lunes, 5 de julio de 2010

BOTÍN, EL BOTÍN, LOS BOTINES.

Lleva dándole vueltas este viejo Dacio Gil a si la deriva que se percibe en España será espontánea, producto de la idiosincrasia nacional en la que priman el perillán y la barragana, o será producto únicamente, si no de una premeditada planificación del shock, si al menos del gusto de los gobernantes (rigurosamente separados siempre de los gobernados, a pesar de la ilusión de la transparencia y cercanía democrática) por desamortizar en provecho de sí mismos y su camarilla los bienes del común. Ejemplos históricos hay a montones a lo largo de la historia de España. En el fondo es la ilusión y la vocación inconfesa de todo político. De ahí el éxito del refrán lapidario llegan a ser ricos los osados y los ladrones, y llegando ya son nobles.

Lleva ya un tiempo en esas dudas y cavilaciones este usufructuario de la Tribuna Alta Preferencia y dada su proclividad a la libre asociación de ideas, paseando por la ciudad en busca de libros a precio razonable se viene topando con una observación que puede calificarse como general: las mujeres muy arregladas llevan todas una especie de botines abiertos, o sea: portan unos botines de verano que a la vista son mucho más estéticos que esa chanclas playeras unisex que en ciudad causan espanto a este viejo Dacio Gil. Una moda que hay que saludar con agrado si comportan la efectiva jubilación las susodichas chanclas para todo pies.
Este viejo Gil no se ve usando botines de verano para hombres (si es que existen, que Dacio Gil lo ignora) y tampoco ha visto a ninguno de los múltiples visitantes temáticos extranjeros este fin de semana en busca de darse una zambullida en las ya famosas fiestas del orgullo gay usándolos, aunque hay que reconocer que este Gil tampoco es que se fije por esos derroteros. Fiesta del orguyo gay que, por cierto, tan certeramente ha descrito en sus elementos políticos el filósofo Gabriel Albiac en su columna de hoy en abc. La admiración de los botines de verano cerrando la silueta de unas bellas piernas femeninas han llevado al subconsciente de este Gil a asociar la situación del Estado constitucionalmente fallido conocido como Federación España de fútbol , "la roja", para entendernos, con el sistema de botín. Y en el "de oca a oca y tiro por que me toca" con don Emilio Botín, prócer económico por excelencia.

Dacio Gil cree con Umberto Eco y Alain Minc que asistimos al advenimiento de una nueva edad media una vez pasada de la borrachera democrática que ha terminado por poner sibilinamente en manos de los jueces un artefacto político que les han traspasado los políticos como si quemase y que las propias juezas y jueces no saben manejar ni les interesa la dimensión social del artefacto político y que amenaza con el completo colapso de las instituciones tradicionales. Es con la ley medieval del más fuerte donde los gobiernos reconocieron a súbditos propios y extranjeros el derecho de captura hijo del derecho del puño para los que se concedían las cartas de marca más conocidas como patentes de corso para saquear buques y quedarse con el botín, desviando un tanto del mismo a los gobernantes: actos de pillaje al amparo de disposiciones legales fraudulentas. La financiación de las instituciones, hay que recordarlo porque tendemos a olvidarlos ha provenido de Corsarios, Piratas y Bucaneros. E historiadores existen que destacan que la Pinta, la Niña y la Santa María eran naves corsarias reguladas por unas precisas capitulaciones. No nos detendremos en detalles. Habrá que destacar que en la Europa actual -y en España por descontado- los corsarios visten otros ropajes y utilizan otros métodos de exacción de patrimonios, que lejos de desaparecer, han mantenido su régimen de impunidad y otean tiempos aún mejores. El acervo comunitario no es sino recidiva de la Novísima Recopilación que en su seno (Libro IV, Título VIII) regulaba con precisión jurídica la Ordenanza de Corso.

