viernes, 11 de noviembre de 2011

EL NUEVO CONSENSO CONSTITUCIONAL.

El viejo Dacio Gil anda estos días la mar de inquieto. Intuye que se avecina un gran pacto de Estado. Un nuevo consenso como el que posibilitó la transición. Todos los ingredientes ya están sobre la mesa. Ya sólo restaría encajar las piezas. No va a ser fácil, pero parece el momento pintiparado. Al viejo Gil le desazona este nuevo consenso que se avecina pero se alegra del funcionamiento de las instituciones y actores y agentes políticos. Recomienda al eventual lector de este post que pueda quedar escamado tras su lectura, que se haga con el libro de Thomas Dranstadt, La trampa del consenso, primorosamente prologado por el eurodiputado del pepino oversize Francisco Sosa. Leyéndolo, el curioso lector comprobará cómo los cantos de sirena que están llegando últimamente a las Comunidades de Madrid y Valencia de empresarios norteamericanos “emprendedores” dispuestos a invertir muchísimos millones en casinos de juegos y un gran Shopping Mall no son nada nuevo. No son, ni más ni menos, que nuevas versiones aumentadas de los esperpentos de los aeropuertos de Ciudad Real y Castellón. Convencidos todos de la bancarrota de Estado, Municipio, Familia y Sindicato, toca ahora la época del “desarrollismo”. Los tecnócratas del Opus Dei de Mariano (como les podía haber tocado a los otros de Alfredo, seamos honestos) prepararán celadas de este tenor para elevar la moral de la ciudadanía con el señuelo de inversiones millonarias y multiplicación exponencial de puestos de trabajo. Dirán la inversión pero callarán las desamortizaciones y cesiones públicas que comportan. Nadie invierte para perder.

Pero, desgraciadamente no parece que los tiros vayan a detenerse ahí. Parece mucho más grave y oscuro. Carente de la más elemental transparencia que, por lo demás, es desconocida en Rojiquistán. El viejo Dacio Gil intentará ir por partes para no liarse. El que ahora se vuelva a destapar el affaire Urdangarín huele a chamusquina. Eran ya conocidos los negocios del consorte y de ahí su huida –pensionada, eso sí- a EEUU, acaso sugerida por los servicios de inteligencia. Tapar la primera humareda en espera de que la lluvia fina y persistente aplacase el fuego. Tan contentos nos quedamos con la coartada de que los Duques de Palma emigraban para que sus hijos estudiasen con los de Obama. Desde luego no es casual que se retome de nuevo el tema con mayor lujo de detalles. Conocíamos la música y ahora nos van dosificando letra, porque interesa a todos. A todos. Por eso se dan las condiciones objetivas para el consenso: Involucrada la Casa Real, ésta debe mojarse y propiciar una huída ordenada. No propone -¡Válgale Dios!- el viejo Gil que el rey, como sus ilustres antecesores, cruce los Pirineos o se instale en Grecia, no. Ordenada en el sentido de que todos callen. Que las elecciones sean un ejemplo de generosidad y de olvido. Pero este proceso debe de ser ordenado y nada mejor que sentar sus bases ya: Tierra quemada sobre Campeón, Gurtel, Cajas de Ahorro y demás minucias de perra gorda. Una nueva Restauración con su Straperlo y su Aurelios Lerrouxes particulares. Nada nuevo bajo el sol hispano. No es preciso invocar una pequeña muestra de la cadena de escándalos que jalonan la historia de España: la “Caja de Imposiciones” de Baldomera Larra; MATESA; la Prelatura Personal del Opus Dei y el CSIC; Sofico Renta; las RUMASAS de la familia Ruiz; Fernando Belinchón y los fondos europeos del CSIC; el caso Malaya en Marbella, por citar sólo la calderilla. Este episodio, pues, es uno más de una cadena interminable. Como queda visto, ni mucho menos es el primero ni será el último. La Historia de España es un continuum de granujadas.

