No debería sacar conclusiones apresuradas el curioso lector por la rúbrica del presente "post". Allegro ma non troppo no es la típica expresión culterana y políglota con reminiscencias musicales de un inveterado pesimista incapaz de llegar nunca siquiera al molto vivace. Se trata de la manifestación de la capacidad de observación y análisis sobre las cualidades de los seres humanos desde una atalaya privilegiada. Atalaya a la que sólo acceden determinadas personas singulares. Singulares porque además de otros atributos, gozan de un don divino especial: expresarse en pocas pero certeras palabras que contienen inmensidad de ideas.No todos los grandes hombres (y mujeres) han escrito obras enciclopédicas o Tratados o Manuales Universitarios. No todos ni todas los autores de esas obras pasan a la historia con la misma relevancia o estruendo mediático. Como se comprobará, hay obras que siendo excepcionales no ocupan páginas y páginas de extensos libros.
Igual que hay escritores, como hacía Ramón Gómez de la Serna, que pueden retratar de manera cabal o acertada a una persona con sólo siete palabras, tal y como ha quedado plasmado en sus célebres gregerías , hay otros que pueden llevar a cabo todo un tratado sobre una características determinantes de los seres humanos en sólo 34 páginas. Un tratado que también puede servir de juego para examinar las cualidades de los diferentes seres con los que nos relacionamos diariamente, ya que agudamente el autor incorpora un anexo para poder llevar a cabo la evaluación.
El invitado hoy a esta Tribuna Alta preferencia va a ser un profesor de economía -de historia de la economía para más señas- de nacionalidad italiana que a los 23 años recibió una beca Fullbright y que en su larga carrera docente llegó a ser profesor en Berkeley y en diferentes universidades italianas, Este viejo Dacio Gil, con acrisolado desprecio por la economía, tiene entre sus mejores maestros de papel al invitado de hoy, comparable a otro maestro economista como Max Weber, que también se dedicó a la historia económica. Como no podía ser de otra manera, proviniendo de un especialista en economía, su análisis se centra en las grandes organizaciones y en las instituciones en las que se adoptan las grandes decisiones. En resumidas cuentas el tratado sobre el que hoy vamos a detenernos se aplica a los grandes líderes de todas las organizaciones o instituciones sin excepción y vendría a ser un complemento a anteriores "posts" sobre el liderazgo. Por esas características el amable e inquieto parroquiano podrá identificar a muchos de los líderes mundiales del momento. Y, por descontado, a los españoles. Y a los grandes economistas que no han sido capaces de anticiparse a las consecuencias de la época singular de la historia que nos ha tocado en esta década del siglo XXI: vivir una época de dura postguerra con el consiguiente ajuste económico sin haber mediado una guerra, ni siquiera una escaramuza bélica. Postguerra motivada por los intangibles financieros. S0bre este tema habrá que volver en esta tribuna, pero ahora no podemos detenernos en él.
Dado que el inquieto parroquiano estará deseoso de conocer a tan eximio personaje lo anunciaremos a bombo y platillo para el que no lo haya identificado ya: Se trata de Carlo Maria Cipolla (Pisa 1922-2000) que en 1988 editó en Bolonia un librito que se puede encontrar en español en Mondadori de bolsillo (Barcelona 1998, 85 pp.) con el título del encabezamiento de este post, Allegro ma non troppo.
El librito se estructura en dos partes: 1ª. El papel de la pimienta en el desarrollo económico de la Edad Media (pp. 9 a 49) y 2ª. Las Leyes Fundamentales de la estupidez humana (pp. 51 a 85) y es calificado por el propio autor "como una ironía bonachona y pacífica". El librito rezuma humor en las dos partes en las que se subdivide, como se aprecia en la delimitación que sobre el humor lleva a cabo el propio autor: "Hacer humorismo sobre la precariedad de la vida humana cuando uno esta junto a la cabecera de un moribundo no es humorismo. En cambio, cuando aquel gentilhombre francés , que subía las escaleras que le conducían a la guillotina, tropezó con uno de los escalones y dirigiéndose a los guardianes exclamó Dicen que tropezar trae mala suerte, aquel hombre bien merecía que se le perdonara la cabeza." A los efectos de esta tribuna nos centraremos exclusivamente en la segunda parte, aunque la exposición sobre esta particular especia que es la pimienta no tiene desperdicio.
Cipolla, al objeto de preparar al lector sobre su minúsculo tratado relativo a la estupidez humana, señala en la introducción que el pesado fardo de desdichas y miserias que los seres humanos deben soportar, ya sea como individuos o como miembros de una sociedad organizada, es básicamente el resultado del modo extremadamente improbable -e incluso estúpido- como fue organizada la vida desde sus comienzos. Y concreta su ámbito de estudio en un grupo mucho más poderoso que la Mafia, o que el complejo industrial-militar o que la Internacional Comunista. Un grupo no organizado, que no se dirige por ninguna ley, que no tiene jefe, ni presidente ni estatuto, pero que consigue, no obstante, actuar en perfecta sintonía, como si estuviese guiado por una mano invisible, reforzándose sus miembros entre sí. Dacio Gil puede asegurar que el autor no se está refiriendo en concreto a los Presidentes de las Comunidades Autónomas ni a los miembros de Gabinete, ni a muchos catedráticos de universidad, ni a muchos, muchos, muchos...
Primera Ley Fundamental: Siempre e invariablemente cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que circulan por el mundo. No son infinitas, pero la fracción de personas en relación con la población es elevado.
Segunda Ley (de hierro) Fundamental: La probabilidad de que una persona determinada sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de la persona. Uno nace estúpido por designio inescrutable e irreprochable de la divina Providencia. La ley demuestra que los individuos estúpidos son proporcionalmente tan numerosos entre los hombres como entre las mujeres.
Tercera ley (de oro) Fundamental: Una persona estúpida es una persona que causa un daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio. En función del perjuicio o la ganancia que provocan en los demás o para sí, presupone cuatro categorías de seres humanos: los incautos, los inteligentes, los malvados y los estúpidos. A estas absurdas criaturas que ocupan el cuarto lugar se refiere la tercera ley.
La mayor parte de las personas no actúa de modo coherente. Unas veces actúan inteligentemente y en otras como una incauta. "La única excepción importante a la regla la representan las personas estúpidas que, normalmente, muestran la máxima tendencia a una total coherencia en cualquier campo de actuaciones". Se parte del axioma que la gran mayoría de las personas estúpidas son fundamentalmente y firmemente estúpidas, "insisten en su perseverancia en causar daños o pérdidas sin obtener ninguna ganancia para sí, sea esto positivo o negativo". Además, existen los superestúpidos que con sus acciones inverosímiles no sólo causan daños a los demás sino también a sí mismas.
La capacidad de hacer daño de una persona estúpida depende de dos factores: la genética y la posición de poder o autoridad. Entre los burócratas, generales, políticos, jefes de Estado, jueces u prelados se encuentra el más exquisito porcentaje de individuos fundamentalmente estúpidos, cuya capacidad para hacer daño al prójimo ha sido (o es) peligrosamente potenciada por la posición de poder que ocupan. La pregunta que a menudo se plantean las personas razonables es cómo es posible que estas personas estúpidas lleguen a alcanzar posiciones de poder o de autoridad. Pero el lugar de las clases y las castas (que fueron quienes permitieron un flujo constante de estúpidos) lo ocupan hoy los partidos políticos, la burocracia y la democracia.
Como señala Cipolla, una persona inteligente puede entender la lógica de un malvado. Las acciones de un malvado siguen un modelo de racionalidad: racionalidad perversa, pero racionalidad al fin. Se pueden prever las acciones de un malvado, sus sucias maniobras y sus deplorables aspiraciones, pero contra una persona estúpida cualquier defensa es imposible: una criatura estúpida te perseguirá sin razón, sin un plan preciso, en los momentos y lugares más improbables e impensables. "Frente a un individuo estúpido uno está completamente desarmado." Al no ajustarse a las reglas de la racionalidad las acciones del estúpido: 1. cogen por sorpresa; 2. impiden organizar una defensa racional. Y Cipolla concluye : "...el estúpido no sabe que es estúpido. Esto contribuye poderosamente a dar mayor fuerza, incidencia y eficacia a su acción devastadora."
Cuarta Ley Fundamental: Las personas no estúpidas subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas. Los no estúpidos, en especial, olvidan constantemente que en cualquier momento y lugar, y en cualquier circunstancia, tratar y/0 asociarse con individuos estúpidos se manifiesta infaliblemente como un costosísimo error. A menudo tanto los inteligentes como los malvados , cuando son abordados por individuos estúpidos, cometen el error de abandonarse a sentimientos de autocomplacencia y desprecio, en vez de segregar inmediatamente cantidades mayores de adrenalina y preparar la defensa. Se suele tender al error de considerar que el estúpido sólo se hace daño a sí mismo, cuando el estúpido siempre destruye y arruina.
Quinta Ley Fundamental: La persona estúpida es el tipo de persona más peligroso que existe: el estúpido es más peligroso que el malvado. Si todos los miembros de una sociedad fueran malvados perfectos, la sociedad quedaría estancada pero sin grandes desastres. Todo se reduciría a transferencias masivas de riqueza a favor de los malvados. Si todos los miembros de una sociedad actúan malvadamente por turnos regulares, no sólo la sociedad entera, sino incluso cada uno de los individuos, se hallaría en un estado de perfecta estabilidad. Pero cuando los estúpidos entran en acción, las cosas cambian completamente. Las personas estúpidas ocasionan pérdidas a otras personas sin obtener ningún beneficio para ellas mismas. Por consiguiente la sociedad entera se empobrece. Sería un grave error creer que el número de los estúpidos es más elevado en una sociedad en decadencia que en una sociedad en ascenso.
Y Carlo Maria Cipolla concluye:
En un país en decadencia, el porcentaje de individuos estúpidos sigue igual ; sin embargo, en el resto de la población se observa, sobre todo entre los individuos que están en el poder, una alarmante proliferación de malvados con un elevado porcentaje de estupidez y, entre los que no están en el poder, un igualmente alarmante crecimiento del número de los incautos. Tal cambio en la composición de la población de los no estúpidos refuerza, inevitablemente, el poder destructivo de los estúpidos, y conduce al país a la ruina.
Tomen buena nota de las enseñanzas expuestas con humor Carlo María Cipolla, jueguen a obtener el coeficiente de estupidez reinante e intenten identificar individuos estúpidos (de cualquier género) a su alrededor. Posiblemente se les agotarán las seis hojas que el libro incorpora a ese efecto en el apéndice. Tal vez sea ya demasiado tarde para evitar la ruina, pero al menos servirá para comprender que las obras pequeñas pueden contener una inmensidad de ideas a incorporar a nuestro acervo teórico y práctico. Recibamos como se merece cuanto se nos vende en esta sociedad mediática, pero, cuidado: Allegro ma non tropo.
lunes, 31 de mayo de 2010
viernes, 28 de mayo de 2010
LA ESPERA MEDITADA: VENTAJAS Y VIRTUDES DEL CAMUFLAJE
Uno no deja de sorprenderse de las potencialidades que tiene esta edad tardía. Mira a los demás tardíos y supertardíos y los reconoce a todos sabios y enciclopédicos, y sin embargo comprueba al mirarse a sí mismo que poco sabe y que algunos de los más jóvenes de los pocos que osan acercársele le enseñan nuevas vías de interpretación de la filosofía de la vida hasta el momento ignotas o simplemente despreciadas con anterioridad. Y esa aparente paradoja le deja a uno contrito y confundido. ¿Ha podido uno despreciar hasta el momento, transcurrida bastante más de la mitad de su decurso, aspectos importantes de una vida tan parcialmente vivida? Primero centrado en lo social, lo colectivo y lo institucional y después recluido en la individualidad, en el self , este viejo Dacio Gil nunca jamás había reparado en las cuestiones que ahora le hace interrogarse por la vida. Como si, con el indefectible avance de la presbicia y la sordera, los tardíos dependiéramos más de los jóvenes y sus gadgets. Como si los jóvenes te aportasen por un lado un telescopio que puede permitir contemplar y analizar las constelaciones sociales, vitales y jurídicas, y, por otro, un microscopio para ver lo supuestamente diminuto de la vida, que no es tal sino su contrario.
Debe Dacio Gil a un joven inquieto con vocación de humanista y espíritu artístico, la nueva tecnología hermenéutica . El joven en cuestión diríase que tiene las dotes de un agrimensor. No por su vertiente kafkiana sino por su facilidad para la captación de los fenómenos físicos: su inmediata captación de las proporciones y potencialidades de cualquier fenómeno u objeto. De casta de debe venir al galgo. En su natural taciturno y refractario, Dacio Gil hace unos meses ni siquiera se hubiera planteado contemplar la posibilidad de que un mocoso le diese capones con la barbilla aportándole líneas de observación inesperadas sobre la naturaleza, la sociedad, y ese su magma indefinible llamado Justicia .¡Con lo que yo conozco! hubiera espetado este impostor de identidades al joven que intentase perturbar esa quietud acomodada que es la edad tardía. Y, sin embargo, las certidumbres se precipitan al vacío en un instante. Posteriormente se desintegran. El famoso “efecto mariposa” sólo necesitado de un agente desencadenante.
Hace unas semanas, recibió este viejo Gil un correo electrónico remitido por un prudente joven –pero inquieto e ingenioso en muchos ámbitos; y educado y filosófico en todos- que contenía unas frases de un norteamericano sobre la vida y su afición. Dacio Gil si no puede decirse –que quizás si- que ha despreciado siempre aficiones como esa, si que es verdad que nunca las había tenido en gran consideración. Tal vez porque, como es notorio, Dacio Gil es un prisas (como denotan los múltiples errores que, un día si y otro también, comete en este blog). En un primer momento sonrió con displicencia, pero apenas dio importancia al remitido. Y ahí aparece la grandiosidad de la edad tardía y la predisposición al conocimiento y a la interactividad fecundatoria de los jóvenes con inquietudes y cierto prudente desparpajo: Dacio Gil empezó a indagar sobre el contenido y alcance de las frases, el autor de la mismas y sobre las inquietudes del joven corresponsal electrónico.
En el mundo de las sólidas certitudes de este viejo Gil –devenidas falsas y evanescentes desde ese crucial momento-, esas frases no deberían haber alcanzado mas que la condición de anécdota. Poco a poco, empero, ha ido cambiando la perspectiva de este viejo Dacio sobre las aficiones, la sociedad y la Justicia. Todo nuevo, como enfocado por la nueva luz aportada por el joven perfeccionista y su maestro Robert Traver, un filósofo sobre el que Dacio Gil no recordaba haber oído hablar. Sin duda había que perseverar en eso de “la quietud, la humildad y la infinita paciencia”. Era magnífico también aquello de “sentir la soledad sin sentirme solo”. Y cabal y trascendente la manera como terminaba el filósofo norteamericano su reflexión: “sospecho que tantas preocupaciones de los hombres son igualmente intrascendentes y ni por asomo tan divertidas.”
Tiene Dacio para sí desde hace relativamente poco tiempo que lo maravilloso de la edad tardía es que uno sabe al fin que no sabe nada, o, al menos, que desconoce todo lo importante. Se descubre que la vida vivida ha sido completamente parcial y que se ha abarcado bien poco; desconociéndose lo esencial, lo básico, lo verdaderamente importante. Que las ideas aprendidas (sobre todo las descarriadamente sociales e institucionales que Dacio Gil ha ido acumulando en esta vida como si fueran axiomas) son sólo reflejos de otras medias verdades cuando no simples espejismos. Que de improviso llega un instante a partir de cual, se ve todo de manera diferente. Como decía el animoso e ilustrado amigo Gruten en este mismo blog, sólo hay que ser receptivo a quien te tiende la mano ofreciéndote un camino. Un camino que hasta ahora no era el tuyo: “Ahora lo sé/ si vienes conmigo/te lo diré.” El giro vital copernicano.
El joven introductor del norteamericano Robert Traver demuestra una férrea disciplina en su afición, en demostrar educación provechosa, en los detalles con los que profesa su amor, y en sus inquietudes profesionales e intelectuales: tiene hambre por saberlo, aprenderlo todo, asimilarlo de manera exhaustiva y,finalmente, darlo todo. Y Dacio Gil le viene observando -casi escrutando- desde hace tiempo porque se concilia en él algo que parece inverosímil: su afán por aprender, su convicción de que tiene que aprender, se refleja en el interlocutor y le fecunda: uno aprende de sus actitudes, sus aficiones y su disposición. ¿Será posible que este “gurí” pueda provocar a este ser tardío un giro copernicano en la concepción de la Justicia y de la vida? Pues puede. Si señores. ¿Y saben cómo? ¡Con la pesca!. Con la pesca como pretexto.
La filosofía a la que se alude en el tercer párrafo de este “post” es toda relativa a la pesca:
- “Pesco por que me gusta pescar, porque disfruto de los lugares invariablemente hermosos, donde se encuentran truchas.”
- “mi pesca es a la vez una fuente inagotable de goce y una pequeña rebelión, porque las truchas no mienten, ni hacen trampa, no pueden ser compradas ni sobornadas o impresionadas con el poder, sino que responden únicamente a la quietud, a la humildad y a una infinita paciencia.”
- “porque misericordiosamente no hay teléfonos en los ríos de truchas,… y finalmente no porque considere que pescar sea tan terriblemente importante, sino porque sospecho que tantas preocupaciones de los hombres son igualmente intrascendentes y ni por asomo tan divertidas''
El que Dacio había considerado erróneamente filósofo norteamericano fue en realidad un literato bajo seudónimo. Tras Robert Traver se esconde John Donaldson Voelker, un venerable jurista y juez que llegó a presidir la Corte Suprema del Estado de Míchigan, y que es el autor de anatomía de un asesinato, novela de gran éxito convertida en película de éxito también. Ahondando más se descubre que la novela es una sarcástica e irónica sátira sobre el sistema judicial, el lenguaje forense y las pruebas. Que, como siempre en las obras singulares, engarza drama con comedia. J.D. Voelker la escribió siendo ya Juez . Hay que hacer notar que en EEUU un abogado puede llegar a Juez y a Fiscal sin dedicar años a preparar una oposición, como también pasa en España “de tapadillo” con el enorme ejército de jueces y fiscales “sustitutos”, que son sustitutos toda la vida desde los ventitantos a los setenta años ¿A quién sustituyen? Misterios de las instituciones públicas y de la peculiar preponderancia de los principios de mérito y capacidad. Pero esa es una las tantas digresiones -la edad no perdona- en las que incurre este Gil que aparta y distrae de la reflexión y su protagonista.
Y el inquieto joven, que puede calificarse de "docente multidisciplinar" (que no monográfico; calificación con la que este viejo Dacio erró en un principio, al analizarlo sólo por su misma afición que el juez Voelker) de este usufructuario de la tribuna y acumulador de polvo junto a sus libros es Eduardo. El Eduardo que cada día se pone el uniforme de camuflaje de pescador para que sus grandes cualidades no llamen en exceso la atención. A pesar de sus excepcinales cualidades para representarse el mundo físico, se inclina por abarcar, con dedicación y éxito indudable y proporcional, disciplinas humanistas. Deja traslucir su educación refinada aunque bien analizado de “chiquilín” debió de ser una buena pieza. ¿Se imaginan al hoy perfeccionista, sosegado y ágil observador siendo travieso de pequeño?
Pesca, pesca y pesca como un campeón (acaso lo es ya). Pero no hay que dejarse engañar: esa es sólo su vestimenta de camuflaje. Llegará lejos, porque no intenta llamar la atención y actúa con prudencia y educación sensible y detallista. Lo observa todo y lo asimila rápido. Como está entrenado en la espera, cuando observa, al instante ya tiene meditado y perfectamente delimitado el objeto de su observación. Es además un “naturalista”, lo que le convierte en un candidato idóneo a mostrarnos el futuro, pues no cabe dudar que en la Naturaleza y no en la ingeniería social debe el ser humano asentar los reales si quiere algo más que sobrevivir engañado.
Ojalá –él sí, en beneficio nuestro y de futuras generaciones- integre la categoría de esos nuevos líderes que surjan esperanzados y esperanzadores sobre las cenizas de los que venimos padeciendo. Atributos que, junto a los demás que le adornan, como empeño en todo lo que se propone e ilimitado afán de incorporar a su formación cualquier detalle que acontece a su alrededor, deben de ofrecerle un futuro muy prometedor a él y a quienes se dejen aconsejar por este joven que no busca apabullar a los demás con apariencias ni sentencias hueras y manidas. Sus sutiles, discretas y educadas sugerencias contienen oro puro molido. No las hace a vuela pluma. Son fruto de su atinada observación de pescador.
