jueves, 22 de marzo de 2012

DE MEZQUINDADES Y FRAUDES DESTAPADOS EN LA CIENCIA.

Posiblemente desde tiempo inmemorial estemos instalados en la sociedad del fraude. Ahora se destapan con mayor alegría –y eficacia política- pero han existido siempre. Lo que pasa es que la ideología interna de las organizaciones y el lenguaje institucional los han tapado siempre. ¿A quién no le han llegado noticias de la existencia cajeros de bancos importantes que habían sustraído continuadamente y al ser descubiertos se adoptaba una solución de tapadillo para no “dañar” el buen nombre de la institución? Ruíz Mateos, López de Letona y Mario Conde no fueron los primeros, antes muchos habían metido la mano en la caja. ¿El Corte Inglés ha dado lugar alguna vez a un escándalo por las prácticas inapropiadas de algún gerente de planta? ¿La Conferencia Episcopal ha reconocido con rapidez los casos de pederastia y abusos con menores? ¿Los frecuentes escándalos sexuales y financieros en el ejército no se han intentado mantener siempre en sordina? ¿Muchos de los innumerables booms periodísticos no fueron simplemente patrañas e invenciones; y en su vertiente de comunicación científica no son sino “la voz de su amo”? ¿Las siderales deudas de los clubes de fútbol no se han terminado siempre asumiendo por los españoles con un plan de “regularización” y un quítame allá unas parcelas urbanizables y unas torres? ¿En las administraciones públicas, mucho antes de esta “crisis” arrasadora que terminará por hacer desaparecer cualquier mínimo derecho "estatutario" del funcionario de base, no se han violado de manera continuada y sistemática las relaciones de puestos de trabajo y la carrera profesional reglada sin que nadie se escandalizase? ¿El estructural fraude económico del CSIC ha recibido alguna vez algún correctivo? ¿No hubo un ministro de Sanidad, de carrera académica dudosa, que se proclamó con desparpajo epígono de Hwang Woo-suk?

La insistencia del periódico EL PAIS en ir sacando uno de los fraudes característicos del CSIC, en este caso concreto el de un veterinario contratado en la Estación Biológica de Doñana cuando ha callado cual tumba mora en el caso Fernando Belinchón, o en la sorpresiva aprobación en el último Consejo de Ministros de Zapatero, a finales de 2011, de un anticipo de Fondos FEDER al CSIC, para –según se ha dicho oficialmente, pero cabe albergar serias dudas de ingeniería financiera- la construcción de la nueva sede del Instituto de la Grasa. Para el engrasamiento del sistema financiero del CSIC, ese diario se limitó a reproducir la nota de prensa de Moncloa, y sobre el drenaje de fondos europeos a bolsillos particulares en el caso Fernando Belinchón se guardó un táctico y sepulcral silencio. Todo hace pensar que en esto de la prensa no hay puntada sin hilo, que la noticia del veterinario de Doñana se plantea como una mina antipersonas de espoleta retardada. Y el viejo Dacio Gil se malicia que va dirigida contra la Secretaria de Estado de Educación Montserrat Gomendio Kindelán que acampó durante una época en el Museo de Ciencias y algo tendrá de lo que avergonzarse. Habrá que esperar qué más interesa destapar en este asunto menor dentro del esperpéntico CSIC en el que todo cabe y nadie nunca es responsable de nada.

El viejo Dacio Gil viene recopilando y clasificando desde hace bastantes años, con paciencia de entomólogo, datos sobre el fraude en la ciencia que es mucho más que el fraude científico. Ya dispone de datos para abordar una especie de Tratado de la Infamia Científica en todas sus vertientes. Quienes no la conocen de cerca tienen una idea venerable de la ciencia cuando la realidad es bien distinta: es un endiablado foco de poder, de fraudes, de insidias y miserias humanas. La ciencia, qué sea la Ciencia, la construyen los hombres. Como organización tiene los mismos males endémicos que la Universidad, y puede decirse que va un paso por detrás: reductos medievales fortalecidos por la adaptación del modelo burocrático francés. Ignacio Sotelo ya lo advirtió en 1993 en una conferencia en Granada (y fue demoledor más tarde en una serie de artículos en EL PAIS): “ La Universidad burocrática española (y el CSIC que le sigue sin alcanzarla, sostiene Gil), herméticamente cerrada en sí misma, en la que sin salir del mismo edificio, se puede recorrer todo el escalafón, de estudiante a rector, es capaz de aumentar su presupuestos sin que haya motivado lo más mínimo a profesores y alumnos”. No es casualidad que el gran Alejandro Nieto concibiese dos de sus obras cimeras (La organización del desgobierno y la tribu universitaria) tras su paso por la presidencia del CSIC. Desgraciadamente, visto lo visto, del CSIC son hoy predicables aquellos endémicos males que detectase el joven Nieto en la burocracia española del franquismo: Parasitismo, prebendalismo y esclerosis.

Pero ya se detendrá el usufructuario terapéutico de esta Tribuna Alta Preferencia sobre el fraude y la manipulación en y por la ciencia. Es de esperar que la salud quebradiza del viejo Dacio Gil otorgue tiempo para ello. Hoy quiere mostrar un exponente de la miseria del ser humano también en el campo científico, como prueba de que no es oro todo lo que reluce. Y que no es oro lo demuestra el que en Mexico hubo una tiranía ilustrada en tiempos del dictador Porfirio Díaz que se hizo llamar Los Científicos...Más o menos como los tecnócratas de este siglo XXI intentando posicionarse privilegiadamente en el nuevo modelo económico y productivo.