No sólo la expropiación de los haberes de los empleados públicos sino antes todos los escándalos económicos ( y la historia es una larga cadena de estraperlos, convolutos, desamortizaciones y otras figuras afines) son manifestación de esta práctica corsaria institucional. Un sabio analista de la cosa pública y sus organizaciones que desmenuza la realidad como los ángeles, sostiene solemnemente pero con inmensa gracia que Hacienda es la nueva manifestación de Los Golfines, los Juanillos, Juan Palomo, El Pernales, Diego Corrientes o Luis Candelas. Y lo fundamenta sesudamente, sin que quepa refutación intelectual ni quepa rastro de liberalismo trasnochado. Cuando uno reflexiona en soledad comprueba que el sabio desmenuzador se queda corto. Qué hoy da que sea confiscación de sueldos funcionariales en las nóminas, que expropiación de bancos en el sector económico, que abordajes en los mares, que despojos con violencia en los caminos o posadas. En la España actual, lejos de desaparecer las patentes de corso, estos gratificantes reconocimientos de impunidad se han actualizado merced al ingenio y la influencia de los beneficiarios. No hay botín sin beneficiarios, eso es axiológico.

Y de ahí pasa este viejo Dacio Gil a la histórica frase del senador norteamericano William L. Marcy (1786- 1857) de to the victor belong the poils. Que macarrónicamente traducido significaría más o menos al vencedor corresponden los despojos. Marcy mantuvo siempre públicamente que nada tenía de malo que el vencedor electoral aspirase a quedarse con el botín del Estado Frase sobre la que pivota otras de las ensoñaciones del derecho administrativo: la primacía del sistema de carrera (la eficacia indiferente del funcionario, su derecho a la inamovilidad e intangibilidad de los elementos esenciales de la relación funcionarial correspondiente a la imparcialidad e independencia exigida constitucionalmente) frente al spoils system o sistema de despojo o de botín que ha degenerado hasta la actualidad en que el ganador en cualquier contienda electoral puede cesar o "remover" a los funcionarios anteriores para colocar a toda su camada. La cesantía que subseguirá a las confiscaciones de sueldos funcionariales y que no era necesaria pues el sitema de botín se aplica hoy no sólo a la empleomanía pública y semipública (las agencias, fundaciones, consorcios y empresas en mano pública) sino a cualquier sector en el que se conjetures beneficios particulares o partidarios. Así es la vida aunque los ciudadanos se encuentren en la inopia o les convenga por salud mental y emocional hacer que no se enteran.

Y estando en estas los ciudadanos resignadamente conformes, Don Emilo Botín-Sanz de Sautuola y García de los Rios tiene el suficiente Poder para mirar como Júpiter (aunque no se le conozca ni una sola aventura amorosa de las que adornaron al Dios de dioses) desde muy arriba a cualquier Poder Constitucional. Ese Botín no necesita Jueces ni Tribunales de garantías. Es un mecenas y un prócer económico, social y cultural. Prácticamente no necesita los negocios ni para vivir ni para ostentar. Practica la elegancia social de hacer dinero y beneficiar a los necesitados. Representa la aristocracia Botín, no la dudosa oligarquía del botín.

El viejo Dacio Gil es un romántico como Heinrich von Kleist o Michael Kohlhaas o, peor aún, como Stefan Fink, y prefire los botines de veran0 con tacón que tan bellas y sugerentes hacen unas piernas femeninas. Bienvenidos sean -a pesar de su nombre evocador de corrupción- como estupendo complemento femenino y, sobre todo, porque declararán el estado de excepción a las horrorosas chanclas playeras unisex y terminarán expulsándolas de las ciudades. Ya está bien de unisex. Que cada cual realce lo que debe realzar con sus propios y adecuados complementos. Basta ya de estéticas ovinas. El hermafroditismo no siempre es estético ni sirve para el calzado como prenda realzadora de la belleza. Hay que destacar la belleza de género en vez de tabta violencia de género. Nos iría mejor a todos.
En una sóla cosa tiene razón el señor Almunia en su reciente entrevista con prisa y con K. Marín (bueno en dos): en los zapatos de tacón en las mujeres (y en la buena Opera, no toda).
¡Madre mía qué botín! ¡Vivan Botín y los botines con tacón! ¡Abajo el botín!

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