Tal como se han despeñado los acontecimientos, no nos cabe ni el recurso de decir que nos sentimos gobernados por un gobierno legítimo. Ni gobernados ni que las medidas adoptadas proceden de un gobierno con legitimidad electoral. Se trata de medidas –nos dicen- “impuestas” en no se sabe bien qué mesa de negociación y defendidas –o refutadas patrióticamente- por ignotos negociadores ocultos. Por supuesto se escamotea cualquier atisbo de transparencia del eventual debate entre los negociadores. Lo de ayer fue una simple puesta en escena, una mala representación. Puro simulacro constitucional ante el que todos nos indignamos pero callamos por miedo o por falta de vergüenza. Aparentemente se exigen sacrificios. No lo son, se trata de puras, simples y estrictas confiscaciones informáticas: el dinero no fluye, se trata de asientos presupuestarios en una inmensa ingeniería contable. No dan para más en sus contabilizaciones binarias: bancos buenos y banco malo; ladrones buenos y funcionarios malos. Se trata de una gran estafa, de un engaño sin precedentes. La democracia desfalcada corpore insepulto. Y quienes guindan a la finada son precisamente sus familiares más directos. Quienes recabaron los votos con otro programa explícito –todo el arco parlamentario, de consuno, “comparte y hace suyo" el programa oculto- son los que manejan el descabello social. ¡Han descabellado a la democracia cuando yacía cadáver en el suelo!. Todos concernidos por el engaño pero son ellos -los vencedores electorales- los ejecutores, los que han empuñado el verduguillo. Verdaderamente no hay salida dentro de este sistema. Quien lo salve –si es que alguien lo puede salvar- habrá de venir de fuera.
Es profundamente injusta la orquestada campaña de demonización social de los funcionarios. Resulta radicalmente injusto que sea la gran masa de funcionarios la que aporte la parte mollar de las confiscaciones para la perversa ingeniería contable. Entre los funcionarios de base pocos hay que hayan robado o se lo hayan llevado crudo. La mayoría no conoce lo que es una bufanda, un fondo de reptiles o una gratificación extraordinaria Ni siquiera pudieron llenar sus bolsillos con facturas sin IVA y en “negrete” como los encofradores y soladores de ocasión. Y no digamos arquitectos, promotores y concejales de la cosa. ¿Por qué pagan el honesto catedrático, el honorable vigilante nocturno o el emprendedor auxiliar que se ha limitado a cumplir con lo que le solicitaban? ¿Por qué se mantienen todavía en el limbo las responsabilidades en las sustracciones y las culpas in vigilando? ¿Qué ha pasado con quienes diseñaron las ambiciosas campañas de huída del derecho administrativo y se liaron a crear las personalidades distintas del Estado? Los hay de todos los colores y se blasonaban de tecnócratas y de estar a la última en eso de la nueva institucionalidad pública ¿Qué les toca reintegrar a quienes se lo llevaron crudo (en el plano legal o en el ilegal) dentro del ámbito público? ¿Cuántos han hecho acto de contrición y han confesado que, con sus actos reiterados, se desviaron de la ética pública y bordearon la otra linde de la legalidad?
España en los últimos años ha demostrado ser un enorme albañal indecente, pútrido e insolidario. Y no precisamente la mayoría de los funcionarios de base eran los adalides de la indecencia y el codicioso egoísmo. Pensar que lo fueron es desconocer las bases mismas en las que se mueve el funcionariado de base. Sin comparación con las tropelías que llevaron a cabo los empleados bancarios, los de la MM y demás entidades aseguradoras en estado de latencia en sus escándalos, los empleados de las consultoras externas y de auditoría, los corredores inmobiliarios y tantas y tantas áreas profesionales más. ¿Qué responsabilidades tiene, además, la llamada “aristocracia de Estado” que ha venido consintiendo lo que pasaba apartándose de su funciones tasadas usando con demasiada frecuencia sus contactos para ir y venir por la puerta giratoria? ¿Cuántos han reingresado ultimamente subrepticiamente en la administración, bien cubierto su riñón, cuando las empresas que los contrataron por su vinculación pública han quebrado o han participado del “concurso” nacional de quebrados?
