miércoles, 28 de septiembre de 2011

LOS AMOS DE BROOKLYN...DEL CIELO... O DE CUALQUIER LADO...PERO MENOS.

Vaya por delante el reconocimiento de que el viejo Dacio Gil pensó llamar a este post la fiesta de los polis, no tanto por celebrarse el 29 de septiembre la festividad de los Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael que simbolizan las fuerzas de seguridad del cielo frente al terrorismo de la serpiente, el diablo o el mismísimo Satanás que se esconde detrás de esta crisis financiera ideada para despojar de vida laboral digna a la mayoría de los ciudadanos y hacer inmensamente ricos a iniciados y amiguetes. No tanto por eso sino que pensó también que se llamara “la fiesta de los polis” en homenaje a la magistral e inmensa obra de Ernesto Caballero en la que se prohibía acceder a la sala en la que se representaba una vez comenzada la función.

A la película de Antoine Faqua le ocurre exactamente lo mismo que a la obra de Caballero o a las exquisiteces musicales: es imprescindible ser puntual pues en la primera escena está la clave de toda la película. Genial primera escena que el usufructuario terapéutico de esta Tribuna Alta Preferencia no ha visto destacada (no ya como se merece, sino sólo destacada para que cada cual la paladee según sus propios valores éticos y estéticos) por ningún crítico en ningún medio de comunicación. Por contra, el esperpento ha llegado al extremo de que un crítico en principio ecuánime y documentado llega a calificar la película de Faqua como “lugar común”, lo cual resulta inverosímil si se ha visionado la cinta de principio a fin.

El viejo Dacio Gil no gusta de destripar película alguna, prefiere que cada cual saque sus propias conclusiones, pero la citada escena es la reflexión de dos hombres dentro de un vehículo en una oscura y alejada calle sobre los argumentos de un juez para dejar en libertad al delincuente que lo relata y que dijo en el juicio haber actuado presa del pánico a la policía. El beneficiario de la valoración judicial se lo explica por dos veces a su acompañante: no hay más que balancear conceptos antagónicos, jugar con la ambivalencia de las palabras… Después de ella se desencadena toda la línea argumental. El alcance impactante del lenguaje verbal de esta escena recomendada recuerda enormemente a la adaptación teatral hecha por el propio Friedrich Dürrenmatt de su relato La miseria en la que la acción comienza por el final. Traps ha muerto, y sobre su tumba están sentados la prostituta ninfómana Justine y el juez Wucht: Traps acaba saliendo de su ataúd, y la comedia vuelve a comenzar desde el principio. Traps es a la vez absuelto y condenado por el mismo tribunal. Ya no hay referencias fijas. El juez Wucht, portavoz de Dürrenmatt, declara. “En el mundo de los inocentes culpables y de los culpables inocentes, el destino ha abandonado la escena y el azar ha ocupado su lugar.” Acaso porque los amos de Brooklyn versa sobre la miseria humana en las organizaciones o su envés, la sordidez de las organizaciones aplastando la esencia de lo humano, expresa, del mismo modo que lo hacía el escritor suizo, la hipocresía insondable de las personas dentro de las organizaciones. Todo ello presidido por las religiones, las pulsiones varias, el dinero, la descarnada supervivencia, la "inteligencia", el estrés laboral, las organizaciones sociales al servicio de los intereses políticos, la lealtad, la relajación de los afectos y…hasta las consecuencias de la jubilación de los funcionarios policiales.

La película es una parábola violenta pero cabal sobre el dilema moral de los individuos en las grandes organizaciones. En ese sentido es una reflexión sobre el oxímoron de la pretendida vis “científica” de la policía: en sí es el retrato (¿científico?) de la policía (¿científica?) a través de tres policías y sus dilemas, tormentos, tentaciones y ambiciones y frustraciones humanas. Destaca en momentos cimeros del film el componente de desviación de poder presente en cualquier organización social: los pretendidos ascensos y la “productividad”; el laberinto sin salida que representa la “carrera”; la frialdad tramposa de las jubilaciones (antológica la escena de la entrega de la placa policial del jubilado); la incitación al acto delictivo en las organizaciones garantizadoras para poder éstas (o sus detentadores) seguir sobreviviendo; etc., etc., etc. Hay también amor. Amor muy particular y no completamente correspondido, pero amor que llega al corazón. No es moralina, no. Diríase que es una gammagrafía moral de cualquier organización, uniformada o no, que refleja la totalidad descendiendo a los vericuetos más insondables de los seres humanos para sobrevivir al estrés, a la toxicidad de las organizaciones y a sus propias dudas y valores. ¿Que hay tiros? Sí. ¿Que hay múltiples ruidos de sirenas policiales y vehículos policiales de aquí para allá? Sí. ¿Que no se queda sólo en un simple thriller de policías y ladrones? Por supuesto, es muchísimo más. Hace pensar en las organizaciones en los tiempos que corren.

