Menuda se ha montado. No cabe duda que nos hemos instalado en lo que Robert Hugues llamó la cultura de la queja, o lo que otros prefieren denominar la “trifulca norteamericana”. De un hecho insignificante o de dudosa relevancia las asociaciones aspirantes a Lobby y aquellos que en su soledad se rebelan contra su propia mediocridad ponen el grito en el cielo utilizando como pim-pam-pum a algún personaje público que se sale de la mediocridad reinante y dice algo singular o saca a la luz lo que los demás guardan en su soterrada caverna más primaria por miedo a ser desmerecidos por los otros infantiles mediocres. Pasa cada día: el que no se acepta a sí mismo (individual o colectivamente) intenta su minuto de gloria poniendo en la picota al que se tercie porque se destaca de los demás. Ahora les toca a Pérez Reverte y a Sánchez Dragó. Antes la emprendieron con otros. Rotación diabólica.
El viejo Dacio Gil no va a terciar en favor de Pérez Reverte ya que cree que no es preciso, pues la noñería plañidera del ministro más “bien” del anterior Gobierno al despedirse puede ser calificada tal como lo ha hecho Reverte. Mucho peor fue la enumeración de beneficiarios del reconocimiento agradecido del sr. Ministro: “los ordenanzas, los funcionarios, los laborales…” dijo el sr. Moratinos. Es mucho más grave que el sollozo el que el jefe de la Casa-Cosa Exterior no sepa que los ordenanzas suelen encuadrarse en la categoría de funcionarios o de laborales y, a los sumo, con la perversión “contra legem” de una ETT. Pero que en modo alguno son una categoría social o jurídica distinta. El sr. Moratinos pecó de lo que es, un señorito, pero nadie osó rasgarse las vestiduras. Este viejo Gil, al menos, no le dio importancia; tomó nota del detalle señorito del ministro señorito…y a otra cosa mariposa. Tomarla con Reverte parece, desde luego, inverosímil y desmesurado. Síntoma del infantilismo reinante. O del cinismo ambicioso engalanado de modernista.
A Fernando Sánchez Dragó no es necesario salir en su defensa: vende su producto maravillosamente porque está a años luz de la mediocridad reinante y siempre saca tajada de ello. Es listo y cuando los demás vamos él regresa cargado. Pero ni roba, ni mata, ni engaña vilmente ni siquiera peca a escondidas de manera rijosa. Lo que hace lo hace en corto y por derecho sin detenerse a pensar cuál de los colectivos de mediocres intentará alancerle en los medios. O ponerle las banderillas de fuego en Cataluña. A los mediocres no les gustan los espíritus libres y que se niegan a seguir de manera bovina a los demagogos y demagogas que aspiran a tapar todos sus pecados y sus flaquezas con promociones no del todo confesables.
¿Qué se puede esperar que se diga en un libro titulado Dios los cría…y ellos hablan de sexo, drogas, España, corrupción…? Quien accede al libro de buena fe no puede esperar leer nada de la vida santa de Teresa de Jesús o de Ignacio de Loyola, o de los efectos benéficos de la ducha escocesa o, ni siquiera, los meandros dogmáticos del libro El joven de carácter del obispo húngaro Tihamer Tóth que el entonces jovencísimo Dacio Gil tenía de lectura obligada. ¿Qué pueden decir Dragó y Boadella de sexo o de drogas? Pues lo mismo que dirían y dicen Escohotado, Aute o Racionero. Pues claro: es de cajón de madera de pino. El periodista navarro que levantó la liebre seguro que no esperaba recomendaciones tipo Camino de san Josemaría o de la recopilación de aforismos de Karol Woityla. Entonces, ¿por qué se ceban con Dragó? Posiblemente por envidia o -como eso está de moda-, para dar una colleja a Esperanza Aguirre en el body tantra de Sánchez Dragó…como intentan los sindicalistas de Telemadrid a falta de otro tipo de movilizaciones estrictamente laborales y no políticas.
Sánchez Dragó no engaña a nadie. Bueno, sí, a quien se quiere dejar engañar. Siempre ha hablado de sexo sin tapujos. Y ahora en la juvenilmente cuidada edad provecta en la que está instalado a mucha honra –supone Gil- tendrá las fantasías propias de esa edad. Y las fantasías a esas edades, queridas amigas y queridos amigos de la delación, son siempre con lolitas. Pero son fantasías, pues una lolita no se fija en un provecto, prerrequisito imprescindible para poder trocar la fantasía en realidad, salvo que se trate de una consumada profesional. Un hombre en la edad tardía sólo puede seducir con su inteligencia (y en el caso del autor de Gárgoris y Habidis, acaso también con la retroeyaculación) y en eso Sánchez Dragó está, a no dudar, muy dotado. Una lolita muy culta se podría fijar en su seducción intelectual. Sánchez Dragó no es en modo alguno un pederasta; es imposible: carece de ocultación. El lío montado parece pro domo sua, montado por esa caterva de mediocres y mediocras que aspiran a ser Lobby, si no lo fuaran ya. Racionero ya hubo de salir con la intertextualidad cuando atacaban al PP en su dirección de la Biblioteca Nacional y Dragó se lo ha explicado ahora con claridad a todos esos envidiosos de lujurias contemplativas o durmientes a su propio pesar: es una anécdota literaturizada. A alguien tan vivido ( ¡qué envidia!), con tanta inteligencia (¡qué envidia!), y tanta cultura (¡qué envidia!), le tiene que ser sumamente fácil trocar los datos de una anécdota para hacer más impactante el relato literario en un libro tan específico como el meritado. Y, en buena lógica, eso es lo que ha hecho don Fernando. ¿A qué viene dudar?
Quienes acuden sigilosa y furtivamente a los Flowers de turno ¿acaso no van por las mujeres rumanas o brasileñas de aspecto infantil? Dacio Gil jamás ha penetrado en un hipermercado del sexo (o del amor, según la canción de J.L.Perales), pero sabe de lo que habla y ya tiene contada en otras ocasiones la anécdota de la estafeta de correos a la que acude y puede contemplar a las súbditas rumanas o brasileñas girando sus recaudaciones a su país para aligerar la economía familiar. Por otra parte, al viejo Dacio Gil no se le ocurriría escandalizarse al visionar una película porno comercial (ojo: comercial, que luego salen los y las meapilas del siglo XXI hablando de pederastia) en la que aparezcan mujeres con aspecto de jovencitas a las que es imposible solicitarles el carnet de identidad. Si es porno es porno y uno no espera en esa películas comerciales, por ejemplo, homilías sobre la doctrina social de la Iglesia o imágenes sagradas. Reducciones al absurdo como esa podríamos exponer en proporción geométrica. No cabe duda: es puro cinismo infantiloide o, peor aún, pura demagogia barata contra todos los intelectuales –y Sánchez Dragó lo es, y de altura- que no comulgan con las ruedas de molino de los gnomos, los retroprogres y los politiquillos conservadores seguidistas. Si la intencionalidad fuese derivada para abofetear a Esperanza Aguirre en el falo trajinado de Sánchez Dragó sería mucho más grave. Lo escandaloso es que este folloncito de salón se redujera a eso: una cuestión de política rastrera.
Lo único que consiguen estos hombrecillos y mujercillas que aparentan escandalizarse es publicitar aún más esa genial idea del turismo temático (“El Japón de Dragó”), ese viaje programado por Dragó con viajes Barceló. Muchos sólo por morbo querrán conocer in situ el lugar del literaturizado crimen, aunque sea escapando furtivamente con el autor desde Kioto a Tokio. Otros acudirán verbigracia con la esperanza de que sigan proliferando las lolitas literaturizadas. Sánchez Dragó no necesitaba de semejante publicidad, pues tiene seguidores en buen número que le acompañarán con sumo placer, pero la propaganda de estos mequetrefes meapilas del siglo XXI le facilitan el camino. El viaje temático será un éxito sin ningún género de dudas. Y a Dragó le vendrá bien pues trata de recolectar para ir posicionando a sus varias descendencias. Es lícito y nada execrable: Como un buen padre de varias familias
El viejo Dacio Gil dirá lo mismo que dijo respecto al yo a mis 67 años soy antisistema proferido por Francisco Fernández Buey. El usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia se acusa de haber tenido pensamientos fantásticos impuros con lolitas a su edad provecta. Y porque no dispone de monedero para gastarse los 5.000 euros del viaje y los otros 5.000 en fruslerías varias en el viaje programado para el 27 de noviembre, que si no se apuntaría. Vaya que si se apuntaría. A Kioto con extensión (sólo o acompañado de otros con Dragó) al Tokio de las lolitas anacrónicas (ya serán abuelas hoy en día, si es que existieron realmente) y literaturizadas. Aunque solo fuese para cabrear a esos sepulcros blanqueados de la trifulca norteamericana que miran presente y futuro por el espejo retrovisor.
Ya lo dijo Brassens: No se hace ningún daño queriendo vivir fuera del rebaño.
miércoles, 27 de octubre de 2010
martes, 26 de octubre de 2010
EL FISCAL DON CARLOS CASTRESANA: "EXCUSATIO NON PETITA..."
Por su propia edad y por ser desde hace demasiado tiempo un muerto civil por Mobbing en el Poder Público Estatal (amparado con su indiferencia o su connivencia por los magistrados especialistas de lo contencioso-administrativo), el viejo Dacio Gil no debería de extrañarse ya por lo que viene aconteciendo en la prensa de este país llamado España. Pero, dado que acontece, habrá que denunciarlo por puro compromiso ético.
El periódico cabecera periodística de los diarios del Movimiento, insertaba en las páginas centrales de la edición del domingo 24, a doble página y con generosos reclamos iconográficos, una entrevista con don Carlos Castresana, presentado por el entrevistador (Jesús Duva) como un auténtico Jesucristo perseguido por los malvados que manipulan a todo un pueblo. La verdad es que la lectura de la entrevista presenta a una especie de hombre-Dios que hubiese tratado de luchar, prácticamente sólo, contra la impunidad imperante en Guatemala desde hace demasiados años ya. Y hubiese sufrido un auténtico calvario.
El viejo Dacio Gil viene preocupándose de la impunidad guatemalteca desde sus años juveniles en los que pugnaba por aportar su granito de arena para la consolidación de un derecho público que estuviera a la altura del constitucionalmente proclamado Estado Social y Democrático de Derecho. En esos años coincidió en un curso bianual de especialización en Derechos Humanos con un miembro de la Corte de Constitucionalidad de aquel país centroamericano que había logrado sobrevivir al asalto militar a la sede del Alto Tribunal en la Ciudad de Guatemala cuando aquel golpe militar de 1982. De aquellos días data la sensibilidad del usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia por Guatemala. Conoce, pues, en la medida de sus posibilidades, una violencia institucional aberrante que se mantiene estructural por muchos años en aquel país ante la indiferencia de la sociadad internacional y, en especial, de los agentes de los EEUU con grandes interesese en la zona.
La situación personal de este viejo Dacio Gil y su ausencia de compromisos, sinecuras y momios, le permite desvelar las medias verdades mediáticas y las artimañas de los persuasores ocultos para canonizar a nuevos Santos Civiles hasta este momento desconocidos en el santoral por el común de los ciudadanos. Ese ciudadano común, cuando haya leído a grandes caracteres “Había una trama para matarme en Guatemala” y una entradilla de este tenor: “El fiscal Carlos Castresana, pionero contra la corrupción en España y azote de Pinochet, ha vuelto a España después de tres años de comisionado de la ONU contra la impunidad en Guatemala. En esta entrevista relata su lucha en aquel país y la brutal campaña de acoso a la que fue sometido.” se habrá inquietado en grado sumo. Sólo con esa lectura el desprevenido lector creerá haber tenido la aparición de un Santo perseguido por los malignos por su denodada dedicación a los demás, jugándose la propia vida a pecho descubierto por defender su fe en la transparencia política y contra la corrupción. Y, hombre sí, algo ha hecho, por supuesto,…¡pero no tanto ni tan altruista como nos presentan de consuno entrevistador y entrevistado!
La entrevista parece tener gato encerrado pues semeja el lanzamiento de una nueva estrella para el cartel electoral de los tercios de representación del Movimiento, remedando a aquel juez estrella jienense en aquellas otras elecciones ya pasadas. De la forma que es presentado el ex Comisionado de CICIG (aristoburocracia internacional de la ONU con funcionalidad poco más que cosmética como cabe suponer de grado, aunque matizable de buena fe) por el periodista de EL PAIS es imposible dudar de sus condiciones sobrenaturales y su bragado talante ante la constante agresión de supermalvados por la defensa irrestricta y temeraria de los desprotegidos y por su profesión de fe en la limpieza institucional y contra la corrupción política.
Lo de los malvados en Guatemala es cierto –y, además para empeorarlo, todo quisque va armado con armamento norteamericano- pero a juicio de este viejo Dacio Gil la labor del señor Castresana ha sido más que modesta de como se presenta, podría decirse que casi testimonial en un contexto hermético y sumamente renuente. En esta Tribuna Alta Preferencia no caben afirmaciones gratuitas y cuando se afirma existen argumentos y razones para ello. Lo haremos fijándonos sólo en un detalle significativo, analizando el texto insertado en el nuevo Arriba (pp 6 y 7 del cuadernillo central): El periodista incide por dos veces en el tema de su supuesta amante (que el imputado se apresta raudo a desmentir con el argumento de los 16 escoltas y la ausencia de vida privada)…pero mantiene un silencio sepulcral extraño -y acaso pleno de significado- sobre el caso del asesinato impune de Khalil Musa y su hija Marjorie, además de cautelosamente ni siquiera mentar el “suicidio ejecutado por otros” del letrado Rodrigo Rosenberg Marzano que con el tiempo -cuando lleguen las desclasificaciones de documentos- se estudiará en las universidades como ejemplo de lo más negro de la tétrica Razón de Estado. Desgraciadamante hay que decir que el hombre-Dios Carlos Castresana jugó un limitado y vergonzante papel secundario en la resolución televisiva melodramática de esta oscurísimo asunto en el que llegó a intervenir la propia CIA para "ordenar" el flujo informativo y la novelesca y chapucera conclusión jurídico-policial o policial-jurídica. Binomio que, aplicado a Guatemala, es aludir a la nada, cuando no a la pura corrupción institucional en un mundo de ciudadanos cosificados.
El viejo Dacio Gil, por su edad y trayectoria, se niega ya a tragar bacaladas, por el simple imperativo personal de intentar que resplandezca la verdad y no la media verdad. La entrevista no miente sobre la realidad extremadamente violenta de Guatemala, pero no dice toda la verdad. En absoluto. El aparente lanzamiento de una nueva estrella electoral por la prensa del Movimiento parecería haber obligado a orillar los asuntos vidriosos –aunque verdaderamente trascendentes- en beneficio de un perfil pluscuampefecto de santoral canónico ortodoxo del entrevistado candidatable electoral o estandarte compañero de viaje en los comicios.
Que el inquieto lector –si es que hubiere lector- indague por su cuenta en la labor desarrollada por la ONU en Guatemala y, de regreso, siga la pista a la labor efectivamente desampeñada por el funcionario fiscal español Carlos Castresana, que, de momento, debe a sus 16 escoltas, el poder contarlo y también contar lo que aporte algo a sus intereses (al menos económicos y culturales, pero no sólo esos) sin desmerecer su imagen. Una vez indagado, estará en disposición el curioso lector de elucidar la verdad a su alcance (los secretos de Estado se tragan muchas verdades, incluso en Guatemala y en España).
El viejo Dacio Gil en modo alguno pretende denostar al fiscal Castresana pues su labor está ahí, pero se niega a aceptar comidas de coco mediáticas interesadas. Hay mucha gente que, incluso en España, ha sufrido la “muerte civil” inferida por los Poderes Públicos ante la indiferencia del sedicente sistema jurídico de garantías -incluido el Ministerio Fiscal, con nombres y apellidos- y las víctimas no se cuelgan ninguna aureola angélica; antes al contrario, muchos callan, por temor a las nuevas represalias, la vileza imperante en las instituciones públicas. Muerte civil que no mera hipótesis, como la que nos trata de contar el periodista Jesús Duva, mientras va meneando de forma pausada pero constante el botafumeiro purificador ante las mismas narices del funcionario fiscal entrevistado.
En el delirio en el que se empeña en despeñarse el nuevo Arriba, sólo faltaría ya que un día terminasen pidiendo que el gnomo aniquilador del sistema de garantía y de derechos inalienables (Judt dixit) aparezca bajo palio en los actos religiosos oficiales.
En Guatemala ciertamente imperó, impera y seguirá imperando la impunidad más absoluta, y en ese contexto desafortunadamente el Comisionado CICIG español poco ha podido hacer para cortar tan lamentable lacra, pero ahora tiene don Carlos Castresana una oportunidad real de oro para validar toda la aparente hagiografía presentada por el periodista Jesús Duva para poder perseguir con su caballo blanco la cada vez mayor violencia institucional en el seno del Poder Público Estatal Español que se tiene cobrados ya varios muertos civiles ante la clamorosa indiferencia general de los encargados de combatirla. Eso que el viejo Dacio Gil viene llamando en esta Tribuna impunidad guatemalteca en la España del siglo XXI.
Resumamos: Don Carlos Castresana valioso sí, pero mártir y santo ya es dudoso. Nueva estrella electoral es más que probable que se intente que sea, en un país en que la prensa libre, independiente y seria ya no existe.
Todo lo demás es música celestial interesada.
El periódico cabecera periodística de los diarios del Movimiento, insertaba en las páginas centrales de la edición del domingo 24, a doble página y con generosos reclamos iconográficos, una entrevista con don Carlos Castresana, presentado por el entrevistador (Jesús Duva) como un auténtico Jesucristo perseguido por los malvados que manipulan a todo un pueblo. La verdad es que la lectura de la entrevista presenta a una especie de hombre-Dios que hubiese tratado de luchar, prácticamente sólo, contra la impunidad imperante en Guatemala desde hace demasiados años ya. Y hubiese sufrido un auténtico calvario.
El viejo Dacio Gil viene preocupándose de la impunidad guatemalteca desde sus años juveniles en los que pugnaba por aportar su granito de arena para la consolidación de un derecho público que estuviera a la altura del constitucionalmente proclamado Estado Social y Democrático de Derecho. En esos años coincidió en un curso bianual de especialización en Derechos Humanos con un miembro de la Corte de Constitucionalidad de aquel país centroamericano que había logrado sobrevivir al asalto militar a la sede del Alto Tribunal en la Ciudad de Guatemala cuando aquel golpe militar de 1982. De aquellos días data la sensibilidad del usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia por Guatemala. Conoce, pues, en la medida de sus posibilidades, una violencia institucional aberrante que se mantiene estructural por muchos años en aquel país ante la indiferencia de la sociadad internacional y, en especial, de los agentes de los EEUU con grandes interesese en la zona.
