jueves, 22 de diciembre de 2011

JEFECILLOS EN LA TOMA DE POSESIÓN DEL NOTARIO MAYOR DEL REINO.

No es imprescindible haber leído Modernidad y Holocausto, la obra más impactante de Zygmunt Bauman, para hacerse una cabal representación mental de la complicidad con la malignidad en la que solemos incurrir los denominados “ seres humanos” en las organizaciones y en los momentos de crisis históricas. El historiador Saul Friedländer ha recogido minuciosamente este proceso perverso o natural (¿quién sabe?) del animal humano en su monumental obra El Tercer Reich y los judíos. A este historiador se debe la mejor descripción, con paciencia entomológica, de las actitudes del llamado primate pensante en ese crucial momento de la bestialidad científicamente organizada. Antes Robert Gallately (No sólo Hitler) y Daniel Jonah Goldhagen (Los verdugos voluntarios de Hitler) habían apuntado la complicidad de los servidores públicos que se desempeñaban en la llamada independiente organización judicial en épocas de barbarie, pero ha sido Friedländer el que ha puesto el dedo en la llaga incorporando datos, pruebas, documentos y discursos en los que se evidencia cómo se vende o se arrastra el ser humano bajo el bonito manto de la imparcialidad, la independencia, la objetividad y la continuidad del Derecho en las sociedades que van más allá de la legítima y legal transformación: ¡Todos aquellos execrables crímenes se terminaron cometiendo ante el cinismo y la hipocresía de la organización judicial que proclamaba su inquebrantable sometimiento al Derecho!. De la lectura de estas sólidas obras se saca la conclusión de que la Justicia es un divertimento en manos de determinados sectores del género humano para garantizar las dominaciones. Por eso, quienes desempeñan su función pública en estos órganos se prestan a todo tipo de desviaciones y pasiones, olvidándose de los pomposos valores superiores de la convivencia. En la Justicia todo parece ser realmente de cartón piedra recubierto de pan de oro, es decir, falso recubrimiento, como ha repetido hasta la saciedad Alejandro Nieto.

El bienintencionado y la bienintencionada que siga permitiéndose dudar de que todo esto sea así, que lo que llamamos pomposamente Justicia es un simple juego, un divertimento para determinadas clases sociales, en el que se dirimen vidas y haciendas - pero sobre todo vidas-, recordará sin dudar la obra teatral de Ernesto Caballero La fiesta de los jueces, trufada de pasiones y borrachera judicial. También puede acercarse en estos días a las naves del Español en el Matadero de Madrid a la adaptación teatral del relato La miseria (también conocida como El desperfecto) de Friedrich Dürrenmatt en la versión brillantemente dirigida por Blanca Portillo que se ha titulado aquí como La avería en la adaptación de Fernando Sansegundo y que cuenta con una interpretación de muy alto nivel a cargo de jóvenes notables representantes de la escena nacional. Es el divertimento de la Justicia en un mundo de inocentes-culpables y culpables-inocentes: El viajante Traps es el inocente-culpable de ese peculiar Casino-sociedad gastronómica constituido por el juez Wucht, la prostituta ninfómana Justine (o Mlle. Simone en la versión de Portillo), el fiscal Zorn, el verdugo Pilet y el defensor Kummer. Una cabal representación hecha por el genial dramaturgo suizo que describió anticipatoriamente de manera inigualable el mundo de aniquilación humana de los bancos, principal sector económico de su país. La avería es una muy lograda adaptación de Dürrenmatt que hace reflexionar sobre el momento que atraviesa Europa en la actualidad, aunque el viejo Dacio Gil echa de menos unas gotas de audacia, o -para ser más cabal en la expresión- de justamente lo contrario en una obra como La avería tan audaz por sus máscaras y por los gestos atléticos de sus protagonistas. Harto complicada esa traslación escénica, es cierto, porque el patetismo irónico que caracteriza los relatos en los que era maestro el desternillante delator de la mentira bancaria helvética no es nada fácil de mantener en el tipo de teatro que se representa en la actualidad.

El veterousufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia en verdad debe de estar chocheando ya pues se pierde en introitos acaso prescindibles. En su afán de querer destacar con una pizca de coherencia las contradicciones del sistema, termina remitiendo al eventual lector de este post a una sala de teatro. Aunque tal cosa no es ningún desdoro, antes al contrario, habida cuenta la bajeza de la teatralidad política y financiera que asola a Europa y que está haciendo que Grecia, que era un país con unas enormes ganas colectivas e individuales de vivir y disfrutar de la vida, como se apreciaba por un simple paseo nocturno por El Pireo, el bullanguero puerto cercano a Atenas, se encuentre en la actualidad a la cabeza de los índices de suicidios per capita. Permítase esta expresión economicista de los suicidios per capita, como si la muerte voluntaria cupiese en cabeza ajena: una prueba más de la taumaturgia ciega del economicismo. Lo malo es que, al paso que vamos, en esto de los suicidios per capita luego seremos nosotros lo que alcanzaremos el liderazgo europeo. El único liderato a nuestro alcance como comunidad de convivencia. Algo grave estamos consintiendo entre todos al cegarnos con el becerro de oro inmaterial de lo financiero y su envés las crisis. Llegará un mometo que esta versión moderna del holocausto será un hecho ya irreversible: primero se aniquilan los derechos, luego se violenta el lenguaje y finalmente la masacre está servida. A todo ello lo denominaremos, para atemperar nuestras conciencias de supérstites: "incomprensible aumento" de las muertes voluntarias…

Llama la atención que, en un contexto que se proclama de graves e ineludibles recortes presupuestarios, el nuevo Gobierno de España salido de las urnas haya mantenido erecto (se supone que con viagras institucionales inconfesados) el ministerio de Justicia. ¿Pero no habíamos quedado que la Justicia era ciega e independiente de cualquier poder y que sus habitáculos de cartón piedra se los prestaban los Ayuntamientos? ¿No se nos dice que la labor de juzgar ha sido transferida a las Comunidades Autónomas para acercar a la casta meretriz de ojos vendados a los ciudadanos? ¿No se creó para eso ese refugio de vagos y sindico-capitalistas que es el CGPJ? ¿A qué cuento viene ahora mantener un Ministerio de Justicia, otro de Defensa y otro más de Interior si podrían estar todos juntitos en uno solo denominable De Seguridad y Miedo? Totalitarismo democrático eso de las modernizaciones de las oficinas de juzgar; secuestro puro y duro de las libertades: Policías, jueces y fiscales, así como militares, demandan un trato corporativo singular y diferenciado y por eso ocupan más del 30 por ciento de la estructura del nuevo Gobierno, del mal teatro institucional de la política que viene actuando como consejo de administración de los poderes bancarios, financieros y empresariales; una mayor distancia aún entre gobernantes y gobernados: la distancia presupuestaria. Cosas de la democracia S.A. Nada nuevo bajo el psoe. Oh no, perdón, bajo el Sol: PP y PSOE son, con ligeros matices de estiramiento, exactamente lo mismo, meros apoderados de los dueños de los bancos para domeñar a los ciudadanos a través de una mala farsa democrática necesitada de urgente regeneración pero que se sirve de muy vetustos instrumentos: La covachuela ministerial.