Richard Gere, Don Cheadle y Ethan Nawke por sí solos valen el visionado de la película. Pero visionado íntegro, no se olvide; que los primeros minutos son esenciales y sirven de principio y corolario de las tres historias que se entrecruzan: alfa y omega.

Los funcionarios obligados a jubilarse mojados en sus propias babas allá por la cercanía de los 80 años por Zapatero, Rajoy y sus secuaces, de seguro se conmoverán con el papel interpretado por Richard Gere domesticando a los “purasangres” y amando incluso después de la muerte funcionarial (final que destaca la parábola del film, dónde el “estatus” luce bien poco). Hasta el rabo todo es toro en los funcionarios...

En resumidas cuentas, los amos de Brooklyn recuerda aquella frase de Dürrenmatt -de nuevo Dürrenmatt- en el ensayo Valle de la ermita de que a medida que el tiempo pasa, la red que nos aprisiona se va haciendo más estrecha. La vida misma en las organizaciones y fuera de ellas: La policía, el CSIC, el palacio de la Moncloa, las salas de justicia, los partidos, las iglesias, las ONGs…

¿A qué viene toda esta larga letanía previa? Pues muy sencillo, porque el 29 de septiembre se celebra el patrón de la policía. Es la fiesta de los polis, de los encargados de defendernos del mal como los arcángeles lo hicieron con sus espadas flamígeras de Satanás. En estos días la organización que ahora dirige Francisco Velázquez (ese TAC que se resiste a bajar del coche oficial y se blasonaba, entre otras hueras banalidades, de gastar ternos carísimos para seducir a las damas, sobre el que se podrían escribir varios “ambiciosos” libros politizados) celebra su festividad bajo el oxímoron de “puertas abiertas” (¿servicios secretos transparentes?) para que los niños de 8 a 12 años crean en ella y puedan jugar en el parque del Retiro a juegos interactivos. Velazquez y sus juegos. La Policía y las becarias policiales desarmadas pero siempre con armas de mujer. Los bellos y turgentes pechos femeninos sepultados por los anunciados chalecos antibalas... ¡individuales! Más y mejores armas para las becarias policiales, como la ambiciosa jefa de Dean Cheadle en la peli que comentamos, que no enseña pistola alguna, tampoco muestra sus encantos femeninos pero hace uso de contundentes armas organizativas.. No es por nada, pero todo esto recuerda a Vladimir Putin (quien controla la policía tiene juego máximo en política, no se olvide) que para su simulacro de campaña electoral parece que contó con un joven de 27 años, Sam Nickel, un auténtico “tocador de señoras”, para que recogiera la “energía positiva” de los senos de las mujeres para luego transferírsela al Presidente-ex-agente-secreto. Hasta 1000 grabaciones audiovisuales parece que ha almacenado el tal Nickel tocando pechos. Pechos energizantes del espía-presidente. Debe de ser un método efectivo pues Putin arrolló en las elecciones. Acaso no por la policía sino por las tetas y sus energías renovables. Putin nikelado. Elecciones que podían haber provocado erecciones...

Parece claro: En el amor y en el sexo todo son asuntos íntimos. En la policía de costumbres (la antigua político-social que sobrevive renovada) priman los “asuntos internos”. ¿Íntimos o internos? El viejo Dacio Gil no consigue discernir la diferencia. Le pasa lo mismo que con “honestidad” y “honradez”. O con esa entelequia que es la policía científica (los extremos tocándose) dentro de los grupos humanos. ¿Son acaso posibles los neutrinos dentro de la lentitud policial?

La Fiesta de los polis el 29 de septiembre. Pistolas de chocolate. Esposas disociadas o escindidas. Que se diviertan y, a ser posible, que tengan la fiesta en paz.

¿Amos o siervos?

El dilema moral básico en la sociedad del miedo.

