jueves, 23 de diciembre de 2010

"NO SOY EL PRESIDENTE DE CASI NINGÚN ESPAÑOL."

El viejo Dacio Gil se encuentra raro en los tiempos que corren, como desagregado. Pareciera que todo lo asimilado hasta ahora para defenderse en esta vida se hubiera astillado por varios sitios. Si no irrazonable o casi irracional, si todo parece carente de legitimidad: como si hubiera que hacer rápido toda suerte de violaciones para hacer caja pues esto se acabara. No hay sector que se salve de esta dinámica perversa mientras el “ciudadano mediano” (el gráfico palabro inventado por los manipuladores electorales engalanados con los finos ternos al uso de los científicos sociales) parece querer esconderse recitando el “virgencita, virgencita, que me quede como estoy”.

En una desesperada tentativa por intentar comprender, el usufructuario terapéutico de esta Tribuna Alta Preferencia cada vez se rodea de más libros, alguno –o bastantes- de los cuales ya no serán leídos en el decurso humano vital que le pueda restar a este viejo Gil. Escéptico en alto grado, ha llegado a la firme convicción de que de poco sirve ya intentar comprender en el imperio de hacer y luego, si acaso, justificar. La prensa ya no sirve como instrumento para intentar comprender, se ha polarizado en lo contrario: enmascarar la realidad; en el mejor de los casos sirve de vacío placebo para quienes tienen el hábito de informarse mediante la prensa.

El diario cabecera de los del Movimiento insertaba días atrás una columna de Rosa Montero titulado “Retroprogres”, lo que sobresaltó sobremanera a este viejo Gil al provenir de la pluma de una escritora precisamente incardinable desde hace bastante tiempo dentro de esa categoría social “retroprogre” que suele blandir el espantajo del Estado de Bienestar y la indefectibilidad de lo que ellos y ellas entienden eufonicamente como “solución socialdemócrata”. Asombrosamente la columna viene a declarar que el voquible lo ha parido la propia autora y lo atribuye a quienes no gustan de las Navidades y lo explicitan así. Honestamente el usufructuario de la Tribuna Alta Preferencia reconoce que se encuentra entre quienes se turban con la aparentemente forzada celebración de las Navidades. Y no sólo -que también- por el síndrome de la silla vacía. Justo desde la escenificación de la alegría de la Lotería (todos los telediarios de mediodía y noche publicitando una alegría poco sólida) el viejo Dacio Gil comienza a perder aceite hasta que el día de Reyes su motor se quema por completo: ese día se aisla. Sus familiares ya conocen –y aceptan amorosamente- desde antiguo la cabal evolución de este proceso personal. Por eso la columna de Montero hirió al viejo Gil, no por avivar el rescoldo de alegría –que Gil respeta y respalda en la medida que haga soñar a los jóvenes- sino por calificar de retroproge a gente de bien que, sin robar ni matar a nadie y respetando siempre, verbalizamos que la “alegre” celebración de las Navidades no nos convence en términos de análisis razonable. Lea si puede el eventual seguidor de este post la columna de doña Rosa y, como se hacía en el colegio con los tipos psicológicos, proceda a encasillarse en los perfiles psícofísicos de tal o cual tipo.

El viejo Dacio Gil ya chochea. Una y otra vez se pierde en introitos periféricos que ni esclarecen ni ponen en suerte la digresión elegida para el post del día. Si el tema es “No soy el Presidente de casi ningún español” ¿A qué viene el bamboleo sin ilación retroprogre? ¿A que en un contexto tan agresivo y laminador como el actual no parece haber razón alguna objetiva para la alegría forzada que se aprecia en los grandes espacios mercantiles?

