jueves, 30 de septiembre de 2010

ALGO SE RESQUEBRAJA GRAVEMENTE: O UN HOMBRE BUENO O REZAR.

Quería hablar el viejo Dacio Gil en este post de la huelga general del día 29 y sus consecuencias, pero la rabiosa actualidad le lleva al Ecuador y la violenta manifestación de policías contra el presidente Correa. A primera vista parecería una especia de “putch” de los institutos armados en una apariencia de reclamación de aspectos crematísticos y laborales.

El viejo Dacio Gil no puede sino recordar ahora el demencial Auto de la sección octava de la sala de lo contencioso-administrativo (¿de lo contencioso? ¿Administrativo?) del TSJM sobre la manifestación de la Guardia Civil con los antecedentes habidos del 23F. Ni pies ni cabeza tiene el Auto redactado en Madrid por doña Inés Huerta Garicano ni tampoco lo tienen las agresiones instrumentales de las fuerzas de seguridad ecuatorianas contra su propio Presidente de la República. Bananeras ambas situaciones. Tristes, lastimosas, paradigmáticas.
En el Auto del TSJM hay algo más grave que hasta ahora nadie se ha atrevido a sacar a la luz: Doña Inés Huerta Garicano y la sección octava al completo han querido hacer una sibilina llamada de atención al Gobierno preparándose el terreno para venideras manifestaciones ¡de los propios Jueces! Así está el patio. Así el carnaval. Pulsos entre unos y otros…sin dar la cara. Nauseabundo. Caciquil. Infraconstitucional.

Los que cogen la colita del derecho con papel de fumar dirán que Ecuador no tiene el desarrollo de España. Con eso intentarán calmar su conciencia. Pero sustancialmente no hay diferencias ¿O las había cuando el 23 F?

La huelga general de 29S ha dejado clara una evidencia institucional: la huelga ya no sirve como mecanismo corrector de atropellos. La huelga general es un instrumento ya perimido. El 29 S ha sido su epitafio. Triste pero epitafio. Ya no sirve para las nuevas realidades. Para los nuevos atropellos. Mecanismos ideados para la revolución industrial han perdido vigencia en la deriva bancaria prometeica en la que nos despeñamos casi todos.

El viejo Dacio Gil salió el 29 por la mañana a apatrullar la capital en huelga haciendo pareja con su sola conciencia. En ese pacífico y reflexivo deambular callejero pudo extraer las siguientes conclusiones apresuradas:
a) Aparente normalidad excepto en la Gran Vía y Sol.
b) Cientos de machacas reporteriles haciendo entrevistas, tomando instantáneas y moviéndose ciclotímicamente a carreras en cada espasmo de los sindicalistas.
c) Todas la tiendas de chinos cerradas.
d) Bastantes tiendas de los mercados cerradas, así como pescaderías, fruterías etc.
e) Los centros oficiales con las puertas principales cerradas; permaneciendo abiertas las adyacentes, más discretas.
f) Los turista inmortalizaban con sus cámaras el paseo de los trabajadores al son sindical.
g) Algunos transeúntes –bastante más que en otras ocasiones- increpaban a los piquetes paseantes.
h) El paseo desde Plaza de España a Sol de los sedicentes piquetes se concretó en:
h.1 Infinidad de periodistas avisados.
h.2 Muchos miembros de los piquetes –pero muchos- haciendo fotografías a los establecimientos abiertos a modo de intimidación icónica.
h.3 Colocación por parte de los paseantes de pegatinas de “Cerrado por huelga” en todos los establecimientos.
h.4 Cierta provocación a la Policía (todos muy jóvenes y de aspecto no muy intelectual): “policía asesina” proferían para provocar en ortodoxia agitadora los paseantes.
h.5 Mayor presencia de escarapelas de CCOO y menor de UGT y mucho menor de CNT.
h.6. Especial encono con las tiendas de firmas de moda (excepto El Corte Inglés, férreamente acordonado por policía nacional).
h.7. Culminación en Sol con cánticos contra la Presidenta de la Comunidad.
Eso es, más o menos, lo que pudo apreciar este viejo Dacio Gil mientras apatrullaba (a pie, naturalmente) la ciudad en silencio expectante junto a su conciencia.

Tiene claro el usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia que las huelgas fotogénicas ya no sirven socialmente. Hay que buscar nuevos mecanismos y actores. Esta huelga, además, tiene muchas interrogantes que la minan en su esencia y debilitan a sus aparentes beneficiarios: los sindicatos y el Gobierno.

Se hace cada vez más imprescindible que aparezca un auténtico líder democrático que trate de detener este sinsentido institucional manejado por camarillas. Una autoridad moral indiscutible. Un hombre bueno (o una mujer con principios). La ciudadanía, harta de engaños y desfalcos de unos y de otros, parece demandar que alguien verdaderamente la oriente y frene tanto avasallamiento institucional. Alguien sin ataduras ni pesebre. Alguien que no busque réditos electorales ni confesionales. Que pueda hablar sin prisa, sin orbyt ni vocento. Que transmita la esperanza que nadie es capaz de transmitir y que ponga orden en las pocas instituciones públicas que subsisten. Que haga desaparecer engaños, camarillas y quistes. Que pueda llegar a tiempo, en fin, de evitar las insurgencias, las asonadas, los putch. Esos movimientos insurreccionales como el que nos llega noticiado de Ecuador, parece que los jueces españoles -al menos algunos de ellos, muy significados- los añoraran.

La cosa es muy seria. Las noticias procedentes de Ecuador duelen y sobresaltan a este viejo Dacio Gil. Y deberían inquietar a los ciudadanos de bien. La violencia institucional que se mastica en el mundo contra las personas es intolerable ¡Demasiadas camarillas con una autarquía insólita se han apoderado de los restos de las instituciones públicas! La teoría de la “aniquilación” ha tomado cuerpo en la época de postguerra mundial sin conflagración en la que nos movemos…y con los bancos, como siempre en la historia, dispuestos a financiar -una vez saneados por los ciudadanos- a los golpistas de la más baja ralea y condición. El doble vínculo.

El mundo en este siglo XXI parece un volcán que se estuviera desperezando. Ecuador es un país de volcanes. Tomemos nota: algo sucio se está dando en aquel terruño hollado por españoles en el que está situada “la mitad del mundo”. ¿Qué pasa en la otra mitad? Pues casi lo mismo.
Vayamos recordando las plegarias al uso, por si acaso. La historia y los escenarios parecen repetirse.

martes, 28 de septiembre de 2010

LA FIESTA DE LOS JUECES.

Le cueste a quien le cueste habrá que reconocer que intentamos analizar el escenario público con un instrumental absolutamente obsoleto. La valoración de la Comunidad Autónoma de Madrid es un claro ejemplo. Es un auténtico acierto Albert Boadella en los Teatros del Canal. O Fernando Sánchez Dragó en la televisión autonómica. Lástima la supresión de su “Dragolandia”, programa cultural que estaba muy por encima de la media española de los últimos años.
Boadella ha tenido en cartel hasta ayer mismo la obra de Heinrich von Kleist el cántaro roto en una inteligente adaptación ampliada de Ernesto Caballero que introduce una contextualización española muy atinada que recuerda al CGPJ en plena orgía festivalera con el público. Por así decir, Caballero inserta el cántaro roto, que es una sátira judicial de hace 200 años de plena actualidad (el discrecional arbitrio judicial maridado con la arbitrariedad, no se ha alterado con el paso del tiempo) en un contexto de cánticos y fiesta de los jueces en su afán –vano afán- de querer hacer ver que son parte de la sociedad toda. Mas o menos como las jornadas de puertas abiertas bajo el lema “la justicia la hace el ciudadano” que recientemente se inventó la oficina de prensa del CGPJ.

El cántaro roto es un drama corto que satiriza el sistema judicial en un marco de abusos de poder y corrupción: El juez Adán debería hacer justicia sobre la rotura de un cántaro en la vivienda de Eva, pero se despeña por un abismo de triquiñuelas legales e ilegales para ocultar que fue él, Adán, quien rompió el cántaro. La interpretación de Santiago Ramos borda ese mundo de engaños judiciales que terminan desquiciando a la madre haciendo de abogada, al secretario, al imputado y a su señor padre, a todo quique y al propio público también, que ríe doliéndole lo que ve. El espectador se mueve inquieto en la butaca mientras ríe como se ríe y grita de angustia y miedo en la montaña rusa. Pero se ríe al fin, pues se trata de una comedia, de una sátira intemporal de un autor como von Kleist que aspiraba a que el ideal de justicia humana pudiera aplicarse objetivamente entre los hombres (un sistema judicial que, como indica su director de escena, “se parece inquietantemente demasiado al actual de España”).

Pero la obra de Ernesto Caballero es la fiesta de los jueces de la que el cántaro roto es un eslabón irreverente festivo más. Los miembros del consejo de jueces cantan y bailan y quieren hacer partícipe de su gozo a la sociedad. Y en eso los jueces se manifiestan humanos, demasiados humanos, compendio corrompible de ambiciones y frustraciones y de altos y bajos instintos y pasiones. El resultado resulta cómico pero inquietante: ¡es tan fidedigno con lo que en la actualidad nos acontece y sufrimos que los magistrados y magistradas que se crean descendientes de Dios en la tierra tienen que sentir un helador escalofrío al verse en ese espejo! Algunos espectadores se revuelven inquietos en la butaca y algunos se levantan y abandonan airados la representación. Se trata sin duda de magistrados reales o virtuales, de la democracia o del triste TOP. Los más jóvenes aplauden a rabiar y ríen los juegos de palabras y las situaciones absurdas que la compañía El Cruce, con Santiago Ramos y Ernesto Caballero a la cabeza de todo un elenco que está a una gran altura, va desgranado entre bailes y canciones.

Ernesto Caballero merecería una distinción oficial por el espléndido ensamblaje de su obra que engrandece aún más a Kleist. Su lúcida, actual y desprejuiciada iconoclasia hace reír, pensar y dudar de las institucionalizaciones humanas. Estamos necesitados de caballeros andantes como Caballero que nos despierten de este mal sueño en la larga noche oscura en la que nos encontramos.

Los espectadores canarios, manchegos y madrileños hemos disfrutado de este producto auténticamente cultural les pese a quien les pese. Parece que la representación se irá extendiendo (casi es mas certero el vocablo desparramando) por toda España. ¡No dejen pasar el verla! El viejo Dacio Gil se tiene prometido volver a verla donde quiera que se represente, haciendo turismo temático a la capital que acoja a esta compañía El Cruce, pues eso si que son solomillos de cultura y no el gato por liebre que nos colocan de matute las televisiones y productoras. Si, solomillo de cultura; no se inquiete el curioso lector por una metáfora tan alimentaria animal. Pero animales nos están haciendo con tanta carne roja, rosa y amarilla.

El lector inteligente habrá reparado que en una época de indigencia teatral en España se están representando dos obras de Heinrich von Kleist. Por un lado el cántaro roto y, por otro, la Marquesa de O que inmortalizase en los años 70 Eric Rohmer en el cine y que ahora dirige Magüi Mira e interpretan Tina Saiz y Amaia Salamanca (Barcelona, Teatro Romea, hasta el 12 de octubre). Una historia de honor humano –y también de justicia- en medio de un curioso embarazo que parece imaginario.

La actualidad teatral nos permite reflexionar unos instantes sobre Heinrich von Kleist de imprescindible lectura para quien crea, o crea creer, en la justicia y el Poder. Kleist, un funcionario descreído de instituciones garantistas y revoluciones pero cuyo lema era “por encima de todo siempre vence el sentimiento de justicia.”
Quien leyendo Michael Kohlhass no se conmueva es que carece de alma: un tratante de caballos que es objeto de un abuso de poder y trata de solucionarlo por la vía de los tribunales y la legalidad. La venalidad judicial y la falta de independencia le hacen perder todos los juicios. Y lo que es más importante: perder el juicio por acumulación de impotencia. Un Kohlhass del que Ernst Bloch llegó a decir que es homologable a El Quijote con la diferencia de que éste lucha sin apoyarse en ninguna institución, mientras que Kohlhass lo hace apelando a las autoridades, jueces y leyes existentes, llevándolas hasta sus últimas consecuencias con un resultado perverso para él: termina con la cabeza bajo el hacha del verdugo. Quien lea con detenimiento Michael Kohlhass o tenga el privilegio de asistir a la fiesta de los jueces y no le flaqueen las convicciones morales y jurídicas al uso es que tiene internalizado aquel apotegma totalitario expresado por Caifás de “ conviene que sólo un hombre muera por el pueblo y no que toda la nación perezca” al descubrirse el fraude en el que se basa la institucionalización de las garantías de la convivencia. De ser así, debería acudir con urgencia a un psicólogo a revisarse pues puede anidar en él una personalidad psicótica.

Verdaderamente la justicia es tal como se la representa. Es un interminable baile de máscaras, birretes, togas, pelucas, mucetas, mazos y puñetas. Tan interminable que, terminada el día 26 la representación en Madrid de la fiesta de los jueces, han comenzado ya el 27, sin solución de continuidad, los carnavales del caso Marbella que amenaza con el bombardeo mediático durante un año. El libreto es conocido: se disolverán todas las responsabilidades en florilegios forenses, prescripciones y deficiencias probatorias. Y se buscará un fiambre para imputarle todos los crímenes para que la fiesta siga “y la nación no perezca”.

El viejo Dacio Gil tiembla ya por eso mismo. Seguro que ya está cocido que van a buscar un Gil para imputarle todo y dejar las fruslerías menores para que el populacho trague carnaza. Si la festividad del Chivo ya está pasteleada, el viejo Gil habrá de esconderse no sea que en el delirio transgresor de estos carnavales judiciales-políticos-mediáticos entre la policía científica, el Ministerio Público (que no mengua en retribuciones y sinecuras aunque el sector público ya sea literalmente inexistente) y Sus Señorías busquen un chivo expiatorio de trazas Gil, pasando el humilde usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia a ser fiambre por obra y gracia de algún sicario a la sazón agente secreto engrasado con fondo de reptiles, para poderle imputar a Gil todas las barbaridades perpetradas y consentidas y que los demás no terminen tirando de la manta dejando al descubierto la desnudez imperante.

El viejo Dacio Gil tirita porque los jueces y juezas tras las fiestas también se emborrachan, cantan, se entregan a la concupiscencia irrestricta, adoran al becerro de oro y hasta se solazan con la televisión basura. No se diferencian en nada de los demás humanos; vagos y maleantes incluidos.

Heinrich von Kleist no pudo soportar los carnavales de su época. Sus coetáneos no le tuvieron en la consideración debida. Era un genio que sólo fue reconocido con posterioridad. Como pasa siempre con los genios.

domingo, 26 de septiembre de 2010

GESPRO COMO SÍNTOMA Y COMO METÁFORA.

Si es que se veía venir. Con el humo informativo y los esperpentos mediáticos de género y corazón intentan cegar los ojos de los resignados ciudadanos conformistas, pero nos movemos en un lecho de detritus, de bilis y de regüeldos. Intentan entre unos y otros narcotizar al mujerío y al hombrerío para que todos los escándalos no estallen a la vez. Minas antipersonas, si, pero de detonación retardada. Sin embargo terminará estallando hasta la contabilidad de las asociaciones de apoyo a los patos o a los toros o las de preparación de la intendencia de los postreros peregrinos a Santiago. Es como si también en el subsuelo estatal todo estuviese carcomido: las academias de idiomas, los equipos de fútbol, las ONGs, los cepillos de las iglesias, los repartidores domiciliarios de pan y leche ¡y se destapa ahora lo de las administraciones (gestoras se llaman ahora) de comunidades de vecinos! El usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia se interroga por qué no han esperado un poco a sacarlo, si cualquiera que trate hoy con una administrador de fincas (todos basados en un eficiente empleado-contable-maquillador apellidado Excel) sabe que escaquea, de una u otra forma. Ahora resulta que al menos 300 comunidades de vecinos de Madrid están siendo víctimas de fraude por sus administradores.

Un dilecto amigo de Burgos se lo viene anunciando desde hace tiempo a este viejo Gil: retoma - dice- la administración de tu casa que el agujero será ya millonario cuando te quieras dar cuenta, sólo hay que levantar el velo del programa informático. El burgalés, que es avispado, procura no gastar en vano y aspira -además de otras muchas propiedades logradas con el sudor de su frente y el cálculo de su balance económico- a una lápida de mármol de carrara en el cementerio, por eso desde hace varios años ha avocado para sí todas las competencias de los administradores de sus pisos. Y lo grande es que, con los datos en la mano, ha podido convencer para ello a los demás copropietarios de las varias comunidades en las que tiene alícuota; lo que no es nada fácil en este mundillo de inquinas vecinales e intereses estrictamente personales.

Se lo llevan. Si, se lo llevan. O, en el mejor de los casos, lo contabilizan mal...pero no lo devuelven. En eso si que Dacio Gil es nostálgico pues conoció administradores de fincas honestos a carta cabal que no se les quedó un céntimo entre uña y carne. Antes al contrario: ponían su escaso dinero y mucho, mucho de su tiempo robado al reposo familiar, sin siquiera pasárseles por la cabeza el recurrir a los "propios" que hoy se llevan para sustituir estructuralmente al sedicente administrador en los actos que requieren su asistencia. Eran otros tiempos; eran otros hombres; eran otras bases éticas y morales. Había un concepto claro de justicia e injusticia. El propio padre y el suegro de este viejo Gil (honestos los dos, ejemplares ambos) hubieron de pluriemplearse como administradores de fincas, para sacar a la familia adelante. Cuando asentaron su posición profesional y la hubieron de dedicar más tiempo, dejaron de administrar fincas urbanas. O témpora, O mores!

Hemos vivido en España una burbuja capitalista exacerbada que ha aniquilado valores esenciales de convivencia. Ya no se recuerda qué es eso de administrar “como un buen padre de familia”. Y los administradores pluriempleados a la antigua usanza si que lo eran. Vaya si lo eran. No les cabía otra en aquella época de estrecheces. El paraíso informático y monetario nos ha puesto en esta tesitura: El reinado de la apariencia y el maquillaje verbal (y de programación económica) ha mutado los honestos administradores de fincas en las pomposas “Gestoras de Comunidades” de hoy, con sus secretarias, telefonistas y machacas que sustituyen al secretario-administrador en la Junta General de la Comunidad de Vecinos y en casi todas las gestiones. Una franquicia, vamos, como esta dichosa GESPRO. Las presentaciones Excel han permitido, por otra parte, emborrachar a los copropietarios con una dorada lluvia de datos sólo descifrables con mucha paciencia… y manejando los documentos y facturas originales que nunca están a su disposición de buen grado.
Ninguno de los vecinos se para a pensar si los datos facilitados para la Junta coinciden al menos con el saldo bancario de la Comunidad, con la consignación básica de ingresos y gastos habidos. ¡Menudas sorpresas y sobresaltos surgen cuando se pide un extracto bancario a fecha determinada previa a una Junta General!
Las “Gestoras de Comunidades” son una hipoteca legal colada de rondón por el Gobierno Aznar al hacer suya una aspiración del Lobby colegial. Y el titular gestor se prevale de la situación inmanente (las inquinas y resquemores de los vecinos entre sí, bloquean la adopción de decisiones lógicas) para vivir como una reinona que, a lo sumo, pasa el trago anual de la Junta General: tres carajillos, dos rones y un lexatín y asunto concluido, en la Junta no hay alcoholímetros y en muchas, además, se sirven refrigerios. Y que la Junta dure, dure, dure… y los asistentes se cansen, cansen, cansen...de naderías tratadas con desproporcionada enjundia.

Desde que se sustituyeron los libros de actas foliados y autenticados esto es Jauja. El primer caballo de Troya fueron los libros de hojas intercambiables, luego el tratamiento informático-contable, luego la solemnización del secretario-administrador obligatorio y por fin las personificaciones jurídicas -por lo general S.R.L-, de éste para limitar las eventuales responsabilidades... que puedan llegarse a destapar. Hoy todo se puede posponer, amañar, retrotraer y rectificar. Nada ya es sólido y fidedigno. Chapucerías elevadas a dogma por la presentación informática ininteligible. O inteligible con paciencia y mucho oficio contable y experiencia. La mascarada del desarrollo de la Junta General es otra historia. De ciencia-ficción.

El viejo Dacio Gil por su provecta edad ha conocido administradores enajenados, defraudadores fiscales, incapaces por apocamiento, vividores, “capitanesgenerales”, pasotas, eternos dimisionarios que nunca dimitían y "chinchetas" imposibles de ser despegadas; es decir, de remover de su cargo ni con decapante. Cualquier Comunidad es un largo rosario de incidencias e incidentes, como la vida misma, como el Consjo de Ministros y el Parlamento. Y eso si no se trata de un condominio que en ese caso …es... es... un engendro ingobernable en el que se proyectan todas las vanidades humanas.

Y para qué hablar de las reparaciones de fachada y el spiderman comercial que se nos promete que vuela y se encarama. Mucho más caro que la revocación tradicional. Pero como los administradores no dejan de ser políticos de tres al cuarto (aunque alguno gasta un porsche; no se crea el eventual lector), juegan con el miedo y la aspiración a la inexpugnabilidad domiciliaria. A las marujas (ya sean hombres o mujeres, que en esto hay auténtica paridad en una Junta de vecinos) les venden que el trabajo de los spidermen es limpio y nada aparatoso, verdaderos trapecistas;hasta se suele traer a un extranjero a que cante a los asistentes a la Junta las excelencias, capurreando, del rapelar revocando la fachada. La comunidades suelen aceptar el reto de los escaladores. Lo malo es que el viejo Dacio Gil no conoce una sola comunidad de vecinos (lo del condominio es ya novelesco) que por “inevitables razones técnicas” no hayan visto instalados los andamios mientras veían esfumarse a los spidermen al primer día de su aparición. Llegando después unos bullangueros encaramadores de andamios. ¡En todos los casos! Y el trueque se hace ya sin Junta General, una simple Nota Informativa basta.

Somos-como dicen los optimistas y se ha recordado ahora con el bicentenario de las cortes de Cádiz- una Nación elegida por Dios, privilegiada, regida por los mejores hombres públicos: Gescartera, Forum Filatélico, Convoluto, Estraperlo, Gürtel, 5%, Filesa, Cajas de Ahorros, Roldán, ayudas al lino, Colón de Carvajal, Paesa, Opening, EXPO de Sevilla, el CSIC, estafas piramidales varias, tocomocho, trile, agencias de viajes esfumadas, Marbella, Mutua Madrileña y sus tres partes, multipropiedad, ITV automovilística, ITV de los edificios, la ORA, los controles de velocidad con radar, los falsos inspectores del gas y ahora, para colmo, las “Gestoras de Comunidades” como esta GESPRO.
Las comunidades de vecinos son para los políticos un fácil sujeto de imputación económica y fiscal. Se ceban con ellas, indefensas por incapacidad de consenso interno. Y el efecto dominó de GESPRO y de lo que venga en cadena les va a abrir los ojos a estos recaudadores compulsivos para seguir sacando dinero fácil: el comisario municipal en las Juntas y el Inspector de comunidades para controlar los buzones, los trasteros, las antenas y las plazas de garaje. Además de una contribución a un fondo de garantía específico no reembolsable. Mientras, los caraduras seguirán viviendo Excel va Excel viene. Acaso también se crearán auditores de comunidades de vecinos y si el administrador robó o no pagó los impuestos, contribuciones o la seguridad social del portero: multa solidaria a la comunidad que confió por escrito en el mangante. Estado de indefensión permanente de la personalidad jurídica colectiva vecinal. Mientras tanto, el Colegio de Administradores silbará mirando hacia otro lado, pues se sabe inmune e impune por las dádivas del poder; a lo sumo procurará cursos con baja cuota de inscripción bonificada para presidentes y vicepresidentes y demás marujos y marujas interesados.

El grave tema de la falsedad estructural de las gestoras de comunidades se saldará con nuevas burocracias y nuevas exacciones. Como siempre. Así, seguirán aumentando los vecinos morosos en las comunidades, alcanzando ya el índice de morosidad casi el 20 % en toda España. Conclusión: los ciudadanos se verán atacados en su economía desde el exterior (exacciones públicas y fraudes de los administradores), desde el interior (los vecinos morosos o de dudoso cobro) y desde la jurisdicción (gastos procesales cada vez más onerosos).

Mientras tanto la prensa bicolor (amarilla y rosa) nos bombardea ayer y hoy con la foto de esos señores satisfechos de haberse conocido celebrando el bicentenario de las Cortes de Cádiz, que se enumeran por orden de autoenamoramiento propio:
1. Don Francisco Javier Rojo García, linotipista él de lejana profesión, que se adora por haber llegado tras una larguísima concatenación de cargos públicos pensionados todos, a ser la segunda autoridad del Estado , habiendo obtenido (?) un doctorado honoris causa en una perdida universidad del Perú. Se aprecia a la legua que literalmente se adora. Él mismo se pondría de ejemplo curricular erga omnes: linotipista, sindicalista y juego de la oca político: de oca a oca y me nombran porque me toca. Al viejo Dacio Gil le causa estupor y turbación la figura del navarro don Javier Rojo. Paradigma de la deriva del país. Ejemplo de entusiasmo de haberse conocido y codearse con el Rey de España. Es el actual presidente de esa institución singular llamada Senado.
2. Don José Bono Martínez, un personaje inaprehensible. Nadie le conoce cabalmente su “bono-mía” (¿pero viene de don José la palabreja?). En sus miradas captadas por las fotografías parece apreciarse como si despreciase el peloteo (¿protocolo se dice, no?) del señor Rojo al Rey. Pero se ríe sin un pelo de tonto en el rictus. Cree –o sólo dice- que España es una elegida de Dios y de la Historia. No parecen las palabras de un indigente que no tenga dónde caerse muerto, a lo sumo de un ser poco documentado; como si dijéramos, superficial, para entendernos. Pero debe de ser sólo un espejismo, pues se trata del presidente del Congreso.

A ellos -y a otros tantos más- tal vez no les importe mucho el caso Gespro. Tienen otros administradores y más altas aspiraciones y preocupaciones. Pero el tema es muy serio. Más de lo que parece a simple vista. Síntoma y metáfora de lo que está por venir. La punta del iceberg. ¿Quién podrá parar el indefectible efecto dominó? Chi lo sa.

jueves, 23 de septiembre de 2010

GUCCI: UN SERENO OASIS EN LA TREPANACIÓN PUBLICITARIA.

Don Antonio Maura y Montaner, un mallorquín de pura cepa, fue un hombre exquisito en sus gustos y lúcido en sus intuiciones que ha dejado huella en la historia de España hasta el extremo que su legado político fue retomado recientemente por un partido hoy en la oposición de turno. Don Antonio -que iba para científico pero decidió estudiar leyes tras una conversación con el revisor del tren que lo traía a Madrid a iniciar sus estudios universitarios- combatió el cacicato, intentó una cierta clarificación y transparencia de las elecciones locales y parece que trató de regenerar la vida política española de la época con vocación de reforma del Estado. Como todo político, tiene incluso hoy sus seguidores y sus detractores. Pero es indudable que fue un hombre singular, entre otros muchos aspectos importantes (la persecución del cacicato y la eliminación del fondo de reptiles en el Mº de Gobernación, entre otras), por sus frases ingeniosas (su lema era "convencer, persuadir, comunicar"), y sus decisiones institucionales nada convencionales. El ingenio de sus frases debió de ser proverbial pues su más reciente biógrafa (María Jesús González) llega a afirmar “que sus frases no sólo alcanzaron la categoría de apotegmas en el ámbito político, sino que se transformaron en hábiles reclamos publicitarios (de dentífricos, jabones, bombillas OSRAM o bomboneras de electro plata)".