Pues bien, es tal la ruindad del animal humano que la toma de posesión del nuevo ministro de Justicia, un fiscal que apenas se ha desempeñado en la Justicia -es decir, que no ha trabajado nunca, que se pueda saber, en la sociedad civil-, pues introducido de la mano por su señor padre, don José María y por su suegro ex ministro de Franco, viene viviendo extremadamente bien por los meandros de la política y de las soldadas rigurosamente públicas (esas soldadas públicas que los políticos de toda la vida vienen recortando ahora a los funcionarios). Fiscal en excedencia, cobrando de los ciudadanos por el estatus de político, sin ejercicio de otra profesión conocida, más allá de la compra-venta de jugosas esquinas comerciales en la almendra de la capital, desde recién abandonada la condición de teenager. Muy similar al caso de Pepiño y de Zapatero pero con el pedrigree de haber opositado a un cuerpo funcionarial. ¡Y mira que han pasado años ya desde que fue colocado en la Diputación de Madrid!
A lo que iba, que el viejo Dacio Gil se pierde en el anecdotario: La toma de posesión del fiscal compra-esquinas-comerciales-capitalinas estaba plagada de verdugos voluntarios, de esos que quieren seguir acribillando a sus semejantes bien sea en los palacios de justicia bien lo sea en la estructura administrativa que convive con las cada vez más abundantes “empresas de servicios” que operan en el ámbito judicial casi de tapadillo (y que a las cuales no se les ha detraído cantidad alguna como a los empleados públicos, por aquello del pacta sunt servanda al que no pueden acogerse los funcionarios). Había en la toma de posesión, pues, toda una fauna de acosadores y pelotas o de acosadores pelotas esperando seguirse cobrando una ventaja personal y profesional más dejándose ver en el acto. Ventaja sobre todo económica, con la que está cayendo y con lo que amenazan que terminará por caer en el futuro más próximo a los funcionarios públicos. El viejo Dacio Gil siente asco de la proliferación cada vez mayor de esta gentecilla con vocación inequívoca de gentuza que intenta visibilizarse ante los aturdidos políticos para cultivar sus fines egoístas, insolidarios y hasta inhumanos. No sólo Zapatero. Nada mejor que dejarse ver en la toma de posesión del que luego da fe de las otras tomas de posesión. Era patético observar ayer a funcionarios que han servido administrativamente a la farsa de modernización del PSOE intentando caer simpáticos a los recién llegados, que es de suponer que traerán bajo el brazo "su" concepción peculiar de una modernización condenada a perderse en el camino. Mantenerse al precio que sea; aunque sea aniquilando. Síntoma de la pendiente humana por la que se despeña España. A buen entendedor... no son precisos más exhaustivos datos…

Reflexione el ciudadano sobre la farsa del nuevo gobierno del PP y sobre la vacuidad de la publicitación de esta etapa ética que dicen será de recortes generalizados e indiscriminados. Tan aireada por la prensa, sin cualificación ni escrúpulos, como improbable, visto el percal y al apego a lo clásico de la covachuela. Por puro corporativismo, unos y otros aspiran a seguir viviendo bien a expensas de la mayoría de los ciudadanos a los que se exigen e imponen severos sacrificios. Los más negros (y no por sus togas, que algunos no las calzan) y totalitarios de los funcionarios que viven del cuento de la Justicia estaban allí plantaditos en la toma de posesión del notario mayor del Reino -que es como el mesonero mayor de los comensales bien comidos y servidos, como denota la imagen del anterior mesonero mayor Fran Caamaño- sin más objetivo que mantenerse en sus cargos y que no les remueva la nueva facción de gobernantes; en suma, intentando, cual reptiles, que la tan cacareada regeneración ética y jurídica no les afecte a ellos, como históricamente aconteció en el Tercer Reich o con los miembros de la STASI con las salamandras y serpientes que, tras mutar su funcionarial piel, fomentaron o consintieron la masacre de sus semejantes. En esto de la Justicia todo parece reducirse a una cuestión semántica. Saber qué considera como sus semejantes la autodenominada y autopercibida “Elite del poder”.

No es sensato ni justificable haber mantenido a capa y espada la singularidad de las covachuelas de los ministerios de Interior, Justicia y Defensa. Es una nueva versión de la tomadura de pelo a los ciudadanos a las que nos habían acostumbrado ya Zapatero y sus verdugos voluntarios. Maderos, escoltas, espías, fiscales de cámara, juececillos (valientes o cobardes) y milicos tendrán su presupuesto aparte. Y sus fondos reservados y bufandas. ¿Sabemos toda la verdad? ¿O es un nuevo ejemplo de la incapacidad institucional para comunicarla?

Friedrich Dürrenmatt lo dejó plasmado en su obra Hércules y las cuadras de Augías, cuando el protagonista, que se ve obligado a limpiar las montañas (es de suponer que suizas, esas que ya deben ser completa propiedad de los bancos helvéticos), trata de mantenerse firme ante sí mismo en sus inquebrantables convicciones:

Me he enfrentado a los más terribles monstruos, he vencido a los gigantes, he abatido a Géryon y Antée, he transportado la bóveda celeste y el peso gigantesco de los astros. ¿Y quiere ahora que suprima el estiércol de un país un hombre que sólo sabe contar hasta tres y que ni siquiera es rey, sino sólo presidente? ¡Eso jamás!

La misma lluvia, la misma falsa historia de amor. Miau y los cesantes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario