Se encontraba el viejo Dacio Gil preparando el prometido post relativo a la muy cultivada -y deseada- Luo Andreas Salome cuando repetidamente se le apareció la figura genérica del trío. Un trío intelectual pero también sexual y amoroso, de los que han habido –y siguen habiendo- muchos en la historia de la literatura en particular y en la vida en general. No en vano, como desgranamos en este blog, la literatura no es sino el reflejo de la sociedad en la que se inscriben obra y autor, tal y como quedó plasmado,sin ir más lejos, en el anterior post. El final del siglo XIX y el primer tercio del XX presenció el auge de la cultura europea en transición y en ese contexto la dulce y a la vez dura Lolja brillaba con luz propia. Quizá con demasiada luz, para desgracia de sus amantes individuales o multitudinarios (esto sólo en el caso de que el apotegma que dice que “tres son multitud” fuera rigurosamente cierto). Esta extraordinaria diosa tendrá un protagonismo como se merece en esta Tribuna Alta Preferencia.
El caso es que trío, triángulo, trinidad, tríada o triangulación se constituyen desde siempre en el centro de la vida del hombre. En especial los tríos que reflejan el amor, el desamor, la entrega y hasta la perfidia, ensamblando los elementos esenciales de la vida, el vértigo y la muerte. Con razón se suele identificar a los tríos con los boleros, los romances, o las serenatas .
Especialmente el bolero que cuenta aquello que en algún momento nos habría gustado decir y no supimos. Se ha llegado a decir que el bolero de los tríos es parte de la historia (¡y menudas historias!) del ser humano compendiado en esta estrofa: Esta es la historia de un amor/ como no hay otro igual/ que me hizo comprender/ todo el bien, todo el mal,/que le dio luz a mi vida/ apagándola después. /Ay que vida tan oscura/ sin tu amor no viviré...
Quien no se identifique con un trío o con lo que reflejan los tríos es que no ha vivido, que no ha sentido: amores, locuras, cariños, harturas. La crónica de la vida misma entre el amor, el gozo y el dolor; entre la aspiración (“algo contigo”; “si tu me dices ven. Lodo” ; “cuando vuelva a tu lado”), la nostalgia (“la última noche que pasé contigo”; “sufro tu ausencia”; “vuelve”; “te fuiste”), los abrazos (“abrazame así”; “amanecí en tus brazos”), los besos (“beso loco”; “bésame mucho”; “mil besos”; “usted”; “tus besos”), el abandono (“que seas felíz”; “nosotros”; “la última noche”), amor (“diez minutos más”; “te quiero, dijiste”; “amor de mis amores”; “tu no sospechas”), pasión (“contigo en la distancia”; “no te importe saber”; “piensa en mí”; “toda una vida”), amor prohibido (“cenizas”; “soy lo prohibido”; "no me quieras tanto”), desamor (“arráncame la vida”; “sabor a mi”; “ya es muy tarde”; “lo dudo”), tristeza (“sin ti”; “somos”; “reina mía”), engaño (“miénteme”; “mujer perjura”; “traición”) o esperanza (“caminemos”; “consentida”).
Como no puede ser de otra forma, el trío era, es y será una cuestión de tres a pesar del “requinto” (que no es un sexto ni un décimo personaje, ni un alcahuete, ni el detective contratado por marido o mujer que sospechan que son engañados, sino algo más sólido: una guitarrita de sonido potente y singular). A los innumerables tríos de carne y hueso que cualquiera conoce siempre habrá que sumar a los inmortales Panchos, los 3 Reyes, los 3 caballeros, trío Mexico, los 3 hernandez, trío calaveras, los 3 ases, los llaneros, trío San Juan, los 3 paraguayos, los caminantes, los 3 diamantes, así hasta los más recientes: los tres o los trío. Los trios existirán siempre, son la vida en sus diferentes manifestaciones. Por arriba o por debajo de los convencionalismos elaborados por el animal superior para intentar amarrar su convivencia sin excesivos sobresaltos.
