lunes, 12 de julio de 2010

ÁSPERA FELPA ROJA. TOPARSE DE PECHO A TETAS CON AGUSTÍN GARCÍA CALVO.

Por fin llegó el día D y la hora H. Al fin nos toparemos con el momento esperado. La gente pudo, al cabo, liberar su nerviosismo inducido tocando los cláxones y gritando más de la cuenta: haciendo literalmente el hortera más precivilizado. Reunidos hombres y mujeres en la casa del que la tiene más grande, en 3D o retroproyector, tras mucha angustia han dejado libres sus instintos más gregarios. Retroproyección no se debe de confundir con la retroeyaculación del orientalismo que preconizan Sánchez Dragó, Ramiro Calle y otros privilegiados más: ellos sí que saben; alejándose deliberadamente de la turbamulta futbolera que carece de auténtico contenido y de quieta ternura. Sin cohetes, sin fuegos de artificio, sin cláxones molestos, sin borracheras…

Masa y poder (mental) a los que aludía Elías Canetti. El autor instalado en Austria, que extrajo una experiencia práctica para intentar refutar intelectualmente la Psicología de las masas de Sigmund Freud en base a su participación en una experiencia espontánea de masa cuando se encontraba trabajando en su tesis doctoral en el Instituto de Química de Viena. La mañana del 15 de julio de 1927 Canetti leyó en un periódico nacional un titular en grandes letras que le pareció escandaloso. El titular, que decía "Una sentencia justa", se refería a la absolución sin cargos de los autores de unos tiroteos a resultas de los cuales habían muerto varios obreros. El hecho no le indignó sólo a él, sino que provocó una irritación terrible en el pueblo de Viena, que, de repente, desde todos los barrios de la ciudad, empezó a dirigirse en filas cerradas hacia el Palacio de Justicia. Canetti se unió a esas filas y participó, por tanto, en la rebelión ciudadana que había de culminar en el incendio del Palacio de Justicia, donde ardieron todas las actas (imagen que, a decir del autor, le inspiró el tema de Auto de fe), y en la represión policial que arrojó un saldo de noventa muertos entre los manifestantes. Esto de hoy, la final del campeonato mundial, es, obviamente, otra cosa: no hay espontaneidad ni hay rebelión ciudadana. Sólo hay unos bovinos “reflejos condicionados” con apariencia –sólo apariencia- identitaria.

Este viejo Dacio Gil se ha puesto a teclear el ordenador para abstraerse de la histeria colectiva. Aún conmovido por las entrañables y sabias reflexiones de Eduardo y Gruten del penúltimo “post”, intenta dar algo de distancia temporal para entablar con ambos en la Tribuna Alta Preferencia un diálogo como se merecen ambos seguidores. Y, por supuesto, para devolverles, con el mismo sentimiento o más, el abrazo inmenso con el que ambos se entregaban a este viejo Dacio Gil para insuflarle clarividencia en la forma de enfocar el resto de la vida aún no vivida que le quede.. Ambos han marcado el camino: el orientalismo. Dacio Gil, cuando consiga devolver el abrazo recibido de ambos, se introducirá por caminos del orientalismo. Es un tema que le viene preocupando desde hace tiempo.

Escarbando en las raíces del orientalismo se ha topado este viejo Dacio Gil con una autoridad de las muchas que en esta piel de toro (¿ahora será sólo roja?) tienen una estatura descomunal pero son sistemáticamente silenciadas ante la trivialidad de la imagen de Sergio Ramos, Villa (que no Pancho), Xabi Alonso o la consorte Carbonero. Fernando Savater en su amena autobiografía razonada (Mira por dónde) en la que se verá reflejado todo lector miembro de familia que haya veraneado en su juventud en las inmediaciones de Torrelodones, en Madrid, dice de nuestro protagonista: “hablaban de él como un genio de la filología clásica (había obtenido la cátedra de Salamanca, la que una vez fuera de Unamuno, a la edad en la que muchos están haciendo su tesis doctoral – doctor a los 22 años, catedrático de secundaria a los 24, catedrático de universidad a los 28, incansable traductor de los mejores clásicos- y no fue precisamente un regalo por su docilidad ante las autoridades), pero también como un nigromante pagano que sacrificaba palomas a la diosa Venus, un pensador destructivo, anárquico, casi luciferino y un peligroso seductor de la juventud… XX es un ácrata metafísico, trascendental, cuya rebelión se dirige contra la condición humana tal como la conocemos (que es artificialmente social, no natural y necesaria), no para enmendar alguno de los detalles en que se concreta sino para traspasarla y abolirla de raíz…El efecto de la doctrina de XX (la Autoridad intelectual oculta del presente post) depende mucho de quien la escuche: a algunos les sirvió y les sirve como un brumosos certificado de indolencia inconformista. Nunca faltan quienes están deseando escuchar de fuente autorizada que este mundo es una mierda sin remedio para confirmar que hacen bien en no molestarse. A otros, que tenemos demasiada tendencia a los empeños positivos y confundimos a veces lo que funciona con lo deseable, su opus nigrum nos purificó de la excesivamente fácil autocomplacencia constructiva… En cuanto se le conoce, uno se da cuenta de que está ante alguien que sólo se parece a sí mismo, una primera edición por no decir un incunable, no un ejemplar en serie: como los ángeles y quizá los demonios, agota una especie en su singularidad…Estuve entre ellos –concluye Fernando Savater- con fidelidad inalterable durante casi tres años, sacrificando cotidianamente mi siesta: por nadie más he vuelto a hacerlo con semejante asiduidad, ni siquiera con las amantes más exigentes…”(pp. 178, 179, 181 y 182).
Naturalmente Savater se refiere (¡hagamos que aparezca de una vez con todos los honores que merece en esta Tribuna Alta Preferencia!) al filósofo sin par Agustín García Calvo, al que, por haber cuestionado las bases mismas del sistema, se le mantiene desde hace mucho tiempo en el ostracismo más indigno cuando se vienen haciendo los más disparatados “bolos” psudointelectuales con auténticos mequetrefes del pensamiento. Algunos justificarían el ostracismo manteniendo que está chiflado...