Lo fácil es buscar el chivo expiatorio en la mayoría del funcionariado de base. En realidad es chivo confiscatorio pues en la consideración de la élite del poder no alcanzaría el funcionario de base a la condición siquiera de chivo expiatorio al modo planteado por René Girard. Al funcionariado de base se le ha puesto en el disparadero, obligado a hacer el papel de Job en La ruta antigua de los hombres perversos. La utopía felicitaria de las TIC transmutada en sacrificial razón instrumental para la sustracción salarial de los segmentos más débiles y completamente exentos de responsabilidades. Luis Candelas en la Moncloa entregando sus óbolos entre oraciones y lamentos a la diosa Bruselas. Europa pastoreada por venales carceleros enajenados. Es el cinismo superlativo del callar y mirar para otro lado mientras se forraban (sin declarar IVA) los implicados en las burbujas financiera e inmobiliaria y recurrir ahora al sedicente ahorro con las soldadas de los más necesitados. Les importa un bledo la clase media; esa clase media en la que se ha autopecibido siempre el funcionario de base. Así genéricamente formulados puede sonar a hueca demagogia estos lamentos del viejo Dacio Gil pero nadie podrá dudar que las víctimas tienen nombres y apellidos; carne, osamenta y vidas honestas concretas. Cada cual sólo tiene que mirar en derredor. Desde esta Tribuna Alta Preferencia se divisan múltiples casos concretos, familias enteras, cuya ética era la del servicio y no la de la ganancia rápida y sustanciosa. Personas que jamás han jugado al trile.
Todo lo que está pasando en España se saldría del modelo taxonómico de José María Maravall: Ni es democracia sin estado de derecho ni, en rigor, es estado de derecho sin democracia. Los últimos reductos de uno y otra han saltado por los aires hechos añicos. Es un permanente y estructural estado de excepción contra los más débiles mientras se van dosificando sucesivos planes de estabilización y devaluaciones encubiertas entreverados con manipulaciones institucionales del patriotismo futbolero. Residimos en el ¡Estado de no hay Derecho!. En el que las instancias de representación, todas ellas sin excepción, se encuentran enrocadas en simulacros de sustitución que sólo buscan confundir a las víctimas en un desesperado tente mientras cobro en espera de un adelanto electoral. Nadie se marcha, ni dimite ni renuncia asqueado por tanto desatino. Prietas las filas.
Pretenden que transitemos de la cleptocracia a un totalitarismo que solo quiere contar con ciudadanos resignados y conformes. Y piden sacrificios a quienes menos entienden de cleptocracia. Aspiran al tabula rasa del rey abajo ninguno. El ejemplo más evidente de cuanto viene aconteciendo es Paquito Marugán. Sus conmilitones han tratado de evitar por todas las vías que este experto practicón en financiación de partidos se reintegrase a su puesto funcionarial y pueda acogerse a “servicios especiales”. Intentaron colocarlo en el Tribunal de Cuentas, que es quien debe de vigilar la contabilidad de los partidos, y al ser repudiado en la casa del hijo del antiguo presidente del Congreso de UCD y cercenarle la posibilidad de esa nueva jubilación dorada, lo han situado, con forceps, en una adjuntía de esa institución absolutamente fallida que dice llamarse Defensor del Pueblo, con sueldo equivalente al del Congreso de los Diputados. ¿A quién va a defender el señor Fernández, si el pueblo esta siendo exterminado por todos los medios? ¿Cabe un Defensor de menos de medio Pueblo? ¿Es eso serio? ¿No es oneroso baldón una institución fallida en las actuales circunstancias económicas? Consecuencias del imperio de la razón cínica. Del albañal que lo contamina todo.
El viejo Dacio Gil no quiere ser tildado de pesado, pero forzoso es recomendar en estos tristes momentos históricos el visionado detenido de dos entrevistas de Alejando Nieto en televisión que recogen de manera cabal el extrañamiento al que quieren forzar a la gente de bien en este país del doble nivel de mensaje institucional. En el Reino de la mentira y el pillaje: http://www.youtube.com/watch?v=QrCJmLXX9oY
¿De qué sirven las instituciones, de qué sirve el estado de derecho, de qué sirve la democracia si nadie dice conocer a los responsables de la adopción del conjunto de medidas sacrificiales de una víctimas que no se lo merecen? En esas coordenadas ya no quedan ciudadanos, los escasos espectros que se atreven a pulular por las calles y plazas enfundados con sus camisetas de la Roja son personas que en su día se inclinaron por hacerse funcionarios destinando años y dinero a preparar unas oposiciones que les enseñasen los fundamentos de lo que debería ser la ética pública. Hoy los han convertido en manifestación cabal del chivo confiscatorio: perdieron años y dinero al comienzo de su carrera. Se ajustaron el cinturón y administraron sus moscosos a lo largo de ella. Al paso que vamos, terminarán babeado su incipiente Alzheimer ante los administrados sin que se les reconozcan, no ya los derechos estatutarios económicos adquiridos, sino los trienios y una soldada digna homologable a la de los empleados de los bancos y las aseguradoras del tipo MM o Mapfre que son ya como casi un Ministerio.
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