Mal profeta este viejo Dacio Gil para eso de las filosofías de la eterna juventud y las técnicas anti-aging. En eso es como el pobre Sísifo, lo intenta y se le presentan las dificultades; lo vuelve a intentar y cae de nuevo. Es como si se encontrase en una de esas cintas transportadoras como las del metro o los aeropuertos en las que en sueños se tiene la sensación de que no avanzas nunca. En el caso del pobre Gil es como si la cinta fuese como un tiovivo, que diese vueltas sobre sí misma sin conducir a nada. Dacio Gil lo intenta pero no le sale. Un viejo puede hablar más o menos de sabiduría, pero de eterna juventud le pilla ya a desmano. Por otra parte, a un seguidor empedernido de Elías Cañete (como el propio Canetti a veces decía apellidarse) igual que no le deprime razonar sobre “el enemigo de la muerte”, le cuesta bastante razonar sobre todas las terapias contra la edad. Llevaba razón en esto el prolífico autor de biografías André Maurois cuando afirmaba que envejecer no es más que una mala costumbre que un hombre ocupado no tiene tiempo de adquirir. Pues cursos de formación de los sindicatos...
Lo que es hablar de la lucha contra la edad para mantener la eterna juventud –aquella enfermedad desgraciadamente superada- posiblemente Gil no pueda hablar, pero ha hecho acopio de información para intentar comprender el proceso y la indefectible meta, pues tampoco es cuestión de dejarse morir así, gratuitamente, o, lo que es peor, contribuir a deteriorar más su ya quebradiza salud, pues es sabido que toda situación de estrés provocada por el Mobbing deja unas secuelas indelebles, después de las cuales el organismo paga por su supervivencia envejeciendo un poco más. A la edad tardía, a pesar de que nos pasma al comprobar cómo se aparecen con una sospechosa claridad hechos ya remotos cuando se es incapaz de recordar lo que ha acontecido hace sólo instantes, uno tiene ya un cierto método para utilizar la brújula de las experiencias y los materiales de lectura: Yoga en Sivananda, literatura sobre pensamiento Zen, el Siddharta de Hesse, la información en internet, etc., etc.
El viejo Dacio Gil ensimismado con la belleza de la universidad de Lund, tan próxima a Malmoe y tan recomendable para visitar sin prisas, desaprovechó recientemente – la historia del usufructuario de esta tribuna es una constante de desperdiciar oportunidades netas- la posibilidad de aprovisionarse de información sobre los logros de las investigaciones llevadas a cabo en el Departamento de Biología Molecular de aquella universidad, bajo la dirección del doctor Ron Pero sobre la “uña de gato”, extracto natural medicinal utilizado por los chamanes de Perú para curar buen número de dolencias. Algún día, tal vez, vuelva este viejo Dacio Gil sobre la documentación que ha ido acumulando sobre los métodos para retrasar el envejecimiento, incluidos los publicitados por Fernando Sánchez Dragó, pero de momento no es su prioridad absoluta, prefiere cultivar antes la mente y el espíritu que el cuerpo que nota ya los años.
Y estando en esas el viejo Dacio Gil encontró en una de las farmacias que forzosa y desgraciadamente frecuenta el siguiente anuncio: “Más de 50 % de producto. Ayuda a ralentizar el envejecimiento celular. El único obtenido bajo exclusivo procedimiento patentado por el CSIC”
Sin esfuerzo, el inquieto lector recordará que se refiere al mismo producto al que se aludía en un anterior post. Se insiste en destacar lo accesorio y lo esencial, las propiedades concretas antienvejecimiento del componente principal del producto, se relega a un plano completamente secundario. Pura sinécdoque. Así es el mundo de la publicidad. Así es la publicidad sobre el CSIC. Así es la publicidad del complemento alimentario Revidox.
Si uno se fija aún más en las farmacias comprobará que se nos bombardea con otros complementos alimentarios con el mismo componente principal: la uva. En una farmacia de un gran centro comercial, con una dimensión semiótica importante se publicita otra vinoterapia. Ésta de otra firma comercial radicada en Francia Caudalie. Paris se denomina la gama de productos. La publicidad se basa en que por 1995 se obtuvo una innovación científica importante: una patente exclusiva sobre la extracción y estabilización de los polifenoles de pepitas de uva. Los legitimadores son el profesor Vercauteren (al parecer especialista mundial en polifenoles) y la Facultad de Farmacia (de una universidad de Paris, se supone). Sus componentes estrella serían: 1. Los citados polifenoles de las pepitas; 2. El resveratrol de la vid, como el producto español; 3. La viniferina de la vid. Las ideas-fuerza principales de la publicidad son, en este caso, “la patente” y los "avances científicos".
También se publicita en los medios de comunicación, sin duda para contrarrestar la campaña del revidox, unos productos llamados Shambala (o Sirtunilus, por precaución de colisión comercial con otra gama de productos llamado Shambhala) con los mismos elementos activos que los anteriores pero centrando su legitimación en la Academia Española de Dermatología y en los doctores Pedro Jaén y José Sabán del hospital Ramón y Cajal. Se vende como un “trasplante de juventud”. La consejera delegada del laboratorio hace pivotar su argumentación publicitaria en que "todos los componentes fueron elegidos en base a ensayos clínicos con resultados probados, así como las concentraciones de cada elemento". Aparte del resveratrol, 'Sambhala' contiene tres potentes antioxidantes como Vitamina E, Vitamina C y el Ácido Elágico, procedente de la granada, así como Zinc, Magnesio y Selenio. Además del aceite de borraja.
Así están las cosas. Bueno no. Mercadona, dejando patente su indudable olfato mercantil y su inclinación por la innovación comercial también presenta –a precios mucho más competivos que los laboratorios- un producto antioxidante en su sección de bebidas y no en la de cosméticos. Bebida antioxidante reza el envase. Tal vez convenga empezar de menos a más. Además, por poner sólo un ejemplo más de los antioxidantes en el mercado, desde Ecuador se ofrece un antioxidante en base a un chocolate con tanta tradición como el ecuatoriano. El chocolate miotiga la depresión, nivela la presión arterial y desatranca, digo desoxida.
Así está el mundo de los productos nutracéuticos y su publicidad. Una moda que al parecer afecta a los genes y a los procesos enzimáticos. Tambien al cuerpo y al alma de las personas. Estará muy felíz el doctor Stephen de Felice que inventó la palabreja, pero habrá que ver si esos productos son efectivos y si las “validaciones” científicas son precisas y eficientes, además de legitimatorias. Mosquea un poco eso de recurrir al CSIC, a las patentes o a Institutos de escasa consideración científica. Sobre la ciencia institucionalizada , entre el Estado y el mercado, habrá que entrar un día a saco, sin ambigüedades. Se trata de una tribu, pero habrá que hacerlo.
Mientras tanto parecen caber sólo dos alternativas. Bien meditar sobre la muerte y acudir a quienes antes lo hicieron para afrontarlo como mejor se pueda. Bien atiborrarnos de productos nutracéuticos o su sucedáneo el vinito…o su tertium genus el producto de Mercadona. Y como colofón una cita ortodoxa de un científico donde los haya, de Woody Allen: “No quiero ser inmortal por mi trabajo; quiero conseguirlo no muriéndome”. Pues ale a elegir entre la amplia panoplia de productos…y de legitimadores científicos… Luego, el enemigo de la edad y Dios proveerán. Pero inmortales, inmortales sólo Bach y Mozart... Y la roja...
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