Este es un país de piratas y bucaneros. Aunque tratemos de aparentar lo contrario, no nos salvamos ninguno, cada cual en su ámbito aplica el spoil system. Nos gusta asaltar y despojar a los demás de la poca o mucha dignidad de la que cuenten en el instante supremo del abordaje. El caso es hacer daño al patrimonio ajeno sin reparar en el perjuicio que con ese comportamiento ocasionamos en vidas y haciendas.
Aquí hasta el Tato ha entrado en “la concursal” (una martingala muy made in spain para perjudicar a los de siempre y beneficiar a la oligarquía de listillos en aumento), se ha socializado tanto que, como pasa siempre, termina pillando a los de siempre, a los de en medio, y a los que han actuado con lentitud impropia de las martingalas del mercado. Cuando el funcionario administrativo se empieza a pensar eso de declararse en “suspensión de pagos individual” aparece la zarpa del Estado y de la justicia para cerrar el grifo (¿que se han creído estos mequetrefes? ¿Que estas medidas están pensadas para seres insignificantes? piensan cíclica y cínicamente los dueños del país y sus esbirros). No se salvan ni el Estado, ni las Cominidades Autónomas, ni los Ayuntamientos, ni la FEMP, ni las empresas del ladrillo, ni los soladores o encofradores con empresa propia, ni las empresas de servicios, ni los partidos políticos ni la propia conferencia episcopal: aquí todos pretenden una “quita” (un pirateo consentido jurídicamente) a sus deudas aprovechando el canguelo del acreedor y la retórica de la crisis mundial.
El viejo Dacio Gil no tiene nada a favor ni en contra del señor Ruiz Mateos, pero si cuenta con informaciones radicalmente verídicas sobre el proceder sumamente heterodoxo del empresario desde tiempos lejanos. Pero la cuestión es quién determina la ortodoxia y cuáles son los umbrales no escritos que no se pueden traspasar aunque los traspasen a diario unos cuantos aureolados de buena reputación. Ya pasó con don Jesús Gil hace años; nada que ver, a pesar del apellido, con este viejo Dacio. El maduro Dacio Gil (aún no había caído en la senectud que ahora porta) sufría mucho en aquella época leyendo las barrabasadas que la prensa transmitía de su colombroño. A tenor de lo que leía y escuchaba, lo consideraba un delincuente. Andando el tiempo se descubrió que la forma de actuar de ese otro Gil la estaban practicando todas las corporaciones públicas y nadie rechistaba. Se destapó toda la corrupción urbanística que ha asolado España con los mismos métodos de la familia Gil (por favor no confundir con la de este otro Gil que ahora escribe). Pero ya el escándalo mediático fue menor. Algo similar ocurrió con don Mario Conde, hombre de fulgurante éxito financiero que cayó en desgracia al adentrarse en el mundo bancario aplicando al descubierto (autocréditos y demás) la misma heterodoxia que otros llevaban años realizando a cencerros tapados. Es lo mismo que los escándalos de las Cajas de Ahorros cuya “concursal” ha sido“regularizada (son muchos los implicados, había que taparlo) en el sibilino orden legislativo dentro del cambiar algo para que nadie cambie. Harta parecía estar ya la oligarquía económica -y también política- de la proliferación de Cajas, cajitas y cajititas. Vino viejo en odres nuevos.
El viejo Dacio Gil tiene una particular aversión a todas las lapidaciones, pero especialmente a las mediáticas. Por lapidaciones y por mediáticas, que son un cóctel explosivo. Se pisotea a personas e instituciones con impunidad mientras idénticos focos de corrupción permanecen en un sospechoso silencio o aparecen edulcoradas para poder regularizarse de matute. Es la historia de España, no vale ahora rasgarse las vestiduras como meapilas. Que Ruiz Mateos es un heterodoxo sin escrúpulos o sin una idea seria del interés común, tiene muchas posibilidades de ser cierto. Pero ¿es que alguien está libre de culpa y puede tirar la primera piedra? ¿No se trata de la típica cortina de humo que tapa el colapso estructural de un sistema que se mantiene a duras penas a costa de los de siempre?
El viejo Dacio Gil es desde muy joven un ser enamorado. Su corazón está traspasado por la flecha de Cupido en forma de rayo. Tiene el corazón rayista, le surcan flujos sanguíneos con una cordial franja diagonal. Nunca ha ocultado su vuelo nupcial. Es más: siempre ha intentado hacer sano proselitismo de su rayismo. Jamás ha ocultado tampoco que no gusta de las heterodoxias de unos ni de otros; esas heterodoxias existentes en todos los ámbitos hispanos. No hurta el pensamiento por el que Ruiz Mateos no es, ni mucho menos, su prototipo de líder ni de santo. El dueño de rumasa ha tenido un grave error impropio de sus ingenierías: plantearse tarde eso de “la concursal”, cuando la oligarquía ya ha malbaratado esa peculiar técnica de regateo y se plantea ya cerrarla bajo siete llaves pues no tolera eso de la socialización de las ingenierías financieras que desacreditan a todo un sistema que se mantiene a flote sólo por su opacidad y su aristocrático envilecimiento selectivo.