P.S. Acaso el viejo Dacio Gil desvaríe a tope condicionado como está por el hundimiento del derecho administrativo que encuentra su remota génesis en los Tratados de Policía de Lorenz von Stein, Robert von Mohl y otros juristas y espías. Alemanes todos ellos como Angelita Merkel. Justificadores de todo tipo de actuaciones policiales también ellos, como Rubalcaba, el aspirante a Putin español.

P-P.S. Como diría Luis Eduardo Aute:
Cine, cine, cine,
más cine, por favor,
que todo en la vida es cine,
y los sueños,
cine son.

martes, 27 de septiembre de 2011

PERDIDO EN LA POZA DE SÓCRATES. LA FE EN EL AMOR QUE SUBE MONTAÑAS.

El viejo Dacio Gil, aunque no lo parezca, también fue joven no hace tan demasiado. Y gustaba, entre otras muchas cosas, de perderse en la naturaleza y hasta creerse auténtico montañero por calzarse unos bávaros, unos guetres, unas botas de suela vibram, un chobasquero y un morral adquiridos en Gonza-sport, en el Rastro. Para aquel joven Gil cada fin de semana era un encuentro con la libertad, la aventura y el futuro, refugiado en la noche ora en el Pingarrón, ora en el Zabala; cuando no en los fríos suelos del porche de la estación del funicular de Cotos, tal que aquella inolvidable noche iniciática con aquél excelente ser humano que era Alfonso Jiménez Abolafia. Entre la nieve y los pinos, Dacio Gil se sentía un superhombre. Compartir –pues compartir era también escuchar sin perder detalle- aventuras y canciones al son de las armónicas con montañeros curtidos en mil cumbres (el joven Gil había llegado a unos mal contados 14 años, pero se había codeado ya con Carlos Soria y el pajarito) era una experiencia inenarrable, incluso ahora cuando los años, los achaques y los vértigos lo matizan todo.

En el fondo el jovenzuelo Gil apuntaba ya visos de Unabomber en potencia: la naturaleza era su única diosa, aunque por aquellas fechas quiere recordar que cristianamente comulgaba a diario. De aquella época guarda grandes recuerdos junto a Polito, José Antonio, sus otros hermanos, sus primos Paco y Antonio y tantos otros. A Polito debe su devoción por la Poza de Sócrates y aquel paraje tan familiar y singular junto al afluentillo del Lozoya que desciende desde la bola del mundo hasta El Paular y Rascafría pasando por La Isla. A ese regato regresó siempre que pudo el viejo Gil para recordar la anécdota de aquella vaca que le sobresaltó con sus lamidos mientras dormía plácidamente la siesta. Aguado despertar de valiente montañero...

Estando en estas remembranzas de viejo y, abrumado hasta la extenuación por tanto miedo financiero, por tanta depresión individual dentro de la gran depresión colectiva, por el aumento exponencial septembrino de separaciones y divorcios y, last but not least, puesto en evidencia en su declinada sexualidad por la ”berrea” que se escucha cada noche desde los montes de El Pardo, el viejo Dacil Gil decidió en este verano prorrogado huir del mundanal ruido y aislarse en la naturaleza que le fuese antaño familiar. Eligió su añeja tienda de campaña individual verde (en la que apenas cabe ya el cuerpo dilatado y deformado del viejo Gil) comprada en una de aquellas frecuentes excursiones a Andorra, y bien ligero de equipaje se dirigió a las inmediaciones de la poza de Sócrates custodiada desde arriba por la Cabeza Menor. Contraviniendo las normas de interdicción de acampada pero siendo absolutamente respetuoso con la naturaleza, intentó durante casi una semana recuperar el tiempo perdido triscando de acá para allá: Bola del Mundo arriba; Cabezas Mayor y Menor en subibaja; Laguna de Peñalara; cascada del Purgatorio; presa del Pradillo y, ocasional pero con cierta regularidad, reponer fuerzas con las judías de La Isla o los bocatas de la Venta Marcelino. El baño en la Poza de Sócrates y en la del Purgatorio, aunque corta el aliento con septiembre doblado, debría de ser beneficioso para la renqueante circulación periférica del viejo Gil. Al menos esa ha sido su esperanza.