Salvando ese escollo de la eventual chifladura, Agustín García Calvo es el paradigma de evolución intelectual: de familia bien y acomodada en el régimen franquista al cuestionamiento profundo de la realidad. Es el prototipo del pensamiento crítico (la irracionalidad de la razón), el cuestionamiento de los tópicos y los prejuicios que presiden la vida occidental. Un filósofo y lingüista que hace pensar desenmascarando los ropajes cínicos de la realidad, de los constructores de la sedicente realidad. Igual que Zygmunt Bauman mantiene que la política es la modulación de la angustia, García Calvo califica el futuro como la administración de la muerte.

Agustín García Calvo tiene en la actualidad 84 años aunque mantiene una dinámica mental y un nivel de provocación envidiables, como demostró hace escasamente dos meses en la Fundación March repasando su “autobiografía intelectual”. La editorial de su propiedad, Lucinia, en Zamora, nos recuerda de tanto en tanto su existencia. Lo lloraremos cuando nos abandone pero, por unas razones o por otras, hemos consentido su ostracismo zamorano en vida. El ruido institucional no permite distinguir las voces críticas. Unas chiflaaduras oficiales imputan enajenación a quienes las desenmascaran. La vida misma. Dacio Gil recuerda a Agustín García Calvo con sus pantalones morados de satén y sus blusas floreadas rodeado siempre de jovencitas atónitas y hechizadas, incluso cuando mantenía su relación con la poetisa Isabel Escudero. Este Gil siempre ha seguido con atención la evolución personal, política y filosófica de García Calvo, aunque no entienda alguno de sus planteamientos (Gil no le llega ni a la suela de sus sandalias y siempre se queda atrapado en el laberinto de su lenguaje).

No sólo Dacio Gil coincide con el contenido de la conversaciones entre el viejo y el verde y su viceversa: el verde y el viejo. En García Calvo encontrará el lector siempre una provocación concreta contra lo establecido. Y eso, junto a los malabarismos del lenguaje que envuelve, es muy de agradecer.

Este viejo Dacio Gil, para contrarrestar la pretenciosa estolidez del mundial de fútbol y una euforia desencadenada tan desmesurada que es difícil de entender, propone recuperar a Agustín García Calvo en tres líneas de inmersión: 1. ¿Qué coños? 5 cuentos y una charla. De este libro Dacio Gil entresacará dos perlas: a) “El orgasmo, se convierte, como muchas veces para los hombres, en algo que hay que perseguir, como un fin,como un premio, como una paga. Entonces el placer está perdido; el placer desconocido, imprevisto, está perdido; aquello se convierte en un trabajo: la imposición de lo teleológico anula cualquiera de las posibilidades que el sexo por excelencia, el femenino, podía tener en sí.” b) “Gilipollez” quiere decir asimilación de las ideas impuestas desde Arriba, pero asimilación en el sentido de que se las toma como ideas y gustos personales de cada uno. Esto pienso que es una definición de gilipollez bastante acorde con el uso habitual. Y es evidente que de la condena a esto no se escapan ni las mujeres ni los hombres. 2. Registro de recuerdos (contranovela). Contiene frases antológicas sobre el miedo, la Tele de los súbditos del Bienestar, del progreso del desastre, los sueños, la vida, la muerte... Han llegado a decir que que son las cavilaciones de un chiflado. Pero un chiflado no escribe: “Pero tú, hombre, mantén viva la locura de tu niño: ella es la locura de razón, y es la que, en medio del revoltijo de la realidad, te descubre lo que no sabes, lo que no esperas.” 3) La serie de 8 “Noes” en EL PAIS entre 1992 y 1993: NOES / 1. ¡Tire su televisor! Vea lo que le damos a cambio; NOES / 2. ¡No celebre las fiestas! Verá que gozo; NOES / 3. ¡No se chequee usted, hombre! Vida es olvido; NOES / 4. ¡No se declare a Hacienda! Hay otros amores; NOES / 5. ¡No se lave tanto! Verá qué bien; NOES / 6. ¡No vote! ni deje de votar. Hay cosas que hacer; NOES / 7. ¡No se compre otro auto: ¿por qué? ¿para qué?; NOES / 8. ¡No se tueste, señora! No pone buena. Se pueden encontrar en internet.

Pero, sin duda alguna, Agustín García Calvo cautivó hace muchos años a este viejo Dacio Gil por medio de la poesía Libre te quiero:
Libre te quiero,
como arroyo que brinca
de peña en peña.
Pero no mía.
Grande te quiero,
como monte preñado
de primavera.
Pero no mía.
Buena te quiero,
como pan que no sabe
su masa buena.
Pero no mía.
Alta te quiero,
como chopo que al cielo
se despereza.
Pero no mía.
Blanca te quiero,
como flor de azahares
sobre la tierra.
Pero no mía.
Pero no mía
ni de Dios ni de nadie
ni tuya siquiera.

Al fin campeones. ¿Y a partir de ahora qué? ¿Chiflados por "la roja"? ¿Chiflados por los "Medios de Formación"? ¿Chiflados por el Poder? ¿Chiflados por liberar el pensamiento?
Libre te quiero, pero no mía. Como la copa, las primas y las fotos: se miran y no se tocan. El poder al que ataca Agustín García Calvo. Toda una vida. La sinrazón de la Razón. Hay vida más allá del espectáculo.

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