actitud coherente con su conciencia honrada. Y como presente intangible quiere ofrecerles -ya que no puede unas rosas (pero no las marchitas del Gobierno)- unos intangibles en forma de lecturas sobre funcionarios:
1) El hombre roto. Tahar Ben Jelloun. Anagrama 1994. La conmovedora historia de Mourad, un humilde funcionario marroquí honesto a carta cabal en un mundo de corrupción administrativa. Tahar Ben Jelloun es un magnífico escritor muy respetado y referente moral imprescindible. Cualquiera de los funcionarios honestos que Dacio Gil conoce se verá reflejado en él y reflejada la irracionalidad de las organizaciones corruptas.
2) La guerra de Fink. Martin Walser. Lumen 2000. Stefan Fink es otro funcionario honesto (este alemán) al que intentan -y logran- desalojar de su puesto con imputaciones falsas de un partido político. Es el debate interior entre el honor de la condición de funcionario y la propia conciencia. Termina venciendo la persona tras una larga batalla personal e institucional. El tribunal contencioso administrativo también participa en la Omertá o ley del silencio que le imponen. Martin Walser no necesita presentación: presenta los universos kafkianos como lo que son, mucho más frecuentes en la vida real de lo que parece.
3) España en astillas. Alejandro Nieto. Tecnos 1993. Contiene artículos muy atinados sobre la realidad administrativa. Especialmente la virtud recompensada y la piqueta. En este último (p. 119) Nieto concluía: "Con lo cual surge la última pregunta inquietante: ¿no será que el Estado procura deliberadamente quedarse solo? ¿No será que los políticos pretenden aislarse, para que nadie les moleste en el ejercicio de su profesión, y después de haber prescindido de los funcionarios quieren también apartar a los ciudadanos?". Alejando Nieto es imprescindible para hacerse una representación mental atinada de la realidad de la función pública. Viene clamando, como es de suponer, en el desierto. Una joya, como toda su obra. Se trata de un libro dificilmente encontrable.
4) Funcionario Público. Dolores Medio. Ed Destino. 1972. La historia humana de Pablo Marín un funcionario de correos que vive con estrecheces pero prima su honestidad a carta cabal. No sabe aprovecharse, no es ventajista. Dolores Medio ha descrito en sus novelas realistas a la denominada clase media funcionarial. Tanto funcionario público como Diario de una maestra describen a la perfección el mundo funcionarial.
5) El desierto de los tártaros. Dino Buzzati. Ed Gadir 2008. La carrera profesional del honesto y vocacional oficial Giovano Drogo en la Foztaleza Bastiani. La espera del ser humano. La vida oficial de un hombre en un vacío institucional inmenso. Una obra maestra, como Un Amor.
Y como en este mundo de la red hay intrépidos que acceden a cualquier documento histórico, es recomendable el programa de La Clave de TVE dirigido por J.L. Balbín titulado "Los Funcionarios", en cuyo debate participaron entre otros Alejandro Nieto, Alfonso Guerra, Enrique Veloso (creo recordar) y Jesús Vicente Chamorro. Antes del debate se exhibió la película de Il Cappoto de Alberto Lattuada, adaptación del relato de Nicolás Gogol el abrigo o el capote (puede encontrarse, junto con otros cuatro relatos, en Historias de San Petesburgo. Alianza 1998). Un muy humilde funcionario municipal apellidado De Carmine que vive con grandes estrecheces y sólo dispone de un abrigo muy muy desgastado. Su ilusión es zurcirlo y remendarlo, pero termina encargándose uno. Alcanzada la ilusión del capote a medida, su vida no deviene a mejor.
Reconocimiento, ánimo y enhorabuena a los funcionarios honestos y cabales que una vez más han demostrado sentido común y buen juicio en esta escombrera institucional que es la España de 2010. Debatiéndose contra su propia conciencia que repele el estado de excepción del Gobierno, no han permitido que les diezmasen aún más su magro estipendio. No se han prestado a la bullanga. Han mantenido su dignidad ante los manipuladores. ¿Cuál será su destino si el estado de excepción se mantiene?
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