La situación personal de este viejo Dacio Gil y su ausencia de compromisos, sinecuras y momios, le permite desvelar las medias verdades mediáticas y las artimañas de los persuasores ocultos para canonizar a nuevos Santos Civiles hasta este momento desconocidos en el santoral por el común de los ciudadanos. Ese ciudadano común, cuando haya leído a grandes caracteres “Había una trama para matarme en Guatemala” y una entradilla de este tenor: “El fiscal Carlos Castresana, pionero contra la corrupción en España y azote de Pinochet, ha vuelto a España después de tres años de comisionado de la ONU contra la impunidad en Guatemala. En esta entrevista relata su lucha en aquel país y la brutal campaña de acoso a la que fue sometido.” se habrá inquietado en grado sumo. Sólo con esa lectura el desprevenido lector creerá haber tenido la aparición de un Santo perseguido por los malignos por su denodada dedicación a los demás, jugándose la propia vida a pecho descubierto por defender su fe en la transparencia política y contra la corrupción. Y, hombre sí, algo ha hecho, por supuesto,…¡pero no tanto ni tan altruista como nos presentan de consuno entrevistador y entrevistado!
La entrevista parece tener gato encerrado pues semeja el lanzamiento de una nueva estrella para el cartel electoral de los tercios de representación del Movimiento, remedando a aquel juez estrella jienense en aquellas otras elecciones ya pasadas. De la forma que es presentado el ex Comisionado de CICIG (aristoburocracia internacional de la ONU con funcionalidad poco más que cosmética como cabe suponer de grado, aunque matizable de buena fe) por el periodista de EL PAIS es imposible dudar de sus condiciones sobrenaturales y su bragado talante ante la constante agresión de supermalvados por la defensa irrestricta y temeraria de los desprotegidos y por su profesión de fe en la limpieza institucional y contra la corrupción política.
Lo de los malvados en Guatemala es cierto –y, además para empeorarlo, todo quisque va armado con armamento norteamericano- pero a juicio de este viejo Dacio Gil la labor del señor Castresana ha sido más que modesta de como se presenta, podría decirse que casi testimonial en un contexto hermético y sumamente renuente. En esta Tribuna Alta Preferencia no caben afirmaciones gratuitas y cuando se afirma existen argumentos y razones para ello. Lo haremos fijándonos sólo en un detalle significativo, analizando el texto insertado en el nuevo Arriba (pp 6 y 7 del cuadernillo central): El periodista incide por dos veces en el tema de su supuesta amante (que el imputado se apresta raudo a desmentir con el argumento de los 16 escoltas y la ausencia de vida privada)…pero mantiene un silencio sepulcral extraño -y acaso pleno de significado- sobre el caso del asesinato impune de Khalil Musa y su hija Marjorie, además de cautelosamente ni siquiera mentar el “suicidio ejecutado por otros” del letrado Rodrigo Rosenberg Marzano que con el tiempo -cuando lleguen las desclasificaciones de documentos- se estudiará en las universidades como ejemplo de lo más negro de la tétrica Razón de Estado. Desgraciadamante hay que decir que el hombre-Dios Carlos Castresana jugó un limitado y vergonzante papel secundario en la resolución televisiva melodramática de esta oscurísimo asunto en el que llegó a intervenir la propia CIA para "ordenar" el flujo informativo y la novelesca y chapucera conclusión jurídico-policial o policial-jurídica. Binomio que, aplicado a Guatemala, es aludir a la nada, cuando no a la pura corrupción institucional en un mundo de ciudadanos cosificados.
El viejo Dacio Gil, por su edad y trayectoria, se niega ya a tragar bacaladas, por el simple imperativo personal de intentar que resplandezca la verdad y no la media verdad. La entrevista no miente sobre la realidad extremadamente violenta de Guatemala, pero no dice toda la verdad. En absoluto. El aparente lanzamiento de una nueva estrella electoral por la prensa del Movimiento parecería haber obligado a orillar los asuntos vidriosos –aunque verdaderamente trascendentes- en beneficio de un perfil pluscuampefecto de santoral canónico ortodoxo del entrevistado candidatable electoral o estandarte compañero de viaje en los comicios.
Que el inquieto lector –si es que hubiere lector- indague por su cuenta en la labor desarrollada por la ONU en Guatemala y, de regreso, siga la pista a la labor efectivamente desampeñada por el funcionario fiscal español Carlos Castresana, que, de momento, debe a sus 16 escoltas, el poder contarlo y también contar lo que aporte algo a sus intereses (al menos económicos y culturales, pero no sólo esos) sin desmerecer su imagen. Una vez indagado, estará en disposición el curioso lector de elucidar la verdad a su alcance (los secretos de Estado se tragan muchas verdades, incluso en Guatemala y en España).
El viejo Dacio Gil en modo alguno pretende denostar al fiscal Castresana pues su labor está ahí, pero se niega a aceptar comidas de coco mediáticas interesadas. Hay mucha gente que, incluso en España, ha sufrido la “muerte civil” inferida por los Poderes Públicos ante la indiferencia del sedicente sistema jurídico de garantías -incluido el Ministerio Fiscal, con nombres y apellidos- y las víctimas no se cuelgan ninguna aureola angélica; antes al contrario, muchos callan, por temor a las nuevas represalias, la vileza imperante en las instituciones públicas. Muerte civil que no mera hipótesis, como la que nos trata de contar el periodista Jesús Duva, mientras va meneando de forma pausada pero constante el botafumeiro purificador ante las mismas narices del funcionario fiscal entrevistado.
En el delirio en el que se empeña en despeñarse el nuevo Arriba, sólo faltaría ya que un día terminasen pidiendo que el gnomo aniquilador del sistema de garantía y de derechos inalienables (Judt dixit) aparezca bajo palio en los actos religiosos oficiales.
En Guatemala ciertamente imperó, impera y seguirá imperando la impunidad más absoluta, y en ese contexto desafortunadamente el Comisionado CICIG español poco ha podido hacer para cortar tan lamentable lacra, pero ahora tiene don Carlos Castresana una oportunidad real de oro para validar toda la aparente hagiografía presentada por el periodista Jesús Duva para poder perseguir con su caballo blanco la cada vez mayor violencia institucional en el seno del Poder Público Estatal Español que se tiene cobrados ya varios muertos civiles ante la clamorosa indiferencia general de los encargados de combatirla. Eso que el viejo Dacio Gil viene llamando en esta Tribuna impunidad guatemalteca en la España del siglo XXI.
Resumamos: Don Carlos Castresana valioso sí, pero mártir y santo ya es dudoso. Nueva estrella electoral es más que probable que se intente que sea, en un país en que la prensa libre, independiente y seria ya no existe.
Todo lo demás es música celestial interesada.
sábado, 23 de octubre de 2010
BAUMAN, TOURAINE, MAALOUF, SERRA... Y ZIZEK: LA DENUNCIA DE LOS SABIOS.
No es que sea este viejo Dacio Gil un acérrimo ultradefensor de los premios Príncipe de Asturias que vienen congregando en sus 30 ediciones a la aristocracia y la meritocracia del Régimen, pero algunos de los premiados este año sí merecen unas líneas de encomio. Lo cierto es que sería hipócrita llamarse a engaño con la forma en que se ha informado sobre la gala de los premios Príncipe de Asturias. Ha sido puro reflejo de la degradación de los medios de comunicación en el Régimen político-económico-mediático en el que estamos colocados los ciudadanos siervos.
Absolutamente todo ha quedado difuminado por la enorme sombra de la Roja y sus contornos rosas populistas. Y mira que había cantidad de elementos valiosos para poder destacar de las intervenciones y perfiles de varios de los galardonados. Resulta paradigmático que, rompiendo con los antecedentes, los diarios nacionales en edición papel no hayan insertado los textos íntegros de la intervención de los premiados, sojuzgados por el impacto icónico y textual de los representantes de la Roja.
Esto es España y habremos de aceptarlo, pero considerado desde la óptica de la relevancia intrínseca del mensaje, el preocupado ciudadano que busque dar sentido a su vida –a su propia e intransferible vida- habrá quedado decepcionado: hay una descomunal desproporción en el espacio (fotos y textos) dedicado a los aristócratas económicos de la Roja y al resto de los premiados. Todos los diarios de la capital, sin excepción, enfatizan la presencia en Oviedo de la troupe de futboleros, considerando a los sabios, igualmente premiados, como meros comparsas. Posiblemente no quepa achacarlo al bajo nivel cultural de los periodistas sino a los imperativos del mercado periodístico y los intereses en tener al ciudadano preso del conductismo reinante. Músculo de extremidades inferiores se impone a músculo cerebral. El cuerpo dominando al alma. Produce una cierta pena que la prensa únicamente destaque como destellos humanos el estudiado hermanamiento de los seleccionadores de fútbol y el detalle exótico de la acompañante de la representante de la ONG “Manos Unidas”. Meras puestas en escena estrictamente protocolarias. La imagen superponiéndose al contenido.
La ceremonia de entrega de los XXX premios Príncipe de Asturias 2010 reunía un elenco de sabios incuestionable y sus intervenciones en Oviedo levantaban grandes expectativas previas. Expectativas que los laureados no defraudaron, cada uno en su especialidad. El viejo Dacio Gil entresacará las de Zygmunt Bauman, Alain Touraine, Amin Maalouf y Richard Serra. Tambien presenta aspectos trascendentes la intervención se Su Alteza Real, el Príncipe de Asturias.
Zygmunt Bauman enfatizó sobre el conocimiento humano y el diálogo entre los humanos. Invocando a Milan Kundera, expuso con meridiana claridad que “Cervantes envió a Don Quijote a hacer pedazos los velos hechos con remiendos de mitos, máscaras, estereotipos, prejuicios e interpretaciones previas; velos que ocultan el mundo que habitamos y que intentamos comprender. Pero estamos destinados a luchar en vano mientras el velo no se alce o se desgarre.” A Bauman le preocupa la falta de solidez imperante en el mundo y directamente calificó las ideologías como esos “densos velos incapacitadores que hacen que miremos sin llegar a ver”. El bello discurso fue necesariamente corto pero denso y no sólo incita a intentar comprender sino, sobre todo, a pensar.
Hacer pedazos el velo para comprender la vida es el lema cervantino empleado por Bauman para hacernos pensar: «la única cosa que nos queda frente a esa ineludible derrota que se llama vida es intentar comprenderla». El inquieto lector habrá reparado en la belleza del discurso, elevando a Cervantes a la cúspide que se merece. Literaria pero también social. Y ese es un gran mérito añadido.
Alain Touraine, por su parte construyó un discurso muy generoso –por humilde- para no desmerecer a Bauman. Casado con una chilena ha desarrollado una importante labor en Latinoamérica donde es considerado un Dios en el campo de las ciencias sociales enraizadas con la realidad. Por ejemplo en Argentina rara es la buena librería de Buenos Aires, Córdoba o Mendoza que no expone en lugar muy destacado las obras de Touraine o Bauman. Y lo mismo ocurre en las de Montevideo, La Paz o Bogotá. Touraine brillantemente hizo primar su “declaración de amor” por lo hispano y el honor por compartir el premio con Bauman y junto a Maalouf, en detrimento de exponer con claridad su teoría del “nuevo paradigma”, tan aclamada en Latinoamérica. Lástima que el férreo protocolo de la entrega de premios nos haya privado de la exposición cargada de ideas a que acostumbra Touraine, un premiado con muchos méritos contraídos. Y que proclama que en la actualidad la utilización de la razón se encuentra en crisis.
Amin Maalouf se presentó con un breve discurso bello y valiente que, partiendo del reconocimiento que “la reacción espontánea –de hombres y mujeres- es rechazar al otro”, se detiene más adelante en las preguntas esenciales que debe de hacerse todo ser humano sobre de dónde viene, dónde está y hacía dónde se dirige. Preguntas introspectivas coronadas por una más: “¿Cómo convertir los recursos en elementos de libertad y no de servidumbre?"
La cultura es para Maalouf la clave para no continuar descarriando mientras avanzan indefectibles la eliminación de los derechos sociales y el casi inexistente respeto ético. Empleó un diagnóstico que no tiene desperdicio: “Se recroducen las manifestaciones identitarias, violentas en muchas ocasiones, y, en otras muchísimas ocasiones, retrógradas; se debilita la solidaridad entre naciones y dentro de las naciones; pierde fuelle el sueño europeo; se erosionan los valores democráticos; se recurre con excesiva frecuencia a las operaciones militares y los estados de excepción…Abundan los síntomas.”
Maalouf coincide con otros muchos que pensamos igualmente que no tenemos derecho a resignarnos. Y en una entrevista en TVE reconoció que tiene la impresión vergonzante que dentro de unos años los más jóvenes le preguntarán “¿Por qué no hicisteis nada vosotros que aún hubierais podido remediarlo?” Una pregunta –apunta desolado el escritor libanés- que se ha hecho el ser humano siempre después de los grandes retrocesos acontecidos mientras se vivía alegremente y de los que la historia da espeluznante testimonio.
Richard Serra incidió sobre la relación entre el vacío y la materia. Abogó por no condicionar la libertad de valoración de la obra por parte del observador, al que hoy se le hace casi imposible resistirse a su condición de consumidor. Serra mantiene que el arte debe de ser un elemento para la rebelión permanente. Late en él un reproche a la globalización y a la industria cultural y mercantil.
El viejo Dacio Gil se niega a valorar, entre otras cosas porque no ha tenido interés en leerlo, el discurso de don Vicente del Bosque que han recogido íntegro sin excepción todos los periódicos de la capital con todo lujo de fotografías en cuarta, media y página entera. Síntoma evidente de lo que nos sucede y por donde nos vienen conduciendo hasta que claudiquemos.
Lo cierto es que los sabios nos han avisado que nos encontramos en una época similar al hundimiento del imperio austrohúngaro o a la ruptura del equilibrio inestable europeo después de la primera postguerra. Nos han apuntado algunas líneas de esperanza, han intentado ayudarnos, pero los retumbantes ecos futboleros de la prensa, más atenta a los detalles banales que a las esencias, nos han impedido escuchar reposadamente las voces de los sabios. Cobra especial significación en esta cuestión el tebeo oficial del Régimen que, en su diabólica descomposición por apuntalar el ya hundido barco de los gnomos, ha hurtado en su edición del sábado los textos íntegros de los dircursos de los premiados. Dedica apenas una página a noticiar el acto de entrega de los premios. Así, puede afirmarse, verbigracia, que comprar el periódico El Pais de hoy 23 de octubre, como ha hecho el viejo Dacio Gil, es tirar el dinero. Sólo le salva la página de opinión de Slavoj Zizek (p.29), que, curiosamente, se alinea argumentalmente con los cuatro sabios noticiados en la Tribuna Alta Preferencia de hoy. Este tebeo, que se intitula el periódico global español, se pierde en la propaganda del gnomo que copia al gnomo británico y de sus palmeros, que actúan calcando al milímetro el comportamiento de los tercios de "representación" en el Movimiento dentro del Régimen de Franco. ¿Será EL PAIS el Arriba de estos gnomos y gnomas?
Parece que sí. Y así nos luce.
Absolutamente todo ha quedado difuminado por la enorme sombra de la Roja y sus contornos rosas populistas. Y mira que había cantidad de elementos valiosos para poder destacar de las intervenciones y perfiles de varios de los galardonados. Resulta paradigmático que, rompiendo con los antecedentes, los diarios nacionales en edición papel no hayan insertado los textos íntegros de la intervención de los premiados, sojuzgados por el impacto icónico y textual de los representantes de la Roja.
Esto es España y habremos de aceptarlo, pero considerado desde la óptica de la relevancia intrínseca del mensaje, el preocupado ciudadano que busque dar sentido a su vida –a su propia e intransferible vida- habrá quedado decepcionado: hay una descomunal desproporción en el espacio (fotos y textos) dedicado a los aristócratas económicos de la Roja y al resto de los premiados. Todos los diarios de la capital, sin excepción, enfatizan la presencia en Oviedo de la troupe de futboleros, considerando a los sabios, igualmente premiados, como meros comparsas. Posiblemente no quepa achacarlo al bajo nivel cultural de los periodistas sino a los imperativos del mercado periodístico y los intereses en tener al ciudadano preso del conductismo reinante. Músculo de extremidades inferiores se impone a músculo cerebral. El cuerpo dominando al alma. Produce una cierta pena que la prensa únicamente destaque como destellos humanos el estudiado hermanamiento de los seleccionadores de fútbol y el detalle exótico de la acompañante de la representante de la ONG “Manos Unidas”. Meras puestas en escena estrictamente protocolarias. La imagen superponiéndose al contenido.
La ceremonia de entrega de los XXX premios Príncipe de Asturias 2010 reunía un elenco de sabios incuestionable y sus intervenciones en Oviedo levantaban grandes expectativas previas. Expectativas que los laureados no defraudaron, cada uno en su especialidad. El viejo Dacio Gil entresacará las de Zygmunt Bauman, Alain Touraine, Amin Maalouf y Richard Serra. Tambien presenta aspectos trascendentes la intervención se Su Alteza Real, el Príncipe de Asturias.
Zygmunt Bauman enfatizó sobre el conocimiento humano y el diálogo entre los humanos. Invocando a Milan Kundera, expuso con meridiana claridad que “Cervantes envió a Don Quijote a hacer pedazos los velos hechos con remiendos de mitos, máscaras, estereotipos, prejuicios e interpretaciones previas; velos que ocultan el mundo que habitamos y que intentamos comprender. Pero estamos destinados a luchar en vano mientras el velo no se alce o se desgarre.” A Bauman le preocupa la falta de solidez imperante en el mundo y directamente calificó las ideologías como esos “densos velos incapacitadores que hacen que miremos sin llegar a ver”. El bello discurso fue necesariamente corto pero denso y no sólo incita a intentar comprender sino, sobre todo, a pensar.
Hacer pedazos el velo para comprender la vida es el lema cervantino empleado por Bauman para hacernos pensar: «la única cosa que nos queda frente a esa ineludible derrota que se llama vida es intentar comprenderla». El inquieto lector habrá reparado en la belleza del discurso, elevando a Cervantes a la cúspide que se merece. Literaria pero también social. Y ese es un gran mérito añadido.