Dicen quienes entienden que el gran error de Salvador Allende fue el proclamar recién ganadas las elecciones aquel “No soy Presidente de todos los chilenos”. Puede que tengan razón los entendidos, lo que pasa es que el señor Zapatero viene demostrando un día si y otro también sin el menor empacho que él es casi exclusivamente el Presidente de las entidades mercantiles y de crédito y no de todos los españoles; sin que pase nada por ello. No parece estar en un error enorme. La impasibilidad parece total entre la ciudadanía, fuera de las acaloradas tertulias de café, que son cada vez más excepcionales (como el estado declarado de facto toda la legislatura que ha dado pie al legalizado "estado de alarma laboral") por el miedo a ser delatado a la Agencia Estatal Antidopaje, a la Guardia Civil, a los Tribunales de cámara u otros instrumentos que vigilan la vida de "Nosotros".

En estos días el viejo Dacio Gil viene leyendo con atención un libro regalado por dos intrépidas aventureras del cono sur y de las maravillosas librerías de Buenos Aires. Se titula Qué esperar de la democracia. Límites y posibilidades del autogobierno de Adam Przeworski y en un lenguaje sencillo pero cargado de sentido y razón desmenuza los pros y contras de la teoría y práctica democrática. El autor polaco con formación estadounidense mantiene, entre otros, cuatro axiomas:
1. Un gobierno casi nunca pierde unas elecciones convocadas por él. Si las pierde se produce un auténtico vuelco electoral.
2. Un Presidente (un Gobierno, un partido) que incumple sistemáticamente el programa electoral básico se instala en el fraude democrático y debería dimitir o convocar perentoriamente elecciones generales.
3. Un partido sin apoyos económicos es imposible que venza en unas elecciones y pueda competir con posibilidades.
4. La historia del poder político es la historia de la separación entre dominadores y dominadores; entre gobernantes y gobernados.

La conclusión, pues, parece "de cajón de madera de pino" como gusta decir un dilecto amigo: Zapatero optará por una de las dos alternativas y parece que será más pronto que tarde siguiendo la estela de su modelo (primero confeso y ahora espurio y vergonzante) Tony Blair, padre con Giddens de aquella "tercera vía" al desastre electoral total. Przeworski aunque dice entre otras muchas verdades que “las mayorías pueden ser tontas, efímeras o malignas”, cree por completo en la democracia y apunta posibles salidas a situaciones de bloqueo o deslegitimación como las que sufre España, casi en el marco de un miedoso silencio.

De seguro Zapatero dimitirá en breve “delfinando” para no pasar por el bochorno histórico de perder estrepitosamente su partido bajo su imagen (¿pero es realmente un partido y no una camarilla?) unas nuevas elecciones e intentar salvar los muebles, con su dimisión, de las subvenciones y financiaciones públicas locales, autonómicas y estatales . Aunque se aparecen en su proceder como espectros de Hitler, Himmler y demás secuaces, quieren remedar a Blair y Brown. Si hubiera lógica el fracaso lo deberían tener asegurado. No sólo de UCD vive la democracia española. Y no se olvide que Blair despues de hacer el trabajo sucio al capitalismo vive primorosamente... mientras su partido se ha hundido.

Uff. Que rollo. El viejo Dacio Gil parece dopado. Según el reloj que luce en su muñeca son las 13.20 del Jueves 23 de diciembre y las Navidades relucen igualmente tanto material como anímicamente. Sirva este post como sentida y humana felicitación navideña.
La felicitación, si, de un calificado retroprogre porque desde hace mucho viene verbalizando que no le gusta en demasía la alegría forzada y comercial de las Navidades. Pero una cosa no quita la otra.

Alegrémonos, como nos alegramos, de la sana felicidad ajena y hagámosla extensiva, como la extendemos, al señor Zapatero y su camarilla. Acompañada de un humilde ruego: Que se marchen al Lejano Oriente con el séquito de los Reyes Magos, para que con su huída nos ahorren más sufrimientos. Algunos innecesarios.

Que las Navidades nos traigan a todos rayitos de esperanza. No es mucho pero es bastante.

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