Escuchen: Sigan su pista y procesen siempre sus sugerencias, que no son baladíes. Antes al contrario. Tiene futuro. A buen seguro.
Debe Dacio Gil a un joven inquieto con vocación de humanista y espíritu artístico, la nueva tecnología hermenéutica . El joven en cuestión diríase que tiene las dotes de un agrimensor. No por su vertiente kafkiana sino por su facilidad para la captación de los fenómenos físicos: su inmediata captación de las proporciones y potencialidades de cualquier fenómeno u objeto. De casta de debe venir al galgo. En su natural taciturno y refractario, Dacio Gil hace unos meses ni siquiera se hubiera planteado contemplar la posibilidad de que un mocoso le diese capones con la barbilla aportándole líneas de observación inesperadas sobre la naturaleza, la sociedad, y ese su magma indefinible llamado Justicia .¡Con lo que yo conozco! hubiera espetado este impostor de identidades al joven que intentase perturbar esa quietud acomodada que es la edad tardía. Y, sin embargo, las certidumbres se precipitan al vacío en un instante. Posteriormente se desintegran. El famoso “efecto mariposa” sólo necesitado de un agente desencadenante.
Hace unas semanas, recibió este viejo Gil un correo electrónico remitido por un prudente joven –pero inquieto e ingenioso en muchos ámbitos; y educado y filosófico en todos- que contenía unas frases de un norteamericano sobre la vida y su afición. Dacio Gil si no puede decirse –que quizás si- que ha despreciado siempre aficiones como esa, si que es verdad que nunca las había tenido en gran consideración. Tal vez porque, como es notorio, Dacio Gil es un prisas (como denotan los múltiples errores que, un día si y otro también, comete en este blog). En un primer momento sonrió con displicencia, pero apenas dio importancia al remitido. Y ahí aparece la grandiosidad de la edad tardía y la predisposición al conocimiento y a la interactividad fecundatoria de los jóvenes con inquietudes y cierto prudente desparpajo: Dacio Gil empezó a indagar sobre el contenido y alcance de las frases, el autor de la mismas y sobre las inquietudes del joven corresponsal electrónico.
En el mundo de las sólidas certitudes de este viejo Gil –devenidas falsas y evanescentes desde ese crucial momento-, esas frases no deberían haber alcanzado mas que la condición de anécdota. Poco a poco, empero, ha ido cambiando la perspectiva de este viejo Dacio sobre las aficiones, la sociedad y la Justicia. Todo nuevo, como enfocado por la nueva luz aportada por el joven perfeccionista y su maestro Robert Traver, un filósofo sobre el que Dacio Gil no recordaba haber oído hablar. Sin duda había que perseverar en eso de “la quietud, la humildad y la infinita paciencia”. Era magnífico también aquello de “sentir la soledad sin sentirme solo”. Y cabal y trascendente la manera como terminaba el filósofo norteamericano su reflexión: “sospecho que tantas preocupaciones de los hombres son igualmente intrascendentes y ni por asomo tan divertidas.”
Tiene Dacio para sí desde hace relativamente poco tiempo que lo maravilloso de la edad tardía es que uno sabe al fin que no sabe nada, o, al menos, que desconoce todo lo importante. Se descubre que la vida vivida ha sido completamente parcial y que se ha abarcado bien poco; desconociéndose lo esencial, lo básico, lo verdaderamente importante. Que las ideas aprendidas (sobre todo las descarriadamente sociales e institucionales que Dacio Gil ha ido acumulando en esta vida como si fueran axiomas) son sólo reflejos de otras medias verdades cuando no simples espejismos. Que de improviso llega un instante a partir de cual, se ve todo de manera diferente. Como decía el animoso e ilustrado amigo Gruten en este mismo blog, sólo hay que ser receptivo a quien te tiende la mano ofreciéndote un camino. Un camino que hasta ahora no era el tuyo: “Ahora lo sé/ si vienes conmigo/te lo diré.” El giro vital copernicano.
El joven introductor del norteamericano Robert Traver demuestra una férrea disciplina en su afición, en demostrar educación provechosa, en los detalles con los que profesa su amor, y en sus inquietudes profesionales e intelectuales: tiene hambre por saberlo, aprenderlo todo, asimilarlo de manera exhaustiva y,finalmente, darlo todo. Y Dacio Gil le viene observando -casi escrutando- desde hace tiempo porque se concilia en él algo que parece inverosímil: su afán por aprender, su convicción de que tiene que aprender, se refleja en el interlocutor y le fecunda: uno aprende de sus actitudes, sus aficiones y su disposición. ¿Será posible que este “gurí” pueda provocar a este ser tardío un giro copernicano en la concepción de la Justicia y de la vida? Pues puede. Si señores. ¿Y saben cómo? ¡Con la pesca!. Con la pesca como pretexto.
La filosofía a la que se alude en el tercer párrafo de este “post” es toda relativa a la pesca:
- “Pesco por que me gusta pescar, porque disfruto de los lugares invariablemente hermosos, donde se encuentran truchas.”
- “mi pesca es a la vez una fuente inagotable de goce y una pequeña rebelión, porque las truchas no mienten, ni hacen trampa, no pueden ser compradas ni sobornadas o impresionadas con el poder, sino que responden únicamente a la quietud, a la humildad y a una infinita paciencia.”
- “porque misericordiosamente no hay teléfonos en los ríos de truchas,… y finalmente no porque considere que pescar sea tan terriblemente importante, sino porque sospecho que tantas preocupaciones de los hombres son igualmente intrascendentes y ni por asomo tan divertidas''
El que Dacio había considerado erróneamente filósofo norteamericano fue en realidad un literato bajo seudónimo. Tras Robert Traver se esconde John Donaldson Voelker, un venerable jurista y juez que llegó a presidir la Corte Suprema del Estado de Míchigan, y que es el autor de anatomía de un asesinato, novela de gran éxito convertida en película de éxito también. Ahondando más se descubre que la novela es una sarcástica e irónica sátira sobre el sistema judicial, el lenguaje forense y las pruebas. Que, como siempre en las obras singulares, engarza drama con comedia. J.D. Voelker la escribió siendo ya Juez . Hay que hacer notar que en EEUU un abogado puede llegar a Juez y a Fiscal sin dedicar años a preparar una oposición, como también pasa en España “de tapadillo” con el enorme ejército de jueces y fiscales “sustitutos”, que son sustitutos toda la vida desde los ventitantos a los setenta años ¿A quién sustituyen? Misterios de las instituciones públicas y de la peculiar preponderancia de los principios de mérito y capacidad. Pero esa es una las tantas digresiones -la edad no perdona- en las que incurre este Gil que aparta y distrae de la reflexión y su protagonista.
Y el inquieto joven, que puede calificarse de "docente multidisciplinar" (que no monográfico; calificación con la que este viejo Dacio erró en un principio, al analizarlo sólo por su misma afición que el juez Voelker) de este usufructuario de la tribuna y acumulador de polvo junto a sus libros es Eduardo. El Eduardo que cada día se pone el uniforme de camuflaje de pescador para que sus grandes cualidades no llamen en exceso la atención. A pesar de sus excepcinales cualidades para representarse el mundo físico, se inclina por abarcar, con dedicación y éxito indudable y proporcional, disciplinas humanistas. Deja traslucir su educación refinada aunque bien analizado de “chiquilín” debió de ser una buena pieza. ¿Se imaginan al hoy perfeccionista, sosegado y ágil observador siendo travieso de pequeño?
Pesca, pesca y pesca como un campeón (acaso lo es ya). Pero no hay que dejarse engañar: esa es sólo su vestimenta de camuflaje. Llegará lejos, porque no intenta llamar la atención y actúa con prudencia y educación sensible y detallista. Lo observa todo y lo asimila rápido. Como está entrenado en la espera, cuando observa, al instante ya tiene meditado y perfectamente delimitado el objeto de su observación. Es además un “naturalista”, lo que le convierte en un candidato idóneo a mostrarnos el futuro, pues no cabe dudar que en la Naturaleza y no en la ingeniería social debe el ser humano asentar los reales si quiere algo más que sobrevivir engañado.
Ojalá –él sí, en beneficio nuestro y de futuras generaciones- integre la categoría de esos nuevos líderes que surjan esperanzados y esperanzadores sobre las cenizas de los que venimos padeciendo. Atributos que, junto a los demás que le adornan, como empeño en todo lo que se propone e ilimitado afán de incorporar a su formación cualquier detalle que acontece a su alrededor, deben de ofrecerle un futuro muy prometedor a él y a quienes se dejen aconsejar por este joven que no busca apabullar a los demás con apariencias ni sentencias hueras y manidas. Sus sutiles, discretas y educadas sugerencias contienen oro puro molido. No las hace a vuela pluma. Son fruto de su atinada observación de pescador.
Escuchen: Sigan su pista y procesen siempre sus sugerencias, que no son baladíes. Antes al contrario. Tiene futuro. A buen seguro.
miércoles, 26 de mayo de 2010
DIGNIDAD HUMANA EN LAS ORGANIZACIONES: NOTICIA DE DOS LIBROS. (Segunda entrega)
Jugando con la asociación libre de ideas, hubiera sido extremadamente fácil para este viejo Dacio Gil al dar noticia de este segundo libro, segerir al subconsciente de cada eventual lector la figura a la que se refiere el título del libro. Es muy probable que hubiera mayoría absoluta o casi unanimidad. Esa concentración de suposiciones, con ser cierta, no sería completamente justa. Los perfiles del personaje tratado en el libro hoy compiten por tenerlos tolos los políticos de 1ª, 2ª, 2ª, 3ª división y categoría preferente y comarcal. Y no se pueden olvidar miles de directivos y mandos intermedios de todo tipo de organizaciones. Se trata también de una epidemia del siglo XXI. Dejemos, pues, que el espectro se le aparezca a cada cual según su acervo vital, pero seamos justos: no sólo es aplicable a quien todos pensamos que se trata. Una joven amiga de Dacio Gil que aspira a especializarse en liderazgos burocráticos, sociales y políticos (en modo alguno tardía), llamada Andrea, sabrá a lo que se refiere Dacio Gil. Tras los detalles, seguro que identifica otros personajes.
El libro noticiado en este segundo tranco es Liderazgo Zero del psicólogo Iñaki Piñuel y Zabala (LID editorial, Madrid 2009, 204 pp.) que, aunque editado en 2009, este viejo Dacio Gil ha accedido a él -de manera harto dificultosa, bien es cierto- a finales del mes de febrero de 2010. Iñaki Piñuel no necesita presentación en el mundo del acoso laboral. Lleva publicando sobre la materia más o menos desde el año 2000. Es el promotor y mantenedor de los Barómetros y los Informes Cisneros que se elaboran en la Universidad de Alcalá (de la que es profesor), que ya van por la entrega X y que versan sobre la violencia, acoso y maltrato en diversos ámbitos, aunque especialmente en el mundo de las organizaciones. Es conocido por ser el primer introductor del análisis serio y profesional sobre el fenómeno del Mobbing. Su lenguaje está libre de hipotecas: No tiene que convencer a los jueces, se limita a describir el fenómeno que detectan sus estudios y encuestas. Últimamente, manteniendo el acoso y la manipulación como hilo conductor, se viene centrando no en las víctimas tradicionales sino en como está alcanzando también la victimización a las "nuevas víctimas", los directivos. Así, en 2004 hablo de Neomanagement y jefes tóxicos y en 2008 publicó un libro titulado Mi jefe es un psicópata. Por qué la gente normal se vuelve perversa al alcanzar el poder. También en 2008 publicó un libro de sugestivo título (La dimisión interior) que venía a ser como una especie de recopilación de toda su teoría expuesta hasta el momento.
Se diferencia Piñuel de González Navarro en que aquél redacta en forma de píldoras o epigramas. Mediante frases cortas y físicamente diferenciadas. Podría decirse que construye Aforismos sobre psicología de la maldad en las organizaciones. Y eso es agradecido por las víctimas ya que ven facilitada la comprensión. Los detractores de Piñuel (hay detractores en todos los ámbitos en esta sociedad contruida sobre la envidia y Piñuel no podía salvarse) le imputan que repite sus consignas y silogismos, que practica la autointertextualidad. Puede que algo haya, pero eso no empaña su labor de descripción de una realidad rampante y dañina. A Piñuel se le entiende todo y hasta se clarea en su idea de que se ha dado cuenta que vende más el mercado de los directivos, el coaching. Incluso este viejo Dacio ha detectado que Piñuel bebe en algunas fuentes que luego no revela o desvela en la bibliografía explicitada. Pecados todos muy menores ( y frecuentes hoy en día con las facilidades de los ordenadores para el cortar y pegar) frente a todo lo que viene mostrando. Sin ir más lejos el presente libro pivota sobre una bibliografía muy notable y provechosa: León Festinger (la disonancia cognitiva), Stanley Milgam (la obediencia a la Autoridad), René Girard (el chivo expiatorio) y Philip Zimbardo (el efecto Lucifer). Y para Dacio Gil dos descubrimientos importantes: Dietrich Bonhoeffer (Ética) y Robert Gellately (No sólo Hitler. La Alemania nazi, entre la coacción y el consenso). Del teólogo alemán Dacio Gil desconocía todo y habrá que seguirle la pista a partir de ahora ya que se da a conocer en España. De Gellately sólo conocía la incisiva introdución a Las entrevistas de Nuremberg de León Goldensohn de la que se entresacará esta pequeña afirmación que aparece en la página 34: "Aún nos resulta difícil creer que la violación de los derechos humanos alcanzara tales extremos, o la escala de los asesinatos, o la magnitud de las crueldades indescriptibles". Esta breve digresión sobre la bibliografía tiene su justificación: Piñuel aporta y suscita muchas cosas. Claro que aporta. Y repetir tampoco es malo. En el dominó es toda una técnica.
Es difícil elegir entre los aforismos que Piñuel siembra en su libro: el vacío existencial, el individuo burbuja, la mentira del homo aparens, el idiota emocional, el directivo narcisista, el hambre existencial, el carácter tóxico de los sistemas jerárquicos y piramidales, la racionalidad instrumental y la necesidad de sacrificar a seres humanos, el endurecimiento afectivo y ético, los costes (psicológicos) de transacción, el liderazgo del miedo. De la primera parte (la huida psicológica hacia adelante ante el vacío) entresacaremos estas dos frases:
"Por eso cualquier ser humano que se resiste a la tentación de la identificación y decide seguir siendo libre, conoce, más tarde o más temprano, la experiencia de que no tiene dónde sentar cabeza, es decir, no dispone de clan o grupo de identificación alguno...
El ser humano, en la constatación de su vacío, se encuentra en permanente busca y captura de alguien a quién agarrarse (individuo o grupo) y de algo a lo que pertenecer y en lo que militar," (p. 81). La lógica del poder es siempre sacrificial, en la medida en que consagra el falso mantra de que conviene que un hombre muera para que no perezca todo el pueblo (p. 84).
A juicio de este Dacio Gil (¿nadie ha reconocido todavia a Dacio Gil aferrado a Augusto Faroni
en la frase transcrita más arriba de la página 81? ¿Dacio Gil es tan insignificante?) la parte central del libro es la relativa al Lado oscuro del Liderazgo, en la que -es cierto- se repiten bastantes de los aforismos del anterior libro La dimisión interior. En él, Piñuel incorpora, sin nombrarlo, a José Luis González de Rivera adaptando el síndrome MIA (Mediocridad Inoperante Activa) acuñado por éste al nuevo LIA (Liderazgo Inoperante Activo) y nos habla de falta de resiliencia y de carencia de inteligencia emocional, así como de la extensión del virús de la indiferencia social ante el mal ("indiferencia significa la sordera ética, y la ceguera empática y emocional autoinducida frente a las víctimas", dice en la p. 140) y de auge imparable de la psicopatía directiva o "aclimatación al mal", de linchamientos colectivos y de otras sugerentes cuestiones más.
Desde la lejana época de la juventud a Dacio Gil le ha gustado la psicología y su taxonomía porque le permitía jugar a identificarse con los tipos psicológicos (que si pícnico, que si leptosomo; que si somatotónico, que si viscerotónico; que si integrado, que si desintegrado; que si introvertidos que si extravertido etc., etc., etc). Piñuel apunta 20 caracteres que delatan al directivo psicópata y Dacio Gil va a intentar resumirlos al máximo para que sus eventuales parroquianos intenten jugar a identificar personajes o grupos de personajes:
1. Superficial capacidad de encanto; 2. Ausencia de resonancia emocional e incapacidad de empatía; 3. Tendencia a explotar a los demás; 4. Sentido grandioso de los propios méritos; 5. Mentira sistemática y compulsiva; 6. Sin remordimientos y sin sentido alguno de la culpabilidad; 7.Eficaz manipulación de los demás; 8. Experto en generar confianza y en defraudarla; 9. Elevada capacidad camaleónica; 10. sensación de poder hacerlo todo; 11. Experto en conocer el "precio" de los demás; 12. Ensañamiento con los más débiles o vulnerables; 13. Tipo de pensamiento simple y superficial; 14. Sus emociones son inexistentes, superficiales o artificiales; 15. Alternativa entre la compra y la aniquilación de los adversarios; 16. Transgresor de normas y de leyes; 17. Aduce argumentos morales finalistas o teleológicos ante los demás; 18. No tiene ni cura ni remedio; 19. Se rodean de clanes, facciones o mafias que ponen a su personalísimo servicio; 20 Son conscientes de sus actos y no les importa el sufrimiento que causan en los demás.
Muy resumidos esos son los caracteres. Es sólo un juego, pero Dacio Gil ya adivina el pensamiento de los eventuales concurrentes. Seamos justos: la tipología descrita por Piñuel se aplica a muchos colectivos y peronas. No sólo a uno. posiblemente a multitud. Aunque a ese también. Por supuesto.
El libro de Piñuel es mucho más que el juego propuesto por este viejo Gil. Sin ir más lejos, el autor encuentra un espacio para la esperanza en el último capítulo denominado Metanoia. Se trata de una interesante propuesta de cambio de rumbo organizativo que promete ser desarrollada en el próximo libro ( Management de comunión). Dacio Gil apuntará aquí una pequeña precisión de poca monta: Zugmunt Bauman viene utilizando con mucha frecuencia el concepto de Metanoia cristiana en la búsqueda de salidas a la modernidad líquida. Y Piñuel, también en este caso, guarda silencio sobre la fuente. Pecata minuta en un libro que, además de describir y ordenar, sugiere y suscita.
La joven amiga Andrea, todo pura sangre, empezará a comprender con Piñuel cómo se desarrolla -y mantiene- el liderazgo en las organizaciones. Y mucha gente más, supone Gil.
El libro noticiado en este segundo tranco es Liderazgo Zero del psicólogo Iñaki Piñuel y Zabala (LID editorial, Madrid 2009, 204 pp.) que, aunque editado en 2009, este viejo Dacio Gil ha accedido a él -de manera harto dificultosa, bien es cierto- a finales del mes de febrero de 2010. Iñaki Piñuel no necesita presentación en el mundo del acoso laboral. Lleva publicando sobre la materia más o menos desde el año 2000. Es el promotor y mantenedor de los Barómetros y los Informes Cisneros que se elaboran en la Universidad de Alcalá (de la que es profesor), que ya van por la entrega X y que versan sobre la violencia, acoso y maltrato en diversos ámbitos, aunque especialmente en el mundo de las organizaciones. Es conocido por ser el primer introductor del análisis serio y profesional sobre el fenómeno del Mobbing. Su lenguaje está libre de hipotecas: No tiene que convencer a los jueces, se limita a describir el fenómeno que detectan sus estudios y encuestas. Últimamente, manteniendo el acoso y la manipulación como hilo conductor, se viene centrando no en las víctimas tradicionales sino en como está alcanzando también la victimización a las "nuevas víctimas", los directivos. Así, en 2004 hablo de Neomanagement y jefes tóxicos y en 2008 publicó un libro titulado Mi jefe es un psicópata. Por qué la gente normal se vuelve perversa al alcanzar el poder. También en 2008 publicó un libro de sugestivo título (La dimisión interior) que venía a ser como una especie de recopilación de toda su teoría expuesta hasta el momento.