Alain Touraine, por su parte construyó un discurso muy generoso –por humilde- para no desmerecer a Bauman. Casado con una chilena ha desarrollado una importante labor en Latinoamérica donde es considerado un Dios en el campo de las ciencias sociales enraizadas con la realidad. Por ejemplo en Argentina rara es la buena librería de Buenos Aires, Córdoba o Mendoza que no expone en lugar muy destacado las obras de Touraine o Bauman. Y lo mismo ocurre en las de Montevideo, La Paz o Bogotá. Touraine brillantemente hizo primar su “declaración de amor” por lo hispano y el honor por compartir el premio con Bauman y junto a Maalouf, en detrimento de exponer con claridad su teoría del “nuevo paradigma”, tan aclamada en Latinoamérica. Lástima que el férreo protocolo de la entrega de premios nos haya privado de la exposición cargada de ideas a que acostumbra Touraine, un premiado con muchos méritos contraídos. Y que proclama que en la actualidad la utilización de la razón se encuentra en crisis.
Amin Maalouf se presentó con un breve discurso bello y valiente que, partiendo del reconocimiento que “la reacción espontánea –de hombres y mujeres- es rechazar al otro”, se detiene más adelante en las preguntas esenciales que debe de hacerse todo ser humano sobre de dónde viene, dónde está y hacía dónde se dirige. Preguntas introspectivas coronadas por una más: “¿Cómo convertir los recursos en elementos de libertad y no de servidumbre?"
La cultura es para Maalouf la clave para no continuar descarriando mientras avanzan indefectibles la eliminación de los derechos sociales y el casi inexistente respeto ético. Empleó un diagnóstico que no tiene desperdicio: “Se recroducen las manifestaciones identitarias, violentas en muchas ocasiones, y, en otras muchísimas ocasiones, retrógradas; se debilita la solidaridad entre naciones y dentro de las naciones; pierde fuelle el sueño europeo; se erosionan los valores democráticos; se recurre con excesiva frecuencia a las operaciones militares y los estados de excepción…Abundan los síntomas.”
Maalouf coincide con otros muchos que pensamos igualmente que no tenemos derecho a resignarnos. Y en una entrevista en TVE reconoció que tiene la impresión vergonzante que dentro de unos años los más jóvenes le preguntarán “¿Por qué no hicisteis nada vosotros que aún hubierais podido remediarlo?” Una pregunta –apunta desolado el escritor libanés- que se ha hecho el ser humano siempre después de los grandes retrocesos acontecidos mientras se vivía alegremente y de los que la historia da espeluznante testimonio.
Richard Serra incidió sobre la relación entre el vacío y la materia. Abogó por no condicionar la libertad de valoración de la obra por parte del observador, al que hoy se le hace casi imposible resistirse a su condición de consumidor. Serra mantiene que el arte debe de ser un elemento para la rebelión permanente. Late en él un reproche a la globalización y a la industria cultural y mercantil.
El viejo Dacio Gil se niega a valorar, entre otras cosas porque no ha tenido interés en leerlo, el discurso de don Vicente del Bosque que han recogido íntegro sin excepción todos los periódicos de la capital con todo lujo de fotografías en cuarta, media y página entera. Síntoma evidente de lo que nos sucede y por donde nos vienen conduciendo hasta que claudiquemos.
Lo cierto es que los sabios nos han avisado que nos encontramos en una época similar al hundimiento del imperio austrohúngaro o a la ruptura del equilibrio inestable europeo después de la primera postguerra. Nos han apuntado algunas líneas de esperanza, han intentado ayudarnos, pero los retumbantes ecos futboleros de la prensa, más atenta a los detalles banales que a las esencias, nos han impedido escuchar reposadamente las voces de los sabios. Cobra especial significación en esta cuestión el tebeo oficial del Régimen que, en su diabólica descomposición por apuntalar el ya hundido barco de los gnomos, ha hurtado en su edición del sábado los textos íntegros de los dircursos de los premiados. Dedica apenas una página a noticiar el acto de entrega de los premios. Así, puede afirmarse, verbigracia, que comprar el periódico El Pais de hoy 23 de octubre, como ha hecho el viejo Dacio Gil, es tirar el dinero. Sólo le salva la página de opinión de Slavoj Zizek (p.29), que, curiosamente, se alinea argumentalmente con los cuatro sabios noticiados en la Tribuna Alta Preferencia de hoy. Este tebeo, que se intitula el periódico global español, se pierde en la propaganda del gnomo que copia al gnomo británico y de sus palmeros, que actúan calcando al milímetro el comportamiento de los tercios de "representación" en el Movimiento dentro del Régimen de Franco. ¿Será EL PAIS el Arriba de estos gnomos y gnomas?
Parece que sí. Y así nos luce.
jueves, 21 de octubre de 2010
OFICINA JUDICIAL CHAPUCERA Y CSIC AMENIZADOR DOCENTE: MURCIA COMO PROBETA.
Un viejo compañero experto en arbitraje que hoy reside a la orilla del Mediterráneo –ni Chuli, ni Moli, sino el doble de Parrondo- siempre le ha anotado a este viejo Dacio Gil que si quiere estar informado en una provincia debe inexcusablemente recurrir a la prensa local, pues la nacional se pierde por elevación en artificios que en nada afectan al paisanaje. Lleva razón el compañero experto en cortes de arbitraje en su certera anotación: no hay color en términos de estricta información. La prensa de provincias es sustanciosa, próxima, más humana, y puede decirse que más pegada a la tierra y a la realidad. Sin ir más lejos, en la recientemente próspera región de Murcia, se hace casi imprescindible enterarse de la verdad. La Verdad es un diario denso, pluridimensional y con multitud de cuadernillos monográficos. Como todo hay que decirlo, habrá que indicar que es un diario del grupo vocento pero, como es un periódico que se eleva por encima de la mediocridad reinante, justo es destacarlo como se merece.
En Murcia andan escaldados, como en el resto de las latitudes, con el estado de la Justicia. Consideran que no funciona en absoluto. Que sigue embarrancada en antiguallas formales y papeleo que sólo favorece a los infractores. Hasta los funcionarios de los juzgados se han manifestado ante todos los 17 presidentes de Tribunales Superiores de Justicia autonómicos, reunidos en la ciudad, aireando la chapuza de las nuevas oficinas judiciales que se han implantado deprisa y corriendo para que los políticos puedan aparentar que ese engendro petrificado en el siglo XIX puede ser modernizado. La verdad es que estos políticos tratan de confundir de manera intencionada. Pretenden la semi-privatización y a medio plazo la privatización total del servicio de la justicia (¿o no es consagrar la perversión el cambiar la denominación “jueces sustitutos” por la nueva “jueces territoriales”?) casi de matute, yuxtaponiendo los funcionarios tradicionales, de toda procedencia, cada uno de su padre y de su madre, no vamos a escandalizarnos ahora, pero claramente “a extinguir”, con las incorporaciones multitudinarias de personal de empresas sin vínculo directo público. En la manifestación noticiada parece que acudieron todos los funcionarios de la capital que estaban exonerados de un curso de “migración de procedimientos” ya que al resto el Ministerio les obligó a acudir a esa misma hora al citado cursillo de esa cosa tan rara para el viejo Dacio Gil titulada “migración de procedimientos a los servicios comunes”. Los funcionarios, abrumados por las chapuzas puestas en práctica, claman porque se acabe con las prisas y las irregularidades. Parece que a los funcionarios no se les ha enseñado suficientemente el sistema informático “Minerva”. Como fácilmente puede apreciarse en la experiencia piloto de oficina judicial murciana reina un completo desbarajuste. Pero el ministro continúa hasta que el barco se hunda definitivamente…
Los que conocen la administración sostienen que el Ministerio de Justicia es como una covachuela, con enormes adherencias de siglos pasados (manguitos, quevedos, cartapacios, cesantes, pretendientes…) a la que se tratan de incorporar aparatajes y programas informáticos contratados con empresas externas. ¿Y qué decir de los juzgados realmente existentes? La misma imagen, en algunos casos adecentada por algún edificio municipal curioso. Por descontado que con una inercia de hace dos siglos. Los expertos en organizaciones mantienen que todo intento racionalizador sobre una realidad desbocada en lo irracional tiene consecuencias doblemente irracionales, sin nada positivo que aportar.
Si eso está pasando en una de las experiencias piloto (la otra es Burgos) de modernización de la oficina judicial ¿Qué futuro nos aguarda? Se puede suponer: el caos maquillado de propaganda por los políticos y aireada por la aristoburocracia que siempre saca tajada de cualquier reforma y que espera sacar réditos inmediatos de la puesta en funcionamiento.
Para calentar aún más el ambiente, el decano del Colegio de Abogados de Murcia (don José Muelas), a cuento de un nuevo delito de un presunto pederasta multirreincidente con 7 juicios pendientes por las mismas causas, se preguntaba cómo es posible que un pederasta con tantos antecedentes se pueda encontrar en la calle perpetrando nuevos delitos. Concluye que eso sólo puede ser debido a cuatro problemas gravísimos: 1. O fallan las leyes, 2. O falla el enjuiciamiento laxo de la Ley; 3. O falla la selección y formación de las juezas y jueces; 4. O falla el sistema informático de los antecedentes. No parece ir descaminado el ilustre jefe de los leguleyos murcianos. Así que si falla la oficina judicial (¿será realmente una oficina o una yuxtaposición de contratas varias?) y falla también el trabajo de jueces y juezas, el resultado parece altamente explosivo. Lo grave es que nadie en el Ministerio consultará a los ciudadanos, funcionarios e intermediarios jurídicos murcianos sobre los resultados de la implantación de ese engendro publicitario que parece ser la nueva oficina judicial.
El viejo Dacio Gil se malicia que estos experimentos de oficinas y modernizaciones son un paso más para privatizar definitivamente la justicia, que en plazo más corto que largo terminará siendo impartida por máquinas programadas por empresas externas a las que con facilitarles unos datos escuetos y unas cuantas monedas (el famoso “insert coins”) fallará el caso. Nunca mejor dicho: fallará. No estamos tan lejos de este supuesto y de la extinción del Secretario Judicial y del Juez. El futuro apunta que sólo subsistirán los sindicalistas (que llegarán rápidamente a secretarios y a jueces) y los empleados de las empresas contratadas con el pretexto de la informática. Eso sí, esas empresas, aplicando criterios Excel, fabricarán lustrosas estadísticas y evaluaciones de desempeño judicial. Lo malo es que el justiciable quedará reducido, más o menos, a ser un jugador ocasional de las casas de juego y apuestas, el modelo imperante en esta sociedad casino en la que nos movemos. La apuesta judicial, un nuevo juego. Muy serio para el litigante honesto, pero juego a la postre.
Tiene razón el experto mediterráneo en arbitraje: siempre nos quedará la esperanza de recurrir a las cortes de arbitraje privado que contratarán a los viejos jueces jubilados para darse prestancia pero que serán mantenidas por despachos de abogados encubiertos. Desde luego, don José, hay que tener esperanza, claro que sí. Aunque la carrera de Derecho quedará reducida a una especialidad de la de informática. Desgraciadamente en breve -casi ya hoy argumentar es una labor baldía- no existirá la argumentación ni la dialéctica jurídica que tanto cansa a sus señorías que siempre recurren al “abrevie y vaya terminando el sr. Letrado”.
Y como siempre, se le queda en el tintero al viejo Dacio Gil dar traslado de la alegría de los murcianos por la obtención del certificado de “campus de excelencia” de sus universidades “Mare Nostrum” (Murcia, Cartagena, Lorca) o el alborozo ciudadano porque los científicos del CSIC enseñen –bajo convenio, naturalmente- el programa “El CSIC en la escuela” apoyando a los maestros para… ¡amenizar sus clases! Ahora resulta que los docentes no se valen por sí mismos para amenizar las clases y en vez de recurrir a las escuelas de circo, se recurre al CSIC. ¿Pero no quedamos que la justificación del CSIC era la investigación por encima de la simple docencia? En esta fiebre por validar ese engendro que son las Agencias ¿no se estará fagocitando una de las profesiones más nobles como son los antiguos maestros? Acaso ya no valga la investigación tradicional y sea obligado "venderse al exterior" para apuntalar los convenios de la Agencia. Menuda pena. Que enorme desatino: el investigador quiere impartir docencia y el docente quiere investigar. Nada parece serio en la Casa de Tócame Roque en que estos chicos y chicas del régimen han terminado por convertir a España.
Un mundo de locos éste que nos dejan los gnomos. En breve nos empaparemos en Tony Judt para que estos gnomos no sigan con el engaño y para tratar el usuario de esta Tribuna Alta Preferencia de evitar, en la medida de sus posibilidades, que la muchachada de este régimen siga devastándonos al modo que lo hizo aquel gnomo británico, delirante ejemplo al que viene copiando nuestro gnomo particular hispano acompañado de su cuadrilla de mediocres palmeros agradecidos. Por descontado que la buena prensa local de Murcia no se ha tragado la bacalada de la crisis ministerial como lanzadera de la cruzada socialdemócrata y el rescate del Estado de bienestar con la que pretenden tenernos entretenidos estos gnomos elección tras elección. Y lo han presentado como lo hace la prensa local, para que lo entienda el ciudadano sin hacerle perderse por elevación, que es lo que hacen los voceros nacionales.
En Murcia andan escaldados, como en el resto de las latitudes, con el estado de la Justicia. Consideran que no funciona en absoluto. Que sigue embarrancada en antiguallas formales y papeleo que sólo favorece a los infractores. Hasta los funcionarios de los juzgados se han manifestado ante todos los 17 presidentes de Tribunales Superiores de Justicia autonómicos, reunidos en la ciudad, aireando la chapuza de las nuevas oficinas judiciales que se han implantado deprisa y corriendo para que los políticos puedan aparentar que ese engendro petrificado en el siglo XIX puede ser modernizado. La verdad es que estos políticos tratan de confundir de manera intencionada. Pretenden la semi-privatización y a medio plazo la privatización total del servicio de la justicia (¿o no es consagrar la perversión el cambiar la denominación “jueces sustitutos” por la nueva “jueces territoriales”?) casi de matute, yuxtaponiendo los funcionarios tradicionales, de toda procedencia, cada uno de su padre y de su madre, no vamos a escandalizarnos ahora, pero claramente “a extinguir”, con las incorporaciones multitudinarias de personal de empresas sin vínculo directo público. En la manifestación noticiada parece que acudieron todos los funcionarios de la capital que estaban exonerados de un curso de “migración de procedimientos” ya que al resto el Ministerio les obligó a acudir a esa misma hora al citado cursillo de esa cosa tan rara para el viejo Dacio Gil titulada “migración de procedimientos a los servicios comunes”. Los funcionarios, abrumados por las chapuzas puestas en práctica, claman porque se acabe con las prisas y las irregularidades. Parece que a los funcionarios no se les ha enseñado suficientemente el sistema informático “Minerva”. Como fácilmente puede apreciarse en la experiencia piloto de oficina judicial murciana reina un completo desbarajuste. Pero el ministro continúa hasta que el barco se hunda definitivamente…
Los que conocen la administración sostienen que el Ministerio de Justicia es como una covachuela, con enormes adherencias de siglos pasados (manguitos, quevedos, cartapacios, cesantes, pretendientes…) a la que se tratan de incorporar aparatajes y programas informáticos contratados con empresas externas. ¿Y qué decir de los juzgados realmente existentes? La misma imagen, en algunos casos adecentada por algún edificio municipal curioso. Por descontado que con una inercia de hace dos siglos. Los expertos en organizaciones mantienen que todo intento racionalizador sobre una realidad desbocada en lo irracional tiene consecuencias doblemente irracionales, sin nada positivo que aportar.
Si eso está pasando en una de las experiencias piloto (la otra es Burgos) de modernización de la oficina judicial ¿Qué futuro nos aguarda? Se puede suponer: el caos maquillado de propaganda por los políticos y aireada por la aristoburocracia que siempre saca tajada de cualquier reforma y que espera sacar réditos inmediatos de la puesta en funcionamiento.
Para calentar aún más el ambiente, el decano del Colegio de Abogados de Murcia (don José Muelas), a cuento de un nuevo delito de un presunto pederasta multirreincidente con 7 juicios pendientes por las mismas causas, se preguntaba cómo es posible que un pederasta con tantos antecedentes se pueda encontrar en la calle perpetrando nuevos delitos. Concluye que eso sólo puede ser debido a cuatro problemas gravísimos: 1. O fallan las leyes, 2. O falla el enjuiciamiento laxo de la Ley; 3. O falla la selección y formación de las juezas y jueces; 4. O falla el sistema informático de los antecedentes. No parece ir descaminado el ilustre jefe de los leguleyos murcianos. Así que si falla la oficina judicial (¿será realmente una oficina o una yuxtaposición de contratas varias?) y falla también el trabajo de jueces y juezas, el resultado parece altamente explosivo. Lo grave es que nadie en el Ministerio consultará a los ciudadanos, funcionarios e intermediarios jurídicos murcianos sobre los resultados de la implantación de ese engendro publicitario que parece ser la nueva oficina judicial.
El viejo Dacio Gil se malicia que estos experimentos de oficinas y modernizaciones son un paso más para privatizar definitivamente la justicia, que en plazo más corto que largo terminará siendo impartida por máquinas programadas por empresas externas a las que con facilitarles unos datos escuetos y unas cuantas monedas (el famoso “insert coins”) fallará el caso. Nunca mejor dicho: fallará. No estamos tan lejos de este supuesto y de la extinción del Secretario Judicial y del Juez. El futuro apunta que sólo subsistirán los sindicalistas (que llegarán rápidamente a secretarios y a jueces) y los empleados de las empresas contratadas con el pretexto de la informática. Eso sí, esas empresas, aplicando criterios Excel, fabricarán lustrosas estadísticas y evaluaciones de desempeño judicial. Lo malo es que el justiciable quedará reducido, más o menos, a ser un jugador ocasional de las casas de juego y apuestas, el modelo imperante en esta sociedad casino en la que nos movemos. La apuesta judicial, un nuevo juego. Muy serio para el litigante honesto, pero juego a la postre.
