Pasa lo mismo que a la pobre novicia María Rosario, a la que cortejaba el Marqués de Bradomín en Sonata de Primavera: Que termina trocando al amoroso aristócrata asediador por el mismísimo Satanás. Así pasa también desde la transición, que venimos cuidando la intangibilidad del texto constitucional para preservarlo de depravados malhechores y ahora, de golpe y porrazo y con una urgencia que nadie acierta a comprender, el supremo desmochador de instituciones más o menos sólidas se alíe con la otra casta del Régimen para violar el espíritu tan celosamente guardado en orden a defender la democracia. Para comprobar la auténtica faz de este Movimiento Nacional del siglo XXI no hay más que fijarse en don José Blanco: Se le han puesto el aspecto y los modales de aquellos falangistas de primera hora o de aquellos alféreces provisionales devenidos en generales, que a base de negocios turbios dentro de las instituciones llegan a hacer bastante dinerito y a aparentar orondos potentados cuasi mafiosos. Salvando las distancias, es el nuevo Martín Villa o el José Solís de turno. Regordete ya, con trajes a medida de sastre, remachado al coche oficial y a la visa institucional. Es la viva imagen del Régimen, como la de don Javier Arenas, ayer niño de la UCD y hoy abuelete del tercio “bien” del Movimiento.
Son todos iguales y por eso no han dudado en actuar de consuno para coludir el espíritu constitucional y, de paso, desvencijar todo el derecho constitucional que todos habíamos aprendido con esfuerzo y contribuido a respetar.
Esto de la reforma constitucional express es como aquella Novena Ley Fundamental que se preparó para continuar la reforma política potfranquista. Y han tenido que ser Zapatero y sus secuaces (¿Quiénes si no?) los que reduzcan la Constitución a mera Ley Fundamental del Reino tutelado por Franco. En el plano local, es franquismo del más rancio. En el internacional, puro remedo de aquel Tony Blair que no dudó pasar la apisonadora por las conquistas sociales para poder enriquecerse de manera privada.
La verdad es que los españoles no aprendemos ni de la historia ni de la semiótica. Parece que hubiéramos sido narcotizados por la constante ingesta de ensaladas de estramonio facilitadas de matute para restañar las continuas heridas inferidas por el proceder arbitrario y demagógico del tercio sindical del Movimiento Nacional (PSOE) junto con la Banca de siempre (March y compañía). Son las heridas, los callos aplastados por la bota de ese tercio sindical liderado por Zapatero y las almorranas secuela de tanta sodomización social violenta. Y, claro, tanto estramonio y tanto aprendiz de brujo han terminado por colocarnos a todos al borde del precipicio, pues existe un abismo entre la cualidad fácilmente perceptible del mal y los mecanismos intelectuales que hoy disponemos para enfrentarnos a él. Todos creíamos que no iba en serio, pero como advirtió el sabio Montaigne, en el capítulo IX de sus Ensayos (De los mentirosos) “el bien es cierto y limitado, el mal infinito e incierto. No me determino a asegurar que yo fuera capaz de salir de un duro aprieto o de un peligro evidente y extremo, de emplear una descarada y solemne mentira.”
Hay que reconocer, sin un ápice de broma, que esto de la crisis no es nada nuevo. Es una nueva manifestación de la maldad humana que se ha presentado recurrentemente a lo largo de la historia. Asistimos hoy a un auténtico cataclismo social, a una epidemia del miedo, a un institucionalidad moralmente fraudulenta. O, por decirlo en expresión afortunada, vivimos un fracaso intelectual y lingüístico frente al Mal. Asistimos hoy a una exacerbación del principio maligno mediante sucesivas crisis y epidemias que tan acertadamente describiera Ian Mc Ewan en su novela sobre Europa titulada Los perros negros: "un principio maligno, con una fuerza que avanza periódicamente para dominar y destruir las vidas de los individuos o los países, luego se retira y espera la siguiente ocasión".
