martes, 12 de marzo de 2013

¡QUE NO NOS DOBLE EL VIENTO!: VOLVER A LA ESPERANZA DE VERDAD.

Es de una hipocresía aplastante mofarse desde España del movimiento de contestación al que presta imagen Beppe Grillo y respetar –y a veces reverenciar- a cualquiera de los políticos o de la autoatribuida élite institucional hispana. Ni en el ejercicio de la más grande prudencia cabe el respeto a nadie en este escenario institucional-mediático mientras el ciudadano honrado hace cuentas en la frialdad de su cuarto para cuadrar las monedas y conseguir terminar el mes. Ya no cabe ni siquiera la cínica petición de público perdón que algunos escenifican como parapeto de los demás. Los españoles nos hemos acostumbrado demasiado fácilmente a desviar la mirada cuando la agresión es máxima. En ese estado de aparente indiferencia, llegamos a aceptar bovinamente, por ejemplo, que agencias estatales en cuyo seno se establecieron una madeja de desfalcos legales e ilegales salden los atropellos con la creación de etéreas y formalísticas “Unidades de calidad” sin haber recuperado lo desfalcado ni siquiera reprendido a los actores directos o indirectos. ¿Podemos llamar a esto reingeniería de procesos? ¿No entraña un nuevo retroceso en la búsqueda de la verdad, cuando no vil encubrimiento?


Tal vez nos hemos vuelto a extraviar en la senda de la ejemplaridad y aceptamos de grado y sin rechistar argumentos como el de la señora Barcina, la jefecilla de Navarra, que espeta con desparpajo que eso (lo de llevarse privativamente crudo el caudal público) lo hacía todo el mundo en época de vacas gordas. Vano intento de justificar lo que no puede justificarse en serio. Es tan inverosímil como pretender mantener la licitud de los órganos superiores del CSIC cobrando siempre un plus en las dietas de viaje por encima de las legalmente estipuladas. ¿Que así se hacía aunque  los viajes eran los mismos para todos los desplazados? Si, pero es que eso no es ni lícito, ni igualitario, ni honesto ¿Sería eso razonable y ejemplar siquiera retrotrayéndonos a la época del becerro de oro? Los estómagos agradecidos –o los bolsillos ídem con las migajas- de quienes debían controlar e intervenir ni rechistaron en su momento. ¿Los sindicatos representados en los órganos de dirección y asesoramiento de la agencia eran entonces ciegos y sordos? ¿Acaso estaban comprados con diferentes sinecuras corporativas o individuales? Se podría escribir perfectamente un libro sobre todas estas prácticas: No sólo Hitler. Por doquier aparecen los verdugos voluntarios deslumbrados por migajas o destellos de hojalata. Recuérdese que era el tiempo de la ética pública y la calidad total… ¡y hasta del camelo de la pomposa responsabilidad social corporativa! En vez de interés general, responsabilidad social corporativa, también en las agencias públicas servidas por funcionarios espléndidamente remunerados con doble régimen jurídico para tener bien cubierto el riñón. Puro contrasentido como ha demostrado la evolución histórica. Como el contrasentido esencial de que una agencia estatal cuente con una Fundación para su maniobrabilidad. En modo alguno para alcanzar objetivos sociales inalcanzables desde al ámbito de la agencia. Las Fundaciones de las agencias estatales (o de las universidades) son mera ingeniería para, entre otros privilegios, poder compatibilizar sueldos públicos con los de la persona moral ¿Verdaderamente son persona moral en tiempos de general inmoralidad? ¿Son necesarias para concitar a la sociedad civil y económica o son mera redundancia organizativa? Puro contrasentido, si bien se mira. Parece claro que, pese a tibias proclamaciones interesadas, desde las instituciones nadie pretende regenerarse en la España del trile institucionalizado institucionalmente, bajo veste de que todo no pueden llegar a conocerlo los ciudadanos. Los que ahora participan de las jeremiadas, en su momento robaron-o indujeron o consintieron- a mansalva. No se ha salvado casi nadie de quien pudo y quiso…incluso hasta apeteciendo las simples migajas... ¿Qué hacen ahora? Reasignan efectivos, duplican funciones, desvisten al mono y vuelven a colocar al mismo mono otro torpe aliño indumentario. El tiempo volverá a poner todo al descubierto. Así se teje en el telar de Penélope.