Se diferencia Piñuel de González Navarro en que aquél redacta en forma de píldoras o epigramas. Mediante frases cortas y físicamente diferenciadas. Podría decirse que construye Aforismos sobre psicología de la maldad en las organizaciones. Y eso es agradecido por las víctimas ya que ven facilitada la comprensión. Los detractores de Piñuel (hay detractores en todos los ámbitos en esta sociedad contruida sobre la envidia y Piñuel no podía salvarse) le imputan que repite sus consignas y silogismos, que practica la autointertextualidad. Puede que algo haya, pero eso no empaña su labor de descripción de una realidad rampante y dañina. A Piñuel se le entiende todo y hasta se clarea en su idea de que se ha dado cuenta que vende más el mercado de los directivos, el coaching. Incluso este viejo Dacio ha detectado que Piñuel bebe en algunas fuentes que luego no revela o desvela en la bibliografía explicitada. Pecados todos muy menores ( y frecuentes hoy en día con las facilidades de los ordenadores para el cortar y pegar) frente a todo lo que viene mostrando. Sin ir más lejos el presente libro pivota sobre una bibliografía muy notable y provechosa: León Festinger (la disonancia cognitiva), Stanley Milgam (la obediencia a la Autoridad), René Girard (el chivo expiatorio) y Philip Zimbardo (el efecto Lucifer). Y para Dacio Gil dos descubrimientos importantes: Dietrich Bonhoeffer (Ética) y Robert Gellately (No sólo Hitler. La Alemania nazi, entre la coacción y el consenso). Del teólogo alemán Dacio Gil desconocía todo y habrá que seguirle la pista a partir de ahora ya que se da a conocer en España. De Gellately sólo conocía la incisiva introdución a Las entrevistas de Nuremberg de León Goldensohn de la que se entresacará esta pequeña afirmación que aparece en la página 34: "Aún nos resulta difícil creer que la violación de los derechos humanos alcanzara tales extremos, o la escala de los asesinatos, o la magnitud de las crueldades indescriptibles". Esta breve digresión sobre la bibliografía tiene su justificación: Piñuel aporta y suscita muchas cosas. Claro que aporta. Y repetir tampoco es malo. En el dominó es toda una técnica.
Es difícil elegir entre los aforismos que Piñuel siembra en su libro: el vacío existencial, el individuo burbuja, la mentira del homo aparens, el idiota emocional, el directivo narcisista, el hambre existencial, el carácter tóxico de los sistemas jerárquicos y piramidales, la racionalidad instrumental y la necesidad de sacrificar a seres humanos, el endurecimiento afectivo y ético, los costes (psicológicos) de transacción, el liderazgo del miedo. De la primera parte (la huida psicológica hacia adelante ante el vacío) entresacaremos estas dos frases:
"Por eso cualquier ser humano que se resiste a la tentación de la identificación y decide seguir siendo libre, conoce, más tarde o más temprano, la experiencia de que no tiene dónde sentar cabeza, es decir, no dispone de clan o grupo de identificación alguno...
El ser humano, en la constatación de su vacío, se encuentra en permanente busca y captura de alguien a quién agarrarse (individuo o grupo) y de algo a lo que pertenecer y en lo que militar," (p. 81). La lógica del poder es siempre sacrificial, en la medida en que consagra el falso mantra de que conviene que un hombre muera para que no perezca todo el pueblo (p. 84).
A juicio de este Dacio Gil (¿nadie ha reconocido todavia a Dacio Gil aferrado a Augusto Faroni
en la frase transcrita más arriba de la página 81? ¿Dacio Gil es tan insignificante?) la parte central del libro es la relativa al Lado oscuro del Liderazgo, en la que -es cierto- se repiten bastantes de los aforismos del anterior libro La dimisión interior. En él, Piñuel incorpora, sin nombrarlo, a José Luis González de Rivera adaptando el síndrome MIA (Mediocridad Inoperante Activa) acuñado por éste al nuevo LIA (Liderazgo Inoperante Activo) y nos habla de falta de resiliencia y de carencia de inteligencia emocional, así como de la extensión del virús de la indiferencia social ante el mal ("indiferencia significa la sordera ética, y la ceguera empática y emocional autoinducida frente a las víctimas", dice en la p. 140) y de auge imparable de la psicopatía directiva o "aclimatación al mal", de linchamientos colectivos y de otras sugerentes cuestiones más.
Desde la lejana época de la juventud a Dacio Gil le ha gustado la psicología y su taxonomía porque le permitía jugar a identificarse con los tipos psicológicos (que si pícnico, que si leptosomo; que si somatotónico, que si viscerotónico; que si integrado, que si desintegrado; que si introvertidos que si extravertido etc., etc., etc). Piñuel apunta 20 caracteres que delatan al directivo psicópata y Dacio Gil va a intentar resumirlos al máximo para que sus eventuales parroquianos intenten jugar a identificar personajes o grupos de personajes:
1. Superficial capacidad de encanto; 2. Ausencia de resonancia emocional e incapacidad de empatía; 3. Tendencia a explotar a los demás; 4. Sentido grandioso de los propios méritos; 5. Mentira sistemática y compulsiva; 6. Sin remordimientos y sin sentido alguno de la culpabilidad; 7.Eficaz manipulación de los demás; 8. Experto en generar confianza y en defraudarla; 9. Elevada capacidad camaleónica; 10. sensación de poder hacerlo todo; 11. Experto en conocer el "precio" de los demás; 12. Ensañamiento con los más débiles o vulnerables; 13. Tipo de pensamiento simple y superficial; 14. Sus emociones son inexistentes, superficiales o artificiales; 15. Alternativa entre la compra y la aniquilación de los adversarios; 16. Transgresor de normas y de leyes; 17. Aduce argumentos morales finalistas o teleológicos ante los demás; 18. No tiene ni cura ni remedio; 19. Se rodean de clanes, facciones o mafias que ponen a su personalísimo servicio; 20 Son conscientes de sus actos y no les importa el sufrimiento que causan en los demás.
Muy resumidos esos son los caracteres. Es sólo un juego, pero Dacio Gil ya adivina el pensamiento de los eventuales concurrentes. Seamos justos: la tipología descrita por Piñuel se aplica a muchos colectivos y peronas. No sólo a uno. posiblemente a multitud. Aunque a ese también. Por supuesto.
El libro de Piñuel es mucho más que el juego propuesto por este viejo Gil. Sin ir más lejos, el autor encuentra un espacio para la esperanza en el último capítulo denominado Metanoia. Se trata de una interesante propuesta de cambio de rumbo organizativo que promete ser desarrollada en el próximo libro ( Management de comunión). Dacio Gil apuntará aquí una pequeña precisión de poca monta: Zugmunt Bauman viene utilizando con mucha frecuencia el concepto de Metanoia cristiana en la búsqueda de salidas a la modernidad líquida. Y Piñuel, también en este caso, guarda silencio sobre la fuente. Pecata minuta en un libro que, además de describir y ordenar, sugiere y suscita.
La joven amiga Andrea, todo pura sangre, empezará a comprender con Piñuel cómo se desarrolla -y mantiene- el liderazgo en las organizaciones. Y mucha gente más, supone Gil.
martes, 25 de mayo de 2010
DIGNIDAD HUMANA EN LAS ORGANIZACIONES: NOTICIA DE DOS LIBROS (Primera entrega)
Con la que está cayendo de restricciones de derechos inalienables, retroceso de las libertades y amenaza de reconducción del poder adquisitivo de los ciudadanos europeos a los umbrales de los años 70 del siglo pasado, casi resulta anacrónico traer a esta tribuna alta preferencia noticia de dos libros de relativamente reciente aparición que inciden sobre el respeto a la dignidad humana en las organizaciones. Con el deterioro de las condiciones laborales y la consiguiente ruptura del pacto moral que antecede a cualquier estipulación jurídica, los libros noticiados tienen todas las papeletas para pasar inadvertidos. Lógico en el contexto económico, político, social y laboral de deriva en el que se inscriben. Más allá de la identidad del objeto de ambos (el respeto de la dignidad del ser humano), se trata de dos libros recientes pero formalmente dispares en la forma de presentar el problema. Uno de un jurista y el otro de un psicólogo. Vaya por delante que Dacio Gil dará noticia en una primera entrega del que, a su juicio, menos impacto dejará en las víctimas o el universo de afectados, el que por su lenguaje académico y sus excursos en la filosofía, más podría a primera vista decepcionar las expectativas depositadas en él. Falsa apreciación la del menor impacto. Una lectura detenida o, mejor, una segunda lectura, denota que el libro abre inmensas posibilidades.
Para evitar el "confortable conservadurismo" de la jurisprudencia española en materia de acoso, está temática del Mobbing está necesitada con cierta urgencia de estudios sólidos que desentrañen los elementos jurídicos de tan escandaloso tema que hunde sus raíces en la vulneración violenta dentro de las organizaciones del respeto y obligatorio auxilio a seres humanos como los demás. Vulneración violenta que se produce tanto en la empresa privada como en las organizaciones públicas o, incluso, del sector terciario. Existe alguna aportación recopilatoria muy buena pero es difícilmente encontrable en España ya que está editada en Argentina. Por su agudeza jurídica son recomendables los trabajos y libros aparecidos hasta ahora bajo la firma del catedrático de derecho del trabajo, Cristobal Molina Navarrete, quedándose el resto de los libros en una aproximación jurídica no excesivamente profunda. Siguen siendo imprescindibles los libros en los que las víctimas han relatado sus experiencias.
Por eso, la aparición de un libro con una rúbrica tan sugestiva como La dignidad del hombre y el acoso psíquico en el trabajo que se presta en una Administración Pública (Thomson Reuters Civitas; Pamplona 2009) escrito por un catedrático de derecho administrativo como Francisco González Navarro que durante mucho tiempo ha sido magistrado del Tribunal Supremo y ponente en una sentencia pionera sobre Mobbing en el ámbito local (Ayuntamiento de Coria, en Extremadura), levantaba máximas expectativas y prometía la máxima enjundia tanto para los juristas interesados (no los abogados coyunturales de ocasión) como para las víctimas y los observadores con ópticas multidisciplinares sobre tan rápida y expansiva lacra en las organizaciones. Hay que decir de entrada que el libro, sólo en su núcleo central (páginas 116 a 172) lleva a cabo un estudio estrictamente jurídico contundente y sólido sobre la materia enunciada en el título del libro, siendo el resto material intelectual adyacente. Necesario, pero adyacente. Con todo, se trata de una aportación muy importante siempre y cuando se busque en él no tanto el academicismo (que evidentemente rezuma) cuanto el núcleo de la perversión humana y jurídica que representa el acoso en el trabajo, se quiera como se quiera adjetivarle. El libro del que se da noticia es un vergel si uno busca con detenimiento en él los diversos manantiales que contiene. Hay que hacer una lectura sosegada; muy sosegada. No en vano, Gonzalez Navarro es un brillante jurista.
Gonzalez Navarro alude varias veces al acoso psíquico en el trabajo público como "verdadera pandemia", como "el mal de nuestro tiempo", como "verdadera epidemia", como "terrible nivel de dramatismo que ha llegado a alcanzar", como "caótica pandemia" y ya en la página 20 trata de definir el acoso moral como "un atentado al alma del acosado, lo cual no impide que pueda afectar también, pero siempre por vía de consecuencia o derivación,en modo alguno por modo directo y sustancial, a la dignidad del hombre, a su libertad o a otros valores, intereses o bienes de la personalidad que deben de ser protegidos por el ordenamiento jurídico". Y en la 28 acierta a declarar lo que sus compañeros de judicatura se niegan a reconocer: "la nueva reflexión que he hecho de esta forma de acoso me ha permitido comprobar que puede darse, no sólo en la empresa privada y en las Administraciones públicas, sino también en cualquier Poder del Estado".
El libro va descomponiendo con acierto lo que llama la ”estructura estática” de “la relación jurídica de acoso psíquico”. Dacio Gil va a destacar aquí, por su novedad, un apartado dentro del objeto de la relación jurídica que el autor llama el entorno familiar del acosado. Destaca porque proviene de un magistrado especialista de lo contencioso- administrativo. Dice así:
El entorno familiar del acosado, y en particular determinadas personas del mismo –los padres, el cónyuge, los hijos- sufren también. Aunque sea por vía indirecta, las consecuencias de esa peculiar forma de agresión sobre el alma del acosado que caracteriza la figura de acoso aquí estudiada.
Y si bien se mira es que no puede ser de otra manera. Porque el acosado tiende a recluirse en el dolor, y –como la casa islámica cuya peculiar arquitectura la cierra a la curiosidad de los extraños, sin otra abertura en la planta baja que la puerta, y cerradas con persianas o celosías las de la planta superior- tiende el alma del acosado a encerrarse en sí misma y desinteresarsee de cuanto la rodea.
Y como el amor, que es una conjunción de dos soledades, implica transmigración de un alma a otra alma por vía contemplativa, el acosado inicia en esos casos un comportamiento de regreso, desandando el camino, para acabar deviniendo ciego para otra cosa que no sea el dolor
En el modelo que propongo estos sujetos jurídicos quedan todavía en la penumbra: integran eso que designo como “entorno familiar del acosado”. Pero es posible que, en una interpretación aplicativa –y no meramente teórica- de la norma, pueden figurar como reclamantes en sustitución o junto al directamente afectado.
Este apartado –que no ha sido elegido al azar, sino que se trae aquí como reconocimiento a quienes lo sufren muy directamente- representa un avance jurídico sustantivo en la materia. Ahora sólo resta ya que el cinismo imperante en el mundo judicial y especialmente en el orden jurisdiccional contencioso-administrativo, se dedican de una vez a querer verlo no sólo en contadas ocasiones en el ámbito local o autonómico sino en el propio Poder Público Estatal, donde se produce al acoso con abrumadora frecuencia. El catedrático-magistrado conoce a la perfección la jurisdicción contenciosa por eso, desliando el hilo de Ariadna a la manera propuesta por Francisco Sosa Wagner (que mantiene que “el derecho administrativo gusta de los cadáveres", que es inanimado al centrase exclusivamente en el “expediente”) deja sentado en la página 47 "como introducción al estudio de la "relación jurídica de acoso psíquico en el trabajo" explicaré cómo el "Derecho" es una relación jurídica entre hombres, esto es: entre sintientes humanos".
El acosado termina siendo un muerto dentro de la organización, o como diría Julien Benda (un filósofo que salió defensor del capitán Alfred Dreyfus) un enterrado vivo, por eso cualquier víctima agradece la sensibilidad de González Navarro cuando hace la siguiente reflexión: "Suprimamos la vida, la vida humana, y qué nos queda. Es que sin vida humana tiene sentido hablar de esos usos que son el saludo, la opinión pública, el Estado o el derecho?¿Tiene sentido hablar de justicia, de libertad, de solidaridad?" (p. 48).
El autor va analizando temas centrales como la dificultad de la prueba (acrecentada por la práctica judicial extremadamente restrictiva, sobre todo en el orden contencioso-administrativo), los sujetos de la relación, el trabajo del acosado, la mismidad, el poder domesticador, el daño causado etc., etc., etc. Quien conoce de verdad esta lacra, quien la haya padecido comprenderá sin duda el alcance de las palabras del autor aunque se quede con la sensación de que las ideas expuestas no han sido suficientemente desarrolladas para que sean p entendidas sin rodeos por quienes no han padecido en propia carne (y psique) el sutil proceso de victimización. Y para quienes deben de enjuiciarlas dentro del sistema de garantías jurídicas. Esa apreciación es, desde luego, cabal, pero en descargo del autor hay que suponer que ésta es sólo la antesala de su magna obra sobre el acoso psíquico, y que ahora el autor, con el sosiego de la jubilación, comenzará a elaborar un tratado sobre la materia: los elementos basilares para el estudio de la relación jurídica de acoso ya están puestos, sólo resta desarrollarlo para que la justicia española se entere de una vez que, como mantiene el V informe Cisneros, la enfermedad degenerativa del acoso psíquico se ha extendido a gran velocidad por el Poder Público Estatal. Y que su consecuencia es clara: en ese ámbito se da al menos la triple victimización de 1. el acosado; 2. el interés general violado; 3. los familiares.
González Navarro cita en la página 95 una de las muchas geniales frases de Alejandro Nieto; entresacada de la Lección Magistral que leyó el año 1996, con ocasión de su investidura como Doctor Honoris causa por la Universidad Carlos III de Madrid:
“Después de tanto tiempo (47 años) dedicado al Derecho, viviendo en él y para él (y por supuesto de él) no sé qué es el Derecho. Cabe mayor paradoja? (…) de seguro buena parte de los que me están escuchando compartirán mi ignorancia” .
Pero el autor malagueño no se detiene en esa cita y nos deja una concatenación de perlas no menos genial que la de Nieto. Y con ellas cerrará este viejo Gil la entusiasta salutación del nacimiento de este libro llamado a ser importante en el afán de detener esta “verdadera pandemia”:
- "...pero luego, en mi quehacer profesional como Magistrado del tribunal Supremo, he tenido la ocasión de enfrentarme con problemas sobre la prueba de hechos de muy diversa naturaleza. La lectura de trabajos doctrinales -en particular el que sobre El arbitrio judicial escribió Alejandro Nieto hace unos años- me aportaron nuevas enseñanzas, pudiendo comprobar además la frecuencia con la que, de un tiempo a esta parte, la jurisprudencia viene manejando conceptos metajurídicos, el sentido común entre ellos, sin detenerse a explicar casi nunca el significado de este tipo de significantes" (p. 79)
- "Acoso anímico y acoso mental son denominaciones equivalentes a la que propongo (acoso psíquico) y no tengo, por ello, inconveniente en aceptarlas." (p. 91)
-"Un estudio completo de la relación jurídica de acoso laboral -y creo que soy el primero que ha utilizado esta perspectiva para analizar la figura jurídica que estoy estudiando- debe de tratar de saber de qué está hecha (su disposición interior) y cómo se comporta (su funcionamiento). Con otras palabras: hay que averiguar su estructura estática (los ingredientes o elementos que la componen) y su estructura dinámica (las sucesivas etapas por las que atraviesa)" (p. 93)
Y un corolario aplicable, a no dudar, a la España actual:
-" Y como la esencia del Estado de derecho es jurídica, como el Estado de derecho, si es que va a ser algo más que una mera frase no puede dejar de ser -esencial e íntimamente- derecho, su fundamento no puede ser otro que el funcionamiento mismo del derecho, esto es la paz y la justicia. Sin una y sin otra, el Estado de derecho se convierte en...¡el Estado de no hay derecho!" (p. 105)
(Dacio Gil continuará con la noticia de otro libro. Eso será ya en otro "post")
Para evitar el "confortable conservadurismo" de la jurisprudencia española en materia de acoso, está temática del Mobbing está necesitada con cierta urgencia de estudios sólidos que desentrañen los elementos jurídicos de tan escandaloso tema que hunde sus raíces en la vulneración violenta dentro de las organizaciones del respeto y obligatorio auxilio a seres humanos como los demás. Vulneración violenta que se produce tanto en la empresa privada como en las organizaciones públicas o, incluso, del sector terciario. Existe alguna aportación recopilatoria muy buena pero es difícilmente encontrable en España ya que está editada en Argentina. Por su agudeza jurídica son recomendables los trabajos y libros aparecidos hasta ahora bajo la firma del catedrático de derecho del trabajo, Cristobal Molina Navarrete, quedándose el resto de los libros en una aproximación jurídica no excesivamente profunda. Siguen siendo imprescindibles los libros en los que las víctimas han relatado sus experiencias.
Por eso, la aparición de un libro con una rúbrica tan sugestiva como La dignidad del hombre y el acoso psíquico en el trabajo que se presta en una Administración Pública (Thomson Reuters Civitas; Pamplona 2009) escrito por un catedrático de derecho administrativo como Francisco González Navarro que durante mucho tiempo ha sido magistrado del Tribunal Supremo y ponente en una sentencia pionera sobre Mobbing en el ámbito local (Ayuntamiento de Coria, en Extremadura), levantaba máximas expectativas y prometía la máxima enjundia tanto para los juristas interesados (no los abogados coyunturales de ocasión) como para las víctimas y los observadores con ópticas multidisciplinares sobre tan rápida y expansiva lacra en las organizaciones. Hay que decir de entrada que el libro, sólo en su núcleo central (páginas 116 a 172) lleva a cabo un estudio estrictamente jurídico contundente y sólido sobre la materia enunciada en el título del libro, siendo el resto material intelectual adyacente. Necesario, pero adyacente. Con todo, se trata de una aportación muy importante siempre y cuando se busque en él no tanto el academicismo (que evidentemente rezuma) cuanto el núcleo de la perversión humana y jurídica que representa el acoso en el trabajo, se quiera como se quiera adjetivarle. El libro del que se da noticia es un vergel si uno busca con detenimiento en él los diversos manantiales que contiene. Hay que hacer una lectura sosegada; muy sosegada. No en vano, Gonzalez Navarro es un brillante jurista.