Por así decirlo, el diablo, Satanás, se ha vuelto invisible e irresponsable. Nadie es capaz de identificar al promotor del Mal finaciero, pero es evidente que existe. Oculto e invisible pero existe y lleva a cabo su designio maligno sin la menor dilación y sin compasión alguna. No conocemos a esa minoría organizada (ahora financiera, antes de“heterodoxos”) que gusta de atentar contra la Soberanía de Dios y la Soberanía de los entes territoriales. Tal vez estemos necesitados de algún aparataje hermenéutico, tal como la Semiótica del Miedo que trabajosamente construyese Yuri Mihailovich Lotman, pues es fácil aceptar en estos momentos de crisis estructurales financieras aquella máxima suya de que no es la amenaza la que crea el miedo, sino el miedo el que crea la amenaza.
Más que miedo es pánico colectivo. Y ya se sabe que tras el pánico aparece indefectiblemente la Caza de Brujas, tan presente en la historia del hombre sobre la tierra y que tan susceptible es de analizar bajo perspectiva semiótica. A la violencia imaginaria suele suceder una insospechada persecución de humanos contra humanos. Y tiene todos los visos de ser cierta la afirmación de que el paroxismo que recorrió Europa en los siglos XVI y XVII con la incesante Caza de Brujas, con un miedo y una violencia injustificables, andando el tiempo contribuyó al éxito de la imprenta, al otorgar a la literatura demonológica una envergadura sin precedentes.
Exactamente lo mismo que le ocurre hoy a la vieja Europa-museo con eso de una crisis financiera que nadie acierta a comprender y describir, pero cada cual columbra que es para imponer, sea como sea, un nuevo modelo productivo. No en vano –apuntaba Lotman, en base a un documento del s. III d. C., cuyo autor sería Marco Municio Félix- es precisamente en una crisis similar sobre la que se construyó el predominio del cristianismo: todo empezó con las habladurías, los rumores y los chismes de la masa anónima (se hablaba de un malhechor que había sido crucificado, de una esclava y de un asno) que nacen en una atmósfera de miedo y sin los cuales dicha atmósfera no habría existido.
Para conseguir los objetivos ocultos del poder (también oculto), luego vendrá la persecución de brujas y brujos, y la atmósfera de sospecha creciente que terminará afectando también a los propios jueces, que ajustician inocentes sin temblarles el pulso, quienes reconocerán con el tiempo, buscando la absolución ciudadana, que también ellos fueron tentados por Satanás en la redacción de sus sentencias que trajeron la muerte a demasiados inocentes. Vamos, que son humanos, demasiado humanos. La eterna Fiesta de los jueces en torno al cántaro roto. Y como reza la tesis de Yuri M. Lotman en su ciclo de conferencias sobre el análisis semiótico del cataclismo social: Los horrores de varios siglos se desvanecen de tal modo en tres o cuatro décadas, que cuesta creer que hayan existido. Y es entonces cuando aparece el mito de que el miedo y el fanatismo son fruto de una época casi prehistórica.
El viejo Dacio Gil quiere trascender su evidente indignación con todo lo que está pasando. No quiere sentir vergüenza de no tener vergüenza y por ello ya ha empezado a hacer acopio de lecturas que le puedan orientar en su refugio anti-ortodoxos financieros, si es que tuviera que abandonar su casamata en la Tribuna Alta Preferencia:
1. Los demonios de Loudun, de Aldous Huxley.
2. Las brujas de Salem, de Arthur Miller,
3. Los perros negros, de Ian Mc Ewan.
4. Las brujas de Eastwick, de John Updike.
5. Inquisición española: poder político y control social, de Bartolomé Bannassar
6. Auto de Fe, de Elias Canetti.
7. Modernidad y Holocausto, de Zigmunt Bauman.
Recomendaba Ignacio de Loyola aquello de “en tiempo de tribulación no hacer mudanza”, pero una mudanza intelectual que nos desamodorre a todos parece tanto necesaria como imprescindible. Basta ya de estramonio servido en bandeja por las huestes del Movimiento Nacional.
¿Crisis? ¿Quién dijo Crisis?
