martes, 26 de octubre de 2010

EL FISCAL DON CARLOS CASTRESANA: "EXCUSATIO NON PETITA..."

Por su propia edad y por ser desde hace demasiado tiempo un muerto civil por Mobbing en el Poder Público Estatal (amparado con su indiferencia o su connivencia por los magistrados especialistas de lo contencioso-administrativo), el viejo Dacio Gil no debería de extrañarse ya por lo que viene aconteciendo en la prensa de este país llamado España. Pero, dado que acontece, habrá que denunciarlo por puro compromiso ético.

El periódico cabecera periodística de los diarios del Movimiento, insertaba en las páginas centrales de la edición del domingo 24, a doble página y con generosos reclamos iconográficos, una entrevista con don Carlos Castresana, presentado por el entrevistador (Jesús Duva) como un auténtico Jesucristo perseguido por los malvados que manipulan a todo un pueblo. La verdad es que la lectura de la entrevista presenta a una especie de hombre-Dios que hubiese tratado de luchar, prácticamente sólo, contra la impunidad imperante en Guatemala desde hace demasiados años ya. Y hubiese sufrido un auténtico calvario.

El viejo Dacio Gil viene preocupándose de la impunidad guatemalteca desde sus años juveniles en los que pugnaba por aportar su granito de arena para la consolidación de un derecho público que estuviera a la altura del constitucionalmente proclamado Estado Social y Democrático de Derecho. En esos años coincidió en un curso bianual de especialización en Derechos Humanos con un miembro de la Corte de Constitucionalidad de aquel país centroamericano que había logrado sobrevivir al asalto militar a la sede del Alto Tribunal en la Ciudad de Guatemala cuando aquel golpe militar de 1982. De aquellos días data la sensibilidad del usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia por Guatemala. Conoce, pues, en la medida de sus posibilidades, una violencia institucional aberrante que se mantiene estructural por muchos años en aquel país ante la indiferencia de la sociadad internacional y, en especial, de los agentes de los EEUU con grandes interesese en la zona.

La situación personal de este viejo Dacio Gil y su ausencia de compromisos, sinecuras y momios, le permite desvelar las medias verdades mediáticas y las artimañas de los persuasores ocultos para canonizar a nuevos Santos Civiles hasta este momento desconocidos en el santoral por el común de los ciudadanos. Ese ciudadano común, cuando haya leído a grandes caracteres “Había una trama para matarme en Guatemala” y una entradilla de este tenor: “El fiscal Carlos Castresana, pionero contra la corrupción en España y azote de Pinochet, ha vuelto a España después de tres años de comisionado de la ONU contra la impunidad en Guatemala. En esta entrevista relata su lucha en aquel país y la brutal campaña de acoso a la que fue sometido.” se habrá inquietado en grado sumo. Sólo con esa lectura el desprevenido lector creerá haber tenido la aparición de un Santo perseguido por los malignos por su denodada dedicación a los demás, jugándose la propia vida a pecho descubierto por defender su fe en la transparencia política y contra la corrupción. Y, hombre sí, algo ha hecho, por supuesto,…¡pero no tanto ni tan altruista como nos presentan de consuno entrevistador y entrevistado!

La entrevista parece tener gato encerrado pues semeja el lanzamiento de una nueva estrella para el cartel electoral de los tercios de representación del Movimiento, remedando a aquel juez estrella jienense en aquellas otras elecciones ya pasadas. De la forma que es presentado el ex Comisionado de CICIG (aristoburocracia internacional de la ONU con funcionalidad poco más que cosmética como cabe suponer de grado, aunque matizable de buena fe) por el periodista de EL PAIS es imposible dudar de sus condiciones sobrenaturales y su bragado talante ante la constante agresión de supermalvados por la defensa irrestricta y temeraria de los desprotegidos y por su profesión de fe en la limpieza institucional y contra la corrupción política.
Lo de los malvados en Guatemala es cierto –y, además para empeorarlo, todo quisque va armado con armamento norteamericano- pero a juicio de este viejo Dacio Gil la labor del señor Castresana ha sido más que modesta de como se presenta, podría decirse que casi testimonial en un contexto hermético y sumamente renuente. En esta Tribuna Alta Preferencia no caben afirmaciones gratuitas y cuando se afirma existen argumentos y razones para ello. Lo haremos fijándonos sólo en un detalle significativo, analizando el texto insertado en el nuevo Arriba (pp 6 y 7 del cuadernillo central): El periodista incide por dos veces en el tema de su supuesta amante (que el imputado se apresta raudo a desmentir con el argumento de los 16 escoltas y la ausencia de vida privada)…pero mantiene un silencio sepulcral extraño -y acaso pleno de significado- sobre el caso del asesinato impune de Khalil Musa y su hija Marjorie, además de cautelosamente ni siquiera mentar el “suicidio ejecutado por otros” del letrado Rodrigo Rosenberg Marzano que con el tiempo -cuando lleguen las desclasificaciones de documentos- se estudiará en las universidades como ejemplo de lo más negro de la tétrica Razón de Estado. Desgraciadamante hay que decir que el hombre-Dios Carlos Castresana jugó un limitado y vergonzante papel secundario en la resolución televisiva melodramática de esta oscurísimo asunto en el que llegó a intervenir la propia CIA para "ordenar" el flujo informativo y la novelesca y chapucera conclusión jurídico-policial o policial-jurídica. Binomio que, aplicado a Guatemala, es aludir a la nada, cuando no a la pura corrupción institucional en un mundo de ciudadanos cosificados.