Trios famosos hay innumerbles. A modo de ejemplo se pueden destacar los formados por Frida Kahlo- Trotsky- Diego Rivera; Gala-Dalí-Eluard; Lou Andreas Salomé-Paul Rée- Nietzsche; el "Conde" Alessandro di Cagliostro (o Beppo Balsamo), Lorenza Felichiani (o la "condesa" Serafina) y los infelices aunque libidinosos e incautos a los que sucesivamente iba desplumando la pareja de bribones con el "juego del tejón". Hay otros muchos en las aristocracias, en las curias y en el proletariado tanto urbano como rural. Aunque en este caso con más dificultad por las estrecheces propias de la condición de pobre. El viejo Dacio no olvida una anécdota –protohistórica ya- en la que un buen día, en un curso de postgrado sobre derecho administrativo económico, se le ocurrió preguntar a un catedrático de derecho administrativo, a la sazón hijo y hermano de catedráticos de derecho administrativo –y es de suponer que padre también de otros catedráticos de la misma materia- sobre una curiosa pero sugerente teoría relativa a los “procedimientos triangulares” que sustentaba en una revista del ramo otro catedrático de derecho administrativo de otra escuela (y otra familia, naturalmente). La respuesta del catedrático conocido familiarmente por “Chano” fue contundente: “Procedimientos triangulares, procedimientos triangulares…el procedimiento es sólo lineal entre la administración y el administrado. ¡Yo sólo conozco los procedimientos triangulares en el amor!” Dicho ex cathedra así será, siempre ha pensado el viejo Dacio Gil desde aquella anécdota cuando aún era un pura sangre juvenil. Y no se le ocurre apostasiar de tal axioma formulado por el representante de toda un estirpe de sabios administrativistas.
Pero algo pasa con los tres lados porque el ojo de Dios se representa con un triángulo y la masonería tiene como símbolo el triángulo. Las tríadas son importantes en química, música, historia y fisiología. Y ¿qué decir de la Santísima Trinidad? O de la santísima trinidad formada por Andreas Salomé, Rée y Nietzsche. O la serie de políticas triangulares llevadas a cabo por las Monarquías todas a lo largo de la historia. O la Comisión trilateral, cuando aún no existían el G 8 o el G 20.
Sin embargo de todo ello, sobre lo que este viejo Dacio Gil quiere hoy detenerse brevemente es sobre esa martingala que es la “triangulación”. Triangulación es mucho más que un sistema de control de balón en el fútbol moderno, ejemplificado en ese palabro del "tribote". En sociología electoral se conoce como triangulación la estrategia de marketing político que trata de persuadir a los electores con los temas principales utilizados como lemas por el contrincante. Parece que la estrategia la inventó un asesor de Bill Clinton, llamado Dick Morris, que ahora ha devenido en Pope de moda: se roban los temas de campaña al adversario dándole un enfoque levemente diferente. Con eso se ganarían elecciones cuando se deberían perder objetivamente. Ni que decir tiene que este tipo de estrategias sólo caben en contextos como el líquido actual donde nada es firme ni sólido y las ideologías son meros aditamentos de épocas pasadas, material de guardarropía. La política es ya materia exclusiva de los publicitarios, que se convierten en dioses en el horizonte de una campaña electoral. A esos dioses de ocasión se pliegan las maquinarias de los partidos y el Estado entero con objeto de seducir (o forzar) al elector reducido a la categoría de número receptor de mensajes suasorios muchas veces radicalmente contradictorios.
El caso paradigmático son las circunscripciones municipal y autonómica de Madrid en el horizonte de las elecciones del próximo año, en las que la organización electoral de la oposición (pero gobernando en el Estado) quiere presentar a dos "desocupados" como candidatos para apropiarse del debate sobre el deporte y la sanidad y eludir con ese humo razonar sobre el modelo de convivencia. El candidato a la comunidad es una especie de desocupado (sólo ha estado efímeramente en el CSIC, de sindicalista -en el CSIC donde siempre ha primado la cooptación, el nepotismo y el oscurantismo jurídico y económico- y como político ha ido, mientras tanto, haciendo "carrera" en el CSIC) que siempre, tanto él como su consorte y amigos, “se han desempeñado” como políticos estrictos desde los lejanísimos tiempos de la transición. Sin sufrir las erosiones del trabajo diario o su apariencia y las luchas intestinas en la oficina-laboratorio. Esta aseveración es fácilmente constatable y don Alejandro Nieto, el que fuera presidente del CSIC, podría atestiguar cómo se movieron en la transición los sindicatos de enchufados del CSIC para hacerse fijos. Él los sufría, además, en cada conferencia que daba; indefectiblemente, una tras otra. El ahora nominado candidato a la Cominidad era uno de ellos. ¡Lugo nos hartamos a decir que si Martín Villa y su coche oficial perpetuo! Estas chicas y chicos son puro Movimiento. La historia lo demuestra categóricamente. Han cambiado la camisa azul por la ropa de diseño, tal y como luce la señora vicepresidenta mientras le sigue corriendo el tercer turno...