Durante un desayuno, intentando dar cuenta de uno de los monumentales bocadillos de chorizo de la Venta Marcelino escuchó en la caja tonta (en Cotos la caja tonta es mucho más tonta; llegó a ser imbécil tras la noticia que portaba) que Walter Bonatti había emprendido, a los 81 años, una marcha definitiva, la más difícil... Bonatti era Dios tanto para los “macheguitos” de Guadarrama como para los escaladores de La Pedriza. Era el ideal del montañero. Cuando ser alpinista era el summum, reflejo de cierto eurocentrismo escalador.
Hillary, Tenzing Norgay y Bonatti, e incluso Sir John Hunt, eran la pera limonera para todo aquel familiarizado con la senda Schmidt que tirara al monte. El viejo Dacio Gil era capaz de visualizar las azañas de sus ídolos imaginando, casi soñando, en sus lecturas nocturnas entreveradas con recuerdos vivos fantaseados del Guadarrama.

Walter Bonatti hacía montañismo cuando no existía la asfixia esponsorizadora y mediática actual. Solía hacerlo sin oxígeno y sin cámaras y reporteros rosas. Chamonix y Zermatt eran casi su habitat. El Mont Blanc y el Cervino sus escenarios preferidos. La ascensión al K2 le precipitó en el acoso del Mobbing fomentado por otros montañeros que le acusaron de conducta inadecuada. Esa misma conducta que hoy es común en cualquier monte, exasperadas las relaciones por el dinero y la fama, como pueden atestiguar Edurne Pasabán y tantos otros. Desde ese momento Bonatti libró una larga batalla contra el Mobbing que terminó como suelen terminar siempre estas batallas: ganando cuando ya no se gana nada. Cansado y abatido por la maldad humana, se marchó del montañismo y se dedicó con éxito al periodismo de aventura. Le sucedió en el éxito trepador otra figura en el alpinismo italiano: Reinhold Messner.

Hoy, cuando la figura señera y legendaria (ética, profesional y deportivamente) de Carlos Soria, el tapicero, ha sido tocada por la mano capitalista y gafe del BBVA (precisamenete cuando entra a patrocionar la NBA, ésta presenta cierre patronal cercenando los presuntos beneficios publicitarios), el recuerdo respetuoso de Walter Bonatti es obligado. Un señor de la montaña, como lo es el madrileño de 71 años.

A pesar del escarceo solitario por las inmediaciones de la Poza de Sócrates, el viejo Dacio Gil ha podido comprobar que aunque se afane en buscar e intentar atrapar el tiempo pasado –y perdido-, éste ya no volverá.
Como no volverá Walter Bonatti. Un ochomil en sí mismo.

domingo, 25 de septiembre de 2011

"JULIUS" Y LOS SESENTA LADRONES.

Errará el eventual lector si piensa que el presente post versa sobre la piel que últimamente habita el irreconocible Alfredo (“Hola. Soy Vicente-Alfredo”) trasmutado en Helle-Gucci con las intenciones manipuladoras de Gordon Brown y sus secuaces para salvar los muebles de IKEA en las próximas elecciones generales en Rojiquistán, donde ojalá se produzca una definitiva transición con la salida del Régimen del tercio sindical, PSOE, como ocurriera en su momento con UCD: de momento los procesos son no sólo similares sino idénticos con el quítate tú para ponerme yo en las listas y la recuperación de los viejos dinosaurios del riñón y el monedero bien cubierto para aparentar legitimidad. Al fin y al cabo la previsión de 30 ó 40 diputados ya sería un rotundísimo éxito para esa tribu demagógica y sus cautivos sicofantas y sinecuristas, e, inversamente, un monumental fracaso para este pueblo atónito que viene soportando estoicamente tanta soflama de haz lo que digo pero no lo que hago. Tampoco se refiere la rúbrica a los componentes de la LFP de Florentino y Astiazarán que se reparten -y roban-, siempre a beneficio de inventario tras las concursales fraudulentas, los dineretes de los medios de comunicación del panem et circenses.

