El viejo Dacio Gil prometió que con el año nuevo intentaría divagar sobre la felicidad y el amor siguiendo desde buen principio la estela de la incomparable Lou Andreas-Salomé y así lo hará sujetándose a lo prometido, pero una serie de acontecidos en los últimos coletazos del desastroso –en todos los sentidos horrible- año 2010 obligan a una miscelánea a diferentes niveles:
1. En el municipio cercano a Madrid donde dijo tener su residencia (parece que ya se ha desprendido de ella, según la radio) el diputado sr. Rodriguez Zapatero y cuyo alcalde tiene nombre de bandolero o contrabandista y apellido de lugar de peregrinación y cuyas oficinas administrativas y número de empleados parecen cada vez más a los Nuevos Ministerios, se llevan casi dos años con una interminable obra de “remodelación urbanística” que tiene desquiciados a los vecinos y residentes por una increíble concatenación de incomodidades y perjuicios que hace años hubieran sido intolerables: limitaciones de acceso a la morada; negligentes corte de suministros esenciales por horas y días; retrasos inconcebibles en los autobuses que enlazan con la capital; insolente desacato cívico y falta de consideración por los “jefecillos de obra” de la cascada de subcontratas que llevan efectuando tan planificado “desastre”; un sedicente y eufemístico "carril bici" rojizo por el que se niegan a transitar lo mismísimos ciclistas por el riesgo que comporta para su integridad de deportistas y ciudadanos, etc., etc., etc. Todo ello con la deliberada ausencia del numeroso (y cada vez más crecido)contingente de policía municipal que brilla siempre por su ausencia aunque los trastornos estén alcanzando dimensiones injustificables. Desde luego el “Motín de Esquilache” se produjo por mucho menos y el pueblo en aquellas fechas podía esperar bien poco de aquellos políticos que no se podían prermitir vanas promesas como prodigan los actuales. Lo de ese municipio es la típica manifestación del capitalismo del desastre desarrollado con tino por la canadiense Klein: primero crear el caos para luego presentarse como artífices de la solución a cambio de encarecer su costo. Los indignados vecinos aseguran que la “remodelación urbanística” tiene dos razones nunca confesadas: a) el embucharse los traspasos presupuestarios de los planes estatales de apoyo “e” y “eS”; b) propiciar una mayor –y ya brutal- presión fiscal sobre los vehículos, los aparcamientos (limitando exponencialmente sus posibilidades libres) y los accesos a los garajes o verjas (los consabidos vados). Todo contra los bolsillos de los ciudadanos conformes, como puede colegirse con facilidad.
2. Es sabido que el usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia utiliza con regularidad el transporte público que hoy por hoy es una especie de universidad en pequeña escala pues en metro, colectivos y trenes se pueden apreciar todas las tendencias sociales del momento sin tener que recurrir al CIS u otros institutos demoscópicos. El viejo Dacio Gil tiene ya constatadas en la sociedad unas peligrosas derivas totalitarias y una inducida descomposición de la valoración de lo público (sin ir más lejos, lo señalado en el apartado 1 anterior). El día de los inocentes, absorto como siempre, leía un libro en su asiento del autobús verde interurbano de la línea en la que suele desplazarse, cuando a eso de las 20,30 al pasar junto a un parque le alcanzaron esquirlas de uno de los varios cristales del autobus quebrados por la acción de sendos petardos arrojados contra el medio colectivo por unos mozalbetes no mayores de 15 años. Parece que tales agresiones son moneda común en estas fechas en las que proliferan como nunca los instrumentos pirotécnicos en manos de niñatos. Dentro del bus afortunadamente sólo nos encontrábamos 5 viajeros además del conductor y sólo a una señora y a este viejo Gil (a pesar de encontrarse ambos al otro lado del corredor, junto a las vidrieras contrarias a la agresión) alcanzaron las esquirlas sin tener que lamentar mayores daños que el susto por el estallido de los cristales y la percusión de los restos de las lunas astilladas. Pero el hecho es sintomático. Y mucho más cuando es conocido que similar agresión vienen sufriendola también estos días los trenes de cercanías de RENFE.
Dacio Gil también fue joven y cometió en aquella etapa vital alguna transgresión a las normas de conducta social de la que no se encuentra precisamente orgulloso y que hoy debe de reputarse como muy leve comparada con la relatada de los petardos. Puede comprender, pues, acciones juveniles desviadas de la norma social de respeto a lo común, pero poner en riesgo la integridad de las personas además de los consiguientes daños materiales le cuesta poder integrarlo: Carece de los correspondientes estímulos empáticos para ello.
La rotura de las lunas de los medios de transporte colectivo es todo un síntoma, sin duda, de lo que puede estar pasando con la acumulación de la violencia institucional y juvenil.
3. Un curioso lector ha hecho llegar al viejo Gil su dificultad para entender lo de "buenaespina” del anterior post. Se explicará brevemente a continuación sin perjuicio del imprescindible desarrollo in extenso en uno a varios posts sobre la tribu científica y las perversiones de su organización más representativa, el CSIC, ahora que esa agencia (¿pero es realmente una agencia? ¿Cuál será su agere?) es una monumental campaña propagandística pilotada, en plan Goebbels, por la esposa del candidato a alcalde de Madrid propuesto por la camarilla dominante en el Estado.
Lo de “buenaespina” viene porque el pasado suplemento dominical del periódico cabecera de los del Movimiento insertaba una respuesta del gabinete de prensa del CSIC atribuida a don Rafael Rodrigo Montero, a la sazón presidente del organismo -en el que se ha desenvuelto desde joven sin conocer otros espacios ni mundanos ni siderales. En la mencionada contestación al formulario, los periodistas contratados por el CSIC bajo supervisión de la esposa del candidato a alcalde capitalino y filtrador de liebres, galgos para ponerlos a buen puerto, ponen en boca del astrofísico partidario la nominación del proyecto Malaspina de circunnavegación coordinado por don Carlos Duarte. El periódico cabecera lo denomina en la entradilla “La ciencia a lo grande”. Más o menos como Gallardón (el contrincante del esposo de la Goebbels del CSIC; actual alcalde capitalino). Faraónico. Técnica de venta social sin contenidos científicos concretos. Venta de humo. Eso si: a lo grande.
El viejo Dacio Gil no se quiere extender en este momento sobre las perversiones y fascismos de la organización científica. Para abreviar remite al libro de Amparo Gómez y Antonio Canales titulado “Ciencia y fascismo” (ed. Laertes) en el que detalladamente se analiza el decurso histórico y situación actual del CSIC. Pero precisamente por eso destaca sobremanera que en el mismo periódico cabecera se insertara también hace poco, el pasado 19 de diciembre, un sospechoso artículo firmado por el colaborador Fraguas de título “Con Franco el CSIC patrocinó trabajos racistas para reafirmar la inferioridad de los negros.” Pareciera una técnica para destacar a contrario la “pureza de sangre” y los "hombres y mujeres nuevos"del actual CSIC de Rodrigo Montero y de la esposa del candidato contrincante de Gallardón, herederos ambos de la concepción mercantil-totalitaria de don Carlos Martínez.
El viejo y dolorido Dacio Gil sólo puede levantar acta personal de que en la actual agencia CSIC se practica un tóxico terrorismo emocional fascista, que bien pudiera denominarse tortura, contra blancos (Mobbing) y sobre ese extremo guarda sepulcral silencio el gabinete goebbelsiano del CSIC y el periodista aireador de dislates franquistas, que no son sino reflejo de una época histórica fascista similar a la actual, tal como refleja el libro “Ciencia y Fascismo” que el periodista parece haber ignorado a propio intento.
El CSIC, desde luego no puede darnos buena espina, estimado espontáneo interpelador. Con alto grado de dolor por la rememoración de inhumanidades varias, el viejo Dacio Gil espera haberle desvelado sus dudas sobre la “buenaespina”: Se trataba de una ironía.
4. España es un país de esperpentos y a punto ha estado en estos días de agrandarse el adefesio, de no haber mediado la disciplinada actuación de un ex abogado y ex sindicalista devenido a Magistrado de lo social por ese camelo del “cuarto turno” (juristas de reconocido prestigio). En efecto, España a punto ha estado de producirse una nueva “huelga encubierta”, ahora de futbolistas, en plena vigencia del “estado de alarma” que preside el transporte aéreo y las relaciones laborales específicas. El obediente abogado devenido Magistrado de lo social no ha hecho sino aplicar el manido criterio de la “alarma social” que provocaría (¿a la ciudadanía o los espectadores, televidentes y forofos?) un domingo de futbol sin futbol y se ha salido por la generosamente utilizada tangente de la incompetencia judicial (dicho sea sin excesivo sarcasmo) para no entrar a conocer una flagrante contravención de un convenio colectivo. Y como siempre, el cajón “desastre” se residencia en ese engendro de la jurisdicción contencioso-administrativa por el colateral -y forzadísimo- argumento de la Federación deportiva elaboradora de calendarios… Milagro que el señor Bodas no ha invocado como criterio legitimador de su inhibición el franquista "Calendario Zaragozano".
El ex sindicalista señor Bodas (ponente y elaborador de la resolución inhibitoria), pues, ha ahorrado el dislate de los militares haciendo de Cristiano Ronaldo o Messi; haciendo de árbitros y jueces de línea; al Comité de Competición aplicando la legislación militar para todo tipo de supuestos...hasta el fuera de juego.
La vida misma. La desjusticia misma. La alarma social, cuando ya no cabe acogerse a las prescripciones ad hoc tan al uso. El pan y circo navideño. La mentira institucional.
En definitiva, como sugiere comprender el gran David Lodge: Nada es lo que parece…ni lo será nunca. En esta cloaca de la sedicente "independencia" judicial es ingenuo pensar que nadie haga respetar derechos básicos. La ley de la poderosa jungla. El derecho bantú.
En la sociedad del miedo la alarma social es el común denominador. Y miedo hay y mucho. O sea, que la excepción es la regla…como lo era con Franco y como lo es con Zapatero. Cuestiones de orden...Público. El TOP. Lo máximo.
¡Que el año desmitificador (o desmochador) de instituciones, garantías, economías y democracias quede enterrado para siempre y que el inminente año antecedente ordinal del 2012 nos sea a todos más propicio: al menos un año de cierta tranquilidad antes de saber qué terminará ocurriendo el 2012! Ferviente deseo para todos del viejo Dacio Gil, a pesar del bochorno causado por la ufana e insultante rueda de prensa del penúltimo día del año convocada por el Presidente del Gobierno al que acompañaban sus inseparables, los señores Rubalcaba y Serrano. Ultima rueda de prensa de un año horrorosamente horrible en todos los aspectos excepto en el regocijo social de la roja del que ahora vivimos exclusivamente. Mejor la roja que el Derecho y las garantías, según parece.
Acaso el viejo Dacio Gil padezca un delirium tremens. O tal vez no. En cualquier caso: deseos de razonable esperanza para 2011. Y de amor. Mucho amor.
jueves, 30 de diciembre de 2010
lunes, 27 de diciembre de 2010
BRINDO POR LA GENTE SENCILLA: ¡BRINDO POR LA FAMILIA!
Cierto es que la realidad, dejándola llegar naturalmente sin utilizar forceps psicosociales, nos pone a cada cual en el sitio exacto. El viejo Dacio Gil hizo público que se había enrolado ya entre los “retroprogres” en la versión vulgata Rosa Montero cuando un día después leyó a Ignacio Echevarría en el suplemento “El Cultural” del periódico El Mundo en el interesante artículo titulado “Feliz Navidad”. De “Feliz Navidad” extrajo la solidaridad de/ con Echevarría (la que jamás encontró en ese engendro infumable y perverso, verdadero desconocido de la ciudadanía llamado CSIC, que es incapaz de producir ninguna “buenaespina”) en un artículo altamente recomendable como contrapunto al de la señora Montero. Como mero ejercicio de razón, su lectura se hace recomendable como contrapunto a “retroprogres” de el país.
A pesar del alistamiento en el ejército de los que no gustan de la navidad anunciado en el post del pasado 23, la familia del viejo Dacio Gil tiene la sana costumbre de reunir a toda la tribu supérstite a los cabezas de familia cada 25 de diciembre, incluídos Dacio Gil y los suyos. La realidad se impone en esa fecha y cada cual se solaza de una benéfica inmersión familiar de afectos en un restaurante sin pretensiones a las afueras de la capital. Cada cual se olvida de sus problemas particulares y el viejo Dacio Gil de su pérdida de aceite navideña y de aquellas notas que definen al “retroprogre” monteriano. Todos se dejan llevar por la alegría de la pura constatación: los jóvenes cada vez más pujantes y sanos en actitudes y aptitudes; los mayores (relativos o absolutos, que tal da) intentando resistirse a ese canallesco espectro traidor endosador de años y achaques que es el Sicario de la edad; lo más guapetonas y guapetones todos para motivarse y motivar al resto de la tribu. La verdad que las Navidades así encaradas, con la humildad con que lo hace la familia del viejo Gil, sin hueras pretensiones de superposición de estatus ni falsas petulancias, infunden alegría a pesar de sobrevenir tras la impostada (¿imposturada también?) afectación institucional del mensaje navideño real. Ni siquiera el desconsiderado afán del restaurante (un restaurante elegido a propósito desde hace bastantes años por ajustar su nivel a las prudentes pretensiones familiares pero que parece decidido a un cambio de timón dado el cambio de hábitos celebrativos de los madrileños) por hacer caja sin ponderar que la tribu Gil es la que más años lleva concitándose en el lugar, desanimó a nadie llegado el tradicional postrer momento de reparto de presentes “de todo a cien” que tantas risas terminan suscitando.
La verdad es que las Navidades así entendidas no provocan ningún reproche en el usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia; antes al contrario, ayudan a sobrellevar el atropello psico-socio-político-mercantil de estas fechas. Uno, que cada vez tiende más a observar los acontecimientos desde su monasterio de individualidad, ha de reconocer que se encuentra a gusto entre los suyos aunque indefectiblemente recuerda aquella atinada canción del dúo Pimpinela titulada “la familia”:
Hablan todos a la vez./ Y despues,/ se pelean por un mes, / pero cuando las cosas van mal, /a tu lado siempre están. (…)
Si te tiran con un corcho, / o al pasar te pisa un niño, /en el fondo esto es solo, / una muestra de cariño. (...)
Ya lo ves,/ comen todo y después, / a sufrir por la dieta otra vez / pero nunca te dicen que no / si les vuelves a ofrecer.
El usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia proclama que siente sano orgullo de cultivar uno de los escasos vínculos de pertenencia que le atraen a estas alturas en esta escombrera institucional a la que reconocemos como España. Que comparte la lúcida y aconsejable reflexión de la Navidad efectuada por Ignacio Echevarría, tanto en los pros como en las contras.
La comida familiar (mejor tribal, en el mejor sentido) del 25 de diciembre es un auténtico baño de amor donde se manifiestan incuestionables similitudes genéticas y afinidades humanas que el corazón de cada cual se encarga de dejar al descubierto para ahuyentar cualquier atisbo de duda sobre las navidades, la familia y un aspecto del amor. Los corazones no mienten.
La verdad es que la familia de este Gil nunca lo ha terminado haciendo, pero muy bien pudiera terminar cantando, como hace Pimpinela aquello de:
Quiero brindar por mi gente sencilla,/ por el amor, brindo por la familia.
Y con esto, el viejo Dacio Gil espera abandonar sus digresiones sobre las diversas escupideras patrias para poder dedicar unos próximos posts a indagar lo que pueda ser eso de la felicidad y del amor.
Para lo cual, para empezar con buen pie, seguiremos la pista de los encantos –y la inteligencia y sensibilidad inigualables- de Lou Andreas- Salomé a través del reciente libro de Manuel Cruz de sugerente título: Amo, luego existo.
Quiero brindar por mi gente sencilla,/ por el amor, brindo por mi familia.
A pesar del alistamiento en el ejército de los que no gustan de la navidad anunciado en el post del pasado 23, la familia del viejo Dacio Gil tiene la sana costumbre de reunir a toda la tribu supérstite a los cabezas de familia cada 25 de diciembre, incluídos Dacio Gil y los suyos. La realidad se impone en esa fecha y cada cual se solaza de una benéfica inmersión familiar de afectos en un restaurante sin pretensiones a las afueras de la capital. Cada cual se olvida de sus problemas particulares y el viejo Dacio Gil de su pérdida de aceite navideña y de aquellas notas que definen al “retroprogre” monteriano. Todos se dejan llevar por la alegría de la pura constatación: los jóvenes cada vez más pujantes y sanos en actitudes y aptitudes; los mayores (relativos o absolutos, que tal da) intentando resistirse a ese canallesco espectro traidor endosador de años y achaques que es el Sicario de la edad; lo más guapetonas y guapetones todos para motivarse y motivar al resto de la tribu. La verdad que las Navidades así encaradas, con la humildad con que lo hace la familia del viejo Gil, sin hueras pretensiones de superposición de estatus ni falsas petulancias, infunden alegría a pesar de sobrevenir tras la impostada (¿imposturada también?) afectación institucional del mensaje navideño real. Ni siquiera el desconsiderado afán del restaurante (un restaurante elegido a propósito desde hace bastantes años por ajustar su nivel a las prudentes pretensiones familiares pero que parece decidido a un cambio de timón dado el cambio de hábitos celebrativos de los madrileños) por hacer caja sin ponderar que la tribu Gil es la que más años lleva concitándose en el lugar, desanimó a nadie llegado el tradicional postrer momento de reparto de presentes “de todo a cien” que tantas risas terminan suscitando.
La verdad es que las Navidades así entendidas no provocan ningún reproche en el usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia; antes al contrario, ayudan a sobrellevar el atropello psico-socio-político-mercantil de estas fechas. Uno, que cada vez tiende más a observar los acontecimientos desde su monasterio de individualidad, ha de reconocer que se encuentra a gusto entre los suyos aunque indefectiblemente recuerda aquella atinada canción del dúo Pimpinela titulada “la familia”:
Hablan todos a la vez./ Y despues,/ se pelean por un mes, / pero cuando las cosas van mal, /a tu lado siempre están. (…)
Si te tiran con un corcho, / o al pasar te pisa un niño, /en el fondo esto es solo, / una muestra de cariño. (...)
Ya lo ves,/ comen todo y después, / a sufrir por la dieta otra vez / pero nunca te dicen que no / si les vuelves a ofrecer.
El usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia proclama que siente sano orgullo de cultivar uno de los escasos vínculos de pertenencia que le atraen a estas alturas en esta escombrera institucional a la que reconocemos como España. Que comparte la lúcida y aconsejable reflexión de la Navidad efectuada por Ignacio Echevarría, tanto en los pros como en las contras.
La comida familiar (mejor tribal, en el mejor sentido) del 25 de diciembre es un auténtico baño de amor donde se manifiestan incuestionables similitudes genéticas y afinidades humanas que el corazón de cada cual se encarga de dejar al descubierto para ahuyentar cualquier atisbo de duda sobre las navidades, la familia y un aspecto del amor. Los corazones no mienten.
La verdad es que la familia de este Gil nunca lo ha terminado haciendo, pero muy bien pudiera terminar cantando, como hace Pimpinela aquello de:
Quiero brindar por mi gente sencilla,/ por el amor, brindo por la familia.
Y con esto, el viejo Dacio Gil espera abandonar sus digresiones sobre las diversas escupideras patrias para poder dedicar unos próximos posts a indagar lo que pueda ser eso de la felicidad y del amor.
Para lo cual, para empezar con buen pie, seguiremos la pista de los encantos –y la inteligencia y sensibilidad inigualables- de Lou Andreas- Salomé a través del reciente libro de Manuel Cruz de sugerente título: Amo, luego existo.
Quiero brindar por mi gente sencilla,/ por el amor, brindo por mi familia.
jueves, 23 de diciembre de 2010
"NO SOY EL PRESIDENTE DE CASI NINGÚN ESPAÑOL."
El viejo Dacio Gil se encuentra raro en los tiempos que corren, como desagregado. Pareciera que todo lo asimilado hasta ahora para defenderse en esta vida se hubiera astillado por varios sitios. Si no irrazonable o casi irracional, si todo parece carente de legitimidad: como si hubiera que hacer rápido toda suerte de violaciones para hacer caja pues esto se acabara. No hay sector que se salve de esta dinámica perversa mientras el “ciudadano mediano” (el gráfico palabro inventado por los manipuladores electorales engalanados con los finos ternos al uso de los científicos sociales) parece querer esconderse recitando el “virgencita, virgencita, que me quede como estoy”.
En una desesperada tentativa por intentar comprender, el usufructuario terapéutico de esta Tribuna Alta Preferencia cada vez se rodea de más libros, alguno –o bastantes- de los cuales ya no serán leídos en el decurso humano vital que le pueda restar a este viejo Gil. Escéptico en alto grado, ha llegado a la firme convicción de que de poco sirve ya intentar comprender en el imperio de hacer y luego, si acaso, justificar. La prensa ya no sirve como instrumento para intentar comprender, se ha polarizado en lo contrario: enmascarar la realidad; en el mejor de los casos sirve de vacío placebo para quienes tienen el hábito de informarse mediante la prensa.
El diario cabecera de los del Movimiento insertaba días atrás una columna de Rosa Montero titulado “Retroprogres”, lo que sobresaltó sobremanera a este viejo Gil al provenir de la pluma de una escritora precisamente incardinable desde hace bastante tiempo dentro de esa categoría social “retroprogre” que suele blandir el espantajo del Estado de Bienestar y la indefectibilidad de lo que ellos y ellas entienden eufonicamente como “solución socialdemócrata”. Asombrosamente la columna viene a declarar que el voquible lo ha parido la propia autora y lo atribuye a quienes no gustan de las Navidades y lo explicitan así. Honestamente el usufructuario de la Tribuna Alta Preferencia reconoce que se encuentra entre quienes se turban con la aparentemente forzada celebración de las Navidades. Y no sólo -que también- por el síndrome de la silla vacía. Justo desde la escenificación de la alegría de la Lotería (todos los telediarios de mediodía y noche publicitando una alegría poco sólida) el viejo Dacio Gil comienza a perder aceite hasta que el día de Reyes su motor se quema por completo: ese día se aisla. Sus familiares ya conocen –y aceptan amorosamente- desde antiguo la cabal evolución de este proceso personal. Por eso la columna de Montero hirió al viejo Gil, no por avivar el rescoldo de alegría –que Gil respeta y respalda en la medida que haga soñar a los jóvenes- sino por calificar de retroproge a gente de bien que, sin robar ni matar a nadie y respetando siempre, verbalizamos que la “alegre” celebración de las Navidades no nos convence en términos de análisis razonable. Lea si puede el eventual seguidor de este post la columna de doña Rosa y, como se hacía en el colegio con los tipos psicológicos, proceda a encasillarse en los perfiles psícofísicos de tal o cual tipo.
El viejo Dacio Gil ya chochea. Una y otra vez se pierde en introitos periféricos que ni esclarecen ni ponen en suerte la digresión elegida para el post del día. Si el tema es “No soy el Presidente de casi ningún español” ¿A qué viene el bamboleo sin ilación retroprogre? ¿A que en un contexto tan agresivo y laminador como el actual no parece haber razón alguna objetiva para la alegría forzada que se aprecia en los grandes espacios mercantiles?