Gonzalez Navarro alude varias veces al acoso psíquico en el trabajo público como "verdadera pandemia", como "el mal de nuestro tiempo", como "verdadera epidemia", como "terrible nivel de dramatismo que ha llegado a alcanzar", como "caótica pandemia" y ya en la página 20 trata de definir el acoso moral como "un atentado al alma del acosado, lo cual no impide que pueda afectar también, pero siempre por vía de consecuencia o derivación,en modo alguno por modo directo y sustancial, a la dignidad del hombre, a su libertad o a otros valores, intereses o bienes de la personalidad que deben de ser protegidos por el ordenamiento jurídico". Y en la 28 acierta a declarar lo que sus compañeros de judicatura se niegan a reconocer: "la nueva reflexión que he hecho de esta forma de acoso me ha permitido comprobar que puede darse, no sólo en la empresa privada y en las Administraciones públicas, sino también en cualquier Poder del Estado".
El libro va descomponiendo con acierto lo que llama la ”estructura estática” de “la relación jurídica de acoso psíquico”. Dacio Gil va a destacar aquí, por su novedad, un apartado dentro del objeto de la relación jurídica que el autor llama el entorno familiar del acosado. Destaca porque proviene de un magistrado especialista de lo contencioso- administrativo. Dice así:
El entorno familiar del acosado, y en particular determinadas personas del mismo –los padres, el cónyuge, los hijos- sufren también. Aunque sea por vía indirecta, las consecuencias de esa peculiar forma de agresión sobre el alma del acosado que caracteriza la figura de acoso aquí estudiada.
Y si bien se mira es que no puede ser de otra manera. Porque el acosado tiende a recluirse en el dolor, y –como la casa islámica cuya peculiar arquitectura la cierra a la curiosidad de los extraños, sin otra abertura en la planta baja que la puerta, y cerradas con persianas o celosías las de la planta superior- tiende el alma del acosado a encerrarse en sí misma y desinteresarsee de cuanto la rodea.
Y como el amor, que es una conjunción de dos soledades, implica transmigración de un alma a otra alma por vía contemplativa, el acosado inicia en esos casos un comportamiento de regreso, desandando el camino, para acabar deviniendo ciego para otra cosa que no sea el dolor
En el modelo que propongo estos sujetos jurídicos quedan todavía en la penumbra: integran eso que designo como “entorno familiar del acosado”. Pero es posible que, en una interpretación aplicativa –y no meramente teórica- de la norma, pueden figurar como reclamantes en sustitución o junto al directamente afectado.
Este apartado –que no ha sido elegido al azar, sino que se trae aquí como reconocimiento a quienes lo sufren muy directamente- representa un avance jurídico sustantivo en la materia. Ahora sólo resta ya que el cinismo imperante en el mundo judicial y especialmente en el orden jurisdiccional contencioso-administrativo, se dedican de una vez a querer verlo no sólo en contadas ocasiones en el ámbito local o autonómico sino en el propio Poder Público Estatal, donde se produce al acoso con abrumadora frecuencia. El catedrático-magistrado conoce a la perfección la jurisdicción contenciosa por eso, desliando el hilo de Ariadna a la manera propuesta por Francisco Sosa Wagner (que mantiene que “el derecho administrativo gusta de los cadáveres", que es inanimado al centrase exclusivamente en el “expediente”) deja sentado en la página 47 "como introducción al estudio de la "relación jurídica de acoso psíquico en el trabajo" explicaré cómo el "Derecho" es una relación jurídica entre hombres, esto es: entre sintientes humanos".
El acosado termina siendo un muerto dentro de la organización, o como diría Julien Benda (un filósofo que salió defensor del capitán Alfred Dreyfus) un enterrado vivo, por eso cualquier víctima agradece la sensibilidad de González Navarro cuando hace la siguiente reflexión: "Suprimamos la vida, la vida humana, y qué nos queda. Es que sin vida humana tiene sentido hablar de esos usos que son el saludo, la opinión pública, el Estado o el derecho?¿Tiene sentido hablar de justicia, de libertad, de solidaridad?" (p. 48).
El autor va analizando temas centrales como la dificultad de la prueba (acrecentada por la práctica judicial extremadamente restrictiva, sobre todo en el orden contencioso-administrativo), los sujetos de la relación, el trabajo del acosado, la mismidad, el poder domesticador, el daño causado etc., etc., etc. Quien conoce de verdad esta lacra, quien la haya padecido comprenderá sin duda el alcance de las palabras del autor aunque se quede con la sensación de que las ideas expuestas no han sido suficientemente desarrolladas para que sean p entendidas sin rodeos por quienes no han padecido en propia carne (y psique) el sutil proceso de victimización. Y para quienes deben de enjuiciarlas dentro del sistema de garantías jurídicas. Esa apreciación es, desde luego, cabal, pero en descargo del autor hay que suponer que ésta es sólo la antesala de su magna obra sobre el acoso psíquico, y que ahora el autor, con el sosiego de la jubilación, comenzará a elaborar un tratado sobre la materia: los elementos basilares para el estudio de la relación jurídica de acoso ya están puestos, sólo resta desarrollarlo para que la justicia española se entere de una vez que, como mantiene el V informe Cisneros, la enfermedad degenerativa del acoso psíquico se ha extendido a gran velocidad por el Poder Público Estatal. Y que su consecuencia es clara: en ese ámbito se da al menos la triple victimización de 1. el acosado; 2. el interés general violado; 3. los familiares.
González Navarro cita en la página 95 una de las muchas geniales frases de Alejandro Nieto; entresacada de la Lección Magistral que leyó el año 1996, con ocasión de su investidura como Doctor Honoris causa por la Universidad Carlos III de Madrid:
“Después de tanto tiempo (47 años) dedicado al Derecho, viviendo en él y para él (y por supuesto de él) no sé qué es el Derecho. Cabe mayor paradoja? (…) de seguro buena parte de los que me están escuchando compartirán mi ignorancia” .
Pero el autor malagueño no se detiene en esa cita y nos deja una concatenación de perlas no menos genial que la de Nieto. Y con ellas cerrará este viejo Gil la entusiasta salutación del nacimiento de este libro llamado a ser importante en el afán de detener esta “verdadera pandemia”:
- "...pero luego, en mi quehacer profesional como Magistrado del tribunal Supremo, he tenido la ocasión de enfrentarme con problemas sobre la prueba de hechos de muy diversa naturaleza. La lectura de trabajos doctrinales -en particular el que sobre El arbitrio judicial escribió Alejandro Nieto hace unos años- me aportaron nuevas enseñanzas, pudiendo comprobar además la frecuencia con la que, de un tiempo a esta parte, la jurisprudencia viene manejando conceptos metajurídicos, el sentido común entre ellos, sin detenerse a explicar casi nunca el significado de este tipo de significantes" (p. 79)
- "Acoso anímico y acoso mental son denominaciones equivalentes a la que propongo (acoso psíquico) y no tengo, por ello, inconveniente en aceptarlas." (p. 91)
-"Un estudio completo de la relación jurídica de acoso laboral -y creo que soy el primero que ha utilizado esta perspectiva para analizar la figura jurídica que estoy estudiando- debe de tratar de saber de qué está hecha (su disposición interior) y cómo se comporta (su funcionamiento). Con otras palabras: hay que averiguar su estructura estática (los ingredientes o elementos que la componen) y su estructura dinámica (las sucesivas etapas por las que atraviesa)" (p. 93)
Y un corolario aplicable, a no dudar, a la España actual:
-" Y como la esencia del Estado de derecho es jurídica, como el Estado de derecho, si es que va a ser algo más que una mera frase no puede dejar de ser -esencial e íntimamente- derecho, su fundamento no puede ser otro que el funcionamiento mismo del derecho, esto es la paz y la justicia. Sin una y sin otra, el Estado de derecho se convierte en...¡el Estado de no hay derecho!" (p. 105)
(Dacio Gil continuará con la noticia de otro libro. Eso será ya en otro "post")
domingo, 23 de mayo de 2010
CINCO HORAS CON MARIA
Ciertamente los tiempos están para estar justificadamente atribulado. Como para no poder estar sino más turbado. Para estar, con las instituciones que nos han dado, mucho más turbado que antes de las medidas. Este viejo Dacio Gil sigue sin comprender como el Ministerio de Igualdad o sus "voceras" se han mantenido en silencio propio de una tumba mora en vez de haber salido a hacer frente a las medidas relativas a los funcionarios o empleados públicos. hubiera sido lógico que las altas cargas de ese Ministerio deberían haberse removido dentro de su sarcófago instintucional, levantando la voz en contra de esas medidas. Por un lado, las representantes de ese ministerio femenino podían haber objetado las medidas por no por referirse, abusando de lenguaje, a funcionarios o empleados públicos en vez de referirse de forma genérica a "función pública" o "emplea pública". Por otro, se podrían asimismo haber impugnado las medidas por atentar discriminatoriamente las detracciones económicas forzosas a la conciliación familiar, a la compensación de la dependencia. O por no haber considerado las medidas anti-crisis una "discriminación positiva" detrayendo menos a las mujeres que los hombre por puras razones históricas de sojuzgamiento de género en la adulterada aplicación de los principios de "mérito y capacidad" hablar de funcionarias o empleadas públicas. Y sorprendentemente no lo han hecho; han preferido seguir ciñéndose a los fuegos de artificio. Si la ocasión la pintan calva (¿será esta muletilla un abuso de lenguaje como la mención a la mujer barbuda en los circos de ocasión?), lo suyo era haberse opuesto enérgicamente blandiendo los argumentos de rigor a las medidas anti-crisis. Tal vez haya sido esta vez sólo un silencio táctico. Una especie de calma chicha, antecedente de una medida de igualdad de más calado.
El sociólogo francés Pierre Bourdieu acuñó la expresión nobleza de Estado para referirse a la especie de aristocracia que se erige y perpetúa tras cada avance más o menos revolucionario. Venía a decir que dentro del Estado se concentraban los detentadores del capital simbólico manteniendo una lucha entre ellos para obtener el monopolio. En el caso de las políticas de igualdad bien puede decirse que lo que más se detecta es esa tendencia a constituirse esa suerte de aristocracia pública que se ha ido instalando en los intersticios de los Poderes del Estado. Es constatable empíricamente esta tendencia a la estamentalización tanto en la estática como en la dinámica institucional. Y este fenómeno general no deja de presentarse en todas las revoluciones. En eso la historia no miente: aporta múltiples evidencias.
A este viejo Dacio se le ocurre que, a su vez, a esa aristocracia de género acaso podría ocurrírsele intentar sigilosamente y sin alharacas llevar a cabo una mutación de las bases culturales de la convicencia con un sesgo de género. Me explico: Se podría por ejemplo intentar, ahora que la Biblioteca Nacional ha sido degradada de rango, una serie de prudentes acciones concertadas para que el libro por excelencia de don Miguel de Cervantes se llame a partir de ahora Doña Quijota de la Mancha; el de Harbert Marcuse llamarse ahora la mujer unidimensional; el de Robert Musil la mujer sin atributos y, en fin, el de Miguel Delibes cinco horas con María. Así un sinfín de obras. Al leal saber y entender de este viejo Gil sería esa una mutación importante en orden a consolidar la revolución de género, estando como está la literatura femenina de calidad o excepcional en franca desventaja con las plumas del otro género: el género masculino. Una vez obtenido un acervo de obras literarias excepcionales devenidas en femeninas, una siguiente etapa podría ser modificar subrepticiamente los nombres de los titulares de las obras para que aparezcan como escritas por mujeres. Con el simple paso de una generación sólo los eruditos se percatarían de la superchería. Y además no sería tan complicado: la historia está plagada de épocas en las que los vencedores han procedido a vaciar hábilmente el acervo cultural precedente apropiándose de las obras de los vencidos debidamente deformados sus elementos caracterizadores. Con esa simples operaciones cosméticas, la aristocracia institucional de género podría intentar perpetuarse.
Tomáremos como ejemplo Cinco horas con María. Sólo habría que cambiar Mario por María y María del Carmen por Mario Carmelo, por ejemplo. El resto se mantendría inalterado (trocando el género de los demás nombres que aprecen en la obra: Encarna, Paquito Álvarez, Valentina, Beltrán etc.). Todo el diálogo monologado podría hacerlo ahora un hombre viudo (Mario Carmelo, tal cual antes se convino, aunque los correctores deberían guardar un especial celo con frases como aquella "Pero de estas cosas los hombres no os dais cuenta, cariño, que el día que os casáis, compráis una exclava, hacéis vuestro negocio, como yo digo, que los hombres, ya se sabe, no tiene vuelta de hoja, siempre los negocios". El pasaje en el que la viuda (ahora el viudo) evoca el subrayado de los libros, por su plasticidad, debería mantenerse en la obra modificada con fines de género; aunque estadísticamente parece que las mujeres siempre han subrayado menos libros que los hombres. Acaso por pura estética, acaso por su mayor repentización respecto de los hombres.
Entiende este Gil que el paritarismo, las políticas de igualdad o el feminismo noble no necesitan de grandes los mitos, las heroínas, las santas o vírgenes civiles que se empeñan en buscar las aristócratas estatales de género. Sin ir más lejos, este usufructuario de la tribuna conoce una mujer que, como viuda real, concilia todas las características de excepcionalidad como ser humano, toda vez que al quedar viuda muy joven ha sabido conjugar sin amilbaramientos el doble papel de madre y de padre. Y de hermana primogénita en una familia de huérfanos. Puede decirse de ella que cuando le llegó ese cruel momento de la viudedad no se anduvo con mojigaterías: tiró del carro sin rechistar, sin propalar sus lamentos a los cuatro vientos. Como madre supo bandear crueldades humanas, crisis económicas, incluso los desconciertos propios de la evolución de sus vástagos. Jamás se ha apartado de la luminaria que le marca el camino: su condición humana, el reconocimiento de ser sólo un ser humano movido por el orgullo de ayudar. Su núcleo familiar es tan amplio que se diría que ella patrocina en exclusiva y dirige una amplia ONG de las auténticas, no de las de fachada con exclusiva finalidad subvencionable. Para esta María sólo ha habido,hay y habrá Nosotros. Ahora que están tan de moda las barreras y los salvoconductos para la interacción humana ese es su timbre de honor. A esos atributos de humanidad en el ámbito familiar conjuga el orgullo de ayudar también en el ámbito de esa su profesión que es la beneficencia. El inmenso número de sus beneficiarios no necesita guardar cola para obtener una ayuda suya ni traspasar un sinfin de filtros para acceder a sus consejos. terapias o consolaciones: las otorga irrestrictas. A veces se demora, pero las otorga. La ideología de esta mujer coraje es sumamente radical: desafiar la maldad intentando descubrir siempre el lado humanista y humanitario de cualquier acto. Buscar lo positivo y lo sencillo.
La aristocracia institucional de género se empeña en hacer salir al escenario a sus propias heroínas extraídas de un casting algo parcial. La María de estas cinco horas es sólo un ser humano entregado al servicios de los seres humanos, considerados como hermanos. Sin necesidad de escenificaciones, viene manteniendo una actitud heroica en el plano humano y en el social. Siempre se distanció de las aristocracias y las supercherías contingentes. En este baile que es la vida nunca le ha gustado el uso de la máscara. Es un vivo exponente del orgullo de ayudar. Sin duda de ningún género.
El sociólogo francés Pierre Bourdieu acuñó la expresión nobleza de Estado para referirse a la especie de aristocracia que se erige y perpetúa tras cada avance más o menos revolucionario. Venía a decir que dentro del Estado se concentraban los detentadores del capital simbólico manteniendo una lucha entre ellos para obtener el monopolio. En el caso de las políticas de igualdad bien puede decirse que lo que más se detecta es esa tendencia a constituirse esa suerte de aristocracia pública que se ha ido instalando en los intersticios de los Poderes del Estado. Es constatable empíricamente esta tendencia a la estamentalización tanto en la estática como en la dinámica institucional. Y este fenómeno general no deja de presentarse en todas las revoluciones. En eso la historia no miente: aporta múltiples evidencias.
A este viejo Dacio se le ocurre que, a su vez, a esa aristocracia de género acaso podría ocurrírsele intentar sigilosamente y sin alharacas llevar a cabo una mutación de las bases culturales de la convicencia con un sesgo de género. Me explico: Se podría por ejemplo intentar, ahora que la Biblioteca Nacional ha sido degradada de rango, una serie de prudentes acciones concertadas para que el libro por excelencia de don Miguel de Cervantes se llame a partir de ahora Doña Quijota de la Mancha; el de Harbert Marcuse llamarse ahora la mujer unidimensional; el de Robert Musil la mujer sin atributos y, en fin, el de Miguel Delibes cinco horas con María. Así un sinfín de obras. Al leal saber y entender de este viejo Gil sería esa una mutación importante en orden a consolidar la revolución de género, estando como está la literatura femenina de calidad o excepcional en franca desventaja con las plumas del otro género: el género masculino. Una vez obtenido un acervo de obras literarias excepcionales devenidas en femeninas, una siguiente etapa podría ser modificar subrepticiamente los nombres de los titulares de las obras para que aparezcan como escritas por mujeres. Con el simple paso de una generación sólo los eruditos se percatarían de la superchería. Y además no sería tan complicado: la historia está plagada de épocas en las que los vencedores han procedido a vaciar hábilmente el acervo cultural precedente apropiándose de las obras de los vencidos debidamente deformados sus elementos caracterizadores. Con esa simples operaciones cosméticas, la aristocracia institucional de género podría intentar perpetuarse.
Tomáremos como ejemplo Cinco horas con María. Sólo habría que cambiar Mario por María y María del Carmen por Mario Carmelo, por ejemplo. El resto se mantendría inalterado (trocando el género de los demás nombres que aprecen en la obra: Encarna, Paquito Álvarez, Valentina, Beltrán etc.). Todo el diálogo monologado podría hacerlo ahora un hombre viudo (Mario Carmelo, tal cual antes se convino, aunque los correctores deberían guardar un especial celo con frases como aquella "Pero de estas cosas los hombres no os dais cuenta, cariño, que el día que os casáis, compráis una exclava, hacéis vuestro negocio, como yo digo, que los hombres, ya se sabe, no tiene vuelta de hoja, siempre los negocios". El pasaje en el que la viuda (ahora el viudo) evoca el subrayado de los libros, por su plasticidad, debería mantenerse en la obra modificada con fines de género; aunque estadísticamente parece que las mujeres siempre han subrayado menos libros que los hombres. Acaso por pura estética, acaso por su mayor repentización respecto de los hombres.
Entiende este Gil que el paritarismo, las políticas de igualdad o el feminismo noble no necesitan de grandes los mitos, las heroínas, las santas o vírgenes civiles que se empeñan en buscar las aristócratas estatales de género. Sin ir más lejos, este usufructuario de la tribuna conoce una mujer que, como viuda real, concilia todas las características de excepcionalidad como ser humano, toda vez que al quedar viuda muy joven ha sabido conjugar sin amilbaramientos el doble papel de madre y de padre. Y de hermana primogénita en una familia de huérfanos. Puede decirse de ella que cuando le llegó ese cruel momento de la viudedad no se anduvo con mojigaterías: tiró del carro sin rechistar, sin propalar sus lamentos a los cuatro vientos. Como madre supo bandear crueldades humanas, crisis económicas, incluso los desconciertos propios de la evolución de sus vástagos. Jamás se ha apartado de la luminaria que le marca el camino: su condición humana, el reconocimiento de ser sólo un ser humano movido por el orgullo de ayudar. Su núcleo familiar es tan amplio que se diría que ella patrocina en exclusiva y dirige una amplia ONG de las auténticas, no de las de fachada con exclusiva finalidad subvencionable. Para esta María sólo ha habido,hay y habrá Nosotros. Ahora que están tan de moda las barreras y los salvoconductos para la interacción humana ese es su timbre de honor. A esos atributos de humanidad en el ámbito familiar conjuga el orgullo de ayudar también en el ámbito de esa su profesión que es la beneficencia. El inmenso número de sus beneficiarios no necesita guardar cola para obtener una ayuda suya ni traspasar un sinfin de filtros para acceder a sus consejos. terapias o consolaciones: las otorga irrestrictas. A veces se demora, pero las otorga. La ideología de esta mujer coraje es sumamente radical: desafiar la maldad intentando descubrir siempre el lado humanista y humanitario de cualquier acto. Buscar lo positivo y lo sencillo.