Los poderes y las fuerzas vivas se reunirán para debatir los informes elaborados por el CNI y su correlato en el Ministerio de Defensa y concluirán todos que es necesario un punto y seguido, dado que al tratarse de un continuo histórico del ser humano no cabe Punto Final. Convencidos de las amenazas de los enemigos de España, las fuerzas vivas convendrán correr un escupido (o estúpido) velo y se hará partícipe de la decisión adoptada por consenso al resto de las fuerzas políticas minoritarias y nacionalistas. Éstas se sumarán a él. Cerrada esta etapa de trinconeo institucional generalizado (literalmente, una España concursada) ya sólo cabrá decir aquello de a otra cosa mariposa. Y el consenso posibilitará la nueva transición pilotada por el PP de Mariano.

Para este consenso era imprescindible la participación del Rey, tal como ocurrió en el 23 F. Con el re-destape del caso Urdangarín, el Rey no podía hacer que no le concernía. De seguro, por el bien de España se hará tabla rasa de todo lo acontecido. Por el bien de España se cursarán las sugerencias institucionales (en democracia no caben imposiciones) para que todo se pare, para evitar que lo que resta por saberse llegue a conocimiento público. Por el bien de España toda esa pocilga económica quedará reducida a una innombrable etapa tóxica que quedará al margen de la historia oficial. Ni más ni menos que lo que está pasando con Bancos, Cajas de Ahorros y tantos otros chiringuitos económicos.

El usufructuario terapéutico de esta Tribuna Alta Preferencia está persuadido de las bondades de la democracia y el consenso. En una autocracia todo se calla haciendo desaparecer a los disidentes y a quienes osan destapar la corrupción institucional institucionalizada. En los regímenes totalitarios se extermina a los opositores. En democracia no. En democracia todo es susceptible de ser arreglado por el acuerdo de quienes se mueven en los salones y los aledaños del poder: los representantes del pueblo. Los supuestos mandatarios electorales y los medios de comunicación siempre terminan agradeciendo estas iniciativas: sobreviven por ellas. La eterna canción de "los pocos"rindiendo cuentas (Accountability) frente a "los muchos". El ser humano en los palacios y en las cloacas.

¿A quiénes beneficia este nuevo consenso negativo (Negative Bindung)? Cada cual pensará un beneficiario, pero es fácil suponer a quiénes beneficia más. A quiénes perjudica es obvio y evidente: a los paganos, a los de siempre. El gobierno que salga de estas nuevas elecciones habrá de dejar en el cajón de los asuntos tóxicos toda la corrupción que vaya descubriendo en las instituciones, pues tiene comprometida su palabra con el Rey y el resto de los actores. Por descontado que a esa organización ganadora electoral también le interesaba que sus correrías se mantuvieran en silencio.

El viejo Dacio Gil se alegra de que estemos en una democracia. De que el ser humano tenga rasgos de humanidad. De que los agujeros del sistema económico y moral de convivencia sean restañados periódicamente. De que la etapa que vivimos ahora no sea más que un eslabón en nuestra fecunda historia. De que el sistema institucional tenga mecanismos para absorber las graves disonancias. De que la transparencia tenga un límite para que no se produzca el delirio de la conflagración dentro de la misma nación y los mismos límites soberanos. En definitiva, de que el Derecho y la moral lo presidan todo.

Y, por supuesto, el viejo Dacio Gil se enorgullece de poder contar con un sistema de garantías y un orden judicial capaces de hacer frente, desentrañar y desvelar cualquier desviación por pequeña (o inmensa) que sea de la legalidad vigente, sin distinguir con sus privilegios en la condición pública o privada de todos los intervinientes en el garlito.

Afortunadamente el ser humano inventó la transparente democracia y las garantías que comporta ésta y desterró para siempre la ignominia del totalitarismo.

El viejo Dacio Gil da gracias al Santísimo de que el Juicio Final nos vaya a pillar a todos convenientemente confesados de nuestros pecados.

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