¿Brujas? ¿Pero existen las brujas? ¿Y quién las caza?
¡Satanás! ¡Fue Satanás!
martes, 30 de agosto de 2011
martes, 23 de agosto de 2011
MEMORIAL FERNANDO BELINCHÓN (LA CARRERA DEL CSIC ...Y SU MEMORIA).
No cabe duda que se trata de una especie de tribu que vive parasitando aún de la Residencia de Estudiantes. Aquellos cachorros de la burguesía hispana tenían los divertimentos propios de su condición social: lawn- tennis, cross-country, su Café de Negrín etc. No todos los españoles podían permitirse esos divertimentos aunque aspiraban, (¿cómo no?) a hacer realidad aquel viejo apotegma de “mens sana in corpore sano”.
El actual CSIC se sigue empeñando en mantener esa que dicen tradición atlética y hace previsión cada año en sus presupuestos de una partida (es de suponer que ese dinero no se lo lleva nadie y sirve para pagar el agua, los dorsales, las camisetas y los jueces federativos) para el apoyo logístico y estratégico de un evento que no tiene una gran repercusión social ni deportiva, no se vaya a creer. Se mantiene por estrictos términos de propaganda y para provisionar una partida de acción social bajo veste de deporte estricto. Ahora la denominan con el pomposo nombre de Carrera internacional de la Ciencia, cuando antes lo era con el más humilde Carrera del CSIC. Cuestión de gabinetes de prensa y propaganda. Que de eso sabe mucho al actual CSIC y sus lobbies políticos, económicos y sindicales.
Este año la carrerita (es un corto trayecto de 3000 metros) casi va a coincidir con la retirada de alguno de los signos políticos franquistas que adornan y presiden la institución desde hace años. Con un empeño digno y honesto Cristina Calandre tiene perfectamente documentada la pervivencia de los símbolos franquistas en el CSIC y la indeleble impronta del camino recorrido por los fondos económicos en épocas del OPUS DEI y posteriores y a ella se remite -y somete- el viejo Dacio Gil así como al torrente de datos existente sobre el CSIC como ariete fundamental para la financiación de la Prelatura Personal para Escrivá de Balaguer. Miguel Fisac lo reconoció con la gallardía propia de buen manchego y brillante arquitecto social. Afortunadamente hay constancia escrita que otros han desarrollado.
El viejo Dacio Gil se entera de nuevo por ABC (¿cuál es el coste de la filtración de noticias? ¿Existe fondo de reptiles en el CSIC?), el vocero oficial del PSOE de Rafael Rodrigo Montero y su familia científica y acientífica, de la voluntad de retirada de los símbolos franquistas doblando ya el año 2011 y tras el escándalo de la sustracción continuada de fondos (resumido perfectamente por Cristina Calandre en “Tiempo de Historia”, Quitados del frontispicio del CSIC los títulos y símbolos de exaltación franquista). Por lo que se ve, los actuales jerifaltes del CSIC y sus sindicatos agregados y pensionados quieren hacer que hacen en eso de la memoria histórica pero parecen haber perdido la memoria en recordar al sujeto y al objeto de su más reciente desfalco, que dicen ¡en paradero desconocido y con él todos los libros de registro, incluídos los informáticos!
Una martingala más de Rafael Rodrigo Montero y sus secuaces (¿o, en realidad, es secuaz el señor Rodrigo de otros señores de la impunidad?), pues todos saben que Fernando Belinchón vive aún y que no está en paradero desconocido ni se llevó todas las pruebas de su actuación delictiva sólo o en compañía (o presencia) de otros.
En pro de que resplandezca la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad (a lo que no se está acostumbrado en el CSIC, a fe que es cierto) el viejo Dacio Gil propone desde esta Tribuna Alta Preferncia que la carrera del CSIC, la pomposa Carrera Internacional de la Ciencia se denomine a partir de ahora Memorial Fernando Belinchón, de la misma forma que otras carreras se llamaron Premio Conde de Villapadierna, Memorial Antonio Blasco o memorial José María Cagigal. ¿Qué por qué? Pues muy sencillo, por aquello del “coge el dinero y corre…”. Por pura evocación de la velocidad en la desaparición y perseverancia metódica en el entrenamiento en el saqueo.