Hoy quiere traer a esta Tribuna Alta Preferencia, para destacar la distancia sideral que separa la ciencia oficial organizada de la auténtica ciencia, a Nikola Tesla, un auténtico científico teórico y además aplicado que no ocupa lugar destacado en el oficial Olimpo científico, precisamente por la ineptitud, envidia, estrechez, codicia, mezquindad y maldad humanas.

Vaya por delante que Tesla descubrió el movimiento de la corriente alterna (AC frente a DC) a partir de una bobina de alta frecuencia y su prodigiosa mente concibió y sentó las bases científicas de muchos inventos en el campo de la electricidad: rayos X, iluminación sin cables, tubo catódico, los tubos fluorescentes de alto rendimiento, invención de la radio que luego le vampirizó Marconi, el barco a mando a distancia, fuentes eléctricamente secuenciadas, el avión de despegue vertical y otros muchos inventos, producto de una mente extraordinariamente privilegiada. Hasta sus estudios de la transmisión de la energía por la piel dieron lugar a la silla eléctrica.

Nikola Tesla es un claro exponente de las corruptelas del sistema oficial de ciencia en sus aspectos políticos, militares y, sobre todo comerciales. Tesla fue encarnizadamente perseguido por Thomas Alva Edison (un inventor que odiaba a los científicos teóricos) en su intento comercial de desprestigiarlo. Edison, un hombre sin escrúpulos y ávido de financiación pública y réditos comerciales y políticos no dudó en engañar a Tesla como hacen los vulgares subdirectores en las administraciones con sus subordinados de buena fe: prometiendo, sin mediar acuerdo por escrito, una recompensa que nunca se cumple. Edison propuso 50.000 dólares de la época a Tesla si éste conseguía sincronizar el sistema de electrificación de sus oficinas. En poco tiempo Tesla lo tuvo no sólo sincronizado sino que produjo alrededor de 30 patentes que Edison se apropió. Cuando Tesla cumplió con creces el trato y reclamó su parte, Edison le espetó “Tesla, usted no comprende el sentido del humor de los norteamericanos”. Edison, muy protegido por políticos y financieros, y extremadamente celoso de la valía de Tesla siempre trató de desprestigiarlo. Está todo documentado en lo que se conoce como “la batalla de las corrientes”

Incluso su valedor financiero George Westinghouse también se aprovechó –aunque no le maltrató en su reputación científica- de las patentes y royalties de Tesla, además de perjudicarle en cada fusión empresarial (no se olvide el pujante negocio de la electricidad y el papel de las grandes empresas eléctricas, como la General Electric Company). Tesla murio sólo y arruinado en el hotel New Yorker, donde vivía merced a la amistad con su propietario (que se resarcía con el rendimientos de alguna de sus patentes). Murió despreciado por unos envidiosos enemigos que se habían hecho ricos y famosos, en muchos casos a su costa, y que lo llamaban el loco Tesla. Para mayor espacio a la sospecha y a las dudas, Tesla apareció muerto tres días después de haber contactado con las autoridades militares norteamericanas para mostrarles su invento del “rayo de la muerte”. El FBI incautó inmediatamente a su muerte sus últimos trabajos, entre ellos “el rayo de la muerte” así como otros más y mandó poner bajo custodia, se supone que para proteger el interés general (?), todas sus patentes. Una parte de los documentos desaparecidos se ha revelado hace poco gracias a la Freedom of Information Act, que permite desclasificar documentos secretos con el paso del tiempo. Otros muchos han desparecido sospechosamente .

Nikola Tesla fue un niño extraordinariamente reservado y estudioso, además de muy culto. Se dice que llegó a dominar 20 lenguas y que podía recitar libros enteros de memoria. Entre ellos el Fausto de Goethe. No fue un hombre avispado en las finanzas ni en las intrigas para obtener fondos, por eso refulge con luz propia su frase lapidaria “los últimos 29 días del mes son los más duros”. El viejo Dacio Gil tiene a Nikola Tesla como el producto de lo que es la ciencia oficial organizada, fuertemente penetrada de insidias y miserias de todo orden. Una mente cultivada teóricamente y con una gran capacidad de visualización se ha visto eclipsada en la historia por personajes ávidos de glorias políticas y Eldorados múltiples. Salvando las distancias, Teslas hay y habrá en todas las épocas.

El viejo Dacio Gil podría extenderse en detalles sobre este científico singular, pero para quienes puedan encontrarse interesados en la vida y milagros del genio Nikola Tesla acaso sea mejor recomendar que acudan a la exposición que lleva su nombre. Aún dispondrán de una semana para acudir a la exposición que en su honor se ofrece en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físiscas y Naturales y en la que encontrarán múltiples datos de la vida e inventos de este hombre, además de poder accionar a discreción su “huevo de Colón” y la ruidosa iluminación sin cables. De seguro profundizarán luego en una vida sumamente interesante y esclarecedora del contexto social en el que se inscribió este prolífico inventor y negado financiero.

De mezquindades, envidias y luchas de poder está sembrado el campo de la Ciencia. Y el periodismo científico no se encuentra muy ajeno a todas estas miserias humanas.

1 comentario:

  1. Interesante visión de Edisón y Tesla, sin duda. Tan diferente de la oficial.

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