jueves, 30 de septiembre de 2010

ALGO SE RESQUEBRAJA GRAVEMENTE: O UN HOMBRE BUENO O REZAR.

Quería hablar el viejo Dacio Gil en este post de la huelga general del día 29 y sus consecuencias, pero la rabiosa actualidad le lleva al Ecuador y la violenta manifestación de policías contra el presidente Correa. A primera vista parecería una especia de “putch” de los institutos armados en una apariencia de reclamación de aspectos crematísticos y laborales.

El viejo Dacio Gil no puede sino recordar ahora el demencial Auto de la sección octava de la sala de lo contencioso-administrativo (¿de lo contencioso? ¿Administrativo?) del TSJM sobre la manifestación de la Guardia Civil con los antecedentes habidos del 23F. Ni pies ni cabeza tiene el Auto redactado en Madrid por doña Inés Huerta Garicano ni tampoco lo tienen las agresiones instrumentales de las fuerzas de seguridad ecuatorianas contra su propio Presidente de la República. Bananeras ambas situaciones. Tristes, lastimosas, paradigmáticas.
En el Auto del TSJM hay algo más grave que hasta ahora nadie se ha atrevido a sacar a la luz: Doña Inés Huerta Garicano y la sección octava al completo han querido hacer una sibilina llamada de atención al Gobierno preparándose el terreno para venideras manifestaciones ¡de los propios Jueces! Así está el patio. Así el carnaval. Pulsos entre unos y otros…sin dar la cara. Nauseabundo. Caciquil. Infraconstitucional.

Los que cogen la colita del derecho con papel de fumar dirán que Ecuador no tiene el desarrollo de España. Con eso intentarán calmar su conciencia. Pero sustancialmente no hay diferencias ¿O las había cuando el 23 F?

La huelga general de 29S ha dejado clara una evidencia institucional: la huelga ya no sirve como mecanismo corrector de atropellos. La huelga general es un instrumento ya perimido. El 29 S ha sido su epitafio. Triste pero epitafio. Ya no sirve para las nuevas realidades. Para los nuevos atropellos. Mecanismos ideados para la revolución industrial han perdido vigencia en la deriva bancaria prometeica en la que nos despeñamos casi todos.

El viejo Dacio Gil salió el 29 por la mañana a apatrullar la capital en huelga haciendo pareja con su sola conciencia. En ese pacífico y reflexivo deambular callejero pudo extraer las siguientes conclusiones apresuradas:
a) Aparente normalidad excepto en la Gran Vía y Sol.
b) Cientos de machacas reporteriles haciendo entrevistas, tomando instantáneas y moviéndose ciclotímicamente a carreras en cada espasmo de los sindicalistas.
c) Todas la tiendas de chinos cerradas.
d) Bastantes tiendas de los mercados cerradas, así como pescaderías, fruterías etc.
e) Los centros oficiales con las puertas principales cerradas; permaneciendo abiertas las adyacentes, más discretas.
f) Los turista inmortalizaban con sus cámaras el paseo de los trabajadores al son sindical.
g) Algunos transeúntes –bastante más que en otras ocasiones- increpaban a los piquetes paseantes.
h) El paseo desde Plaza de España a Sol de los sedicentes piquetes se concretó en:
h.1 Infinidad de periodistas avisados.
h.2 Muchos miembros de los piquetes –pero muchos- haciendo fotografías a los establecimientos abiertos a modo de intimidación icónica.
h.3 Colocación por parte de los paseantes de pegatinas de “Cerrado por huelga” en todos los establecimientos.
h.4 Cierta provocación a la Policía (todos muy jóvenes y de aspecto no muy intelectual): “policía asesina” proferían para provocar en ortodoxia agitadora los paseantes.
h.5 Mayor presencia de escarapelas de CCOO y menor de UGT y mucho menor de CNT.
h.6. Especial encono con las tiendas de firmas de moda (excepto El Corte Inglés, férreamente acordonado por policía nacional).
h.7. Culminación en Sol con cánticos contra la Presidenta de la Comunidad.
Eso es, más o menos, lo que pudo apreciar este viejo Dacio Gil mientras apatrullaba (a pie, naturalmente) la ciudad en silencio expectante junto a su conciencia.

Tiene claro el usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia que las huelgas fotogénicas ya no sirven socialmente. Hay que buscar nuevos mecanismos y actores. Esta huelga, además, tiene muchas interrogantes que la minan en su esencia y debilitan a sus aparentes beneficiarios: los sindicatos y el Gobierno.

Se hace cada vez más imprescindible que aparezca un auténtico líder democrático que trate de detener este sinsentido institucional manejado por camarillas. Una autoridad moral indiscutible. Un hombre bueno (o una mujer con principios). La ciudadanía, harta de engaños y desfalcos de unos y de otros, parece demandar que alguien verdaderamente la oriente y frene tanto avasallamiento institucional. Alguien sin ataduras ni pesebre. Alguien que no busque réditos electorales ni confesionales. Que pueda hablar sin prisa, sin orbyt ni vocento. Que transmita la esperanza que nadie es capaz de transmitir y que ponga orden en las pocas instituciones públicas que subsisten. Que haga desaparecer engaños, camarillas y quistes. Que pueda llegar a tiempo, en fin, de evitar las insurgencias, las asonadas, los putch. Esos movimientos insurreccionales como el que nos llega noticiado de Ecuador, parece que los jueces españoles -al menos algunos de ellos, muy significados- los añoraran.

La cosa es muy seria. Las noticias procedentes de Ecuador duelen y sobresaltan a este viejo Dacio Gil. Y deberían inquietar a los ciudadanos de bien. La violencia institucional que se mastica en el mundo contra las personas es intolerable ¡Demasiadas camarillas con una autarquía insólita se han apoderado de los restos de las instituciones públicas! La teoría de la “aniquilación” ha tomado cuerpo en la época de postguerra mundial sin conflagración en la que nos movemos…y con los bancos, como siempre en la historia, dispuestos a financiar -una vez saneados por los ciudadanos- a los golpistas de la más baja ralea y condición. El doble vínculo.

El mundo en este siglo XXI parece un volcán que se estuviera desperezando. Ecuador es un país de volcanes. Tomemos nota: algo sucio se está dando en aquel terruño hollado por españoles en el que está situada “la mitad del mundo”. ¿Qué pasa en la otra mitad? Pues casi lo mismo.
Vayamos recordando las plegarias al uso, por si acaso. La historia y los escenarios parecen repetirse.

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