Dicen quienes entienden que el gran error de Salvador Allende fue el proclamar recién ganadas las elecciones aquel “No soy Presidente de todos los chilenos”. Puede que tengan razón los entendidos, lo que pasa es que el señor Zapatero viene demostrando un día si y otro también sin el menor empacho que él es casi exclusivamente el Presidente de las entidades mercantiles y de crédito y no de todos los españoles; sin que pase nada por ello. No parece estar en un error enorme. La impasibilidad parece total entre la ciudadanía, fuera de las acaloradas tertulias de café, que son cada vez más excepcionales (como el estado declarado de facto toda la legislatura que ha dado pie al legalizado "estado de alarma laboral") por el miedo a ser delatado a la Agencia Estatal Antidopaje, a la Guardia Civil, a los Tribunales de cámara u otros instrumentos que vigilan la vida de "Nosotros".
En estos días el viejo Dacio Gil viene leyendo con atención un libro regalado por dos intrépidas aventureras del cono sur y de las maravillosas librerías de Buenos Aires. Se titula Qué esperar de la democracia. Límites y posibilidades del autogobierno de Adam Przeworski y en un lenguaje sencillo pero cargado de sentido y razón desmenuza los pros y contras de la teoría y práctica democrática. El autor polaco con formación estadounidense mantiene, entre otros, cuatro axiomas:
1. Un gobierno casi nunca pierde unas elecciones convocadas por él. Si las pierde se produce un auténtico vuelco electoral.
2. Un Presidente (un Gobierno, un partido) que incumple sistemáticamente el programa electoral básico se instala en el fraude democrático y debería dimitir o convocar perentoriamente elecciones generales.
3. Un partido sin apoyos económicos es imposible que venza en unas elecciones y pueda competir con posibilidades.
4. La historia del poder político es la historia de la separación entre dominadores y dominadores; entre gobernantes y gobernados.
La conclusión, pues, parece "de cajón de madera de pino" como gusta decir un dilecto amigo: Zapatero optará por una de las dos alternativas y parece que será más pronto que tarde siguiendo la estela de su modelo (primero confeso y ahora espurio y vergonzante) Tony Blair, padre con Giddens de aquella "tercera vía" al desastre electoral total. Przeworski aunque dice entre otras muchas verdades que “las mayorías pueden ser tontas, efímeras o malignas”, cree por completo en la democracia y apunta posibles salidas a situaciones de bloqueo o deslegitimación como las que sufre España, casi en el marco de un miedoso silencio.
De seguro Zapatero dimitirá en breve “delfinando” para no pasar por el bochorno histórico de perder estrepitosamente su partido bajo su imagen (¿pero es realmente un partido y no una camarilla?) unas nuevas elecciones e intentar salvar los muebles, con su dimisión, de las subvenciones y financiaciones públicas locales, autonómicas y estatales . Aunque se aparecen en su proceder como espectros de Hitler, Himmler y demás secuaces, quieren remedar a Blair y Brown. Si hubiera lógica el fracaso lo deberían tener asegurado. No sólo de UCD vive la democracia española. Y no se olvide que Blair despues de hacer el trabajo sucio al capitalismo vive primorosamente... mientras su partido se ha hundido.
Uff. Que rollo. El viejo Dacio Gil parece dopado. Según el reloj que luce en su muñeca son las 13.20 del Jueves 23 de diciembre y las Navidades relucen igualmente tanto material como anímicamente. Sirva este post como sentida y humana felicitación navideña.
La felicitación, si, de un calificado retroprogre porque desde hace mucho viene verbalizando que no le gusta en demasía la alegría forzada y comercial de las Navidades. Pero una cosa no quita la otra.
Alegrémonos, como nos alegramos, de la sana felicidad ajena y hagámosla extensiva, como la extendemos, al señor Zapatero y su camarilla. Acompañada de un humilde ruego: Que se marchen al Lejano Oriente con el séquito de los Reyes Magos, para que con su huída nos ahorren más sufrimientos. Algunos innecesarios.
Que las Navidades nos traigan a todos rayitos de esperanza. No es mucho pero es bastante.
En una desesperada tentativa por intentar comprender, el usufructuario terapéutico de esta Tribuna Alta Preferencia cada vez se rodea de más libros, alguno –o bastantes- de los cuales ya no serán leídos en el decurso humano vital que le pueda restar a este viejo Gil. Escéptico en alto grado, ha llegado a la firme convicción de que de poco sirve ya intentar comprender en el imperio de hacer y luego, si acaso, justificar. La prensa ya no sirve como instrumento para intentar comprender, se ha polarizado en lo contrario: enmascarar la realidad; en el mejor de los casos sirve de vacío placebo para quienes tienen el hábito de informarse mediante la prensa.
El diario cabecera de los del Movimiento insertaba días atrás una columna de Rosa Montero titulado “Retroprogres”, lo que sobresaltó sobremanera a este viejo Gil al provenir de la pluma de una escritora precisamente incardinable desde hace bastante tiempo dentro de esa categoría social “retroprogre” que suele blandir el espantajo del Estado de Bienestar y la indefectibilidad de lo que ellos y ellas entienden eufonicamente como “solución socialdemócrata”. Asombrosamente la columna viene a declarar que el voquible lo ha parido la propia autora y lo atribuye a quienes no gustan de las Navidades y lo explicitan así. Honestamente el usufructuario de la Tribuna Alta Preferencia reconoce que se encuentra entre quienes se turban con la aparentemente forzada celebración de las Navidades. Y no sólo -que también- por el síndrome de la silla vacía. Justo desde la escenificación de la alegría de la Lotería (todos los telediarios de mediodía y noche publicitando una alegría poco sólida) el viejo Dacio Gil comienza a perder aceite hasta que el día de Reyes su motor se quema por completo: ese día se aisla. Sus familiares ya conocen –y aceptan amorosamente- desde antiguo la cabal evolución de este proceso personal. Por eso la columna de Montero hirió al viejo Gil, no por avivar el rescoldo de alegría –que Gil respeta y respalda en la medida que haga soñar a los jóvenes- sino por calificar de retroproge a gente de bien que, sin robar ni matar a nadie y respetando siempre, verbalizamos que la “alegre” celebración de las Navidades no nos convence en términos de análisis razonable. Lea si puede el eventual seguidor de este post la columna de doña Rosa y, como se hacía en el colegio con los tipos psicológicos, proceda a encasillarse en los perfiles psícofísicos de tal o cual tipo.
El viejo Dacio Gil ya chochea. Una y otra vez se pierde en introitos periféricos que ni esclarecen ni ponen en suerte la digresión elegida para el post del día. Si el tema es “No soy el Presidente de casi ningún español” ¿A qué viene el bamboleo sin ilación retroprogre? ¿A que en un contexto tan agresivo y laminador como el actual no parece haber razón alguna objetiva para la alegría forzada que se aprecia en los grandes espacios mercantiles?
Dicen quienes entienden que el gran error de Salvador Allende fue el proclamar recién ganadas las elecciones aquel “No soy Presidente de todos los chilenos”. Puede que tengan razón los entendidos, lo que pasa es que el señor Zapatero viene demostrando un día si y otro también sin el menor empacho que él es casi exclusivamente el Presidente de las entidades mercantiles y de crédito y no de todos los españoles; sin que pase nada por ello. No parece estar en un error enorme. La impasibilidad parece total entre la ciudadanía, fuera de las acaloradas tertulias de café, que son cada vez más excepcionales (como el estado declarado de facto toda la legislatura que ha dado pie al legalizado "estado de alarma laboral") por el miedo a ser delatado a la Agencia Estatal Antidopaje, a la Guardia Civil, a los Tribunales de cámara u otros instrumentos que vigilan la vida de "Nosotros".
En estos días el viejo Dacio Gil viene leyendo con atención un libro regalado por dos intrépidas aventureras del cono sur y de las maravillosas librerías de Buenos Aires. Se titula Qué esperar de la democracia. Límites y posibilidades del autogobierno de Adam Przeworski y en un lenguaje sencillo pero cargado de sentido y razón desmenuza los pros y contras de la teoría y práctica democrática. El autor polaco con formación estadounidense mantiene, entre otros, cuatro axiomas:
1. Un gobierno casi nunca pierde unas elecciones convocadas por él. Si las pierde se produce un auténtico vuelco electoral.
2. Un Presidente (un Gobierno, un partido) que incumple sistemáticamente el programa electoral básico se instala en el fraude democrático y debería dimitir o convocar perentoriamente elecciones generales.
3. Un partido sin apoyos económicos es imposible que venza en unas elecciones y pueda competir con posibilidades.
4. La historia del poder político es la historia de la separación entre dominadores y dominadores; entre gobernantes y gobernados.
La conclusión, pues, parece "de cajón de madera de pino" como gusta decir un dilecto amigo: Zapatero optará por una de las dos alternativas y parece que será más pronto que tarde siguiendo la estela de su modelo (primero confeso y ahora espurio y vergonzante) Tony Blair, padre con Giddens de aquella "tercera vía" al desastre electoral total. Przeworski aunque dice entre otras muchas verdades que “las mayorías pueden ser tontas, efímeras o malignas”, cree por completo en la democracia y apunta posibles salidas a situaciones de bloqueo o deslegitimación como las que sufre España, casi en el marco de un miedoso silencio.
De seguro Zapatero dimitirá en breve “delfinando” para no pasar por el bochorno histórico de perder estrepitosamente su partido bajo su imagen (¿pero es realmente un partido y no una camarilla?) unas nuevas elecciones e intentar salvar los muebles, con su dimisión, de las subvenciones y financiaciones públicas locales, autonómicas y estatales . Aunque se aparecen en su proceder como espectros de Hitler, Himmler y demás secuaces, quieren remedar a Blair y Brown. Si hubiera lógica el fracaso lo deberían tener asegurado. No sólo de UCD vive la democracia española. Y no se olvide que Blair despues de hacer el trabajo sucio al capitalismo vive primorosamente... mientras su partido se ha hundido.
Uff. Que rollo. El viejo Dacio Gil parece dopado. Según el reloj que luce en su muñeca son las 13.20 del Jueves 23 de diciembre y las Navidades relucen igualmente tanto material como anímicamente. Sirva este post como sentida y humana felicitación navideña.
La felicitación, si, de un calificado retroprogre porque desde hace mucho viene verbalizando que no le gusta en demasía la alegría forzada y comercial de las Navidades. Pero una cosa no quita la otra.
Alegrémonos, como nos alegramos, de la sana felicidad ajena y hagámosla extensiva, como la extendemos, al señor Zapatero y su camarilla. Acompañada de un humilde ruego: Que se marchen al Lejano Oriente con el séquito de los Reyes Magos, para que con su huída nos ahorren más sufrimientos. Algunos innecesarios.
Que las Navidades nos traigan a todos rayitos de esperanza. No es mucho pero es bastante.
jueves, 16 de diciembre de 2010
MOJAR PAN EN ESTA ESCUPIDERA: VÓMITOS Y DIARREA.
Maldita la gana que tiene este viejo Dacio Gil en aparecer en público haciendo cola con su pan-bimbo para ponerse a mojar –imitando a los demás- (¡que asco!) en esta hedionda escupidera en que se ha convertido la entidad local menor llamada España. Pero un impulso irrefrenable de indignación jurídica y política han quebrado el silencio firmemente asumido ante un totalitarismo tan rampante y descarnado. Este estercolero que regenta, mediante subcontratas, una camarilla de falsos progres dirigida, entre otros personajes, por un no-se-sabe-qué vallisoletano o leonés (¿ abogadito, mero apparatchik, embaucador, aspirante a Fhürer?), un linotipista navarro encantado de haberse conocido y un abogado albaceteño de turbio pasado y más oscuro y oscurecido presente (patrimonial). Esta camarilla (como las otras camarillas que están a la espera, que tanto montan) desconoce ya lo que es la decencia. ¿Estado de alarma? ¿Prórroga de una medida excepcional como es el estado de alarma con el beneplácito de la institución parlamentaria?
Resulta asombroso que en esta pedanía que es España se imponga (sí, sí, se imponga, como hacía Hitler) y pueda llegar a prorrogarse con el consentimiento de los sedicentes representantes del pueblo soberano (que no de la minoría de viajeros, ocasionales o no) el estado de alarma por un problema laboral entre empleador y empleados existiendo como existe un régimen jurídico firmado por las dos partes contratantes. Indigna que una figura de “crisis jurídica y política” manifiesta, como es el estado de alarma, se mantenga con el consentimiento del Jefe del Estado (que podría vetarla ya o interceder, como supremo árbitro que debería ser, para levantarla, reponiendo el orden constitucional forzado) y unos diputados que demuestran a sus mandantes los electores que son meros chiquilicuatres vendidos al poder más descarnado y distanciados sideralmente de las verdaderas raíces de la democracia. Asqueroso todo. Indigno. Indecente. Humillante para las personas de bien.
Una figura no utilizada en el 23 F, en el 11 M, en la inconstitucional huelga de Jueces, en la inconcebible manifestación del instituto armado denominado Guardia Civil, en las huelgas de futbolistas –como la que ahora se anuncia-, en la huelga del METRO de Madrid, en el estructural "desacato" de los representantes de los electores y tantos etcéteras como se quieran, se aplica ahora a un colectivo de 2000 trabajadores devenidos a mejor fortuna laboral por la eclosión de las comunicaciones y por el propio reconocimiento de los sucesivos gobiernos intitulados democráticos (también, por supuesto, los de Felipe González) que eran, a la sazón, su empleador. Este "Régimen" se ha enredado tanto en la corrupción desde hace años que ya no hay quien lo desenrede de buena fe. Todas las instituciones sin excepción, incluidos los socios de la fantasmal “Gobernanza” (España es un monumental ridículo colectivo y trinconeo público-privado sin escrúpulo alguno), desnuditas ante un conflicto laboral de 2000 personas que el empleador público (¡luego dicen de los dislates de Díaz Ferrán!) no ha querido resolver: Si, Bwana dicen todos los políticos, engañando de nuevo a una sociedad asediada por SITEL, controles de alcoholemia (¿para esos controladores no hay estado de alarma?), ORAs varias, supresión de espectáculos tradicionales, restricción de actividades privadas como el fumar, deliberada ausencia de Justicia, etc., etc., etc. Totalitarismo en su estado más puro. Canallesca trajeada con ropa de diseño en todos los escaños e instituciones... y hasta en el anacrónico (y bien pensionado) Consejo de Estado…
El viejo Dacio Gil concatena un vómito tras otro al observar la glotonería de esta sociedad que toma pan y moja…en esta monumental escupidera.
No sólo Zapatero. Hasta aquí hemos llegado colectivamente cegados por el becerrillo de oro y la desfachatez de quienes detentan con falta de ética las instancias de decisión colectiva. La sociedad parece narcotizada aunque no lo estará.
Luis Eduardo Aute en su último magnífico trabajo "Intemperie"nos llama a una inexcusable desobediencia civil con armas incruentas (diametralmente distintas a las empleadas institucionalmente, que tanto daño infligen a sabiendas a los menos poderosos) antes de que sea demasiado tarde.
El usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia no se encuentra cómodo en este enorme vertedero, y se hace cruces de que la mayoría pueda aparentemente sobrellevarlo. Algo está fallando colectivamente. ¿O es que la Agencia Española Antidopaje, el señor Lissavetzky y la señorita Pajín nos tienen preparada ya una masiva campaña de vacunación obligatoria para tanto vómito colectivo inducido desde las instancias que deberían prevenirlo? Todo es mercado. El diabólico círculo vicioso de siempre.
El Régimen en poco tiempo nos hablará del “hombre nuevo” (y la mujer “nueva”, por supuesto). Y desde ese momento emergerá la auténtica faz de este espanto al que parecemos estarnos acostumbrando y consintiendo.
A un pasito estamos, en efecto, de la demencial deriva organizada que asoló Europa y despeño a sus ciudadanos al abismo (a unos más que a otros, bien es cierto) en la primera mitad del vergonzoso siglo XX, cuya estela nunca hemos abandonado del todo. Desgraciadamente.
Resulta asombroso que en esta pedanía que es España se imponga (sí, sí, se imponga, como hacía Hitler) y pueda llegar a prorrogarse con el consentimiento de los sedicentes representantes del pueblo soberano (que no de la minoría de viajeros, ocasionales o no) el estado de alarma por un problema laboral entre empleador y empleados existiendo como existe un régimen jurídico firmado por las dos partes contratantes. Indigna que una figura de “crisis jurídica y política” manifiesta, como es el estado de alarma, se mantenga con el consentimiento del Jefe del Estado (que podría vetarla ya o interceder, como supremo árbitro que debería ser, para levantarla, reponiendo el orden constitucional forzado) y unos diputados que demuestran a sus mandantes los electores que son meros chiquilicuatres vendidos al poder más descarnado y distanciados sideralmente de las verdaderas raíces de la democracia. Asqueroso todo. Indigno. Indecente. Humillante para las personas de bien.
Una figura no utilizada en el 23 F, en el 11 M, en la inconstitucional huelga de Jueces, en la inconcebible manifestación del instituto armado denominado Guardia Civil, en las huelgas de futbolistas –como la que ahora se anuncia-, en la huelga del METRO de Madrid, en el estructural "desacato" de los representantes de los electores y tantos etcéteras como se quieran, se aplica ahora a un colectivo de 2000 trabajadores devenidos a mejor fortuna laboral por la eclosión de las comunicaciones y por el propio reconocimiento de los sucesivos gobiernos intitulados democráticos (también, por supuesto, los de Felipe González) que eran, a la sazón, su empleador. Este "Régimen" se ha enredado tanto en la corrupción desde hace años que ya no hay quien lo desenrede de buena fe. Todas las instituciones sin excepción, incluidos los socios de la fantasmal “Gobernanza” (España es un monumental ridículo colectivo y trinconeo público-privado sin escrúpulo alguno), desnuditas ante un conflicto laboral de 2000 personas que el empleador público (¡luego dicen de los dislates de Díaz Ferrán!) no ha querido resolver: Si, Bwana dicen todos los políticos, engañando de nuevo a una sociedad asediada por SITEL, controles de alcoholemia (¿para esos controladores no hay estado de alarma?), ORAs varias, supresión de espectáculos tradicionales, restricción de actividades privadas como el fumar, deliberada ausencia de Justicia, etc., etc., etc. Totalitarismo en su estado más puro. Canallesca trajeada con ropa de diseño en todos los escaños e instituciones... y hasta en el anacrónico (y bien pensionado) Consejo de Estado…
El viejo Dacio Gil concatena un vómito tras otro al observar la glotonería de esta sociedad que toma pan y moja…en esta monumental escupidera.
No sólo Zapatero. Hasta aquí hemos llegado colectivamente cegados por el becerrillo de oro y la desfachatez de quienes detentan con falta de ética las instancias de decisión colectiva. La sociedad parece narcotizada aunque no lo estará.
Luis Eduardo Aute en su último magnífico trabajo "Intemperie"nos llama a una inexcusable desobediencia civil con armas incruentas (diametralmente distintas a las empleadas institucionalmente, que tanto daño infligen a sabiendas a los menos poderosos) antes de que sea demasiado tarde.
El usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia no se encuentra cómodo en este enorme vertedero, y se hace cruces de que la mayoría pueda aparentemente sobrellevarlo. Algo está fallando colectivamente. ¿O es que la Agencia Española Antidopaje, el señor Lissavetzky y la señorita Pajín nos tienen preparada ya una masiva campaña de vacunación obligatoria para tanto vómito colectivo inducido desde las instancias que deberían prevenirlo? Todo es mercado. El diabólico círculo vicioso de siempre.
El Régimen en poco tiempo nos hablará del “hombre nuevo” (y la mujer “nueva”, por supuesto). Y desde ese momento emergerá la auténtica faz de este espanto al que parecemos estarnos acostumbrando y consintiendo.
A un pasito estamos, en efecto, de la demencial deriva organizada que asoló Europa y despeño a sus ciudadanos al abismo (a unos más que a otros, bien es cierto) en la primera mitad del vergonzoso siglo XX, cuya estela nunca hemos abandonado del todo. Desgraciadamente.
sábado, 4 de diciembre de 2010
MOJAR PAN EN UNA ESCUPIDERA
Proclamamos que el mundo ha cambiado una barbaridad pero es sólo un espejismo. Pretendemos estar en una sociedad inclusiva y nos maliciamos, con cierta solidez, todo lo contrario. Albergamos esperanzas de cultivar la humanidad y vergonzosamente hace tiempo que empezamos a abandonar la familia del hombre. Por acumular achiperre tras achiperre creemos haber alcanzado el no va más. Y la verdad es que nos hemos instalado en un snobismo vacío y muchas veces humillante. Decimos que hemos recuperado la memoria y en realidad hemos olvidado todo lo que nos incomoda, cuando no somos simples cómplices de indiferencia ante la malignidad pasada y presente. Nos proclamamos individual y colectivamente niquelados cuando nuestra porcelana está vieja, sucia y desportillada.
En determinados aspectos hemos efectivamente cambiado, pero en cuanto nos detenemos a recapitular tranquilos sobre todo lo acontecido al ser humano en los 2010 años de existencia observamos que no es para tanto. Además, si con humildad indagamos sobre la historia del siglo XX y lo que llevamos de XXI nos recorrerá un escalofrío. El viejo Dacio Gil paseando hace unos días por la cuesta de Claudio Moyano encontró expuesto en el tenderete exterior de una de las casetas (en la 22 de la muy veterana -y un tanto gruñona- doña Conchita Montero que, al perecer, es la mujer del también emérito don Alfonso Riudavets), en muy buen estado y a mitad de precio, el libro recomendado por Iñaki Piñuel No sólo Hitler. La Alemania nazi entre la coacción y el consenso, de Robert Gallately. De su lectura el viejo Dacio Gil extrajo la conclusión de que el cinismo humano e institucional no tiene límites. Abruman los datos sobre el “consenso social” que la política de exterminio concitó no sólo entre la población civil alemana sino entre las autoridades políticas europeas y norteamericanas. Esos datos tan categóricos duelen. Quien haya pasado por una situación de inhumanidad sabrá reconocer la gran cantidad de congéneres que, llegado el caso, consienten el mal infligido a un ser humano sin haber mediado justa causa alguna. Y en ese proceso de intentar asimilar la asombrosa similitud con los momentos actuales de totalitarismo incuestionable en las democracias occidentales, el viejo Dacio Gil perdió pie (esta vez de ánimo en vez de batacazo físico) y se sumió en la tristeza y el silencio que habrá sabido interpretar el curioso seguidor, si es que lo hubiere. El usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia veía –y sigue viendo- en España totalitarismo por todas partes que en poco difiere en lo sustancial al habido en la época más negra del siglo XX. Totalitarismo que parece contar, aunque resulte paradójico cuando se malbaratan en vano vocablos tan nobles como democracia, constitución o estado de Derecho, con el consentimiento de una ciudadanía indiferente, cuando no puramente cómplice. Y eso, por sí solo, es sumamente grave y estremece de espanto.