El protagonista de este post pertenece –y, por los hechos demostrados, lo es a mucha honra- a la llamada gente corriente que es menos corriente y vulgar que la autodenominada élite, esos vividores institucionales sin escrúpulos que se reparten el botín además de la reforma constitucional. Julius es un artista y eso llama la atención en este desierto de ex (burócratas y financistas truncos) y en medio del fuego cruzado en la forzada e intencionada bullanga entre los medios pro PP, a los que ahora se agrega el diario El País, y la SGAE y sus directivos emprendedores y heterodoxos. Podría decirse que a quien se refiere justamente el presente post es un sanador de mentes en el cuerpo de un artista. O, por decirlo en términos actuales, un Coach a lo Chema Buceta en un mundo miope, astigmático e hipermétrope. Un mundo incapaz de percibir el acervo de cultura musical y escénica con que este protagonista ciudadano cuenta: una auténtica enciclopedia viviente sobre todo tipo de música, de Mozart y Haydn a Sabina, Serrat o Miguel Rios pasando por José Mercé o José Menese. Archivo viviente es también de la cinematografía más variada y de todo tipo de teatro. Cualquiera que sea la melodía, la estrofa o la portada de EP o LP, Julius te la localiza y suministra solícito e infatigable como si de Gladis Palmera se tratase. ¿ Y qué decir de los papeles teatrales representados a lo largo de su vida de creador y comediante? Pues, que son innumerables y a cuál mejor Como lo es su memoria cinéfila.

Julius es -eso no se puede dudar- un ilusionista; un traficante de sueños y esperanzas. Epígono indirecto de los Freud, Lacan, Jung y demás sanadores y facilitadores, siempre presta su apoyo y experiencia ante cualquier adversidad. Pero, como buen conocedor de los beneficios de la humildad, no quiere ser nunca protagonista, prefiere que se le considere coadyuvante para que quien es asistido por él recupere cuanto antes lo mejor de su propia autoestima. Ahora que la fama de Bernardo Stamateas ha traspasado el océano desde la tan cercana Argentina, puede decirse que ese papel respecto a la gente tóxica, los fracasos exitosos y el autoboicot ya lo ocupaba y dominaba él en Rojiquistán. Realmente es un coach –muy madridista pero coach al fin- en el pleno sentido de la palabra aunque no alardee de ello: te aporta su consejo pero no pontifica porque no es su estilo. Tampoco lo hace respecto a la música, la composición ni el teatro. Como hombre culto, recela del término cultura pero se involucra en ella hasta la médula. Domina todo lo audiovisual y lo transfiere y dona sin buscar la codiciosa remuneración pecuniaria. Apostando por la humanidad, jamás le movió el lucro.

El viejo Dacio Gil ha tenido el privilegio de poder departir y confraternizar con este ciudadano involucrado y consciente (que ya son raros atributos en los tiempos que corren, siquiera por separado) en una multitudinaria celebración organizada hace unas horas por la familia y los fieles amigos. Numerosos ambos. Y ya es raro que se dé cita tanta gente para celebrar los dudosos éxitos a una asociación de malhechores. ¿En tiempos unidimensionales de pánicos, estados policiales y miedos generalizados puede la gente de bien reunirse para celebrar los logros de 60 terroristas en torno a un líder? Por lo constatado hay que afirmar que sí. Y, encima, con gran éxito. Sin necesidad de Faisanes, jueces de cámara y secretas más o menos inteligentes infiltrados. O sea, como las bodas de Camacho pero sin el fiscal Camacho.

Julius, además de su brillante historial humano es del signo zodiacal Libra, como Pedro Almodóvar y Adolfo Suarez. La piel que siempre ha habitado sin mutaciones electorales ha celebrado ayer su sesenta cumpleaños. Sesenta ladinos que han intentado perseverantemente día tras día cristalizar tanto su piel como su bonhomía además de intentar -de manera infructuosa tal como denota su porte- robarle juventud. Su código moral es super-sólido y siempre ha estado a buen recaudo frente a descuideros y carteristas, pues es literalmente inexpugnable. Y por eso los sesenta ladrones y el etéreo Satanás han fracasado siempre con él en sus tentativas. Julius no ha querido nunca ser ni fraile, ni militar, ni policía, ni político, ni juez, ni estraperlista. Jamás se colocó el antifaz de ladrón aunque sí múltiples máscaras teatrales. Apostó y sigue apostando por ser un ser humano sin deshumanizar. Un ciudadano que esconde, para no ofender, sus amplios conocimientos profesionales y artísticos siempre dispuestos a la ayuda.

El usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia lo tiene claro: Prefiere y elige a la gente sencilla que siempre habitó la misma piel y no necesita ser cunero en circunscripción alguna. Además, este Gil aprendió de Julius el significado cabal del beso entre hombres. El viejo Dacio Gil cuando quiere demostrar su afecto máximo y cercanía a un hombre de su mismo sexo no duda en besarlo. Y se enorgullece de ello, porque es muy selectivo en los grandes afectos.

