Un viejo compañero experto en arbitraje que hoy reside a la orilla del Mediterráneo –ni Chuli, ni Moli, sino el doble de Parrondo- siempre le ha anotado a este viejo Dacio Gil que si quiere estar informado en una provincia debe inexcusablemente recurrir a la prensa local, pues la nacional se pierde por elevación en artificios que en nada afectan al paisanaje. Lleva razón el compañero experto en cortes de arbitraje en su certera anotación: no hay color en términos de estricta información. La prensa de provincias es sustanciosa, próxima, más humana, y puede decirse que más pegada a la tierra y a la realidad. Sin ir más lejos, en la recientemente próspera región de Murcia, se hace casi imprescindible enterarse de la verdad. La Verdad es un diario denso, pluridimensional y con multitud de cuadernillos monográficos. Como todo hay que decirlo, habrá que indicar que es un diario del grupo vocento pero, como es un periódico que se eleva por encima de la mediocridad reinante, justo es destacarlo como se merece.
En Murcia andan escaldados, como en el resto de las latitudes, con el estado de la Justicia. Consideran que no funciona en absoluto. Que sigue embarrancada en antiguallas formales y papeleo que sólo favorece a los infractores. Hasta los funcionarios de los juzgados se han manifestado ante todos los 17 presidentes de Tribunales Superiores de Justicia autonómicos, reunidos en la ciudad, aireando la chapuza de las nuevas oficinas judiciales que se han implantado deprisa y corriendo para que los políticos puedan aparentar que ese engendro petrificado en el siglo XIX puede ser modernizado. La verdad es que estos políticos tratan de confundir de manera intencionada. Pretenden la semi-privatización y a medio plazo la privatización total del servicio de la justicia (¿o no es consagrar la perversión el cambiar la denominación “jueces sustitutos” por la nueva “jueces territoriales”?) casi de matute, yuxtaponiendo los funcionarios tradicionales, de toda procedencia, cada uno de su padre y de su madre, no vamos a escandalizarnos ahora, pero claramente “a extinguir”, con las incorporaciones multitudinarias de personal de empresas sin vínculo directo público. En la manifestación noticiada parece que acudieron todos los funcionarios de la capital que estaban exonerados de un curso de “migración de procedimientos” ya que al resto el Ministerio les obligó a acudir a esa misma hora al citado cursillo de esa cosa tan rara para el viejo Dacio Gil titulada “migración de procedimientos a los servicios comunes”. Los funcionarios, abrumados por las chapuzas puestas en práctica, claman porque se acabe con las prisas y las irregularidades. Parece que a los funcionarios no se les ha enseñado suficientemente el sistema informático “Minerva”. Como fácilmente puede apreciarse en la experiencia piloto de oficina judicial murciana reina un completo desbarajuste. Pero el ministro continúa hasta que el barco se hunda definitivamente…
Los que conocen la administración sostienen que el Ministerio de Justicia es como una covachuela, con enormes adherencias de siglos pasados (manguitos, quevedos, cartapacios, cesantes, pretendientes…) a la que se tratan de incorporar aparatajes y programas informáticos contratados con empresas externas. ¿Y qué decir de los juzgados realmente existentes? La misma imagen, en algunos casos adecentada por algún edificio municipal curioso. Por descontado que con una inercia de hace dos siglos. Los expertos en organizaciones mantienen que todo intento racionalizador sobre una realidad desbocada en lo irracional tiene consecuencias doblemente irracionales, sin nada positivo que aportar.
Si eso está pasando en una de las experiencias piloto (la otra es Burgos) de modernización de la oficina judicial ¿Qué futuro nos aguarda? Se puede suponer: el caos maquillado de propaganda por los políticos y aireada por la aristoburocracia que siempre saca tajada de cualquier reforma y que espera sacar réditos inmediatos de la puesta en funcionamiento.
