Desde esta tribuna alta preferencia se divisa a medio plazo un futuro importante para América Latina. O ese debería ser, al menos, su destino en condiciones objetivas. Dispone de un enorme arsenal de recursos naturales de los llamados "esenciales" y se desarrollan en su interior unos recursos que son verdaderamente "humanos", de esos que en Europa ya escasean. Es obligado que nos vayamos despojando definitivamente de esos prejuicios que nos han inculcado sobre los sudamericanos. Allá se encuentran las alternativas más originales a los infortunios que cadencialmente les azotan. Infortunios que a los ciudadanos de Europa nos angustiarían y nos sumirían en una profunda crisis: Dictaduras, corralitos, asfixias del FMI, expolio de recursos naturales, sistemática especulación financiera de las empresas multinacionales, dificultades estructurales para contar con un Estado social digno de tal nombre etc., etc.
Quien conozca bien el cono sur sabe que allá se han armado las mejores alternativas a la solidaridad institucional, que allá todavía se mantiene una idea humana sobre la dignidad humana, los afectos en los grupos de pertenencia y la proximidad de los semejantes (otra cosa son, naturalmente,las deficientes respuestas institucionales). Que es un semillero enel que florecen los mejores creativos y artistas. Sólo hay que detenerse a observar con una mirada exenta de los prejuicios que nublan la pretendida superioridad europea. A América Latina no puede vérsela desde la óptica simple de la mano de obra barata (del "ejército de reserva" que decía Marx), no. América Latina dispone de recursos humanos que hacen verdadero honor al adjetivo, cualificados por la formación humanística sin los resabios que aquejan al llamado Primer Mundo y sus miméticos seguidores y pretendientes. América Latina es un complejo entramado de países y etnias en los que se manifiestan no pocas desigualdades y contradicciones no siempre endógenas, pero es palmario que el futuro reside en sus peculiaridades: sus enormes y cualificados recursos humanos y materiales y su defensa de lo autóctono que les permite tener una menor contaminación "cultural" de la modernidad líquida.
Hoy me quiero referir al "paisito"; a la República Oriental del Uruguay. Pedazo de tierra que en su día fue conocida como la Suiza de América Latina. Un país que limita por casi todos lados con el agua. Un país en el que hasta hace poco había mas cabezas de ganado que ciudadanos con derecho a voto y eso que el sufragio es obligatorio. Con unos paisajes de una belleza que estremece. Aunque lo que verdaderamente cautiva es el alma de ese pueblo en apariencia resignado y serio que, además, dispone de un alto nivel de formación elemental. Potencialidades todas bajo la sempiterna sombra larga de sus cuantitativamente grades vecinos Argentina y Brasil.
El Uruguay es mucho más que Mario Benedetti y el "abrazador" Eduardo Galeano. Mucho más que Fernando Morena o Diego Forlán; que Esteban Batista o Pablo Cuevas; que Pepe Mujíca o Wilson Ferreira Aldunate. Y, por supuesto, mucho más que Punta del Este.
Para dar un ejemplo de todo lo aseverado, tomemos el cine uruguayo contemporáneo y sus tres películas más representativas: Whisky, El viaje hacia el mar y El baño del papa.
En España es muy conocida Whisky por haber alcanzado un premio Goya y haber sido distribuida en las salas comerciales y en varias televisiones. Refleja una imagen del Uruguay en su triple espíritu; emprendedor; "calmo y quieto"; y abnegadamente amoroso, que se aprecia en sus tres personajes principales. Es una película altamente recomendable y hace mérito a la acogida mundial que ha tenido.
El viaje hacia el mar es una película en apariencia simple -como aparentemente simple es el relato del que trae causa- que conjuga y muestra muchas de las características del pueblo uruguayo y su extraordinario ecosistema. Unos paisanos que se dirigen a unos parajes para ellos desconocidos, parajes de indescriptible belleza. Refleja también una visión del mundo, la cabalmente uruguaya sin mixtificaciones vecinales. Es también recomendable por muy diversos motivos.
El baño del papa es un peliculón que rebasa con creces la descripción del "paisito". Es una auténtica parábola de la corrupción institucional, de la dignidad de la pobreza, de los falsísimos Eldorados mediáticos, de las dificultades del sano espíritu emprendedor y de la sempiterna vigencia del viejo brocardo periodístico "no dejes que la realidad te estropee una buena noticia" que se aplica cada día por los medios de comunicación. Es, sobre todo, un mensaje sobre la dignidad del ser humano. Del ser humano "sin atributos" de modernidad. De la grandiosidad de la supervivencia cabal y honesta. Es, en definitiva, una obra coral sobre la bondad (y su contrapunto la malignidad) del ser humano, cada uno como puede y su corazón le dicta. El mensaje es que la bondad y los bondadosos gozan de mayoría absoluta pero no son bienaventurados por el Señor en la tierra. Y son los que creen en el señor.
¿Por qué no ha visto en España la luz en los circuitos comerciales? nos preguntamos algunos. ¿Tanto pesan los poderes fácticos y los iconos mediáticos? Algún día se hablará en esta tribuna de la "razón anamnética" e iremos de los general a lo concreto. Pero para ello habrá que esperar a que escampen los alaridos sobre el juez Garzón y sobre la Ley de la memoria histórica, separando, mientras tanto, el heno de la paja; esperando que se detenga el ruido que nubla el entendimiento. Como suele mandar otro tardío y sabio: Tzevetan Todorov.
Uruguay es el paisito de los abrazos. Y su cine contemporáneo clara manifestación de ello.
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