domingo, 26 de septiembre de 2010

GESPRO COMO SÍNTOMA Y COMO METÁFORA.

Si es que se veía venir. Con el humo informativo y los esperpentos mediáticos de género y corazón intentan cegar los ojos de los resignados ciudadanos conformistas, pero nos movemos en un lecho de detritus, de bilis y de regüeldos. Intentan entre unos y otros narcotizar al mujerío y al hombrerío para que todos los escándalos no estallen a la vez. Minas antipersonas, si, pero de detonación retardada. Sin embargo terminará estallando hasta la contabilidad de las asociaciones de apoyo a los patos o a los toros o las de preparación de la intendencia de los postreros peregrinos a Santiago. Es como si también en el subsuelo estatal todo estuviese carcomido: las academias de idiomas, los equipos de fútbol, las ONGs, los cepillos de las iglesias, los repartidores domiciliarios de pan y leche ¡y se destapa ahora lo de las administraciones (gestoras se llaman ahora) de comunidades de vecinos! El usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia se interroga por qué no han esperado un poco a sacarlo, si cualquiera que trate hoy con una administrador de fincas (todos basados en un eficiente empleado-contable-maquillador apellidado Excel) sabe que escaquea, de una u otra forma. Ahora resulta que al menos 300 comunidades de vecinos de Madrid están siendo víctimas de fraude por sus administradores.

Un dilecto amigo de Burgos se lo viene anunciando desde hace tiempo a este viejo Gil: retoma - dice- la administración de tu casa que el agujero será ya millonario cuando te quieras dar cuenta, sólo hay que levantar el velo del programa informático. El burgalés, que es avispado, procura no gastar en vano y aspira -además de otras muchas propiedades logradas con el sudor de su frente y el cálculo de su balance económico- a una lápida de mármol de carrara en el cementerio, por eso desde hace varios años ha avocado para sí todas las competencias de los administradores de sus pisos. Y lo grande es que, con los datos en la mano, ha podido convencer para ello a los demás copropietarios de las varias comunidades en las que tiene alícuota; lo que no es nada fácil en este mundillo de inquinas vecinales e intereses estrictamente personales.

Se lo llevan. Si, se lo llevan. O, en el mejor de los casos, lo contabilizan mal...pero no lo devuelven. En eso si que Dacio Gil es nostálgico pues conoció administradores de fincas honestos a carta cabal que no se les quedó un céntimo entre uña y carne. Antes al contrario: ponían su escaso dinero y mucho, mucho de su tiempo robado al reposo familiar, sin siquiera pasárseles por la cabeza el recurrir a los "propios" que hoy se llevan para sustituir estructuralmente al sedicente administrador en los actos que requieren su asistencia. Eran otros tiempos; eran otros hombres; eran otras bases éticas y morales. Había un concepto claro de justicia e injusticia. El propio padre y el suegro de este viejo Gil (honestos los dos, ejemplares ambos) hubieron de pluriemplearse como administradores de fincas, para sacar a la familia adelante. Cuando asentaron su posición profesional y la hubieron de dedicar más tiempo, dejaron de administrar fincas urbanas. O témpora, O mores!