En esta primera edición deberían participar de corto , además de Rafael Rodrigo Montero, Eusebio Jimenez Arroyo, María del Mar García Ferrer y Carlos Manual Abad, así como otros tantos más. Tantos como fueron los que conocieron el garlito y callaron como tumbas moras mientras se repartían suculentos premios económicos cada semestre. Los premios a los ganadores debería entregarlos algún familiar del señor Belinchón o, en su nombre, alguna de las habilitadas que debieron ir firmando con el tiempo las actuaciones delictivas. Caben, desde luego, muchas más acciones en recuerdo de Fernando Belinchón y sus cómplices y encubridores voluntarios o forzosos, pero no cumple al viejo Dacio Gil proponerlas. Salvo que lo que se pretenda sea tapar a toda costa los detalles minuciosos del desfalco con el manto de la desmemoria histórica, para que no quepan indicios siquiera de cómo puedan estarse financiando, diercta o indirectamente, determinados sujetos de la participación política.
Todos saben de memoria -hasta los voceros del ABC en el que, casualmente, escribe César Nombela ex presidente del CSIC con el PP- el nombre de Fernando Belinchón y sus actuaciones; como saben que el retrato de Albareda preside con su inquietante dedo separado las dependencias del CSIC; como saben que allí se viene practicando con descaro la impunidad guatemalteca. Y no hace falta ser Marie France Hirigoyen para saber que desde hace mucho tiempo en el CSIC se lleva a cabo el más negro acoso moral a quien decide intentar levantar las alfombras. Se trata de una organización con una altísima toxicidad, tal y como recordaba el 22 de agosto de 2011 en sus páginas centrales el diario EL PAIS al conectar acoso moral en el trabajo con mala organización laboral. Rodriguez Zapatero tiene cumplido y exhaustivo conocimiento de todo ello. El Fiscal General del Estado también conoce de todo ello de manera pormenorizada. Los diferentes ministros del ramo tampoco podrán nunca alegar desconocimiento. Ni tampoco los jueces. ¿Cómo han defendido todos ellos el interés general y atajado la desviación de poder? Obvio: con la conocida metodología Zapatero...
El CSIC es una larga y descarada concatenación de escándalos en plena época constitucional y en un sedicente Estado de Derecho. Es de general conocimiento y sabido es por casi todos. ¿Y por qué callan todos? Es bien sencillo, porque es una institución fallida, un espantajo, un atrapa proyectos europeos de toda laya y el conomiento general de tamaña falsedad dañaría las bases del régimen. En esto, como en otras cosas, rige la máxima de Caifás: es preferible que muera un hombre justo a que se desacrediten las instituciones de todo un pueblo.
¿A alguien se le ha pasado por la cabeza que Fernando Belinchón fuese inocente? Posiblemente no sólo Fernando Belinchón haya sacado tajada. Las tajadas, como bien se sabe, pueden ser de diferentes tipos. Y a muchos apetecen o necesitan de ellas.
Carrera de la ciencia; carreras en el CSIC; “coge el dinero y corre…”; oído cocina: un proyecto atrapado más tras vestir convenientemente al mono. Y sus dineros se drenan y se pierden como una exhalación.
De memoria se sabe cómo es todo en el CSIC. Tal vez lo mejor fuese olvidarse definitivamente del CSIC y trocear el nuevo árbol de la ciencia distribuyendo sus actividades reales (no las ficticias) por las universidades que verdaderamente quieran investigar y hacer ciencia. Otra posibilidad sería suprimirlo de plano y definitivamente, ignorando para siempre sus historias de financiación espurias y sus impunidades y dudosas glorias en el atropello continuado de los derechos y la dignidad humanos más básicos.
Memorial Fernando Belinchón. Preparados…, Listos…,Ya: Toma el dinero y corre.