A no dudar, los españoles estamos necesitados de un Beppe Grillo que empiece a levantar las tapas del alcantarillado: aparecerán múltiples espías, mucho comemierda y muchísimo excremento. Es precisa la voz de alguien con crédito social que enarbole la esperanza de un régimen totalmente nuevo en el que el fuego flamígero (metafórico, por supuesto; no sea que algún soplón escondido quiera emplumar al viejo Dacio Gil en algún aquelarre judicial de los que tanto abundan por invocar el fuego salutífero en las organizaciones) purifique algo el ambiente. Esta asfixia es socialmente más devastadora que una epidemia de cólera.

Desde esta Tribuna Alta Preferencia no se aprecia a casi nadie que pueda representar en España un papel similar al de Beppe Grillo. Acaso el más indicado fuese el Santo Padre Luis Landero: tiene un largo background, cultura, conoce los confines del afán y mira con la distancia que caracteriza al sabio. También, si su mala salud de hierro no fuera un impedimento, Antonio Gala sería un magnífico aglutinador, sus diarias verdades del barquero en La tronera recuerdan a Peter Noll y son de ejemplar clarividencia y humanidad. El viejo Dacio Gil piensa –aunque no con excesiva imparcialidad, pues siente predilección por este brillante catedrático de ciencia política- que Palinuro, Ramón Cotarelo, sería también un espléndido, brillante y lúcido aglutinador; aúna como nadie, juventud y madurez; sabiduría académica y noble gramática popular. Jamás tuvo miedo alguno.

Fuera de cualquier duda, la figura que hubiera cumplido a la perfección el papel de aglutinante que lleva a cabo Grillo en Italia nos abandonó casi recién doblado el siglo XXI. Un granadino ya intentó despertar las conciencias en pleno despunte del becerro de oro y las sevillanas. Desde la Transición misma. Por ello fue denostado por unos y por otros y hasta se llegó a propalar, en desesperado intento institucional por desacreditarlo, que le financiaba el coronel Gadafi o que lucía un espectacular mercedes de color blanco por las calles de Granada. Lo cierto es que sus recitales eran una congregación de fieles rebeldes que se adelantaban a ver, como él, las enormes posibilidades del sistema democrático pero también la pesada losa del franquismo sociológico. Su tierna transición de la rebeldía a la copla pasando por el amor es de las más bellas trayectorias habidas entre la gente de la cultura. Un ejemplo de humanismo y humanidad. El viejo Dacio Gil desde bastante joven, coincidiendo con la época en la que Carlos Cano se prestaba a una concatenación eterna de aclamados bises en el Colegio Mayor San Juan Evangelista, se ha rendido a la sensibilidad y a las cualidades vitales, artísticas y humanas del granadino. Le conmueven aún muchas de las letras de sus canciones. También el sentimiento con que las expresaba. Ante el descrédito institucional imperante hoy, el cantor no se habría mantenido callado ni mordido la lengua: no le doblaba el viento. Se habría posicionado sin tapujos, como hizo siempre. Dado que ya no puede ser aquí en la tierra la figura que galvanice a la gran masa de desafectos, este viejo Dacio Gil lo propone como símbolo coherente de la esperanza de este incipiente y pujante movimiento, que sea uno de sus mejores mentores desde el Olimpo. Cualquiera de sus canciones de protesta y rebelión propuestas desde el disco de 1977 “A la luz de los cantares” en adelante podría valer de proclama, al modo que se utiliza el Grandola vila morena de Zeca Alfonso en Portugal en las ocupaciones del espacio público reclamando la dignidad de los cuidadanos. Valgan unas cuantas estrofas espigadas:

La Morralla: Quien no ha visto un árbol seco/no sabe que una calandria contra más calor más canta/contra más canta más sol. Contra más sol más jaleo/ la copia del tiroteo: que se acabe el mangoneo “pa” que empiece la función…Por la misma morralla esa que nunca ni “pa” dios calla/ la del punto y la raya que hasta los pelos está cuando estalla/ la que da la batalla y no recibe ni una medalla/ la que hace que el pobre pise alacrán y salte la valla/ la que el pan elabora, saca el aceite y nunca me falla/ de esa misma morralla; morrallita soy yo.

