Verdaderamente, la palabra exacta es oxímoron. El mundo actual es un gigantesco oxímoron. Lo uno y lo contrario. Como viene advirtiendo Zygmunt Bauman sin que le hagamos, o podamos, hacer caso. Por eso los políticos planean y hacen discurrir sus intereses por meandros muy alejados de los ciudadanos de a pie. Como nadie se aclara (¡21 siglos para esto!, ¡haciéndonos tragar eso de la razón -hoy renombrado como I+D+I- y no saben lo que es, más allá de las componendas fiscales!), ellos se ponen a buen recaudo bajo el paraguas presupuestario público estatal o supraestatal y ya caerá luego una gabela. Es general. La representación de la cleptocracia universal imperante.
El viejo Dacio Gil se hace cargo de cómo se encontrará el cuentacorrentista de base del BBVA, al enterarse hoy que el banco en el que deposita su nómina ha dirigido sus tres carabelas no a financiar las corridas de cuernos en Cataluña o la Polla de Potrancas o la Copa de Oro en Palermo (Buenos Aires), donde triunfara el jinete de Salto (no, no era un deportista olímpico de esta modalidad de equitación que tanto gusta a la infanta Elena; es que era del querido Salto, en el Uruguay) Irineo Leguisamo (Legui), sino ¡la NBA! Nada menos que a financiar el deporte por excelencia de los modorros espectadores yanquis. ¿Qué se les habrá perdido a los bancos españoles en la NBA para financiar ese seudodeporte con el dinero de las nóminas de los españolitos y sudamericanos? ¿Congraciarse con el hermano de color de Zapatero? ¿Devolver económicamente el favor del baño de la señora de Obama en Marbella? ¿Demostrar que España va bien y se interesa por el basket y no por la cultura autóctona? ¿O acaso será que EEUU es el nuevo Eldorado para los “indigentes” bancos de la UE y hay que remedar a Cristóforo Colombo? Parece poco serio que un banco de los de Neguri se meta a financiar no a los larguiruchos mete-pelotas- por-el-aro sino a toda una estructura capitalista que ha desplegado sus tentáculos por el mundo. Alguien debería explicar las razones por las que los dos únicos bancos sedicentemente saneados de España se dedican a financiar estructuras económicas psuododeportivas como el basket USA y aquel engendro que no es ni carne ni pescado llamado automovilismo de Fórmula 1. El viejo Dacio Gil ha renunciado ya a pretender entenderlo. Le resulta hipócrita y “apátrida”. Aunque el capital es por esencia apátrida. Pero, entonces ¿dónde se inscriben las ayudas institucionales a los pobrecitos bancos nacionales, según criterios de territorialidad? Parece todo un tremendo engaño. Justito después, precisamente, que EEUU derrotara a Turquía en el mundial de baloncesto. Precisamente a Turquía, el tapón de EEUU frente a Oriente, eternamente sentada en la salita de epera de la burocracia europea. Aunque eso es otra larga –y tormentosa- historia…
Los bancos de Neguri y de Comillas a la greña por captar el mayor espantajo capitalista para financiar, exhibiendo su poderío, dejándose de zarandajas de microcréditos o cooperación sostenible. Mientras tanto el Comisario Almunia, prototipo también del oxímoron reinante y ejemplo paleolítico de perdedor en unas primarias del PSOE y unas elecciones generales, anunciando que se mantendrán aún las ayudas europeas a los bancos, pero es imprescindible reducir a los trabajadores a la nada…
Y para que todo resulte de los más esperpéntico, el señor Dominique Strauss- Kahn (otro aristoburócrata europeo devenido a mejor “momio”, como el señor Almunia y su familia) sale anunciando cataclismos y temblores telúricos varios si no se socava aún más la sima en las antes llamadas garantías de los derechos sociales más básicos. El señor Strauss emplea un lenguaje postbélico que parece de otra época pero que es de esta. Pura ideología del “capitalismo del desastre”: tragedia, generación perdida, cambiar nuestra forma de pensar, derrumbe económico y otras martingalas catastrofistas de las que ya nos tiene advertidos Naomi Klein. Y lo dicen con desvergüenza, como si se tratase de la Conferencia de Postdam y el consiguiente reparto del pastel económico e institucional. Mientras los ciudadanos, transidos de miedo, domestican su conformidad psicológica con las medidas y con los Trustes. Mas o menos el "tente mientras cobro", o el “haz lo que digo pero no lo que hago” que predicaban los representantes de la casta meretriz. Durante mucho tiempo, mentes preclaras de las ciencias sociales debatieron si la economía era o no una ciencia. Al final se optó por el sí, de la misma manera que el Derecho –una acumulación de normas que nunca se cumplen o se cumplen selectivamente y que, por descontado, nunca se respetan por los juzgadores- también lo era. ¿Ahora qué habría que decir?