El actual CSIC se sigue empeñando en mantener esa que dicen tradición atlética y hace previsión cada año en sus presupuestos de una partida (es de suponer que ese dinero no se lo lleva nadie y sirve para pagar el agua, los dorsales, las camisetas y los jueces federativos) para el apoyo logístico y estratégico de un evento que no tiene una gran repercusión social ni deportiva, no se vaya a creer. Se mantiene por estrictos términos de propaganda y para provisionar una partida de acción social bajo veste de deporte estricto. Ahora la denominan con el pomposo nombre de Carrera internacional de la Ciencia, cuando antes lo era con el más humilde Carrera del CSIC. Cuestión de gabinetes de prensa y propaganda. Que de eso sabe mucho al actual CSIC y sus lobbies políticos, económicos y sindicales.
Este año la carrerita (es un corto trayecto de 3000 metros) casi va a coincidir con la retirada de alguno de los signos políticos franquistas que adornan y presiden la institución desde hace años. Con un empeño digno y honesto Cristina Calandre tiene perfectamente documentada la pervivencia de los símbolos franquistas en el CSIC y la indeleble impronta del camino recorrido por los fondos económicos en épocas del OPUS DEI y posteriores y a ella se remite -y somete- el viejo Dacio Gil así como al torrente de datos existente sobre el CSIC como ariete fundamental para la financiación de la Prelatura Personal para Escrivá de Balaguer. Miguel Fisac lo reconoció con la gallardía propia de buen manchego y brillante arquitecto social. Afortunadamente hay constancia escrita que otros han desarrollado.
El viejo Dacio Gil se entera de nuevo por ABC (¿cuál es el coste de la filtración de noticias? ¿Existe fondo de reptiles en el CSIC?), el vocero oficial del PSOE de Rafael Rodrigo Montero y su familia científica y acientífica, de la voluntad de retirada de los símbolos franquistas doblando ya el año 2011 y tras el escándalo de la sustracción continuada de fondos (resumido perfectamente por Cristina Calandre en “Tiempo de Historia”, Quitados del frontispicio del CSIC los títulos y símbolos de exaltación franquista). Por lo que se ve, los actuales jerifaltes del CSIC y sus sindicatos agregados y pensionados quieren hacer que hacen en eso de la memoria histórica pero parecen haber perdido la memoria en recordar al sujeto y al objeto de su más reciente desfalco, que dicen ¡en paradero desconocido y con él todos los libros de registro, incluídos los informáticos!
Una martingala más de Rafael Rodrigo Montero y sus secuaces (¿o, en realidad, es secuaz el señor Rodrigo de otros señores de la impunidad?), pues todos saben que Fernando Belinchón vive aún y que no está en paradero desconocido ni se llevó todas las pruebas de su actuación delictiva sólo o en compañía (o presencia) de otros.
En pro de que resplandezca la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad (a lo que no se está acostumbrado en el CSIC, a fe que es cierto) el viejo Dacio Gil propone desde esta Tribuna Alta Preferncia que la carrera del CSIC, la pomposa Carrera Internacional de la Ciencia se denomine a partir de ahora Memorial Fernando Belinchón, de la misma forma que otras carreras se llamaron Premio Conde de Villapadierna, Memorial Antonio Blasco o memorial José María Cagigal. ¿Qué por qué? Pues muy sencillo, por aquello del “coge el dinero y corre…”. Por pura evocación de la velocidad en la desaparición y perseverancia metódica en el entrenamiento en el saqueo.
En esta primera edición deberían participar de corto , además de Rafael Rodrigo Montero, Eusebio Jimenez Arroyo, María del Mar García Ferrer y Carlos Manual Abad, así como otros tantos más. Tantos como fueron los que conocieron el garlito y callaron como tumbas moras mientras se repartían suculentos premios económicos cada semestre. Los premios a los ganadores debería entregarlos algún familiar del señor Belinchón o, en su nombre, alguna de las habilitadas que debieron ir firmando con el tiempo las actuaciones delictivas. Caben, desde luego, muchas más acciones en recuerdo de Fernando Belinchón y sus cómplices y encubridores voluntarios o forzosos, pero no cumple al viejo Dacio Gil proponerlas. Salvo que lo que se pretenda sea tapar a toda costa los detalles minuciosos del desfalco con el manto de la desmemoria histórica, para que no quepan indicios siquiera de cómo puedan estarse financiando, diercta o indirectamente, determinados sujetos de la participación política.