Julius cuando llega a cualquier lado no necesita decir "hola soy Julius". Todos le reconocemos sin que tenga que identificarse. Alfredo, sin embargo, enfundado en la imagen de Gucci-Helle con la demagogia y background de un Gordon Brown tiene que tener cada día y su consiguiente noche un terrible dilema si no ético y de conciencia sí, al menos, de identidad. Debe de ser humanamente insoportable intentar aparentar lo que no se es. En eso Julius no tine problema puesto que la claridad es su bandera.

Son preferibles Julius y sus 60 ladrones que Alfredo o Mariano y su séquito de verdugos y trileros voluntarios que, a instancias de sus asesores de imagen, cultivan del ácido cínico como si de marihuana se tratase.

Por ley de vida es de esperar que la asociación de malhechores siga creciendo en torno a Julius durante mucho tiempo y de 60 pasarán a 70, luego a 80 y así sucesivamente. No necesitará teñir su pelo ni operarse de la vista para demostrar su liderazgo moral y seducir a su bien nutrido electorado de incondicionales… Y su ejército de apóstoles de toda edad - con el viejo Dacio Gil en lugar destacado- nos alegraremos enormemente de ello. Hoy -ya casi ayer- dejamos cumplida e incontrovertible constancia de ello. Y lo volveremos a hacer cuantas veces sea necesario con la misma alegría. Serán muchas, no cabe duda.

sábado, 17 de septiembre de 2011

17 DE SEPTIEMBRE: EL BESO MÁS LARGO Y EL MÁS APASIONADO.

Dicen los que creen entender, que esta crisis múltiple que asola occidente ha encontrado mejor dispuestos a los países latinoamericanos. Ya era hora de que América Latina pudiera desplegar todas sus potencialidades por sí sola, sin la tutela del vecino norteamericano y sus primos los europeos. Si les dejan, los hombres y las mujeres (¡vaya mujeres!) latinos de América demostrarán al mundo de lo que son capaces dejando volar su idiosincrasia y sus talentos naturales. Buen exponente de lo antedicho es la celebración hoy sábado 17 de septiembre del día del amor y la amistad en la querida Colombia. El tercer sábado de septiembre se celebra lo que los europeos celebramos en fecha intempestiva en pleno carnaval y en el invierno que adormila determinados sentidos.

Colombianos y colombianas son gente caliente y buscan alternativas al descrédito de las instituciones públicas. Mientras preparaba un post sobre “la fe en el amor que sube montañas”, por casualidad –como ocurre todo en esta vida- el viejo Dacio Gil ha tenido conocimiento de que en una conocida discoteca latina se celebra hoy día 17 de septiembre el día de los enamorados y se han organizado diferentes eventos para celebrar tan significativa fecha, que afortunadamente, al solaparse con la vuelta al cole, no está patrocinada por El Corte Inglés ni por Inditex. Entre tales eventos cobran relevancia propia sendos concursos sobre besos a celebrar esta noche: por un lado el beso más largo; por otro, el beso más apasionado. El viejo Dacio Gil no es de natural trasnochador y lo más probable es que no se acerque a los concursos aunque bien le gustaría contemplar en vivo y en directo cuánto dura el mejor beso y cómo sea el mejor beso apasionado. Aunque el veterousufructuario de esta Tribuna Alta Prefrencia conoce a personas de carne y hueso capaces de dar, con sentimiento máximo, besos larguísimos que desafían las normas de la apnea y que osculeando en nada, absolutamente en nada, tienen que envidiar a ese matrimonio (¿será posible que el beso más largo se haya dado entre esposos legales y no sea patrimonio exclusivo de novios o amantes adúlteros?) tailandés que tiene el record en casi 46 horas y media unidos en un casi inconmensurable beso que es de suponer estuviese también acompañado del correspondiente abrazo transmisor de valor añadido energizante. Y de pasión. Sobre pasión el viejo Dacio Gil no quiere vanagloriarse ni ser jactancioso pero tiene conocimiento de alguna bella criatura capaz de besar como un tierno animalito, con un lirismo y un mimo que supera el umbral de lo humano. Por lo demás, el viejo Gil, tras las decepciones de ese objeto de estudio de los arqueólogos denominado Derecho Administrativo continental y habida cuenta el sinfín de instituciones garantizadoras fallidas que desazonan su razón, se dedica desde hace tiempo, con el ahínco de un joven explorador, a investigar y documentarse sobre las manifestaciones del amor más noble y más entero y tiene una especial sensibilidad para captar cualquier aspecto, por insignificante que pueda parecer, sobre el genuino amor. Al fin y al cabo, como dice Cuca siguiendo a Albert Espinosa, el viejo Dacio Gil no deja de ser “un luchador en el cuerpo de un cobarde”.