Tiene razón el experto mediterráneo en arbitraje: siempre nos quedará la esperanza de recurrir a las cortes de arbitraje privado que contratarán a los viejos jueces jubilados para darse prestancia pero que serán mantenidas por despachos de abogados encubiertos. Desde luego, don José, hay que tener esperanza, claro que sí. Aunque la carrera de Derecho quedará reducida a una especialidad de la de informática. Desgraciadamente en breve -casi ya hoy argumentar es una labor baldía- no existirá la argumentación ni la dialéctica jurídica que tanto cansa a sus señorías que siempre recurren al “abrevie y vaya terminando el sr. Letrado”.
Y como siempre, se le queda en el tintero al viejo Dacio Gil dar traslado de la alegría de los murcianos por la obtención del certificado de “campus de excelencia” de sus universidades “Mare Nostrum” (Murcia, Cartagena, Lorca) o el alborozo ciudadano porque los científicos del CSIC enseñen –bajo convenio, naturalmente- el programa “El CSIC en la escuela” apoyando a los maestros para… ¡amenizar sus clases! Ahora resulta que los docentes no se valen por sí mismos para amenizar las clases y en vez de recurrir a las escuelas de circo, se recurre al CSIC. ¿Pero no quedamos que la justificación del CSIC era la investigación por encima de la simple docencia? En esta fiebre por validar ese engendro que son las Agencias ¿no se estará fagocitando una de las profesiones más nobles como son los antiguos maestros? Acaso ya no valga la investigación tradicional y sea obligado "venderse al exterior" para apuntalar los convenios de la Agencia. Menuda pena. Que enorme desatino: el investigador quiere impartir docencia y el docente quiere investigar. Nada parece serio en la Casa de Tócame Roque en que estos chicos y chicas del régimen han terminado por convertir a España.
Un mundo de locos éste que nos dejan los gnomos. En breve nos empaparemos en Tony Judt para que estos gnomos no sigan con el engaño y para tratar el usuario de esta Tribuna Alta Preferencia de evitar, en la medida de sus posibilidades, que la muchachada de este régimen siga devastándonos al modo que lo hizo aquel gnomo británico, delirante ejemplo al que viene copiando nuestro gnomo particular hispano acompañado de su cuadrilla de mediocres palmeros agradecidos. Por descontado que la buena prensa local de Murcia no se ha tragado la bacalada de la crisis ministerial como lanzadera de la cruzada socialdemócrata y el rescate del Estado de bienestar con la que pretenden tenernos entretenidos estos gnomos elección tras elección. Y lo han presentado como lo hace la prensa local, para que lo entienda el ciudadano sin hacerle perderse por elevación, que es lo que hacen los voceros nacionales.
martes, 19 de octubre de 2010
CUMPLIMIENTO DE LA LEY: LAPIDACIONES AQUÍ, ALLÁ Y ACULLÁ.
En su obligada convalecencia, se ha encontrado el viejo Dacio Gil con otra situación (esta vez cinematográfica) de violencia institucional e injusticia institucionalizada. Verdaderamente le persigue esta manifestación de la violencia que no distingue culturas, países y civilizaciones. Se trata de una violencia que cambia de ropajes pero es el mismo mecanismo de agresión. Acaso se hace más sofisticada en los países y civilizaciones que se intitulan más desarrollados y garantistas, que al no contemplar, ni por asomo, la posibilidad genérica de errores judiciales en cadena consagran la más impune violencia. Parecería como si el intento de distinguir la violencia institucional y la subsiguiente injusticia institucionalizada en medios civilizatorios aparentemente tan dispares cono España o Guatemala, Estados Unidos o Irán fuese tarea de eruditos académicos alejados de la cruda realidad.
Los juristas de todo lugar se empeñan en destacar las peculiaridades de su sistema cultural de garantías procesales. Hace ya algunos años el agudo jurista Mario Losano, antes de dedicarse a la informática jurídica que viene a ser un compendio de todos los sistemas jurídicos devenidos en nada, vino a destacar las pocas diferencias existentes entre el Common Law, el orden jurídico romano-germánico, el derecho de raíz napoleónica o la justicia del Cadí dentro del derecho islámico. Otro insigne jurista como Francesco Galgano vino a corroborarlo con su “Atlas” que marcaba algunas diferencias culturales dentro de un tronco evidentemente común. Hoy en el contexto globalizado imperante, sólo los ingenuos, los desinformados o los anacrónicos pueden mantener la existencia de diferencias esenciales entre los sistemas jurídicos estrictamente instrumentales: existen sólo diferencias de matíz en el ejercicio del poder, que ha quedado reducido hoy a la desnuda modulación de la angustia (Z. Bauman) o la aplicación selectivamente arbitraria de la vigilancia y los castigos (M. Foucault, A. Mattelart).
Viene todo lo anterior a cuento porque la amorosa cuidadora del viejo Dacio Gil ha intentado distraer su convalecencia trasladándole a visionar varios estrenos cinematográficos: Lope; Amador y la verdad de Soraya M. Ambos tres filmes contienen algún grado de violencia institucional o extorsión social aceptadas y asumidas grupalmente. O, al menos, esa ha sido la impresión sacada por este improvisado y diletante crítico cinematográfico.
Lope es una coproducción predominantemente hispana cuya nota principal podría ser el enredo o el embrollo. Intenta comprimir la vida del “Fénix de los Ingenios” en unos cuantos lances amorosos y profesionales. Se tiene la impresión de estar ante un apresurado producto de campaña de merchandising (resulta inaudita la comercialización de un libro sobre la película y no del libro en el que se basaría el guión de la película) en el que sobresalen algunos actores (especialmente Juan Diego en el papel de Jerónimo Velazquez) y algunos escenarios naturales. El viejo Dacio Gil salió de la sala realmente insatisfecho con esta película.
Acudió a ver Amador atraído por el impacto del director de Los lunes al sol y lo rabiosamente actual del tema elegido, con todos los componentes para ser un peliculón: atractivo indígena de la protagonista Magaly Solier tras su innegable brillo en la teta asustada, deshumanización social, peculiaridades del sector económico informal, estructura social de la población inmigrante, dramática cesura de la dependencia en un mundo escindido, afrontamiento cultural de la vida y la muerte etc., etc., etc. Sin embargo, por razones inexplicables dados sus ingredientes, la película se malogra en un muy amplio vacío intermedio muy poco verosímil en sus pinceladas de comicidad forzada. El viejo Dacio Gil entiende que habiendo podido ser la gran película española del año por los elementos elegidos, se pierde en el engarce de sus piezas y sus tempos. Precisamente en el engarce, que es una de las líneas maestras del film. Perfectamente ideada, se pierde en su puesta en escena con un vacío intermedio muy difícil de justificar. Globalmente considerada, la película resulta notable pero el largo paréntesis en que la tensión decae parece frustrar una mejor valoración de una obra que reunía todos los elementos para haber podido impresionar con facilidad. Posiblemente porque después de Los lunes al sol, Fernando León de Aranoa sea para sí mismo un malogrado en el sentido dado por Thomas Bernhard en la novela corta del mismo nombre. León de Aranoa en la dirección y la propia sociedad española cabalmente radiografiada resultan malogrados como consecuencia de la existencia de un vano de tensión.
Y en el contexto imperante de corredores de la muerte; ejecuciones en el Estado de Utah; ingentes errores y negligencias judiciales en todo el mundo; cosificaciones y vidas desperdiciadas por el imparable delirio económico que nos domina; fortunas secretas millonarias en el exterior de dirigentes políticos y religiosos (en Irán y en otras latitudes), y las lapidaciones reales o metafóricas diseminadas por todo el universo, la película La verdad de Soraya M. (basada en el libro de Freidoune Sahebjam) del director norteamericano Cyrus Nowrastheh, que llega a España con dos años de retraso, es todo un acontecimiento.
En trazos muy generales La verdad de Soraya M. es, por supuesto, una denuncia de un sistema cultural incomprensible en el que la mujer es bochornosamente considerada sólo un poco por encima de un semoviente. Es además el reflejo de una conspiración institucional contra una víctima inocente bajo el paraguas de un sedicente sistema jurídico esencialmente corrupto y legalmente injusto en su propia esencia. Como se trata de unos hechos reales, la película sobrecoge en su temática e impacta por el altísimo nivel de todos sus componentes: temática, fotografía, actores, música, tensión del relato, mantenimiento de la atención del espectador. Todo en la película es importante y no desentona detalle alguno. Shohren Aghdashloo (Zahra) literalmente se sale de la pantalla, así como Mozhan Marnò en el papel de Soraya, y en absoluto desentonan los actores que representan al marido corrupto, venal y mujeriego, al Ulema, al Caid o al pobre viudo padre de un hijo deficiente que resulta esencial como testigo de cargo. Todos brillan, como brillan los niños y demás personajes secundarios, incluido quien hace el papel del periodista Freidoune Sahebjam.
Ni siquiera la dureza explícita de la lapidación desentona: resulta necesaria como también lo es la irrupción de la troupe de cómicos en la fiesta subsiguiente.
El viejo Dacio Gil verdaderamente se estremeció con esta película. Si no fuera plasmación fidedigna de lo historicamente acontecido se podría decir que es una metáfora general de la violencia institucional teñida de corrupción bajo una simple apariencia de sistema de garantías. Toca Irán porque fue allí donde acontecieron los hechos, pero mutatis mutandis sería aplicable a cualquier país o “civilización” pretendidamente desarrollada. Inevitablemente está presente el caso de Sakineh Mohamadi Ashtiani y la terminación de los amores irregulares a pedradas, pero las reflexiones que la película suscita no concluyen ahí.
El tema del adulterio en el Islam y más en concreto en Irán –pero no sólo en el Islam; y no sólo el adulterio- y los simulacros en los que se ve involucrado todo un pueblo recuerdan los juicios-espectáculo de los totalitarismos pasados, presentes y rabiosamente actuales. Uno sale conmocionado de la sala de proyección pero con sus convicciones mucho más arraigadas que antes. Parece impensable e inverosímil que un padre y unos hijos arrastrados por todo un sistema social puedan inferir un daño tan cruel y gratuito a su propia hija y madre, por ende absolutamente inocente. El Poder y el dinero desgraciadamente lo pueden todo y cada vez con más frecuencia: una corrupción también explícita en esta magnífica película.
La cartelera no presenta muchas posibilidades para reflexionar y para poder sacudir nuestra acomodada conciencia. La verdad de Soraya M. es una magnífica ocasión que no debería desaprovecharse. Incluso la idea de los pretendidos choque o alianza de civilizaciones saltará por los aires de la conciencia del espectador. Sin demora ya, deberíamos alejarnos de esas alimañas con rostro humano en los que nos estamos convirtiendo bien por acción, bien por omisión. O acaso que nunca hemos dejado de ser. Para descrédito del llamado proceso civilizatorio y sus sedicentes sistemas de garantías jurídicas, mera liturgia cada vez más hueca.
Los juristas de todo lugar se empeñan en destacar las peculiaridades de su sistema cultural de garantías procesales. Hace ya algunos años el agudo jurista Mario Losano, antes de dedicarse a la informática jurídica que viene a ser un compendio de todos los sistemas jurídicos devenidos en nada, vino a destacar las pocas diferencias existentes entre el Common Law, el orden jurídico romano-germánico, el derecho de raíz napoleónica o la justicia del Cadí dentro del derecho islámico. Otro insigne jurista como Francesco Galgano vino a corroborarlo con su “Atlas” que marcaba algunas diferencias culturales dentro de un tronco evidentemente común. Hoy en el contexto globalizado imperante, sólo los ingenuos, los desinformados o los anacrónicos pueden mantener la existencia de diferencias esenciales entre los sistemas jurídicos estrictamente instrumentales: existen sólo diferencias de matíz en el ejercicio del poder, que ha quedado reducido hoy a la desnuda modulación de la angustia (Z. Bauman) o la aplicación selectivamente arbitraria de la vigilancia y los castigos (M. Foucault, A. Mattelart).
Viene todo lo anterior a cuento porque la amorosa cuidadora del viejo Dacio Gil ha intentado distraer su convalecencia trasladándole a visionar varios estrenos cinematográficos: Lope; Amador y la verdad de Soraya M. Ambos tres filmes contienen algún grado de violencia institucional o extorsión social aceptadas y asumidas grupalmente. O, al menos, esa ha sido la impresión sacada por este improvisado y diletante crítico cinematográfico.
Lope es una coproducción predominantemente hispana cuya nota principal podría ser el enredo o el embrollo. Intenta comprimir la vida del “Fénix de los Ingenios” en unos cuantos lances amorosos y profesionales. Se tiene la impresión de estar ante un apresurado producto de campaña de merchandising (resulta inaudita la comercialización de un libro sobre la película y no del libro en el que se basaría el guión de la película) en el que sobresalen algunos actores (especialmente Juan Diego en el papel de Jerónimo Velazquez) y algunos escenarios naturales. El viejo Dacio Gil salió de la sala realmente insatisfecho con esta película.
Acudió a ver Amador atraído por el impacto del director de Los lunes al sol y lo rabiosamente actual del tema elegido, con todos los componentes para ser un peliculón: atractivo indígena de la protagonista Magaly Solier tras su innegable brillo en la teta asustada, deshumanización social, peculiaridades del sector económico informal, estructura social de la población inmigrante, dramática cesura de la dependencia en un mundo escindido, afrontamiento cultural de la vida y la muerte etc., etc., etc. Sin embargo, por razones inexplicables dados sus ingredientes, la película se malogra en un muy amplio vacío intermedio muy poco verosímil en sus pinceladas de comicidad forzada. El viejo Dacio Gil entiende que habiendo podido ser la gran película española del año por los elementos elegidos, se pierde en el engarce de sus piezas y sus tempos. Precisamente en el engarce, que es una de las líneas maestras del film. Perfectamente ideada, se pierde en su puesta en escena con un vacío intermedio muy difícil de justificar. Globalmente considerada, la película resulta notable pero el largo paréntesis en que la tensión decae parece frustrar una mejor valoración de una obra que reunía todos los elementos para haber podido impresionar con facilidad. Posiblemente porque después de Los lunes al sol, Fernando León de Aranoa sea para sí mismo un malogrado en el sentido dado por Thomas Bernhard en la novela corta del mismo nombre. León de Aranoa en la dirección y la propia sociedad española cabalmente radiografiada resultan malogrados como consecuencia de la existencia de un vano de tensión.
Y en el contexto imperante de corredores de la muerte; ejecuciones en el Estado de Utah; ingentes errores y negligencias judiciales en todo el mundo; cosificaciones y vidas desperdiciadas por el imparable delirio económico que nos domina; fortunas secretas millonarias en el exterior de dirigentes políticos y religiosos (en Irán y en otras latitudes), y las lapidaciones reales o metafóricas diseminadas por todo el universo, la película La verdad de Soraya M. (basada en el libro de Freidoune Sahebjam) del director norteamericano Cyrus Nowrastheh, que llega a España con dos años de retraso, es todo un acontecimiento.
En trazos muy generales La verdad de Soraya M. es, por supuesto, una denuncia de un sistema cultural incomprensible en el que la mujer es bochornosamente considerada sólo un poco por encima de un semoviente. Es además el reflejo de una conspiración institucional contra una víctima inocente bajo el paraguas de un sedicente sistema jurídico esencialmente corrupto y legalmente injusto en su propia esencia. Como se trata de unos hechos reales, la película sobrecoge en su temática e impacta por el altísimo nivel de todos sus componentes: temática, fotografía, actores, música, tensión del relato, mantenimiento de la atención del espectador. Todo en la película es importante y no desentona detalle alguno. Shohren Aghdashloo (Zahra) literalmente se sale de la pantalla, así como Mozhan Marnò en el papel de Soraya, y en absoluto desentonan los actores que representan al marido corrupto, venal y mujeriego, al Ulema, al Caid o al pobre viudo padre de un hijo deficiente que resulta esencial como testigo de cargo. Todos brillan, como brillan los niños y demás personajes secundarios, incluido quien hace el papel del periodista Freidoune Sahebjam.
Ni siquiera la dureza explícita de la lapidación desentona: resulta necesaria como también lo es la irrupción de la troupe de cómicos en la fiesta subsiguiente.
El viejo Dacio Gil verdaderamente se estremeció con esta película. Si no fuera plasmación fidedigna de lo historicamente acontecido se podría decir que es una metáfora general de la violencia institucional teñida de corrupción bajo una simple apariencia de sistema de garantías. Toca Irán porque fue allí donde acontecieron los hechos, pero mutatis mutandis sería aplicable a cualquier país o “civilización” pretendidamente desarrollada. Inevitablemente está presente el caso de Sakineh Mohamadi Ashtiani y la terminación de los amores irregulares a pedradas, pero las reflexiones que la película suscita no concluyen ahí.
El tema del adulterio en el Islam y más en concreto en Irán –pero no sólo en el Islam; y no sólo el adulterio- y los simulacros en los que se ve involucrado todo un pueblo recuerdan los juicios-espectáculo de los totalitarismos pasados, presentes y rabiosamente actuales. Uno sale conmocionado de la sala de proyección pero con sus convicciones mucho más arraigadas que antes. Parece impensable e inverosímil que un padre y unos hijos arrastrados por todo un sistema social puedan inferir un daño tan cruel y gratuito a su propia hija y madre, por ende absolutamente inocente. El Poder y el dinero desgraciadamente lo pueden todo y cada vez con más frecuencia: una corrupción también explícita en esta magnífica película.
La cartelera no presenta muchas posibilidades para reflexionar y para poder sacudir nuestra acomodada conciencia. La verdad de Soraya M. es una magnífica ocasión que no debería desaprovecharse. Incluso la idea de los pretendidos choque o alianza de civilizaciones saltará por los aires de la conciencia del espectador. Sin demora ya, deberíamos alejarnos de esas alimañas con rostro humano en los que nos estamos convirtiendo bien por acción, bien por omisión. O acaso que nunca hemos dejado de ser. Para descrédito del llamado proceso civilizatorio y sus sedicentes sistemas de garantías jurídicas, mera liturgia cada vez más hueca.
jueves, 14 de octubre de 2010
LA PATRIA DE LOS LICEOS DE SEÑORITAS Y LA MUJER MÁS BELLA.
Allá por los primeros días del año 1993, el club Atlético de Madrid se encontraba en un gran bache –acababa de destituir a Luis Aragonés como entrenador, por los malos resultados- y contrató a un reconocido entrenador que había sido antes un mediocampista fino y elegante. Como entrenador había cosechado grandes éxitos en el Buenos Aires más humilde, en el barrio de Avellaneda, más en concreto en el club Racing, dónde, por el espíritu solidario y combativo del equipo, se le conoció como el jefe de la familia roja.
Cuando llegó a España Omar Pato Pastoriza, a entrenar al Atlético de Madrid, éste era un equipo roto y poco luchador. Pastoriza intentó contagiar su espíritu combativo al plantel de jugadores pero la prensa deportiva madrileña se cebó con él desde su llegada, hasta el extremo que duró apenas dos meses y cinco partidos. Omar Pastoriza, como buen rosarino desarrollado en el barrio de Avellaneda, era, a pesar de sus estudios sólo secundarios, un prodigio de freses ágiles e incisivas (siendo seleccionador de Venezuela dejó sentada esta lapidaria frase aplicable hoy 100 % a la realidad hispana: El futbol es patria porque cada pueblo marcha al ritmo de su selección nacional). Al final de un partido algo bronco, uno de los periodistas de cámara que ya lo tenían sentenciado, le inquirió sobre si el ardor de su equipo rayaba la violencia, a la que Omar Pastoriza, con su proverbial facilidad de palabra, respondió categórico: En España confunden el fútbol con un Liceo de señoritas.
El desaparecido Omar Pastoriza fue, además de un fino estilista, un visionario: se anticipó al delirio (político y mediático) de la Roja y a la realidad hispana (política y mediática) que es verdaderamente un Liceo de señoritas.
Y en ese mundo Liceo de señoritas, es todo un lujo para el viejo Dacio Gil volver a comparecer del brazo (o mejor aún abrazado: ¡que sueños!) de una mujer con el rostro y la figura que nos han legado las fotografías de 1880 y 1882 o con la sugerente y sensual imagen de Dominique Sanda en la película de Liliana Cavani Más allá del bien y del mal. Una auténtica señorita (“su hija es un diamante, señora” le dijo un viejo preceptor a la santa madre de nuestra protagonista) en la completa acepción de la palabra. Y no sólo, por supuesto, por los atributos morfológicos sino por la personalidad, inteligencia, criterio y voluntad de nuestra protagonista.
Escritora culta, libre, integrante de los mejores y más avanzados foros intelectuales de su época (socialismo, feminismo, la incipiente psicología, los círculos de Viena, París, Munich, Roma etcétera), confidente de los hombres más brillantes, mujer muy viajada y que pudo dedicarse al ejercicio clínico de su profesión de psicóloga intentando restablecer el equilibrio mental de mucha gente tras el trauma de la postguerra (Freud la calificó como “el poeta del psicoanálisis” y de mujer transida de “alegre optimismo”, y la apodó "la comprendedora"), que supo encarar la vejez de la manera más positiva (Peters certeramente habla de ella y de la fase final de su matrimonio con el brillante calificativo de “madurez sin desengaño”), celosa de su privacidad presente y futura y nada, nada conflictual; ni siquiera en su puesta en cuestión de los convencionalismos sociales.
El viejo Dacio Gil se alinea con su mejor biógrafo Heinz Frederick Peters y no puede negar cierta predilección por esta mujer que ni se vendió ella misma ni vendió a sus amigos o amantes, aunque cada cual, si esta mujer no le resultase indiferente, debería atreverse a sacar sus propias conclusiones de ella. Pero es claro que –escribe Peters- “lo que el místico llama amor con Dios, lo llamaba Lou unidad del ser; y si el místico busca esa unidad en la oración y la meditación, Lou lo buscaba en el amor. El afán de hallar la completa unión era la fuerza motriz de su vida amorosa”.
Lou la enamoradora, Lou la amorosa, todo lo demás serán conjeturas carentes de las más elementales probaturas documentales. Existe certeza de un sinfín de enamorados y pretendientes y una legión de dicterios y rumores propalados por lenguas viperinas de su mismo sexo capitaneadas por la hermana del ilustre filósofo sajón.
Frecuentó a las mejores ideólogas del feminismo pero nunca se consideró una de “nosotras”. Lou pretendió llevar a cabo la vida de sí misma con libertad y sin imposiciones ideológicas o convenciones sociales. Lou creía en la feminidad pero dudaba del feminismo. Llegó a afirmar en el trabajo “palabras heréticas contra la mujer moderna” que la feminidad es indudablemente floración feliz, extraordinariamente feliz –ojalá las mujeres lo comprendieran. Lou frecuentó y colaboró con Helen klot Heydenfeldt, Sophie Gouldstrikker (feminista homosexual, que vestía como un hombre y regía un establecimiento fotográfico), Anita Augspurg (titular del primer bufete de asistencia jurídica a mujeres), Frieda von Bülow (una feminista intelectual que buscaba un modelo estrictamente femenino sin hostilidad hacia los hombres y sobre la que Michaud arroja la sombra de haber sido amante de Lou, en base a la casi completa desaparición de la correspondencia entre ambas), la novelista y pedagoga sueca Ellen Key , mujer que siempre proclamó no haber tenido intimidad jamás con ningún hombre (con la que pasaba largas temporadas en Alvastra, en cuya playa consta fotográficamente que ambas se bañaban desnudas en 1911).
Hoy difícilmente una paritarista o una feminista admitiría de grado la frase de Lou La grandeza de la mujer radica en la falta de ambición. Es un organismo encerrado en sí mismo que disfruta en sí mismo de la felicidad de existir. Como concluye Giroud, ella no forma parte del colectivo de mujeres de su época que hablaban de liberación; está por encima o, en todo caso, fuera.
Participó activamente de las mejores tertulias sobre el incipiente socialismo europeo pero nadie puede atribuirle en rigor militancia en alguna de sus líneas de pensamiento. Se limitaba a intentar aprender de cada ser humano, para así poder trasladar lo aprendido a su proyecto de vida en libertad.
Acompañó a mentes preclaras en el centro de la intelectualidad mundial que algo se barruntaba del próximo colapso trágico de un sistema de vida y convivencia con la Primera Guerra Mundial. Si se siguen sus memorias con atención (“Mirada retrospectiva”) se comprobará que en ellas no se recogen emociones directas, ni descripciones de uniones amorosas ni heridas íntimas. Hacen un frio resumen de todos (o casi todos) los personajes de la época que la pretendieron o frecuentó, pero nada puede colegirse si sus relaciones llegaron a ser físicas. Stephane Michaud parece apuntar que en una ocasión pudo ser forzada o violada por el escritor Constantin Brunner (“¿Realmente Brunner retiene a su amante en el momento más intenso de su relación?”) aunque lo expone entre brumas. Lo que sin embargo afirma de manera categórica es que si Ellen Delp (a quien Rilke y Lou llamaban “hijita”) no hubiera deslizado su indiscreta confidencia a H.F. Peters, nadie hubiera sabido nunca que Lou estuvo alguna vez embaraza, con lo que las conjeturas de su vida hubieran sido aún mayores, sólo desveladas por algún testimonio de sus amantes recogido por el propio Peters. De las memorias de Lou no habrían podido extraerse sino exclusivamente destellos de amor, entrega y ternura. Y también, por supuesto, de firmeza en el final de las relaciones. De ahí que Peters hablase de sus connotaciones de hermana o de esposa como característica de su relación con los hombres.
Ha quedado, pues, que Lou poseía el don de penetrar completamente en el alma del hombre que amaba. “En mi larga vida –afirmaba el médico sueco Bjerre- no he conocido a nadie que me haya entendido tan rápido, tan bien y de una forma tan plena. A su fuerza de voluntad poco común le gustaba triunfar sobre los hombres…su compañía resultaba estimulante. Se sentía en ella la chispa de la genialidad. Uno se sentía más grande en su presencia”. Con Sigmund Freud ocurrió lo mismo: siente una fuerte atracción por “esta mujer de inteligencia terrible”. Atracción que fue larga y fructífera para ambos (aunque Freud nunca agradecería lo suficiente los desvelos de Lou con su hija Anna –fue su tutora intelectual y personal-, a la que el maestro la encomendó para que la hiciera crecer como escritora y persona) aunque sólo en el plano intelectual pues nunca tuvo -según él mismo confesó a un amigo tras la muerte Lou- ningún deseo sexual hacía ella, a pesar de haber sido el padre del psicoanálisis un auténtico Casanova. Como señala Giroud, Freud la amó con ternura, le agrada su sencillez y su naturalidad. “El hombre más pesimista del mundo –según Giroud- , el que dirá no entra en los planes de la Creación que el hombre sea feliz, se siente fascinado por la confianza de Lou en la gloriosa belleza de la vida.”
Otra característica de Lou Salomé es su la forma como enfocó la vejez, tal y como han destacado unánimemente todos sus biógrafos. Trabajó sin desmayo hasta sus últimos días pues no le gustaba que la compadeciesen. Adoptó a la hija de su marido Andreas y su ama de llaves, María Apel y pulió sus memorias de aristas personales. Repitió que merecía la pena envejecer y trató de ratificarlo con sus obras. Parece que al final de sus días, se llegó a interrogar para qué había valido tanto trabajo desarrollado en su vida. Su vida dejó una estela indeleble. Su vida será una u otra cosa según la imaginación y la información de cada cual. El viejo Dacio Gil lo tiene claro: era la Diosa de la belleza, la ternura y el amor. Ahora que todos malbaratamos por todas partes la palabra empatía, bueno será rescatar que Lou entendió la psicología de los hombres (de tantos hombres) como nadie parece haberlo hecho: poniéndose en la posición, las pulsiones y los encelamientos de la mente de los hombres sin intentar imponer más que su idea de la libertad compartida o su gusto por la vida. Como acertadamente apunta su biógrafa Giroud, hasta ella ninguna mujer fue deseada por tantos, salvo quizás algunas actrices, y ese hecho no le resultaba en absoluto desagradable, aunque sintiera más el deseo de amar que el de ser amada: un rasgo poco femenino.
Y ya, casi para terminar (¡que pena, con lo agustito que se está abrazado a Lou!), interesa a este viejo Dacio Gil disipar las sombras de duda (hipótesis lo llama ella) que parece auspiciar Françoise Giroud en su biografía de Lou: por un lado un “hipotético” incesto durante su infancia por parte de algún hermano, colegido simplemente del dato de que llamase a Ree y Rilke “hermanos”. Por otro una “hipotética” anorexia deducida de los datos de que Lou era excesivamente delgada, comía como un pajarito, no tenía unos senos voluminosos y era especialmente brillante en el plano intelectual. Ni que decir tiene que ambas hipótesis parecen traídas por los pelos con objeto de aumentar las ventas del libro. Giroud no aporta ningún documento o testimonio más o menos científico que corroboren su liviana suposición.
El curioso enamorado o la curiosa escrutadora –o viceversa- pueden llegar a las conclusiones a las que su fantasía, experiencia mundana o personal y análisis de datos les conduzcan. Lou no se lo ha dejado fácil, pues expurgó su memoria y su Mirada retrospectiva de datos escabrosos. En las antípodas de lo que se lleva hoy en día. Pero cada cual es libre de llegar hasta donde pueda o quiera. En cualquier caso Lou Andreas Salomé es una mujer interesantísima y casi sin paragón en la historia. Bueno sí, tal vez Aspasia de Mileto, a la que amaron los filósofos y Pericles desposó, pueda considerarse un antecedente de Lou. Poco sabemos de su vida, pero las malas lenguas coetáneas también la tildaron de hetera. Otra mujer interesante pero de la cual el viejo Dacio Gil no dispone del caudal de información de la protagonista de estos cálidos abrazos.
Quien sienta curiosidad por Lou puede intentar conseguir la película de Liliana Cavani “Más allá del bien y del mal” que a Dacio Gil le parece una buena película si se la contextualiza en su época de producción dentro del cine italiano. La película es una libre adaptación de hechos rigurosamente históricos. Sólo falla en su parte más lírica y pretendidamente artística, que parece demasiado escorada en sugerir la homosexualidad latente o explícita de los otros miembros de la santa trinidad. Y ya para el perdidamente enamorado, Dacio Gil recomienda hacerse -cuestión nada fácil, por otra parte- con la ópera titulada Lou Salomé de la que fué compositor el malogrado director de orquesta Giuseppe Sinopoli con libreto de Karl Dietrich Gräwe.
Y ya como colofón, para los expertos en secretos de alcoba y desnudeces morales, el viejo Dacio Gil propone comparar la vida de Lou con la de Sabrina Minardi que ha sido aireada recientemente en los medios (EL PAIS 10.10.2010), una escort (hetera en el lenguaje de los antiguos griegos) a la que parece que "amaron" futbolistas, mafiosos, banqueros de Dios, arzobispos y políticos. Quien opte por Sabrina Minardi y sus historias no debería intentar indagar la vida de Lou Andreas Salomé, pues perderá el tiempo. Sería como comparar la seda o el lino con el esparto. Para los hombres la atracción femenina es una cosa y la belleza femenina que te atrapa irremediablemente otra. En lo poco que se sabe (escabroso todo) sobre Sabrina Minardi es difícil encontrar un gramo de empatía. En Lou debieron haber toneladas…
Cuando llegó a España Omar Pato Pastoriza, a entrenar al Atlético de Madrid, éste era un equipo roto y poco luchador. Pastoriza intentó contagiar su espíritu combativo al plantel de jugadores pero la prensa deportiva madrileña se cebó con él desde su llegada, hasta el extremo que duró apenas dos meses y cinco partidos. Omar Pastoriza, como buen rosarino desarrollado en el barrio de Avellaneda, era, a pesar de sus estudios sólo secundarios, un prodigio de freses ágiles e incisivas (siendo seleccionador de Venezuela dejó sentada esta lapidaria frase aplicable hoy 100 % a la realidad hispana: El futbol es patria porque cada pueblo marcha al ritmo de su selección nacional). Al final de un partido algo bronco, uno de los periodistas de cámara que ya lo tenían sentenciado, le inquirió sobre si el ardor de su equipo rayaba la violencia, a la que Omar Pastoriza, con su proverbial facilidad de palabra, respondió categórico: En España confunden el fútbol con un Liceo de señoritas.
El desaparecido Omar Pastoriza fue, además de un fino estilista, un visionario: se anticipó al delirio (político y mediático) de la Roja y a la realidad hispana (política y mediática) que es verdaderamente un Liceo de señoritas.
Y en ese mundo Liceo de señoritas, es todo un lujo para el viejo Dacio Gil volver a comparecer del brazo (o mejor aún abrazado: ¡que sueños!) de una mujer con el rostro y la figura que nos han legado las fotografías de 1880 y 1882 o con la sugerente y sensual imagen de Dominique Sanda en la película de Liliana Cavani Más allá del bien y del mal. Una auténtica señorita (“su hija es un diamante, señora” le dijo un viejo preceptor a la santa madre de nuestra protagonista) en la completa acepción de la palabra. Y no sólo, por supuesto, por los atributos morfológicos sino por la personalidad, inteligencia, criterio y voluntad de nuestra protagonista.
Escritora culta, libre, integrante de los mejores y más avanzados foros intelectuales de su época (socialismo, feminismo, la incipiente psicología, los círculos de Viena, París, Munich, Roma etcétera), confidente de los hombres más brillantes, mujer muy viajada y que pudo dedicarse al ejercicio clínico de su profesión de psicóloga intentando restablecer el equilibrio mental de mucha gente tras el trauma de la postguerra (Freud la calificó como “el poeta del psicoanálisis” y de mujer transida de “alegre optimismo”, y la apodó "la comprendedora"), que supo encarar la vejez de la manera más positiva (Peters certeramente habla de ella y de la fase final de su matrimonio con el brillante calificativo de “madurez sin desengaño”), celosa de su privacidad presente y futura y nada, nada conflictual; ni siquiera en su puesta en cuestión de los convencionalismos sociales.
El viejo Dacio Gil se alinea con su mejor biógrafo Heinz Frederick Peters y no puede negar cierta predilección por esta mujer que ni se vendió ella misma ni vendió a sus amigos o amantes, aunque cada cual, si esta mujer no le resultase indiferente, debería atreverse a sacar sus propias conclusiones de ella. Pero es claro que –escribe Peters- “lo que el místico llama amor con Dios, lo llamaba Lou unidad del ser; y si el místico busca esa unidad en la oración y la meditación, Lou lo buscaba en el amor. El afán de hallar la completa unión era la fuerza motriz de su vida amorosa”.
Lou la enamoradora, Lou la amorosa, todo lo demás serán conjeturas carentes de las más elementales probaturas documentales. Existe certeza de un sinfín de enamorados y pretendientes y una legión de dicterios y rumores propalados por lenguas viperinas de su mismo sexo capitaneadas por la hermana del ilustre filósofo sajón.
Frecuentó a las mejores ideólogas del feminismo pero nunca se consideró una de “nosotras”. Lou pretendió llevar a cabo la vida de sí misma con libertad y sin imposiciones ideológicas o convenciones sociales. Lou creía en la feminidad pero dudaba del feminismo. Llegó a afirmar en el trabajo “palabras heréticas contra la mujer moderna” que la feminidad es indudablemente floración feliz, extraordinariamente feliz –ojalá las mujeres lo comprendieran. Lou frecuentó y colaboró con Helen klot Heydenfeldt, Sophie Gouldstrikker (feminista homosexual, que vestía como un hombre y regía un establecimiento fotográfico), Anita Augspurg (titular del primer bufete de asistencia jurídica a mujeres), Frieda von Bülow (una feminista intelectual que buscaba un modelo estrictamente femenino sin hostilidad hacia los hombres y sobre la que Michaud arroja la sombra de haber sido amante de Lou, en base a la casi completa desaparición de la correspondencia entre ambas), la novelista y pedagoga sueca Ellen Key , mujer que siempre proclamó no haber tenido intimidad jamás con ningún hombre (con la que pasaba largas temporadas en Alvastra, en cuya playa consta fotográficamente que ambas se bañaban desnudas en 1911).
Hoy difícilmente una paritarista o una feminista admitiría de grado la frase de Lou La grandeza de la mujer radica en la falta de ambición. Es un organismo encerrado en sí mismo que disfruta en sí mismo de la felicidad de existir. Como concluye Giroud, ella no forma parte del colectivo de mujeres de su época que hablaban de liberación; está por encima o, en todo caso, fuera.
Participó activamente de las mejores tertulias sobre el incipiente socialismo europeo pero nadie puede atribuirle en rigor militancia en alguna de sus líneas de pensamiento. Se limitaba a intentar aprender de cada ser humano, para así poder trasladar lo aprendido a su proyecto de vida en libertad.
Acompañó a mentes preclaras en el centro de la intelectualidad mundial que algo se barruntaba del próximo colapso trágico de un sistema de vida y convivencia con la Primera Guerra Mundial. Si se siguen sus memorias con atención (“Mirada retrospectiva”) se comprobará que en ellas no se recogen emociones directas, ni descripciones de uniones amorosas ni heridas íntimas. Hacen un frio resumen de todos (o casi todos) los personajes de la época que la pretendieron o frecuentó, pero nada puede colegirse si sus relaciones llegaron a ser físicas. Stephane Michaud parece apuntar que en una ocasión pudo ser forzada o violada por el escritor Constantin Brunner (“¿Realmente Brunner retiene a su amante en el momento más intenso de su relación?”) aunque lo expone entre brumas. Lo que sin embargo afirma de manera categórica es que si Ellen Delp (a quien Rilke y Lou llamaban “hijita”) no hubiera deslizado su indiscreta confidencia a H.F. Peters, nadie hubiera sabido nunca que Lou estuvo alguna vez embaraza, con lo que las conjeturas de su vida hubieran sido aún mayores, sólo desveladas por algún testimonio de sus amantes recogido por el propio Peters. De las memorias de Lou no habrían podido extraerse sino exclusivamente destellos de amor, entrega y ternura. Y también, por supuesto, de firmeza en el final de las relaciones. De ahí que Peters hablase de sus connotaciones de hermana o de esposa como característica de su relación con los hombres.
Ha quedado, pues, que Lou poseía el don de penetrar completamente en el alma del hombre que amaba. “En mi larga vida –afirmaba el médico sueco Bjerre- no he conocido a nadie que me haya entendido tan rápido, tan bien y de una forma tan plena. A su fuerza de voluntad poco común le gustaba triunfar sobre los hombres…su compañía resultaba estimulante. Se sentía en ella la chispa de la genialidad. Uno se sentía más grande en su presencia”. Con Sigmund Freud ocurrió lo mismo: siente una fuerte atracción por “esta mujer de inteligencia terrible”. Atracción que fue larga y fructífera para ambos (aunque Freud nunca agradecería lo suficiente los desvelos de Lou con su hija Anna –fue su tutora intelectual y personal-, a la que el maestro la encomendó para que la hiciera crecer como escritora y persona) aunque sólo en el plano intelectual pues nunca tuvo -según él mismo confesó a un amigo tras la muerte Lou- ningún deseo sexual hacía ella, a pesar de haber sido el padre del psicoanálisis un auténtico Casanova. Como señala Giroud, Freud la amó con ternura, le agrada su sencillez y su naturalidad. “El hombre más pesimista del mundo –según Giroud- , el que dirá no entra en los planes de la Creación que el hombre sea feliz, se siente fascinado por la confianza de Lou en la gloriosa belleza de la vida.”
Otra característica de Lou Salomé es su la forma como enfocó la vejez, tal y como han destacado unánimemente todos sus biógrafos. Trabajó sin desmayo hasta sus últimos días pues no le gustaba que la compadeciesen. Adoptó a la hija de su marido Andreas y su ama de llaves, María Apel y pulió sus memorias de aristas personales. Repitió que merecía la pena envejecer y trató de ratificarlo con sus obras. Parece que al final de sus días, se llegó a interrogar para qué había valido tanto trabajo desarrollado en su vida. Su vida dejó una estela indeleble. Su vida será una u otra cosa según la imaginación y la información de cada cual. El viejo Dacio Gil lo tiene claro: era la Diosa de la belleza, la ternura y el amor. Ahora que todos malbaratamos por todas partes la palabra empatía, bueno será rescatar que Lou entendió la psicología de los hombres (de tantos hombres) como nadie parece haberlo hecho: poniéndose en la posición, las pulsiones y los encelamientos de la mente de los hombres sin intentar imponer más que su idea de la libertad compartida o su gusto por la vida. Como acertadamente apunta su biógrafa Giroud, hasta ella ninguna mujer fue deseada por tantos, salvo quizás algunas actrices, y ese hecho no le resultaba en absoluto desagradable, aunque sintiera más el deseo de amar que el de ser amada: un rasgo poco femenino.
Y ya, casi para terminar (¡que pena, con lo agustito que se está abrazado a Lou!), interesa a este viejo Dacio Gil disipar las sombras de duda (hipótesis lo llama ella) que parece auspiciar Françoise Giroud en su biografía de Lou: por un lado un “hipotético” incesto durante su infancia por parte de algún hermano, colegido simplemente del dato de que llamase a Ree y Rilke “hermanos”. Por otro una “hipotética” anorexia deducida de los datos de que Lou era excesivamente delgada, comía como un pajarito, no tenía unos senos voluminosos y era especialmente brillante en el plano intelectual. Ni que decir tiene que ambas hipótesis parecen traídas por los pelos con objeto de aumentar las ventas del libro. Giroud no aporta ningún documento o testimonio más o menos científico que corroboren su liviana suposición.
El curioso enamorado o la curiosa escrutadora –o viceversa- pueden llegar a las conclusiones a las que su fantasía, experiencia mundana o personal y análisis de datos les conduzcan. Lou no se lo ha dejado fácil, pues expurgó su memoria y su Mirada retrospectiva de datos escabrosos. En las antípodas de lo que se lleva hoy en día. Pero cada cual es libre de llegar hasta donde pueda o quiera. En cualquier caso Lou Andreas Salomé es una mujer interesantísima y casi sin paragón en la historia. Bueno sí, tal vez Aspasia de Mileto, a la que amaron los filósofos y Pericles desposó, pueda considerarse un antecedente de Lou. Poco sabemos de su vida, pero las malas lenguas coetáneas también la tildaron de hetera. Otra mujer interesante pero de la cual el viejo Dacio Gil no dispone del caudal de información de la protagonista de estos cálidos abrazos.
Quien sienta curiosidad por Lou puede intentar conseguir la película de Liliana Cavani “Más allá del bien y del mal” que a Dacio Gil le parece una buena película si se la contextualiza en su época de producción dentro del cine italiano. La película es una libre adaptación de hechos rigurosamente históricos. Sólo falla en su parte más lírica y pretendidamente artística, que parece demasiado escorada en sugerir la homosexualidad latente o explícita de los otros miembros de la santa trinidad. Y ya para el perdidamente enamorado, Dacio Gil recomienda hacerse -cuestión nada fácil, por otra parte- con la ópera titulada Lou Salomé de la que fué compositor el malogrado director de orquesta Giuseppe Sinopoli con libreto de Karl Dietrich Gräwe.
Y ya como colofón, para los expertos en secretos de alcoba y desnudeces morales, el viejo Dacio Gil propone comparar la vida de Lou con la de Sabrina Minardi que ha sido aireada recientemente en los medios (EL PAIS 10.10.2010), una escort (hetera en el lenguaje de los antiguos griegos) a la que parece que "amaron" futbolistas, mafiosos, banqueros de Dios, arzobispos y políticos. Quien opte por Sabrina Minardi y sus historias no debería intentar indagar la vida de Lou Andreas Salomé, pues perderá el tiempo. Sería como comparar la seda o el lino con el esparto. Para los hombres la atracción femenina es una cosa y la belleza femenina que te atrapa irremediablemente otra. En lo poco que se sabe (escabroso todo) sobre Sabrina Minardi es difícil encontrar un gramo de empatía. En Lou debieron haber toneladas…
domingo, 10 de octubre de 2010
ÍCARO MOLIDO DIVISA CON OPTIMISMO LA SOCIABILIDAD DEL SER HUMANO.
Está visto que en la sociedad-tiovivo en la que nos hemos instalado, hasta las tertulias con vocación de entrenamiento intelectual son actividades de riesgo. A partir de ahora el viejo Dacio Gil deberá pensarse acudir a departir –a aprender, para ser más exacto- con los sabios que se prestan a una quedada tras las impertinentes insistentes invitaciones del usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia. El perseguido en esta ocasión ha sido un agudo analista de la realidad sociopolítica que desmenuza los acontecimientos con una óptica de máxima precisión que le permite decantar lo verdadero de lo falso, la esencia de las adherencias contingentes. El viejo Dacio Gil hubo de insistir e insistir ante el sabio para que éste abandonase su castillo-laboratorio donde ahora, además de seguir siendo una eminencia en su disciplina, se ha especializado en la intelectualidad centroeuropea y podría decirse que estaría hoy en disposición de sacar a la luz una historia intelectual de los Karl Kraus, Hermann Broch y compañía, comparativa con la realidada actual.
El pasado sábado presidido por la constante lluvia el sabio accedió a mantener la tertulia, para lo que el viejo Dacio Gil eligió una céntrica cafetería de moda, de esas de escasa luz, aspecto más o menos Zen y concurrencia mayoritaria de visitantes extranjeros. La tertulia discurrió, en lo adjetivo, entre aguas minerales y tés, y en lo sustantivo repasando la decepcionante realidad hispana e intentando dicotomizar la realidad del ruido mediático y la bullanga: el vacío político e institucional, la deriva perversa de la universidad y el seguimiento del mercado literario más reciente, entre otros muchos extremos de repaso. Liquidada la consumición y la cuenta, así como decaído ya el vigor dialéctico, el viejo Gil, por imperativos de la edad, decidió visitar el mingitorio para aliviar el rebosante liquido –H2O comercial exclusivamente- de su vejiga. Lo que pasa en estos templos de consumición vestidos de Zen es que el que no es asiduo se pierde en la penumbra interna cuando en el exterior la noche ya ha desplegado su carpa. El viejo Dacio Gil, henchido de la sabia doctrina del egregio contertulio, se dirigió presto a la toilette sin saber muy bien dónde se encontraba. En eso que vio su decrepito matrimonio de carne y huesos volando por una empinada escalera apenas iluminada por unos diminutos fluorescentes azules, chocando ora en los escalones, ora en la pared, ora precipitando todo lo que el torbellino provecto atropellaba en su caída, hasta que dio con su mollera recién culturizada contra una pared metálica. Ahí terminó el vuelo. La cacharrería de osamenta, grasa y pellejo produjo tal estrépito al colisionar con el decorado Zen y la empinada y larga escalera que, transcurridos breves instantes, pudo comprobar aturdido su desgafado, sangrante y dolorido fardo rodeado de una gran ofrenda de solidaridad multilingüe capitaneada por el sabio amigo. La conclusión fue la normal en estos casos: traslado a las urgencias del hospital y todo lo demás, pudiendo comprobar en persona que el servicio de salud (al parecer privatizado en su gestión) funcionó razonablemente y, tras muchas pruebas, el joven médico de turno esgrimió otro razonable pronóstico de magulladuras y contusiones varias sin detectarse rotura ósea alguna ni afectación cerebral. Al menos lo intentado aprender del sabio tertuliano no se había perdido por la colisión entre el decorado Zen y al agnóstico fardo. Molido, resquebrajado pero con el depósito de reserva de pensamiento crítico al parecer intacto. Podría haber sido peor en varios sentidos. Dios aprieta pero no ahoga.
El viejo Dacio Gil que cree desafiar la doctrina del miedo imperante, tras el vuelo y el aterrizaje forzoso le ha tomado cierto repelús a los establecimientos de estética Zen carentes de agresividad lumínica. En ese sentido -como en otros muchos, para su propia desgracia- Gil es ya puro anacronismo: camisa deportiva clásica y pantalones vaqueros frente a la camiseta y los chinos dominantes; intento de solemne profundidad de raciocinio frente al alegre y divertido ocio de los parroquianos del local; estética de orate frente a la apariencia juvenil de los maduros consumidores; vista achicharrada de leer en el transporte público y en cualquier sombrajo frente a la rápida movilidad visual de parejas de enamorados, exóticos turistas y viejos con apariencia juvenil. Corre el peligro el descolocado autor de esta crónica de recluirse definitivamente en su monasterio libresco, una vez se reponga del apaleamiento autoinfligido, sin salir de casa más que lo estrictamente imprescindible. Acaso tenga que aprender de los sabios, ya no en torno a unos tes o aguas minerales sino por video-conferencia u otro producto tecnológico similar. El viejo Dacio Gil, empero, es un desastre para las nuevas tecnologías, pero si la política imperante tiene demostrado que el miedo hace milagros y gana elecciones, ¿por qué no ha de aprender, por miedo, Gil a utilizar ese moderno aparataje relacional?. De lo contrario, acaso para Gil la elección racional se reduzca a recluirse y callar, como en los matrimonios al uso.
Pero una cosa es clara: la particular experiencia del vuelo del Plus Ultra ha terminado convenciendo al viejo Gil de que existe, por una parte -y principalmente- un enorme lecho de sana solidaridad ciudadana y, por otro, un razonable funcionamiento de los jóvenes sanitarios del servicio de urgencias del hospital público, amén de la constatación de que los sabios están siempre, por lo general, dispuestos a ayudar y dirigir a sus semejantes, como se ha demostrado concretamente en la urgente evacuación sanitaria del fardo Gil hacia el hospital. Si la sociedad presenta inequívocos signos positivos, algo falla, pues, en este sistema de convivencia. Parece claro que están siendo los políticos y sus siervos quienes vienen devastando este país y los de su entorno. La experiencia personal denota que el futuro parece arrojar límpida luz por parte de la médula: los ciudadanos.
Un hecho tan menor y banal como Dacio Gil en el papel involuntario de Ícaro pude aportar también elementos para la esperanza. Eso insufla ánimos para intentar hablar en lo sucesivo de las quiebras del régimen (acaso no sistema) en el que estamos insertos y de la urgente repristinación de los sistemas de convivencia humana ya inexcusablemente deseconomizables. Y ahora que tanto se habla de señoritas y de enciclopedia Álvarez, el viejo Dacio Gil reaparecerá tras las magulladuras abrazado una vez más a la señorita Lou para complir de una vez la palabra comprometida. Con la señorita Lou Salomé -luego señora de Andreas, pero distinguida señorita siempre-, que no necesitó de sectas ni sectillas que salieran en defensa de su imagen: ella sola se supo defender de las lenguas viperinas de su mismo género…y enamorar a muchísimos hombres. A todos los hombres.
El pasado sábado presidido por la constante lluvia el sabio accedió a mantener la tertulia, para lo que el viejo Dacio Gil eligió una céntrica cafetería de moda, de esas de escasa luz, aspecto más o menos Zen y concurrencia mayoritaria de visitantes extranjeros. La tertulia discurrió, en lo adjetivo, entre aguas minerales y tés, y en lo sustantivo repasando la decepcionante realidad hispana e intentando dicotomizar la realidad del ruido mediático y la bullanga: el vacío político e institucional, la deriva perversa de la universidad y el seguimiento del mercado literario más reciente, entre otros muchos extremos de repaso. Liquidada la consumición y la cuenta, así como decaído ya el vigor dialéctico, el viejo Gil, por imperativos de la edad, decidió visitar el mingitorio para aliviar el rebosante liquido –H2O comercial exclusivamente- de su vejiga. Lo que pasa en estos templos de consumición vestidos de Zen es que el que no es asiduo se pierde en la penumbra interna cuando en el exterior la noche ya ha desplegado su carpa. El viejo Dacio Gil, henchido de la sabia doctrina del egregio contertulio, se dirigió presto a la toilette sin saber muy bien dónde se encontraba. En eso que vio su decrepito matrimonio de carne y huesos volando por una empinada escalera apenas iluminada por unos diminutos fluorescentes azules, chocando ora en los escalones, ora en la pared, ora precipitando todo lo que el torbellino provecto atropellaba en su caída, hasta que dio con su mollera recién culturizada contra una pared metálica. Ahí terminó el vuelo. La cacharrería de osamenta, grasa y pellejo produjo tal estrépito al colisionar con el decorado Zen y la empinada y larga escalera que, transcurridos breves instantes, pudo comprobar aturdido su desgafado, sangrante y dolorido fardo rodeado de una gran ofrenda de solidaridad multilingüe capitaneada por el sabio amigo. La conclusión fue la normal en estos casos: traslado a las urgencias del hospital y todo lo demás, pudiendo comprobar en persona que el servicio de salud (al parecer privatizado en su gestión) funcionó razonablemente y, tras muchas pruebas, el joven médico de turno esgrimió otro razonable pronóstico de magulladuras y contusiones varias sin detectarse rotura ósea alguna ni afectación cerebral. Al menos lo intentado aprender del sabio tertuliano no se había perdido por la colisión entre el decorado Zen y al agnóstico fardo. Molido, resquebrajado pero con el depósito de reserva de pensamiento crítico al parecer intacto. Podría haber sido peor en varios sentidos. Dios aprieta pero no ahoga.
El viejo Dacio Gil que cree desafiar la doctrina del miedo imperante, tras el vuelo y el aterrizaje forzoso le ha tomado cierto repelús a los establecimientos de estética Zen carentes de agresividad lumínica. En ese sentido -como en otros muchos, para su propia desgracia- Gil es ya puro anacronismo: camisa deportiva clásica y pantalones vaqueros frente a la camiseta y los chinos dominantes; intento de solemne profundidad de raciocinio frente al alegre y divertido ocio de los parroquianos del local; estética de orate frente a la apariencia juvenil de los maduros consumidores; vista achicharrada de leer en el transporte público y en cualquier sombrajo frente a la rápida movilidad visual de parejas de enamorados, exóticos turistas y viejos con apariencia juvenil. Corre el peligro el descolocado autor de esta crónica de recluirse definitivamente en su monasterio libresco, una vez se reponga del apaleamiento autoinfligido, sin salir de casa más que lo estrictamente imprescindible. Acaso tenga que aprender de los sabios, ya no en torno a unos tes o aguas minerales sino por video-conferencia u otro producto tecnológico similar. El viejo Dacio Gil, empero, es un desastre para las nuevas tecnologías, pero si la política imperante tiene demostrado que el miedo hace milagros y gana elecciones, ¿por qué no ha de aprender, por miedo, Gil a utilizar ese moderno aparataje relacional?. De lo contrario, acaso para Gil la elección racional se reduzca a recluirse y callar, como en los matrimonios al uso.
Pero una cosa es clara: la particular experiencia del vuelo del Plus Ultra ha terminado convenciendo al viejo Gil de que existe, por una parte -y principalmente- un enorme lecho de sana solidaridad ciudadana y, por otro, un razonable funcionamiento de los jóvenes sanitarios del servicio de urgencias del hospital público, amén de la constatación de que los sabios están siempre, por lo general, dispuestos a ayudar y dirigir a sus semejantes, como se ha demostrado concretamente en la urgente evacuación sanitaria del fardo Gil hacia el hospital. Si la sociedad presenta inequívocos signos positivos, algo falla, pues, en este sistema de convivencia. Parece claro que están siendo los políticos y sus siervos quienes vienen devastando este país y los de su entorno. La experiencia personal denota que el futuro parece arrojar límpida luz por parte de la médula: los ciudadanos.