Desgraciadamente el futbol ya no es lo que era: una fuente de diversión atlética del hombre (sic). Ahora es una ideología del capitalismo más espurio que se utiliza para amansar o enfervorizar a las masas de todo género. Todos somos culpables de haber llegado a esa situación, unos por acción, otros por omisión. Ya no quedan Santiagos Bernabeus, ni Marcelinos Gil (también jura por sus padres el viejo Dacio Gil que no es familia de aquel honesto panadero que fue presidente del mejor rayito, al que despojaron de la presidencia con métodos mafiosos de acoso). Hoy el mundo del fútbol es una cloaca en la que se alimentan representantes del Estado, de las Comunidades Autónomas, de los Ayuntamientos, de la Corona etc., etc., etc. Panem et ciercenses.
Pero dicho todo eso hay que reconocer que tanto ladrido mediático (con abundantes datos filtrados) contra la familia detentadora de la razón Rayo Vallecano huele a chamusquina. Vale, son piratas ¿y quién no? La prensa -especialmente la de PRISA, pero no sólo esa- viene apostando por romper al Rayo para destripar sus entresijos. Han intentado por todos los medios hacer vomitar a los futbolistas la confesión unidimensional de que la presidenta les paga “bajo cuerda” para santificar con ese dato el circulo vicioso. No quieren otra confesión: ¡los Ruiz Mateos en fase consursal, pagan bajo cuerda en perjuicio de otros acreedores! Este era el titular escandaloso ansiado por la canallesca política y deportiva.
El viejo Dacio Gil tiene una especial sensibilidad rayista pero no puede entender el montaje de los aficionados el pasado miércoles. Sobrecogía observar cómo la masa (sin capacidad de decisión de ningún tipo; mucho menos societal) manifestaba su frustración y descontento. Un descontento lógico pues este año don José Ramón Sandoval -un hijo del pueblo con mucho afán, muchas luces y mucho sentido común- con un puñado de jóvenes ha hecho soñar a una afición con un futbol inequívoco mientras a la canallesca sólo importaba publicitar los "éxitos" de Mou (que no Lou; mucho más excelsa), los cabreos de Cristiano (cristiano es también, por propia confesión, don Josemaría), las exquisiteces de Messi, el marquesado de Del Bosque, o la foto de la Roja en el mensaje de navidad del rey.
Insignificante era para los medios el rayo hasta que se ha masticado el escándalo.
La frustración hace rebelarse a las masas. Pero esas mismas masas no pueden olvidar que cuentan con los abonos más baratos de España para ver fútbol en la Adelante esa; que los Ruiz Mateos han dado cierta estabilidad al Rayo (sí, claro, se han aprovechado de los beneficios de la razón social; por supuesto) y que hoy por hoy son su única solución (no parecen caber “milagros económicos” como los habidos con el trato deferente respecto a las torres de Florentino, o la Peineta de los Gil) máxime estando en situación pre concursal, atados formalmente de pies y manos a los administradores. Da la impresión que la masa ha sido agitada sibilinamente con intenciones ocultas y poco claras. Frustración sí, pero cordura también debe de haber, sopesando todos los elementos en presencia, pues nada, nada es lo que parece…aunque lo parezca al repetirse en todos los medios.
El usufructuario terapéutico de esta Tribuna Alta Preferencia ama al Rayo. Al Rayo, a la franja roja, no a sus dirigentes ni corifeos. Como ama a España y no a sus instituciones. Como ama a Lou y no al feminismo militante institucional.
Pero un amante en ejercicio debe intentar ponerse en el lugar del otro ejerciendo una mínima empatía. Dejando que el objeto de nuestro amor se explique para ver si nos convencen sus explicaciones. Eso es el amor, esperar la dulzura del otro respondiendo a nuestra propia ternura. El pasado miércoles todo era desparramar y ya se sabe lo que dice Iñaki Piñuel sobre el desparramar en las fases de acoso moral más crueles. El amor lo cura todo y al menos el señor Sandoval merece todo el amor de todos los rayistas, sin distinción de género.
Daba asco ayer noche escuchar “el larguero” en la cadena SER: en un acoso constante del nuevo José María García (todos terminan en la misma cochiquera, también el señor De la Morena) para que Sandoval vomitase contra sus patronos. Era una metáfora de la manipulación desvergonzada que asola España. Menos mal que el señor Sandoval tiene todas las características de ser un hombre enamorado con un grandísimo sentido común. Y unas altas dósis de sano afán. Del afán tan exquisitamente predicado por el Santo Padre Luis Landero en la figura de Don Augusto Faroni.
¡Amo al Rayo! ¡Aborrezco los sinsentidos masificados! ¡Detesto el acoso moral y la manipulación inetersada! Sostiene el viejo Dacio Gil.
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