La candidata (previsible) a la alcaldía es otra que tal baila. Nunca ha trabajado. Únicamente se ha movido dentro de la maquinaria electoral ahora en el gobierno nacional. Ese es su único bagaje: se la reconoce como hito profesional que fue esposa legítima de un diplomático y familiar directa de intermediarios jurídicos públicos que cruzaron la frontera política. Pero nada más, acaso, sí, que preparó, sin éxito, unas oposiciones funcionariales.
Por obra y gracia de la dichosa “triangulación”, los madrileños se van a ver en la tesitura de elegir entre lo malo y lo peor. Entre diferentes niveles de los ricos de la buena sociedad española. Unos más ricos que otros, pero todos sin haber dado un palo al agua más allá del connatural esfuerzo (“criminal; que no reconoce a Padre”, dicen algunos) que comporta la política. Los electores no merecen eso. O, al menos, no deberían merecerlo. La teoría de la triangulación parte del axioma que el elector no sabe discernir racionalmente y por eso se embarulla adrede un corto espacio de debate y decisión en las urnas.
Puestos a discernir, lo mejor sería optar por los tríos, el bolero y la vida. Los gozos y la sombras viviendo. Esta gente quiere gestionar nuestra conformidad estulta a base de fotografías de medallas, ¡Vamos Rafa!, Contador, la delirante Roja, vacunas, abortos y sonrisas made in buena sociedad. Los mismos que impugnan públicamente la imagen de ese icono extremadamente populista llamado Belén Esteban, utilizan los mismos espantajos y las mismas imposturas.
Mejor los tríos. O Julio Jaramillo, mucho más poliédrico aún en su tormentosa y agitada vida plasmada en algunas de sus canciones. Un ser sensible y racional no debería caer en esos engaños triangulares de la comunicación electoral que ningún gozo producen. Mejor la vida que el simulacro de vida que proponen los persuasores ocultos políticos. Mejor el riesgo de los amantes, a la luz del día o escondidos, que esa falsa seguridad con la que tratan de estafar esos "desempleados" que viene cobrando, a la luz o de tapadillo, de un erario público que euro a euro y pago de multa tras pago de multa e impuesto tras impuesto (o mediante expropiación sin justiprecio, como en el caso de los funcionarios sorprendidos en su buena fe por el gobierno de "desocupados") engrosa el estulto elector al que, para más INRI, cada cierto tiempo se le recaba el voto para así ellos poder seguir con el garlito mucho tiempo más, viviendo como nuevos marqueses del siglo XXI o como sindicalistas verticales dentro del Movimiento.
Pecar por pecar, no debería de haber duda. Acaso sólo para los ambiciosos, para los que exclusivamente gozan con la erótica del poder, estaría reservado dudar.
O sea, lo mismito que el bolero de Agustín Lara "Pecadora" evocado por muchos tríos y memorablemente por los Panchos:
Divina claridad la de tus ojos
diáfanos como gotas de cristal
uvas qué se humedecen con sollozos
sangre y sonrisas juntas al mirar
sangre y sonrisas juntas al mirar.
Por qué te hizo el destino pecadora
si no sabes vender el corazón,
por qué pretende odiarte quien te adora,
por qué vuelve a quererte quien te odió.
Si cada noche tuya es una aurora
si cada nueva lágrima es un sol
por qué te hizo el destino pecadora
si no sabes vender el corazón.
Pues eso. A tomar nota, que luego nos quejamos sin siquiera haber gozado con el sentimiento. Se nos escapa la vida narcotizados con eso de votar o creyendo intentar defender entelequias en las que ni los mismos propagandistas creen. Mejor será aguardar esperanzados a que alguien nos intente arrancar el corazón...y le mantengamos el pulso... mientras la vida siga a nuestro alrededor sin percatarnos. Entonces será el amor. En forma de bolero. Como enseñan los tríos.
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