En los tiempos que corren de dicotomización económica (banqueros, brokers y demás gentuza: ricos; un proletariado cada vez más amplio: pobres) a nadie se le ocurriría exhumar el cadáver de Carlos Marx para sostener eso de la lucha de clases, del conflicto como dinamizador social. Todos parecemos acomodados a nuestro destino y no cuestionamos nada bajo la advocación a una virgen en la que no creemos demasiado (“Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy”). Hasta don Ignacio Sotelo nos inoculaba recientemente la duda (El espejismo del Estado de Bienestar; EL PAIS 18-2-2012) de que ese espantajo que airea con descaro Rubalcaba haya existido nunca en España. Sotelo es de las pocas cabezas lúcidas que se mantienen enhiestas en un país arrasado por la golfería institucional al máximo nivel y al más cutre también: en los palacios y en las cloacas.
Los marxianos de pura cepa –y Cayo Vizcaíno y Llamazares con el disimulo propio de los marcianos que quieren parecer marxianos- simplificarían un asunto tan grave apelando a la dialéctica, a la lucha de clases. Nadie en tiempos de globalización, excepto Toni Negri, se atreve a llamar a una lucha de clases renovada, pues hasta el Movimiento 15M (el único movimiento realmente existente) se cuida de no agitar la metodología marxista para no verse desacreditado por toda la prensa española de derechas, desde EL PAIS a LA RAZÓN.
Pero,-¡qué coño!- a quienes nos quede un ápice de conciencia tenemos que quitarnos los calzones y las braguitas y levantarnos contra tanta injusticia y vejación social. Constituirnos en Tercer Estado y salir a la calle como sans culottes. Sólo nos queda designar a nuestro abate Sieyés particular y lanzarnos hacia la verdadera Revolución, la revolución rayista. Y nuestro Manuel José Sieyès, con el permiso del historiador erudito Pedro J. Ramírez, debe de ser sin duda alguna don José R. Sandoval.
Sans culottes todos. Franjirrojos hasta la médula, bufrandas y sombreros al aire, tomaremos el domingo las calles para contagiar a la ciudadanía que hay que rebelarse contra el statu quo perverso. Un sistema establecido perverso hipostatizado en Florentino Pérez y sus cohechos urbanísticos. La prepotencia económica y mediática madridista se verá contestada por la gente de Vallecas, en la que se integra la extinta clase media, con sus cánticos y su orgullo social de pertenencia. Gozando catárticamente de la desaparición de la escena (sólo de la escena, pues operan con fideicomisarios interpuestos) de la familia Ruiz y de la esperpéntica temporada “concursal” pasada. Metáfora de la España actual judicializada.
Toda revolución tiene su fiesta y en España su inicio está fijado para el día 26 F en Madrid; en el barrio de Vallecas. La Primavera Rayista, tras tanta ostentosa opresión madridista y del florentinismo rampante, se hará notar para la historia. Con los espacios públicos Avenida de la Albufera, Arroyo del Olivar y Payaso Fofó literalmente tomados por los GEOS (hay que repartir míseras dietas en épocas de restricciones salariales aunque sea por causas ficticias de "alto riesgo") los rayistas enseñarán a Occidente cómo se vive una fiesta revolucionaria en paz y alegría. Si, encima, a eso de las 18 horas el resultado ha sido favorable, será la bomba. Los unidimensionalmente madridistas AS y MARCA se aprestarán a destacar que el Sur también existe e ilustrarán al día siguiente sus portadas con imágenes del magnate del ladrillo y del fideicomisario juntos y de otros tantos de cientos de señoritos en el palco a la tradicional hora del segundo plato dominguero. Seguro que ese día la madridista Casa Juan estará semi-vacía a las cuatro de la tarde.
Un partido de fútbol como inequívoca muestra de que aún es válido el análisis dialéctico de la historia. La afición rayista como espita de la Revolución Española. El franjirrojo como símbolo de la primavera en febrero. Un Rayo de esperanza. Un liderazgo carismático y emocional -además de legal racional- en una España huérfana de auténticos líderes y ahíta de mangantes: José Ramón Sandoval.
Hemos tomado demasiado a la ligera a Toni Negri: El rayismo es una sana y gozosa multitud que terminará germinando en un cambio social. El 26 F quedará grabado en moldes de oro para la historia como el inicio de la Primavera Rayista que contagiará al resto de España. El modo franjirrojo de poner coto a una inequívoca decadencia de Occidente ostentosamente llena de esquinas, torres, urbanismo corrupto, financiación pública, Cristianos, Ronaldos, Florentinos y miles y miles de flojos advenedizos y huecos aduladores del poder.
Cabe, sí, la sana lucha de clases en pleno siglo XXI. Un pueblo -mucho más que un barrio de la capital- intentando redimirse como puede de los yugos. El profeta de esta Primavera de brotes franjirrojos es identificado como José Ramón Sandoval que ha incluído en su Estado Mayor a jóvenes e ilustres veteranos que han sabido contagiar a la humilde gente "vallecana" el espíritu revolucionario que portan con orgullo...deportivo.
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