Un hecho tan menor y banal como Dacio Gil en el papel involuntario de Ícaro pude aportar también elementos para la esperanza. Eso insufla ánimos para intentar hablar en lo sucesivo de las quiebras del régimen (acaso no sistema) en el que estamos insertos y de la urgente repristinación de los sistemas de convivencia humana ya inexcusablemente deseconomizables. Y ahora que tanto se habla de señoritas y de enciclopedia Álvarez, el viejo Dacio Gil reaparecerá tras las magulladuras abrazado una vez más a la señorita Lou para complir de una vez la palabra comprometida. Con la señorita Lou Salomé -luego señora de Andreas, pero distinguida señorita siempre-, que no necesitó de sectas ni sectillas que salieran en defensa de su imagen: ella sola se supo defender de las lenguas viperinas de su mismo género…y enamorar a muchísimos hombres. A todos los hombres.
martes, 5 de octubre de 2010
SER ANTISISTEMA ES SINÓNIMO DE SER OPTIMISTA.
El viejo Dacio Gil escuchaba hoy, martes 5, la radio, y harto de naderías, colocó el dial en Radio 5. Todo noticias para huir de tanta publicidad y propaganda. En el momento de la sintonización un entrevistador hacía una introducción sobre un tipo de violencia al parecer detectada en la ciudad de Barcelona durante las manifestaciones callejeras de la huelga del pasado 29 S. El periodista, intentando contextualizar, habló de “violencia de los grupos antisistema” y repetía varias veces el vocablo “antisistema” para distinguirlo de las actitudes de los piquetes propiamente dichos. El entrevistado a la primera pregunta directa del periodista más o menos le dijo: ”como cuestión previa permítame que le precise que no me parece muy correcto el empleo del vocablo “antisistema” para identificarlo con cierta violencia callejera. Yo mismo, a mis 67 años, me encuentro frente al sistema, podría decirse que yo soy antisistema. No me gusta absolutamente nada el sistema en el que me muevo.” En ese momento el periodista –con gran educación, demostrando un buen nivel de información y esforzándose por encuadrar precisamente su pregunta- retranqueó dubitativo. Formuló de nuevo su pregunta con más precisión pero aludiendo de nuevo a los “antisistema”. El interpelado, que en la pregunta anterior había demostrado que conocía a la perfección el terreno que pisaba, en ese momento argumentó a tumba abierta sobre el mal que la prensa hace en la ciudadanía en general y en la juventud en particular, empleando términos equívocos como el utilizado reiteradamente por el entrevistador: habló de altermundismo, de movimientos antiglobalización, de los fallos del sistema de convivencia y de las limitaciones del pensamiento exclusivamente económico en el que nos ahogamos como si fuese el único posible. El entrevistado evidenciaba ser un hombre culto y con criterio. Desarrollaba su concepción ética.
Al pobre periodista parecía chafársele en alguna medida su entrevista, pero el oyente atento -el viejo Dacio Gil escuchaba impactado las reflexiones de ese hombre de 67 años que estaba dando una lección magistral sin plegarse a las limitaciones impuestas por el medio radiofónico- de seguro estaba enriqueciendo sus conocimientos y su espíritu gracias a que el espacio discurría por derroteros distintos a los que debía pretender el educado e informado director del programa. La entrevista duró alrededor de cinco minutos, poco se hablo de la violencia callejera del 29 S en Barcelona, pero el profesor compendió en esos 5 minutos en las ondas lo que casi nadie se atreve a decir por aquello de aprovechar los escasos instantes de gloria mediática que se le presentan a uno. Y lo hizo en corto y por derecho; sin pelos en la lengua e identificando la raíz de la cuestión.
El entrevistado resultó ser un profesor de la Universidad Pompeu y Fabra y director del Instituto de Movimientos Sociales de dicha Universidad catalana. Al final, el buen entrevistador (lástima no haber retenido su nombre para publicitarlo como merece) dijo el nombre del entrevistado: Francisco Fernández Buey, el catedrático de Filosofía Política y acrisolado luchador por una sociedad mejor. El análisis de sus palabras y su argumentario denotan que ya no es el utópico luchador de aquellas míticas revistas Zona Abierta, Mientras Tanto o El Viejo Topo que tantos y tantos ámbitos de debate abrió. Que ya no es ese luchador comunista ortodoxo, pero que conserva todo el espíritu crítico que vierte ahora sus diatribas contra los simulacros de democracia capitalista de la misma forma como antes lo hizo contra el franquismo.
El viejo Dacio Gil encontró a través de las ondas a un Francisco Fernández Buey como más reposado, con la seguridad y desenvoltura del sabio que ha llegado a asimilar contrariedades pero que se niega a aceptar que no haya alternativa posible al desatino reinante. Habló como sólo los hombres muy vividos –y acaso también altamente decepcionados- pueden hablar sin compromisos con Poder alguno. Como el hombre culto que ya no aspira a mayor honor o recompensa que iluminar a los desorientados ciudadanos que quieran rebelarse con el status quo a través del pensamiento crítico. Su lucidísima descripción del “sistema” dominante, atribuyéndose él mismo la condición antisistema ha permitido recordar a los eventuales oyentes que todavía quedan pensadores independientes que proclaman que este sistema se ha deshumanizado en el delirio economicista. Eso sólo pueden hacerlo en la actualidad los sabios que recapitulan sobre la nada en que tiene instalada el ser humano su frágil tienda de campaña. Que lo hacen sin mordaza ni autocensura políticamente correcta.
Hay que saludar y agradecer como se merece que haya aún un canal de radio como Radio 5 Todo noticias, un programa como el de hoy martes a las 18 horas y un periodista con la mano izquierda como el aludido entrevistador. La entrevista ni mucho menos quedó desmerecida por las puntualizaciones de Francisco Fernández Buey. Antes al contrario, se enriqueció con ellas. No se habló de la violencia del "cojo manteca" o de otras violencias similares, pero se discurrió sobre la esencia. Démos pues al César lo que es del César y la radio pública ha demostrado en el caso comentado que hace honor a su apellido de pública. El viejo Dacio Gil ignora si la entrevista era en directo (posiblemente no), pero es un auténtico acierto haberla puesto en el aire íntegramente.
A Francisco Fernández Buey hay que reconocerle que con su ejemplo crítico nos enseñe que hay resquicios para la esperanza, que no sólo cabe sino que es necesaria la desobediencia civil. Para poder entender que si surge verdaderamente una “masa crítica-crítica” se puede desmontar esta gran mentira económico-mediática empeñada no sólo en devaluar un día sí y otro también los derechos ciudadanos sino –lo que es más grave- convertir en espectro fantasmal la dignidad humana inalienable.
En las coordenadas lúcidamente delineadas por Francisco Fernández Buey, el viejo Dacio Gil también se considera un antisistema. Y anima a los demás a que sigan la estela de este sabio que puede que esté de vuelta en algunas cuestiones, pero que, desde luego, no pasa por su cabeza que nos encontremos ante un indefectible fondo de saco. Y, si lo fuera, nos enseña que sólo hay que saber rasgarlo.
Al pobre periodista parecía chafársele en alguna medida su entrevista, pero el oyente atento -el viejo Dacio Gil escuchaba impactado las reflexiones de ese hombre de 67 años que estaba dando una lección magistral sin plegarse a las limitaciones impuestas por el medio radiofónico- de seguro estaba enriqueciendo sus conocimientos y su espíritu gracias a que el espacio discurría por derroteros distintos a los que debía pretender el educado e informado director del programa. La entrevista duró alrededor de cinco minutos, poco se hablo de la violencia callejera del 29 S en Barcelona, pero el profesor compendió en esos 5 minutos en las ondas lo que casi nadie se atreve a decir por aquello de aprovechar los escasos instantes de gloria mediática que se le presentan a uno. Y lo hizo en corto y por derecho; sin pelos en la lengua e identificando la raíz de la cuestión.
El entrevistado resultó ser un profesor de la Universidad Pompeu y Fabra y director del Instituto de Movimientos Sociales de dicha Universidad catalana. Al final, el buen entrevistador (lástima no haber retenido su nombre para publicitarlo como merece) dijo el nombre del entrevistado: Francisco Fernández Buey, el catedrático de Filosofía Política y acrisolado luchador por una sociedad mejor. El análisis de sus palabras y su argumentario denotan que ya no es el utópico luchador de aquellas míticas revistas Zona Abierta, Mientras Tanto o El Viejo Topo que tantos y tantos ámbitos de debate abrió. Que ya no es ese luchador comunista ortodoxo, pero que conserva todo el espíritu crítico que vierte ahora sus diatribas contra los simulacros de democracia capitalista de la misma forma como antes lo hizo contra el franquismo.
El viejo Dacio Gil encontró a través de las ondas a un Francisco Fernández Buey como más reposado, con la seguridad y desenvoltura del sabio que ha llegado a asimilar contrariedades pero que se niega a aceptar que no haya alternativa posible al desatino reinante. Habló como sólo los hombres muy vividos –y acaso también altamente decepcionados- pueden hablar sin compromisos con Poder alguno. Como el hombre culto que ya no aspira a mayor honor o recompensa que iluminar a los desorientados ciudadanos que quieran rebelarse con el status quo a través del pensamiento crítico. Su lucidísima descripción del “sistema” dominante, atribuyéndose él mismo la condición antisistema ha permitido recordar a los eventuales oyentes que todavía quedan pensadores independientes que proclaman que este sistema se ha deshumanizado en el delirio economicista. Eso sólo pueden hacerlo en la actualidad los sabios que recapitulan sobre la nada en que tiene instalada el ser humano su frágil tienda de campaña. Que lo hacen sin mordaza ni autocensura políticamente correcta.
Hay que saludar y agradecer como se merece que haya aún un canal de radio como Radio 5 Todo noticias, un programa como el de hoy martes a las 18 horas y un periodista con la mano izquierda como el aludido entrevistador. La entrevista ni mucho menos quedó desmerecida por las puntualizaciones de Francisco Fernández Buey. Antes al contrario, se enriqueció con ellas. No se habló de la violencia del "cojo manteca" o de otras violencias similares, pero se discurrió sobre la esencia. Démos pues al César lo que es del César y la radio pública ha demostrado en el caso comentado que hace honor a su apellido de pública. El viejo Dacio Gil ignora si la entrevista era en directo (posiblemente no), pero es un auténtico acierto haberla puesto en el aire íntegramente.
A Francisco Fernández Buey hay que reconocerle que con su ejemplo crítico nos enseñe que hay resquicios para la esperanza, que no sólo cabe sino que es necesaria la desobediencia civil. Para poder entender que si surge verdaderamente una “masa crítica-crítica” se puede desmontar esta gran mentira económico-mediática empeñada no sólo en devaluar un día sí y otro también los derechos ciudadanos sino –lo que es más grave- convertir en espectro fantasmal la dignidad humana inalienable.
En las coordenadas lúcidamente delineadas por Francisco Fernández Buey, el viejo Dacio Gil también se considera un antisistema. Y anima a los demás a que sigan la estela de este sabio que puede que esté de vuelta en algunas cuestiones, pero que, desde luego, no pasa por su cabeza que nos encontremos ante un indefectible fondo de saco. Y, si lo fuera, nos enseña que sólo hay que saber rasgarlo.
lunes, 4 de octubre de 2010
¿SIERVOS, CIUDADANOS, CONSUMIDORES O COBAYAS?
Cuando todavía creíamos en algo, solíamos repetir, cual si de verdad axiológica se tratase, aquello de que la democracia era el paso de la condición de siervo a la de ciudadano. Nos creíamos ciudadanos. Proclamábamos un derecho adquirido por accesión: tras innumerables luchas sociales, políticas y económicas. Hoy, dado que la desgracia se ha cebado con casi todo el mundo que no sea gran especulador financiero o banquero, aquellas viejas ideas ya poco nos convencen: consumimos lo que nos echan y no somos siquiera capaces de devolver en un restaurante caro (el que se pueda permitir este tipo de restaurantes, tipo Jockey, del que desgraciadamente llegan noticias anticipando su inminente que cierre, como otros muchos hundidos por la crisis) un solomillo achicharrado o unas natillas demasiado saladas. Ya casi nadie tiene el coraje de hacer el ademán de levantarse de la mesa y marcharse del establecimiento. Hemos perdido todos categoría personal, sumidos en esa masa informe incapaz de distinguir las muy maquilladas series biográficas noveladas, tan al uso en las televisiones (Suarez, el Rey, Raphael, el cardenal Tarancón, doña Letizia, la Residencia de Estudiantes, etc.) con la verdadera historia y sus recovecos y sangrantes contradicciones.
Decían que con la postdemocracia habíamos abandonado ya la efímera condición de ciudadanos para pasar a la de consumidores. Que los persuasores ocultos nos conducían por la senda que querían, ya fuese la compra de papel higiénico o desodorantes; domiciliar una nómina bajo el influjo de Nadal o pseudo asegurar -como Soy, Soy, Soy-, un vehículo en una empresa más inmobiliaria que aseguradora de vehículos; o incluso depositar el voto en unas elecciones autonómicas o intentar elegir al alcalde del pueblo. Un rescoldo de esta condición de consumidores lo hemos tenido con las primarias de los socialistas madrileños tan parecida a la de la oferta de las compañías de telefonía móvil en constante competencia a pesar de actuar como trust, siempre de consuno. Como un observador agudo apuntó la semana pasada: nunca un trasero tan glorioso recibió jamás tantas patadas dirigidas a otro como el de doña Trinidad Jiménez. Patadas propinadas por parte de todo el mundo, incluida la prensa amarilla, azul, rosa y hasta la ultramontana. Hasta ayer los admiradores de los genuinos atributos de la primaria candidata socialista pensábamos que era radicalmente inmerecido el pateo recibido por ese ilustre trasero. Sin embargo ayer, al verla matrimoniada votando, rosa en mano, junto a su “esposo de ocasión” (ese vividorcillo del CSIC que se ha cebado con los ciclistas y que de seguro querrá sacar también tajada, contante y sonante, del solomillo vasco como ha sacado antes de otros vampiros o viajes a eventos más o menos deportivos) los devotos de aquella anatomía nos hemos derrumbado. Por cierto, que por obra y gracia del "matrimonio primario", las chicas del basket lideradas por Amaia Valdemoro pudieron celebrar tranquilas y a su bola la medalla de bronce sin el incordio del flequillo del investigador don Jaime embutido en su representación institucional. Y no piense mal el eventual seguidor de esta Tribuna Alta Preferencia, que no nos derrumbamos por pensar que ese fenomenal trasero era fruto del clembuterol, no. La depresión se nos produjo al verla haciendo el papel de esposa de ese engendro que no parece ni carne ni pescado y que vive de las dietas y del paquí-pallá deportivo en su coche oficial o vuelo en preferente. ¡Si al menos tuviera la galanura de desplazarse en las bicicletas que van dejando en el camino los ciclistas injustamente demonizados o cabalmente descubiertos…!
La pésima gestión pública actual (llamarlo política sería mentir) se hace hoy más con el culo que con la cabeza, pero un estético trasero como el de doña Trinidad no es todavía suficiente, hoy por hoy, por sí solo para ganar unas primarias. Y menos entre unos correligionarios y correligionarias donde no sobresalen atributos estéticos de ese calibre.
Indudablemente el matrimonio fotográfico de conveniencia Jiménez-Lisavetzky denotaba ayer con toda claridad que esto de las primarias socialistas es una monumental farsa genuinamente yankee. Concebida para agitar un mal cocktail: la campaña de implantación de un producto en el mercado que suele ser muy agresiva en su primer estadio de lanzamiento. Mas o menos como esa discoteca de Águilas, en Murcia, que se abarrota a diario tras el escándalo mediático de su nombre La Meca, revocado por la revuelta producida. El escándalo de su denominación ha sido su mejor publicidad y reclamo. Lástima que el mercado pueda amañarlo todo de esta sibilina o subliminal manera. El antiguo ciudadano, ayer consumidor, se ha vuelto un bovino seguidor de este tipo de simulacros publicitarios y contribuye con su estulticia a crear un mercado, exiguo pero mercado. De cubatas, de votos, de nutracéuticos, de lo que sea.
La prensa de las otras diferentes trincheras ya se encargará de ir desgranado en estos días los fallos comerciales de las primarias socialistas. Y lo harán pro domo sua, para contribuir a la victoria electoral del otro bando (que tal baila o peor), pasándole luego al eventual sustituto del pobre Zapatero, sin prisa, facturas e hipotecas varias. La prensa española es la que es, no vamos ahora a aparentar que nos escandalizamos. Esta piel de toro e islas adyacentes (¿Se puede decir todavía piel de toro sin escandalizar a los zoófilos encubiertos catalanistas?) tiene la prensa que se merece y la institucionalidad (?) que también se merece. Y valga un solo dato para validar el anterior aserto: el análisis mediático del 23 F ecuatoriano, que la prensa patria nos lo ha vendido como una especificidad de ese país volcánico y exportador de bananos. Se nos ha dicho que Ecuador tiene muy baja institucionalidad, pero se ha callado que las pocas instituciones que subsisten íntegras en España han devenido simples camarillas y la realidad –incluido el malestar por el recorte de sus bufandas de los institutos armados- difiere en poco entre España y Ecuador. Entre EEUU y Guatemala.
Pero lo malo es que ya hemos quedado sólo reducidos a cobayas. En efecto, el sábado nos enterábamos que una carambola provocada por una investigadora sumamente ingenua había destapado de nuevo una manipulación imperial ignominiosa. Muy en la línea de las que nos viene anunciando con al parecer escaso eco ético, Naomi Klein. Somos ya unos cobayas a los que con el paso del tiempo a lo sumo se nos pedirá perdón ya muertos o provectos y a otra cosa mariposa. Eso ha pasado con los crímenes y atropellos nazis, con los de la guerra civil española, con las vacunas de la gripe A, con la pederastia eclesial generalizada y otros muchos atropellos humanos que se terminaron descubriendo tras años de silencio.
