martes, 23 de agosto de 2011

MEMORIAL FERNANDO BELINCHÓN (LA CARRERA DEL CSIC ...Y SU MEMORIA).

No cabe duda que se trata de una especie de tribu que vive parasitando aún de la Residencia de Estudiantes. Aquellos cachorros de la burguesía hispana tenían los divertimentos propios de su condición social: lawn- tennis, cross-country, su Café de Negrín etc. No todos los españoles podían permitirse esos divertimentos aunque aspiraban, (¿cómo no?) a hacer realidad aquel viejo apotegma de “mens sana in corpore sano”.

El actual CSIC se sigue empeñando en mantener esa que dicen tradición atlética y hace previsión cada año en sus presupuestos de una partida (es de suponer que ese dinero no se lo lleva nadie y sirve para pagar el agua, los dorsales, las camisetas y los jueces federativos) para el apoyo logístico y estratégico de un evento que no tiene una gran repercusión social ni deportiva, no se vaya a creer. Se mantiene por estrictos términos de propaganda y para provisionar una partida de acción social bajo veste de deporte estricto. Ahora la denominan con el pomposo nombre de Carrera internacional de la Ciencia, cuando antes lo era con el más humilde Carrera del CSIC. Cuestión de gabinetes de prensa y propaganda. Que de eso sabe mucho al actual CSIC y sus lobbies políticos, económicos y sindicales.

Este año la carrerita (es un corto trayecto de 3000 metros) casi va a coincidir con la retirada de alguno de los signos políticos franquistas que adornan y presiden la institución desde hace años. Con un empeño digno y honesto Cristina Calandre tiene perfectamente documentada la pervivencia de los símbolos franquistas en el CSIC y la indeleble impronta del camino recorrido por los fondos económicos en épocas del OPUS DEI y posteriores y a ella se remite -y somete- el viejo Dacio Gil así como al torrente de datos existente sobre el CSIC como ariete fundamental para la financiación de la Prelatura Personal para Escrivá de Balaguer. Miguel Fisac lo reconoció con la gallardía propia de buen manchego y brillante arquitecto social. Afortunadamente hay constancia escrita que otros han desarrollado.

El viejo Dacio Gil se entera de nuevo por ABC (¿cuál es el coste de la filtración de noticias? ¿Existe fondo de reptiles en el CSIC?), el vocero oficial del PSOE de Rafael Rodrigo Montero y su familia científica y acientífica, de la voluntad de retirada de los símbolos franquistas doblando ya el año 2011 y tras el escándalo de la sustracción continuada de fondos (resumido perfectamente por Cristina Calandre en “Tiempo de Historia”, Quitados del frontispicio del CSIC los títulos y símbolos de exaltación franquista). Por lo que se ve, los actuales jerifaltes del CSIC y sus sindicatos agregados y pensionados quieren hacer que hacen en eso de la memoria histórica pero parecen haber perdido la memoria en recordar al sujeto y al objeto de su más reciente desfalco, que dicen ¡en paradero desconocido y con él todos los libros de registro, incluídos los informáticos!

Una martingala más de Rafael Rodrigo Montero y sus secuaces (¿o, en realidad, es secuaz el señor Rodrigo de otros señores de la impunidad?), pues todos saben que Fernando Belinchón vive aún y que no está en paradero desconocido ni se llevó todas las pruebas de su actuación delictiva sólo o en compañía (o presencia) de otros.

En pro de que resplandezca la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad (a lo que no se está acostumbrado en el CSIC, a fe que es cierto) el viejo Dacio Gil propone desde esta Tribuna Alta Preferncia que la carrera del CSIC, la pomposa Carrera Internacional de la Ciencia se denomine a partir de ahora Memorial Fernando Belinchón, de la misma forma que otras carreras se llamaron Premio Conde de Villapadierna, Memorial Antonio Blasco o memorial José María Cagigal. ¿Qué por qué? Pues muy sencillo, por aquello del “coge el dinero y corre…”. Por pura evocación de la velocidad en la desaparición y perseverancia metódica en el entrenamiento en el saqueo.