Hemos vivido en España una burbuja capitalista exacerbada que ha aniquilado valores esenciales de convivencia. Ya no se recuerda qué es eso de administrar “como un buen padre de familia”. Y los administradores pluriempleados a la antigua usanza si que lo eran. Vaya si lo eran. No les cabía otra en aquella época de estrecheces. El paraíso informático y monetario nos ha puesto en esta tesitura: El reinado de la apariencia y el maquillaje verbal (y de programación económica) ha mutado los honestos administradores de fincas en las pomposas “Gestoras de Comunidades” de hoy, con sus secretarias, telefonistas y machacas que sustituyen al secretario-administrador en la Junta General de la Comunidad de Vecinos y en casi todas las gestiones. Una franquicia, vamos, como esta dichosa GESPRO. Las presentaciones Excel han permitido, por otra parte, emborrachar a los copropietarios con una dorada lluvia de datos sólo descifrables con mucha paciencia… y manejando los documentos y facturas originales que nunca están a su disposición de buen grado.
Ninguno de los vecinos se para a pensar si los datos facilitados para la Junta coinciden al menos con el saldo bancario de la Comunidad, con la consignación básica de ingresos y gastos habidos. ¡Menudas sorpresas y sobresaltos surgen cuando se pide un extracto bancario a fecha determinada previa a una Junta General!
Las “Gestoras de Comunidades” son una hipoteca legal colada de rondón por el Gobierno Aznar al hacer suya una aspiración del Lobby colegial. Y el titular gestor se prevale de la situación inmanente (las inquinas y resquemores de los vecinos entre sí, bloquean la adopción de decisiones lógicas) para vivir como una reinona que, a lo sumo, pasa el trago anual de la Junta General: tres carajillos, dos rones y un lexatín y asunto concluido, en la Junta no hay alcoholímetros y en muchas, además, se sirven refrigerios. Y que la Junta dure, dure, dure… y los asistentes se cansen, cansen, cansen...de naderías tratadas con desproporcionada enjundia.

Desde que se sustituyeron los libros de actas foliados y autenticados esto es Jauja. El primer caballo de Troya fueron los libros de hojas intercambiables, luego el tratamiento informático-contable, luego la solemnización del secretario-administrador obligatorio y por fin las personificaciones jurídicas -por lo general S.R.L-, de éste para limitar las eventuales responsabilidades... que puedan llegarse a destapar. Hoy todo se puede posponer, amañar, retrotraer y rectificar. Nada ya es sólido y fidedigno. Chapucerías elevadas a dogma por la presentación informática ininteligible. O inteligible con paciencia y mucho oficio contable y experiencia. La mascarada del desarrollo de la Junta General es otra historia. De ciencia-ficción.

El viejo Dacio Gil por su provecta edad ha conocido administradores enajenados, defraudadores fiscales, incapaces por apocamiento, vividores, “capitanesgenerales”, pasotas, eternos dimisionarios que nunca dimitían y "chinchetas" imposibles de ser despegadas; es decir, de remover de su cargo ni con decapante. Cualquier Comunidad es un largo rosario de incidencias e incidentes, como la vida misma, como el Consjo de Ministros y el Parlamento. Y eso si no se trata de un condominio que en ese caso …es... es... un engendro ingobernable en el que se proyectan todas las vanidades humanas.

Y para qué hablar de las reparaciones de fachada y el spiderman comercial que se nos promete que vuela y se encarama. Mucho más caro que la revocación tradicional. Pero como los administradores no dejan de ser políticos de tres al cuarto (aunque alguno gasta un porsche; no se crea el eventual lector), juegan con el miedo y la aspiración a la inexpugnabilidad domiciliaria. A las marujas (ya sean hombres o mujeres, que en esto hay auténtica paridad en una Junta de vecinos) les venden que el trabajo de los spidermen es limpio y nada aparatoso, verdaderos trapecistas;hasta se suele traer a un extranjero a que cante a los asistentes a la Junta las excelencias, capurreando, del rapelar revocando la fachada. La comunidades suelen aceptar el reto de los escaladores. Lo malo es que el viejo Dacio Gil no conoce una sola comunidad de vecinos (lo del condominio es ya novelesco) que por “inevitables razones técnicas” no hayan visto instalados los andamios mientras veían esfumarse a los spidermen al primer día de su aparición. Llegando después unos bullangueros encaramadores de andamios. ¡En todos los casos! Y el trueque se hace ya sin Junta General, una simple Nota Informativa basta.