Al jurista y político Maura atribuye la sabiduría popular la genial frase definidora del cacicato: al amigo el culo; al enemigo por el culo; y al indiferente la legislación vigente. El viejo Dacio Gil se ha tirado muchos años buscado la confirmación escrita de esta frase en todas las biografías que encontraba, desde las de García Venero o Sevilla Andrés a las de Calvo Poyato o Tusell, pasando por las de Pérez Delgado y Robles, sin encontrarla de manera explícita. Sólo en la biografía de 1997 (Mª. Jesús González) la encontró en su auténtico contexto: referida a los Jueces Municipales, que, según Maura, eran “fortines y casamatas de lo más execrable del caciquismo español”. Entendía que nada se puede hacer si un pueblo se resignaba a tener el “peor” juez, porque ni la presión social, ni el estímulo de los convecinos, ni el de las víctimas movía al “mejor” a hacer la solicitud: “No me pidáis que engendre ahora otros españoles –decía Maura-. Estamos gobernando a los que hay”.

Entre las decisiones institucionales singulares se encuentran la de celebrar el Consejo de Ministros en su propio domicilio de la calle de la Lealtad (como hacen ahora los propietarios de los equipos de fútbol con su Consejo de Administración) o en diferentes balnearios como el de Corconte en Cantabria. Tal vez por el influjo del cacique murciano Juan de la Cierva, miembro del órgano colegiado gubernamental que él presidía u otra circunstancia económica o de salud, Maura celebró varios Consejos de Ministros en el balneario murciano de Fortuna (hoy Leana, recuperada su primigenia denominación romana), donde han quedado inmortalizadas sus estadías institucionales y privadas. Era, por tanto, el amostachado don Antonio un hombre ingenioso y práctico: apelaba a la relajación producida por el agua caliente mineral para potenciar sus mejores virtudes oratorias y persuasivas que se difuminaban en momentos de exaltación. En eso se mostraba pleno conocedor de la historia de las bondades balnearias (por algo el balneario de Fitero rezaba en su frontispicio Esta agua lo cura todo menos gálico y locura). Y aunque don Antonio era católico y no desconocía las prevenciones de la iglesia con la desnudez en los baños, tampoco desconocía aquella anécdota de Santa Teresa que llegó, en 1577, a recomendar a la priora del convento de clausura de Malagón que tomara las aguas del balneario de Loja para curar la calentura que la aquejaba aunque con ello quebrase la estricta clausura conventual. Sabía también Maura que el balneario era en esa época timbre de honor y diversión de la buena sociedad, como antes había apasionado la vacación termal al propio Fernando VII y su corte.

En el contexto relajante y vivificador del balneario de Fortuna, precisamente, el viejo Dacio Gil se dedicó a la lectura relajada de la prensa local y un poco a la nacional; y con absoluta sorpresa se topó en la página 3 del diario EL PAIS del 17 de septiembre con un anuncio en cuarta sumamente tranquilo e incitador a la reflexión pausada. Decía así:

GUCCI Forever now
El hombre. La pasión. El sueño. Guccio Gucci vivió la vida del artesano en la Florencia de 1921. Auténtico. Perdurable. Entregado a la perfección. Su espíritu inspira hoy nuevas tradiciones. La belleza de lo que él empezó ha nutrido durante generaciones a artesanos a lo largo de 90 años: Su deseo de crear lo imperecedero es lo que nos mueve. Bebemos de nuestro pasado para dar forma a nuestro futuro, imprimiéndole la tarea de difundir su legado icónico: ahora y siempre.


El viejo Dacio Gil no daba crédito a lo que veían sus ojos. Leyó una y otra vez el texto para confirmar que era publicitario. Y sí: lo era. La excepción que confirma la regla del mal gusto imperante en la industria de la conducción consumista. Un texto sugerente, que suscita la reflexión y evoca valores tradicionales hoy perdidos. Lo que el cuidado publicista redactor denomina “legado icónico”.

La lectura de ese texto tan bien concebido, que exhala equilibrio, conduce suavemente a Richard Sennett y a todos los críticos de la basura publicitaria imperante (Victoria Camps, Zygmunt Bauman etc., etc.). A Dacio Gil le cautivó la elegancia del anuncio que casi podría decirse que era aristocrática, como toda la gama de productos GUCCI a los que obligado es reconocer su calidad y distinción. Quedó tan fuertemente impresionado el usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia, que prefirió dejar trascurrir unos días para leerlo de nuevo en el tráfago inhóspito de la capital para comprobar si el efecto era el mismo. Y sí lo es. Lo que quiere decir que no fue un espejismo de las aguas termales ni un engaño de la placentera relajación: el texto transmite de manera serena frente a ese bombardeo de estulticia dominante que hace prevalecer bajos instintos frente a las sanas pasiones.

De seguro habrá renuentes que objetarán que el segmento consumidor de GUCCI es muy determinado lo que marca el mensaje o que la propietaria de la firma italiana es un holding de almacenes francés que lo adquirió tras el batacazo económico de la familia propietaria y sus gestores. Pero ni con esos argumentos podrán doblegar el convencimiento de este viejo Gil. Puede ratificar aquí que el texto es una maravilla de sugestión culta, en las antípodas de la basura repetitiva que se nos inocula a diario. Permite pensar y asociar conceptos de manera libre y sosegada y eso, por sí sólo, es ya una auténtica joya en pleno siglo de la fealdad expresiva.

Afortunadamente no todo son “fortines y casamatas execrables” en este siglo XXI. Aún hay resquicios para la razón. O cuando menos –y no es poco-, para poder ejercitar la razón. Y es significativo que pueda encontrarse en un mensaje publicitario. Otra cosa es que quien se haya emocionado con el apacible mensaje icónico (¡ojalá haya muchos emocionados! Sería buena señal) pueda permitirse el lujo de adquirir un auténtico GUCCI.

El aroma que desprende el anuncio es verdaderamente distintivo. Signo identificador. Aristocrático en la más bella acepción culta de la palabra. Afirmación que se deja aquí consignada sin las falsas cautelas retroprogresistas tan al uso en críticos y hermeneutas varios.

lunes, 20 de septiembre de 2010

INÉS MARÍA HUERTA GARICANO (ELEGÍA A JOSÉ ANTONIO LABORDETA).

Tal vez el viejo Dacio Gil debería limitarse a hacer una elegía más o menos ortodoxa por ese aragonés militante que hizo descubrir al usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia tantas cosas sustantivas y adjetivas. José Antonio Labordeta, como todo ser humano, tiene muy marcadas sus etapas vitales, pero el cómputo general de su vida es sumamente positivo, aunque algún claroscuro institucional se vio obligado a asumir. Dacio Gil coincidió varias veces con Labordeta cuando vagaba –era el dulce vagar del que se sabe casi un florero en una institución donde se aplica inexorable la “ley del número”- su campechanos alma y cuerpo. Al final casi pedía perdón por el pendón que debía portar, que no debe de considerarse un demérito a su acrisolada integridad de profesor de los de antes. En cualquier caso el ser funcional también ha de tener su contrapartida retributiva, pues otro, si no, le sustituiría en el quehacer y en Labordeta su aragonesismo estaba por encima incluso de su beligerancia irrestricta con la corrupción institucional y la deriva totalitaria del Estado.

José Antonio Labordeta era sobre todo un luchador a cara descubierta contra el autoritarismo y el desprecio por los elementales derechos fundamentales sociales y políticos. Don José Antonio jamás habría transigido con reducirse a ser un “espectro inofensivo” en esta sociedad de la risa fácil y el escupitajo futbolero. Por eso el mayor homenaje que se le puede hacer es continuar su estela denunciando a los cuatro vientos la deriva totalitaria de esta democracia de salón donde se encumbran los bufones, los prevaricadores y los locos.

En ese contexto hay que traer a esta Tribuna Alta de Preferencia el ominoso ejemplo social de doña Inés María Huerta Garicano que viene haciendo carrera en los intersticios más oscuros de la siniestra burocracia que cobija esos decorados de cartón piedra que son los Palacios (?) de Justicia (?), tal y como han sido desmenuzados hasta el más mínimo detalle procesal o estructural por ese insigne sabio castellano, ese Unamuno del siglo XXI, que es Alejandro Nieto García en su obra memorable (memorable para unos pocos espíritus inquietos y libres, porque la medianía reinante – los bufoncetes y bufoncetas y los humanos animalizados o canibalizados- callan como tumbas moras y tratan de que la descomposición realmente existente no sea conocida por los ciudadanos que sufragan esta inmensa maquinaria podrida desde su base más profunda (nepotismo, venalidad, carreras sinuosas y promoción canapé, politización, ausencia absoluta de especialización etc., etc., etc). El libro La balada de la Justicia y de la Ley es, en efecto, básico para conocer las ratas que libremente circulan por los Palacios de Justicia haciendo “desaparecer” expedientes completos (los "autos" o la "causa" en el pomposo lenguaje forense), o los destrozos de los albañales cuando se colapsan y convierten en inservibles pruebas practicadas con enorme esfuerzo por el abogado honesto y cabal ante la renuencia y las trabas injustificables de la jueza o juez de turno.

Ese espíritu inquieto, cultivado, certero, honesto y cabal que es Alejandro Nieto ya había dado un aldabonazo claro en su último libro (el malestar de los jueces y el modelo judicial pp 90 y 91) sobre doña Inés María Huerta Garicano en relación con los derechos de los extranjeros y otras corruptelas judiciales del sistema. Lo hace muy irónicamente, pero con precisión; y el sujeto es inequívocamente una intermediaria jurídica pública de sinuosa carrera: la ciudadana Inés María Huerta Garicano que se ha creído eso de “la Justicia soy yo” y sojuzga, minimiza, desprecia y “aniquila” no sólo derechos fundamentales sino personas de carne y hueso a los que aplica fórmulas procesales totalitarias (¡fórmulas procesales totalitarias! con la gravedad que ello comporta) sin la menor consideración ni respeto a la dignidad de las personas. Actúa como si su sinuosa carrera administrativa como “intermediario jurídico público” le invistiera del carácter de valedor de quien le paga (¿no le pagamos todos los españoles que nos otorgamos una Constitución para que se cumpla?) o ha consentido que se promueva de empleo a empleo sin el desgaste económico, emocional y de salud que han tenido que sobrellevar los opositores empollones o los verdaderos “especialistas” en Derecho Administrativo. Aunque a buen seguro nadie en la actualidad puede definir de manera cabal qué sea un “magistrado-especialista” de lo contencioso, superando la descripción de Nieto: jueces civiles y penales (y alguna rara excepción de lo social) que huyen de enjuiciar a personas y pretenden blindarse en el “expediente” administrativo. ¿Acaso en el contencioso no se dirimen aspectos nucleares de derechos de las personas vulnerados en los Poderes Públicos? Estas mentes enfermas y cobardes creen que no, aunque con ello estén defraudando a la colectividad. Tratan de juzgar como si estuviéramos en el siglo XIX cuando estamos en pleno siglo XXI: despreciando la Constitución, las Leyes sustantivas y también las adjetivas. Despreciando, por supuesto, el lenguaje, que es su primera víctima, ya que para eludir los mandatos normativos construyen (es un decir lo de construir, cuando lo apropiado sería destruir o deconstruir) toda suerte de falacias gramaticales y argumentativas, elípticas en grado sumo. Y lo hacen con absoluta impunidad corporativa.

Inés María Huerta Garicano es uno de los máximos exponentes (como la desempeñada en el orden penal Berta Santillán Pedrosa o Teresa Delgado Velasco, o en el orden social como Francisco de la Peña Elías) de esta impunidad guatemalteca. Aniquilando derechos y personas a sabiendas, prevaricando socialmente cuando no -será imposible probarlo en el desgobierno judicial imperante- meramente jurídico. Inés María Huerta Garicano es capaz de amañar unos autos manipulando los derechos notificatorios constitucionalmente proclamados por el TC, despreciando no sólo los derechos fundamentales de la persona sino la dignidad de la parte actora que acude al juez para que se restablezca el orden jurídico quebrado en el seno de los Poderes Públicos y las lesiones producidas por la arbitrariedad. Doña Inés María Huerta Garicano sólo parece conocer el lenguaje totalitario del Poder (no en balde ella ha trepado a la sombra de las camarillas del poder y come de la mano de quienes la promocionaron en detrimento de otros más válidos). Se diría que, conocidos por ella en primera persona los meandros de la promoción pública, aspirase a ser Ministra de la Gobernación, como en la época totalitaria de su colombroño.

El viejo Dacio Gil gusta de respetar a las personas, pero de lo que sabe de la ciudadana Inés María Huerta Garicano no merece ésta mayor respeto que el que ella otorga a los ciudadanos y a las Constituciones y Leyes: absolutamente nada. Esta fiscal sustituta (como su hermana) promovida a fiscal de carrera, luego excedente para pasar por no se sabe qué turno a juez y luego excedente para pasar a “magistrado especialista” tiene el muy dudoso honor de que se haya constituido una Asociación para intentar paliar los auténticos “descabellos” que esta ciudadana totalitaria infiere a los justiciables individuales frente a las mafias emboscadas en el Poder Público y económico (sanitario). El curioso lector puede indagar por su cuenta sobre los damnificados de este monstruo jurídico que han tenido que constituirse en asociación para intentar defenderse de sus zarpas inhumanas. Verdadera impunidad guatemalteca.