Todos saben de memoria -hasta los voceros del ABC en el que, casualmente, escribe César Nombela ex presidente del CSIC con el PP- el nombre de Fernando Belinchón y sus actuaciones; como saben que el retrato de Albareda preside con su inquietante dedo separado las dependencias del CSIC; como saben que allí se viene practicando con descaro la impunidad guatemalteca. Y no hace falta ser Marie France Hirigoyen para saber que desde hace mucho tiempo en el CSIC se lleva a cabo el más negro acoso moral a quien decide intentar levantar las alfombras. Se trata de una organización con una altísima toxicidad, tal y como recordaba el 22 de agosto de 2011 en sus páginas centrales el diario EL PAIS al conectar acoso moral en el trabajo con mala organización laboral. Rodriguez Zapatero tiene cumplido y exhaustivo conocimiento de todo ello. El Fiscal General del Estado también conoce de todo ello de manera pormenorizada. Los diferentes ministros del ramo tampoco podrán nunca alegar desconocimiento. Ni tampoco los jueces. ¿Cómo han defendido todos ellos el interés general y atajado la desviación de poder? Obvio: con la conocida metodología Zapatero...
El CSIC es una larga y descarada concatenación de escándalos en plena época constitucional y en un sedicente Estado de Derecho. Es de general conocimiento y sabido es por casi todos. ¿Y por qué callan todos? Es bien sencillo, porque es una institución fallida, un espantajo, un atrapa proyectos europeos de toda laya y el conomiento general de tamaña falsedad dañaría las bases del régimen. En esto, como en otras cosas, rige la máxima de Caifás: es preferible que muera un hombre justo a que se desacrediten las instituciones de todo un pueblo.
¿A alguien se le ha pasado por la cabeza que Fernando Belinchón fuese inocente? Posiblemente no sólo Fernando Belinchón haya sacado tajada. Las tajadas, como bien se sabe, pueden ser de diferentes tipos. Y a muchos apetecen o necesitan de ellas.
Carrera de la ciencia; carreras en el CSIC; “coge el dinero y corre…”; oído cocina: un proyecto atrapado más tras vestir convenientemente al mono. Y sus dineros se drenan y se pierden como una exhalación.
De memoria se sabe cómo es todo en el CSIC. Tal vez lo mejor fuese olvidarse definitivamente del CSIC y trocear el nuevo árbol de la ciencia distribuyendo sus actividades reales (no las ficticias) por las universidades que verdaderamente quieran investigar y hacer ciencia. Otra posibilidad sería suprimirlo de plano y definitivamente, ignorando para siempre sus historias de financiación espurias y sus impunidades y dudosas glorias en el atropello continuado de los derechos y la dignidad humanos más básicos.
Memorial Fernando Belinchón. Preparados…, Listos…,Ya: Toma el dinero y corre.
EL BAÑO DEL PAPA
En estos días, al viejo Dacio Gil le pasa lo mismo que al filósofo dedos torcidos de la película feminista holandesa Antonia; que no puede comprender, aunque lo intenta incesantemente, todo lo que está pasando a su alrededor. Se ve inclinado indefectiblemente al juego de la asociación de ideas y eso le desazona.
Por un lado la espectacular y recurrente demostración de fuerza de la Iglesia de Roma le produce un enorme vértigo vital. Ver a las juventudes perfectamente distribuidas en aquella enorme explanada de cuatro vientos trae de inmediato a la mente de este viejo Gil la imagen de las juventudes hitlerianas aclamando a su líder.