Para calentar aún más el ambiente, el decano del Colegio de Abogados de Murcia (don José Muelas), a cuento de un nuevo delito de un presunto pederasta multirreincidente con 7 juicios pendientes por las mismas causas, se preguntaba cómo es posible que un pederasta con tantos antecedentes se pueda encontrar en la calle perpetrando nuevos delitos. Concluye que eso sólo puede ser debido a cuatro problemas gravísimos: 1. O fallan las leyes, 2. O falla el enjuiciamiento laxo de la Ley; 3. O falla la selección y formación de las juezas y jueces; 4. O falla el sistema informático de los antecedentes. No parece ir descaminado el ilustre jefe de los leguleyos murcianos. Así que si falla la oficina judicial (¿será realmente una oficina o una yuxtaposición de contratas varias?) y falla también el trabajo de jueces y juezas, el resultado parece altamente explosivo. Lo grave es que nadie en el Ministerio consultará a los ciudadanos, funcionarios e intermediarios jurídicos murcianos sobre los resultados de la implantación de ese engendro publicitario que parece ser la nueva oficina judicial.
El viejo Dacio Gil se malicia que estos experimentos de oficinas y modernizaciones son un paso más para privatizar definitivamente la justicia, que en plazo más corto que largo terminará siendo impartida por máquinas programadas por empresas externas a las que con facilitarles unos datos escuetos y unas cuantas monedas (el famoso “insert coins”) fallará el caso. Nunca mejor dicho: fallará. No estamos tan lejos de este supuesto y de la extinción del Secretario Judicial y del Juez. El futuro apunta que sólo subsistirán los sindicalistas (que llegarán rápidamente a secretarios y a jueces) y los empleados de las empresas contratadas con el pretexto de la informática. Eso sí, esas empresas, aplicando criterios Excel, fabricarán lustrosas estadísticas y evaluaciones de desempeño judicial. Lo malo es que el justiciable quedará reducido, más o menos, a ser un jugador ocasional de las casas de juego y apuestas, el modelo imperante en esta sociedad casino en la que nos movemos. La apuesta judicial, un nuevo juego. Muy serio para el litigante honesto, pero juego a la postre.
Tiene razón el experto mediterráneo en arbitraje: siempre nos quedará la esperanza de recurrir a las cortes de arbitraje privado que contratarán a los viejos jueces jubilados para darse prestancia pero que serán mantenidas por despachos de abogados encubiertos. Desde luego, don José, hay que tener esperanza, claro que sí. Aunque la carrera de Derecho quedará reducida a una especialidad de la de informática. Desgraciadamente en breve -casi ya hoy argumentar es una labor baldía- no existirá la argumentación ni la dialéctica jurídica que tanto cansa a sus señorías que siempre recurren al “abrevie y vaya terminando el sr. Letrado”.
Y como siempre, se le queda en el tintero al viejo Dacio Gil dar traslado de la alegría de los murcianos por la obtención del certificado de “campus de excelencia” de sus universidades “Mare Nostrum” (Murcia, Cartagena, Lorca) o el alborozo ciudadano porque los científicos del CSIC enseñen –bajo convenio, naturalmente- el programa “El CSIC en la escuela” apoyando a los maestros para… ¡amenizar sus clases! Ahora resulta que los docentes no se valen por sí mismos para amenizar las clases y en vez de recurrir a las escuelas de circo, se recurre al CSIC. ¿Pero no quedamos que la justificación del CSIC era la investigación por encima de la simple docencia? En esta fiebre por validar ese engendro que son las Agencias ¿no se estará fagocitando una de las profesiones más nobles como son los antiguos maestros? Acaso ya no valga la investigación tradicional y sea obligado "venderse al exterior" para apuntalar los convenios de la Agencia. Menuda pena. Que enorme desatino: el investigador quiere impartir docencia y el docente quiere investigar. Nada parece serio en la Casa de Tócame Roque en que estos chicos y chicas del régimen han terminado por convertir a España.
Un mundo de locos éste que nos dejan los gnomos. En breve nos empaparemos en Tony Judt para que estos gnomos no sigan con el engaño y para tratar el usuario de esta Tribuna Alta Preferencia de evitar, en la medida de sus posibilidades, que la muchachada de este régimen siga devastándonos al modo que lo hizo aquel gnomo británico, delirante ejemplo al que viene copiando nuestro gnomo particular hispano acompañado de su cuadrilla de mediocres palmeros agradecidos. Por descontado que la buena prensa local de Murcia no se ha tragado la bacalada de la crisis ministerial como lanzadera de la cruzada socialdemócrata y el rescate del Estado de bienestar con la que pretenden tenernos entretenidos estos gnomos elección tras elección. Y lo han presentado como lo hace la prensa local, para que lo entienda el ciudadano sin hacerle perderse por elevación, que es lo que hacen los voceros nacionales.
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