El viejo Dacio Gil tiene muchísimo daño inferido por la justicia humana pero respeta a las personas en la medida que se hagan acreedoras a ello y hayan demostrado un elemental grado de empatía. Y esta monstruo jurídico y humano no respeta a nadie, sólo parece amarse a sí misma y a su errónea concepción totalitaria del Derecho. Pero nadie con autoridad la ha colocado en el lugar que verdaderamente le corresponde: un loquero, cuidando la tumba de Stalin, o dedicándose a escribir la historia (y los deméritos) del Ministerio de la Gobernación franquista en defensa de las personas y los derechos. Alguien con autoridad debería de apartar de la judicatura a este engendro que no sólo ha hundido la credibilidad del orden contencioso administrativo sino que ha dinamitado la consideración democrática de la sociedad española. De una enajenada que confunde desnudo Poder con Sociedad o derechos fundamentales con sumisión de los siervos del tirano. Un juzgador que manipula los procesos hasta deformarlos no merece que se le trate de probo ciudadano: defrauda a conciencia a los conciudadanos en beneficio de los detentadores ocultos del poder. El viejo Dacio Gil habla con pleno conocimiento de causa. La asociación de damnificados procesales por ella también. Las víctimas de errores sanitarios también. El letrado Antonio de Lorenzo también.

¿A qué viene todo este largo introito del viejo Dacio? ¿Aún no lo saben? No sólo el juez Garzón es un demonio o un trepa (para el que sea tales cosas, que no cabe en este caso generalizar), desgraciadamente la judicatura está –como la sociedad- repleta de incapaces (el viejo dacio conoció del caso de un juez absolutamente incapaz que babeaba y se meaba y cagaba en los pantalones, al que era imposible hacer una sentencia ni copiándola, y se las hacía su padre magistrado para que pudiera eludir los pseudo-controles del Poder judicial y siguiera cobrando la soldada), ineptos, locos o lunáticos. Además de politizados, venales y prevaricadores. De todo hay, como en botica. Hay también jueces que tratan de hacerse famosos con casos más o menos espectaculares como González Rivas o González Navarro, Gómez de Liaño, Gómez Bermudez o el propio Garzón. Buscaron la notoriedad con casos mediáticos y los amplificaron.

En ese pecado ha caído la ciudadana Inés María Huerta Garicano, con el reciente Auto que ha permitido la manifestación de los miembros de un instituto armado interdictada categóricamente ¡por la propia Constitución! ¿Está loca esta mujer, quiere provocar un colapso o añora una asonada o un “putch”? ¿En qué lugar quedan las garantías de la sociedad? ¿La Constitución se puede modificar por el arbitrio arbitrario de una jueza? ¿Está en sus cabales esa ciudadana togada o estará muriendo de soberbia y le importan un bledo los frenos y contrapesos constitucionales? ¿Acaso aspira a pleitesía eterna de los "civilones" para poder transgredir a modo las normas de tráfico o de alcoholemia? ¿O quiere Su Señoría escoltas gratuitos?
Todo huele a podrido o a enajenación mental. La Constitución es clara. Las normas sustantivas y adjetivas también ¿A qué viene esto, pues? ¿Aspira a ser la “Garzona” –los chilenos entenderán lo de “garzona”- del PP? ¿Puede una enajenada hacer un daño social tan gratuito? ¿No sabe que los manifestantes portan pistolas además de bolígrafos y formularios de multas? ¿Desconoce que están al servicio de la sociedad o no tendría razón de existir un instituto armado paralelo a la policía? Alguien ha dejado escrito de la ciudadana Inés María Huerta Garicano que practica el “terrorismo judicial”. No va descaminado, Dacio Gil ha padecido ese terrorismo judicial prevaricador de la ciudadana Inés María Huerta Garicano y nadie se inmuta ante el sinfin de ciudadanos ”aniquilados” por ella. Como en Guatemala, donde también muchos –demasiados- portan armas.

El viejo Dacio Gil no pretende en modo alguno suplantar el blog de SEVACH (contencioso. es) que tan ágil y atinado es. Únicamente pretende decir la verdad, sólo la verdad y nada más que la verdad. En este muy modesto homenaje a un honesto luchador por las libertades ciudadanas como José Antonio Labordeta. Las filas de los luchadores se están mermando mientras crecen las de los indiferentes que cultivan el descompromiso emocional y aceptan la seguridad de una cárcel vigilada por locos, prevaricadores o corruptos. Cuestiones éstas ante las que Don José Antonio Labordeta nunca calló.

De seguro Don José Antonio, fiel a usted mismo, seguirá enseñándonos los caminos de la belleza desde donde quiera que se encuentre. El viejo Dacio Gil, dolorido institucionalmente hasta los huesos como ciudadano y persona, le seguirá esperando en la Venta Amada para departir con usted y dar cuenta de esos garbanzos al alioli que tanto nos gustan a ambos. Aunque la democracia ya no sea lo que debía ser. Aunque la deriva judicial enloquecida nos aniquile sin remilgos éticos ni jurídicos. “Por lo general los jueces son vagos, pero cuidado con las juezas que son temerariamente retrógradas” terminábamos al hablar del desgobierno judicial y la arbitrariedad de los jueces...que también quieren manifestarse e ir a la huelga...

jueves, 16 de septiembre de 2010

EL ABRAZO VIRTUOSAMENTE BRUTAL DE ESTA "TARASCA RUSA".

Tal vez una de las situaciones que mejor ejemplifica el enorme amor –y respeto- que por lo general sintieron los hombres por nuestra Diosa del conocimiento humano y del amor sea la apuntada en el penúltimo post. En efecto, una vez el dramaturgo y acrisolado don juan Frank Widekind (que veía en el sexo una fuerza elemental que no debía reprimirse) acompañó a Lou a la salida de una fiesta, en animada conversación sobre el amor, el matrimonio y el papel de las meretrices que asaltaban a los hombres en la vía pública parisina. El afamado seductor la invitó a subir con él a su habitación del hotel en el que estaba instalado para continuar la conversación, a lo que Lou accedió de plano, de lo que Widekind interpretó que pasarían la noche haciendo el amor. Vana interpretación pues por la cabeza de Lou no pasaba más intimidad que la intelectual y espiritual. Widekind, frustrado en sus expectativas sexuales masculinas, hubo de dejarla partir después de haberse imaginado poseyéndola. Pero lejos de responder de manera rencorosa al rechazo, se presentó la mañana siguiente en la residencia de Lou vestido de chaqué con un espectacular ramo de flores para pedirle caballerosamente disculpas por su desliz la noche anterior. Esta anécdota resulta paradigmática de la comunicación humana que esta mujer establecía con sus pretendientes: ninguno la consideró una mujer provocadora o mojigata; ni caldorra ni estrecha. Documentado está el enorme respeto que suscitaba en sus enamorados. En todos sus enamorados y en los hombres en general.

Tal vez la relación más conocida de Lou Salomé, por encima incluso de la mantenida con el poeta Rainer María Rilke, es la que estableció con Friedrich Nietzsche dentro de la Santa Trinidad. Hay constancia de que convivieron juntos en los viajes a Roma (en el Montesacro el filósofo le declaró su perdido amor), en Lucerna y, la más extensa y acaso intensa, en Tautenburg, interrumpida varias veces por los accesos de enfermedad de Nietzsche. El filósofo parce que entendió no del todo bien la relación con Lou –un acercamiento apasionado y vital circunscrito al plano intelectual dentro del espontaneo y natural amor que Lou emanaba al entregarse- en la que, además, se inmiscuyó venenosamente la hermana del filósofo, Elisabeth, que llegó a calificarla de “tarasca rusa”. Una vez que Lou rechazó todas las proposiciones de matrimonio formuladas por Nietzsche –incluida la intentada por intermediación de Rée-, el autor de Aurora llegó a decir de ella que era una “mala mujer” y que padecía –en aquella fecha, claro- “atrofia sexual”. Sea como fuere, la relación del filósofo con el vitalismo de Lou le produjo efectos beneficiosos que se constatan en el optimismo que rezuma “La Gaya Ciencia”. La negativa de Lou a desposarse con Nietzsche sumió a éste en un estado de decepción que puede apreciarse en “Así hablaba Zarathustra”. A pesar de ello, Lou se sintió vivamente fascinada por Nietzsche y en Tautenburg y en el Montesacro fueron una feliz pareja, hasta el extremo de que, andando el tiempo, Lou deslizó a André Malraux la siguiente enigmática frase “¿Si besé a Nietzsche en Montesacro? Ya no lo sé.” En el contexto de la reserva de Lou con los recuerdos amorosos, puede colegirse que algo hubo que llevó al filósofo a afirmar que Lou era la mujer más inteligente y más dotada, sagaz como un águila y valerosa como un león. O aquella confesión personal a su enamorada de que el sueño más maravilloso de su vida se lo debía a ella. Constatado está también que Nietzsche escribió personalmente a la madre de Lou contándole que su hija y él se habían prometido en casamiento. A partir del momento de felicidad y entrega por parte de Nietzsche, la campaña difamatoria femenina orquestada por la hermana del filósofo se propaló con rapidez, quedando para la historia que Lou era la mujer que había rechazado al filósofo del momento. Se expandió como la comidilla del momento. El viejo Dacio Gil omitirá aquí algún improperio vertido por el enamorado repudiado como esposo, transido de decepción, pues era sin duda fruto de su manifestada enfermedad (“abismo de desesperación” como él mismo lo calificó) . Además, con posterioridad Nietzsche se retractó e intentó disculparse ante la mujer de su vida (excluida la malvada hermana que absorbió su vida, su aureola y casi su historia). Lou admiraba profundamente a Nietzsche y entre ambos se prodigaron momentos de muy natural amoroso trato, incluso fueron amantes en el concepto tierno de nuestra Diosa, pero que el sajón no fue un hombre al que ella amase en su totalidad. Nietzsche reconoció a su amigo Overbeck: “Albergué los sentimientos más locos y más puros por Lou y no había nada erótico en mi amor. A los sumo había podido dar celos a un Dios”.
Lo cierto es que, con independencia de que Lou siempre convino con sus amantes hacer desaparecer sus cartas y demás rastros de sus manifestaciones de amor (“yo soy siempre fiel a los recuerdos; a las personas, jamás”), prácticamente todos los testimonios recopilados por los biógrafos son encomiásticos en el plano humano y respecto a su femenidad. Y eso es sumamente revelador del cúmulo de cualidades que debieron adornar a esta mujer que, al menos durante un largo tiempo, vuelve locos a unos y a otros pero siempre termina conservando su virginidad. Su biógrafa más feminista -posiblemente también la más superficial-, Françoise Giroud, llega a afirmar de “esta mujer medio virgen algo desvergonzada” que “se diría que actúa en los hombres como una droga a la que, una vez probada, no pueden prescindir.”. Desde la óptica de un hombre, y eso Frederick Heinz Peters, su auténtico biógrafo desde hace 50 años y sobre el que pivotan todas las posteriores aproximaciones a Lou, supo captarlo de manera admirable hasta el extremo que podría decirse que también él se enamora de ella. Quien quiera aproximarse a los enigmas de esta Diosa sin duda debería empezar por Peters en su versión castellana, bien la ya añeja de Plaza y Janés de los años 60, bien en la más reciente reproducción literal de aquella, ahora en Paidós, de letra más grande y fácil de leer. En cualquier caso, es el armazón sobre el que se han elaborado las biografías posteriores aparecidas en castellano: la de Giroud hace una apretada síntesis en clave feminista; la de Michaud rezuma cierta exhaustidad en la documentación que aporta y clasifica y la más reciente de Welsch- Pfeiffer incluye muchas fotografías comentadas, con un texto relacionado en su margen.

Lou siempre tuvo claro que ella no desnudaba su intimidad en ningún medio. Los afortunados que gozaron de su intimidad no se vieron nunca traicionados por esta mujer, para desesperación de biógrafos y demás exploradores de los secretos de alcoba. Celo que engrandece a esta Diosa. Como apuntó en su momento este viejo Dacio Gil Mirada retrospectiva, las Memorias de esta mujer excepcional, traducen paz con los hombres que compartieron su vida e inquietudes y denota ausencia de cualquier recuerdo conflictual. Son una rememoración literaria de acontecimientos seleccionados en la edad en que la mujer alcanza ya una relativización de la sexualidad y los secretos amorosos quedan indelebles en el corazón de la memorialista sin necesidad de altavoces. La Diosa, al redactar sus memorias, tiene claro que ella no es modelo de nadie y sus gozos y eventuales sufrimientos íntimos no deben ser puestos al alcance de todo el mundo (Mirada retrospectiva –dice- es un “cuadro de unos pocos recuerdos de mi vida, ya que los otros tienen el inalienable derecho a negarse a salir a la luz”). Lou evita cualquier posibilidad de morbo en sus memorias (bastantes calumnias hubo de soportar en vida para dar pábulo a la mezquindad histórica), pues siempre le obsesionó que su vida íntima no sirviese de comidilla del público. Michaud indica que el libro se alimenta de sombra y de silencio y concluye que “oponer el silencio a la calumnia es una forma de nobleza.”

Otra virtud que refulge en esta Musa es su categórico desprecio por cualquier tipo de conflicto que presidió toda sus actuaciones, incluida la forma de enfocar falta de escrúpulos de sus agentes literarios. Michaud, que ha escarbado en todos los documentos, destaca esa cualidad no conflictiva de Lou: “Sus relaciones con los editores nos ofrecen múltiples ejemplos. Ya hemos visto que aceptó un mal acuerdo en el caso de la cura de la señora Eisner. El hecho de no demandar a un agente de bolsa deshonesto que vende en su nombre unas acciones, le entrega de una suma irrisoria y obtiene a costa suya unos beneficios considerables, es también un ejemplo de esta actitud. Lou retrocede en junio de 1932 ante el problema que supone una demanda y el efecto desastroso que el litigio tendría sobre sus pacientes actuales o futuros.” A Lou sin duda le marcó el largo padecimiento administrativo (se le retiró de facto la acreditación para impartir clases a pesar de haberle dado la razón la justicia) de su marido Friedrich Carl tras ganar éste un pleito a la universidad, pero en su fuero interno rechazó siempre por principio vital el conflicto. ¿Es imaginable hoy una mujer que no intente sacar rendimiento económico a la relación con un hombre importante o viceversa? ¿No estamos acostumbrados a ver vender al mejor postor cualquier intimidad? Hoy es moneda común el conocimiento público de las intimidades más básicas, la vida privada se ha hecho espectáculo morboso. Y en la época de Lou no era muy diferente; únicamente diferían los medios, circunscritos a los periódicos y las habladurías de salón; la maldad humana era idéntica.