La aristocracia institucional de género se empeña en hacer salir al escenario a sus propias heroínas extraídas de un casting algo parcial. La María de estas cinco horas es sólo un ser humano entregado al servicios de los seres humanos, considerados como hermanos. Sin necesidad de escenificaciones, viene manteniendo una actitud heroica en el plano humano y en el social. Siempre se distanció de las aristocracias y las supercherías contingentes. En este baile que es la vida nunca le ha gustado el uso de la máscara. Es un vivo exponente del orgullo de ayudar. Sin duda de ningún género.
miércoles, 19 de mayo de 2010
¿MILAGRERIAS O SANTOS BEBEDORES?
Se encontraba Dacio Gil tamborileando torpemente sobre el teclado una nueva entrada atinente a la noticia sobre dos recientes libros relativos a atentados a la dignidad humana en las organizaciones, cuando recordó que debía acercarse a la botica para retirar -e incorporar a la enorme relación de química que se ve obligado a ingerir- un caro medicamento que había encargado de buena mañana. De inmediato interrumpió el tableteo sobre el ordenador y tomó el correspondiente transporte público que deja en la entrada misma de la botica (el lugar en el que reside este viejo Gil lamentablemente ha devenido a barrio tras ser parroquia y son imaginables las incomodidades que ello comporta). La botica se ha beneficiado del aluvión y está servida por, al menos, seis mancebas y algún mancebo y tiene un muy generoso espacio para publicitar productos milagro tradicionales, novedosos y novedosísimos. Las farmacias son un observatorio privilegiado para percibir los cambios sociales. Sobre todo las de los barrios en expansión. En la que me refiero, en un lugar de preeminecia se publicita un producto (del que se omitirá su nombre comercial para no contribuir a su publicidad, pero Dacio Gil lo recuerda perfectamente) que reza más o menos -cito de memoria-lo siguiente: El mayor avance científico contra el envejecimiento celular fruto de los últimos avances de al investigación nutracéutica. Ahí es nada. Ni más ni menos. ¡Toma ya! Como decíamos en los tiempos de la mili: "Atención escuadrilla: el General" Y el cuartel temblaba. En este caso, el consumidor farmacéutico queda conmovido, impactado por el lenguaje publicitario.
Dado su impacto lingüístico, es necesario descomponer los lemas del mensaje expuesto al subconsciente del consumidor de felicidad prometida: 1. El mayor avance científico. 2. Contra el envejecimiento celular. 3. Investigación nutracéutica.
Naturalmente la publicidad bascula sobre el vocablo "avance" que es la idea fuerza que trata de legitimarse con el calificativo científico y la apelación a investigación. Todo ello bajo el impactante neologismo nutracéutica. El objeto terapéutico es la detención del envejecimiento celular. Cuando el inquieto consumidor trata de indagar la validación de tan enorme avance científico comprueba que el producto es avalado por el CSIC. Sólo por el CSIC. Y obsérvese que esta característica es vendida como su mayor timbre de gloria. Su legitimación por excelencia. Para los desprevenidos señalaré, aunque a nadie se le oculta ya, que este tipo de publicidad viene amparada por un previo "convenio de colaboración" entre esa Agencia Estatal y el laboratorio comercializador. No será Dacio Gil quien exponga aquí las perversiones de los "convenios de colaboración". Son sabidas: están en la literatura sobre la huida del derecho administrativo. Lo patente es que, en el supuesto analizado, un organismo público como el CSIC se presta a aparecer en la publicidad de este producto nutricéutico, aunque se omite señalar el alcance de los tests y supervisiones llevados a cabo. Y nutricéutico no es lo mismo que farmacéutico para la autoridad pública y sus controles. Nutricéutico evoca un nuevo paraíso de felicidad, sin las hipotecas de la química tradicional...
El producto no es, ni más ni menos, que un antioxidante. Si, un antioxidante. De esos sobre los que la Food and Drug Administration ha prevenido sobre sus efectos colaterales. En España se guarda silencio sobre esta cuestión, pero el consumidor inquieto puede indagar en internet. Y la peculiaridad relativa es que el antioxidante en cuestión se elabora sobre el hollejo de la uva. Ya no es el ácido ascórbico, la vitamina C o los otros componentes. El curioso consumidor puede seguir indagando y hasta comparando: compruebe la diferencia de precios con el resto de los antioxidantes del mercado de herbolarios y demás centros dietéticos. Hasta aquí la descripción más o menos acertada del fenómeno publicitario y las vinculaciones de un organismo público en la publicidad desarrollada. El resto se examina a continuación.
Respecto al producto de referencia hay que reconocer que goza de una completa campaña publicitaria que gira en destacar su cualificación científica. Y como el medio hace el mensaje, sus promotores han elegido las farmacias y no los herbolarios. Lógica de mercado. Y también, nueva tendencia de comercialización de productos en paralelo a los genéricos. Trampas legales del mercado de la salud. Y no será Dacio Gil el que niegue que conoce ya entre su círculo de amistades a verdaderos profetas de las bondades de este producto. Negarlo sería mentir. Dacio Gil se ha resistido a probarlo por las reservas que le produce el avalista científico. ¿Y qué es lo que tiene esa maravilla que detiene al asesino de la edad? Pues, según parece, básicamente taninos, dado que se obtiene del hollejo de la uva. Dacio Gil en modo alguno se maneja con soltura en este tema, la información que dispone se la suministró un tenista imbatible que, al ser preguntado hace años por su preparación y éxito, contestó a quien esto escribe que todo se debía a los antioxidantes. Y recalcó: "pero los buenos; que antioxidantes hay muchos". Desde esa fecha ya lejana este Gil les sigue la pista a los antioxidantes...y al tenista imbatible, que no es Nadal, naturalmente. Hoy el seguimiento que lleva a cabo es más de los efectos sociológicos que el meramente felicitario que prometen sus publicitarios, Conocido es que el usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia tiene cierta debilidad por los sabios, los viejos y los excluidos en esta sociedad del consumo,por lo que no espera ya nada de los antioxidantes ni de ni de los avances científicos milagreros, ni de las innovaciones nutracéuticas, ni de los sedicentes avalistas científicos. Estos colectivos no los han utilizado. Cree este Gil, sin embargo, que todo debe de ser mas serio, Que no todo vale en el consumo. Sea como fuere, lo cierto es que lo que se conoce como sociología del rumor (el conocido boca a boca) ha hecho expandirse la consideración de este producto milagro que no es en modo alguno barato. Asistimos, por así decirlo, a un boom que a Dacio Gil le parece desorbitado en grado extremo. No tanto por el aval (bajo convenio) del CSIC, lo que es mucho, ciertamente, sino por la alternativa aportación de taninos a través del producto nacional por excelencia: el vino. Puede que, con la patente, se esté preparando un pelotazo farmacéutico como el protagonizado por Mario Conde hace unos años. Nada nuevo bajo el sol. Pero eso es sólo una suposición.
En este actual Mundo consumo asistimos a fenómenos antinómicos: por un lado se desaconseja el vino y por otro se cantan las excelencias del hollejo de la uva ¡en extracto! Dacio Gil, como ha contado recientemente, se blasona de tener muchos padres y entre ellos, no lo va a ocultar ahora puesto que es notorio, bastantes bebedores. Sin que pueda tomarse a este viejo Dacio (oxidado ya en el cuerpo, apaleado en el alma pero cognitivamente intentando permanecer aún despierto) como fomentador del alcoholismo, hay que reconocer que la buena literatura le debe más al vino que a los antioxidantes: O, por mejor decir, al tanino de la uva. Plinio el Viejo ha pasado a la historia por viejo, por amante de la verdad...y el vino, ya que a él se atribuye la famosa frase in vino veritas. Gran cantidad de figuras de la literatura como Quevedo o Dostoievski gustaron del morapio. El vino ha sido fuente permanente de inspiración, y alguno, como Joseph Roth - en la antesala de la muerte por cirrosis- le dedicó al vino una preciosa novelita -luego llevada al cine con gran éxito- titulada la leyenda del Santo bebedor.
Joseph Roth es una de las debilidades de este viejo Gil. Su obra La rebelión es un prodigio de exactitud sobre el a veces maligno devenir en el funcionamiento de las instituciones. La peripecia vital de Andreas Pum -un inválido ex-combatiente condecorado por su propio Gobierno, que cree que el mundo se rige por criterios morales - es desgarradora y cabal: la deriva presidida por la banalidad del mal presente en todas las burocracias terminará precipitando al pobre Andreas Pum a un abismo incomprensible. Como reza la publicidad de la contraportada del libro "La rebelión hurga en los oscuros mecanismos de la burocracia estatal y en las complejas relaciones entre los seres humanos" ¿Les suena?
Para este viejo Gil, Joseph Roth es especial por cómo describe la exclusión y la indiferencia de las instituciones con los excluidos. En un artículo en el periódico Pariser Tagerzeitug en el ya lejano enero de 1939, este sabio bebedor dejó escrito lo siguiente: “Un único hombre al que le importe un bledo que peguen a un judío es más nocivo que los diez que le apalean. Al judío, al gitano, al pelirrojo, al de los ojos verdes. De ahí que, comparada con la «neutralidad» de algunos, la bestialidad sea casi llevadera. El enemigo común, en resumidas cuentas, es el indiferente”. Los que alguna vez hayan sufrido algún tipo de acoso valorarán en sus justos términos estas comprometidas palabras. Se refiere a los indiferentes como testigos mudos. En el momento que este viejo Gil decida hablar de lo que verdaderamente le afecta -y ya parece estar próximo-, volverá a aparecer esta figura de la literatura austriaca.
Concluyamos: Bienvenidos los productos felicitarios y alabada la milagrería de los descubrimientos del siglo XXI. Pero cuidado con el lenguaje publicitario. Cuidado con la deriva de las instituciones que confunden el Estado con el Mercado. Cuidado con los malabaristas ideológicos. Puede estar detrás un pelotazo participado por algo más que un convenio de colaboración, que sólo es, al fin, un instrumento. In vino veritas.
Falta una coda: El observador atento y perspicaz podrá ciertamente espetar a este viejo Gil ¿Se quejaba usted cuando de bien pequeño sus padres le hacían ingerir el glicerofosfato de cal y kola granulada disuelto en vinito, que tanto le gustaba y del que repetía a escondidas a riesgo de su propia salud? ¿No era aquel también un producto milagro de la época? Pues es cierto. Buena oportunidad para haber callado para siempre sobre la cuestión planteada en este "post". Ocasión para dejarla oxidar.
Dado su impacto lingüístico, es necesario descomponer los lemas del mensaje expuesto al subconsciente del consumidor de felicidad prometida: 1. El mayor avance científico. 2. Contra el envejecimiento celular. 3. Investigación nutracéutica.
Naturalmente la publicidad bascula sobre el vocablo "avance" que es la idea fuerza que trata de legitimarse con el calificativo científico y la apelación a investigación. Todo ello bajo el impactante neologismo nutracéutica. El objeto terapéutico es la detención del envejecimiento celular. Cuando el inquieto consumidor trata de indagar la validación de tan enorme avance científico comprueba que el producto es avalado por el CSIC. Sólo por el CSIC. Y obsérvese que esta característica es vendida como su mayor timbre de gloria. Su legitimación por excelencia. Para los desprevenidos señalaré, aunque a nadie se le oculta ya, que este tipo de publicidad viene amparada por un previo "convenio de colaboración" entre esa Agencia Estatal y el laboratorio comercializador. No será Dacio Gil quien exponga aquí las perversiones de los "convenios de colaboración". Son sabidas: están en la literatura sobre la huida del derecho administrativo. Lo patente es que, en el supuesto analizado, un organismo público como el CSIC se presta a aparecer en la publicidad de este producto nutricéutico, aunque se omite señalar el alcance de los tests y supervisiones llevados a cabo. Y nutricéutico no es lo mismo que farmacéutico para la autoridad pública y sus controles. Nutricéutico evoca un nuevo paraíso de felicidad, sin las hipotecas de la química tradicional...
El producto no es, ni más ni menos, que un antioxidante. Si, un antioxidante. De esos sobre los que la Food and Drug Administration ha prevenido sobre sus efectos colaterales. En España se guarda silencio sobre esta cuestión, pero el consumidor inquieto puede indagar en internet. Y la peculiaridad relativa es que el antioxidante en cuestión se elabora sobre el hollejo de la uva. Ya no es el ácido ascórbico, la vitamina C o los otros componentes. El curioso consumidor puede seguir indagando y hasta comparando: compruebe la diferencia de precios con el resto de los antioxidantes del mercado de herbolarios y demás centros dietéticos. Hasta aquí la descripción más o menos acertada del fenómeno publicitario y las vinculaciones de un organismo público en la publicidad desarrollada. El resto se examina a continuación.
Respecto al producto de referencia hay que reconocer que goza de una completa campaña publicitaria que gira en destacar su cualificación científica. Y como el medio hace el mensaje, sus promotores han elegido las farmacias y no los herbolarios. Lógica de mercado. Y también, nueva tendencia de comercialización de productos en paralelo a los genéricos. Trampas legales del mercado de la salud. Y no será Dacio Gil el que niegue que conoce ya entre su círculo de amistades a verdaderos profetas de las bondades de este producto. Negarlo sería mentir. Dacio Gil se ha resistido a probarlo por las reservas que le produce el avalista científico. ¿Y qué es lo que tiene esa maravilla que detiene al asesino de la edad? Pues, según parece, básicamente taninos, dado que se obtiene del hollejo de la uva. Dacio Gil en modo alguno se maneja con soltura en este tema, la información que dispone se la suministró un tenista imbatible que, al ser preguntado hace años por su preparación y éxito, contestó a quien esto escribe que todo se debía a los antioxidantes. Y recalcó: "pero los buenos; que antioxidantes hay muchos". Desde esa fecha ya lejana este Gil les sigue la pista a los antioxidantes...y al tenista imbatible, que no es Nadal, naturalmente. Hoy el seguimiento que lleva a cabo es más de los efectos sociológicos que el meramente felicitario que prometen sus publicitarios, Conocido es que el usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia tiene cierta debilidad por los sabios, los viejos y los excluidos en esta sociedad del consumo,por lo que no espera ya nada de los antioxidantes ni de ni de los avances científicos milagreros, ni de las innovaciones nutracéuticas, ni de los sedicentes avalistas científicos. Estos colectivos no los han utilizado. Cree este Gil, sin embargo, que todo debe de ser mas serio, Que no todo vale en el consumo. Sea como fuere, lo cierto es que lo que se conoce como sociología del rumor (el conocido boca a boca) ha hecho expandirse la consideración de este producto milagro que no es en modo alguno barato. Asistimos, por así decirlo, a un boom que a Dacio Gil le parece desorbitado en grado extremo. No tanto por el aval (bajo convenio) del CSIC, lo que es mucho, ciertamente, sino por la alternativa aportación de taninos a través del producto nacional por excelencia: el vino. Puede que, con la patente, se esté preparando un pelotazo farmacéutico como el protagonizado por Mario Conde hace unos años. Nada nuevo bajo el sol. Pero eso es sólo una suposición.
En este actual Mundo consumo asistimos a fenómenos antinómicos: por un lado se desaconseja el vino y por otro se cantan las excelencias del hollejo de la uva ¡en extracto! Dacio Gil, como ha contado recientemente, se blasona de tener muchos padres y entre ellos, no lo va a ocultar ahora puesto que es notorio, bastantes bebedores. Sin que pueda tomarse a este viejo Dacio (oxidado ya en el cuerpo, apaleado en el alma pero cognitivamente intentando permanecer aún despierto) como fomentador del alcoholismo, hay que reconocer que la buena literatura le debe más al vino que a los antioxidantes: O, por mejor decir, al tanino de la uva. Plinio el Viejo ha pasado a la historia por viejo, por amante de la verdad...y el vino, ya que a él se atribuye la famosa frase in vino veritas. Gran cantidad de figuras de la literatura como Quevedo o Dostoievski gustaron del morapio. El vino ha sido fuente permanente de inspiración, y alguno, como Joseph Roth - en la antesala de la muerte por cirrosis- le dedicó al vino una preciosa novelita -luego llevada al cine con gran éxito- titulada la leyenda del Santo bebedor.
Joseph Roth es una de las debilidades de este viejo Gil. Su obra La rebelión es un prodigio de exactitud sobre el a veces maligno devenir en el funcionamiento de las instituciones. La peripecia vital de Andreas Pum -un inválido ex-combatiente condecorado por su propio Gobierno, que cree que el mundo se rige por criterios morales - es desgarradora y cabal: la deriva presidida por la banalidad del mal presente en todas las burocracias terminará precipitando al pobre Andreas Pum a un abismo incomprensible. Como reza la publicidad de la contraportada del libro "La rebelión hurga en los oscuros mecanismos de la burocracia estatal y en las complejas relaciones entre los seres humanos" ¿Les suena?
Para este viejo Gil, Joseph Roth es especial por cómo describe la exclusión y la indiferencia de las instituciones con los excluidos. En un artículo en el periódico Pariser Tagerzeitug en el ya lejano enero de 1939, este sabio bebedor dejó escrito lo siguiente: “Un único hombre al que le importe un bledo que peguen a un judío es más nocivo que los diez que le apalean. Al judío, al gitano, al pelirrojo, al de los ojos verdes. De ahí que, comparada con la «neutralidad» de algunos, la bestialidad sea casi llevadera. El enemigo común, en resumidas cuentas, es el indiferente”. Los que alguna vez hayan sufrido algún tipo de acoso valorarán en sus justos términos estas comprometidas palabras. Se refiere a los indiferentes como testigos mudos. En el momento que este viejo Gil decida hablar de lo que verdaderamente le afecta -y ya parece estar próximo-, volverá a aparecer esta figura de la literatura austriaca.
Concluyamos: Bienvenidos los productos felicitarios y alabada la milagrería de los descubrimientos del siglo XXI. Pero cuidado con el lenguaje publicitario. Cuidado con la deriva de las instituciones que confunden el Estado con el Mercado. Cuidado con los malabaristas ideológicos. Puede estar detrás un pelotazo participado por algo más que un convenio de colaboración, que sólo es, al fin, un instrumento. In vino veritas.
Falta una coda: El observador atento y perspicaz podrá ciertamente espetar a este viejo Gil ¿Se quejaba usted cuando de bien pequeño sus padres le hacían ingerir el glicerofosfato de cal y kola granulada disuelto en vinito, que tanto le gustaba y del que repetía a escondidas a riesgo de su propia salud? ¿No era aquel también un producto milagro de la época? Pues es cierto. Buena oportunidad para haber callado para siempre sobre la cuestión planteada en este "post". Ocasión para dejarla oxidar.
martes, 18 de mayo de 2010
DON ALEJANDRO O LA FUERZA DE LA PONDERACIÓN
Este viejo Dacio Gil es, como su nombre pone en evidencia y a mucha honra, hijo de innumerables padres, aunque su trayectoria genética aparezca clara e indubitable. De muchos padres a los que, en gran número, nunca ha llegado a conocer personalmente. Maravillas y milagros de las bibliotecas. Con la lectura a veces compulsiva, Gil fue entrando en el proceso de prohijado invertido que, aunque no está previsto en el Código Civil, es mucho más enriquecedor para la persona, si consigue no caer en lo que los psicólogos llaman personalidad escindida. Multipaternidad, como es natural, sin demérito de su padre canónico y civil cuya rectitud y bonhomía este viejo Gil intenta siempre tener como modelo. Ninguno de los padres del voluntario prohijado invertido al que se han dedicado tantas horas ha llegado nunca a ser reconocidos como padre adoptivo o putativo pero han marcado el carácter y la personalidad (a la par que le han ocupado un espacio que ha llegado a ser incómodo para la convivencia) en la vida vivida, leída e imaginada por este tardío Gil. Tener padres por ese proceso del prohijado invertido tiene múltiples ventajas entre la que no es la menor la devolución del cuidado y la atención a la "dependencia" a los que se han hecho justos acreedores tantos padres instalados en la propia morada de uno. Tan quietecitos todos, tan silenciosos y a veces tan desordenados que se quedan en el sitio menos indicado, obstaculizando el acceso a lugares estratégicos de la vivienda. Dacio Gil, como corresponde a un hijo agradecido, los quiere a todos por igual y no querría que nunca le abandonasen aunque sabe que es ley de vida, de espacio y de nuevas tecnologías. Los verdaderos amigos, los amigos de verdad, haciendo suyo el dicho popular, mantienen que el viejo Dacio Gil ha vivido a veces como "choto de dos madres", pero desde esta Tribuna Alta Preferencia debe de reconocerse con voz atronadora para no dar lugar a la duda, que es maravilloso ser hijo de muchos padres. Aunque la atención a tanto padre, tan santo y tan sabio, quita mucho tiempo para otras cosas, personas y relaciones. La vida misma y sus encrucijadas.