Asimismo, con enorme pena comprueba también Gil que no sólo los jóvenes aclamaban al papa de la iglesia romana. Allí, el domingo, estaban en sitio preferente la flor y nata finaciera de los Botín, los Rato, los Koplowitz y demás instalados financiaros –incluido también el parvenú Ignacio Garralda prototipo actual de la deriva económica española- como si del cónclave financiero de la novela Todo Modo de Leonardo Sciascia se tratase. Le consta al viejo Dacio Gil que no estaban Roberto Calvi, ni Paul Marcinkus, ni Michele Sindona. A su vez, ignora el veterousufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia si allí se encontraba también, y en sitio relevante, la familia completa de los Ruíz Mateos o la familia Isla o el presidente del Tribunal Supremo Carlos Divar junto al viejo jurista Mendizabal Allende, hoy también generosamente cobijado en la nómina de la aseguradora de Garralda, aunque es de suponer que sí estuvieran al ser el JMJ 2011 un acontecimiento para católicos de todas las adscripciones. Mientras, los jóvenes peregrinos, según la jerarquía de la congregación que los representaba y dirigía, ocupaban la periferia de la explanada, cuando no el extrarradio. Masa y Poder que diría Canetti. O más sangrante aún: Movimiento e Institución en la concepción de Francesco Alberoni. Difícil de entender desde la pretendida humildad cristiana esa enorme manifestación de fuerza de la Iglesia de Roma. Todo abrumador, desmesurado. Espectacular en el más rancio concepto de Guy Debord. El alma como bandera. El espíritu como idea-fuerza publicitaria.
Los políticos españoles "a la violeta", tan contentos todos (más unos que otros, pero posibilistas todos intentando sacar tajada de la labor de los Hidden Persuaders eclesiales) creyendo que se estaba marcando el camino indeleble de las próximas elecciones: unos para remarcar su tendencia a la mayoría absoluta y absolutista y los otros (los consentidores, cómplices y encubridores de todo esto) para intentar salvar unos muebles que no se merecen salvar: Oremos fervientemente los librepensadores y los descreídos para que se precipiten al vacío como lo hizo la UCD, pues no merecen otra cosa. Cargadas de pedernal, dinero negro, demagogia barata e inmundicia sus alforjas, el batacazo debería ser descomunal, histórico. Plenamente merecido. En nada se diferencia lucifer Rubalcaba del querubín Ignacio Garralda, como todo el mundo sabe y de Todo Modo.
Estas jornadas -como las guerras- han dejado un buen número de damnificados y perjudicados, ya que nada es como parece y nos cuentan los medios de comunicación en este corto y tormentoso ferragosto en el que los becarios se afanan en su meritoriaje. Como le pasó a María que no pudo acercarse cuando su trabajo se lo permitía a la calla Prim para ver la representación de La fiesta de los jueces, pues era imposible atravesar los mil cinturones policiales que decían proteger a la marea humana encandilada con el teólogo Ratzinger devenido en Benedicto XVI. Menos mal que pudo al fin ver la representación -y bien contenta que está de ello- el sábado por la noche. Como es el caso del sensato, sensible, respetuoso e intelectual y fraterno amigo Guillermo que hubo de soportar las sucesivas embestidas (literalmente las embestidas) de sendas ciudadanas exasperadas por las incomodidades y el fraude en los créditos de transporte adquiridos con anterioridad, perpetrado por el alcalde del Movimiento Ruíz Gallardón. El pobre Guillermo (ejemplar de la antiviolencia de cualquier género) pagó el sucesivo malhumor de la ciudadana que decía no poder respirar con tanta gente en el autobús y de la otra ciudadana que se desquitó con él por no poder colocar su maleta al no caber ni un alfiler en un bus repleto de peregrinos incapaces no ya de ceder el sitio reservado a tal fin a los viejos, discapacitados o embarazadas, sino de hacer hueco a una maleta. ¿Quién paga la exasperación? La gente de bien, la educada, como pasa siempre. El ciudadano de Madrid usuario del transporte público ha sido objeto de varios fraudes, perpetrados todos por las instituciones que deberían representarlos. Verdadero síntoma de lo que está pasando: el antecedente a la tragedia, a la conflagración…
Lo de las fuerzas de seguridad es otro abuso: empujones, interdicciones carentes de razón, manifestaciones de fuerza bruta. Todo modo en estado puro. Algún semiólogo analizará cabalmente en su momento el mensaje de tanta fuerza policial en el viaje papal. Otro síntoma más de la situación desesperada que vivimos. El estado policiaco en la ciudad museo y escenario.