La mujer que dijo que no haber amado era no haber vivido, que todos necesitamos la fuerza vivificadora del amor, pues sin ella, nuestra vida queda vacía, debía compaginar una apasionada entrega con una firme fuerza de voluntad. Lou, que, además de entender que la idea de un matrimonio en el que ambas partes buscaran la libertad vivificadora en los amores extramatrimoniales era fantástica, escribió que el erotismo encierra tanto sensaciones de felicidad como peligros, entendía el amor como una sensación transitoria aunque dejó escrito que “dos personas que tomen plenamente en serio esta eterna transitoriedad y la consideren como única medida de sus actos, que no busquen más que la dicha del otro, viven en una locura digna de veneración”. En su libro el erotismo dejó sentado el “principio de infidelidad” que sus biógrafos han tratado de incorporar al análisis de su vida plagada de relaciones. Lou había sentido más de una vez la fuerza fatídica del amor y decidió describirla en "el erotism0" sin falso pudor ni reservas. El libro se lo propuso el psicosociólogo Martin Buber y fue Freud el que confirmó muchas de las aseveraciones contenidas en el libro: la sexualidad sería una necesidad física, como comer o beber; se encuentra vinculada a los procesos vegetativos de nuestro cuerpo, como es el sueño; en el hombre, en el animal superior, el impulso sexual está asociado con el pensamiento y esto conduce a una excitación nerviosa, con lo cual el el impulso sexual sería una sensación, una idealización romántica del amor y el deseo de hacerlo durar. Pero Lou mantiene que todos los sentimientos animales quedan satisfechos rápidamente aunque exijamos a la persona amada eterna fidelidad (“ley de la progresiva disminución de la tolerancia”) y la repetición del acto sexual o la fuerza de la costumbre pueden destruir el encanto o excitar el deseo de un nuevo encanto (“Podemos decir que la vida amorosa natural en todas sus evoluciones, y de forma muy especial en las más individualizadas, se basa en el principio de la infidelidad. La fusión total es sinónimo de sumisión total”). El curioso lector puede hacer lo mismo que sus biógrafos: profundizar en la vida de la Diosa y en sus dos libros fundamentales uno sobre el erotismo y otro sobre el narcisismo, que incluye un artículo que los especialistas en psicología suelen considerar cimero, titulado “anal y sexual”. Libros que la facultativa bibliotecaria consultada por el viejo Dacio Gil le contó que eran muy apreciados por especialistas y que en la biblioteca en la que ella se desempeñaba habían desaparecido (“sustraídos por especialistas”, según sus palabras). En el fondo latía en Lou la distinción entre simple amorío y éxtasis amoroso pleno. Peters afirma que la intensidad de la vida amorosa de Lou era mucho más fuerte que la de las personas corrientes. Que lo que fascinaba a los hombres era lo elemental de su pasión y la espontaneidad de su entrega que, no obstante, estaba unida a una voluntad casi masculina. “Esta combinación ejercía un encanto tan irresistible que el hombre que hubiera amado a Lou no podía encontrar satisfacción en los brazos de otra mujer.”

Merece la pena trascribir un párrafo de Peters para invitar a la lectura de la extraordinaria vida de esta Diosa incomprendida por las mujeres que la llegaron a tildar de “antifeminista” (las propias feministas a las que ella frecuentaba y ayudaba):
“Las relaciones sexuales sin compromiso y desenvueltas (de hoy) y que se describen en las novelas modernas la hubieran indignado. Precisamente porque Lou veía en el amor una fuerza vital elemental, tanto desde el falso pudor de sus victorianos contemporáneos como las triviales amoríos de muchas mujeres emancipadas (desde los sesenta del siglo pasado en que lo escriba hasta hoy mismo en 2010, perdido todo romanticismo...y hasta erotismo; se ve en la necesidad de precisar este viejo Gil). Estaba convencida de que el amor corporal debía tratarse como algo precioso y sagrado, puesto que atañe al nucleo de nuestro ser. Sin embargo es innegable que la vida amorosa fue extraordinaria y estuvo siempre fuera de las normas humanas. Amaba con toda la fuerza de su personalidad, con todo su corazón y toda su alma. "Cuando amamos –escribe Lou- es como si nadáramos y el otro fuera el mar que nos mece y nos lleva". La imagen ilustra el sentido oceánico de la vida y del amor que poseía Lou; tan significativo el símil, que Freud lo emplea también para expresar el sentimiento básico del ser religioso. Explica, asimismo, por qué los hombres que amaron a Lou recordaban sus relaciones con asombro y estremecimiento. Así, un caballero de la vieja escuela, cuyas relaciones con Lou habían tenido lugar casi medio siglo antes, confiesa en una charla confidencial: “SU ABRAZO ERA AVASALLADOR, ELEMENTAL, ARCAICO. Con una expresión radiante de sus azules ojos decía: “Mi mayor placer es recibir tu semen”. Y tenía un afán insaciable de él.”
Cuando estaba enamorada, no tenía ningún miramiento. No le importaba que el hombre no fuera libre. Cuando uno de sus amantes le dijo que tenía escrúpulos morales porque había prometido ser fiel a su esposa enferma, ella se echó a reir. Estos juramentos le parecían estúpidos, pues con ello no se podían poner diques a una fuerza vital, como tampoco se podía calmar con sermones las olas del mar. A este respecto era totalmente amoral y, sin embargo, piadosa
(cuidó tiernamente a Grunhild esposa enferma de Paul Bjerre). Vampiresa y niña a la vez.”

El viejo Dacio Gil se ve que se encuentra muy agustito en los brazos de Lou y no quiere que ese abrazo “avasallador, elemental, arcaico" acabe nunca, por eso se demora y se demora en contar su vida sin aportar todavía esas conclusiones anunciadas. Es cierto. Tal vez sea porque este viejo Gil busca una alternativa a la medicina administrativa imperante, exclusivamente basada en la química farmacéutica. En la actualidad se encuentra tomando las aguas en la Región de Murcia para aportar a su salud lo que la seguridad social no sabe o no puede. Está tomando las aguas como el viejo Goethe, el exquisto Zwaig, el minucioso Mann, nuestra propia Diosa o tantos otros que buscaron en los balnearios las curas necesarias para su salud. El viejo Dacio Gil es ya sólo un observador, un oyente y observaba hoy a una pareja de jóvenes que se ha tirado toda la mañana haciéndose protocolos eróticos dentro del agua, indiferentes al resto de los que se encontraban, como ellos, sumergidos en tan benéficas aguas. Por un momento este viejo Gil pensó si la joven sería una epígona de Lou, dada la dedicación con la que se prodigaba en las cucamonas eróticas acuáticas. Tal vez no lo fuera, pues en los balnearios también hay sexagenarios -¡y hasta octogenarios!- que se sustentan y acarician amorosamente en el agua. Será el agua calentita. O las sales minerales. O la relajación que induce al correlativo principio del palcer.

¡Volvamos a los balnearios! A los balnearios ante el fraude de la química farmacéutica y su administración burocrática. La ley del péndulo histórico. Los balnearios no prometen el cielo en la tierra como esos palabros potmodernos de la investigación, el desarrollo y la innovación (I+D+I), se basan en el efecto beneficioso para el ser humano de los componentes naturales que contienen las aguas, destacados desde tiempos de los grigos y romanos. Despues, desde el imperio austrohúngaro, fueron, además, un sistema de socialización y hasta de búsqueda del distinguido amor. Tras la segunda guerra mundial y con la penicilina se corrió un tupido velo sobre los balnearios como si se tratase de trastos viejos objeto de estudio exclusivo de los paleontólogos.
Tal vez el ser humano necesite engañarse, pues teniendo a su disposición la doctrina de Lou y los balnearios nadie necesitaríamos de otras martingalas de efectos no probados, o sólo probados en ratones o en simulaciones informáticas. O, peor aún, sólo probados para los explotadores de la patente. Mucha aureola de animal superior y éste se viene engañando desde hace mucho, hasta quedar depositado en la borrachera democrática y financiera que nos embarga. ¡Dejémonos de gaitas y de gaiteros! Prodiguemos el abrazo elemental, avasallador, arcaico. Tantos hombres cultos no han podido equivocarse.

Este viejo Dacio Gil promete que en el próximo post se desliará del abrazo de Lou que lo tiene absorto y que, por descontado, no quiere que termine nunca. Ya está a punto, por fin, de aportar sus conclusiones personales, que ya es hora. Eso será en breve. E intentarán ser conclusiones por encima de poco sólidas insinuaciones de anorexia o relaciones incestuosas vertidas por una de sus biógrafas.
¡Ojalá hubiera muchas Lous!...y muchos balnearios. Y sólo amor entre mujeres y hombres. Cuando la guerra se ha trasladado a la escalera (Aute dixit), el amor es el único producto vivificador. No debemos esperar a que los chinos nos traduzcan su manual de instrucciones para ser obtenido en herbolarios, farmacias o demás tiendas de instrumentos autodestruibles. ¡Se puede alcanzar con sólo mirar -y mimar- nuestro corazón...y el de otros.

lunes, 13 de septiembre de 2010

MAGIA, POR FAVOR.

Verdaderamente, la palabra exacta es oxímoron. El mundo actual es un gigantesco oxímoron. Lo uno y lo contrario. Como viene advirtiendo Zygmunt Bauman sin que le hagamos, o podamos, hacer caso. Por eso los políticos planean y hacen discurrir sus intereses por meandros muy alejados de los ciudadanos de a pie. Como nadie se aclara (¡21 siglos para esto!, ¡haciéndonos tragar eso de la razón -hoy renombrado como I+D+I- y no saben lo que es, más allá de las componendas fiscales!), ellos se ponen a buen recaudo bajo el paraguas presupuestario público estatal o supraestatal y ya caerá luego una gabela. Es general. La representación de la cleptocracia universal imperante.

El viejo Dacio Gil se hace cargo de cómo se encontrará el cuentacorrentista de base del BBVA, al enterarse hoy que el banco en el que deposita su nómina ha dirigido sus tres carabelas no a financiar las corridas de cuernos en Cataluña o la Polla de Potrancas o la Copa de Oro en Palermo (Buenos Aires), donde triunfara el jinete de Salto (no, no era un deportista olímpico de esta modalidad de equitación que tanto gusta a la infanta Elena; es que era del querido Salto, en el Uruguay) Irineo Leguisamo (Legui), sino ¡la NBA! Nada menos que a financiar el deporte por excelencia de los modorros espectadores yanquis. ¿Qué se les habrá perdido a los bancos españoles en la NBA para financiar ese seudodeporte con el dinero de las nóminas de los españolitos y sudamericanos? ¿Congraciarse con el hermano de color de Zapatero? ¿Devolver económicamente el favor del baño de la señora de Obama en Marbella? ¿Demostrar que España va bien y se interesa por el basket y no por la cultura autóctona? ¿O acaso será que EEUU es el nuevo Eldorado para los “indigentes” bancos de la UE y hay que remedar a Cristóforo Colombo? Parece poco serio que un banco de los de Neguri se meta a financiar no a los larguiruchos mete-pelotas- por-el-aro sino a toda una estructura capitalista que ha desplegado sus tentáculos por el mundo. Alguien debería explicar las razones por las que los dos únicos bancos sedicentemente saneados de España se dedican a financiar estructuras económicas psuododeportivas como el basket USA y aquel engendro que no es ni carne ni pescado llamado automovilismo de Fórmula 1. El viejo Dacio Gil ha renunciado ya a pretender entenderlo. Le resulta hipócrita y “apátrida”. Aunque el capital es por esencia apátrida. Pero, entonces ¿dónde se inscriben las ayudas institucionales a los pobrecitos bancos nacionales, según criterios de territorialidad? Parece todo un tremendo engaño. Justito después, precisamente, que EEUU derrotara a Turquía en el mundial de baloncesto. Precisamente a Turquía, el tapón de EEUU frente a Oriente, eternamente sentada en la salita de epera de la burocracia europea. Aunque eso es otra larga –y tormentosa- historia…

Los bancos de Neguri y de Comillas a la greña por captar el mayor espantajo capitalista para financiar, exhibiendo su poderío, dejándose de zarandajas de microcréditos o cooperación sostenible. Mientras tanto el Comisario Almunia, prototipo también del oxímoron reinante y ejemplo paleolítico de perdedor en unas primarias del PSOE y unas elecciones generales, anunciando que se mantendrán aún las ayudas europeas a los bancos, pero es imprescindible reducir a los trabajadores a la nada…

Y para que todo resulte de los más esperpéntico, el señor Dominique Strauss- Kahn (otro aristoburócrata europeo devenido a mejor “momio”, como el señor Almunia y su familia) sale anunciando cataclismos y temblores telúricos varios si no se socava aún más la sima en las antes llamadas garantías de los derechos sociales más básicos. El señor Strauss emplea un lenguaje postbélico que parece de otra época pero que es de esta. Pura ideología del “capitalismo del desastre”: tragedia, generación perdida, cambiar nuestra forma de pensar, derrumbe económico y otras martingalas catastrofistas de las que ya nos tiene advertidos Naomi Klein. Y lo dicen con desvergüenza, como si se tratase de la Conferencia de Postdam y el consiguiente reparto del pastel económico e institucional. Mientras los ciudadanos, transidos de miedo, domestican su conformidad psicológica con las medidas y con los Trustes. Mas o menos el "tente mientras cobro", o el “haz lo que digo pero no lo que hago” que predicaban los representantes de la casta meretriz. Durante mucho tiempo, mentes preclaras de las ciencias sociales debatieron si la economía era o no una ciencia. Al final se optó por el sí, de la misma manera que el Derecho –una acumulación de normas que nunca se cumplen o se cumplen selectivamente y que, por descontado, nunca se respetan por los juzgadores- también lo era. ¿Ahora qué habría que decir?