Somos-como dicen los optimistas y se ha recordado ahora con el bicentenario de las cortes de Cádiz- una Nación elegida por Dios, privilegiada, regida por los mejores hombres públicos: Gescartera, Forum Filatélico, Convoluto, Estraperlo, Gürtel, 5%, Filesa, Cajas de Ahorros, Roldán, ayudas al lino, Colón de Carvajal, Paesa, Opening, EXPO de Sevilla, el CSIC, estafas piramidales varias, tocomocho, trile, agencias de viajes esfumadas, Marbella, Mutua Madrileña y sus tres partes, multipropiedad, ITV automovilística, ITV de los edificios, la ORA, los controles de velocidad con radar, los falsos inspectores del gas y ahora, para colmo, las “Gestoras de Comunidades” como esta GESPRO.
Las comunidades de vecinos son para los políticos un fácil sujeto de imputación económica y fiscal. Se ceban con ellas, indefensas por incapacidad de consenso interno. Y el efecto dominó de GESPRO y de lo que venga en cadena les va a abrir los ojos a estos recaudadores compulsivos para seguir sacando dinero fácil: el comisario municipal en las Juntas y el Inspector de comunidades para controlar los buzones, los trasteros, las antenas y las plazas de garaje. Además de una contribución a un fondo de garantía específico no reembolsable. Mientras, los caraduras seguirán viviendo Excel va Excel viene. Acaso también se crearán auditores de comunidades de vecinos y si el administrador robó o no pagó los impuestos, contribuciones o la seguridad social del portero: multa solidaria a la comunidad que confió por escrito en el mangante. Estado de indefensión permanente de la personalidad jurídica colectiva vecinal. Mientras tanto, el Colegio de Administradores silbará mirando hacia otro lado, pues se sabe inmune e impune por las dádivas del poder; a lo sumo procurará cursos con baja cuota de inscripción bonificada para presidentes y vicepresidentes y demás marujos y marujas interesados.

El grave tema de la falsedad estructural de las gestoras de comunidades se saldará con nuevas burocracias y nuevas exacciones. Como siempre. Así, seguirán aumentando los vecinos morosos en las comunidades, alcanzando ya el índice de morosidad casi el 20 % en toda España. Conclusión: los ciudadanos se verán atacados en su economía desde el exterior (exacciones públicas y fraudes de los administradores), desde el interior (los vecinos morosos o de dudoso cobro) y desde la jurisdicción (gastos procesales cada vez más onerosos).

Mientras tanto la prensa bicolor (amarilla y rosa) nos bombardea ayer y hoy con la foto de esos señores satisfechos de haberse conocido celebrando el bicentenario de las Cortes de Cádiz, que se enumeran por orden de autoenamoramiento propio:
1. Don Francisco Javier Rojo García, linotipista él de lejana profesión, que se adora por haber llegado tras una larguísima concatenación de cargos públicos pensionados todos, a ser la segunda autoridad del Estado , habiendo obtenido (?) un doctorado honoris causa en una perdida universidad del Perú. Se aprecia a la legua que literalmente se adora. Él mismo se pondría de ejemplo curricular erga omnes: linotipista, sindicalista y juego de la oca político: de oca a oca y me nombran porque me toca. Al viejo Dacio Gil le causa estupor y turbación la figura del navarro don Javier Rojo. Paradigma de la deriva del país. Ejemplo de entusiasmo de haberse conocido y codearse con el Rey de España. Es el actual presidente de esa institución singular llamada Senado.
2. Don José Bono Martínez, un personaje inaprehensible. Nadie le conoce cabalmente su “bono-mía” (¿pero viene de don José la palabreja?). En sus miradas captadas por las fotografías parece apreciarse como si despreciase el peloteo (¿protocolo se dice, no?) del señor Rojo al Rey. Pero se ríe sin un pelo de tonto en el rictus. Cree –o sólo dice- que España es una elegida de Dios y de la Historia. No parecen las palabras de un indigente que no tenga dónde caerse muerto, a lo sumo de un ser poco documentado; como si dijéramos, superficial, para entendernos. Pero debe de ser sólo un espejismo, pues se trata del presidente del Congreso.

A ellos -y a otros tantos más- tal vez no les importe mucho el caso Gespro. Tienen otros administradores y más altas aspiraciones y preocupaciones. Pero el tema es muy serio. Más de lo que parece a simple vista. Síntoma y metáfora de lo que está por venir. La punta del iceberg. ¿Quién podrá parar el indefectible efecto dominó? Chi lo sa.

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