Intentará el viejo Dacio Gil apuntalar su sopesada intuición con una serie de datos aparentemente triviales, pero que no lo son tanto, como se puede comprobar. El campo de la observación se centrará en la ropa interior (el sujetador, las bragas y los calzoncillos blancos), los tatuajes, las cabezas rapadas, el insulto y el escupitajo. Todos ellos han cambiado mucho formalmente con el paso del tiempo pero han mantenido su inquietante significado (o síntoma, al menos) totalitario sin que el transcurso del tiempo les haya afectado en su esencia.
Históricamente las bragas, el sujetador y los calzoncillos blancos fueron siempre el secreto mejor guardado de la privacidad de los humanos. Ni siquiera los sirvientes podían ver al señor en calzoncillos y mucho menos a la señora en bragas y sujetador. No era recomendable que los hijos pudieran ver a los padres de esa guisa. Mucho menos el pueblo a su Rey, que de puertas de Palacio afuera, jamás estaba desnudo o en taparrabos. Era como la actividad sexual, que era tan privada que prácticamente siempre se llevaba a cabo en absoluto silencio. Se decía que ni siquiera el inminente marido podía regalar a su futura esposa ropa interior pues eso se interpretaba como una desconsideración denotativa de un conocimiento íntimo prematrimonial. Hoy, sin embargo, en cualquier gran ciudad en primavera en sábado o domingo es normal comprobar cómo hay ciudadanos de ambos sexos –sobre todo mujeres- que se quedan en ropa interior blanca para tomar el sol. El viejo Dacio Gil lo ha comprobado en sus diferentes estadías en la Capital Federal Argentina en la que es corriente ver en sus grandes parques del norte de la ciudad señoras –y también señores y mediopensionistas- de toda edad que se tumban sobre el pasto para recibir la directa influencia del astro rey para dorarse y luego continuar sus actividades. Nadie se escandaliza ya, pero hace unos años hubiera sido una nota discordante impúdica de vida licenciosa. También pueden tristemente recordarse la imágenes tomadas en los campos de concentración o de extermino nazis o estalinistas en las que aparecen expuestos famélicos espectros privados de la más elemental dignidad y humanidad en los que destaca su ropa interior blanca entre tanto hueso y semicalaveras.
En esta Tribuna Alta Preferencia ya se habló de los tatuajes en en un anterior post titulado “Si quieres ser feliz como me dices no analices”. Históricamente los tatuajes no eran signo de distinción y estaban reservados para los marinos, legionarios y similares, sin embargo en la actualidad no hay “body” que se resista a ellos como complemento al aliño indumentario. Desde los pies a la cabeza, quien trata de lucir palmito deja escribir un signo más o menos indeleble en su cuerpo. El viejo Dacio Gil no puede dejar de recordar la estigmatización de los judíos en los mismos campos de la muerte en los que los “internos” eran rigurosamente numerados en la piel dentro del orden de la muerte. Otro síntoma de los tiempos que corren.
Las mismas consideraciones históricas concentracionarias de vulneración de la dignidad humana pueden invocarse respecto a las cabezas rapadas que también proliferan hoy en un aparente signo discursivo distinto. Un próximo post se dedicará -ánimo volente- al aditamento humano capilar.
En la degradación del lenguaje reside otro de los campos simbólicos en los que se manifiesta esa inquietante similitud histórica sustancial: en el insulto. Hoy desde la riña automovilística hasta la tertulia radiofónica o televisiva y la crónica y el artículo de opinión de los diarios (manifestaciones estrictas de la neo-ciencia del siglo XXI) está presidida por el insulto más burdo.
Desgraciadamente hoy 4 de diciembre de 2010 es el día del insulto y la demonización de los controladores aéreos. Todos los medios de comunicación recogen y propalan los insultos de los afectados viajeros frustrados que han sido acríticamente incorporados (“chantajistas” y otras lindezas) a los géneros periodísticos pretendidamente serios, sin ser tamizados previamente por el lenguaje políticamente correcto tan al uso. Se desprecia de plano a los controladores sin reparar que tienen un riguroso régimen legal establecido por su propio empleador que ahora los trata como no-personas, como “judíos”, desconociendo el acervo jurídico que preside su actividad. Parece que desde el propio Gobierno se hubiera levantado la veda de la caza del controlador aéreo. Sin pudor, sin piedad, sin reparar en que se trata de humillarlos despiadadamente por ocultos intereses más onerosos para la colectividad: preparar la privatización (desamortización) de los aeropuertos sin el lastre del personal, facilitando el camino para los adquirentes. En la enajenación mercantil y egoísta (si, si, desvergonzadamente egoísta) del Gobierno que sufren los españoles se ha decretado desde las instancias públicas la “noche de los cristales rotos” contra los controladores aéreos sin realmente importar un bledo las “incomodidades de los viajeros" (de los viajeros, no de TODOS los ciudadanos, que muchos ni siquiera pueden permitirse viajar en puente).
En España hay una aristoburocracia, dividida en cuerpos, altamente ineficiente según los datos: los fiscales, los jueces, los técnicos comerciales, los diplomáticos, los abogados del estado, los TACs, el personal de los partidos que acaparan los puestos de asesoramiento y un larguísimo etcétera. Su propio empleador ha provocado año tras año lo que el gran Alejandro Nieto llama la "segunda ley de bronce de las retribuciones públicas". Pero es preciso demonizar ahora sólo a los controladores aéreos ocultando premeditadamente que tienen un régimen legal muy preciso, detallado y estricto reconocido públicamente por su empleador público. Como este colectivo profesional en manos del Estado no se deja engañar por este Gobierno de malignos (si, si, malignos, además de demagogos), que quiere deshacerse de ellos, para beneficiar a los futuros adquirentes de los aeropuertos (la connivencia y colusión Estado-Mercado, las camarillas oligárquicas a las que alude Dalmacio Negro), los controladores van a ser lapidados en plena plaza pública y nada mejor que indisponerlos con la ciudadanía que se viene conformando con los robos de Roldán, Filesa, Gürtel, el 3 por ciento y tantos otros. Sin piedad, humillándolos en grado máximo, sin exponer las verdaderas razones implícitas. Y lo grave es que en ello están colaborando TODOS los medios de comunicación sin excepción (propaganda nauseabunda) como manada de obedientes borregos: al fin y al cabo los controladores son carnaza. Se ha elegido a los controladores aéreos sin duda porque no han sido reclutados entre la élite burocrática. Están bien retribuidos porque se beneficiaron del boom de las comunicaciones pero no son ni pijos ni de familia bien. Tampoco los manipulan los sindicatos politizados al uso (¡qué tristeza tan grande ha provocado la intervención cínica del mutante monseñor Cándido Méndez invocando a los pobres ciudadanos afectados!). A los controladores aéreos - si es que no cabe que todo haya sido una mascarada pactada entre las partes con las únicas victimas ciudadanas viajeras- les espera a partir de ahora la “nuda vida”, las pseusoluciones biopolíticas (el “ahí te pudras”, en cristiano entendible) propias del estado totalitario y el estado de excepción permanente que tan claramente viene explicando Giorgio Agamben.
El Gobierno en su obscena inmoralidad e indecencia (y la sociedad española que bovinamente le secunda de manera voluntaria en su persecución) ha declarado el “estado de alarma” porque ya no puede invocar el estado de excepción que viene aplicando a diario de matute, como demuestra, sin ir más lejos, el robo institucional llevado a cabo con sus propios funcionarios y el resto de los empleados públicos. Mientras los conmilitones de los miembros del gobierno se cobran cada día un botín tras otro (¿o no es botín, verbigracia, el lujoso “retiro” de la ex-vicepresidenta junto a su antiguo compañero de Justicia… tras una rocambolesca “remoción” de un consejero de Estado?). Los sibilinos ingenieros sociales y financieros del Gobierno en su espurio ERE de AENA contra los controladores aéreos no han calculado el esperpéntico y escandaloso papel que hacían jugar al Rey en Argentina o la impúdica desnudez de un ejército español incapaz de encontrar entre sus miembros doce militares capaces de regular el tráfico aéreo. Tenemos el ejército que tenemos los españoles. Y un gobierno ya completamente indeseable de incompetentes totalitarios. Todo por quitar lastre de "recursos humanos cosificados" a un nuevo pelotazo de “desamortización". Ahora aérea. Para que alguien se embolse el corretaje. Muy sospechoso todo. Demasido frecuente también todo.
Los controladores aéreos se encuentran en un estado liminal. Institucionalmente se han excitado los más bajos instintos de la ciudadanía para que consintamos su ajusticiamiento. Van a ser humillados, pero seguro que el pueblo dirigido (viajante o no) terminará consentiendo el atropello que viene diseñando y perpetrado la camarilla gobernante como cortina de humo. Totalitarismo puro aunque haya terminado mostrándonos al Rey, al Consejo de Ministros y al ejército completamente desnudos.
Y, en fin, terminemos con el esputo, con el escupitajo, que históricamente fue un signo de distinción, sobre todo desde la Inglaterra comercial y colonial en la cultura del tabaco, cuando se mascaba en vez de fumarse y esnifarse, siempre bajo la mirada comercial y los intereses del Estado. Los palacios, los grandes patios de operaciones de las sedes centrales de los Bancos, la Bolsa, los Parlamentos, los Cuarteles Generales, los teatros, la universidades y cualquier institución que se preciase contaba con sus escupideras en los lugares más estratégicos, primero de loza y luego de latón y hasta de níquel. Hoy la escupidera pareciera estar en desuso y ser despreciada por anacrónica, pero no ha desaparecido, sólo se nos ha apartado de la vista, aunque la retransmisión televisiva de los partidos de fútbol (la nueva religión del totalitarismo) nos capte con sus mejores planos cada día 10 ó 20 escupitajos de los deportistas aristócratas. El escupitajo es una metáfora de la realidad institucional y de la cultura dominante.
Es conocido aquel metalenguaje de iniciados en los regímenes totalitarios que venía a decir de forma camuflada que decentemente no era dable colaborar con la inhumanidad de esos regímenes: Revuelve el estómago a cualquiera mojar pan en una escupidera, solían trasladarse los iniciados no colaboracionistas.
Precisamente por eso, el viejo Dacio Gil duda sobre si continuar con su terapéutico blog, pues se niega por ética y estética a mojar pan en esta escupidera pública. Desde luego no es el momento de hacer el caldo gordo y huir, pero tal vez lo único razonable sea ya hoy - visto lo visto y desgraciadamente- aislarse de toda esta inmundicia. Como gustaba recomendar, bajo la forma de consolaciones, cartas y epigramas, el viejo, vivido, enfermizo y perseguido Lucio Anneo Séneca.
En determinados aspectos hemos efectivamente cambiado, pero en cuanto nos detenemos a recapitular tranquilos sobre todo lo acontecido al ser humano en los 2010 años de existencia observamos que no es para tanto. Además, si con humildad indagamos sobre la historia del siglo XX y lo que llevamos de XXI nos recorrerá un escalofrío. El viejo Dacio Gil paseando hace unos días por la cuesta de Claudio Moyano encontró expuesto en el tenderete exterior de una de las casetas (en la 22 de la muy veterana -y un tanto gruñona- doña Conchita Montero que, al perecer, es la mujer del también emérito don Alfonso Riudavets), en muy buen estado y a mitad de precio, el libro recomendado por Iñaki Piñuel No sólo Hitler. La Alemania nazi entre la coacción y el consenso, de Robert Gallately. De su lectura el viejo Dacio Gil extrajo la conclusión de que el cinismo humano e institucional no tiene límites. Abruman los datos sobre el “consenso social” que la política de exterminio concitó no sólo entre la población civil alemana sino entre las autoridades políticas europeas y norteamericanas. Esos datos tan categóricos duelen. Quien haya pasado por una situación de inhumanidad sabrá reconocer la gran cantidad de congéneres que, llegado el caso, consienten el mal infligido a un ser humano sin haber mediado justa causa alguna. Y en ese proceso de intentar asimilar la asombrosa similitud con los momentos actuales de totalitarismo incuestionable en las democracias occidentales, el viejo Dacio Gil perdió pie (esta vez de ánimo en vez de batacazo físico) y se sumió en la tristeza y el silencio que habrá sabido interpretar el curioso seguidor, si es que lo hubiere. El usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia veía –y sigue viendo- en España totalitarismo por todas partes que en poco difiere en lo sustancial al habido en la época más negra del siglo XX. Totalitarismo que parece contar, aunque resulte paradójico cuando se malbaratan en vano vocablos tan nobles como democracia, constitución o estado de Derecho, con el consentimiento de una ciudadanía indiferente, cuando no puramente cómplice. Y eso, por sí solo, es sumamente grave y estremece de espanto.
Intentará el viejo Dacio Gil apuntalar su sopesada intuición con una serie de datos aparentemente triviales, pero que no lo son tanto, como se puede comprobar. El campo de la observación se centrará en la ropa interior (el sujetador, las bragas y los calzoncillos blancos), los tatuajes, las cabezas rapadas, el insulto y el escupitajo. Todos ellos han cambiado mucho formalmente con el paso del tiempo pero han mantenido su inquietante significado (o síntoma, al menos) totalitario sin que el transcurso del tiempo les haya afectado en su esencia.
Históricamente las bragas, el sujetador y los calzoncillos blancos fueron siempre el secreto mejor guardado de la privacidad de los humanos. Ni siquiera los sirvientes podían ver al señor en calzoncillos y mucho menos a la señora en bragas y sujetador. No era recomendable que los hijos pudieran ver a los padres de esa guisa. Mucho menos el pueblo a su Rey, que de puertas de Palacio afuera, jamás estaba desnudo o en taparrabos. Era como la actividad sexual, que era tan privada que prácticamente siempre se llevaba a cabo en absoluto silencio. Se decía que ni siquiera el inminente marido podía regalar a su futura esposa ropa interior pues eso se interpretaba como una desconsideración denotativa de un conocimiento íntimo prematrimonial. Hoy, sin embargo, en cualquier gran ciudad en primavera en sábado o domingo es normal comprobar cómo hay ciudadanos de ambos sexos –sobre todo mujeres- que se quedan en ropa interior blanca para tomar el sol. El viejo Dacio Gil lo ha comprobado en sus diferentes estadías en la Capital Federal Argentina en la que es corriente ver en sus grandes parques del norte de la ciudad señoras –y también señores y mediopensionistas- de toda edad que se tumban sobre el pasto para recibir la directa influencia del astro rey para dorarse y luego continuar sus actividades. Nadie se escandaliza ya, pero hace unos años hubiera sido una nota discordante impúdica de vida licenciosa. También pueden tristemente recordarse la imágenes tomadas en los campos de concentración o de extermino nazis o estalinistas en las que aparecen expuestos famélicos espectros privados de la más elemental dignidad y humanidad en los que destaca su ropa interior blanca entre tanto hueso y semicalaveras.
En esta Tribuna Alta Preferencia ya se habló de los tatuajes en en un anterior post titulado “Si quieres ser feliz como me dices no analices”. Históricamente los tatuajes no eran signo de distinción y estaban reservados para los marinos, legionarios y similares, sin embargo en la actualidad no hay “body” que se resista a ellos como complemento al aliño indumentario. Desde los pies a la cabeza, quien trata de lucir palmito deja escribir un signo más o menos indeleble en su cuerpo. El viejo Dacio Gil no puede dejar de recordar la estigmatización de los judíos en los mismos campos de la muerte en los que los “internos” eran rigurosamente numerados en la piel dentro del orden de la muerte. Otro síntoma de los tiempos que corren.
Las mismas consideraciones históricas concentracionarias de vulneración de la dignidad humana pueden invocarse respecto a las cabezas rapadas que también proliferan hoy en un aparente signo discursivo distinto. Un próximo post se dedicará -ánimo volente- al aditamento humano capilar.
En la degradación del lenguaje reside otro de los campos simbólicos en los que se manifiesta esa inquietante similitud histórica sustancial: en el insulto. Hoy desde la riña automovilística hasta la tertulia radiofónica o televisiva y la crónica y el artículo de opinión de los diarios (manifestaciones estrictas de la neo-ciencia del siglo XXI) está presidida por el insulto más burdo.
Desgraciadamente hoy 4 de diciembre de 2010 es el día del insulto y la demonización de los controladores aéreos. Todos los medios de comunicación recogen y propalan los insultos de los afectados viajeros frustrados que han sido acríticamente incorporados (“chantajistas” y otras lindezas) a los géneros periodísticos pretendidamente serios, sin ser tamizados previamente por el lenguaje políticamente correcto tan al uso. Se desprecia de plano a los controladores sin reparar que tienen un riguroso régimen legal establecido por su propio empleador que ahora los trata como no-personas, como “judíos”, desconociendo el acervo jurídico que preside su actividad. Parece que desde el propio Gobierno se hubiera levantado la veda de la caza del controlador aéreo. Sin pudor, sin piedad, sin reparar en que se trata de humillarlos despiadadamente por ocultos intereses más onerosos para la colectividad: preparar la privatización (desamortización) de los aeropuertos sin el lastre del personal, facilitando el camino para los adquirentes. En la enajenación mercantil y egoísta (si, si, desvergonzadamente egoísta) del Gobierno que sufren los españoles se ha decretado desde las instancias públicas la “noche de los cristales rotos” contra los controladores aéreos sin realmente importar un bledo las “incomodidades de los viajeros" (de los viajeros, no de TODOS los ciudadanos, que muchos ni siquiera pueden permitirse viajar en puente).
En España hay una aristoburocracia, dividida en cuerpos, altamente ineficiente según los datos: los fiscales, los jueces, los técnicos comerciales, los diplomáticos, los abogados del estado, los TACs, el personal de los partidos que acaparan los puestos de asesoramiento y un larguísimo etcétera. Su propio empleador ha provocado año tras año lo que el gran Alejandro Nieto llama la "segunda ley de bronce de las retribuciones públicas". Pero es preciso demonizar ahora sólo a los controladores aéreos ocultando premeditadamente que tienen un régimen legal muy preciso, detallado y estricto reconocido públicamente por su empleador público. Como este colectivo profesional en manos del Estado no se deja engañar por este Gobierno de malignos (si, si, malignos, además de demagogos), que quiere deshacerse de ellos, para beneficiar a los futuros adquirentes de los aeropuertos (la connivencia y colusión Estado-Mercado, las camarillas oligárquicas a las que alude Dalmacio Negro), los controladores van a ser lapidados en plena plaza pública y nada mejor que indisponerlos con la ciudadanía que se viene conformando con los robos de Roldán, Filesa, Gürtel, el 3 por ciento y tantos otros. Sin piedad, humillándolos en grado máximo, sin exponer las verdaderas razones implícitas. Y lo grave es que en ello están colaborando TODOS los medios de comunicación sin excepción (propaganda nauseabunda) como manada de obedientes borregos: al fin y al cabo los controladores son carnaza. Se ha elegido a los controladores aéreos sin duda porque no han sido reclutados entre la élite burocrática. Están bien retribuidos porque se beneficiaron del boom de las comunicaciones pero no son ni pijos ni de familia bien. Tampoco los manipulan los sindicatos politizados al uso (¡qué tristeza tan grande ha provocado la intervención cínica del mutante monseñor Cándido Méndez invocando a los pobres ciudadanos afectados!). A los controladores aéreos - si es que no cabe que todo haya sido una mascarada pactada entre las partes con las únicas victimas ciudadanas viajeras- les espera a partir de ahora la “nuda vida”, las pseusoluciones biopolíticas (el “ahí te pudras”, en cristiano entendible) propias del estado totalitario y el estado de excepción permanente que tan claramente viene explicando Giorgio Agamben.
El Gobierno en su obscena inmoralidad e indecencia (y la sociedad española que bovinamente le secunda de manera voluntaria en su persecución) ha declarado el “estado de alarma” porque ya no puede invocar el estado de excepción que viene aplicando a diario de matute, como demuestra, sin ir más lejos, el robo institucional llevado a cabo con sus propios funcionarios y el resto de los empleados públicos. Mientras los conmilitones de los miembros del gobierno se cobran cada día un botín tras otro (¿o no es botín, verbigracia, el lujoso “retiro” de la ex-vicepresidenta junto a su antiguo compañero de Justicia… tras una rocambolesca “remoción” de un consejero de Estado?). Los sibilinos ingenieros sociales y financieros del Gobierno en su espurio ERE de AENA contra los controladores aéreos no han calculado el esperpéntico y escandaloso papel que hacían jugar al Rey en Argentina o la impúdica desnudez de un ejército español incapaz de encontrar entre sus miembros doce militares capaces de regular el tráfico aéreo. Tenemos el ejército que tenemos los españoles. Y un gobierno ya completamente indeseable de incompetentes totalitarios. Todo por quitar lastre de "recursos humanos cosificados" a un nuevo pelotazo de “desamortización". Ahora aérea. Para que alguien se embolse el corretaje. Muy sospechoso todo. Demasido frecuente también todo.
Los controladores aéreos se encuentran en un estado liminal. Institucionalmente se han excitado los más bajos instintos de la ciudadanía para que consintamos su ajusticiamiento. Van a ser humillados, pero seguro que el pueblo dirigido (viajante o no) terminará consentiendo el atropello que viene diseñando y perpetrado la camarilla gobernante como cortina de humo. Totalitarismo puro aunque haya terminado mostrándonos al Rey, al Consejo de Ministros y al ejército completamente desnudos.
Y, en fin, terminemos con el esputo, con el escupitajo, que históricamente fue un signo de distinción, sobre todo desde la Inglaterra comercial y colonial en la cultura del tabaco, cuando se mascaba en vez de fumarse y esnifarse, siempre bajo la mirada comercial y los intereses del Estado. Los palacios, los grandes patios de operaciones de las sedes centrales de los Bancos, la Bolsa, los Parlamentos, los Cuarteles Generales, los teatros, la universidades y cualquier institución que se preciase contaba con sus escupideras en los lugares más estratégicos, primero de loza y luego de latón y hasta de níquel. Hoy la escupidera pareciera estar en desuso y ser despreciada por anacrónica, pero no ha desaparecido, sólo se nos ha apartado de la vista, aunque la retransmisión televisiva de los partidos de fútbol (la nueva religión del totalitarismo) nos capte con sus mejores planos cada día 10 ó 20 escupitajos de los deportistas aristócratas. El escupitajo es una metáfora de la realidad institucional y de la cultura dominante.
Es conocido aquel metalenguaje de iniciados en los regímenes totalitarios que venía a decir de forma camuflada que decentemente no era dable colaborar con la inhumanidad de esos regímenes: Revuelve el estómago a cualquiera mojar pan en una escupidera, solían trasladarse los iniciados no colaboracionistas.
Precisamente por eso, el viejo Dacio Gil duda sobre si continuar con su terapéutico blog, pues se niega por ética y estética a mojar pan en esta escupidera pública. Desde luego no es el momento de hacer el caldo gordo y huir, pero tal vez lo único razonable sea ya hoy - visto lo visto y desgraciadamente- aislarse de toda esta inmundicia. Como gustaba recomendar, bajo la forma de consolaciones, cartas y epigramas, el viejo, vivido, enfermizo y perseguido Lucio Anneo Séneca.
sábado, 13 de noviembre de 2010
CARLOS EDMUNDO DE ORY: MORIR PARA SEGUIR DESOBEDECIENDO.