Pero hay que reconocer que la naturaleza es sabia, y una confabulación astral o un designio divino pondrá el punto de mira universal en España, en esa parte de España que es el País Vasco y, más en concreto, en la preciosa ciudad de Vitoria. Seguro que el siempre henchido Zapartero, la prepotente señora Salgado, el omnisciente Blanco y alguna otra u otro iluminado más (perdedor o no en unas primarias) acudirán raudos a Vitoria mañana para hacerse la foto, para estar en el epicentro de la noticia mundial: En España se celebra a partir del día 14 el Congreso Mundial de Magia, Magos e Ilusionismo. La cohorte de desocupados con cargo institucional gubernamental (otro oxímoron) querrá hacer creer a los ciudadanos que lo tienen todo dominado ahora que las certezas científicas se han derrumbado ( y buena prueba es el lánguido deambular de ese engendro institucional que es la Agencia CSIC y de esa otra macromentira que es la casa de la cosa de la señora Garmedia y el señor Alonso, acapardores ambos de proyectos bien remunerados). Si el señor Zapatero fue capaz de poner de ministro de sanidad a un autoproclamado epígono del mayor defraudador científico de la historia ((Hwang Woo-suk) de sinuoso proceder académico, con mayor legitimidad podría poner ahora de ministro de Economía (liberándonos a fin a los ciudadanos de la prepotencia soft de la señora Salgado) a cualquier epígono de Tamariz o Anthony Blake o a ese extraordinario cultivado Mago que es Rafael Benatar. No hay que ser muy listo para saber que ellos sí que conseguirían enderezar la economía española y restablecer el empleo y las garantías. ¿David Copperfield no consigue curar enfermedades y tiene más credibilidad que el Medicare de Obama? ¿No se deshacía Harry Houdini de todas las esposas y salía de todas las cárceles y mazmorras? Pues con mayor razón un buen mago podría reponer a España a la normalidad quebrada por esta pandilla de gnomos (Tony Judt dixit).

Como siempre en la historia de España, la Providencia está al lado de este santo y creyente País. Ahora, gracias a Dios, se celebra en Vitoria el Congreso Mundial de Magia. Justo en el contexto de la celebración anual, con la debida exaltación comercial, turística y religiosa, de Santiago matamoros. Está claro que Dios aprieta pero no ahoga. Justo en el peor momento, cuando el desgobierno imperante sigue haciendo de las suyas, milagrosamente se celebra en Vitoria un Congreso de magos e ilusionistas. ¡Justo cuando la desilusión ciudadana ha tocado tristemente fondo!

Desgraciadamente ya no corren tiempos en los que el Ministro de Economía era la primera autoridad moral y jurídica del Estado, capaz de detener las arbitrariedades del Presidente tu(r)nante y ponerle firme. Hoy, por el contrario, en España ser ministro de Economía está sumamente devaluado, podría serlo cualquiera, visto lo visto. Pero no se puede perder la fe en un fructífero retorno a la Magia. Precipitadas en la nada las ciencias (el CSIC es un ejemplo paradigmático) y las religiones (no hace falta detenerse en muchos ejemplos) , siempre nos quedará la Magia, pues, como gustaba decir Bronislaw Malinowski, “la ciencia se basa en la convicción de que la experiencia, el esfuerzo y la razón son válidos; la magia se basa en la creencia de que ni la esperanza puede fallar ni defraudarnos el deseo”.

Vista la escombrera en la que nos encontramos, nada mejor que apelar al mago y al poeta como líderes de la sociedad descarnadamente bancaria y líquida que nos ofrecen. La superioridad de los sueños mágicos y poéticos sobre la incomprensible y descarriada razón de Estado justificarían ya el incumplimiento por todos de unas leyes generales que ya no se otorgan a sí mismos los propios ciudadanos (si es que alguna vez se las otorgaron) sino que las imponen los Lobbies.

Ya nos han engañado demasiado. Como decía San Juan de la Cruz, para ir a donde no se sabe es mejor ir por donde no se sabe. ¿De qué nos sirven los viejos políticos y sus no menos viejas recetas si lo que requerimos es esperanza, voluntad y deseo? Se impone desobedecer a esa casta de contrastados retrógrados y aprovechar la oportunidad astrológica del Concilio de Magos e Ilusionistas que duermen su vigilia o vigilan su sueño estos días en Vitoria. Tal vez esta casta de políticos de medio pelo, que carecen de visión de futuro (sólo y exclusivamente les anima su monedero), no quieran que nos enteremos de que los magos e ilusionistas pueden aportarnos esperanza y alegría, que son una firme alternativa. Por eso hay que publicitarlo.

El viejo Dacio Gil lo tiene claro: deplora el BBVA de la NBA y los bancos subvencionados de un señor Almunia que sólo espera retroalimentarse él, su familia y sus conmilitones. Quiere el viejo Gil tener visión de futuro y estos gnomos no levantan un milímetro del suelo, como vienen demostrando. Ni los políticos, ni los sindicalistas, ni otras conferencias episcopales civiles. Mejor los Magos…o los Poetas. Al menos durante un tiempo ellos si que buscarán el bienestar general y la alegría ilusionada de los espectadores. Alguien debe ayudar a la ciudadanía a lo que es ya una obligación: la desobediencia civil. O, en el peor de los casos, nada mejor que hacer desaparecer de un plumazo a estas excrecencias burocráticas. Sin tener que recurrir a la violencia jamás deseada ni al simulacro de unas elecciones generales en "triangulación". Todo mucho más sencillo y estético. Como Houdini, como Tamariz, como Rafael Benatar, como David Copperfield y tantos otros magos e ilusionistas que podrían hacer desaparecer, como por ensalmo, a esta casta de liliputienses incompetentes y cleptómanos, que están llevando a la sociedad a un punto de no retorno.

Puestos a hacer desaparecer es mejor que desaparezca un naipe, un huevo o un conejo que no multitud de sueldos funcionariales, partidas presupuestarias o derechos. Y puestos a hacer reaparecer es mejor hacer resurgir los derechos y la dignidad de las personas, cual si de palomas blancas se tratase, que ese espantajo de cartón piedra que los gnomos llaman pomposamente “Estado de Bienestar” y que ellos mismos han contribuido a derrumbar o a desfigurar al máximo.

Magia, magia, magia. Por favor.

jueves, 9 de septiembre de 2010

"ESTOY POR TI" Y OTROS TÓRRIDOS RECUERDOS.

El honorable colofón transitorio (la vida de Lou es un hontanar de sugerencias y justificaciones vitales y es imposible encapsularla en unos pocos posts) que este viejo Dacio Gil quiere dar como se merece a la espléndida figura de Lou Andreas Salomé, poniendo al alcance de los hipotéticos seguidores de esta Tribuna Alta Preferencia la nula conflictividad humana de esta mujer que se permitió cuestionar los convencionalismos sociales y el status quo entre los géneros, deberá posponerse de nuevo por mor de un sucedido carabanchelero. Quede apuntado un dato para no defraudar a los impacientes: La solución del embarazoso malentendido parisino de 1884, tras una fiesta dada por la polifacética y cultivada condesa húngara Nemethy (que escribía bajo el seudónimo de Jean de Nèthy) con el dramaturgo y Casanova Frank Widekind ejemplifica bien a las clara el porqué Lou era una Diosa envidiada por la mayoría de las mujeres, tanto de su época como posteriores: feministas, igualitaristas, paritaristas o simples aristócratas de género burocratizadas. Lo aplazaremos sólo por un corto espacio de tiempo, pues hoy la vida de este inválido burocrático forzoso que es Gil se ha visto más turbada que de costumbre por lo que pasará a relatar a continuación y que le ha sumido en una nueva reflexión.

En la mañana de hoy, el usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia debía hacer unas gestiones en el barrio madrileño de Carabanchel y, como siempre, lo hizo en el metro. El viejo Dacio Gil utiliza el transporte público para leer y siempre le acompaña un libro, por lo que muchas veces ni se entera de lo que pasa a su alrededor. Sin embargo hoy veía sospechosamente mucha gente de rojo: camisetas, gorras y banderolas plegadas. Adivinó a ver la parte dorsal de una camiseta con un logo que puede que dijera 29S o acaso 295. No podía ser por el baloncesto y tampoco se trataba de gente muy joven, pero ¿de qué celebración deportiva se trataba ahora?. El viejo Dacio Gil se apeó del metro e hizo su gestión dándole vueltas al nuevo palpitar rojo. Al regresar de nuevo al metro, en otra estación próxima, volvió a ver a mucha gente de aspecto más o menos maduro, además de muchas mujeres. Todos pertrechados con los atuendos y la parafernalia roja pero sin mostrar ni entusiasmo ni rechazo evidente a nada, a ningún equipo, selección o arbitraje: todos con sus bolsas de gorras rojas, camisetas y banderolas plegadas. La edad y los achaques no perdonan ya a este viejo Dacio Gil y tardó bastante en relacionar a los grupos rojos con la futura huelga, que no se sabe si llegará o no a ser general. Desconcertado con la reciente histeria deportiva no pudo asociar a los pacíficos ciudadanos enrojecidos con el hartazgo que suscita el gobierno del gnomo Zapatero y su cohorte de ministras - y ministros- consentidoras del sinsentido general.

Por lo visto, la próxima huelga del 29 de Septiembre (¡a buenas horas, mangas rojas!) se prepara en Madrid en una especie de UTE sindical y hoy tocaba entregar el aparataje a los liberados de UGT, CCOO y tal vez algún otro sindicato más. De ahí la edad de los enrojecidos y sus improntas de segmentación social características. La intendencia de la UTE sindical debía de estar por el barrio de Carabanchel, en Madrid.

El Viejo Dacio Gil no duda de la auténtica necesidad de una general manifestación ciudadana contra el gobierno (¿acaso nos gobiernan? ¿No estamos siendo tratados sólo como simples siervos electrónicos?), pero duda intelectualmente de la necesidad de una huelga en estos momentos en los cuales las fauces más totalitarias de la camarilla del gnomo ya han manifestado sus indelebles efectos. En un régimen tan inhumano como el actual, el disidente (y una huelga general debería ser una manifestación de disidencia, si no es una simple teatralización para facilitar el argumento “ex post facto” de esas chicas y chicos genuinamente totalitarios de que están defendiendo el sedicente Estado de Bienestar) es implacablemente aniquilado y preterido.

A esta señora Salgado (si, si, la jefecilla que fue del 11818, su mayor timbre de honor laboral) no le temblará el pulso para recaudar de los funcionarios huelguistas y aliviar un tanto a las empresas con las detracciones de salarios a sus empleados huelguistas. Únicamente quienes cuenten con caja de resistencia posiblemente no saldrán damnificados; el resto todos. Ni tampoco lo sentirá el señor Méndez que está concebido con material ignífugo desde que se encontraba en el claustro materno de su santa madre, en época en la que su venerable padre era un jefazo sindical en Andalucía.

Posiblemente, pues, la huelga general no pueda ser tal y los convocantes lo saben. Entre parados, jóvenes sin empleo, funcionarios medio-bajos y bajos-bajos expropiados, y trabajadores que el día 10 de cada mes están ya a la quinta pregunta, habrá un colectivo grande que materialmente no puede secundar esta sedicente huelga general que no puede ser tal. ¿Se programa entonces un aborto? ¿Con qué soterrado fin? ¿Acongojar aún más a los trabajadores? ¿Hacerlos más temerosos y conformistas? Todo son incógnitas. Muy graves incógnitas.

Este viejo Dacio Gil quiere ser extremadamente escrupuloso en la reflexión que sigue, por lo que pide por favor que no se le malinterprete en lo que se expone a continuación. Nada más lejos de su ánimo que aspirar a la llegada de un salvapatrias, ni mucho menos a un führer, un duce o un franquito. Sólo anhela la regeneración ética de la vida pública, el restablecimiento de una elemental convivencia que no sea estrictamente recaudatoria como la actual, en el delirio antihumano de estos chicos y chicas paneuropeos de monedero propio e intenciones nada altruistas.
Lo suyo sería que alguien –alguien de reconocido prestigio social- con sentido no ya de la política ni del Estado sino de la civilidad, dimitiera de su cargo y concitara fuerzas para hacer salir a esta pandilla de liliputienses del Estado depredador, del Estado tiburón, en el que se han instalado. Pero nadie se mueve ante la gravedad de los hechos consumados. Parece haber un tremendo miedo a las represalias.
El señor Méndez habla ahora (¡ahora!) de “debilitamiento de la tutela judicial efectiva”. ¿De qué tutela habla? Hace mucho tiempo que la jurisdicción social se ha contaminado del totalitarismo jurídico imperante, y avant la lettre juridique en la llamada organización judicial se vienen despreciando las propias normas vigentes. Quienes deben de aplicar la Ley, desprecian la Ley. No ha hecho falta a juezas y jueces reforma legislativa alguna para hacer desaparecer derechos fundamentales e inalienables: Juezas como las señoras Huerta Garicano, Delgado Velasco o Santillán Pedrosa llevan años aniquilando forensemente derechos y personas en el orden contencioso administrativo. También sus compañeros masculinos, por descontado. Y otros tantos hacen corporativamente igual en cualquiera de los órdenes jurisdiccionales. Impunemente. CGPJ volente. Y sobre estos sinsentidos sólo han rechistado hasta ahora los más selectos entre los intelectuales con conciencia ética y moral como Nieto García, Muñoz Machado, Soriano García y alguna otra preclara voz. Toda esta deriva antijurídica y antidemocrática se viene operando con el consentimiento de este gnomo y su camarilla de ellas y ellos (nosotros les sufrimos) solícitos a reformas jurídicas atentatorias a los derechos humanos más elementales. Y el señor Méndez y los jerifaltes de CCOO sin levantar hasta ahora la voz, pactando “a cencerros tapados” formación, momios varios y hogar calentito ante el frío reinante. Todo es excesiv0, esperpénticamente poco serio, alarmante. El actual Estado tiburón lo han contribuido a hacer crecer también quienes hasta ahora han guardado silencio, como el señor Méndez y sus sicofantes y sinecuristas que literalmente han dejado vendidos a los mismos a los que llaman ahora a la movilización. Urge la desobediencia civil que recomendaba Henry David Thoreau para estos casos. Hay que hacer algo contra el Estado tiburón. Y los viejos intermediarios ya no sirven.