Afortunada mas que desgraciadamente no todo (aunque sí casi todo) se encuentra en los libros. Las virtudes se enseñan a través del ejemplo. No en vano son una disposición, un esfuerzo para hacer. Y no vale cualquier agencia. Sólo para hacer el bien. Por eso se hacía obligado ya que ocupara con todos los honores esta tribuna Don Alejandro, prototipo y compendio de muchas virtudes. En la vorágine consumista actual las virtudes suelen brillar por su ausencia y cuando aperecen lo hacen con tal grado de debilidad que resulta preocupante su desfiguración; por eso cuando aparece un ser humano como Don Alejandro y se comprueba su esfuerzo para intentar hacer exclusivamente el bien descartando analíticamente cualquier atisbo de mal, el observador se hace consciente de su insignificancia comparada con la talla moral de personas como Don Alejandro. Desgraciadamente hace relativamente poco tiempo Dacio Gil quedó huérfano; profundamente huérfano por muchas cosas tras su marcha a ocupar no-lugares de preeminencia celestial desde donde sigue susurrando atinados consejos a este Gil que a duras penas son percibidos por la incipiente sordera que avanza sobre la geografía humana de este en otros tiempos y circunstancias ex químico y ex eviajante. Sus consejos siguen fecundando a quienes no padecen problemas auditivos y aguardan pacientes que sus consejos desciendan hacia ellos. Don Alejandro, como todos los sabios, era un paseante. Unas veces solitario y otras accedía a dejarse acompañar. Y era acompañándolo cuando este Gil entraba en trance: sus consejos y reflexiones valían como la lectura de varios libros, ¡Qué digo; como una enciclopedia fluyente e interactiva!. Sus consejos, cavilaciones e incluso ensoñaciones han quedado indelebles en la memoria del usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia. Y lo grande es que el método de Don Alejandro siempre era el mismo: Ponderación.
Se volverá más adelante sobre el contenido y alcance del vocablo y la virtud ponderación, pero sería injusto omitir el fenómeno que cinéticamente se producía en los paseos por la extremadura castellana en el que el sol mas que lucir refulge por la ausencia de nubes y contaminación. En los paseos presididos por el sol, Don Alejandro recibía el reconocimiento cósmico, haciéndose patente su aura; lo que era sumamente embarazoso -y a la vez esclarecedor- para este Gil no instalado en la edad tardía. En efecto, eran en los paseos cuando Don Alejandro dejaba constancia de su superioridad moral y física a pesar de ser, como buen castellano viejo, corpulento pero sin desmesura, todo lo contrario que su acompañante en las caminatas que, como es notorio de toda notoriedad, asemeja más a un desproporcionado y extravagante fardo de tubérculos. Cuando caminábamos juntos bajo el sol, indefectiblemente se producía un fenómeno al que nunca encontró este Gil una explicación científica, aunque si moral: bien por las mañanas bien en los atardeceres -sobre todo en éstos, en su querido Valonsadero-, cuando el sol se proyecta más oblicuo, nuestras respectivas sombras que unas veces nos precedían y otras nos seguían según la orientación de la vereda que tomásemos en relación al sol, cobraban unas dimensiones inversamente proporcionales a nuestro volumen: Al cuerpo de Don Alejandro acompañaba siempre una sombra de gigante bien proporcionado y, sin embargo, la sombra que acompañaba a este Dacio Gil era siempre la de un gnomo; pequeña y enteca. La situación era embarazosa e incluso decadente para quien esto se atreve a reconocer ahora públicamente. Don Alejandro, a pesar de percibirlo tanto como yo, jamás hizo un comentario hiriente o jactancioso. Siendo un auténtico "señor" no pasaba por darse la menor importancia. Para no desmerecer mi consideración por los demás, nunca contó la diferente evaluación que nuestras figuras merecían al astro presidencial. Dacio Gil tiene que reconocer en público que presenció infinitas veces ese fenómeno tan excepcional. Pasado el primer estupor, terminó por considerarlo justo. Ambos eramos evaluados por nuestras respectivas virtudes y en eso Don Alejandro era incomparable: tanto como su dominio mental de las operaciones matemáticas que tanta ventaja le dieron en el juego del dominó. Don Alejandro no osó jamás utilizar una calculadora. Dacio Gil tomó siempre sus consejos y sus actitudes como un Tesoro. Tesoro mayor que los libros de su biblioteca Y eso es mucho decir.
Encarnaba Don Alejandro una virtud hoy difícilmente encontrabe, codiciada por los anticuarios brocantes de alcurnia : la ponderación. Aunque tiene que ver también con la inteligencia y la razón, ponderación no es sinónimo de prudencia, ya que rebasa los confines de ésta. Coinciden en la esencia (como decían los estoicos de la prudencia: "la ciencia de las cosos que deben hacerse y de las que no deben hacerse") pero la ponderación incide, además, en componentes tales como la compensación, comparación, atención y reflexión. Ponderación es sobre todas las cosas equilibrio. Por lo tanto, la ponderación como virtud coincide pero no se agota en la prudencia: es mucho más que simple mesura. Hermanaba don Alejandro la humanidad curtida por los años de saber optar sólo por el bien con una innata facilidad para una evaluación matemática de cualquier evento pasado y, sobre todo, futuro, y estas características le hacían demoledor, dotando de inexpugnabilidad a sus argumentos mil y una veces ponderados que no se quedaban en el conservador presente. Con la velocidad del rayo, cuando tu te encontrabas aún preparándote para asimilar la primera premisa de su certero silogismo, él ya había proyectado un futuro al analizar lo existente. futuro en el que no había lugar para la maldad ni el escaqueo. Don Alejandro, como no podía ser de otra manera, dejó escuela en cada campo en el que decidió introducirse -que no eran todos, haciendo gala de su condición de hombre ponderado- lo que engrandece aún más su figura y la virtud que intenta glosar este Gil en el presente "post". Don Alejandro no llegó a conocer a Zygmunt Bauman (desgraciadamente no todos los sabios buenos llegan a conocerse personalmente) pero éste le habría destacado que la virtud de la ponderación reune, por añadidura, uno de los pocos saludables atributos característicos de la modernidad líquida: la ambivalencia, toda vez que llega a conjugar, por inverosímil que pueda parecer, mesura y encarecimiento.
El mundo en el que actualmente nos desenvolvemos ha perdido la ponderación en todos y cada uno de sus ámbitos. Se ha terminado imponiendo lo exagerado, lo inconmensurable, hasta lo hiperbólico. parece como si faltase tiempo para llevar a cabo -o no fuese conveniente ni necesario- un mínimo contraste y evaluación ética y moral. El alma colectiva del siglo XXI se resiente con la carencia de una virtud como la ponederación que ni siquiera sabemos hoy como se alcanza, como se ejercita y que efectos comporta. Hacen falta muchos Alejandros. Dacio Gil tuvo el inmerecido privilegio de poder escuharle y observar su comportamiento y de bien nacido es hacerle venir a esta Tribuna Alta Preferencia. Con su presencia no es necesario describir la virtud de la ponderación.
¡Miren su sombra!
Afortunada mas que desgraciadamente no todo (aunque sí casi todo) se encuentra en los libros. Las virtudes se enseñan a través del ejemplo. No en vano son una disposición, un esfuerzo para hacer. Y no vale cualquier agencia. Sólo para hacer el bien. Por eso se hacía obligado ya que ocupara con todos los honores esta tribuna Don Alejandro, prototipo y compendio de muchas virtudes. En la vorágine consumista actual las virtudes suelen brillar por su ausencia y cuando aperecen lo hacen con tal grado de debilidad que resulta preocupante su desfiguración; por eso cuando aparece un ser humano como Don Alejandro y se comprueba su esfuerzo para intentar hacer exclusivamente el bien descartando analíticamente cualquier atisbo de mal, el observador se hace consciente de su insignificancia comparada con la talla moral de personas como Don Alejandro. Desgraciadamente hace relativamente poco tiempo Dacio Gil quedó huérfano; profundamente huérfano por muchas cosas tras su marcha a ocupar no-lugares de preeminencia celestial desde donde sigue susurrando atinados consejos a este Gil que a duras penas son percibidos por la incipiente sordera que avanza sobre la geografía humana de este en otros tiempos y circunstancias ex químico y ex eviajante. Sus consejos siguen fecundando a quienes no padecen problemas auditivos y aguardan pacientes que sus consejos desciendan hacia ellos. Don Alejandro, como todos los sabios, era un paseante. Unas veces solitario y otras accedía a dejarse acompañar. Y era acompañándolo cuando este Gil entraba en trance: sus consejos y reflexiones valían como la lectura de varios libros, ¡Qué digo; como una enciclopedia fluyente e interactiva!. Sus consejos, cavilaciones e incluso ensoñaciones han quedado indelebles en la memoria del usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia. Y lo grande es que el método de Don Alejandro siempre era el mismo: Ponderación.
Se volverá más adelante sobre el contenido y alcance del vocablo y la virtud ponderación, pero sería injusto omitir el fenómeno que cinéticamente se producía en los paseos por la extremadura castellana en el que el sol mas que lucir refulge por la ausencia de nubes y contaminación. En los paseos presididos por el sol, Don Alejandro recibía el reconocimiento cósmico, haciéndose patente su aura; lo que era sumamente embarazoso -y a la vez esclarecedor- para este Gil no instalado en la edad tardía. En efecto, eran en los paseos cuando Don Alejandro dejaba constancia de su superioridad moral y física a pesar de ser, como buen castellano viejo, corpulento pero sin desmesura, todo lo contrario que su acompañante en las caminatas que, como es notorio de toda notoriedad, asemeja más a un desproporcionado y extravagante fardo de tubérculos. Cuando caminábamos juntos bajo el sol, indefectiblemente se producía un fenómeno al que nunca encontró este Gil una explicación científica, aunque si moral: bien por las mañanas bien en los atardeceres -sobre todo en éstos, en su querido Valonsadero-, cuando el sol se proyecta más oblicuo, nuestras respectivas sombras que unas veces nos precedían y otras nos seguían según la orientación de la vereda que tomásemos en relación al sol, cobraban unas dimensiones inversamente proporcionales a nuestro volumen: Al cuerpo de Don Alejandro acompañaba siempre una sombra de gigante bien proporcionado y, sin embargo, la sombra que acompañaba a este Dacio Gil era siempre la de un gnomo; pequeña y enteca. La situación era embarazosa e incluso decadente para quien esto se atreve a reconocer ahora públicamente. Don Alejandro, a pesar de percibirlo tanto como yo, jamás hizo un comentario hiriente o jactancioso. Siendo un auténtico "señor" no pasaba por darse la menor importancia. Para no desmerecer mi consideración por los demás, nunca contó la diferente evaluación que nuestras figuras merecían al astro presidencial. Dacio Gil tiene que reconocer en público que presenció infinitas veces ese fenómeno tan excepcional. Pasado el primer estupor, terminó por considerarlo justo. Ambos eramos evaluados por nuestras respectivas virtudes y en eso Don Alejandro era incomparable: tanto como su dominio mental de las operaciones matemáticas que tanta ventaja le dieron en el juego del dominó. Don Alejandro no osó jamás utilizar una calculadora. Dacio Gil tomó siempre sus consejos y sus actitudes como un Tesoro. Tesoro mayor que los libros de su biblioteca Y eso es mucho decir.
Encarnaba Don Alejandro una virtud hoy difícilmente encontrabe, codiciada por los anticuarios brocantes de alcurnia : la ponderación. Aunque tiene que ver también con la inteligencia y la razón, ponderación no es sinónimo de prudencia, ya que rebasa los confines de ésta. Coinciden en la esencia (como decían los estoicos de la prudencia: "la ciencia de las cosos que deben hacerse y de las que no deben hacerse") pero la ponderación incide, además, en componentes tales como la compensación, comparación, atención y reflexión. Ponderación es sobre todas las cosas equilibrio. Por lo tanto, la ponderación como virtud coincide pero no se agota en la prudencia: es mucho más que simple mesura. Hermanaba don Alejandro la humanidad curtida por los años de saber optar sólo por el bien con una innata facilidad para una evaluación matemática de cualquier evento pasado y, sobre todo, futuro, y estas características le hacían demoledor, dotando de inexpugnabilidad a sus argumentos mil y una veces ponderados que no se quedaban en el conservador presente. Con la velocidad del rayo, cuando tu te encontrabas aún preparándote para asimilar la primera premisa de su certero silogismo, él ya había proyectado un futuro al analizar lo existente. futuro en el que no había lugar para la maldad ni el escaqueo. Don Alejandro, como no podía ser de otra manera, dejó escuela en cada campo en el que decidió introducirse -que no eran todos, haciendo gala de su condición de hombre ponderado- lo que engrandece aún más su figura y la virtud que intenta glosar este Gil en el presente "post". Don Alejandro no llegó a conocer a Zygmunt Bauman (desgraciadamente no todos los sabios buenos llegan a conocerse personalmente) pero éste le habría destacado que la virtud de la ponderación reune, por añadidura, uno de los pocos saludables atributos característicos de la modernidad líquida: la ambivalencia, toda vez que llega a conjugar, por inverosímil que pueda parecer, mesura y encarecimiento.
El mundo en el que actualmente nos desenvolvemos ha perdido la ponderación en todos y cada uno de sus ámbitos. Se ha terminado imponiendo lo exagerado, lo inconmensurable, hasta lo hiperbólico. parece como si faltase tiempo para llevar a cabo -o no fuese conveniente ni necesario- un mínimo contraste y evaluación ética y moral. El alma colectiva del siglo XXI se resiente con la carencia de una virtud como la ponederación que ni siquiera sabemos hoy como se alcanza, como se ejercita y que efectos comporta. Hacen falta muchos Alejandros. Dacio Gil tuvo el inmerecido privilegio de poder escuharle y observar su comportamiento y de bien nacido es hacerle venir a esta Tribuna Alta Preferencia. Con su presencia no es necesario describir la virtud de la ponderación.
¡Miren su sombra!
lunes, 17 de mayo de 2010
POTENCIALIDADES DEL YERRO.
No ha dormido bien este fin de semana el viejo Gil. Le ha invadido un desasosiego que impedía una cabal relajación. Y a la edad tardía es principio elemental intentar dormir si no como un bebé sí, al menos, como una marmota. Durante estos dos días feriados, a este devoto seguidor del Santo Padre Luis Landero recurrentemente le punzaba el alma la posibilidad de haber sido poco caritativo con don José Luis Rodriguez. No "el Puma", sino Zapatero. No el sex-symbol venezolano de atildada melena cana, sino el vallisoletano de arqueadas cejas. No el actor de telenovelas, cantante y empresario, sino el que ha llegado a ser quinto presidente constitucional español. Aunque, ahora que lo pienso detenidamente, hay muchas similitudes entre estos dos colombroños. Parece que los dos van (o han sido considerados por las damas) de "guaperas" y que los dos tienen el punto cenital de su carrera en el mismo punto: en la Nada. A la primera de las similitudes este Gil ha de recurrir a una anécdota contada por su ortónimo: allá por el lejano 1987 una Fiscal de León - a la sazón compañera de estudios de Derecho- le indagó razón sobre un diputado con ese nombre "que -según mantenía la Fiscal- era muy guapo". El ortónimo interpelado por la representante del Ministerio Público no se ha caracterizado nunca por detener su mirada en otra belleza que no fuera la de las mujeres o las bellas artes, por lo que quedó tan desconcertado que no supo aportar dato alguno. En cuanto tuvo ocasión acudió al Manual del Diputado y vió la fotografía, sufriendo la decepción propia de quien no gusta del sexo masculino. Cuenta el ortónimo que, andando el tiempo, hubo de trabajar con el diputado por León en el ámbito de la comisión de Administraciones Públicas cuando éste sustituyó en esas responsabilidades a otro de la circunscripción de Salamanca, de primer apellido Caldera. No parece que que los conocimientos jurídicos y administrativos del diputado dejaran excesiva huella en el ortónimo que cuenta la anécdota. De la condición de "guaperas" del cantante venezolano ahorrará este Gil detenerse; valga evocar cómo le perseguían sus fans por todo el mundo. Ambos se encuentran curiosamente unidos, además, por la Nada. El cantante venezolano-estadounidense alcanzó gran éxito con la canción Dueño de Nada, mientras que el vallisoletano-leonés ha sabido sacar rendimiento a la Nada para alcanzar el poder. La Nada, por ende, ha caracterizado sus dos etapas de gobierno.
Pero a lo que iba; que este Gil tiende a perderse en rodeos innecesarios. Como queda dicho, un cierto amargor ha aquejado al usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia a lo largo del fín de semana. El simple indicio de haber podido hacer leña del árbol caído perturbaba la hasta ese momento tranquila conciencia de este viejo Dacio. A la edad tardía en la que se encuentra ya no desea combate alguno contra la fealdad material o espiritual humana y mucho menos mostrarse carente de al menos una de las virtudes teologales, perdidas como tiene la fe y la esperanza en muchos ámbitos, pero sobre todo en el institucional público. ¿Me habré extralimitado en los calificativos? ¿Habré atentado a la elemental caridad con un ser humano, por muy mal que lo esté haciendo? se repetía una y otra vez este ex químico y ex viajante durante el fin de semana, en un acto de contrición permanente. A esta edad tardía, en la que se tiende al recogimiento monacal, ya no se desea -si es que alguna vez se deseó- el mal para nadie, ni siquiera para la pornográfica e insultante ostentación de opulencia económica de don Florentino Pédrez, sin duda -dados su antecedentes en la UCD- aspirante a Presidencias mayores.
Dado que es casi unánime el clamor mediático, tal vez haya que levantar el pistón de las imprecaciones electorales o gubernativas en esta Tribuna Alta Preferencia, que no debe de inmiscuirse en el fragor político. Además, entre la bullanga vocinglera en contra del Presidente se detectan también agitadores profesionales de signo político contrario al vallisoletano-leonés. Y ocioso es reconocer que muchísima culpa tiene también la oposición y los oportunistas avispados que viene sacando provecho al expolio del Estado en esta década infame que alcanza naturalmente también al otro partido turnante y a los demás. Hemos llegado a la situación que nos encontramos por una confabulación de factores perversos conocidos por todos. Habida cuenta que en los tres "post" anteriores este Dacio se ceñía a los cuatro elementos de la acción comunicativa (verdad; inteligibilidad; veracidad y rectitud) no existe razón alguna para pedir públicamente perdón por las afirmaciones vertidas, pero sí puede que las haya para descargar a don José Luis Rodríguez del baldón de la completa incompetencia determinante de su única y exclusiva culpabilidad. No. Eso sería decir una media verdad, aquí los culpables son muchos. En rigor, son multitud. La inexperiencia gubernamental y pésimo asesoramiento con el que cuenta pueden servir de lenitivos al Presidente, pero, aun con todo eso, este viejo Gil debe de demostrar que la Tibuna Alta Preferencia imprime carácter, haciendo mantenerse a sus pobladores con una altitud de miras y comentarios proporcional a la altura de la tribuna. Altitud de miras -y de valores- no exenta de caridad, si fuera necesario.
De manera que es dable intentar encontrar una explicación a los descomunales errores de don José Luis Rodríguez en un tiempo trufado de falta de certezas. Indagando en la potencialidad creativa del error, tal y como mantienen los científicos, acaso encontremos razón para justificar los desatinos gubernaqmentales. Vamos a pensar que de las equivocaciones va a cobrar quien diride la acción del gobierno el impulso y la capacidad para una nueva esperanza. Al fin y al cabo ¿no es el modo humano de estar en el mundo un errar entre acciones logradas y malogradas: entre ensayo y error? La edad tardía aconseja desconfiar de la redonda perfección y es posible que el Presidente de los españoles, que ha incurrido en una concatenación grande de errores, no haya incurrido todavía en el error equivocado. Esperémoslo por el bien de todos los ciudadanos. Siendo evidente que no ha dado con las soluciones a los problemas ocultando la verdad, todavía es posible que los graves problemas del país se resuelvan desde la base de la concatenación de errores, manifestando éstos, debidamente conjuntados en un nuevo orden, su faz mas creativa y positiva.