Lo más probable será que los que desde hace bastantes días vienen ladrando contra Sánchez Dragó ni siquiera acierten a adivinar quién era Carlos Edmundo de Ory. Prototipos de la cultura dominante, los clérigos de la progresía cultural desconocerán por completo la obra de este poeta disidente. En su obsesiva caza de brujas, se les olvidará que fueron sobre todo dos amigos como Félix Grande y Luis Eduardo Aute sus valedores en este desierto de inteligencia (de la buena, no de los que espían la vida de todo quieque) en el que nos movemos. Y también Fernando Sánchez Dragó que lo llevó a sus “Noches Blancas” componiendo entre ambos un espléndido programa. Como es de justicia, habrá que recordárselo a quienes tanto ladran, propalando la mentira de que el programa cultural de Dragó no lo sigue nadie y no tiene nada de cultural. Problemas de visión o de audición de los talibanes. O, lo más probable, hueco sectarismo.
El viejo Dacio Gil está poco dotado para la lírica, pero debe a Aute, Grande y Dragó el ser un incondicional seguidor de Carlos Edmundo de Ory, el desenterrador de vivos que ha decidido, con justo un año de antelación (el 11.11.11) desafiar a su autoatribuida falta de destino: morir antes de lo que pensaba. Luis Eduardo Aute es sin duda uno de los mejores artistas plurales españoles contemporáneos y su constante proclamación de las bondades de Carlos Edmundo de Ory influyó en el viejo Dacio Gil que lo incorporó de inmediato a su santoral de disidentes. Hermanando el poeta gaditano-apátrida su vitalismo con la descarnada amargura de Ciorán (Leyendo los aforismos de Ciorán, me digo – ¡Qué Gracia tiene este hombre!), Dacio Gil ha disfrutado mucho con las peripecias juguetonas de esos dos diablillos primos-hermanos que son los “aerolitos” (Ory) y los “pensamientos estrangulados” (o silogismos de la amargura, para Ciorán).
En Carlos Edmundo de Ory se compendia esa doble dimensión de la grandeza de algunos españoles junto a la miseria de España como conjunto de los españoles: Ni un solo premio oficial, más allá de la declaración de hijo predilecto de Cádiz, distingue a esta figura de la creación lingüística. La vida misma. La nada institucional en estado puro. El vacío y sus perpetradores y los inevitables interesados consentidores. Quien no se emocione con los juegos de lenguaje que empleaba de Ory o con la cascada de sugerencias de sus versos y su prosa es que debe revisar en el hospital su estado de sensibilidad y encargar que le hagan un electrosensigrama.
El hombre que dejó escrito que en esta vida sólo existen el espanto y la maravilla pareciera haber aflojado su vitalismo tras tanto luchar contra el espanto (una palabra en injustificable desuso, que cuadra perfectamente con la realidad). Le tildaron de maldito y hasta de loco (mis únicos maestros son los que están más locos que yo ¡Los locos son fieles a la autenticidad del ser humano!) pero él sólo apostó por la vida, como muestra el ramillete de “aerolitos” que, como homenaje, se insertan a continuación:
- Todo se explica por las adivinanzas, no por las evidencias.
- UROPOLICÍA: la brigada mundana fija a tres minutos el plazo normal para mear en los urinarios públicos.
- Los amantes se besan con los ojos cerrados: el amor es ciego.
- El sublime ridículo humano.
- Entre un hombre justo y un juez la diferencia es grande.
- Toda mujer desnuda está vestida de mujer.
- El que más o el que menos ha venido al mundo para hacer el ridículo.
- Nos dormimos cada noche para vivir con los ojos cerrados. Nos despertamos cada día para morir con los ojos abiertos.
- El silencio es políglota.
- Dios nunca tuvo dinero.
- El lobo es un hombre para el lobo.
- Nunca olvides las lecciones de los herejes y los iconoclastas.
Por escasos días Carlos Edmundo de Ory no ha podido disfrutar desde "aquí" del merecido relanzamiento con todos los honores de su amigo Luis Eduardo Aute. Los dos vitalistas disidentes en lo institucional y partidarios del amor habrían cautivado juntos con su sensibilidad a auditorios enteros. Aute comulgará como siempre con su público. No estará solo, aunque De Ory se habrá trasladado ya a otro “aquí”. El inquieto poeta gaditano (y apátrida confeso) acaso habrá cedido a esa "curiosidad tanática" tan suya, de la que tanto nos había hablado. Tal vez optó por dejarse alcanzar por unos trozos de cometas para seguir jugando, desde esa apariencia astral, con el lenguaje y la disidencia. Genio y figura.
El viejo Dacio Gil está poco dotado para la lírica, pero debe a Aute, Grande y Dragó el ser un incondicional seguidor de Carlos Edmundo de Ory, el desenterrador de vivos que ha decidido, con justo un año de antelación (el 11.11.11) desafiar a su autoatribuida falta de destino: morir antes de lo que pensaba. Luis Eduardo Aute es sin duda uno de los mejores artistas plurales españoles contemporáneos y su constante proclamación de las bondades de Carlos Edmundo de Ory influyó en el viejo Dacio Gil que lo incorporó de inmediato a su santoral de disidentes. Hermanando el poeta gaditano-apátrida su vitalismo con la descarnada amargura de Ciorán (Leyendo los aforismos de Ciorán, me digo – ¡Qué Gracia tiene este hombre!), Dacio Gil ha disfrutado mucho con las peripecias juguetonas de esos dos diablillos primos-hermanos que son los “aerolitos” (Ory) y los “pensamientos estrangulados” (o silogismos de la amargura, para Ciorán).
En Carlos Edmundo de Ory se compendia esa doble dimensión de la grandeza de algunos españoles junto a la miseria de España como conjunto de los españoles: Ni un solo premio oficial, más allá de la declaración de hijo predilecto de Cádiz, distingue a esta figura de la creación lingüística. La vida misma. La nada institucional en estado puro. El vacío y sus perpetradores y los inevitables interesados consentidores. Quien no se emocione con los juegos de lenguaje que empleaba de Ory o con la cascada de sugerencias de sus versos y su prosa es que debe revisar en el hospital su estado de sensibilidad y encargar que le hagan un electrosensigrama.
El hombre que dejó escrito que en esta vida sólo existen el espanto y la maravilla pareciera haber aflojado su vitalismo tras tanto luchar contra el espanto (una palabra en injustificable desuso, que cuadra perfectamente con la realidad). Le tildaron de maldito y hasta de loco (mis únicos maestros son los que están más locos que yo ¡Los locos son fieles a la autenticidad del ser humano!) pero él sólo apostó por la vida, como muestra el ramillete de “aerolitos” que, como homenaje, se insertan a continuación:
- Todo se explica por las adivinanzas, no por las evidencias.
- UROPOLICÍA: la brigada mundana fija a tres minutos el plazo normal para mear en los urinarios públicos.
- Los amantes se besan con los ojos cerrados: el amor es ciego.
- El sublime ridículo humano.
- Entre un hombre justo y un juez la diferencia es grande.
- Toda mujer desnuda está vestida de mujer.
- El que más o el que menos ha venido al mundo para hacer el ridículo.
- Nos dormimos cada noche para vivir con los ojos cerrados. Nos despertamos cada día para morir con los ojos abiertos.
- El silencio es políglota.
- Dios nunca tuvo dinero.
- El lobo es un hombre para el lobo.
- Nunca olvides las lecciones de los herejes y los iconoclastas.
Por escasos días Carlos Edmundo de Ory no ha podido disfrutar desde "aquí" del merecido relanzamiento con todos los honores de su amigo Luis Eduardo Aute. Los dos vitalistas disidentes en lo institucional y partidarios del amor habrían cautivado juntos con su sensibilidad a auditorios enteros. Aute comulgará como siempre con su público. No estará solo, aunque De Ory se habrá trasladado ya a otro “aquí”. El inquieto poeta gaditano (y apátrida confeso) acaso habrá cedido a esa "curiosidad tanática" tan suya, de la que tanto nos había hablado. Tal vez optó por dejarse alcanzar por unos trozos de cometas para seguir jugando, desde esa apariencia astral, con el lenguaje y la disidencia. Genio y figura.
viernes, 5 de noviembre de 2010
EL MÁS LISTO DE LOS MADERO QUIERE SER POLICÍA.
Alfredito es un joven de 21 años que ya ha terminado cuatro carreras y es un pitagorín que estudia con facilidad y expone lo aprendido como un verdadero experto. Tiene asombrados a todos sus profesores, que no paran de recomendarle que tome tal o cual opción profesional. Alfredito, sin embargo, lo tiene meridianamente claro: quiere ser policía. Dice que con esa ideología difusa del miedo que se ha impuesto para acobardar a los ciudadanos, el futuro es ser “fuerza de seguridad”.
Entiende que en el mercado del miedo siempre habrá trabajo. Dice que es la única opción de función pública que subsistirá a medio plazo superando con creces la “tasa de reposición de efectivos”. Explica que los policías siempre cobran sueldos y dietas por adelantado. Evoca la experiencia de un tío suyo que goza de privilegios en apartamentos realmente baratos en la costa con aquello de la "acción social". Augura que siempre habrá un Joseph Fouché en el Gobierno de turno que, por la cuenta que le traerá, aplicará todo su interés en tener contentos a los policías. Anota que cada vez hay más policías que gastan coches de alta potencia, como Mercedes. Dice que los funcionarios policiales no tienen una “mochilita” como el resto de los funcionarios sino que disponen de un auténtico “campamento base”: si te sabes colocar estratégicamente en el sindicato afín y te acercas cínicamente al Gobierno de turno y le chivas secretos de Estado y de personas, puedes tener una ascensión meteórica, tanto en la administración interior como en las administraciones exteriores. Apunta que, aunque ha desaparecido la práctica de tener una botella y una copa reservadas en los mejores Nigth Clubs, la condición de policía te facilita un curioso pluriempleo bien remunerado. Reconoce que, si te vinieran mal dadas, siempre podría recurrirse al sindicato policial para que te hicieran escolta, con lo cual comerías en los mejores restaurantes (donde se prodigan los políticos con gastos institucionales) aunque debas de comer en una esquina para divisar los movimientos de todos los comensales. Añade que, en tiempos de inclemencias, siempre puedes hacer que de los presupuestos te paguen una carrera universitaria, como se hacía con los miembros de la eufemística brigada político-social. Aventura que, además, existe una importante sinergia entre el sector público de seguridad y el pujante sector privado que garantiza una clara empleabilidad. Y concluye, además, que siempre puedes colocarte, antes de que llegue la jubilación, de espía para garantizarte una dorada senectud, dada la generosidad con que se prima a los espías. A Alfredito no se le ocurre hacer explícito lo de las facilidades amorosas de los policías o la relativa permisividad para acceder a la condición de Juez, pero el viejo Dacio Gil lo columbra del contexto de sus exposiciones. Ah, y dice, por ende, que siempre puedes acceder a ser de la “policía científica” que, en los tiempos que corren de idolatría de Prometeo, imprime cierto lustre social aquel bello maridaje denominado “inteligencia científica”.
Y argumenta…argumenta…argumenta sin parar muchos más elementos de convicción.
La verdad es que no le falta razón al hijo de Nicomedes Madero. El viejo Dacio Gil conoce policías con flamantes autos Mercedes. No sólo los de carreras meteóricas, sino también los que podrían considerarse como mandos intermedios superiores. Conoce también el usuario de esta Tribuna Alta Preferencia casos de parejas de hecho de policías que disfrutan de muy cómodos exilios en embajadas u organizaciones internacionales. Y hay, en fin, algunos que sorprendentemente han llegado, rápidamente promocionados, a Delegados del Gobierno e incluso a Directores Generales.
Siempre ha sido así y los políticos del tipo de Fouché lo han sabido siempre. Quien dude de ello que se haga con la biografía de ese oscuro personaje histórico escrita por Stefan Zweig. Los políticos a los primeros funcionarios que necesitan para sus oscuras maniobras es a los policías. Y son a los primeros que recompensan. Esas perversiones han producido que los cuerpos y fuerzas de seguridad no sean, ni mucho menos, globalmente consideradas, congregaciones angélicas. Hay luchas intestinas entre los sindicatos para ganarse el favor del político de turno. Esa lucha fratricida contribuye a que prácticamente no haya plantillas (RPTs) en este ámbito funcionarial. Prácticamente todo, hasta los puestos más subalternos, se resuelve por libre designación. El mérito y la capacidad de estos funcionarios, pues, se demuestra de manera diferente al resto de los funcionarios de base, puesto que es evidente; aunque alguien dirá que la libre designación es el sistema que se aplica al resto de la aristoburocracia, que los altos funcionarios se reclutan para la cúspide de las administraciones de esa manera digital. Lo que pasa es que los últimos gobiernos que los ciudadanos venimos padeciendo desprecian la promoción funcionarial reglada y objetiva, como desprecian la primacía de la ley o el Derecho en su conjunto y han llevado el modelo policial al esperpento.
Lo grave es que el mismo gobierno del señor Zapatero, que no ha dudado en meter mano en los ahorros de los funcionarios más básicos, desprecia una y otra vez objetivar y racionalizar las plantillas policiales acaso para mantener una suerte de “fondos reservados o de reptiles” del siglo XXI. Y lo más sorprendente es que las únicas relaciones de puestos de trabajo que los jueces de lo contencioso (¿por qué será?) han osado entrar a analizar, con la máxima prudencia, sean las policiales.
Mejor será no meterse en desentrañar los aspectos más oscuros de las fuerzas y cuerpos de seguridad, o de los jueces y fiscales. Pero oscuridad hay; y mucha más de la que nos detenemos a pensar. Quedémonos, pues, en la periferia no sea que nos busquen las cosquillas. Aunque una cabal consideración de nuestra propia condición humana debe de hacernos reflexionar sobre ello…aunque indefectiblemente se nos aparezca la tenebrosa Razón de Estado que también proyecta su más siniestra sombra sobre las sedicentes democracias.
Pero, a lo que vamos, que el viejo Dacio Gil se pierde en meandros no recomendables: Alfredito Madero es verdaderamente una lumbrera. Con la ideología dominante del miedo y la seguridad-inseguridad no necesita ni ser ni registrador, ni notario, ni catedrático, ni cirujano. La profesión de policía es la única con futuro en el ámbito público, con independencia de que su gestión sea pública o privada.
Habrá que pedir de nuevo en la carta a los Reyes Magos pistolas para las niñas y porras para los niños, para irlos encaminando a la única profesión que parece tener futuro. Lo malo es que,dadas las esrtrecheces presupuestarias, lo mismo proliferan también los delatores y se da en llamarlos "agentes de movilidad criminal".
La vida de "Nosotros".
Entiende que en el mercado del miedo siempre habrá trabajo. Dice que es la única opción de función pública que subsistirá a medio plazo superando con creces la “tasa de reposición de efectivos”. Explica que los policías siempre cobran sueldos y dietas por adelantado. Evoca la experiencia de un tío suyo que goza de privilegios en apartamentos realmente baratos en la costa con aquello de la "acción social". Augura que siempre habrá un Joseph Fouché en el Gobierno de turno que, por la cuenta que le traerá, aplicará todo su interés en tener contentos a los policías. Anota que cada vez hay más policías que gastan coches de alta potencia, como Mercedes. Dice que los funcionarios policiales no tienen una “mochilita” como el resto de los funcionarios sino que disponen de un auténtico “campamento base”: si te sabes colocar estratégicamente en el sindicato afín y te acercas cínicamente al Gobierno de turno y le chivas secretos de Estado y de personas, puedes tener una ascensión meteórica, tanto en la administración interior como en las administraciones exteriores. Apunta que, aunque ha desaparecido la práctica de tener una botella y una copa reservadas en los mejores Nigth Clubs, la condición de policía te facilita un curioso pluriempleo bien remunerado. Reconoce que, si te vinieran mal dadas, siempre podría recurrirse al sindicato policial para que te hicieran escolta, con lo cual comerías en los mejores restaurantes (donde se prodigan los políticos con gastos institucionales) aunque debas de comer en una esquina para divisar los movimientos de todos los comensales. Añade que, en tiempos de inclemencias, siempre puedes hacer que de los presupuestos te paguen una carrera universitaria, como se hacía con los miembros de la eufemística brigada político-social. Aventura que, además, existe una importante sinergia entre el sector público de seguridad y el pujante sector privado que garantiza una clara empleabilidad. Y concluye, además, que siempre puedes colocarte, antes de que llegue la jubilación, de espía para garantizarte una dorada senectud, dada la generosidad con que se prima a los espías. A Alfredito no se le ocurre hacer explícito lo de las facilidades amorosas de los policías o la relativa permisividad para acceder a la condición de Juez, pero el viejo Dacio Gil lo columbra del contexto de sus exposiciones. Ah, y dice, por ende, que siempre puedes acceder a ser de la “policía científica” que, en los tiempos que corren de idolatría de Prometeo, imprime cierto lustre social aquel bello maridaje denominado “inteligencia científica”.
Y argumenta…argumenta…argumenta sin parar muchos más elementos de convicción.
La verdad es que no le falta razón al hijo de Nicomedes Madero. El viejo Dacio Gil conoce policías con flamantes autos Mercedes. No sólo los de carreras meteóricas, sino también los que podrían considerarse como mandos intermedios superiores. Conoce también el usuario de esta Tribuna Alta Preferencia casos de parejas de hecho de policías que disfrutan de muy cómodos exilios en embajadas u organizaciones internacionales. Y hay, en fin, algunos que sorprendentemente han llegado, rápidamente promocionados, a Delegados del Gobierno e incluso a Directores Generales.
Siempre ha sido así y los políticos del tipo de Fouché lo han sabido siempre. Quien dude de ello que se haga con la biografía de ese oscuro personaje histórico escrita por Stefan Zweig. Los políticos a los primeros funcionarios que necesitan para sus oscuras maniobras es a los policías. Y son a los primeros que recompensan. Esas perversiones han producido que los cuerpos y fuerzas de seguridad no sean, ni mucho menos, globalmente consideradas, congregaciones angélicas. Hay luchas intestinas entre los sindicatos para ganarse el favor del político de turno. Esa lucha fratricida contribuye a que prácticamente no haya plantillas (RPTs) en este ámbito funcionarial. Prácticamente todo, hasta los puestos más subalternos, se resuelve por libre designación. El mérito y la capacidad de estos funcionarios, pues, se demuestra de manera diferente al resto de los funcionarios de base, puesto que es evidente; aunque alguien dirá que la libre designación es el sistema que se aplica al resto de la aristoburocracia, que los altos funcionarios se reclutan para la cúspide de las administraciones de esa manera digital. Lo que pasa es que los últimos gobiernos que los ciudadanos venimos padeciendo desprecian la promoción funcionarial reglada y objetiva, como desprecian la primacía de la ley o el Derecho en su conjunto y han llevado el modelo policial al esperpento.
Lo grave es que el mismo gobierno del señor Zapatero, que no ha dudado en meter mano en los ahorros de los funcionarios más básicos, desprecia una y otra vez objetivar y racionalizar las plantillas policiales acaso para mantener una suerte de “fondos reservados o de reptiles” del siglo XXI. Y lo más sorprendente es que las únicas relaciones de puestos de trabajo que los jueces de lo contencioso (¿por qué será?) han osado entrar a analizar, con la máxima prudencia, sean las policiales.
Mejor será no meterse en desentrañar los aspectos más oscuros de las fuerzas y cuerpos de seguridad, o de los jueces y fiscales. Pero oscuridad hay; y mucha más de la que nos detenemos a pensar. Quedémonos, pues, en la periferia no sea que nos busquen las cosquillas. Aunque una cabal consideración de nuestra propia condición humana debe de hacernos reflexionar sobre ello…aunque indefectiblemente se nos aparezca la tenebrosa Razón de Estado que también proyecta su más siniestra sombra sobre las sedicentes democracias.
Pero, a lo que vamos, que el viejo Dacio Gil se pierde en meandros no recomendables: Alfredito Madero es verdaderamente una lumbrera. Con la ideología dominante del miedo y la seguridad-inseguridad no necesita ni ser ni registrador, ni notario, ni catedrático, ni cirujano. La profesión de policía es la única con futuro en el ámbito público, con independencia de que su gestión sea pública o privada.
Habrá que pedir de nuevo en la carta a los Reyes Magos pistolas para las niñas y porras para los niños, para irlos encaminando a la única profesión que parece tener futuro. Lo malo es que,dadas las esrtrecheces presupuestarias, lo mismo proliferan también los delatores y se da en llamarlos "agentes de movilidad criminal".
La vida de "Nosotros".
miércoles, 3 de noviembre de 2010
SAN CARLOS BORROMEO DEBERÍA SER EL NUEVO PATRÓN DE ESPAÑA.
La verdad es que tantos años de corrupción económico-política han hecho perder a esta sociedad la decencia. Escándalo tras escándalo hemos ido todos cambiando nuestro punto de vista moral. Ya sólo nos escandalizamos justo ante unas elecciones para calmar nuestra conciencia, huérfana de un mínimum ético. Por decirlo algo más poético: entre todos hemos perpetrado la violación de nuestra mirada. Nos hemos tornado indiferentes a casi todo, salvo quizás al circo de Florentino Pérez; acaso porque de alguna esperanza hay que vivir. El ciudadano pasmado, que todo lo acepta resignadamente mientras pueda apostar y le retransmitan cada día varios partidos de fútbol y esa nueva ciencia (policía o investigación científica) que son los programas del corazón y que deberían llamarse “de ricino”, pues si con ellos directamente no vomitas, te estabilizan el estómago.
El viejo Dacio Gil se encuentra sumido en una nueva depresión andropáusica (si es que acaso la que tiene se le ha retirado alguna vez para volverle) con eso de intentar exponer razones lógicas a la juezas y jueces “especialistas”. Trabajos de Sísifo: el que nace barrigón tontería que lo fajen dice la sabiduría popular. La Justicia es un cachondeo sostuvo con gracejo andaluz aquel alcalde de Jerez. Y es cierto, quien trate de acercarse a intentar razonar a cualquier órgano judicial pertrechado con lógica y sentido común, terminará demente o melancólico. Eso le pasa al viejo Dacio Gil cuando tiene que ir (a media mañana, que sus señorías no tiene la proletaria mala costumbre de madrugar) a la Plaza de la Villa de París tomada cada martes, miércoles y jueves (los lunes y viernes son anexos al finde) por un ejército de trajeados chóferes y chóferas del leasing de la Justicia apostados en sus Fords Mondeo, Passats, BMWs y Mercedes, todos negros . En la Plaza de la Villa de París hay un aparcamiento subterráneo, pero en lo que es la Plaza, en la superficie, está tomada por el Parque Móvil Privado de la Justicia (PMPJ) con gran cantidad de autos cuyo alquiler pagamos todos los españoles. Sus Señorías no viajan en metro y por eso no saben de las cuitas de la ciudadanía ni los derroteros sociales. Qué lejos quedan aquellos tiempos en que en aquella plaza había coches particulares y unos cuantos coches de lujo conseguidos por los Magistrados en la impartición de cursos o conferencias en multinacionales o entidades bancarias que, curiosamente, habían litigado grandes pleitos en el ámbito del juez impartidor de esos cursos o conferencias. Todo limpio.