El metro y el transporte público hacen leer, observar y pensar. Grandes sabios como Unamuno, García Calvo, Nieto García o Marquez Cruz, en base a sus sólidas convicciones, jamás han osado pilotar siquiera un seiscientos. No sólo por eso son sabios, naturalmente. Prefieren observar y analizar a dejarse llevar por turbamultas reales o virtuales. El viejo Dacio Gil los admira aunque no pueda llegarles a la suela de sus andarines zapatos. Ese movimiento carabanchelero de hoy de grupitos rojos con sus banderas, gorros y camisetas han hecho pensar a este viejo Gil, trayendo a su subconsciente las tórridas canciones de aquel dúo llamado Amistades Peligrosas. A la vejez viruelas; viniendo a la memoria “estoy por ti”, “me hace tanto bien”, “casi no bailais” o “me quedaré sólo”. Pero el viejo Gil cree que en estos momentos viene especialmente a cuento aquella letra de la canción “el príncipe valiente” que más o menos venía a decir:
Érase una vez un obrero, un albañil
que del trabajo ha de vivir.
Se lo curró, y se ganó un sitio entre la gente
- pala a pala, a golpe de azadón-,
mírale a su edad, un toro, hecho un buey,

artífice de la simiente.

Érase una vez un viejo calcetín
que de monedas yo henchí
me lo pidió, y yo se lo dí, el sudor de mi frente
blanco o negro quién lo va a contar.
Dame la mitad o estás fuera de la ley
partícipe de los que mienten.


¡Insumisión, insumisión, soldado insumisión!
Dirigente delincuente
y volverá mañana volverá
a darnos por detrás.
Tiburón, tiburón, Estado tiburón,
deja en paz a nuestra gente.
Vivirán sin Estado vivirán.

Dejadnos respirar
y no nos van a hacer callar.


Indudablemete, mejor recordar los atributos y circunstancias de Lou Andreas Salomé que tener que pensar en lo que está pasando en este Estado tiburón que sabe ya del contubernio entre huelga y aborto; entre aborto y huelga.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

LA SEGUNDA UNIDAD A -90%...O MENOS.

Dado que el panorama es un auténtico esperpento se hace imprescindible hacer un paréntesis en el análisis del feminismo y la feminidad de Lou Andreas Salomé en comparación con el caos semiótico que nos rodea, más parecido a una escombrera que a una organización humana. Lou se avergonzaría de la fantasmagoría actual.

Hace más o menos 30 años se caricaturizaba al estulto ciudadano norteamericano, absorto junto a familia y amigos ante el televisor presenciando el correspondiente partido de beisbol, fútbol americano o baloncesto dando todos los congregados cuenta de una enorme pizza encargada por teléfono. Los españoles, enfrascados en otras ilusiones convivenciales –el sarampión democrático-, nos reíamos y criticábamos a los yanquis por su modorrez, carencia de criterio y encefalograma plano. Y hete aquí, que transcurridos 30 años los españoles hacen exactamente lo mismo conducidos por la histeria mercantil de los animadores (ya no son locutores, ni narradores, ni siquiera comentaristas) de la empresa televisiva respectiva. Mientras, los poderes fácticos y su vocero gubernamental (si, si, el gnomo imitador del otro gnomo al que tiran huevos en Dublín) se frotan las manos ante el resignado y estulto conformismo de una ciudadanía que no es tal sino un agregado de pijamas futboleros, camisetas rojas, pizzas, y prensa deportiva y del corazón. Y para más INRI a los acaudalados futbolistas les conceden un premio ¡por sus valores humanos! Así nos va.

Todavía turbado por la lapidación mediática del profesor Neira (hay aspectos económicos, jurídicos y políticos detrás, de los que nadie habla y la prensa silencia dócil con el poder), el viejo Dacio Gil viene reflexionando en relación al auge y caída de la nada. Respecto a los altísimos costes de los 5 minutos de gloria mediática. Sobre la ausencia de veracidad completa en todo lo que se manipula de forma ventajista en los medios de comunicación. Ni calvo ni con dos pelucas. Ni el docente Neira era antes un arcángel ni ahora es Satanás en persona por haber caído en uno de los múltiples controles-trampa administrativos (¿administrativos?, ¿en verdad son administrativos?) con los que los bandoleros del siglo XXI tienen sembrado el paisaje para poder sufragarse –es un decir, en el “gratis total”- unas vacaciones en el lago de Como, un lifting facial o la obtención del aprobado en las muchas asignaturas pendientes de la UNED para poder terminar una carrera universitaria que otorgue cierto barníz a la biografía del Ministro. A través de un “negro”, naturalmente, como aquel Presidente preautonómico al que también un negro -en adelante siempre potegido por el alto cargo- le elaboró la tesis doctoral y varios trabajos de investigación. Como el candidato a Alcalde, vamos; salvando algunas distancias.

Este gnomo va a terminar arrasando con todo, hasta con su propio partido. Y lo grande, y lo sorprendente, es que no se percata de ello por su ausencia de seso: Primero colocó al perdedor por naturaleza en Bruselas de Comisario, entendiendo que la capital del Mercado Común Bancario era el hábitat natural de él y su familia consorte (nunca mejor dicho). Luego continuó con el “affaire” Simancas- Socialistas de la base. Mas tarde con las mentiras económicas. Luego con las expropiaciones sin justiprecio, mera intervención de nóminas a los funcionarios, para paliar el desfalco de la Caja pública y ahora se saca el espantajo de la segunda unidad a -90%...o menos con eso de las primarias.

Algo huele a defunción, a Morgue y a duelo de muy larga duración en esa aristocracia capitalista del partido del gobierno. Aristocracia firmemente asentada en la convicción de la hueca demagogia de la compasión social mientras se privilegia la iniciativa económica privada para tener preparada una canongía para cuando se produzca su salida de la política que les proteja de las inclemencias del frio que se ven obligados a padecer los ciudadanos. Pero ya no engañan a nadie. Ni siquiera a los afiliados más veteranos ni a los trepas. Han perdido el rumbo y se aferran a su totalitarismo más arraigado con tal de codearse con empresarios, intermediarios y trincones. Han llevado al país a su nivel más bajo de consideración y –eso es lo peligroso- hasta se jactan de lo que hacen que hacen: retrocesos en todos y cada uno de los ámbitos de protección, eliminación de las garantías más básicas, desprecio por la dignidad humana, huída del derecho, emponzoñamiento de las ideas cardinales de la solidaridad, el interés general y el bien común.

Están haciendo tal daño a la convivencia que los ciudadanos afectados que todavía crean en las elecciones (o en la Junta General de su Comunidad de vecinos), si es que existiera realmente la elección racional, deberían echarlos a todos sin miramientos en las próximas elecciones, para que aprendan y se alimenten durante un tiempo de sus rentas aristocráticas. Aunque sea votando con los ojos y la naríz tapada a los otros bandoleros. Ya está bien de gente que no se ha bajado del machito desde prácticamente 1982, o incluso antes, como el candidato a Alcalde de Madrid. Ya está bien de mantener a gente que en vez de mejorar la convivencia la empeora.

Ahora han sacado del guardarropa lo de la segunda unidad a -90% o menos, o sea las primarias, para aparentar un debate de ideas cuando todo se mueve desde los albañales más sórdidos. En el fondo de esta estrategia mercantil (como no podía ser de otra manera en el PSOE de los pelotazos) de la “segunda unidad” late la intención de posicionarse en la burocracia del partido en el tránsito del largo desierto que se les debería avecinar. El acopio de sinecuras manejando las ambiciones de las personas dentro de la estructura interna del partido, que debería ser democrática y nunca lo ha sido, como en las Comunidades de Vecinos. Como la famila Pajín en Benidorm, para entendernos. O el clan de los leoneses o las innumerables familias, unidas o truncadas, que viven del presupuesto público sin pasar por unas oposiciones limpias a la función pública. No son suposiciones, todo es verificable.

No es extraño, pues, que el gallinero se encuentre alterado endógena o exógenamente. Se juegan seguir viviendo económicamente muy por encima de la media. Por eso lo de la segunda unidad. Pero el ciudadano debería entonar el "hasta aquí hemos llegado" y echarlos a todos a la calle. Muchos se quedarían en la puta calle, ya que no trabajaron nunca. Y luego habría que echar a los otros, a los tu(r)nantes, naturalmente, que no les van a la zaga a estas chicas y chicos. Pero hay que ser posibilistas: primero intentar echar a esta demagógica aristocracia presupuestaria, para que abandone la escasa escena pública que han dejado viva(rigurosamente vigilada de manera electrónica para cobrar, eso sí) con sus medidas totalitarias y antisociales.

El ciudadano, como en tiempos de la Revolución Francesa, debería de tener su espantajo al que poder alancear o hacer vudú. En este caso podría tomarse un muñequito vestido de político al que se podría denominar, verbigracia, Pichelo, como prototipo de muñeco trincón que nada habría hecho por la sociedad y todo por él mismo, pero que se habría sabido mover en las cloacas hasta vivir como el Maharajá de Kapurthala yendo y viniendo de una dieta a otra y de una promoción profesional o semi-profesional a otra. Y muñecos Pichelos hay muchos. Muchos más de lo que nos paramos a pensar.

Antes se nos vendía a tanto el conjunto de piezas. Ahora se nos intenta atrapar con la segunda unidad a-90% o menos. ¡Pobre del lenguaje, que es la primera víctima del totalitarismo imperante!
La estulticia de mercado. El porque tú lo vales. Por los valores sociales de la Roja (¡toma ya!). Por los años de honradez el socialismo expropiatorio de los gnomos, cruento con los pobres y entreguista con los poderosos. Ya lo adelantaron Tony Judt en 2001 y Carlos Cano ¡en 1983!:
¿Qué gloria se reparte? ¿Qué será lo que dan que hace perder el culo? ¿Dónde está la esperanza de nuestra generación?
Entera a su servicio, no hay problema zeñó, para lo que usted guste, dispuesta, en posición.

Tiempo de los enanos, de los liliputienses, de títeres, caretas, horteras y parientes. De la metamorfosis y la mediocridad que de birlibirloque te saca una autoridad.

sábado, 4 de septiembre de 2010

LOS PILARES HUMANOS QUE SUSTENTARON A LA DIOSA.

Dejábamos abierto un receso de reflexión en el anterior post sobre Lou Andreas Salomé, que permitiese una comparativa con la actualidad. A fuer de ser sinceros, no resiste la comparación ya que Lou es no ya insuperable sino inigualable, pues en ella se reunieron todos los elementos para hacer liliputiense cualquier término de comparación femenino. Por un lado su extracción social sin apreturas. Además, una madre que cuidó desarrollar el talento de su hija sin grandes imposiciones, sin sucumbir a las dudas razonables que le pudieron asaltar, y con el sinsabor de que Lou nunca llegase a reconocer plenamente el crucial papel jugado por Louise von Salome en el devenir vital y humano de su hija, elevada al Olimpo de las Diosas.

¿Qué hubiera pasado hoy si una niña acude a su madre para contarle que se ha desmayado estando en las rodillas de su profesor, a la sazón clérigo, casado y de 45 años? Imputación de pederastia y estupro, claro. Escándalo. Doña Luisa no perdió los papeles aunque se escamó enormemente con lo sucedido y sugirió a su hija cambiar de maestro. ¿Qué hubiera pasado hoy si la niña cuenta días después que su profesor –que podía ser su padre pues tenía dos hijas de su misma edad- le ha pedido, entre abrazos ardientes, matrimonio? Se habría acudido de súbito a las asociaciones proteccionistas de mujeres, para, por supuesto, judicializar el asunto. La prensa canalla, al sacar tajada del escándalo, hubiera truncado no sólo una vida sino un sinfín de enamoramientos masculinos, perdiéndose, además, una escritora brillante y una psicóloga especializada en erotismo y narcisismo que supo conjugar lo teórico con la observación humana. Pues nada de eso hizo doña Luisa. Únicamente dejó que su hija adoptara la decisión personal de trasladarse a estudiar a Zurich, cuya universidad tenía a bien admitir mujeres entre su alumnado. Gran valor el de doña Luisa.
¿Hubiera acudido una madre actual –y su asociación asesora de mujeres en la sombra- al viejo profesor enamorado para solucionar los problemas burocráticos surgidos meses después que impedían a la joven viajar a Zurich? Categóricamente no, se hubiera preferido sacrificar los intereses de la alumna, dejándolos en manos de jueces o juezas, prensa canalla y asociaciones más o menos politizadas. Pero doña Luisa acudió a Guillot – el dios humano de la niña- para que confirmase a su hija y que ésta, solventadas las trabas burocráticas, pudiera viajar a Suiza. Ni que decir que Guillot, como sempiterno enamorado, colaboró en la confirmación que solventó los problemas administrativos.
¿Qué hubiera pasado hoy si el clérigo enamorado de la niña prepara un viaje a un recóndito pueblecito holandés para poder confirmar a Lou y disolver los problemas burocráticos, llevando a cabo una extraña ceremonia en la pequeña parroquia regentada por un amigo? Y, en fin, ¿cómo hubiera reaccionado hoy una madre si el oficiante de la extraña ceremonia de confirmación dice: No temas, pues yo te he escuchado. Te he llamado por tu nombre: eres mía; y desde ese día ella se hace llamar Lou en vez de Lolja, como hacía el clérigo? Doña Luisa no entendía una palabra de holandés y posiblemente, aunque se hubiese percatado, se mostró posibilista y, con el papel de la confirmación en la mano, mandó a su hija a estudiar a Zurich como estaba convenido. Nuevo escollo solventado por doña Luisa.
Frau Louise von Salomé, la madre de Lou, jugó, por tanto, un papel trascendental en el devenir humano e intelectual de su hija, aunque hubiese llegado a dudar y no compartiera alguna de las consecuencias de los actos (imaginados o no) de su hija. Debe de ser reconocida por ello. Su alícuota tiene en el aura que ha distinguido, distingue y distinguirá a Lou.