En cualquier caso, esta Tribuna Alta Preferencia debe de estar al margen de la bullanga partidaria o mediática, con las que en modo alguno debe de mezclar su voz. Esa debe de ser la legitimidad de su independencia. Es decir: Se ha de buscar la Aurora, pero se ha de dejar que los muertos entierren a sus muertos.
Pero a lo que iba; que este Gil tiende a perderse en rodeos innecesarios. Como queda dicho, un cierto amargor ha aquejado al usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia a lo largo del fín de semana. El simple indicio de haber podido hacer leña del árbol caído perturbaba la hasta ese momento tranquila conciencia de este viejo Dacio. A la edad tardía en la que se encuentra ya no desea combate alguno contra la fealdad material o espiritual humana y mucho menos mostrarse carente de al menos una de las virtudes teologales, perdidas como tiene la fe y la esperanza en muchos ámbitos, pero sobre todo en el institucional público. ¿Me habré extralimitado en los calificativos? ¿Habré atentado a la elemental caridad con un ser humano, por muy mal que lo esté haciendo? se repetía una y otra vez este ex químico y ex viajante durante el fin de semana, en un acto de contrición permanente. A esta edad tardía, en la que se tiende al recogimiento monacal, ya no se desea -si es que alguna vez se deseó- el mal para nadie, ni siquiera para la pornográfica e insultante ostentación de opulencia económica de don Florentino Pédrez, sin duda -dados su antecedentes en la UCD- aspirante a Presidencias mayores.
Dado que es casi unánime el clamor mediático, tal vez haya que levantar el pistón de las imprecaciones electorales o gubernativas en esta Tribuna Alta Preferencia, que no debe de inmiscuirse en el fragor político. Además, entre la bullanga vocinglera en contra del Presidente se detectan también agitadores profesionales de signo político contrario al vallisoletano-leonés. Y ocioso es reconocer que muchísima culpa tiene también la oposición y los oportunistas avispados que viene sacando provecho al expolio del Estado en esta década infame que alcanza naturalmente también al otro partido turnante y a los demás. Hemos llegado a la situación que nos encontramos por una confabulación de factores perversos conocidos por todos. Habida cuenta que en los tres "post" anteriores este Dacio se ceñía a los cuatro elementos de la acción comunicativa (verdad; inteligibilidad; veracidad y rectitud) no existe razón alguna para pedir públicamente perdón por las afirmaciones vertidas, pero sí puede que las haya para descargar a don José Luis Rodríguez del baldón de la completa incompetencia determinante de su única y exclusiva culpabilidad. No. Eso sería decir una media verdad, aquí los culpables son muchos. En rigor, son multitud. La inexperiencia gubernamental y pésimo asesoramiento con el que cuenta pueden servir de lenitivos al Presidente, pero, aun con todo eso, este viejo Gil debe de demostrar que la Tibuna Alta Preferencia imprime carácter, haciendo mantenerse a sus pobladores con una altitud de miras y comentarios proporcional a la altura de la tribuna. Altitud de miras -y de valores- no exenta de caridad, si fuera necesario.
De manera que es dable intentar encontrar una explicación a los descomunales errores de don José Luis Rodríguez en un tiempo trufado de falta de certezas. Indagando en la potencialidad creativa del error, tal y como mantienen los científicos, acaso encontremos razón para justificar los desatinos gubernaqmentales. Vamos a pensar que de las equivocaciones va a cobrar quien diride la acción del gobierno el impulso y la capacidad para una nueva esperanza. Al fin y al cabo ¿no es el modo humano de estar en el mundo un errar entre acciones logradas y malogradas: entre ensayo y error? La edad tardía aconseja desconfiar de la redonda perfección y es posible que el Presidente de los españoles, que ha incurrido en una concatenación grande de errores, no haya incurrido todavía en el error equivocado. Esperémoslo por el bien de todos los ciudadanos. Siendo evidente que no ha dado con las soluciones a los problemas ocultando la verdad, todavía es posible que los graves problemas del país se resuelvan desde la base de la concatenación de errores, manifestando éstos, debidamente conjuntados en un nuevo orden, su faz mas creativa y positiva.
En cualquier caso, esta Tribuna Alta Preferencia debe de estar al margen de la bullanga partidaria o mediática, con las que en modo alguno debe de mezclar su voz. Esa debe de ser la legitimidad de su independencia. Es decir: Se ha de buscar la Aurora, pero se ha de dejar que los muertos entierren a sus muertos.
sábado, 15 de mayo de 2010
COVACHUELA EN LA ERA DIGITAL:LOS DONATIVOS FORZOSOS NO REINTEGRABLES
Sigue este Dacio Gil dándole vueltas a la reciente decisión del presidente Zapatero de expropiar una parte del sueldo de los empleados públicos. Intenta este viejo Gil desentrañar siquiera una sola razón que no ya impusiera sino que al menos aconsejara tan desproporcionada, drástica y "ajurídica" medida. Es imposible encontrarla de buena fe. Únicamente desde la fría utilización de la razón instrumental cabe plantarse algo semejante: recaudar de la manera más sencilla todos los dispendios llevados a cabo por los disparates anteriores de ese mismo gobierno. La expropiación de parte del sueldo funcionarial parece una medida de género: intervenir la cuenta corriente y la nómina del cónyuge infiel. ¿Pero acaso los funcionarios han sido infieles y han abandonado al Gobierno, yaciendo con esa oposición que carece de contornos estéticos y atractivos femeninos? ¿Es que los funcionarios han llevado a cabo -como deberían haber hecho hace tiempo- su particular Motín de Esquilache? Zapatero se ha comportado como un arbitrista más, de los que pueblan la historia de España. Eso es muy grave en el contexto de modernidad que viene publicitando a los cuatro vientos. Acaso una razón extrema a la que podría intentar asirse el actual no-gobierno de inempleados inempleables podría ser que la actual guerra fienanciera que el capitalismo del desastre ha desplegado contra la UE para atemorizar a China, no le ha dejado otro camino que allegar fondos de donde sea, incluso debajo de las piedras... de Gürtel, Marbella y de Roldán. Al fin y al cabo -seguro que dirán sus asesores internos y externos- cuando se declara una guerra los Señores siempre han tenido que allegar fondos para poder defenderse. Eso ha pasado en todas las guerras, concluirán. Siendo extraordinariamente benévolos podríamos concederles el beneficio de la duda si las cosas se hubieran hecho correctamente, de manera digna y cubriendo las formas. Pero no ha sido así. Como siempre, se ha hecho de forma chapucera y por sorpresa. Con premeditación (las anteriores medidas dispendiosas) y alevosía. Propio de lo que son: unos diletantes sin experiencia alguna (aunque con muchos años de generosos sueldos públicos). Son demasiados engaños y chapuzas uno detrás de otro para que intentemos creerlos de nuevo. Recuerda la chapucería de la expropiación de Rumasa. Y recuerda otras cosas más que desgranaremos más adelante.
Se empeña el profesor Márquez Cruz una y otra vez en explicar de la manera mas precisa posible la planta de la Administración local y sus sempiternos problemas de gobernabilidad. Una autoridad en la materia como este catedrático incide siempre en la idea de que la Administración local española del siglo XXI está montada casi exclusivamente sobre una planta del siglo XIX. Está en lo cierto. Y esa anacrónica característica tan propia de las Corporaciones Locales es también predicable de la Administración del Estado y de las Administraciones autonómicas: la covachuela. Mientras, la publicidad institucional "vende" a los ciudadanos la proliferación de órganos e instituciones pretendidamente eficaces y eficientes en todos los ámbitos propios de la modernidad y la innovación emprendedora I+D+I, pero a los detentadores del poder les interesa valerse de patrones orgánicos vetustos y en permanente crisis para enmascarar las verdaderas decisiones que suelen tomarse a cencerros tapados. No parece preciso mostrar los ejemplos que refiere el profesor Márquez Cruz para la Administración local y sus sistemas de gobierno de diversidad dentro de la igualdad . Valga como ejemplo el llamado "Plan E" de inversiones en obras locales y sus perversiones de aplicación. La ingeniería de subcontratas en cascada bajo el manto (o el paraguas) de empresas adjudicatarias aparentemente solventes ha sido escandalosa en el caso del Ayuntamiento de Las Rozas de Madrid. El reciente trabajo sobre la gobernabilidad local nos permite entroncar una vez más con Alejandro Nieto y su obra Los primeros pasos del Estado Constitucional. De seguido se sabrá el porqué.
El usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia no está capacitado para hablar de Administración local, aunque la sufre. Algún Ayuntamiento ha entrado ya en su cuenta corriente en base a una pretendida infracción de aparcamiento a pesar de haber recurrido en todos sus trámites una multa escandalosamente injusta. Tampoco está capacitado para seguir hablando de la decisión del gobierno de entrar a hurgar las nóminas de todos los empleados públicos ¡y de los pensionistas!, pero comprobado que a la mayoría de los madrileños le ha quitado bien la DGT bien el Ayuntamiento dinero de sus cuentas corrientes, nada tiene de extraño que ahora este gobierno intente recaudar haciendo lo mismo. Dado que el derecho administrativo no existe y los tribunales especializados en detener las inmunidades del Poder son pura entelequia cuando no cómplices, cada cual se encuentra indefenso: el sistema de garantías jurídicas se ha precipitado en el vacío y ha sido sustituido por ordenadores que repiten fórmulas esteriotipadas sin capacidad de lícita revocación. Esos mismos ordenadores permiten la rápida incursión en las cuentas privadas. Cada cual tiene alguna experiencia propia escandalosa, por lo que no es cuestión de alargarse sobre ello.
Carlos Cano en la célebre canción La Metamorfosis decía que éste era el tiempo de los enanos, de los liliputienses, de títeres, caretas, horteras y parientes, de la metamorfosis y la mediocridad que de birlibirloque te saca una Autoridad. Y no le faltaba razón. La creciente deriva de la cosa pública (cada vez más diminuta a pesar del universo creciente de Autoridades) y el desconcierto financiero reinante levanta acta de ello. Y de la inmensa lista de damnificados por los liliputienses. Bien es cierto que el actual problema de estatura de los políticos es universal y no sólo español, pero eso no exonera para nada a los gobernantes españoles; antes al contrario, les pone en evidencia ante el paisanaje. El gobierno en relación con el arbitrismo demostrado o es incompetente o desprecia a los ciudadanos o no es en modo alguno soberano. Y cualquiera de ambas hipótesis le desacredita de raíz. En el caso de la dentellada a los funcionarios, con el tiempo surgirá algún asesor o estómago agradecido que saldrá diciendo que la detracción de emolumentos a los funcionarios ya se dio antes en la historia. Y es aquí donde conectamos a Márquez Cruz con Nieto: en el siglo XIX, en la época en la planta de la administración, en la de la covachuela. Como no podía ser de otra manera, Alejandro Nieto es quien nos guía y nos lo descubre al estudiar, en el libro de referencia, el mundo de los cacicatos, del pandillaje, de las bullangas, de las cesantías, de la corrupción, de la funcionarización del clero y la concepción patrimonial del Estado. Dedica todo un capítulo -el VII- a los empledos públicos ("el sistema de botín se generalizó" dice al referirse a la militancia política de los empleados), en un apartado titulado "penurias presupuestarias" introduce un subapartado que titula Rebajas en los sueldos y contribuciones sobre ellos. Es en ese subapartado dónde podemos encontrar la reflexión de Nieto de que era tal el caos económico, la descapitalización del Tesoro y los retrasos de hasta seis meses en el cobro del sueldo funcionarial que por Real Decreto de 19-6-1938 se estableció una reducción de los sueldos proporcional a su importe "siendo de notar -apunta Nieto- que se acudía ala fórmula de las "rebajas" y no a la que parecía más normal -la imposición de una contribución- porque se entendía que los sueldos de los empleados públicos no eran susceptibles de impuesto...Situación que en 1838 llegó al sarcasmo al exigírseles (con excepción de los militares) una mensualidad de haberes a título de "donativo forzoso no reintegrable"...Las inevitables consecuencias de todas estas disminusciones retributivas pueden imaginarse y desde luego eran perfectamente conocidas en la época según demuestra el realista comentario de Barrio Ayuso: El cercenar a uno la dotación que tiene y no dejarle para mantenerse, es poner a los hombres en la triste situación de que no cumpla exactamente con su deber o de hacerlos malvados´´
Como siempre Alejandro Nieto -y también Guillermo Márquez- pone el dedo en la llaga: Frete al arbitrario arbitrio arbitrista del gobierno de turno sólo cabe al funcionario acoplarse a lo que pretende el propio gobernante, a la "dictablanda", como en el caso del franquismo a cobrar poco y a rendir menos, con el consentimiento del propio gobierno. Pero ahí radica el peligro sobre el que vienen advirtiendo, cada uno en su especialidad, Nieto y Márquez: al relajarse los controles internos y el celo funcionarial, los gobernantes encuentran menos dificultades para seguir perpetrando sus atropellos.
Desde esta Tribuna Alta Preferencia estaremos atentos a la cobertura jurídica que el gobierno quiera dar a su expropiación e intervención extrajudicial en la economía privada de los servidores públicos. Pero ya apunta una consecuencia ineluctable: ¿Serán capaces los políticos de gobernar dentro de una elemental seriedad con unos funcionarios puestos en la tesitura de no cumplir o hacerse malvados? ¿Se barrunta una época de "dictablanda" como en el franquismo postrero? ¿Ha valido la pena la transición democrática en el mundo de las administraciones? ¿El fantasma de la cesantía amenaza de nuevo? Economía o garantías jurídicas: Esa es la cuestión. Reclamemos que los políticos pongan el acento en el hombre (dicho aquí en su acepción poética, omnicomprensivo de todos los géneros humanos, naturalmente) y se olviden de ponerlo exclusivamente en la economía.
Se empeña el profesor Márquez Cruz una y otra vez en explicar de la manera mas precisa posible la planta de la Administración local y sus sempiternos problemas de gobernabilidad. Una autoridad en la materia como este catedrático incide siempre en la idea de que la Administración local española del siglo XXI está montada casi exclusivamente sobre una planta del siglo XIX. Está en lo cierto. Y esa anacrónica característica tan propia de las Corporaciones Locales es también predicable de la Administración del Estado y de las Administraciones autonómicas: la covachuela. Mientras, la publicidad institucional "vende" a los ciudadanos la proliferación de órganos e instituciones pretendidamente eficaces y eficientes en todos los ámbitos propios de la modernidad y la innovación emprendedora I+D+I, pero a los detentadores del poder les interesa valerse de patrones orgánicos vetustos y en permanente crisis para enmascarar las verdaderas decisiones que suelen tomarse a cencerros tapados. No parece preciso mostrar los ejemplos que refiere el profesor Márquez Cruz para la Administración local y sus sistemas de gobierno de diversidad dentro de la igualdad . Valga como ejemplo el llamado "Plan E" de inversiones en obras locales y sus perversiones de aplicación. La ingeniería de subcontratas en cascada bajo el manto (o el paraguas) de empresas adjudicatarias aparentemente solventes ha sido escandalosa en el caso del Ayuntamiento de Las Rozas de Madrid. El reciente trabajo sobre la gobernabilidad local nos permite entroncar una vez más con Alejandro Nieto y su obra Los primeros pasos del Estado Constitucional. De seguido se sabrá el porqué.
El usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia no está capacitado para hablar de Administración local, aunque la sufre. Algún Ayuntamiento ha entrado ya en su cuenta corriente en base a una pretendida infracción de aparcamiento a pesar de haber recurrido en todos sus trámites una multa escandalosamente injusta. Tampoco está capacitado para seguir hablando de la decisión del gobierno de entrar a hurgar las nóminas de todos los empleados públicos ¡y de los pensionistas!, pero comprobado que a la mayoría de los madrileños le ha quitado bien la DGT bien el Ayuntamiento dinero de sus cuentas corrientes, nada tiene de extraño que ahora este gobierno intente recaudar haciendo lo mismo. Dado que el derecho administrativo no existe y los tribunales especializados en detener las inmunidades del Poder son pura entelequia cuando no cómplices, cada cual se encuentra indefenso: el sistema de garantías jurídicas se ha precipitado en el vacío y ha sido sustituido por ordenadores que repiten fórmulas esteriotipadas sin capacidad de lícita revocación. Esos mismos ordenadores permiten la rápida incursión en las cuentas privadas. Cada cual tiene alguna experiencia propia escandalosa, por lo que no es cuestión de alargarse sobre ello.
Carlos Cano en la célebre canción La Metamorfosis decía que éste era el tiempo de los enanos, de los liliputienses, de títeres, caretas, horteras y parientes, de la metamorfosis y la mediocridad que de birlibirloque te saca una Autoridad. Y no le faltaba razón. La creciente deriva de la cosa pública (cada vez más diminuta a pesar del universo creciente de Autoridades) y el desconcierto financiero reinante levanta acta de ello. Y de la inmensa lista de damnificados por los liliputienses. Bien es cierto que el actual problema de estatura de los políticos es universal y no sólo español, pero eso no exonera para nada a los gobernantes españoles; antes al contrario, les pone en evidencia ante el paisanaje. El gobierno en relación con el arbitrismo demostrado o es incompetente o desprecia a los ciudadanos o no es en modo alguno soberano. Y cualquiera de ambas hipótesis le desacredita de raíz. En el caso de la dentellada a los funcionarios, con el tiempo surgirá algún asesor o estómago agradecido que saldrá diciendo que la detracción de emolumentos a los funcionarios ya se dio antes en la historia. Y es aquí donde conectamos a Márquez Cruz con Nieto: en el siglo XIX, en la época en la planta de la administración, en la de la covachuela. Como no podía ser de otra manera, Alejandro Nieto es quien nos guía y nos lo descubre al estudiar, en el libro de referencia, el mundo de los cacicatos, del pandillaje, de las bullangas, de las cesantías, de la corrupción, de la funcionarización del clero y la concepción patrimonial del Estado. Dedica todo un capítulo -el VII- a los empledos públicos ("el sistema de botín se generalizó" dice al referirse a la militancia política de los empleados), en un apartado titulado "penurias presupuestarias" introduce un subapartado que titula Rebajas en los sueldos y contribuciones sobre ellos. Es en ese subapartado dónde podemos encontrar la reflexión de Nieto de que era tal el caos económico, la descapitalización del Tesoro y los retrasos de hasta seis meses en el cobro del sueldo funcionarial que por Real Decreto de 19-6-1938 se estableció una reducción de los sueldos proporcional a su importe "siendo de notar -apunta Nieto- que se acudía ala fórmula de las "rebajas" y no a la que parecía más normal -la imposición de una contribución- porque se entendía que los sueldos de los empleados públicos no eran susceptibles de impuesto...Situación que en 1838 llegó al sarcasmo al exigírseles (con excepción de los militares) una mensualidad de haberes a título de "donativo forzoso no reintegrable"...Las inevitables consecuencias de todas estas disminusciones retributivas pueden imaginarse y desde luego eran perfectamente conocidas en la época según demuestra el realista comentario de Barrio Ayuso: El cercenar a uno la dotación que tiene y no dejarle para mantenerse, es poner a los hombres en la triste situación de que no cumpla exactamente con su deber o de hacerlos malvados´´
Como siempre Alejandro Nieto -y también Guillermo Márquez- pone el dedo en la llaga: Frete al arbitrario arbitrio arbitrista del gobierno de turno sólo cabe al funcionario acoplarse a lo que pretende el propio gobernante, a la "dictablanda", como en el caso del franquismo a cobrar poco y a rendir menos, con el consentimiento del propio gobierno. Pero ahí radica el peligro sobre el que vienen advirtiendo, cada uno en su especialidad, Nieto y Márquez: al relajarse los controles internos y el celo funcionarial, los gobernantes encuentran menos dificultades para seguir perpetrando sus atropellos.