Pero hay que reconocer que la naturaleza es sabia, y una confabulación astral o un designio divino pondrá el punto de mira universal en España, en esa parte de España que es el País Vasco y, más en concreto, en la preciosa ciudad de Vitoria. Seguro que el siempre henchido Zapartero, la prepotente señora Salgado, el omnisciente Blanco y alguna otra u otro iluminado más (perdedor o no en unas primarias) acudirán raudos a Vitoria mañana para hacerse la foto, para estar en el epicentro de la noticia mundial: En España se celebra a partir del día 14 el Congreso Mundial de Magia, Magos e Ilusionismo. La cohorte de desocupados con cargo institucional gubernamental (otro oxímoron) querrá hacer creer a los ciudadanos que lo tienen todo dominado ahora que las certezas científicas se han derrumbado ( y buena prueba es el lánguido deambular de ese engendro institucional que es la Agencia CSIC y de esa otra macromentira que es la casa de la cosa de la señora Garmedia y el señor Alonso, acapardores ambos de proyectos bien remunerados). Si el señor Zapatero fue capaz de poner de ministro de sanidad a un autoproclamado epígono del mayor defraudador científico de la historia ((Hwang Woo-suk) de sinuoso proceder académico, con mayor legitimidad podría poner ahora de ministro de Economía (liberándonos a fin a los ciudadanos de la prepotencia soft de la señora Salgado) a cualquier epígono de Tamariz o Anthony Blake o a ese extraordinario cultivado Mago que es Rafael Benatar. No hay que ser muy listo para saber que ellos sí que conseguirían enderezar la economía española y restablecer el empleo y las garantías. ¿David Copperfield no consigue curar enfermedades y tiene más credibilidad que el Medicare de Obama? ¿No se deshacía Harry Houdini de todas las esposas y salía de todas las cárceles y mazmorras? Pues con mayor razón un buen mago podría reponer a España a la normalidad quebrada por esta pandilla de gnomos (Tony Judt dixit).
Como siempre en la historia de España, la Providencia está al lado de este santo y creyente País. Ahora, gracias a Dios, se celebra en Vitoria el Congreso Mundial de Magia. Justo en el contexto de la celebración anual, con la debida exaltación comercial, turística y religiosa, de Santiago matamoros. Está claro que Dios aprieta pero no ahoga. Justo en el peor momento, cuando el desgobierno imperante sigue haciendo de las suyas, milagrosamente se celebra en Vitoria un Congreso de magos e ilusionistas. ¡Justo cuando la desilusión ciudadana ha tocado tristemente fondo!
Desgraciadamente ya no corren tiempos en los que el Ministro de Economía era la primera autoridad moral y jurídica del Estado, capaz de detener las arbitrariedades del Presidente tu(r)nante y ponerle firme. Hoy, por el contrario, en España ser ministro de Economía está sumamente devaluado, podría serlo cualquiera, visto lo visto. Pero no se puede perder la fe en un fructífero retorno a la Magia. Precipitadas en la nada las ciencias (el CSIC es un ejemplo paradigmático) y las religiones (no hace falta detenerse en muchos ejemplos) , siempre nos quedará la Magia, pues, como gustaba decir Bronislaw Malinowski, “la ciencia se basa en la convicción de que la experiencia, el esfuerzo y la razón son válidos; la magia se basa en la creencia de que ni la esperanza puede fallar ni defraudarnos el deseo”.
Vista la escombrera en la que nos encontramos, nada mejor que apelar al mago y al poeta como líderes de la sociedad descarnadamente bancaria y líquida que nos ofrecen. La superioridad de los sueños mágicos y poéticos sobre la incomprensible y descarriada razón de Estado justificarían ya el incumplimiento por todos de unas leyes generales que ya no se otorgan a sí mismos los propios ciudadanos (si es que alguna vez se las otorgaron) sino que las imponen los Lobbies.
Ya nos han engañado demasiado. Como decía San Juan de la Cruz, para ir a donde no se sabe es mejor ir por donde no se sabe. ¿De qué nos sirven los viejos políticos y sus no menos viejas recetas si lo que requerimos es esperanza, voluntad y deseo? Se impone desobedecer a esa casta de contrastados retrógrados y aprovechar la oportunidad astrológica del Concilio de Magos e Ilusionistas que duermen su vigilia o vigilan su sueño estos días en Vitoria. Tal vez esta casta de políticos de medio pelo, que carecen de visión de futuro (sólo y exclusivamente les anima su monedero), no quieran que nos enteremos de que los magos e ilusionistas pueden aportarnos esperanza y alegría, que son una firme alternativa. Por eso hay que publicitarlo.
El viejo Dacio Gil lo tiene claro: deplora el BBVA de la NBA y los bancos subvencionados de un señor Almunia que sólo espera retroalimentarse él, su familia y sus conmilitones. Quiere el viejo Gil tener visión de futuro y estos gnomos no levantan un milímetro del suelo, como vienen demostrando. Ni los políticos, ni los sindicalistas, ni otras conferencias episcopales civiles. Mejor los Magos…o los Poetas. Al menos durante un tiempo ellos si que buscarán el bienestar general y la alegría ilusionada de los espectadores. Alguien debe ayudar a la ciudadanía a lo que es ya una obligación: la desobediencia civil. O, en el peor de los casos, nada mejor que hacer desaparecer de un plumazo a estas excrecencias burocráticas. Sin tener que recurrir a la violencia jamás deseada ni al simulacro de unas elecciones generales en "triangulación". Todo mucho más sencillo y estético. Como Houdini, como Tamariz, como Rafael Benatar, como David Copperfield y tantos otros magos e ilusionistas que podrían hacer desaparecer, como por ensalmo, a esta casta de liliputienses incompetentes y cleptómanos, que están llevando a la sociedad a un punto de no retorno.
Puestos a hacer desaparecer es mejor que desaparezca un naipe, un huevo o un conejo que no multitud de sueldos funcionariales, partidas presupuestarias o derechos. Y puestos a hacer reaparecer es mejor hacer resurgir los derechos y la dignidad de las personas, cual si de palomas blancas se tratase, que ese espantajo de cartón piedra que los gnomos llaman pomposamente “Estado de Bienestar” y que ellos mismos han contribuido a derrumbar o a desfigurar al máximo.
Magia, magia, magia. Por favor.
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