En esta primera edición deberían participar de corto , además de Rafael Rodrigo Montero, Eusebio Jimenez Arroyo, María del Mar García Ferrer y Carlos Manual Abad, así como otros tantos más. Tantos como fueron los que conocieron el garlito y callaron como tumbas moras mientras se repartían suculentos premios económicos cada semestre. Los premios a los ganadores debería entregarlos algún familiar del señor Belinchón o, en su nombre, alguna de las habilitadas que debieron ir firmando con el tiempo las actuaciones delictivas. Caben, desde luego, muchas más acciones en recuerdo de Fernando Belinchón y sus cómplices y encubridores voluntarios o forzosos, pero no cumple al viejo Dacio Gil proponerlas. Salvo que lo que se pretenda sea tapar a toda costa los detalles minuciosos del desfalco con el manto de la desmemoria histórica, para que no quepan indicios siquiera de cómo puedan estarse financiando, diercta o indirectamente, determinados sujetos de la participación política.

Todos saben de memoria -hasta los voceros del ABC en el que, casualmente, escribe César Nombela ex presidente del CSIC con el PP- el nombre de Fernando Belinchón y sus actuaciones; como saben que el retrato de Albareda preside con su inquietante dedo separado las dependencias del CSIC; como saben que allí se viene practicando con descaro la impunidad guatemalteca. Y no hace falta ser Marie France Hirigoyen para saber que desde hace mucho tiempo en el CSIC se lleva a cabo el más negro acoso moral a quien decide intentar levantar las alfombras. Se trata de una organización con una altísima toxicidad, tal y como recordaba el 22 de agosto de 2011 en sus páginas centrales el diario EL PAIS al conectar acoso moral en el trabajo con mala organización laboral. Rodriguez Zapatero tiene cumplido y exhaustivo conocimiento de todo ello. El Fiscal General del Estado también conoce de todo ello de manera pormenorizada. Los diferentes ministros del ramo tampoco podrán nunca alegar desconocimiento. Ni tampoco los jueces. ¿Cómo han defendido todos ellos el interés general y atajado la desviación de poder? Obvio: con la conocida metodología Zapatero...

El CSIC es una larga y descarada concatenación de escándalos en plena época constitucional y en un sedicente Estado de Derecho. Es de general conocimiento y sabido es por casi todos. ¿Y por qué callan todos? Es bien sencillo, porque es una institución fallida, un espantajo, un atrapa proyectos europeos de toda laya y el conomiento general de tamaña falsedad dañaría las bases del régimen. En esto, como en otras cosas, rige la máxima de Caifás: es preferible que muera un hombre justo a que se desacrediten las instituciones de todo un pueblo.
¿A alguien se le ha pasado por la cabeza que Fernando Belinchón fuese inocente? Posiblemente no sólo Fernando Belinchón haya sacado tajada. Las tajadas, como bien se sabe, pueden ser de diferentes tipos. Y a muchos apetecen o necesitan de ellas.

Carrera de la ciencia; carreras en el CSIC; “coge el dinero y corre…”; oído cocina: un proyecto atrapado más tras vestir convenientemente al mono. Y sus dineros se drenan y se pierden como una exhalación.

De memoria se sabe cómo es todo en el CSIC. Tal vez lo mejor fuese olvidarse definitivamente del CSIC y trocear el nuevo árbol de la ciencia distribuyendo sus actividades reales (no las ficticias) por las universidades que verdaderamente quieran investigar y hacer ciencia. Otra posibilidad sería suprimirlo de plano y definitivamente, ignorando para siempre sus historias de financiación espurias y sus impunidades y dudosas glorias en el atropello continuado de los derechos y la dignidad humanos más básicos.

Memorial Fernando Belinchón. Preparados…, Listos…,Ya: Toma el dinero y corre.

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