Sigue este Dacio Gil dándole vueltas a la reciente decisión del presidente Zapatero de expropiar una parte del sueldo de los empleados públicos. Intenta este viejo Gil desentrañar siquiera una sola razón que no ya impusiera sino que al menos aconsejara tan desproporcionada, drástica y "ajurídica" medida. Es imposible encontrarla de buena fe. Únicamente desde la fría utilización de la razón instrumental cabe plantarse algo semejante: recaudar de la manera más sencilla todos los dispendios llevados a cabo por los disparates anteriores de ese mismo gobierno. La expropiación de parte del sueldo funcionarial parece una medida de género: intervenir la cuenta corriente y la nómina del cónyuge infiel. ¿Pero acaso los funcionarios han sido infieles y han abandonado al Gobierno, yaciendo con esa oposición que carece de contornos estéticos y atractivos femeninos? ¿Es que los funcionarios han llevado a cabo -como deberían haber hecho hace tiempo- su particular Motín de Esquilache? Zapatero se ha comportado como un arbitrista más, de los que pueblan la historia de España. Eso es muy grave en el contexto de modernidad que viene publicitando a los cuatro vientos. Acaso una razón extrema a la que podría intentar asirse el actual no-gobierno de inempleados inempleables podría ser que la actual guerra fienanciera que el capitalismo del desastre ha desplegado contra la UE para atemorizar a China, no le ha dejado otro camino que allegar fondos de donde sea, incluso debajo de las piedras... de Gürtel, Marbella y de Roldán. Al fin y al cabo -seguro que dirán sus asesores internos y externos- cuando se declara una guerra los Señores siempre han tenido que allegar fondos para poder defenderse. Eso ha pasado en todas las guerras, concluirán. Siendo extraordinariamente benévolos podríamos concederles el beneficio de la duda si las cosas se hubieran hecho correctamente, de manera digna y cubriendo las formas. Pero no ha sido así. Como siempre, se ha hecho de forma chapucera y por sorpresa. Con premeditación (las anteriores medidas dispendiosas) y alevosía. Propio de lo que son: unos diletantes sin experiencia alguna (aunque con muchos años de generosos sueldos públicos). Son demasiados engaños y chapuzas uno detrás de otro para que intentemos creerlos de nuevo. Recuerda la chapucería de la expropiación de Rumasa. Y recuerda otras cosas más que desgranaremos más adelante.
Se empeña el profesor Márquez Cruz una y otra vez en explicar de la manera mas precisa posible la planta de la Administración local y sus sempiternos problemas de gobernabilidad. Una autoridad en la materia como este catedrático incide siempre en la idea de que la Administración local española del siglo XXI está montada casi exclusivamente sobre una planta del siglo XIX. Está en lo cierto. Y esa anacrónica característica tan propia de las Corporaciones Locales es también predicable de la Administración del Estado y de las Administraciones autonómicas: la covachuela. Mientras, la publicidad institucional "vende" a los ciudadanos la proliferación de órganos e instituciones pretendidamente eficaces y eficientes en todos los ámbitos propios de la modernidad y la innovación emprendedora I+D+I, pero a los detentadores del poder les interesa valerse de patrones orgánicos vetustos y en permanente crisis para enmascarar las verdaderas decisiones que suelen tomarse a cencerros tapados. No parece preciso mostrar los ejemplos que refiere el profesor Márquez Cruz para la Administración local y sus sistemas de gobierno de diversidad dentro de la igualdad . Valga como ejemplo el llamado "Plan E" de inversiones en obras locales y sus perversiones de aplicación. La ingeniería de subcontratas en cascada bajo el manto (o el paraguas) de empresas adjudicatarias aparentemente solventes ha sido escandalosa en el caso del Ayuntamiento de Las Rozas de Madrid. El reciente trabajo sobre la gobernabilidad local nos permite entroncar una vez más con Alejandro Nieto y su obra Los primeros pasos del Estado Constitucional. De seguido se sabrá el porqué.
El usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia no está capacitado para hablar de Administración local, aunque la sufre. Algún Ayuntamiento ha entrado ya en su cuenta corriente en base a una pretendida infracción de aparcamiento a pesar de haber recurrido en todos sus trámites una multa escandalosamente injusta. Tampoco está capacitado para seguir hablando de la decisión del gobierno de entrar a hurgar las nóminas de todos los empleados públicos ¡y de los pensionistas!, pero comprobado que a la mayoría de los madrileños le ha quitado bien la DGT bien el Ayuntamiento dinero de sus cuentas corrientes, nada tiene de extraño que ahora este gobierno intente recaudar haciendo lo mismo. Dado que el derecho administrativo no existe y los tribunales especializados en detener las inmunidades del Poder son pura entelequia cuando no cómplices, cada cual se encuentra indefenso: el sistema de garantías jurídicas se ha precipitado en el vacío y ha sido sustituido por ordenadores que repiten fórmulas esteriotipadas sin capacidad de lícita revocación. Esos mismos ordenadores permiten la rápida incursión en las cuentas privadas. Cada cual tiene alguna experiencia propia escandalosa, por lo que no es cuestión de alargarse sobre ello.