Desde esta Tribuna Alta Preferencia estaremos atentos a la cobertura jurídica que el gobierno quiera dar a su expropiación e intervención extrajudicial en la economía privada de los servidores públicos. Pero ya apunta una consecuencia ineluctable: ¿Serán capaces los políticos de gobernar dentro de una elemental seriedad con unos funcionarios puestos en la tesitura de no cumplir o hacerse malvados? ¿Se barrunta una época de "dictablanda" como en el franquismo postrero? ¿Ha valido la pena la transición democrática en el mundo de las administraciones? ¿El fantasma de la cesantía amenaza de nuevo? Economía o garantías jurídicas: Esa es la cuestión. Reclamemos que los políticos pongan el acento en el hombre (dicho aquí en su acepción poética, omnicomprensivo de todos los géneros humanos, naturalmente) y se olviden de ponerlo exclusivamente en la economía.
viernes, 14 de mayo de 2010
ESTOPA A LOS CHUPATINTAS, CANDELA A LA BUROCRACIA
No hay cosa más perversa que intentar meter en un mismo saco elementos diversos y heterogéneos. Terminas confundido por abstracción. Eso es lo que está pasando ahora. Hablar de los funcionarios en general es como hablar verbigracia genéricamente de los cátaros o de los alemanes: poco sacamos en limpio ante tanta diversidad y variedad de contornos. Es tan peligroso e inexacto como afirmar que todos los futbolistas son zurdos o que todos los taxistas sin excepción son políglotas, o, más aún, que todos las Conferencias Episcopales de todo el universo son pederastas o que todos los policías son científicos. Las generalizaciones nunca fueron buenas. Inducen por elevación a la confusión y al equívoco. En la sociedad actual vivimos en un mundo de generalizaciones en las que nunca media la matización o el descenso a un elemental detalle. Lo genérico vende y a lo genérico hay que ceñirse: todos somos consumidores con independencia de nuestras posibilidades de gasto consuntivo. Dentro de la catagoría funcionario -y no digamos de la de empleado público- hay mil y una variedad de personas, regímenes, atribuciones y estipendios. Unos por dificultosa oposición, otros "a dedo"; unos por cuestión de trienios y otros por mera oportunidad; unos de familia y otros buscando si no devenir a mejor fortuna, si, al menos, para tener un trabajo para toda la vida aunque sea por esencia injusto y mal remunerado. Dentro de la rúbrica "funcionarios" se puede decir que hay la misma variedad de tipos que en una sociedad cualquiera (excluyendo, por razones obvias a los bebés y casi a los ancianos, aunque si Zapatero lograse perpetuarse...). Y no digamos tras la llamada transición política (sus famosos bautizos de arrianos del personal de AISS y del Movimiento) y el Estado de las Autonomías (los eventuales, los partidarios, los batallones enteros del "sector terciario" reconvertidos, las afinidades afectivas...). Aunque el traje gris propio del chupatintas se venga desgarrando impúdicamente por todas sus costuras por meter dentro de él un contenido (oportunista o aristocrático, por lo general, pero siempre habrá las honrosas excepciones que legitimarán al resto) superior al continente. Creo que se me entiende...
¿A qué viene todo esto? Pues muy sencillo: a que el Gobierno que nos toca ahora sufrir a los españoles (otra generalización interesada), que se mantiene a flote milagrosa y desesperadamente como un colegio de náufragos cuyos miembros se encuentran asidos como pueden a las astillas de un desvencijado paquebote que hace aguas ante la fuerte tempestad que azota a la Unión Europea, ha decidido meter en cintura a sus funcionarios para aparentar frente a los socios europeos (esa gigantesca aristocracia de Bruselas inmune a cualquier avatar) que se tiene controlada la economía. Nada nuevo, como no cabe sino esperar del aturdimiento de un gobierno tan carente de ilustración y experiencia laboral ( los PNNs de la extinta UCD eran doctos magistrados a su lado) cargado de asesores internos y externos incapaces de avistar otro futuro que no sea el estrictamente electoral intentando paliar la gangrena que se avecina. Y nunca mejor dicho eso de meter en cintura pues estos gobernantes españoles -y su adherencia, la sedicente oposición- no han decidido solicitar de buena fe y con voluntad clara de sus siervos ( la categoría más neutral de servidor es para estos iletrados una antigualla perimida) unos "diezmos" ni tan siquiera sondear la opinión de éstos convocando un referendum meramente consultivo entre los afectados para contribuir a la "reconstrucción" nacional como se hace en los periodos de postguerra (¿pero es que alguién duda aún que estamos en una época literalmente de postguerra?, ¿se debe de explicar a algún desprevenido que los ataques financieros al pelotón perseguidor de la UE - Grecia, España y Portugal- ha sido una guerra en toda regla que necesita ahora políticas de reconstrucción nacional? Tony Judt lo tiene ya explicado) sino que han suprimido manu militari una parte de su sueldo estatutariamente establecido y milimétricamente reglado legalmente. Y el grandísimo Alejandro Nieto toda una vida enseñando que si bien podemos entender que no existen los derechos adquiridos entre los funcionarios, la estructura de las retribuciones si que es intangible porque es reglada. Alejandro Nieto nos viene avisando con su suave voz pero con la clarividencia firme que le caracteriza, de que esto iba a pasar, que cada vez era más inminente. Contra viento y marea, lo viene haciendo desde 1976. Nadie le hacía caso y hete aquí que el lobo, vestido con los elegantes ternos de diseño de Doña Elena Salgado o Doña Teresa Fernández de la Vega, ha anunciado ya sus dentelladas, después de haberse cargado ya otros elementos que parecían distintivos de las instituciones públicas.
Este Dacio sabe por viejo que es sumamente vidrioso intentar discurrir -e intentar que lo hagan los demás- sobre la bondad o maldad de esta medida, ya que sobre la burocracia se escupen buen número de prejuicios y clichés, casi todos grotescos y jocosos. El usufructuario de esta tribuna no va a incurrir en el error metodológico de hacer el caldo gordo a un Gobierno al que considera absolutamente incompetente, demagógico e irresponsable, entrando a defender a los funcionarios. Eso es lo que el Gobierno quiere: que los funcionarios y sus familias (sobre todo los más necesitados, que los hay; y muchos) ladren. Así comienza la campaña de agit-prop diseñada: Pretenden un enemigo interior al que imputarle todos los males. Quieren que se termine diciendo "pobre Zapatero hasta esos holgazanes de funcionarios le siegan la hierba bajo los zapatos". terminará sacando a los sindicatos en la primera línea de fuego para aumentar la confusión e imputarle todos los males a no-se-sabe quién. No, ese no es el camino. No se debe de defender a los funcionarios de manera genérica. Eso es caer en la trampa tendida por estos manipuladores de la Opinión Pública. Para desmontar la celada demagógica del gobierno (con minúscula) es preciso la paciencia del entomólogo trayendo al análisis situaciones concretas, caso por caso.
Dentro de la rúbrica general de funcionarios se encuentran la señora Embajadora y la ordenanza forzada a pluriemplearse; la Inspectora de Hacienda y la encargada de las fotocopiadoras; la Abogada del Estado y la conductora del coche oficial (bueno, ahora no tanto, pues desde esta tribuna se aprecian cada vez más lujosos coches oficiales servidos "llave en mano" por Leasing mercantil con empresas que no van a ver rescindidos sus contratos); el Médico que operó al Rey y la celadora del ambulatorio; la jefa de la policía científica y la policía rasa que patrulla la proximidad; y, así, entre unos y otros, una pluralidad de situaciones diversas. El mundo de los funcionarios es, en fin, tan proteico y multiforme como pensarse quiera...y siempre nos quedaremos cortos en los pensamientos. Como puede imaginarse, una reducción de sueldo no afecta igual a unos que a otros. Ni en términos absolutos ni en términos relativos. No será lo mismo para quien trabaje junto a Zapatero o el Fiscal General del Estado que a la barrendera municipal o la empleada de Correos (en el supuesto improbable de que haya siquiera una que no sea de una empresa privatizada). De súbito se impondrá una ingienería selectiva, tanto menos onerosa cuanto más cerca de la cúspide administrativa, como ocurrió con el cumplimiento de la Ley de Incompatibilidades en la época de Felipe Gonzalez, que terminó afectando sólo al ordenanza que era ebanista o al conductor del PMM que era vigilante nocturno en una obra. Todo esto no es sino el resultado del principio de prelación normativa que se aplica en una eventual colisión de regímenes jurídicos: Siempre prevalece el derecho cínico sobre el derecho administrativo: en este caso será el Derecho Cínico frente al bloque normativo específico de la Función Pública, como gustaba decir al de facto extinto Tribunal Constitucional.
Tenemos un gobierno (siempre con minúscula, para ser fieles a la realidad) en el que priman por gran mayoría los"desempleados". Gente -incluído su propio Presidente- que jamás ha trabajado en sector alguno que no sea la política o los sindicatos (o en su mixtificación el "sector terciario" generosamente subvencionado con los dineros que ahora van a allegar los funcionatas). No hace falta identificarlos. Es más sencillo identificar a los que alguna vez trabajaron en algún sitio. Son pocos y se cuentan con los dedos de una mano. Eso justifica sus arbitristas e incluso atrabiliarias decisiones. Sugiero a los pobladores de esta tribuna alta preferencia que acudan a las hemerotecas y comprobarán lo que pensaba doña Elena Salgado cuando era la mandamás en eso de los Costes de Personal o Ministra de Sanidad. O lo que sabe distinguir el Presidente como universitario sobre régimen jurídico estartutario de los funcionarios y teoría contractual. No digamos que conozcan las cocinas antes de dedicarse a su bien remuneradas tareas frilunas de empequeñecer a los españoles (¡Vaya, otra generalización!) psicológica, económica, política y hasta espiritualmente.
Este saltinbanqui de León y sus acólitas y acólitos, obsesionados como están por los rendimientos (mayormente económicos y no siempre lícitos) de la innovación y de la ciencia deberían patentar ese ingenio que han descubierto a su pesar y que tiene la virtud de que no es un descubrimiento intencionado sino fruto más del error que del azar: El poder resucitar a un muerto. ¿Por qué lo digo? Pues muy sencillo. Las erráticas decisiones adoptadas por estos "desempleados" y "desempleadas"van a conseguir que una disciplina que se descomponía en la Morgue Jurídica y que tenía sin objeto actual de estudio a sus profesores y profesoras fruto del electroschock perpetrado por este remendón y sus ayudantes se va a levantar e incluso puede que eche a andar (si le dejan, naturalmente, esa otra ala devastadora que son los Magistrados y Magistradas Especialistas -?- de lo contencioso-administrativo). En efecto, el Derecho Administrativo, esa rama del Derecho Público hoy inexistente va a tener sus brotes verdes en forma de un aluvión de estudios sobre el estado de excepción permanente (gracias, Giorgio Agamben por ponernos en el camino), el contenido esencial de la relación funcionarial, y el derecho administrativo como garantía frente a las arbitrariedades del Poder. Y habrá que celebrarlo: A partir de ahora o el derecho administrativo es la búsqueda permanente del Santo Grial dentro de un divertimento de salón, o demuestra que hunde sus raíces en la realidad y se muestra de una vez efectivo. Y esta recua de "desempleados" se lo han puesto a huevo a los sapientísmos profesores de la disciplina Derecho Administrativo y a los sedicentes magistrados-Especialistas dentro del elemental sistema de garantías. Y, mientras, la figura señera del profesor Alejandro Nieto -a la que alguien debería ya erigirle un enorme monumento e incluirlo en el santoral cívico por la clarividencia, perseverancia y lucidez demostradas contra viento y marea- de seguro que habrá dibujado la mueca que suelen hacer los auténticos sabios a los que las hordas no han querido escuchar.
Sobre este tema volverá más veces este viejo Gil. Entre tanto, encomendémonos al Señor para que el literato por excelencia de la burocracia, don Mariano José de Larra, quede esta vez en mal lugar y el señor Zapatero y su cohorte de desempleados no vuelvan mañana...ni pasado...ni al otro.
¿A qué viene todo esto? Pues muy sencillo: a que el Gobierno que nos toca ahora sufrir a los españoles (otra generalización interesada), que se mantiene a flote milagrosa y desesperadamente como un colegio de náufragos cuyos miembros se encuentran asidos como pueden a las astillas de un desvencijado paquebote que hace aguas ante la fuerte tempestad que azota a la Unión Europea, ha decidido meter en cintura a sus funcionarios para aparentar frente a los socios europeos (esa gigantesca aristocracia de Bruselas inmune a cualquier avatar) que se tiene controlada la economía. Nada nuevo, como no cabe sino esperar del aturdimiento de un gobierno tan carente de ilustración y experiencia laboral ( los PNNs de la extinta UCD eran doctos magistrados a su lado) cargado de asesores internos y externos incapaces de avistar otro futuro que no sea el estrictamente electoral intentando paliar la gangrena que se avecina. Y nunca mejor dicho eso de meter en cintura pues estos gobernantes españoles -y su adherencia, la sedicente oposición- no han decidido solicitar de buena fe y con voluntad clara de sus siervos ( la categoría más neutral de servidor es para estos iletrados una antigualla perimida) unos "diezmos" ni tan siquiera sondear la opinión de éstos convocando un referendum meramente consultivo entre los afectados para contribuir a la "reconstrucción" nacional como se hace en los periodos de postguerra (¿pero es que alguién duda aún que estamos en una época literalmente de postguerra?, ¿se debe de explicar a algún desprevenido que los ataques financieros al pelotón perseguidor de la UE - Grecia, España y Portugal- ha sido una guerra en toda regla que necesita ahora políticas de reconstrucción nacional? Tony Judt lo tiene ya explicado) sino que han suprimido manu militari una parte de su sueldo estatutariamente establecido y milimétricamente reglado legalmente. Y el grandísimo Alejandro Nieto toda una vida enseñando que si bien podemos entender que no existen los derechos adquiridos entre los funcionarios, la estructura de las retribuciones si que es intangible porque es reglada. Alejandro Nieto nos viene avisando con su suave voz pero con la clarividencia firme que le caracteriza, de que esto iba a pasar, que cada vez era más inminente. Contra viento y marea, lo viene haciendo desde 1976. Nadie le hacía caso y hete aquí que el lobo, vestido con los elegantes ternos de diseño de Doña Elena Salgado o Doña Teresa Fernández de la Vega, ha anunciado ya sus dentelladas, después de haberse cargado ya otros elementos que parecían distintivos de las instituciones públicas.
Este Dacio sabe por viejo que es sumamente vidrioso intentar discurrir -e intentar que lo hagan los demás- sobre la bondad o maldad de esta medida, ya que sobre la burocracia se escupen buen número de prejuicios y clichés, casi todos grotescos y jocosos. El usufructuario de esta tribuna no va a incurrir en el error metodológico de hacer el caldo gordo a un Gobierno al que considera absolutamente incompetente, demagógico e irresponsable, entrando a defender a los funcionarios. Eso es lo que el Gobierno quiere: que los funcionarios y sus familias (sobre todo los más necesitados, que los hay; y muchos) ladren. Así comienza la campaña de agit-prop diseñada: Pretenden un enemigo interior al que imputarle todos los males. Quieren que se termine diciendo "pobre Zapatero hasta esos holgazanes de funcionarios le siegan la hierba bajo los zapatos". terminará sacando a los sindicatos en la primera línea de fuego para aumentar la confusión e imputarle todos los males a no-se-sabe quién. No, ese no es el camino. No se debe de defender a los funcionarios de manera genérica. Eso es caer en la trampa tendida por estos manipuladores de la Opinión Pública. Para desmontar la celada demagógica del gobierno (con minúscula) es preciso la paciencia del entomólogo trayendo al análisis situaciones concretas, caso por caso.
Dentro de la rúbrica general de funcionarios se encuentran la señora Embajadora y la ordenanza forzada a pluriemplearse; la Inspectora de Hacienda y la encargada de las fotocopiadoras; la Abogada del Estado y la conductora del coche oficial (bueno, ahora no tanto, pues desde esta tribuna se aprecian cada vez más lujosos coches oficiales servidos "llave en mano" por Leasing mercantil con empresas que no van a ver rescindidos sus contratos); el Médico que operó al Rey y la celadora del ambulatorio; la jefa de la policía científica y la policía rasa que patrulla la proximidad; y, así, entre unos y otros, una pluralidad de situaciones diversas. El mundo de los funcionarios es, en fin, tan proteico y multiforme como pensarse quiera...y siempre nos quedaremos cortos en los pensamientos. Como puede imaginarse, una reducción de sueldo no afecta igual a unos que a otros. Ni en términos absolutos ni en términos relativos. No será lo mismo para quien trabaje junto a Zapatero o el Fiscal General del Estado que a la barrendera municipal o la empleada de Correos (en el supuesto improbable de que haya siquiera una que no sea de una empresa privatizada). De súbito se impondrá una ingienería selectiva, tanto menos onerosa cuanto más cerca de la cúspide administrativa, como ocurrió con el cumplimiento de la Ley de Incompatibilidades en la época de Felipe Gonzalez, que terminó afectando sólo al ordenanza que era ebanista o al conductor del PMM que era vigilante nocturno en una obra. Todo esto no es sino el resultado del principio de prelación normativa que se aplica en una eventual colisión de regímenes jurídicos: Siempre prevalece el derecho cínico sobre el derecho administrativo: en este caso será el Derecho Cínico frente al bloque normativo específico de la Función Pública, como gustaba decir al de facto extinto Tribunal Constitucional.
Tenemos un gobierno (siempre con minúscula, para ser fieles a la realidad) en el que priman por gran mayoría los"desempleados". Gente -incluído su propio Presidente- que jamás ha trabajado en sector alguno que no sea la política o los sindicatos (o en su mixtificación el "sector terciario" generosamente subvencionado con los dineros que ahora van a allegar los funcionatas). No hace falta identificarlos. Es más sencillo identificar a los que alguna vez trabajaron en algún sitio. Son pocos y se cuentan con los dedos de una mano. Eso justifica sus arbitristas e incluso atrabiliarias decisiones. Sugiero a los pobladores de esta tribuna alta preferencia que acudan a las hemerotecas y comprobarán lo que pensaba doña Elena Salgado cuando era la mandamás en eso de los Costes de Personal o Ministra de Sanidad. O lo que sabe distinguir el Presidente como universitario sobre régimen jurídico estartutario de los funcionarios y teoría contractual. No digamos que conozcan las cocinas antes de dedicarse a su bien remuneradas tareas frilunas de empequeñecer a los españoles (¡Vaya, otra generalización!) psicológica, económica, política y hasta espiritualmente.
Este saltinbanqui de León y sus acólitas y acólitos, obsesionados como están por los rendimientos (mayormente económicos y no siempre lícitos) de la innovación y de la ciencia deberían patentar ese ingenio que han descubierto a su pesar y que tiene la virtud de que no es un descubrimiento intencionado sino fruto más del error que del azar: El poder resucitar a un muerto. ¿Por qué lo digo? Pues muy sencillo. Las erráticas decisiones adoptadas por estos "desempleados" y "desempleadas"van a conseguir que una disciplina que se descomponía en la Morgue Jurídica y que tenía sin objeto actual de estudio a sus profesores y profesoras fruto del electroschock perpetrado por este remendón y sus ayudantes se va a levantar e incluso puede que eche a andar (si le dejan, naturalmente, esa otra ala devastadora que son los Magistrados y Magistradas Especialistas -?- de lo contencioso-administrativo). En efecto, el Derecho Administrativo, esa rama del Derecho Público hoy inexistente va a tener sus brotes verdes en forma de un aluvión de estudios sobre el estado de excepción permanente (gracias, Giorgio Agamben por ponernos en el camino), el contenido esencial de la relación funcionarial, y el derecho administrativo como garantía frente a las arbitrariedades del Poder. Y habrá que celebrarlo: A partir de ahora o el derecho administrativo es la búsqueda permanente del Santo Grial dentro de un divertimento de salón, o demuestra que hunde sus raíces en la realidad y se muestra de una vez efectivo. Y esta recua de "desempleados" se lo han puesto a huevo a los sapientísmos profesores de la disciplina Derecho Administrativo y a los sedicentes magistrados-Especialistas dentro del elemental sistema de garantías. Y, mientras, la figura señera del profesor Alejandro Nieto -a la que alguien debería ya erigirle un enorme monumento e incluirlo en el santoral cívico por la clarividencia, perseverancia y lucidez demostradas contra viento y marea- de seguro que habrá dibujado la mueca que suelen hacer los auténticos sabios a los que las hordas no han querido escuchar.
Sobre este tema volverá más veces este viejo Gil. Entre tanto, encomendémonos al Señor para que el literato por excelencia de la burocracia, don Mariano José de Larra, quede esta vez en mal lugar y el señor Zapatero y su cohorte de desempleados no vuelvan mañana...ni pasado...ni al otro.
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