Ahora hemos sabido, gracias a la ingenuidad y el espíritu ciudadano de una profesora de la Universidad de Wellesley (Susan Reverby se llama la investigadora) que el servicio de salud pública de EEUU (institución institucionalizada y sufragada por ingresos públicos) inoculó sífilis y gonorrea al menos a 1000 ciudadanos. Primero mediante prostitutas infectadas y luego inyectándolo directamente en el pene en los brazos o en la cara. Eran guatemaltecos, pero eran –o deberían ser reputados- ciudadanos. Eran soldados, presidiarios e pacientes psiquiátricos, pero eran ciudadanos y por tales así deberían haber sido tenidos. Fue en los años 40 pero debieron ser tratados como ciudadanos. El experimento lo realizaron los norteamericanos mediante funcionarios públicos con pleno conocimiento de causa sobre ciudadanos guatemaltecos en la propia Guatemala. Hoy Guatemala es una sucursal en toda regla de los EEUU, donde incluso la miseria porta armas procedentes de EEUU. En Guatemala se produjo hace relativamente poco tiempo el asesinato del letrado Rodrigo Rosenberg Marzano, que anunció, mediante una grabación en video, que se produciría su asesinato. Tras la intervención de la CIA y el fiscal español Carlos Castresana oficiando de alto comisionado jurídico de la ONU, el evidente asesinato se trocó en que a Rosenberg “lo suicidaron”. Y todo bajo un guión muy parecido a Dallas, para que todo fuera fácilmente deglutible por los ciudadanos-cobayas guatemaltecos y por la inmensidad de conejillos de Indias de todo el mundo.
Noami Klein dedica la primera parte de su libro la doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre, al doctor Ewen Cameron, que fuera presidente de la Asociación Mundial de Psiquiatría y a su técnica de interrogatorio conocida como “impulso psíquico” que más tarde sería asumida totalmente por la CIA (el denominado manual Kubark) con objeto de mantener a los sujetos en un estado de privación sensorial, más allá de su umbral de resistencia (recurriendo incluso a administarles curare). La técnica del doctor Cameron ("un genio de la destrucción de personalidades", según Klein) no era sino llevar a los pacientes a un estado de completa regresión que borrara hábitos, costumbres, pautas y recuerdos en los pacientes para poder alcanzar –según el eminente monstruo al que la comunidad científica de la época otorgó pleno reconocimiento- el estado mental de la tabla rasa. Estas técnicas se aplicaron en los años 60 y al saltar el escándalo en los 80, la CIA se avino a ciertas indemnizaciones a partir de 1988 por un monto de cerca de un millón de dólares. De ahí pasa Klein a Milton Friedman y la aplicación de la doctrina Cameron a las crisis militares, financieras, ecológicas y catástrofes naturales. El viejo Dacio Gil no va a destripar un libro que viene recomendando desde hace tiempo, pero indicará de nuevo que en todos los desastres que surgen hoy en el mundo se emplea constantemente la violencia, el terrorismo contra el individuo y la sociedad, importando un bledo a estos “hecedores de Tsunamis” la dignidad de la persona, individual o colectivamente considerada. Nada nuevo, pues en 2001 Gordon Thomas ya habló de lavado de cerebro, lobotomías, electroshocks, control mental, aislamientos y otras prácticas inhumanas y degradantes practicadas por funcionarios públicos estadounidenses sobre unos conejillos de indias que eran abandonados a su triste suerte cuando no vilmente asesinados para no dejar rastro. Peor que los toros catalanistas, vamos.
Tendemos a no querer ver lo que nos es incómodo o hiere nuestra sensibilidad. Pero todo eso existe y en cada vez mayor medida, dada la deshumanización que padecemos (la desnuda economía no permite afectos, piedad ni compasión). La prensa y el Poder intentarán poner sordina a esta noticia y a otras similares. Al fin y al cabo –dirán los sepulcros blanqueados- Guatemala es el patio trasero de EEUU y sus sectas y religiones economicistas. Hillary Clinton, como viene haciendo también Benedicto XVI con los tratos que parecen afligir ahora a la iglesia católica, ha entonado un acto de contrición: “A pesar de que estos actos ocurrieron hace más de 64 años, estamos indignados por el simple hecho de que semejante proyecto fuera auspiciado por el sistema público de salud de EEUU”. Por su parte Álvaro Colom, cuya sombra precipita cierto halo de sospecha, anunció que estudia exigir compensaciones para las víctimas. Lo que pasa es que puede que a Colom lo disuadan altas instancias institucionalizadas invocando el caso Rosenberg.
Como siempre el Poder arrea penitencias a deshora en culo ajeno, convirtiendo a los ciudadanos en cobayas, sin remilgo ético de ninguna clase. Frente a ello, el doble atracón de filetón de clembuterol es pura anécdota sin importancia. Muertos los afectados se suele pedir cínico perdón.
Luego dicen que los males endémicos de Latinoamérica se deben a su baja institucionalidad. ¿Acaso es buena institucionalidad hacer lo que hizo el sistema público de salud con los guatemaltecos contraviniendo las más elementales cautelas instrumentales de respeto a la dignidad humana? ¿O la ceguera o deslumbramiento de don Carlos Castresana con el suicidio perpetrado por otros en el caso Rosenberg deben considerarse paradigmáticos de la institucionalidad de los paises civilizados ? Algo huele a podrido en el sistema de convivencia que venimos aceptando y que ahora denominan institucionalidad. O, en palabras del sabio Judt, “algo va mal” en la forma en que nos relacionamos. Pateemeos, pues, el trasero de los arquitectos del sistema y de sus valedores, dado que la amenaza con descarriar en breve es más que cierta.
Doña Trinidad Jiménez no merece recibir en su bello trasero tantas patadas dirigidas a Zapatero. A lo sumo cachetitos benévolos del ejército de viejos verdes que vemos cualidades inmanentes en ella y su morfología, que no deja de ser una hermosa excepción entre sus correligionarias y correligionarios. Ella, además, algo sabe de sistema público de salud y de vacunaciones institucionales apresuradas y poco sopesadas de gripe A. Pero lo cortés no quita lo valiente: en los tiempos que corren debería tirar más un buen trasero que unos gnomos afanándose en dirigir una campaña de publicidad engañosa. Aunque cabe interrogarse si siendo simples cobayas podremos seguir distinguiéndo las témporas del culo o si la impotencia mental que se nos viene inoculando a todos terminará por llevarnos a la afasia ciudadana.
Este casi-difunto Dacio Gil, antes de mutarse en conejillo de Indias, quiere seguir removiéndose en su ataúd al alegre paso de doña Trinidad… aunque haya que mirarla de soslayo y desde la retaguardia. Mucho mejor eso que descubrir nuevos casos de la violencia institucional y el maltrato modal inaudito que asola este siglo sucesor del maldito siglo XX.
Decían que con la postdemocracia habíamos abandonado ya la efímera condición de ciudadanos para pasar a la de consumidores. Que los persuasores ocultos nos conducían por la senda que querían, ya fuese la compra de papel higiénico o desodorantes; domiciliar una nómina bajo el influjo de Nadal o pseudo asegurar -como Soy, Soy, Soy-, un vehículo en una empresa más inmobiliaria que aseguradora de vehículos; o incluso depositar el voto en unas elecciones autonómicas o intentar elegir al alcalde del pueblo. Un rescoldo de esta condición de consumidores lo hemos tenido con las primarias de los socialistas madrileños tan parecida a la de la oferta de las compañías de telefonía móvil en constante competencia a pesar de actuar como trust, siempre de consuno. Como un observador agudo apuntó la semana pasada: nunca un trasero tan glorioso recibió jamás tantas patadas dirigidas a otro como el de doña Trinidad Jiménez. Patadas propinadas por parte de todo el mundo, incluida la prensa amarilla, azul, rosa y hasta la ultramontana. Hasta ayer los admiradores de los genuinos atributos de la primaria candidata socialista pensábamos que era radicalmente inmerecido el pateo recibido por ese ilustre trasero. Sin embargo ayer, al verla matrimoniada votando, rosa en mano, junto a su “esposo de ocasión” (ese vividorcillo del CSIC que se ha cebado con los ciclistas y que de seguro querrá sacar también tajada, contante y sonante, del solomillo vasco como ha sacado antes de otros vampiros o viajes a eventos más o menos deportivos) los devotos de aquella anatomía nos hemos derrumbado. Por cierto, que por obra y gracia del "matrimonio primario", las chicas del basket lideradas por Amaia Valdemoro pudieron celebrar tranquilas y a su bola la medalla de bronce sin el incordio del flequillo del investigador don Jaime embutido en su representación institucional. Y no piense mal el eventual seguidor de esta Tribuna Alta Preferencia, que no nos derrumbamos por pensar que ese fenomenal trasero era fruto del clembuterol, no. La depresión se nos produjo al verla haciendo el papel de esposa de ese engendro que no parece ni carne ni pescado y que vive de las dietas y del paquí-pallá deportivo en su coche oficial o vuelo en preferente. ¡Si al menos tuviera la galanura de desplazarse en las bicicletas que van dejando en el camino los ciclistas injustamente demonizados o cabalmente descubiertos…!
La pésima gestión pública actual (llamarlo política sería mentir) se hace hoy más con el culo que con la cabeza, pero un estético trasero como el de doña Trinidad no es todavía suficiente, hoy por hoy, por sí solo para ganar unas primarias. Y menos entre unos correligionarios y correligionarias donde no sobresalen atributos estéticos de ese calibre.
Indudablemente el matrimonio fotográfico de conveniencia Jiménez-Lisavetzky denotaba ayer con toda claridad que esto de las primarias socialistas es una monumental farsa genuinamente yankee. Concebida para agitar un mal cocktail: la campaña de implantación de un producto en el mercado que suele ser muy agresiva en su primer estadio de lanzamiento. Mas o menos como esa discoteca de Águilas, en Murcia, que se abarrota a diario tras el escándalo mediático de su nombre La Meca, revocado por la revuelta producida. El escándalo de su denominación ha sido su mejor publicidad y reclamo. Lástima que el mercado pueda amañarlo todo de esta sibilina o subliminal manera. El antiguo ciudadano, ayer consumidor, se ha vuelto un bovino seguidor de este tipo de simulacros publicitarios y contribuye con su estulticia a crear un mercado, exiguo pero mercado. De cubatas, de votos, de nutracéuticos, de lo que sea.
La prensa de las otras diferentes trincheras ya se encargará de ir desgranado en estos días los fallos comerciales de las primarias socialistas. Y lo harán pro domo sua, para contribuir a la victoria electoral del otro bando (que tal baila o peor), pasándole luego al eventual sustituto del pobre Zapatero, sin prisa, facturas e hipotecas varias. La prensa española es la que es, no vamos ahora a aparentar que nos escandalizamos. Esta piel de toro e islas adyacentes (¿Se puede decir todavía piel de toro sin escandalizar a los zoófilos encubiertos catalanistas?) tiene la prensa que se merece y la institucionalidad (?) que también se merece. Y valga un solo dato para validar el anterior aserto: el análisis mediático del 23 F ecuatoriano, que la prensa patria nos lo ha vendido como una especificidad de ese país volcánico y exportador de bananos. Se nos ha dicho que Ecuador tiene muy baja institucionalidad, pero se ha callado que las pocas instituciones que subsisten íntegras en España han devenido simples camarillas y la realidad –incluido el malestar por el recorte de sus bufandas de los institutos armados- difiere en poco entre España y Ecuador. Entre EEUU y Guatemala.
Pero lo malo es que ya hemos quedado sólo reducidos a cobayas. En efecto, el sábado nos enterábamos que una carambola provocada por una investigadora sumamente ingenua había destapado de nuevo una manipulación imperial ignominiosa. Muy en la línea de las que nos viene anunciando con al parecer escaso eco ético, Naomi Klein. Somos ya unos cobayas a los que con el paso del tiempo a lo sumo se nos pedirá perdón ya muertos o provectos y a otra cosa mariposa. Eso ha pasado con los crímenes y atropellos nazis, con los de la guerra civil española, con las vacunas de la gripe A, con la pederastia eclesial generalizada y otros muchos atropellos humanos que se terminaron descubriendo tras años de silencio.
Ahora hemos sabido, gracias a la ingenuidad y el espíritu ciudadano de una profesora de la Universidad de Wellesley (Susan Reverby se llama la investigadora) que el servicio de salud pública de EEUU (institución institucionalizada y sufragada por ingresos públicos) inoculó sífilis y gonorrea al menos a 1000 ciudadanos. Primero mediante prostitutas infectadas y luego inyectándolo directamente en el pene en los brazos o en la cara. Eran guatemaltecos, pero eran –o deberían ser reputados- ciudadanos. Eran soldados, presidiarios e pacientes psiquiátricos, pero eran ciudadanos y por tales así deberían haber sido tenidos. Fue en los años 40 pero debieron ser tratados como ciudadanos. El experimento lo realizaron los norteamericanos mediante funcionarios públicos con pleno conocimiento de causa sobre ciudadanos guatemaltecos en la propia Guatemala. Hoy Guatemala es una sucursal en toda regla de los EEUU, donde incluso la miseria porta armas procedentes de EEUU. En Guatemala se produjo hace relativamente poco tiempo el asesinato del letrado Rodrigo Rosenberg Marzano, que anunció, mediante una grabación en video, que se produciría su asesinato. Tras la intervención de la CIA y el fiscal español Carlos Castresana oficiando de alto comisionado jurídico de la ONU, el evidente asesinato se trocó en que a Rosenberg “lo suicidaron”. Y todo bajo un guión muy parecido a Dallas, para que todo fuera fácilmente deglutible por los ciudadanos-cobayas guatemaltecos y por la inmensidad de conejillos de Indias de todo el mundo.
Noami Klein dedica la primera parte de su libro la doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre, al doctor Ewen Cameron, que fuera presidente de la Asociación Mundial de Psiquiatría y a su técnica de interrogatorio conocida como “impulso psíquico” que más tarde sería asumida totalmente por la CIA (el denominado manual Kubark) con objeto de mantener a los sujetos en un estado de privación sensorial, más allá de su umbral de resistencia (recurriendo incluso a administarles curare). La técnica del doctor Cameron ("un genio de la destrucción de personalidades", según Klein) no era sino llevar a los pacientes a un estado de completa regresión que borrara hábitos, costumbres, pautas y recuerdos en los pacientes para poder alcanzar –según el eminente monstruo al que la comunidad científica de la época otorgó pleno reconocimiento- el estado mental de la tabla rasa. Estas técnicas se aplicaron en los años 60 y al saltar el escándalo en los 80, la CIA se avino a ciertas indemnizaciones a partir de 1988 por un monto de cerca de un millón de dólares. De ahí pasa Klein a Milton Friedman y la aplicación de la doctrina Cameron a las crisis militares, financieras, ecológicas y catástrofes naturales. El viejo Dacio Gil no va a destripar un libro que viene recomendando desde hace tiempo, pero indicará de nuevo que en todos los desastres que surgen hoy en el mundo se emplea constantemente la violencia, el terrorismo contra el individuo y la sociedad, importando un bledo a estos “hecedores de Tsunamis” la dignidad de la persona, individual o colectivamente considerada. Nada nuevo, pues en 2001 Gordon Thomas ya habló de lavado de cerebro, lobotomías, electroshocks, control mental, aislamientos y otras prácticas inhumanas y degradantes practicadas por funcionarios públicos estadounidenses sobre unos conejillos de indias que eran abandonados a su triste suerte cuando no vilmente asesinados para no dejar rastro. Peor que los toros catalanistas, vamos.
Tendemos a no querer ver lo que nos es incómodo o hiere nuestra sensibilidad. Pero todo eso existe y en cada vez mayor medida, dada la deshumanización que padecemos (la desnuda economía no permite afectos, piedad ni compasión). La prensa y el Poder intentarán poner sordina a esta noticia y a otras similares. Al fin y al cabo –dirán los sepulcros blanqueados- Guatemala es el patio trasero de EEUU y sus sectas y religiones economicistas. Hillary Clinton, como viene haciendo también Benedicto XVI con los tratos que parecen afligir ahora a la iglesia católica, ha entonado un acto de contrición: “A pesar de que estos actos ocurrieron hace más de 64 años, estamos indignados por el simple hecho de que semejante proyecto fuera auspiciado por el sistema público de salud de EEUU”. Por su parte Álvaro Colom, cuya sombra precipita cierto halo de sospecha, anunció que estudia exigir compensaciones para las víctimas. Lo que pasa es que puede que a Colom lo disuadan altas instancias institucionalizadas invocando el caso Rosenberg.
Como siempre el Poder arrea penitencias a deshora en culo ajeno, convirtiendo a los ciudadanos en cobayas, sin remilgo ético de ninguna clase. Frente a ello, el doble atracón de filetón de clembuterol es pura anécdota sin importancia. Muertos los afectados se suele pedir cínico perdón.
Luego dicen que los males endémicos de Latinoamérica se deben a su baja institucionalidad. ¿Acaso es buena institucionalidad hacer lo que hizo el sistema público de salud con los guatemaltecos contraviniendo las más elementales cautelas instrumentales de respeto a la dignidad humana? ¿O la ceguera o deslumbramiento de don Carlos Castresana con el suicidio perpetrado por otros en el caso Rosenberg deben considerarse paradigmáticos de la institucionalidad de los paises civilizados ? Algo huele a podrido en el sistema de convivencia que venimos aceptando y que ahora denominan institucionalidad. O, en palabras del sabio Judt, “algo va mal” en la forma en que nos relacionamos. Pateemeos, pues, el trasero de los arquitectos del sistema y de sus valedores, dado que la amenaza con descarriar en breve es más que cierta.
Doña Trinidad Jiménez no merece recibir en su bello trasero tantas patadas dirigidas a Zapatero. A lo sumo cachetitos benévolos del ejército de viejos verdes que vemos cualidades inmanentes en ella y su morfología, que no deja de ser una hermosa excepción entre sus correligionarias y correligionarios. Ella, además, algo sabe de sistema público de salud y de vacunaciones institucionales apresuradas y poco sopesadas de gripe A. Pero lo cortés no quita lo valiente: en los tiempos que corren debería tirar más un buen trasero que unos gnomos afanándose en dirigir una campaña de publicidad engañosa. Aunque cabe interrogarse si siendo simples cobayas podremos seguir distinguiéndo las témporas del culo o si la impotencia mental que se nos viene inoculando a todos terminará por llevarnos a la afasia ciudadana.
Este casi-difunto Dacio Gil, antes de mutarse en conejillo de Indias, quiere seguir removiéndose en su ataúd al alegre paso de doña Trinidad… aunque haya que mirarla de soslayo y desde la retaguardia. Mucho mejor eso que descubrir nuevos casos de la violencia institucional y el maltrato modal inaudito que asola este siglo sucesor del maldito siglo XX.
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