El viejo Dacio Gil, por su edad y trayectoria, se niega ya a tragar bacaladas, por el simple imperativo personal de intentar que resplandezca la verdad y no la media verdad. La entrevista no miente sobre la realidad extremadamente violenta de Guatemala, pero no dice toda la verdad. En absoluto. El aparente lanzamiento de una nueva estrella electoral por la prensa del Movimiento parecería haber obligado a orillar los asuntos vidriosos –aunque verdaderamente trascendentes- en beneficio de un perfil pluscuampefecto de santoral canónico ortodoxo del entrevistado candidatable electoral o estandarte compañero de viaje en los comicios.

Que el inquieto lector –si es que hubiere lector- indague por su cuenta en la labor desarrollada por la ONU en Guatemala y, de regreso, siga la pista a la labor efectivamente desampeñada por el funcionario fiscal español Carlos Castresana, que, de momento, debe a sus 16 escoltas, el poder contarlo y también contar lo que aporte algo a sus intereses (al menos económicos y culturales, pero no sólo esos) sin desmerecer su imagen. Una vez indagado, estará en disposición el curioso lector de elucidar la verdad a su alcance (los secretos de Estado se tragan muchas verdades, incluso en Guatemala y en España).

El viejo Dacio Gil en modo alguno pretende denostar al fiscal Castresana pues su labor está ahí, pero se niega a aceptar comidas de coco mediáticas interesadas. Hay mucha gente que, incluso en España, ha sufrido la “muerte civil” inferida por los Poderes Públicos ante la indiferencia del sedicente sistema jurídico de garantías -incluido el Ministerio Fiscal, con nombres y apellidos- y las víctimas no se cuelgan ninguna aureola angélica; antes al contrario, muchos callan, por temor a las nuevas represalias, la vileza imperante en las instituciones públicas. Muerte civil que no mera hipótesis, como la que nos trata de contar el periodista Jesús Duva, mientras va meneando de forma pausada pero constante el botafumeiro purificador ante las mismas narices del funcionario fiscal entrevistado.

En el delirio en el que se empeña en despeñarse el nuevo Arriba, sólo faltaría ya que un día terminasen pidiendo que el gnomo aniquilador del sistema de garantía y de derechos inalienables (Judt dixit) aparezca bajo palio en los actos religiosos oficiales.

En Guatemala ciertamente imperó, impera y seguirá imperando la impunidad más absoluta, y en ese contexto desafortunadamente el Comisionado CICIG español poco ha podido hacer para cortar tan lamentable lacra, pero ahora tiene don Carlos Castresana una oportunidad real de oro para validar toda la aparente hagiografía presentada por el periodista Jesús Duva para poder perseguir con su caballo blanco la cada vez mayor violencia institucional en el seno del Poder Público Estatal Español que se tiene cobrados ya varios muertos civiles ante la clamorosa indiferencia general de los encargados de combatirla. Eso que el viejo Dacio Gil viene llamando en esta Tribuna impunidad guatemalteca en la España del siglo XXI.

Resumamos: Don Carlos Castresana valioso sí, pero mártir y santo ya es dudoso. Nueva estrella electoral es más que probable que se intente que sea, en un país en que la prensa libre, independiente y seria ya no existe.
Todo lo demás es música celestial interesada.

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