Carlos Cano en la célebre canción La Metamorfosis decía que éste era el tiempo de los enanos, de los liliputienses, de títeres, caretas, horteras y parientes, de la metamorfosis y la mediocridad que de birlibirloque te saca una Autoridad. Y no le faltaba razón. La creciente deriva de la cosa pública (cada vez más diminuta a pesar del universo creciente de Autoridades) y el desconcierto financiero reinante levanta acta de ello. Y de la inmensa lista de damnificados por los liliputienses. Bien es cierto que el actual problema de estatura de los políticos es universal y no sólo español, pero eso no exonera para nada a los gobernantes españoles; antes al contrario, les pone en evidencia ante el paisanaje. El gobierno en relación con el arbitrismo demostrado o es incompetente o desprecia a los ciudadanos o no es en modo alguno soberano. Y cualquiera de ambas hipótesis le desacredita de raíz. En el caso de la dentellada a los funcionarios, con el tiempo surgirá algún asesor o estómago agradecido que saldrá diciendo que la detracción de emolumentos a los funcionarios ya se dio antes en la historia. Y es aquí donde conectamos a Márquez Cruz con Nieto: en el siglo XIX, en la época en la planta de la administración, en la de la covachuela. Como no podía ser de otra manera, Alejandro Nieto es quien nos guía y nos lo descubre al estudiar, en el libro de referencia, el mundo de los cacicatos, del pandillaje, de las bullangas, de las cesantías, de la corrupción, de la funcionarización del clero y la concepción patrimonial del Estado. Dedica todo un capítulo -el VII- a los empledos públicos ("el sistema de botín se generalizó" dice al referirse a la militancia política de los empleados), en un apartado titulado "penurias presupuestarias" introduce un subapartado que titula Rebajas en los sueldos y contribuciones sobre ellos. Es en ese subapartado dónde podemos encontrar la reflexión de Nieto de que era tal el caos económico, la descapitalización del Tesoro y los retrasos de hasta seis meses en el cobro del sueldo funcionarial que por Real Decreto de 19-6-1938 se estableció una reducción de los sueldos proporcional a su importe "siendo de notar -apunta Nieto- que se acudía ala fórmula de las "rebajas" y no a la que parecía más normal -la imposición de una contribución- porque se entendía que los sueldos de los empleados públicos no eran susceptibles de impuesto...Situación que en 1838 llegó al sarcasmo al exigírseles (con excepción de los militares) una mensualidad de haberes a título de "donativo forzoso no reintegrable"...Las inevitables consecuencias de todas estas disminusciones retributivas pueden imaginarse y desde luego eran perfectamente conocidas en la época según demuestra el realista comentario de Barrio Ayuso: El cercenar a uno la dotación que tiene y no dejarle para mantenerse, es poner a los hombres en la triste situación de que no cumpla exactamente con su deber o de hacerlos malvados´´
Como siempre Alejandro Nieto -y también Guillermo Márquez- pone el dedo en la llaga: Frete al arbitrario arbitrio arbitrista del gobierno de turno sólo cabe al funcionario acoplarse a lo que pretende el propio gobernante, a la "dictablanda", como en el caso del franquismo a cobrar poco y a rendir menos, con el consentimiento del propio gobierno. Pero ahí radica el peligro sobre el que vienen advirtiendo, cada uno en su especialidad, Nieto y Márquez: al relajarse los controles internos y el celo funcionarial, los gobernantes encuentran menos dificultades para seguir perpetrando sus atropellos.
Desde esta Tribuna Alta Preferencia estaremos atentos a la cobertura jurídica que el gobierno quiera dar a su expropiación e intervención extrajudicial en la economía privada de los servidores públicos. Pero ya apunta una consecuencia ineluctable: ¿Serán capaces los políticos de gobernar dentro de una elemental seriedad con unos funcionarios puestos en la tesitura de no cumplir o hacerse malvados? ¿Se barrunta una época de "dictablanda" como en el franquismo postrero? ¿Ha valido la pena la transición democrática en el mundo de las administraciones? ¿El fantasma de la cesantía amenaza de nuevo? Economía o garantías jurídicas: Esa es la cuestión. Reclamemos que los políticos pongan el acento en el hombre (dicho aquí en su acepción poética, omnicomprensivo de todos los géneros humanos, naturalmente) y se olviden de ponerlo exclusivamente en la economía.
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