Dada la deriva facilista y la cautividad política y económica de la Justicia, aterra pensar cómo será el ecosistema de la anunciada Ciudad de la Justicia una vez hayamos digerido los parias que se ha modernizado o se intenta modernizar: Con miles de cóhoferes y chóferas (ahora son cientos), y miles de empleados de Banesto, el Santander, BBVA, Mango o incluso Zara -que, al fin y al cabo la pilota un Abogado del Estado de la misma condición y confesión de la mayoría de los altos representantes del Poder Judicial- contratados por el Estado o la Comunidad Autónoma para aparentar que imparten justicia manipulando las máquinas alquiladas al efecto (leasing también) a esas mismas empresas. Su labor será más fácil, menos decimonónica, pero desgraciadamente será igual que el sistema de gestión de multas del Ayuntamiento de Madrid o de la DGT: la argumentación reducida a un simulacro y el Derecho una víctima. Por descontado, las instituciones públicas seguirán manteniendo con el dinero de todos los españoles el leasing automovilístico para que a los “neo-jueces” dependientes de Banesto, el Corte Inglés, el Santander o Zara o Mango no se les ocurra impartir justicia contra las camarillas públicas que han canonizado sus trabajos. Ese montaje tendrá una ventaja: al menos sabremos todos que el “sistema de gestión de la Justicia” será siamés de lo que ya tenemos con las multas en Madrid. Será lo mismo.
Las reflexiones anteriores viene a cuento, no sólo por las vicisitudes personales vividas últimamente por el viejo Dacio Gil sino por lo patético del “caso Antonio Meño”, denotativo del estado actual de la Justicia, paradigmático de una situación ejemplificada por la máxima del saduceo Caifás: Es preferible que muera un hombre a que se desacrediten todas las instituciones del pueblo. El viejo Dacio Gil ahorrará detalles sobre el sangrante caso de Antonio Meño, que se encuentran en la prensa, pero es claro que sólo aireando en los medios la injusticia como ha hecho esa digna mujer, la convicción moral de sus señorías se considerará concernida, tambaleándose tal vez.
El viejo usuario de esta Tribuna Alta de Preferencia tiene una tremenda propensión a perderse en la periferia de lo que verdaderamente quería decir, ensartando digresiones. Lo que quería sugerir en este post no es otra cosa que ahora que las instituciones no respetan nada de lo existente, debería cambiarse la Fiesta Nacional. Entiende que debería trasladarse del 12 de octubre al 4 de noviembre, para que todo el universo se muriera de envidia y tratara de copiar nuestra indudable modernidad modernizada. Y no por la eliminación de protestas del público como las acontecidas en la última celebración, ni siquiera por evitar la posible contradicción con el bicentenario de la independencia latenoméricana, sino porque sería más ajustada a la realidad presente. Al fin y al cabo San Carlos Borromeo es el actual patrón de la Banca. Hoy los países llamados occidentales no son nada sin la Banca. La Banca lo es todo: concede créditos (cuando los concede) y recibe fuertes subvenciones y ayudas públicas. Y a partir de los gnomos gobernantes actuales, para colmo los Bancos y sus satélites gestionarán no sólo la Justicia sino todos los Ministerios.
Sería realmente entrañable que en vez de una parada militar fuese una procesión de banqueros y grandes empresarios y contratistas del Estado. A todos se nos caerían las lágrimas viendo pasar a la familia Botín, a la familia del señor González, la de don Isak Andic, la de don Amancio Ortega, la de don Isidoro Álverez y otras relevantes, así como sus gerentes. Nadie lanzaría un dicterio ni un abucheo. Todo serían alabanzas y unánimes aplausos . El espacio público estaría abarrotado y alborozado. Y el contento, en fin, sería generalizado. Acaso para celebrarlo como mandan los cánones, se podrían sortear televisores o vajillas entre todos los ciudadanos, asistentes o no a la procesión, con lo cual la atención ciudadana con las celebraciones sería máxima.
El viejo Dacio Gil sólo encuentra aspectos favorables con la nueva Fiesta Nacional el 4 de noviembre. Además se establecería un macropuente con el día 1 (el día de la fiesta de los ciudadanos activos o pasivos) como el que existe en el mes de diciembre. La Fiesta Nacional también dinamizaría la economía (por los viajes) y las cuentas del Estado (por los ingresos con las multas de tráfico): Todo parecen ventajas.
Dada la perversión y malversación actual de las leyes y los procedimientos legislativos, bueno sería que la consagración de la nueva Fiesta Nacional se tramitase con la minuciosidad (es un decir, claro) de la Ley de Presupuestos y con el hemiciclo engalanado el día del debate de totalidad. El Pleno en el Congreso debería ser muy solemne, copresidido por todos los jerifaltes de los Bancos, grandes empresas y contratistas del Estado.
Esta claro, San Carlos Borromeo debería ser el nuevo Patrón de España y el 4 de noviembre debería declararse Fiesta Nacional. Seguro que los países occidentales, confesionales o no, intentarían copiarnos… San Carlos, el Patrón de la globalización económica.
El viejo Dacio Gil se encuentra sumido en una nueva depresión andropáusica (si es que acaso la que tiene se le ha retirado alguna vez para volverle) con eso de intentar exponer razones lógicas a la juezas y jueces “especialistas”. Trabajos de Sísifo: el que nace barrigón tontería que lo fajen dice la sabiduría popular. La Justicia es un cachondeo sostuvo con gracejo andaluz aquel alcalde de Jerez. Y es cierto, quien trate de acercarse a intentar razonar a cualquier órgano judicial pertrechado con lógica y sentido común, terminará demente o melancólico. Eso le pasa al viejo Dacio Gil cuando tiene que ir (a media mañana, que sus señorías no tiene la proletaria mala costumbre de madrugar) a la Plaza de la Villa de París tomada cada martes, miércoles y jueves (los lunes y viernes son anexos al finde) por un ejército de trajeados chóferes y chóferas del leasing de la Justicia apostados en sus Fords Mondeo, Passats, BMWs y Mercedes, todos negros . En la Plaza de la Villa de París hay un aparcamiento subterráneo, pero en lo que es la Plaza, en la superficie, está tomada por el Parque Móvil Privado de la Justicia (PMPJ) con gran cantidad de autos cuyo alquiler pagamos todos los españoles. Sus Señorías no viajan en metro y por eso no saben de las cuitas de la ciudadanía ni los derroteros sociales. Qué lejos quedan aquellos tiempos en que en aquella plaza había coches particulares y unos cuantos coches de lujo conseguidos por los Magistrados en la impartición de cursos o conferencias en multinacionales o entidades bancarias que, curiosamente, habían litigado grandes pleitos en el ámbito del juez impartidor de esos cursos o conferencias. Todo limpio.
Dada la deriva facilista y la cautividad política y económica de la Justicia, aterra pensar cómo será el ecosistema de la anunciada Ciudad de la Justicia una vez hayamos digerido los parias que se ha modernizado o se intenta modernizar: Con miles de cóhoferes y chóferas (ahora son cientos), y miles de empleados de Banesto, el Santander, BBVA, Mango o incluso Zara -que, al fin y al cabo la pilota un Abogado del Estado de la misma condición y confesión de la mayoría de los altos representantes del Poder Judicial- contratados por el Estado o la Comunidad Autónoma para aparentar que imparten justicia manipulando las máquinas alquiladas al efecto (leasing también) a esas mismas empresas. Su labor será más fácil, menos decimonónica, pero desgraciadamente será igual que el sistema de gestión de multas del Ayuntamiento de Madrid o de la DGT: la argumentación reducida a un simulacro y el Derecho una víctima. Por descontado, las instituciones públicas seguirán manteniendo con el dinero de todos los españoles el leasing automovilístico para que a los “neo-jueces” dependientes de Banesto, el Corte Inglés, el Santander o Zara o Mango no se les ocurra impartir justicia contra las camarillas públicas que han canonizado sus trabajos. Ese montaje tendrá una ventaja: al menos sabremos todos que el “sistema de gestión de la Justicia” será siamés de lo que ya tenemos con las multas en Madrid. Será lo mismo.
Las reflexiones anteriores viene a cuento, no sólo por las vicisitudes personales vividas últimamente por el viejo Dacio Gil sino por lo patético del “caso Antonio Meño”, denotativo del estado actual de la Justicia, paradigmático de una situación ejemplificada por la máxima del saduceo Caifás: Es preferible que muera un hombre a que se desacrediten todas las instituciones del pueblo. El viejo Dacio Gil ahorrará detalles sobre el sangrante caso de Antonio Meño, que se encuentran en la prensa, pero es claro que sólo aireando en los medios la injusticia como ha hecho esa digna mujer, la convicción moral de sus señorías se considerará concernida, tambaleándose tal vez.
El viejo usuario de esta Tribuna Alta de Preferencia tiene una tremenda propensión a perderse en la periferia de lo que verdaderamente quería decir, ensartando digresiones. Lo que quería sugerir en este post no es otra cosa que ahora que las instituciones no respetan nada de lo existente, debería cambiarse la Fiesta Nacional. Entiende que debería trasladarse del 12 de octubre al 4 de noviembre, para que todo el universo se muriera de envidia y tratara de copiar nuestra indudable modernidad modernizada. Y no por la eliminación de protestas del público como las acontecidas en la última celebración, ni siquiera por evitar la posible contradicción con el bicentenario de la independencia latenoméricana, sino porque sería más ajustada a la realidad presente. Al fin y al cabo San Carlos Borromeo es el actual patrón de la Banca. Hoy los países llamados occidentales no son nada sin la Banca. La Banca lo es todo: concede créditos (cuando los concede) y recibe fuertes subvenciones y ayudas públicas. Y a partir de los gnomos gobernantes actuales, para colmo los Bancos y sus satélites gestionarán no sólo la Justicia sino todos los Ministerios.
Sería realmente entrañable que en vez de una parada militar fuese una procesión de banqueros y grandes empresarios y contratistas del Estado. A todos se nos caerían las lágrimas viendo pasar a la familia Botín, a la familia del señor González, la de don Isak Andic, la de don Amancio Ortega, la de don Isidoro Álverez y otras relevantes, así como sus gerentes. Nadie lanzaría un dicterio ni un abucheo. Todo serían alabanzas y unánimes aplausos . El espacio público estaría abarrotado y alborozado. Y el contento, en fin, sería generalizado. Acaso para celebrarlo como mandan los cánones, se podrían sortear televisores o vajillas entre todos los ciudadanos, asistentes o no a la procesión, con lo cual la atención ciudadana con las celebraciones sería máxima.
El viejo Dacio Gil sólo encuentra aspectos favorables con la nueva Fiesta Nacional el 4 de noviembre. Además se establecería un macropuente con el día 1 (el día de la fiesta de los ciudadanos activos o pasivos) como el que existe en el mes de diciembre. La Fiesta Nacional también dinamizaría la economía (por los viajes) y las cuentas del Estado (por los ingresos con las multas de tráfico): Todo parecen ventajas.
Dada la perversión y malversación actual de las leyes y los procedimientos legislativos, bueno sería que la consagración de la nueva Fiesta Nacional se tramitase con la minuciosidad (es un decir, claro) de la Ley de Presupuestos y con el hemiciclo engalanado el día del debate de totalidad. El Pleno en el Congreso debería ser muy solemne, copresidido por todos los jerifaltes de los Bancos, grandes empresas y contratistas del Estado.
Esta claro, San Carlos Borromeo debería ser el nuevo Patrón de España y el 4 de noviembre debería declararse Fiesta Nacional. Seguro que los países occidentales, confesionales o no, intentarían copiarnos… San Carlos, el Patrón de la globalización económica.
miércoles, 27 de octubre de 2010
SÁNCHEZ DRAGÓ, LOLITAS Y REBAÑOS.
Menuda se ha montado. No cabe duda que nos hemos instalado en lo que Robert Hugues llamó la cultura de la queja, o lo que otros prefieren denominar la “trifulca norteamericana”. De un hecho insignificante o de dudosa relevancia las asociaciones aspirantes a Lobby y aquellos que en su soledad se rebelan contra su propia mediocridad ponen el grito en el cielo utilizando como pim-pam-pum a algún personaje público que se sale de la mediocridad reinante y dice algo singular o saca a la luz lo que los demás guardan en su soterrada caverna más primaria por miedo a ser desmerecidos por los otros infantiles mediocres. Pasa cada día: el que no se acepta a sí mismo (individual o colectivamente) intenta su minuto de gloria poniendo en la picota al que se tercie porque se destaca de los demás. Ahora les toca a Pérez Reverte y a Sánchez Dragó. Antes la emprendieron con otros. Rotación diabólica.
El viejo Dacio Gil no va a terciar en favor de Pérez Reverte ya que cree que no es preciso, pues la noñería plañidera del ministro más “bien” del anterior Gobierno al despedirse puede ser calificada tal como lo ha hecho Reverte. Mucho peor fue la enumeración de beneficiarios del reconocimiento agradecido del sr. Ministro: “los ordenanzas, los funcionarios, los laborales…” dijo el sr. Moratinos. Es mucho más grave que el sollozo el que el jefe de la Casa-Cosa Exterior no sepa que los ordenanzas suelen encuadrarse en la categoría de funcionarios o de laborales y, a los sumo, con la perversión “contra legem” de una ETT. Pero que en modo alguno son una categoría social o jurídica distinta. El sr. Moratinos pecó de lo que es, un señorito, pero nadie osó rasgarse las vestiduras. Este viejo Gil, al menos, no le dio importancia; tomó nota del detalle señorito del ministro señorito…y a otra cosa mariposa. Tomarla con Reverte parece, desde luego, inverosímil y desmesurado. Síntoma del infantilismo reinante. O del cinismo ambicioso engalanado de modernista.
A Fernando Sánchez Dragó no es necesario salir en su defensa: vende su producto maravillosamente porque está a años luz de la mediocridad reinante y siempre saca tajada de ello. Es listo y cuando los demás vamos él regresa cargado. Pero ni roba, ni mata, ni engaña vilmente ni siquiera peca a escondidas de manera rijosa. Lo que hace lo hace en corto y por derecho sin detenerse a pensar cuál de los colectivos de mediocres intentará alancerle en los medios. O ponerle las banderillas de fuego en Cataluña. A los mediocres no les gustan los espíritus libres y que se niegan a seguir de manera bovina a los demagogos y demagogas que aspiran a tapar todos sus pecados y sus flaquezas con promociones no del todo confesables.
¿Qué se puede esperar que se diga en un libro titulado Dios los cría…y ellos hablan de sexo, drogas, España, corrupción…? Quien accede al libro de buena fe no puede esperar leer nada de la vida santa de Teresa de Jesús o de Ignacio de Loyola, o de los efectos benéficos de la ducha escocesa o, ni siquiera, los meandros dogmáticos del libro El joven de carácter del obispo húngaro Tihamer Tóth que el entonces jovencísimo Dacio Gil tenía de lectura obligada. ¿Qué pueden decir Dragó y Boadella de sexo o de drogas? Pues lo mismo que dirían y dicen Escohotado, Aute o Racionero. Pues claro: es de cajón de madera de pino. El periodista navarro que levantó la liebre seguro que no esperaba recomendaciones tipo Camino de san Josemaría o de la recopilación de aforismos de Karol Woityla. Entonces, ¿por qué se ceban con Dragó? Posiblemente por envidia o -como eso está de moda-, para dar una colleja a Esperanza Aguirre en el body tantra de Sánchez Dragó…como intentan los sindicalistas de Telemadrid a falta de otro tipo de movilizaciones estrictamente laborales y no políticas.
Sánchez Dragó no engaña a nadie. Bueno, sí, a quien se quiere dejar engañar. Siempre ha hablado de sexo sin tapujos. Y ahora en la juvenilmente cuidada edad provecta en la que está instalado a mucha honra –supone Gil- tendrá las fantasías propias de esa edad. Y las fantasías a esas edades, queridas amigas y queridos amigos de la delación, son siempre con lolitas. Pero son fantasías, pues una lolita no se fija en un provecto, prerrequisito imprescindible para poder trocar la fantasía en realidad, salvo que se trate de una consumada profesional. Un hombre en la edad tardía sólo puede seducir con su inteligencia (y en el caso del autor de Gárgoris y Habidis, acaso también con la retroeyaculación) y en eso Sánchez Dragó está, a no dudar, muy dotado. Una lolita muy culta se podría fijar en su seducción intelectual. Sánchez Dragó no es en modo alguno un pederasta; es imposible: carece de ocultación. El lío montado parece pro domo sua, montado por esa caterva de mediocres y mediocras que aspiran a ser Lobby, si no lo fuaran ya. Racionero ya hubo de salir con la intertextualidad cuando atacaban al PP en su dirección de la Biblioteca Nacional y Dragó se lo ha explicado ahora con claridad a todos esos envidiosos de lujurias contemplativas o durmientes a su propio pesar: es una anécdota literaturizada. A alguien tan vivido ( ¡qué envidia!), con tanta inteligencia (¡qué envidia!), y tanta cultura (¡qué envidia!), le tiene que ser sumamente fácil trocar los datos de una anécdota para hacer más impactante el relato literario en un libro tan específico como el meritado. Y, en buena lógica, eso es lo que ha hecho don Fernando. ¿A qué viene dudar?
Quienes acuden sigilosa y furtivamente a los Flowers de turno ¿acaso no van por las mujeres rumanas o brasileñas de aspecto infantil? Dacio Gil jamás ha penetrado en un hipermercado del sexo (o del amor, según la canción de J.L.Perales), pero sabe de lo que habla y ya tiene contada en otras ocasiones la anécdota de la estafeta de correos a la que acude y puede contemplar a las súbditas rumanas o brasileñas girando sus recaudaciones a su país para aligerar la economía familiar. Por otra parte, al viejo Dacio Gil no se le ocurriría escandalizarse al visionar una película porno comercial (ojo: comercial, que luego salen los y las meapilas del siglo XXI hablando de pederastia) en la que aparezcan mujeres con aspecto de jovencitas a las que es imposible solicitarles el carnet de identidad. Si es porno es porno y uno no espera en esa películas comerciales, por ejemplo, homilías sobre la doctrina social de la Iglesia o imágenes sagradas. Reducciones al absurdo como esa podríamos exponer en proporción geométrica. No cabe duda: es puro cinismo infantiloide o, peor aún, pura demagogia barata contra todos los intelectuales –y Sánchez Dragó lo es, y de altura- que no comulgan con las ruedas de molino de los gnomos, los retroprogres y los politiquillos conservadores seguidistas. Si la intencionalidad fuese derivada para abofetear a Esperanza Aguirre en el falo trajinado de Sánchez Dragó sería mucho más grave. Lo escandaloso es que este folloncito de salón se redujera a eso: una cuestión de política rastrera.
Lo único que consiguen estos hombrecillos y mujercillas que aparentan escandalizarse es publicitar aún más esa genial idea del turismo temático (“El Japón de Dragó”), ese viaje programado por Dragó con viajes Barceló. Muchos sólo por morbo querrán conocer in situ el lugar del literaturizado crimen, aunque sea escapando furtivamente con el autor desde Kioto a Tokio. Otros acudirán verbigracia con la esperanza de que sigan proliferando las lolitas literaturizadas. Sánchez Dragó no necesitaba de semejante publicidad, pues tiene seguidores en buen número que le acompañarán con sumo placer, pero la propaganda de estos mequetrefes meapilas del siglo XXI le facilitan el camino. El viaje temático será un éxito sin ningún género de dudas. Y a Dragó le vendrá bien pues trata de recolectar para ir posicionando a sus varias descendencias. Es lícito y nada execrable: Como un buen padre de varias familias
El viejo Dacio Gil dirá lo mismo que dijo respecto al yo a mis 67 años soy antisistema proferido por Francisco Fernández Buey. El usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia se acusa de haber tenido pensamientos fantásticos impuros con lolitas a su edad provecta. Y porque no dispone de monedero para gastarse los 5.000 euros del viaje y los otros 5.000 en fruslerías varias en el viaje programado para el 27 de noviembre, que si no se apuntaría. Vaya que si se apuntaría. A Kioto con extensión (sólo o acompañado de otros con Dragó) al Tokio de las lolitas anacrónicas (ya serán abuelas hoy en día, si es que existieron realmente) y literaturizadas. Aunque solo fuese para cabrear a esos sepulcros blanqueados de la trifulca norteamericana que miran presente y futuro por el espejo retrovisor.
Ya lo dijo Brassens: No se hace ningún daño queriendo vivir fuera del rebaño.
El viejo Dacio Gil no va a terciar en favor de Pérez Reverte ya que cree que no es preciso, pues la noñería plañidera del ministro más “bien” del anterior Gobierno al despedirse puede ser calificada tal como lo ha hecho Reverte. Mucho peor fue la enumeración de beneficiarios del reconocimiento agradecido del sr. Ministro: “los ordenanzas, los funcionarios, los laborales…” dijo el sr. Moratinos. Es mucho más grave que el sollozo el que el jefe de la Casa-Cosa Exterior no sepa que los ordenanzas suelen encuadrarse en la categoría de funcionarios o de laborales y, a los sumo, con la perversión “contra legem” de una ETT. Pero que en modo alguno son una categoría social o jurídica distinta. El sr. Moratinos pecó de lo que es, un señorito, pero nadie osó rasgarse las vestiduras. Este viejo Gil, al menos, no le dio importancia; tomó nota del detalle señorito del ministro señorito…y a otra cosa mariposa. Tomarla con Reverte parece, desde luego, inverosímil y desmesurado. Síntoma del infantilismo reinante. O del cinismo ambicioso engalanado de modernista.
A Fernando Sánchez Dragó no es necesario salir en su defensa: vende su producto maravillosamente porque está a años luz de la mediocridad reinante y siempre saca tajada de ello. Es listo y cuando los demás vamos él regresa cargado. Pero ni roba, ni mata, ni engaña vilmente ni siquiera peca a escondidas de manera rijosa. Lo que hace lo hace en corto y por derecho sin detenerse a pensar cuál de los colectivos de mediocres intentará alancerle en los medios. O ponerle las banderillas de fuego en Cataluña. A los mediocres no les gustan los espíritus libres y que se niegan a seguir de manera bovina a los demagogos y demagogas que aspiran a tapar todos sus pecados y sus flaquezas con promociones no del todo confesables.
¿Qué se puede esperar que se diga en un libro titulado Dios los cría…y ellos hablan de sexo, drogas, España, corrupción…? Quien accede al libro de buena fe no puede esperar leer nada de la vida santa de Teresa de Jesús o de Ignacio de Loyola, o de los efectos benéficos de la ducha escocesa o, ni siquiera, los meandros dogmáticos del libro El joven de carácter del obispo húngaro Tihamer Tóth que el entonces jovencísimo Dacio Gil tenía de lectura obligada. ¿Qué pueden decir Dragó y Boadella de sexo o de drogas? Pues lo mismo que dirían y dicen Escohotado, Aute o Racionero. Pues claro: es de cajón de madera de pino. El periodista navarro que levantó la liebre seguro que no esperaba recomendaciones tipo Camino de san Josemaría o de la recopilación de aforismos de Karol Woityla. Entonces, ¿por qué se ceban con Dragó? Posiblemente por envidia o -como eso está de moda-, para dar una colleja a Esperanza Aguirre en el body tantra de Sánchez Dragó…como intentan los sindicalistas de Telemadrid a falta de otro tipo de movilizaciones estrictamente laborales y no políticas.
Sánchez Dragó no engaña a nadie. Bueno, sí, a quien se quiere dejar engañar. Siempre ha hablado de sexo sin tapujos. Y ahora en la juvenilmente cuidada edad provecta en la que está instalado a mucha honra –supone Gil- tendrá las fantasías propias de esa edad. Y las fantasías a esas edades, queridas amigas y queridos amigos de la delación, son siempre con lolitas. Pero son fantasías, pues una lolita no se fija en un provecto, prerrequisito imprescindible para poder trocar la fantasía en realidad, salvo que se trate de una consumada profesional. Un hombre en la edad tardía sólo puede seducir con su inteligencia (y en el caso del autor de Gárgoris y Habidis, acaso también con la retroeyaculación) y en eso Sánchez Dragó está, a no dudar, muy dotado. Una lolita muy culta se podría fijar en su seducción intelectual. Sánchez Dragó no es en modo alguno un pederasta; es imposible: carece de ocultación. El lío montado parece pro domo sua, montado por esa caterva de mediocres y mediocras que aspiran a ser Lobby, si no lo fuaran ya. Racionero ya hubo de salir con la intertextualidad cuando atacaban al PP en su dirección de la Biblioteca Nacional y Dragó se lo ha explicado ahora con claridad a todos esos envidiosos de lujurias contemplativas o durmientes a su propio pesar: es una anécdota literaturizada. A alguien tan vivido ( ¡qué envidia!), con tanta inteligencia (¡qué envidia!), y tanta cultura (¡qué envidia!), le tiene que ser sumamente fácil trocar los datos de una anécdota para hacer más impactante el relato literario en un libro tan específico como el meritado. Y, en buena lógica, eso es lo que ha hecho don Fernando. ¿A qué viene dudar?
Quienes acuden sigilosa y furtivamente a los Flowers de turno ¿acaso no van por las mujeres rumanas o brasileñas de aspecto infantil? Dacio Gil jamás ha penetrado en un hipermercado del sexo (o del amor, según la canción de J.L.Perales), pero sabe de lo que habla y ya tiene contada en otras ocasiones la anécdota de la estafeta de correos a la que acude y puede contemplar a las súbditas rumanas o brasileñas girando sus recaudaciones a su país para aligerar la economía familiar. Por otra parte, al viejo Dacio Gil no se le ocurriría escandalizarse al visionar una película porno comercial (ojo: comercial, que luego salen los y las meapilas del siglo XXI hablando de pederastia) en la que aparezcan mujeres con aspecto de jovencitas a las que es imposible solicitarles el carnet de identidad. Si es porno es porno y uno no espera en esa películas comerciales, por ejemplo, homilías sobre la doctrina social de la Iglesia o imágenes sagradas. Reducciones al absurdo como esa podríamos exponer en proporción geométrica. No cabe duda: es puro cinismo infantiloide o, peor aún, pura demagogia barata contra todos los intelectuales –y Sánchez Dragó lo es, y de altura- que no comulgan con las ruedas de molino de los gnomos, los retroprogres y los politiquillos conservadores seguidistas. Si la intencionalidad fuese derivada para abofetear a Esperanza Aguirre en el falo trajinado de Sánchez Dragó sería mucho más grave. Lo escandaloso es que este folloncito de salón se redujera a eso: una cuestión de política rastrera.
Lo único que consiguen estos hombrecillos y mujercillas que aparentan escandalizarse es publicitar aún más esa genial idea del turismo temático (“El Japón de Dragó”), ese viaje programado por Dragó con viajes Barceló. Muchos sólo por morbo querrán conocer in situ el lugar del literaturizado crimen, aunque sea escapando furtivamente con el autor desde Kioto a Tokio. Otros acudirán verbigracia con la esperanza de que sigan proliferando las lolitas literaturizadas. Sánchez Dragó no necesitaba de semejante publicidad, pues tiene seguidores en buen número que le acompañarán con sumo placer, pero la propaganda de estos mequetrefes meapilas del siglo XXI le facilitan el camino. El viaje temático será un éxito sin ningún género de dudas. Y a Dragó le vendrá bien pues trata de recolectar para ir posicionando a sus varias descendencias. Es lícito y nada execrable: Como un buen padre de varias familias
El viejo Dacio Gil dirá lo mismo que dijo respecto al yo a mis 67 años soy antisistema proferido por Francisco Fernández Buey. El usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia se acusa de haber tenido pensamientos fantásticos impuros con lolitas a su edad provecta. Y porque no dispone de monedero para gastarse los 5.000 euros del viaje y los otros 5.000 en fruslerías varias en el viaje programado para el 27 de noviembre, que si no se apuntaría. Vaya que si se apuntaría. A Kioto con extensión (sólo o acompañado de otros con Dragó) al Tokio de las lolitas anacrónicas (ya serán abuelas hoy en día, si es que existieron realmente) y literaturizadas. Aunque solo fuese para cabrear a esos sepulcros blanqueados de la trifulca norteamericana que miran presente y futuro por el espejo retrovisor.
Ya lo dijo Brassens: No se hace ningún daño queriendo vivir fuera del rebaño.
martes, 26 de octubre de 2010
EL FISCAL DON CARLOS CASTRESANA: "EXCUSATIO NON PETITA..."
Por su propia edad y por ser desde hace demasiado tiempo un muerto civil por Mobbing en el Poder Público Estatal (amparado con su indiferencia o su connivencia por los magistrados especialistas de lo contencioso-administrativo), el viejo Dacio Gil no debería de extrañarse ya por lo que viene aconteciendo en la prensa de este país llamado España. Pero, dado que acontece, habrá que denunciarlo por puro compromiso ético.
El periódico cabecera periodística de los diarios del Movimiento, insertaba en las páginas centrales de la edición del domingo 24, a doble página y con generosos reclamos iconográficos, una entrevista con don Carlos Castresana, presentado por el entrevistador (Jesús Duva) como un auténtico Jesucristo perseguido por los malvados que manipulan a todo un pueblo. La verdad es que la lectura de la entrevista presenta a una especie de hombre-Dios que hubiese tratado de luchar, prácticamente sólo, contra la impunidad imperante en Guatemala desde hace demasiados años ya. Y hubiese sufrido un auténtico calvario.
El viejo Dacio Gil viene preocupándose de la impunidad guatemalteca desde sus años juveniles en los que pugnaba por aportar su granito de arena para la consolidación de un derecho público que estuviera a la altura del constitucionalmente proclamado Estado Social y Democrático de Derecho. En esos años coincidió en un curso bianual de especialización en Derechos Humanos con un miembro de la Corte de Constitucionalidad de aquel país centroamericano que había logrado sobrevivir al asalto militar a la sede del Alto Tribunal en la Ciudad de Guatemala cuando aquel golpe militar de 1982. De aquellos días data la sensibilidad del usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia por Guatemala. Conoce, pues, en la medida de sus posibilidades, una violencia institucional aberrante que se mantiene estructural por muchos años en aquel país ante la indiferencia de la sociadad internacional y, en especial, de los agentes de los EEUU con grandes interesese en la zona.
La situación personal de este viejo Dacio Gil y su ausencia de compromisos, sinecuras y momios, le permite desvelar las medias verdades mediáticas y las artimañas de los persuasores ocultos para canonizar a nuevos Santos Civiles hasta este momento desconocidos en el santoral por el común de los ciudadanos. Ese ciudadano común, cuando haya leído a grandes caracteres “Había una trama para matarme en Guatemala” y una entradilla de este tenor: “El fiscal Carlos Castresana, pionero contra la corrupción en España y azote de Pinochet, ha vuelto a España después de tres años de comisionado de la ONU contra la impunidad en Guatemala. En esta entrevista relata su lucha en aquel país y la brutal campaña de acoso a la que fue sometido.” se habrá inquietado en grado sumo. Sólo con esa lectura el desprevenido lector creerá haber tenido la aparición de un Santo perseguido por los malignos por su denodada dedicación a los demás, jugándose la propia vida a pecho descubierto por defender su fe en la transparencia política y contra la corrupción. Y, hombre sí, algo ha hecho, por supuesto,…¡pero no tanto ni tan altruista como nos presentan de consuno entrevistador y entrevistado!
La entrevista parece tener gato encerrado pues semeja el lanzamiento de una nueva estrella para el cartel electoral de los tercios de representación del Movimiento, remedando a aquel juez estrella jienense en aquellas otras elecciones ya pasadas. De la forma que es presentado el ex Comisionado de CICIG (aristoburocracia internacional de la ONU con funcionalidad poco más que cosmética como cabe suponer de grado, aunque matizable de buena fe) por el periodista de EL PAIS es imposible dudar de sus condiciones sobrenaturales y su bragado talante ante la constante agresión de supermalvados por la defensa irrestricta y temeraria de los desprotegidos y por su profesión de fe en la limpieza institucional y contra la corrupción política.
Lo de los malvados en Guatemala es cierto –y, además para empeorarlo, todo quisque va armado con armamento norteamericano- pero a juicio de este viejo Dacio Gil la labor del señor Castresana ha sido más que modesta de como se presenta, podría decirse que casi testimonial en un contexto hermético y sumamente renuente. En esta Tribuna Alta Preferencia no caben afirmaciones gratuitas y cuando se afirma existen argumentos y razones para ello. Lo haremos fijándonos sólo en un detalle significativo, analizando el texto insertado en el nuevo Arriba (pp 6 y 7 del cuadernillo central): El periodista incide por dos veces en el tema de su supuesta amante (que el imputado se apresta raudo a desmentir con el argumento de los 16 escoltas y la ausencia de vida privada)…pero mantiene un silencio sepulcral extraño -y acaso pleno de significado- sobre el caso del asesinato impune de Khalil Musa y su hija Marjorie, además de cautelosamente ni siquiera mentar el “suicidio ejecutado por otros” del letrado Rodrigo Rosenberg Marzano que con el tiempo -cuando lleguen las desclasificaciones de documentos- se estudiará en las universidades como ejemplo de lo más negro de la tétrica Razón de Estado. Desgraciadamante hay que decir que el hombre-Dios Carlos Castresana jugó un limitado y vergonzante papel secundario en la resolución televisiva melodramática de esta oscurísimo asunto en el que llegó a intervenir la propia CIA para "ordenar" el flujo informativo y la novelesca y chapucera conclusión jurídico-policial o policial-jurídica. Binomio que, aplicado a Guatemala, es aludir a la nada, cuando no a la pura corrupción institucional en un mundo de ciudadanos cosificados.
El viejo Dacio Gil, por su edad y trayectoria, se niega ya a tragar bacaladas, por el simple imperativo personal de intentar que resplandezca la verdad y no la media verdad. La entrevista no miente sobre la realidad extremadamente violenta de Guatemala, pero no dice toda la verdad. En absoluto. El aparente lanzamiento de una nueva estrella electoral por la prensa del Movimiento parecería haber obligado a orillar los asuntos vidriosos –aunque verdaderamente trascendentes- en beneficio de un perfil pluscuampefecto de santoral canónico ortodoxo del entrevistado candidatable electoral o estandarte compañero de viaje en los comicios.
Que el inquieto lector –si es que hubiere lector- indague por su cuenta en la labor desarrollada por la ONU en Guatemala y, de regreso, siga la pista a la labor efectivamente desampeñada por el funcionario fiscal español Carlos Castresana, que, de momento, debe a sus 16 escoltas, el poder contarlo y también contar lo que aporte algo a sus intereses (al menos económicos y culturales, pero no sólo esos) sin desmerecer su imagen. Una vez indagado, estará en disposición el curioso lector de elucidar la verdad a su alcance (los secretos de Estado se tragan muchas verdades, incluso en Guatemala y en España).
El viejo Dacio Gil en modo alguno pretende denostar al fiscal Castresana pues su labor está ahí, pero se niega a aceptar comidas de coco mediáticas interesadas. Hay mucha gente que, incluso en España, ha sufrido la “muerte civil” inferida por los Poderes Públicos ante la indiferencia del sedicente sistema jurídico de garantías -incluido el Ministerio Fiscal, con nombres y apellidos- y las víctimas no se cuelgan ninguna aureola angélica; antes al contrario, muchos callan, por temor a las nuevas represalias, la vileza imperante en las instituciones públicas. Muerte civil que no mera hipótesis, como la que nos trata de contar el periodista Jesús Duva, mientras va meneando de forma pausada pero constante el botafumeiro purificador ante las mismas narices del funcionario fiscal entrevistado.
En el delirio en el que se empeña en despeñarse el nuevo Arriba, sólo faltaría ya que un día terminasen pidiendo que el gnomo aniquilador del sistema de garantía y de derechos inalienables (Judt dixit) aparezca bajo palio en los actos religiosos oficiales.
En Guatemala ciertamente imperó, impera y seguirá imperando la impunidad más absoluta, y en ese contexto desafortunadamente el Comisionado CICIG español poco ha podido hacer para cortar tan lamentable lacra, pero ahora tiene don Carlos Castresana una oportunidad real de oro para validar toda la aparente hagiografía presentada por el periodista Jesús Duva para poder perseguir con su caballo blanco la cada vez mayor violencia institucional en el seno del Poder Público Estatal Español que se tiene cobrados ya varios muertos civiles ante la clamorosa indiferencia general de los encargados de combatirla. Eso que el viejo Dacio Gil viene llamando en esta Tribuna impunidad guatemalteca en la España del siglo XXI.
Resumamos: Don Carlos Castresana valioso sí, pero mártir y santo ya es dudoso. Nueva estrella electoral es más que probable que se intente que sea, en un país en que la prensa libre, independiente y seria ya no existe.
Todo lo demás es música celestial interesada.
El periódico cabecera periodística de los diarios del Movimiento, insertaba en las páginas centrales de la edición del domingo 24, a doble página y con generosos reclamos iconográficos, una entrevista con don Carlos Castresana, presentado por el entrevistador (Jesús Duva) como un auténtico Jesucristo perseguido por los malvados que manipulan a todo un pueblo. La verdad es que la lectura de la entrevista presenta a una especie de hombre-Dios que hubiese tratado de luchar, prácticamente sólo, contra la impunidad imperante en Guatemala desde hace demasiados años ya. Y hubiese sufrido un auténtico calvario.
El viejo Dacio Gil viene preocupándose de la impunidad guatemalteca desde sus años juveniles en los que pugnaba por aportar su granito de arena para la consolidación de un derecho público que estuviera a la altura del constitucionalmente proclamado Estado Social y Democrático de Derecho. En esos años coincidió en un curso bianual de especialización en Derechos Humanos con un miembro de la Corte de Constitucionalidad de aquel país centroamericano que había logrado sobrevivir al asalto militar a la sede del Alto Tribunal en la Ciudad de Guatemala cuando aquel golpe militar de 1982. De aquellos días data la sensibilidad del usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia por Guatemala. Conoce, pues, en la medida de sus posibilidades, una violencia institucional aberrante que se mantiene estructural por muchos años en aquel país ante la indiferencia de la sociadad internacional y, en especial, de los agentes de los EEUU con grandes interesese en la zona.
La situación personal de este viejo Dacio Gil y su ausencia de compromisos, sinecuras y momios, le permite desvelar las medias verdades mediáticas y las artimañas de los persuasores ocultos para canonizar a nuevos Santos Civiles hasta este momento desconocidos en el santoral por el común de los ciudadanos. Ese ciudadano común, cuando haya leído a grandes caracteres “Había una trama para matarme en Guatemala” y una entradilla de este tenor: “El fiscal Carlos Castresana, pionero contra la corrupción en España y azote de Pinochet, ha vuelto a España después de tres años de comisionado de la ONU contra la impunidad en Guatemala. En esta entrevista relata su lucha en aquel país y la brutal campaña de acoso a la que fue sometido.” se habrá inquietado en grado sumo. Sólo con esa lectura el desprevenido lector creerá haber tenido la aparición de un Santo perseguido por los malignos por su denodada dedicación a los demás, jugándose la propia vida a pecho descubierto por defender su fe en la transparencia política y contra la corrupción. Y, hombre sí, algo ha hecho, por supuesto,…¡pero no tanto ni tan altruista como nos presentan de consuno entrevistador y entrevistado!
La entrevista parece tener gato encerrado pues semeja el lanzamiento de una nueva estrella para el cartel electoral de los tercios de representación del Movimiento, remedando a aquel juez estrella jienense en aquellas otras elecciones ya pasadas. De la forma que es presentado el ex Comisionado de CICIG (aristoburocracia internacional de la ONU con funcionalidad poco más que cosmética como cabe suponer de grado, aunque matizable de buena fe) por el periodista de EL PAIS es imposible dudar de sus condiciones sobrenaturales y su bragado talante ante la constante agresión de supermalvados por la defensa irrestricta y temeraria de los desprotegidos y por su profesión de fe en la limpieza institucional y contra la corrupción política.
Lo de los malvados en Guatemala es cierto –y, además para empeorarlo, todo quisque va armado con armamento norteamericano- pero a juicio de este viejo Dacio Gil la labor del señor Castresana ha sido más que modesta de como se presenta, podría decirse que casi testimonial en un contexto hermético y sumamente renuente. En esta Tribuna Alta Preferencia no caben afirmaciones gratuitas y cuando se afirma existen argumentos y razones para ello. Lo haremos fijándonos sólo en un detalle significativo, analizando el texto insertado en el nuevo Arriba (pp 6 y 7 del cuadernillo central): El periodista incide por dos veces en el tema de su supuesta amante (que el imputado se apresta raudo a desmentir con el argumento de los 16 escoltas y la ausencia de vida privada)…pero mantiene un silencio sepulcral extraño -y acaso pleno de significado- sobre el caso del asesinato impune de Khalil Musa y su hija Marjorie, además de cautelosamente ni siquiera mentar el “suicidio ejecutado por otros” del letrado Rodrigo Rosenberg Marzano que con el tiempo -cuando lleguen las desclasificaciones de documentos- se estudiará en las universidades como ejemplo de lo más negro de la tétrica Razón de Estado. Desgraciadamante hay que decir que el hombre-Dios Carlos Castresana jugó un limitado y vergonzante papel secundario en la resolución televisiva melodramática de esta oscurísimo asunto en el que llegó a intervenir la propia CIA para "ordenar" el flujo informativo y la novelesca y chapucera conclusión jurídico-policial o policial-jurídica. Binomio que, aplicado a Guatemala, es aludir a la nada, cuando no a la pura corrupción institucional en un mundo de ciudadanos cosificados.
El viejo Dacio Gil, por su edad y trayectoria, se niega ya a tragar bacaladas, por el simple imperativo personal de intentar que resplandezca la verdad y no la media verdad. La entrevista no miente sobre la realidad extremadamente violenta de Guatemala, pero no dice toda la verdad. En absoluto. El aparente lanzamiento de una nueva estrella electoral por la prensa del Movimiento parecería haber obligado a orillar los asuntos vidriosos –aunque verdaderamente trascendentes- en beneficio de un perfil pluscuampefecto de santoral canónico ortodoxo del entrevistado candidatable electoral o estandarte compañero de viaje en los comicios.
Que el inquieto lector –si es que hubiere lector- indague por su cuenta en la labor desarrollada por la ONU en Guatemala y, de regreso, siga la pista a la labor efectivamente desampeñada por el funcionario fiscal español Carlos Castresana, que, de momento, debe a sus 16 escoltas, el poder contarlo y también contar lo que aporte algo a sus intereses (al menos económicos y culturales, pero no sólo esos) sin desmerecer su imagen. Una vez indagado, estará en disposición el curioso lector de elucidar la verdad a su alcance (los secretos de Estado se tragan muchas verdades, incluso en Guatemala y en España).
El viejo Dacio Gil en modo alguno pretende denostar al fiscal Castresana pues su labor está ahí, pero se niega a aceptar comidas de coco mediáticas interesadas. Hay mucha gente que, incluso en España, ha sufrido la “muerte civil” inferida por los Poderes Públicos ante la indiferencia del sedicente sistema jurídico de garantías -incluido el Ministerio Fiscal, con nombres y apellidos- y las víctimas no se cuelgan ninguna aureola angélica; antes al contrario, muchos callan, por temor a las nuevas represalias, la vileza imperante en las instituciones públicas. Muerte civil que no mera hipótesis, como la que nos trata de contar el periodista Jesús Duva, mientras va meneando de forma pausada pero constante el botafumeiro purificador ante las mismas narices del funcionario fiscal entrevistado.
En el delirio en el que se empeña en despeñarse el nuevo Arriba, sólo faltaría ya que un día terminasen pidiendo que el gnomo aniquilador del sistema de garantía y de derechos inalienables (Judt dixit) aparezca bajo palio en los actos religiosos oficiales.
En Guatemala ciertamente imperó, impera y seguirá imperando la impunidad más absoluta, y en ese contexto desafortunadamente el Comisionado CICIG español poco ha podido hacer para cortar tan lamentable lacra, pero ahora tiene don Carlos Castresana una oportunidad real de oro para validar toda la aparente hagiografía presentada por el periodista Jesús Duva para poder perseguir con su caballo blanco la cada vez mayor violencia institucional en el seno del Poder Público Estatal Español que se tiene cobrados ya varios muertos civiles ante la clamorosa indiferencia general de los encargados de combatirla. Eso que el viejo Dacio Gil viene llamando en esta Tribuna impunidad guatemalteca en la España del siglo XXI.
Resumamos: Don Carlos Castresana valioso sí, pero mártir y santo ya es dudoso. Nueva estrella electoral es más que probable que se intente que sea, en un país en que la prensa libre, independiente y seria ya no existe.
Todo lo demás es música celestial interesada.
sábado, 23 de octubre de 2010
BAUMAN, TOURAINE, MAALOUF, SERRA... Y ZIZEK: LA DENUNCIA DE LOS SABIOS.
No es que sea este viejo Dacio Gil un acérrimo ultradefensor de los premios Príncipe de Asturias que vienen congregando en sus 30 ediciones a la aristocracia y la meritocracia del Régimen, pero algunos de los premiados este año sí merecen unas líneas de encomio. Lo cierto es que sería hipócrita llamarse a engaño con la forma en que se ha informado sobre la gala de los premios Príncipe de Asturias. Ha sido puro reflejo de la degradación de los medios de comunicación en el Régimen político-económico-mediático en el que estamos colocados los ciudadanos siervos.
Absolutamente todo ha quedado difuminado por la enorme sombra de la Roja y sus contornos rosas populistas. Y mira que había cantidad de elementos valiosos para poder destacar de las intervenciones y perfiles de varios de los galardonados. Resulta paradigmático que, rompiendo con los antecedentes, los diarios nacionales en edición papel no hayan insertado los textos íntegros de la intervención de los premiados, sojuzgados por el impacto icónico y textual de los representantes de la Roja.
Esto es España y habremos de aceptarlo, pero considerado desde la óptica de la relevancia intrínseca del mensaje, el preocupado ciudadano que busque dar sentido a su vida –a su propia e intransferible vida- habrá quedado decepcionado: hay una descomunal desproporción en el espacio (fotos y textos) dedicado a los aristócratas económicos de la Roja y al resto de los premiados. Todos los diarios de la capital, sin excepción, enfatizan la presencia en Oviedo de la troupe de futboleros, considerando a los sabios, igualmente premiados, como meros comparsas. Posiblemente no quepa achacarlo al bajo nivel cultural de los periodistas sino a los imperativos del mercado periodístico y los intereses en tener al ciudadano preso del conductismo reinante. Músculo de extremidades inferiores se impone a músculo cerebral. El cuerpo dominando al alma. Produce una cierta pena que la prensa únicamente destaque como destellos humanos el estudiado hermanamiento de los seleccionadores de fútbol y el detalle exótico de la acompañante de la representante de la ONG “Manos Unidas”. Meras puestas en escena estrictamente protocolarias. La imagen superponiéndose al contenido.
La ceremonia de entrega de los XXX premios Príncipe de Asturias 2010 reunía un elenco de sabios incuestionable y sus intervenciones en Oviedo levantaban grandes expectativas previas. Expectativas que los laureados no defraudaron, cada uno en su especialidad. El viejo Dacio Gil entresacará las de Zygmunt Bauman, Alain Touraine, Amin Maalouf y Richard Serra. Tambien presenta aspectos trascendentes la intervención se Su Alteza Real, el Príncipe de Asturias.
Zygmunt Bauman enfatizó sobre el conocimiento humano y el diálogo entre los humanos. Invocando a Milan Kundera, expuso con meridiana claridad que “Cervantes envió a Don Quijote a hacer pedazos los velos hechos con remiendos de mitos, máscaras, estereotipos, prejuicios e interpretaciones previas; velos que ocultan el mundo que habitamos y que intentamos comprender. Pero estamos destinados a luchar en vano mientras el velo no se alce o se desgarre.” A Bauman le preocupa la falta de solidez imperante en el mundo y directamente calificó las ideologías como esos “densos velos incapacitadores que hacen que miremos sin llegar a ver”. El bello discurso fue necesariamente corto pero denso y no sólo incita a intentar comprender sino, sobre todo, a pensar.
Hacer pedazos el velo para comprender la vida es el lema cervantino empleado por Bauman para hacernos pensar: «la única cosa que nos queda frente a esa ineludible derrota que se llama vida es intentar comprenderla». El inquieto lector habrá reparado en la belleza del discurso, elevando a Cervantes a la cúspide que se merece. Literaria pero también social. Y ese es un gran mérito añadido.
Alain Touraine, por su parte construyó un discurso muy generoso –por humilde- para no desmerecer a Bauman. Casado con una chilena ha desarrollado una importante labor en Latinoamérica donde es considerado un Dios en el campo de las ciencias sociales enraizadas con la realidad. Por ejemplo en Argentina rara es la buena librería de Buenos Aires, Córdoba o Mendoza que no expone en lugar muy destacado las obras de Touraine o Bauman. Y lo mismo ocurre en las de Montevideo, La Paz o Bogotá. Touraine brillantemente hizo primar su “declaración de amor” por lo hispano y el honor por compartir el premio con Bauman y junto a Maalouf, en detrimento de exponer con claridad su teoría del “nuevo paradigma”, tan aclamada en Latinoamérica. Lástima que el férreo protocolo de la entrega de premios nos haya privado de la exposición cargada de ideas a que acostumbra Touraine, un premiado con muchos méritos contraídos. Y que proclama que en la actualidad la utilización de la razón se encuentra en crisis.
Amin Maalouf se presentó con un breve discurso bello y valiente que, partiendo del reconocimiento que “la reacción espontánea –de hombres y mujeres- es rechazar al otro”, se detiene más adelante en las preguntas esenciales que debe de hacerse todo ser humano sobre de dónde viene, dónde está y hacía dónde se dirige. Preguntas introspectivas coronadas por una más: “¿Cómo convertir los recursos en elementos de libertad y no de servidumbre?"
La cultura es para Maalouf la clave para no continuar descarriando mientras avanzan indefectibles la eliminación de los derechos sociales y el casi inexistente respeto ético. Empleó un diagnóstico que no tiene desperdicio: “Se recroducen las manifestaciones identitarias, violentas en muchas ocasiones, y, en otras muchísimas ocasiones, retrógradas; se debilita la solidaridad entre naciones y dentro de las naciones; pierde fuelle el sueño europeo; se erosionan los valores democráticos; se recurre con excesiva frecuencia a las operaciones militares y los estados de excepción…Abundan los síntomas.”
Maalouf coincide con otros muchos que pensamos igualmente que no tenemos derecho a resignarnos. Y en una entrevista en TVE reconoció que tiene la impresión vergonzante que dentro de unos años los más jóvenes le preguntarán “¿Por qué no hicisteis nada vosotros que aún hubierais podido remediarlo?” Una pregunta –apunta desolado el escritor libanés- que se ha hecho el ser humano siempre después de los grandes retrocesos acontecidos mientras se vivía alegremente y de los que la historia da espeluznante testimonio.
Richard Serra incidió sobre la relación entre el vacío y la materia. Abogó por no condicionar la libertad de valoración de la obra por parte del observador, al que hoy se le hace casi imposible resistirse a su condición de consumidor. Serra mantiene que el arte debe de ser un elemento para la rebelión permanente. Late en él un reproche a la globalización y a la industria cultural y mercantil.
El viejo Dacio Gil se niega a valorar, entre otras cosas porque no ha tenido interés en leerlo, el discurso de don Vicente del Bosque que han recogido íntegro sin excepción todos los periódicos de la capital con todo lujo de fotografías en cuarta, media y página entera. Síntoma evidente de lo que nos sucede y por donde nos vienen conduciendo hasta que claudiquemos.
Lo cierto es que los sabios nos han avisado que nos encontramos en una época similar al hundimiento del imperio austrohúngaro o a la ruptura del equilibrio inestable europeo después de la primera postguerra. Nos han apuntado algunas líneas de esperanza, han intentado ayudarnos, pero los retumbantes ecos futboleros de la prensa, más atenta a los detalles banales que a las esencias, nos han impedido escuchar reposadamente las voces de los sabios. Cobra especial significación en esta cuestión el tebeo oficial del Régimen que, en su diabólica descomposición por apuntalar el ya hundido barco de los gnomos, ha hurtado en su edición del sábado los textos íntegros de los dircursos de los premiados. Dedica apenas una página a noticiar el acto de entrega de los premios. Así, puede afirmarse, verbigracia, que comprar el periódico El Pais de hoy 23 de octubre, como ha hecho el viejo Dacio Gil, es tirar el dinero. Sólo le salva la página de opinión de Slavoj Zizek (p.29), que, curiosamente, se alinea argumentalmente con los cuatro sabios noticiados en la Tribuna Alta Preferencia de hoy. Este tebeo, que se intitula el periódico global español, se pierde en la propaganda del gnomo que copia al gnomo británico y de sus palmeros, que actúan calcando al milímetro el comportamiento de los tercios de "representación" en el Movimiento dentro del Régimen de Franco. ¿Será EL PAIS el Arriba de estos gnomos y gnomas?
Parece que sí. Y así nos luce.
Absolutamente todo ha quedado difuminado por la enorme sombra de la Roja y sus contornos rosas populistas. Y mira que había cantidad de elementos valiosos para poder destacar de las intervenciones y perfiles de varios de los galardonados. Resulta paradigmático que, rompiendo con los antecedentes, los diarios nacionales en edición papel no hayan insertado los textos íntegros de la intervención de los premiados, sojuzgados por el impacto icónico y textual de los representantes de la Roja.
Esto es España y habremos de aceptarlo, pero considerado desde la óptica de la relevancia intrínseca del mensaje, el preocupado ciudadano que busque dar sentido a su vida –a su propia e intransferible vida- habrá quedado decepcionado: hay una descomunal desproporción en el espacio (fotos y textos) dedicado a los aristócratas económicos de la Roja y al resto de los premiados. Todos los diarios de la capital, sin excepción, enfatizan la presencia en Oviedo de la troupe de futboleros, considerando a los sabios, igualmente premiados, como meros comparsas. Posiblemente no quepa achacarlo al bajo nivel cultural de los periodistas sino a los imperativos del mercado periodístico y los intereses en tener al ciudadano preso del conductismo reinante. Músculo de extremidades inferiores se impone a músculo cerebral. El cuerpo dominando al alma. Produce una cierta pena que la prensa únicamente destaque como destellos humanos el estudiado hermanamiento de los seleccionadores de fútbol y el detalle exótico de la acompañante de la representante de la ONG “Manos Unidas”. Meras puestas en escena estrictamente protocolarias. La imagen superponiéndose al contenido.
La ceremonia de entrega de los XXX premios Príncipe de Asturias 2010 reunía un elenco de sabios incuestionable y sus intervenciones en Oviedo levantaban grandes expectativas previas. Expectativas que los laureados no defraudaron, cada uno en su especialidad. El viejo Dacio Gil entresacará las de Zygmunt Bauman, Alain Touraine, Amin Maalouf y Richard Serra. Tambien presenta aspectos trascendentes la intervención se Su Alteza Real, el Príncipe de Asturias.
Zygmunt Bauman enfatizó sobre el conocimiento humano y el diálogo entre los humanos. Invocando a Milan Kundera, expuso con meridiana claridad que “Cervantes envió a Don Quijote a hacer pedazos los velos hechos con remiendos de mitos, máscaras, estereotipos, prejuicios e interpretaciones previas; velos que ocultan el mundo que habitamos y que intentamos comprender. Pero estamos destinados a luchar en vano mientras el velo no se alce o se desgarre.” A Bauman le preocupa la falta de solidez imperante en el mundo y directamente calificó las ideologías como esos “densos velos incapacitadores que hacen que miremos sin llegar a ver”. El bello discurso fue necesariamente corto pero denso y no sólo incita a intentar comprender sino, sobre todo, a pensar.
Hacer pedazos el velo para comprender la vida es el lema cervantino empleado por Bauman para hacernos pensar: «la única cosa que nos queda frente a esa ineludible derrota que se llama vida es intentar comprenderla». El inquieto lector habrá reparado en la belleza del discurso, elevando a Cervantes a la cúspide que se merece. Literaria pero también social. Y ese es un gran mérito añadido.
Alain Touraine, por su parte construyó un discurso muy generoso –por humilde- para no desmerecer a Bauman. Casado con una chilena ha desarrollado una importante labor en Latinoamérica donde es considerado un Dios en el campo de las ciencias sociales enraizadas con la realidad. Por ejemplo en Argentina rara es la buena librería de Buenos Aires, Córdoba o Mendoza que no expone en lugar muy destacado las obras de Touraine o Bauman. Y lo mismo ocurre en las de Montevideo, La Paz o Bogotá. Touraine brillantemente hizo primar su “declaración de amor” por lo hispano y el honor por compartir el premio con Bauman y junto a Maalouf, en detrimento de exponer con claridad su teoría del “nuevo paradigma”, tan aclamada en Latinoamérica. Lástima que el férreo protocolo de la entrega de premios nos haya privado de la exposición cargada de ideas a que acostumbra Touraine, un premiado con muchos méritos contraídos. Y que proclama que en la actualidad la utilización de la razón se encuentra en crisis.
Amin Maalouf se presentó con un breve discurso bello y valiente que, partiendo del reconocimiento que “la reacción espontánea –de hombres y mujeres- es rechazar al otro”, se detiene más adelante en las preguntas esenciales que debe de hacerse todo ser humano sobre de dónde viene, dónde está y hacía dónde se dirige. Preguntas introspectivas coronadas por una más: “¿Cómo convertir los recursos en elementos de libertad y no de servidumbre?"
La cultura es para Maalouf la clave para no continuar descarriando mientras avanzan indefectibles la eliminación de los derechos sociales y el casi inexistente respeto ético. Empleó un diagnóstico que no tiene desperdicio: “Se recroducen las manifestaciones identitarias, violentas en muchas ocasiones, y, en otras muchísimas ocasiones, retrógradas; se debilita la solidaridad entre naciones y dentro de las naciones; pierde fuelle el sueño europeo; se erosionan los valores democráticos; se recurre con excesiva frecuencia a las operaciones militares y los estados de excepción…Abundan los síntomas.”
Maalouf coincide con otros muchos que pensamos igualmente que no tenemos derecho a resignarnos. Y en una entrevista en TVE reconoció que tiene la impresión vergonzante que dentro de unos años los más jóvenes le preguntarán “¿Por qué no hicisteis nada vosotros que aún hubierais podido remediarlo?” Una pregunta –apunta desolado el escritor libanés- que se ha hecho el ser humano siempre después de los grandes retrocesos acontecidos mientras se vivía alegremente y de los que la historia da espeluznante testimonio.
Richard Serra incidió sobre la relación entre el vacío y la materia. Abogó por no condicionar la libertad de valoración de la obra por parte del observador, al que hoy se le hace casi imposible resistirse a su condición de consumidor. Serra mantiene que el arte debe de ser un elemento para la rebelión permanente. Late en él un reproche a la globalización y a la industria cultural y mercantil.
El viejo Dacio Gil se niega a valorar, entre otras cosas porque no ha tenido interés en leerlo, el discurso de don Vicente del Bosque que han recogido íntegro sin excepción todos los periódicos de la capital con todo lujo de fotografías en cuarta, media y página entera. Síntoma evidente de lo que nos sucede y por donde nos vienen conduciendo hasta que claudiquemos.
Lo cierto es que los sabios nos han avisado que nos encontramos en una época similar al hundimiento del imperio austrohúngaro o a la ruptura del equilibrio inestable europeo después de la primera postguerra. Nos han apuntado algunas líneas de esperanza, han intentado ayudarnos, pero los retumbantes ecos futboleros de la prensa, más atenta a los detalles banales que a las esencias, nos han impedido escuchar reposadamente las voces de los sabios. Cobra especial significación en esta cuestión el tebeo oficial del Régimen que, en su diabólica descomposición por apuntalar el ya hundido barco de los gnomos, ha hurtado en su edición del sábado los textos íntegros de los dircursos de los premiados. Dedica apenas una página a noticiar el acto de entrega de los premios. Así, puede afirmarse, verbigracia, que comprar el periódico El Pais de hoy 23 de octubre, como ha hecho el viejo Dacio Gil, es tirar el dinero. Sólo le salva la página de opinión de Slavoj Zizek (p.29), que, curiosamente, se alinea argumentalmente con los cuatro sabios noticiados en la Tribuna Alta Preferencia de hoy. Este tebeo, que se intitula el periódico global español, se pierde en la propaganda del gnomo que copia al gnomo británico y de sus palmeros, que actúan calcando al milímetro el comportamiento de los tercios de "representación" en el Movimiento dentro del Régimen de Franco. ¿Será EL PAIS el Arriba de estos gnomos y gnomas?
Parece que sí. Y así nos luce.
jueves, 21 de octubre de 2010
OFICINA JUDICIAL CHAPUCERA Y CSIC AMENIZADOR DOCENTE: MURCIA COMO PROBETA.
Un viejo compañero experto en arbitraje que hoy reside a la orilla del Mediterráneo –ni Chuli, ni Moli, sino el doble de Parrondo- siempre le ha anotado a este viejo Dacio Gil que si quiere estar informado en una provincia debe inexcusablemente recurrir a la prensa local, pues la nacional se pierde por elevación en artificios que en nada afectan al paisanaje. Lleva razón el compañero experto en cortes de arbitraje en su certera anotación: no hay color en términos de estricta información. La prensa de provincias es sustanciosa, próxima, más humana, y puede decirse que más pegada a la tierra y a la realidad. Sin ir más lejos, en la recientemente próspera región de Murcia, se hace casi imprescindible enterarse de la verdad. La Verdad es un diario denso, pluridimensional y con multitud de cuadernillos monográficos. Como todo hay que decirlo, habrá que indicar que es un diario del grupo vocento pero, como es un periódico que se eleva por encima de la mediocridad reinante, justo es destacarlo como se merece.
En Murcia andan escaldados, como en el resto de las latitudes, con el estado de la Justicia. Consideran que no funciona en absoluto. Que sigue embarrancada en antiguallas formales y papeleo que sólo favorece a los infractores. Hasta los funcionarios de los juzgados se han manifestado ante todos los 17 presidentes de Tribunales Superiores de Justicia autonómicos, reunidos en la ciudad, aireando la chapuza de las nuevas oficinas judiciales que se han implantado deprisa y corriendo para que los políticos puedan aparentar que ese engendro petrificado en el siglo XIX puede ser modernizado. La verdad es que estos políticos tratan de confundir de manera intencionada. Pretenden la semi-privatización y a medio plazo la privatización total del servicio de la justicia (¿o no es consagrar la perversión el cambiar la denominación “jueces sustitutos” por la nueva “jueces territoriales”?) casi de matute, yuxtaponiendo los funcionarios tradicionales, de toda procedencia, cada uno de su padre y de su madre, no vamos a escandalizarnos ahora, pero claramente “a extinguir”, con las incorporaciones multitudinarias de personal de empresas sin vínculo directo público. En la manifestación noticiada parece que acudieron todos los funcionarios de la capital que estaban exonerados de un curso de “migración de procedimientos” ya que al resto el Ministerio les obligó a acudir a esa misma hora al citado cursillo de esa cosa tan rara para el viejo Dacio Gil titulada “migración de procedimientos a los servicios comunes”. Los funcionarios, abrumados por las chapuzas puestas en práctica, claman porque se acabe con las prisas y las irregularidades. Parece que a los funcionarios no se les ha enseñado suficientemente el sistema informático “Minerva”. Como fácilmente puede apreciarse en la experiencia piloto de oficina judicial murciana reina un completo desbarajuste. Pero el ministro continúa hasta que el barco se hunda definitivamente…
Los que conocen la administración sostienen que el Ministerio de Justicia es como una covachuela, con enormes adherencias de siglos pasados (manguitos, quevedos, cartapacios, cesantes, pretendientes…) a la que se tratan de incorporar aparatajes y programas informáticos contratados con empresas externas. ¿Y qué decir de los juzgados realmente existentes? La misma imagen, en algunos casos adecentada por algún edificio municipal curioso. Por descontado que con una inercia de hace dos siglos. Los expertos en organizaciones mantienen que todo intento racionalizador sobre una realidad desbocada en lo irracional tiene consecuencias doblemente irracionales, sin nada positivo que aportar.
Si eso está pasando en una de las experiencias piloto (la otra es Burgos) de modernización de la oficina judicial ¿Qué futuro nos aguarda? Se puede suponer: el caos maquillado de propaganda por los políticos y aireada por la aristoburocracia que siempre saca tajada de cualquier reforma y que espera sacar réditos inmediatos de la puesta en funcionamiento.
Para calentar aún más el ambiente, el decano del Colegio de Abogados de Murcia (don José Muelas), a cuento de un nuevo delito de un presunto pederasta multirreincidente con 7 juicios pendientes por las mismas causas, se preguntaba cómo es posible que un pederasta con tantos antecedentes se pueda encontrar en la calle perpetrando nuevos delitos. Concluye que eso sólo puede ser debido a cuatro problemas gravísimos: 1. O fallan las leyes, 2. O falla el enjuiciamiento laxo de la Ley; 3. O falla la selección y formación de las juezas y jueces; 4. O falla el sistema informático de los antecedentes. No parece ir descaminado el ilustre jefe de los leguleyos murcianos. Así que si falla la oficina judicial (¿será realmente una oficina o una yuxtaposición de contratas varias?) y falla también el trabajo de jueces y juezas, el resultado parece altamente explosivo. Lo grave es que nadie en el Ministerio consultará a los ciudadanos, funcionarios e intermediarios jurídicos murcianos sobre los resultados de la implantación de ese engendro publicitario que parece ser la nueva oficina judicial.
El viejo Dacio Gil se malicia que estos experimentos de oficinas y modernizaciones son un paso más para privatizar definitivamente la justicia, que en plazo más corto que largo terminará siendo impartida por máquinas programadas por empresas externas a las que con facilitarles unos datos escuetos y unas cuantas monedas (el famoso “insert coins”) fallará el caso. Nunca mejor dicho: fallará. No estamos tan lejos de este supuesto y de la extinción del Secretario Judicial y del Juez. El futuro apunta que sólo subsistirán los sindicalistas (que llegarán rápidamente a secretarios y a jueces) y los empleados de las empresas contratadas con el pretexto de la informática. Eso sí, esas empresas, aplicando criterios Excel, fabricarán lustrosas estadísticas y evaluaciones de desempeño judicial. Lo malo es que el justiciable quedará reducido, más o menos, a ser un jugador ocasional de las casas de juego y apuestas, el modelo imperante en esta sociedad casino en la que nos movemos. La apuesta judicial, un nuevo juego. Muy serio para el litigante honesto, pero juego a la postre.
Tiene razón el experto mediterráneo en arbitraje: siempre nos quedará la esperanza de recurrir a las cortes de arbitraje privado que contratarán a los viejos jueces jubilados para darse prestancia pero que serán mantenidas por despachos de abogados encubiertos. Desde luego, don José, hay que tener esperanza, claro que sí. Aunque la carrera de Derecho quedará reducida a una especialidad de la de informática. Desgraciadamente en breve -casi ya hoy argumentar es una labor baldía- no existirá la argumentación ni la dialéctica jurídica que tanto cansa a sus señorías que siempre recurren al “abrevie y vaya terminando el sr. Letrado”.
Y como siempre, se le queda en el tintero al viejo Dacio Gil dar traslado de la alegría de los murcianos por la obtención del certificado de “campus de excelencia” de sus universidades “Mare Nostrum” (Murcia, Cartagena, Lorca) o el alborozo ciudadano porque los científicos del CSIC enseñen –bajo convenio, naturalmente- el programa “El CSIC en la escuela” apoyando a los maestros para… ¡amenizar sus clases! Ahora resulta que los docentes no se valen por sí mismos para amenizar las clases y en vez de recurrir a las escuelas de circo, se recurre al CSIC. ¿Pero no quedamos que la justificación del CSIC era la investigación por encima de la simple docencia? En esta fiebre por validar ese engendro que son las Agencias ¿no se estará fagocitando una de las profesiones más nobles como son los antiguos maestros? Acaso ya no valga la investigación tradicional y sea obligado "venderse al exterior" para apuntalar los convenios de la Agencia. Menuda pena. Que enorme desatino: el investigador quiere impartir docencia y el docente quiere investigar. Nada parece serio en la Casa de Tócame Roque en que estos chicos y chicas del régimen han terminado por convertir a España.
Un mundo de locos éste que nos dejan los gnomos. En breve nos empaparemos en Tony Judt para que estos gnomos no sigan con el engaño y para tratar el usuario de esta Tribuna Alta Preferencia de evitar, en la medida de sus posibilidades, que la muchachada de este régimen siga devastándonos al modo que lo hizo aquel gnomo británico, delirante ejemplo al que viene copiando nuestro gnomo particular hispano acompañado de su cuadrilla de mediocres palmeros agradecidos. Por descontado que la buena prensa local de Murcia no se ha tragado la bacalada de la crisis ministerial como lanzadera de la cruzada socialdemócrata y el rescate del Estado de bienestar con la que pretenden tenernos entretenidos estos gnomos elección tras elección. Y lo han presentado como lo hace la prensa local, para que lo entienda el ciudadano sin hacerle perderse por elevación, que es lo que hacen los voceros nacionales.
En Murcia andan escaldados, como en el resto de las latitudes, con el estado de la Justicia. Consideran que no funciona en absoluto. Que sigue embarrancada en antiguallas formales y papeleo que sólo favorece a los infractores. Hasta los funcionarios de los juzgados se han manifestado ante todos los 17 presidentes de Tribunales Superiores de Justicia autonómicos, reunidos en la ciudad, aireando la chapuza de las nuevas oficinas judiciales que se han implantado deprisa y corriendo para que los políticos puedan aparentar que ese engendro petrificado en el siglo XIX puede ser modernizado. La verdad es que estos políticos tratan de confundir de manera intencionada. Pretenden la semi-privatización y a medio plazo la privatización total del servicio de la justicia (¿o no es consagrar la perversión el cambiar la denominación “jueces sustitutos” por la nueva “jueces territoriales”?) casi de matute, yuxtaponiendo los funcionarios tradicionales, de toda procedencia, cada uno de su padre y de su madre, no vamos a escandalizarnos ahora, pero claramente “a extinguir”, con las incorporaciones multitudinarias de personal de empresas sin vínculo directo público. En la manifestación noticiada parece que acudieron todos los funcionarios de la capital que estaban exonerados de un curso de “migración de procedimientos” ya que al resto el Ministerio les obligó a acudir a esa misma hora al citado cursillo de esa cosa tan rara para el viejo Dacio Gil titulada “migración de procedimientos a los servicios comunes”. Los funcionarios, abrumados por las chapuzas puestas en práctica, claman porque se acabe con las prisas y las irregularidades. Parece que a los funcionarios no se les ha enseñado suficientemente el sistema informático “Minerva”. Como fácilmente puede apreciarse en la experiencia piloto de oficina judicial murciana reina un completo desbarajuste. Pero el ministro continúa hasta que el barco se hunda definitivamente…
Los que conocen la administración sostienen que el Ministerio de Justicia es como una covachuela, con enormes adherencias de siglos pasados (manguitos, quevedos, cartapacios, cesantes, pretendientes…) a la que se tratan de incorporar aparatajes y programas informáticos contratados con empresas externas. ¿Y qué decir de los juzgados realmente existentes? La misma imagen, en algunos casos adecentada por algún edificio municipal curioso. Por descontado que con una inercia de hace dos siglos. Los expertos en organizaciones mantienen que todo intento racionalizador sobre una realidad desbocada en lo irracional tiene consecuencias doblemente irracionales, sin nada positivo que aportar.
Si eso está pasando en una de las experiencias piloto (la otra es Burgos) de modernización de la oficina judicial ¿Qué futuro nos aguarda? Se puede suponer: el caos maquillado de propaganda por los políticos y aireada por la aristoburocracia que siempre saca tajada de cualquier reforma y que espera sacar réditos inmediatos de la puesta en funcionamiento.
Para calentar aún más el ambiente, el decano del Colegio de Abogados de Murcia (don José Muelas), a cuento de un nuevo delito de un presunto pederasta multirreincidente con 7 juicios pendientes por las mismas causas, se preguntaba cómo es posible que un pederasta con tantos antecedentes se pueda encontrar en la calle perpetrando nuevos delitos. Concluye que eso sólo puede ser debido a cuatro problemas gravísimos: 1. O fallan las leyes, 2. O falla el enjuiciamiento laxo de la Ley; 3. O falla la selección y formación de las juezas y jueces; 4. O falla el sistema informático de los antecedentes. No parece ir descaminado el ilustre jefe de los leguleyos murcianos. Así que si falla la oficina judicial (¿será realmente una oficina o una yuxtaposición de contratas varias?) y falla también el trabajo de jueces y juezas, el resultado parece altamente explosivo. Lo grave es que nadie en el Ministerio consultará a los ciudadanos, funcionarios e intermediarios jurídicos murcianos sobre los resultados de la implantación de ese engendro publicitario que parece ser la nueva oficina judicial.
El viejo Dacio Gil se malicia que estos experimentos de oficinas y modernizaciones son un paso más para privatizar definitivamente la justicia, que en plazo más corto que largo terminará siendo impartida por máquinas programadas por empresas externas a las que con facilitarles unos datos escuetos y unas cuantas monedas (el famoso “insert coins”) fallará el caso. Nunca mejor dicho: fallará. No estamos tan lejos de este supuesto y de la extinción del Secretario Judicial y del Juez. El futuro apunta que sólo subsistirán los sindicalistas (que llegarán rápidamente a secretarios y a jueces) y los empleados de las empresas contratadas con el pretexto de la informática. Eso sí, esas empresas, aplicando criterios Excel, fabricarán lustrosas estadísticas y evaluaciones de desempeño judicial. Lo malo es que el justiciable quedará reducido, más o menos, a ser un jugador ocasional de las casas de juego y apuestas, el modelo imperante en esta sociedad casino en la que nos movemos. La apuesta judicial, un nuevo juego. Muy serio para el litigante honesto, pero juego a la postre.
Tiene razón el experto mediterráneo en arbitraje: siempre nos quedará la esperanza de recurrir a las cortes de arbitraje privado que contratarán a los viejos jueces jubilados para darse prestancia pero que serán mantenidas por despachos de abogados encubiertos. Desde luego, don José, hay que tener esperanza, claro que sí. Aunque la carrera de Derecho quedará reducida a una especialidad de la de informática. Desgraciadamente en breve -casi ya hoy argumentar es una labor baldía- no existirá la argumentación ni la dialéctica jurídica que tanto cansa a sus señorías que siempre recurren al “abrevie y vaya terminando el sr. Letrado”.
Y como siempre, se le queda en el tintero al viejo Dacio Gil dar traslado de la alegría de los murcianos por la obtención del certificado de “campus de excelencia” de sus universidades “Mare Nostrum” (Murcia, Cartagena, Lorca) o el alborozo ciudadano porque los científicos del CSIC enseñen –bajo convenio, naturalmente- el programa “El CSIC en la escuela” apoyando a los maestros para… ¡amenizar sus clases! Ahora resulta que los docentes no se valen por sí mismos para amenizar las clases y en vez de recurrir a las escuelas de circo, se recurre al CSIC. ¿Pero no quedamos que la justificación del CSIC era la investigación por encima de la simple docencia? En esta fiebre por validar ese engendro que son las Agencias ¿no se estará fagocitando una de las profesiones más nobles como son los antiguos maestros? Acaso ya no valga la investigación tradicional y sea obligado "venderse al exterior" para apuntalar los convenios de la Agencia. Menuda pena. Que enorme desatino: el investigador quiere impartir docencia y el docente quiere investigar. Nada parece serio en la Casa de Tócame Roque en que estos chicos y chicas del régimen han terminado por convertir a España.
Un mundo de locos éste que nos dejan los gnomos. En breve nos empaparemos en Tony Judt para que estos gnomos no sigan con el engaño y para tratar el usuario de esta Tribuna Alta Preferencia de evitar, en la medida de sus posibilidades, que la muchachada de este régimen siga devastándonos al modo que lo hizo aquel gnomo británico, delirante ejemplo al que viene copiando nuestro gnomo particular hispano acompañado de su cuadrilla de mediocres palmeros agradecidos. Por descontado que la buena prensa local de Murcia no se ha tragado la bacalada de la crisis ministerial como lanzadera de la cruzada socialdemócrata y el rescate del Estado de bienestar con la que pretenden tenernos entretenidos estos gnomos elección tras elección. Y lo han presentado como lo hace la prensa local, para que lo entienda el ciudadano sin hacerle perderse por elevación, que es lo que hacen los voceros nacionales.
martes, 19 de octubre de 2010
CUMPLIMIENTO DE LA LEY: LAPIDACIONES AQUÍ, ALLÁ Y ACULLÁ.
En su obligada convalecencia, se ha encontrado el viejo Dacio Gil con otra situación (esta vez cinematográfica) de violencia institucional e injusticia institucionalizada. Verdaderamente le persigue esta manifestación de la violencia que no distingue culturas, países y civilizaciones. Se trata de una violencia que cambia de ropajes pero es el mismo mecanismo de agresión. Acaso se hace más sofisticada en los países y civilizaciones que se intitulan más desarrollados y garantistas, que al no contemplar, ni por asomo, la posibilidad genérica de errores judiciales en cadena consagran la más impune violencia. Parecería como si el intento de distinguir la violencia institucional y la subsiguiente injusticia institucionalizada en medios civilizatorios aparentemente tan dispares cono España o Guatemala, Estados Unidos o Irán fuese tarea de eruditos académicos alejados de la cruda realidad.
Los juristas de todo lugar se empeñan en destacar las peculiaridades de su sistema cultural de garantías procesales. Hace ya algunos años el agudo jurista Mario Losano, antes de dedicarse a la informática jurídica que viene a ser un compendio de todos los sistemas jurídicos devenidos en nada, vino a destacar las pocas diferencias existentes entre el Common Law, el orden jurídico romano-germánico, el derecho de raíz napoleónica o la justicia del Cadí dentro del derecho islámico. Otro insigne jurista como Francesco Galgano vino a corroborarlo con su “Atlas” que marcaba algunas diferencias culturales dentro de un tronco evidentemente común. Hoy en el contexto globalizado imperante, sólo los ingenuos, los desinformados o los anacrónicos pueden mantener la existencia de diferencias esenciales entre los sistemas jurídicos estrictamente instrumentales: existen sólo diferencias de matíz en el ejercicio del poder, que ha quedado reducido hoy a la desnuda modulación de la angustia (Z. Bauman) o la aplicación selectivamente arbitraria de la vigilancia y los castigos (M. Foucault, A. Mattelart).
Viene todo lo anterior a cuento porque la amorosa cuidadora del viejo Dacio Gil ha intentado distraer su convalecencia trasladándole a visionar varios estrenos cinematográficos: Lope; Amador y la verdad de Soraya M. Ambos tres filmes contienen algún grado de violencia institucional o extorsión social aceptadas y asumidas grupalmente. O, al menos, esa ha sido la impresión sacada por este improvisado y diletante crítico cinematográfico.
Lope es una coproducción predominantemente hispana cuya nota principal podría ser el enredo o el embrollo. Intenta comprimir la vida del “Fénix de los Ingenios” en unos cuantos lances amorosos y profesionales. Se tiene la impresión de estar ante un apresurado producto de campaña de merchandising (resulta inaudita la comercialización de un libro sobre la película y no del libro en el que se basaría el guión de la película) en el que sobresalen algunos actores (especialmente Juan Diego en el papel de Jerónimo Velazquez) y algunos escenarios naturales. El viejo Dacio Gil salió de la sala realmente insatisfecho con esta película.
Acudió a ver Amador atraído por el impacto del director de Los lunes al sol y lo rabiosamente actual del tema elegido, con todos los componentes para ser un peliculón: atractivo indígena de la protagonista Magaly Solier tras su innegable brillo en la teta asustada, deshumanización social, peculiaridades del sector económico informal, estructura social de la población inmigrante, dramática cesura de la dependencia en un mundo escindido, afrontamiento cultural de la vida y la muerte etc., etc., etc. Sin embargo, por razones inexplicables dados sus ingredientes, la película se malogra en un muy amplio vacío intermedio muy poco verosímil en sus pinceladas de comicidad forzada. El viejo Dacio Gil entiende que habiendo podido ser la gran película española del año por los elementos elegidos, se pierde en el engarce de sus piezas y sus tempos. Precisamente en el engarce, que es una de las líneas maestras del film. Perfectamente ideada, se pierde en su puesta en escena con un vacío intermedio muy difícil de justificar. Globalmente considerada, la película resulta notable pero el largo paréntesis en que la tensión decae parece frustrar una mejor valoración de una obra que reunía todos los elementos para haber podido impresionar con facilidad. Posiblemente porque después de Los lunes al sol, Fernando León de Aranoa sea para sí mismo un malogrado en el sentido dado por Thomas Bernhard en la novela corta del mismo nombre. León de Aranoa en la dirección y la propia sociedad española cabalmente radiografiada resultan malogrados como consecuencia de la existencia de un vano de tensión.
Y en el contexto imperante de corredores de la muerte; ejecuciones en el Estado de Utah; ingentes errores y negligencias judiciales en todo el mundo; cosificaciones y vidas desperdiciadas por el imparable delirio económico que nos domina; fortunas secretas millonarias en el exterior de dirigentes políticos y religiosos (en Irán y en otras latitudes), y las lapidaciones reales o metafóricas diseminadas por todo el universo, la película La verdad de Soraya M. (basada en el libro de Freidoune Sahebjam) del director norteamericano Cyrus Nowrastheh, que llega a España con dos años de retraso, es todo un acontecimiento.
En trazos muy generales La verdad de Soraya M. es, por supuesto, una denuncia de un sistema cultural incomprensible en el que la mujer es bochornosamente considerada sólo un poco por encima de un semoviente. Es además el reflejo de una conspiración institucional contra una víctima inocente bajo el paraguas de un sedicente sistema jurídico esencialmente corrupto y legalmente injusto en su propia esencia. Como se trata de unos hechos reales, la película sobrecoge en su temática e impacta por el altísimo nivel de todos sus componentes: temática, fotografía, actores, música, tensión del relato, mantenimiento de la atención del espectador. Todo en la película es importante y no desentona detalle alguno. Shohren Aghdashloo (Zahra) literalmente se sale de la pantalla, así como Mozhan Marnò en el papel de Soraya, y en absoluto desentonan los actores que representan al marido corrupto, venal y mujeriego, al Ulema, al Caid o al pobre viudo padre de un hijo deficiente que resulta esencial como testigo de cargo. Todos brillan, como brillan los niños y demás personajes secundarios, incluido quien hace el papel del periodista Freidoune Sahebjam.
Ni siquiera la dureza explícita de la lapidación desentona: resulta necesaria como también lo es la irrupción de la troupe de cómicos en la fiesta subsiguiente.
El viejo Dacio Gil verdaderamente se estremeció con esta película. Si no fuera plasmación fidedigna de lo historicamente acontecido se podría decir que es una metáfora general de la violencia institucional teñida de corrupción bajo una simple apariencia de sistema de garantías. Toca Irán porque fue allí donde acontecieron los hechos, pero mutatis mutandis sería aplicable a cualquier país o “civilización” pretendidamente desarrollada. Inevitablemente está presente el caso de Sakineh Mohamadi Ashtiani y la terminación de los amores irregulares a pedradas, pero las reflexiones que la película suscita no concluyen ahí.
El tema del adulterio en el Islam y más en concreto en Irán –pero no sólo en el Islam; y no sólo el adulterio- y los simulacros en los que se ve involucrado todo un pueblo recuerdan los juicios-espectáculo de los totalitarismos pasados, presentes y rabiosamente actuales. Uno sale conmocionado de la sala de proyección pero con sus convicciones mucho más arraigadas que antes. Parece impensable e inverosímil que un padre y unos hijos arrastrados por todo un sistema social puedan inferir un daño tan cruel y gratuito a su propia hija y madre, por ende absolutamente inocente. El Poder y el dinero desgraciadamente lo pueden todo y cada vez con más frecuencia: una corrupción también explícita en esta magnífica película.
La cartelera no presenta muchas posibilidades para reflexionar y para poder sacudir nuestra acomodada conciencia. La verdad de Soraya M. es una magnífica ocasión que no debería desaprovecharse. Incluso la idea de los pretendidos choque o alianza de civilizaciones saltará por los aires de la conciencia del espectador. Sin demora ya, deberíamos alejarnos de esas alimañas con rostro humano en los que nos estamos convirtiendo bien por acción, bien por omisión. O acaso que nunca hemos dejado de ser. Para descrédito del llamado proceso civilizatorio y sus sedicentes sistemas de garantías jurídicas, mera liturgia cada vez más hueca.
Los juristas de todo lugar se empeñan en destacar las peculiaridades de su sistema cultural de garantías procesales. Hace ya algunos años el agudo jurista Mario Losano, antes de dedicarse a la informática jurídica que viene a ser un compendio de todos los sistemas jurídicos devenidos en nada, vino a destacar las pocas diferencias existentes entre el Common Law, el orden jurídico romano-germánico, el derecho de raíz napoleónica o la justicia del Cadí dentro del derecho islámico. Otro insigne jurista como Francesco Galgano vino a corroborarlo con su “Atlas” que marcaba algunas diferencias culturales dentro de un tronco evidentemente común. Hoy en el contexto globalizado imperante, sólo los ingenuos, los desinformados o los anacrónicos pueden mantener la existencia de diferencias esenciales entre los sistemas jurídicos estrictamente instrumentales: existen sólo diferencias de matíz en el ejercicio del poder, que ha quedado reducido hoy a la desnuda modulación de la angustia (Z. Bauman) o la aplicación selectivamente arbitraria de la vigilancia y los castigos (M. Foucault, A. Mattelart).
Viene todo lo anterior a cuento porque la amorosa cuidadora del viejo Dacio Gil ha intentado distraer su convalecencia trasladándole a visionar varios estrenos cinematográficos: Lope; Amador y la verdad de Soraya M. Ambos tres filmes contienen algún grado de violencia institucional o extorsión social aceptadas y asumidas grupalmente. O, al menos, esa ha sido la impresión sacada por este improvisado y diletante crítico cinematográfico.
Lope es una coproducción predominantemente hispana cuya nota principal podría ser el enredo o el embrollo. Intenta comprimir la vida del “Fénix de los Ingenios” en unos cuantos lances amorosos y profesionales. Se tiene la impresión de estar ante un apresurado producto de campaña de merchandising (resulta inaudita la comercialización de un libro sobre la película y no del libro en el que se basaría el guión de la película) en el que sobresalen algunos actores (especialmente Juan Diego en el papel de Jerónimo Velazquez) y algunos escenarios naturales. El viejo Dacio Gil salió de la sala realmente insatisfecho con esta película.
Acudió a ver Amador atraído por el impacto del director de Los lunes al sol y lo rabiosamente actual del tema elegido, con todos los componentes para ser un peliculón: atractivo indígena de la protagonista Magaly Solier tras su innegable brillo en la teta asustada, deshumanización social, peculiaridades del sector económico informal, estructura social de la población inmigrante, dramática cesura de la dependencia en un mundo escindido, afrontamiento cultural de la vida y la muerte etc., etc., etc. Sin embargo, por razones inexplicables dados sus ingredientes, la película se malogra en un muy amplio vacío intermedio muy poco verosímil en sus pinceladas de comicidad forzada. El viejo Dacio Gil entiende que habiendo podido ser la gran película española del año por los elementos elegidos, se pierde en el engarce de sus piezas y sus tempos. Precisamente en el engarce, que es una de las líneas maestras del film. Perfectamente ideada, se pierde en su puesta en escena con un vacío intermedio muy difícil de justificar. Globalmente considerada, la película resulta notable pero el largo paréntesis en que la tensión decae parece frustrar una mejor valoración de una obra que reunía todos los elementos para haber podido impresionar con facilidad. Posiblemente porque después de Los lunes al sol, Fernando León de Aranoa sea para sí mismo un malogrado en el sentido dado por Thomas Bernhard en la novela corta del mismo nombre. León de Aranoa en la dirección y la propia sociedad española cabalmente radiografiada resultan malogrados como consecuencia de la existencia de un vano de tensión.
Y en el contexto imperante de corredores de la muerte; ejecuciones en el Estado de Utah; ingentes errores y negligencias judiciales en todo el mundo; cosificaciones y vidas desperdiciadas por el imparable delirio económico que nos domina; fortunas secretas millonarias en el exterior de dirigentes políticos y religiosos (en Irán y en otras latitudes), y las lapidaciones reales o metafóricas diseminadas por todo el universo, la película La verdad de Soraya M. (basada en el libro de Freidoune Sahebjam) del director norteamericano Cyrus Nowrastheh, que llega a España con dos años de retraso, es todo un acontecimiento.
En trazos muy generales La verdad de Soraya M. es, por supuesto, una denuncia de un sistema cultural incomprensible en el que la mujer es bochornosamente considerada sólo un poco por encima de un semoviente. Es además el reflejo de una conspiración institucional contra una víctima inocente bajo el paraguas de un sedicente sistema jurídico esencialmente corrupto y legalmente injusto en su propia esencia. Como se trata de unos hechos reales, la película sobrecoge en su temática e impacta por el altísimo nivel de todos sus componentes: temática, fotografía, actores, música, tensión del relato, mantenimiento de la atención del espectador. Todo en la película es importante y no desentona detalle alguno. Shohren Aghdashloo (Zahra) literalmente se sale de la pantalla, así como Mozhan Marnò en el papel de Soraya, y en absoluto desentonan los actores que representan al marido corrupto, venal y mujeriego, al Ulema, al Caid o al pobre viudo padre de un hijo deficiente que resulta esencial como testigo de cargo. Todos brillan, como brillan los niños y demás personajes secundarios, incluido quien hace el papel del periodista Freidoune Sahebjam.
Ni siquiera la dureza explícita de la lapidación desentona: resulta necesaria como también lo es la irrupción de la troupe de cómicos en la fiesta subsiguiente.
El viejo Dacio Gil verdaderamente se estremeció con esta película. Si no fuera plasmación fidedigna de lo historicamente acontecido se podría decir que es una metáfora general de la violencia institucional teñida de corrupción bajo una simple apariencia de sistema de garantías. Toca Irán porque fue allí donde acontecieron los hechos, pero mutatis mutandis sería aplicable a cualquier país o “civilización” pretendidamente desarrollada. Inevitablemente está presente el caso de Sakineh Mohamadi Ashtiani y la terminación de los amores irregulares a pedradas, pero las reflexiones que la película suscita no concluyen ahí.
El tema del adulterio en el Islam y más en concreto en Irán –pero no sólo en el Islam; y no sólo el adulterio- y los simulacros en los que se ve involucrado todo un pueblo recuerdan los juicios-espectáculo de los totalitarismos pasados, presentes y rabiosamente actuales. Uno sale conmocionado de la sala de proyección pero con sus convicciones mucho más arraigadas que antes. Parece impensable e inverosímil que un padre y unos hijos arrastrados por todo un sistema social puedan inferir un daño tan cruel y gratuito a su propia hija y madre, por ende absolutamente inocente. El Poder y el dinero desgraciadamente lo pueden todo y cada vez con más frecuencia: una corrupción también explícita en esta magnífica película.
La cartelera no presenta muchas posibilidades para reflexionar y para poder sacudir nuestra acomodada conciencia. La verdad de Soraya M. es una magnífica ocasión que no debería desaprovecharse. Incluso la idea de los pretendidos choque o alianza de civilizaciones saltará por los aires de la conciencia del espectador. Sin demora ya, deberíamos alejarnos de esas alimañas con rostro humano en los que nos estamos convirtiendo bien por acción, bien por omisión. O acaso que nunca hemos dejado de ser. Para descrédito del llamado proceso civilizatorio y sus sedicentes sistemas de garantías jurídicas, mera liturgia cada vez más hueca.
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