Porque el amor es una "emoción díscola"–como apunta acertadamente Lissa Appignanesi, en su reciente libro All about Love- dado que “el arrobamiento tiene algo de asocial, de criminal, y puede que el deseo esté efectivamente impulsado por la ruptura de vínculos, ya sea con clanes, familias o normas divinas y sociales". Criminal pero del bueno, no como el de los canallas o de aquellos que se dedican a robar joyas o cosas por el estilo. Pero Lissa Appignanesi desvela un dato trascendente en su estudio sobre la mejor de las emociones. Y se refiere -¿cómo no?- a los besos y a los abrazos: Dice que los besos y los abrazos son sumamente importantes para nuestras vidas, hasta el extremo que cuando dejamos de besar o de abrazar a quien más queremos, o estrangulamos contra nuestro propio instinto esos signos de amor, las consecuencias rebasan la simple frustración. Parece que dejan secuelas indelebles en nuestra salud mental que se manifiestan con posterioridad. Apunta la autora que esos déficits afectivos pueden transmitirse ¡durante tres generaciones!.

Así las cosas, deberíamos aplicarnos con denuedo, pues, a besar y a abrazar sin perdernos en restricciones y limitaciones. Eso sí, con el máximo cuidado y siempre mediando amor no sea que luego queramos justificar nuestros más infectos actos “impuros” como están haciendo los abogados del ex director del Fondo Monetario Internacional, el ínclito DSK, que dice que a la entrevistadora sólo intentó besarla para que “luego consintiera”. A lo que, con cierto juicio (de ese del que suelen carecer los jueces), responde la madre de Tristane Banon que si sólo fue un intento de beso robado, ¿por qué su hija llegó a su casa llena de magulladuras y con la ropa destrozada?. Desde luego, ni los efectos ni las consecuencias de un beso deben dejarse nunca a la consideración de un juez ni de una "jueza", pues es conocida aquella máxima que reza que en los juzgados puedes empezar litigando como hombre y salir del palacio de justicia como embarazada triple. Es posible que en el Poder Judicial se desconozcan los efectos de un beso de amor. Que ignoren sus Señorías qué sea el amor de verdad.

Escabrosidades judiciales aparte, bienvenido el amor y sus escuderos los besos y los abrazos. Y vivamos el amor en el más rabioso presente sin recurrir a contarlo en batallitas pasadas, como abueletes. Vale lo de ser y convertirse en polvo. Pero siempre polvo enamorado. Como de seguro ocurrirá hoy 17 de septiembre al calorcito del final del verano y de las fiestas latinas para enamorados como la que anuncia Fiesta F.M. y que tan súbitamente ha cautivado al viejo Dacio Gil. Pues el verbo amar (el verbo más bello, según Aute que confesó que le iba la vida en ello) debe de ser conjugado siempre en presente. Gozando con “te quiero” propio emitido o recibido por uno mismo. Aunque dicen que es mejor amar que ser amado. Si amar es querer mucho - tal como enseña Albert Espinosa en su obra de éxito Si tu me dices ven lo dejo todo…pero dime ven-, estar vivo es intentar dar mucha vida y recibir aún más vida por intermedio del amor. Como esa carta que insertaba un periódico levantino de un enamorado a su amor que partió. Una carta de amor bella, noble. Como la de André Gorz.

El beso más largo. El beso más apasionado. Preparémonos para esas contiendas en vez de tanta martingala hueca de reforma constitucional, paroxismo financiero, pauperización salarial y erradicación de derechos sociales inalienables.

El 17 de septiembre latino. Los besos interminables. El amor como pasión.

¿Acaso no existirá una Latin way of life? Esa parece la vía para afrontar tantos males que acechan nuestra aspiración de felicidad...