Como se ha podido colegir ya, otra figura esencial y preponderante es, sin duda, la de Hendrik Guillot, un clérigo de la iglesia reformista protestante de la legación holandesa en San Petersburgo. El maestro que se enamoró perdidamente de su alumna y que hoy sería tenido por pederasta. Se cuenta que era bien parecido, brillante, cultivado, vivido y seductor. Y con esas características personales fácil es poder imaginar que Guillot, además de sentar (y no lo dice este viejo Gil porque sentase a Lou en sus rodillas para impartirle las clases) las bases de la sólida formación teológica y filosófica de Lou, le descubriera las posibilidades del encanto femenino y las debilidades humanas que también padecen los sabios. El mejor biógrafo hasta la fecha de Lou Andreas Salomé, el norteamericano H. F. Peters –otro sabio profundamente enamorado de Lou, como no podía ser de otra manera, al haber profundizado en su vida y obra- mantiene ciertas reservas sobre el papel jugado por el padre Guillot en el devenir futuro de su pupila, pero reconoce que la profesó un profundo amor que le llevó a hacer en la vida posterior cuanto ésta le pidió. Peters concluye así el episodio de la ceremonia religiosa en el pueblecito holandés: “El sacerdote podía bendecir y perdonar a Lou; el hombre, no.” Sin embargo, cuando Lou le pidió que oficiase los esponsales con Friedrich Carl Andreas (otro trío sacramental), Guillot accedió a pesar de sus reservas personales de que su ex pupila –y eterno amor- se pudiera entregar, de la forma que fuese, a otro hombre.

Friedrich Carl Andreas es otro de los hombres que marca profundamente a Lou. Y no sólo porque consiguiera desposarla (cosa que sólo consiguió Guillot, de la forma que se ha visto) para toda la vida, lo que le distingue de los demás amantes y pretendientes.Desposarla mediante el episodio de clavarse una navaja en el pecho que milagrosamente se cerró antes de llegar al corazón, pero que le dejó heridas indelebles. No puede olvidarse que Andreas era un afamado orientalista que enseñó a Lou a vivir con ausencia de deseo, aunque él la desease como hombre. Andreas complementó las enseñanzas de Guillot en Lou, imprimiéndole una impronta inequívoca de armonía con la naturaleza bajo el imperio de los sentidos pero no del deseo. Deseo que él, como hombre, claro que sentía. Puede decirse que formaron también un trío, pues fue Guillot quien, a regañadientes pero siempre atendiendo a los deseos de Lou, ofició el casamiento entre Lou y Friedrich Carl. Andreas y Guillot fueron sus dos auténticos esposos y ni mucho menos Friedrich Carl fue un manso o un consentidor. Su concepción filosófica de la vida facilitaba la libertad de Lou bajo una serie de condiciones que ésta nunca, al parecer, trasgredió totalmente. O, al menos, se produjo una consensuada novación de las condiciones. Existen documentos que prueban la unión de estos esposos aunque parece claro que, por diversas circunstancias, nunca consumaron el matrimonio en el orden físico. Hasta el punto que Friedrich Carl tuvo dos hijos con el ama de llaves; que todos convivieron con la pareja y que Lou terminó adoptando y haciendo heredera a la hija de F.C (Mariechen). Es justo, pues, identificar siempre a Lou con su apellido Andreas, además del paterno Salomé. F.C. Andreas merecería un estudio monográfico pues, sin duda, fue un adelantado para su tiempo. Y el único que la poseyó legalmente durante 43 años. Los biógrafos destacan que F.C.Andreas siempre albergó la esperanza de que Lou cediese a su experiencia y encantos pero que nunca vio cumplidas sus esperanzas, posiblemente truncadas con el affaire Ledebour, a consecuencia del cual (¿entregaría en ese trance Lou su virginidad?) Andreas y Lou planearon suicidarse juntos. La tenaz insistencia del propio Ledebour les disuadió, pero posiblemente Andreas consideró que su acuerdo con Lou había cambiado, ya que desde aquello no se volvió a producir ningún intento de acceso carnal entre los esposos como los intentados con anterioridad por F.C. Muchos años después, en una carta a Sigmund Freud, la propia Lou reconoció que a pesar de ser dos viejos todavía teníamos muchas cosas que contarnos, pues no habíamos tenido bastante tiempo para hacerlo (…) Después mi marido me aplicaba sus ungüentos; a él le gustaba hacerlo y a mí me hacía mucho bien; aún hoy, mi marido me trata fundamentalmente como una sardina en aceite. Si se hojea con detenimiento la especie de autobiografía de Lou se apreciará que ésta no vierte ningún juicio negativo sobre Andreas. Aunque hay que reconocer que Mirada retrospectiva -omisiones interesadas incluidas-, es una maravilla en la descripción humana y profesional de todos los hombres con los que Lou se relacionó. No aparece un solo comentario del tenor del vertido por Elías Canetti sobre Iris Murdoch referenciado en este mismo blog. Lou fue también en esto una mujer excepcional: ni un atisbo de maltrato modal, ni violencia de género, ni órdenes de alejamiento; nada de nada, todo se solucionaba con seducción o con inteligencia o, en último extremo, con asertividad y firme voluntad de entendimiento humano, intentando no menoscabar la felicidad individual respectiva. Diametralmente distinto del mundo actual. Y los hombres de Lou fueron un regimiento, no se limitaron a ser dos o tres. Incluso quienes decidieron pasar dinero a Lou en los momentos que más lo necesitaba (como es el caso de Freud) lo hicieron por propia voluntad y respondiendo a un impulso amoroso. Nada parecido a las “expropiaciones de sueldos” de la ministra Salgado o las “sangrías” ideadas por intermediarios jurídicos y consentidas judicialmente por las juezas de familia o de lo civil. Pero esa es otra triste historia, mucho más rastrera que la vida de esta Diosa.

El tercer gran amor de Lou –y la cuarta persona importante en su vida- fue el poeta Rainer María Rilke con el que vivió momentos apasionados y múltiples experiencias enriquecedoras y viajes. Tal vez los desequilibrios emocionales de Rilke impidiesen una unión de mayor alcance, aunque Lou tenía claro que todo amor terrenal termina siempre ("el amor correspondido muere de saciedad"), que no convenía estirar un amor pues eso era contribuir a matarlo de otra forma. Aunque Lou convino con todos sus amantes el hacer desaparecer las cartas de amor, alguna se conserva de su relación con Rilke que denota el alto voltaje de la relación sentimental y estética. Incluso alguna carta hay que podría parecer dar a entender que Lou hubiese llegado a estar embarazada de Rilke. Ella, sin embargo, nunca aludió a ello, aunque en Inglaterra se mantuvo que Ellen Delp, su joven y bella amiga a la que pretendieron la mayoría de los discípulos de Freud en los sucesivos Congresos de Psicología de Viena, era en realidad hija de Lou y Rilke. Peters, su biógrafo más sólido, lo niega rotundamente.
Lou conoció a Rilke en mayo de 1897, es decir, contaba ya 36 años de edad mientras Rilke tenía 24, aunque éste había tenido ya experiencias amorosas. La diferencia de edad (hasta ese momento sus relaciones habían sido con hombres mayores que ella) hizo pensar a sus contemporáneos que era el resultado de la estrategia de una mujer fatal que atrapó al poeta. Su biógrafo Peters se plantea: ¿Cómo pudo una mujer madura, una mujer que casi podía ser la madre de Rilke, una mujer, además, que era apasionadamente admirada y había rechazado los galanteos de la mayoría de los hombres, cómo pudo, a sus 36 años, sucumbir al acoso de un muchacho? Rilke no era ningún inocente. Tenía experiencias en el amor y sabía que el modo más seguro de conquistar a Lou era apelar, tanto a su instinto maternal como a su feminidad. Y supo hacerlo con gran habilidad, abriendo brecha en la fría espiritualidad de ella y despertando su pasión. Una vez más, Peters parece acertar. Lou sucumbió a asedio romántico de Rilke y despertó en ella la trilogía amante-madre- Madonna: le cambió el afeminado nombre (René) por el que ha pasado a la posteridad (Rainer), le hizo desprenderse de la afectación que le perseguía, le hizo ser más natural y amar la naturaleza y le aconsejó en su carrera literaria y en su evolución humana. Naturalmente Rilke se vio con eso más atrapado aún pues llegó a conocer la pasión de Lou. Las cartas del poeta que se conservan son cada vez más apasionadas. Cabe destacar esta: Quiero ser tu. No quiero tener sueños en los que tú no estés, ni deseo que tú no quieras o no puedas satisfacer. No quiero hacer acto que no te alague. Quiero ser tú. Y mi corazón arde ante ti como la lamparilla eterna, ante la imagen de la Virgen.
Cabe suponer que tras la “novación” del contrato con Andreas, Lou cuidó escrupulosamente que no se supiera la pasión en la que se veía envuelta con Rilke, por eso le pidió destruir todas las cartas y ambos se comportaron con frialdad en sus relaciones con el esposo. Pero Lou era una mujer libre que consideraba que cuando el amor se había presentado de nada servía estirarlo, por lo que decidió que la pasión terminase, para desdicha del joven poeta que terminó dando tumbos con casamientos equivocados y tratamientos psicoanalíticos. No hubo tampoco en este caso entre la pareja ni agresiones morales, ni jurídicas, ni afectivas, ni chantajes de ningún tipo como los que se llevan entre las parejas en el final del siglo XX y comienzos del XXI. La relación continuó, pero ya en otro estadio. A Lou le sirvió para romper el tabú de las relaciones con hombres más jóvenes, además de elevarse sobre la compenetración estética. Aprendió mucho en esta relación sobre las cavernas mentales de los seres humanos brillantes.

El cuarto pilar que sustentó a esta Diosa fue el médico Friedrich Pineles, Zemek, 7 años mayor que ella, al que conoció en 1895 (dos años antes que a Rilke) pero con el que mantuvo la relación por bastantes años, pues era oficialmente su médico de cabecera. Entre 1901 y 1902 Lou se quedó embarazada cuando contaba 40 años de edad, pero perdió el niño bien por propia voluntad una vez conocido en propia persona el cambio que se opera en una embarazada, bien por el tremendo acoso al que se vio sometida por la madre de su amante, bien por la presión de defraudar con ello al bueno de Andreas. Sospechosamente al doctor Pineles casi no se le nombra en mirada retrospectiva lo que hace colegir que, como hombre, en el plano sexual representó un importante papel en la vida de Lou. La relación íntima terminó en 1908, si bien siguió encontrándose con él hasta 1921. Pineles quedó tocado pero se concentró en su trabajo de médico en el que era una autoridad. Nunca se casó. Ernst Pfeiffer, el compañero de Lou en los últimos años, consideró que la relación de Lou con Pineles se basó fundamentalmente en el sexo, tal y como aperce recogido en la biografía de de Welsch-Pfeiffer, que apuntala: “Uno de los posteriores amantes dijo en una ocasión que Lou celebraba el acto sexual como el triunfo del cuerpo sobre el intelecto.” Parece que quiere ello decir que Zemek, el doctor Pineles, contribuyó no sólo a la salud de la diosa sino a su enriquecimiento como mujer.

Ya en su etapa de madurez Lou consiguió enamorar a Sigmund Freud que quedó prendado del valor, la perseverancia y la belleza intelectual de esta mujer. De esta relación se guardan más documentos gracias a Anna Freud, que ya se analizan en las biografías posteriores a la de Peters. Sin duda también Freud contribuyó a sustentar a esta Musa, pero en un estadio ligeramente inferior a los anteriores, pues Lou llevaba ya su propio bagaje de estudio del comportamiento humano, del narcisismo, del erotismo, de la sexualidad y de la psicología. Sobre ello habrá que detenerse en un sucesivo post. Quedémonos con una frase de Lou escrita a los 56 años que parece el principio motor de su vida: Dejar de amar físicamente significa, a fin de cuentas, dejar de abarcar inconscientemente al amado como el reflejo de aquella impresión primaria que no sentimos físicamente hasta que experimentamos la impresión total de nosotros mismos y del mundo; significa volver a situar al ser humano en la precaria situación de su soledad, en la cual, por más que se diga, en realidad no es más que lo que es, y no –por así decir- todo lo que existe además de la luz de sus ojos, el brillo de sus cabellos y el don de sus manos.

Retengamos un dato para terminar, mientras reflexionamos de nuevo: ni un solo divorcio, ni una sola disputa, ni atisbo de violencia de género, ni maltrato de ningún tipo, ni órdenes de alejamiento, ni medidas jurídicas provisonalísimas, ni compensaciones económicas entre amantes, ni jueces ni fiscales ni nada. Dando salida a los problemas o disputas buscando el consenso y el menor daño a la felicidad personal. ¿Sería Lou una mujer tan rara a la vista de las sedicentes garantías de la mujer que nos agreden por doquier en este siglo XXI? ¿No nos estaremos engañando todos en esta sociedad falsamente garantista? ¿No necesitaremos muchas Lou capaces de publicar más de 10 libros y por encima de 50 trabajos trabajos especializados…además de seducir a la inteligencia del momento?

Habrá que recapacitar, para que la estela de esta Diosa también nos fecunde. Luego intentaremos seguir la vida de esta mujer y sus circunstancias. Tal vez así podamos encontrar las bases para elevarnos sobre el engaño en el que nos movemos.