Con permiso: Voy caminando te va a salpicar/ vente a la copla déjate llevar/ los andaluces-no hay más que escuchar-/ abriendo la boca se nos ve el plumar. Se oye mejor mi canto cuando está en su lugar/ que es donde lo “maura” la pura “realiá”/ aquí traigo un ejemplo de lo que soy “na” más/ el pueblo y sus contornos es “toa” mi verdad/ soy de la serranía, la salitre, la mar/ la vega, las marismas, el campo, el olivar/ fandango cortijero, los trovos, el verdial,/ murgas campanilleros: la copla popular.

El caso Almería: Si por Gergal pasaras, la curva de la muerte,/ lleva claveles rojos y acuérdate de Juan/ y acuérdate de Cobo -que nadie olvide nada que quien olvida paga-, acuérdate de Luis./ Así acaba esta historia que con sangre escribieron. / De toda aquella vida sólo queda el horror./ Así acaba esta historia de sombra y de tiniebla. / Para que no se pierda aquí la dejo yo.
¿Qué pasó en Almería?, ¡pobre Almería! ¡ay Almería!

Política no seas saboría: ¡Bendita sea la boca que sabe a la gente unir/ alrededor de una copla que a todos nos da de vivir!/ Copla que arde en la garganta y es la luz de la razón/ devolviendo la esperanza como un clavel de pasión./ Política no seas saboría y arrímate un poco al querer,/ que no se escape la vida por esa herída que abre el poder/ Escucha la guitarra loca y llena tus ojos de sol/ al ritmo de los cantantes, fertilizantes marcando el son,/ el son del entendimiento con una miajita de corazón.

La murga los currelantes: íntegra. Es el espejo mismo de lo que pasa hoy, pasados más de treinta años.

Verde, blanca y verde: Amo mi tierra. Lucho por ella. Mi esperanza es su bandera

El Salustiano: Yo no creo que el sombrero les toque en la tómbola / a esos gachós trajeados que viven de “na”./ Que lo roban, lo roban, con cuatro palabritas finas lo roban.

Viva la gracia: Ahora sé que eres tú lo que mueve la vida del árbol en la primavera/ lo que mueve la voz de los hombres cuando por los hombres luchan y mueren./ No quiero acabar con tristeza ni hielo esta carta amarga./ Ahora sé que las nubes se alzan y canto este canto:
«Por mi boca ya asoman las flores que regó con llanto en tu vientre amoroso este pueblo que te ha embarazado.»

La especulación: ¡Ay cómo me voy a callar!/ ¡Cómo no me voy a creer/ que el que no cambia deprisa/ tenga en Suiza mucho parné!/ Y así se explica el por qué “haiga tantico” follón:/ que el que no grita no mama/ no se va a la cama con su biberón.

A ver los barcos venir: De las penitas mejor ni hablar: Se acabó las vacaciones y la gente en los vagones, ¡a aprender idiomas van!...

Los jornaleros se van: Integramente, pero especialmente: No puede ser, no debe ser/ hermana mía, yo bien lo sé./ Si todos unídos y el pueblo atrevido/ decimos ¡basta! no habrá otra vez.

Las Murgas de Emilio el moro : No sé por qué te lamentas en vez de enseñar los dientes/ ni por qué llamas mi tierra a aquello que no defiendes./ Si en vez de ser pajaritos fuéramos tigre bengala/ a ver quién sería el guapito de meternos en una jaula.(…) Contraviento, contraviento yo me muevo a contraviento./ Y es por mi mala cabeza que me muevo a contraviento/ y me paso de la raya que a mí no me dobla el viento.

La metamorfosis: En su totalidad, pero especialmente: Tiempo de los enanos, de los liliputienses,/ de títeres, caretas, de horteras y parientes, / de la metamorfosis y la mediocridad/ que de birlibirloque te saca una autoridad.

Es tan grave la concatenación de afrentas sociales que se vienen destapando, tan patente el completo descrédito institucional y el vacío de gobierno político-social que se hace necesario decir un  ¡Basta! claro y concluyente. 

Ramón Cotarelo goza de enorme prestigio. El sentido de la música de Carlos Cano podría servirle de contexto.

¡Que no nos doble el viento! Pasémonos de la raya en la denuncia.  
Como todos ellos -y sus verdugos voluntarios, no sólo Hitler- se pasaron con sus ingenierías y reingenierias. Lo mismito, pero mucho más honesto.

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