Respecto a la discusión bizantina (¿o será vaticana?) sobre las inmanentes e inminentes ganancias económicas que genera la visita papal, el viejo Dacio Gil no puede más que sonreír con cierta malicia: fuegos de artificio para engañar en caliente nuevamente a la ciudadanía malhumorada con razón. El mesonero con quien la joven Cuca y el viejo Dacio Gil departieron el pasado sábado no se quejaba, pero reflexionaba como Sancho Panza con la realidad por bandera: su razonabilidad te causaba escalofríos. Decía que él no había visto un duro de más en estos momentos de crisis y que los conductores de autobuses italianos que comían su menú de 9 euros en su local también se quejaban de que aquello no era negocio incluso para ellos.¿De quién ha sido el negocio, pues? Tal vez para Arturo sí lo haya sido, pero es que Arturo se entrevera con todos los poderes, él es poder tangente.
El viejo Dacio Gil siempre se acuerda en estos casos de la magnífica película El baño del papa (Uruguay; 2007; Fernández-Charlone). Trata de la visita papal al departamento de Cerro Largo de aquella República Oriental, más concretamente a la localidad de Melo en 1988. En esa ocasión un emprendedor (Beto) abrumado e incitado por las noticias en los medios de los beneficios que reportará la visita del papa se empeña en construir un baño público para huir de la miseria. El viejo Dacio Gil no va a destripar el film. Aconseja vivamente su visionado ahora, en caliente. Como todo lo uruguayo –tan querido al viejo Gil- la película es sopesada, sentida, humana, respetuosa, realista. Una joya para los sentidos y un material inmejorable para analizar lo recientemente acontecido desde el plano humano, de la existencia privada (privada de casi todo lo material, pero inmensamente rica en lo espiritual). Para comprobar la enorme distancia existente entre la masa y el poder (político, fronterizo y mediático); entre el movimiento y la institución. Entre lo que dicen los medios y lo que refulge en lo cotidiano más pequeño. Entre la realidad y la imaginación fomentada por los persuasores ocultos.
Madrid no es Melo. Melo reúne aún las enormes raíces humanas que Madrid ya ha perdido. El poder es el mismo. La corrupción también. Y la Iglesia romana intenta siempre y en todo lugar mantener su capital simbólico -fruto de su violencia simbólica-, jugando con la tradición y el modernismo. Un ex presidente del CSIC, como César Nombela, nos lo ha intentado contar desde las páginas de ABC: ciencia y conciencia…
El baño del papa. Sí, el baño del papa.
Por un lado la espectacular y recurrente demostración de fuerza de la Iglesia de Roma le produce un enorme vértigo vital. Ver a las juventudes perfectamente distribuidas en aquella enorme explanada de cuatro vientos trae de inmediato a la mente de este viejo Gil la imagen de las juventudes hitlerianas aclamando a su líder.
Asimismo, con enorme pena comprueba también Gil que no sólo los jóvenes aclamaban al papa de la iglesia romana. Allí, el domingo, estaban en sitio preferente la flor y nata finaciera de los Botín, los Rato, los Koplowitz y demás instalados financiaros –incluido también el parvenú Ignacio Garralda prototipo actual de la deriva económica española- como si del cónclave financiero de la novela Todo Modo de Leonardo Sciascia se tratase. Le consta al viejo Dacio Gil que no estaban Roberto Calvi, ni Paul Marcinkus, ni Michele Sindona. A su vez, ignora el veterousufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia si allí se encontraba también, y en sitio relevante, la familia completa de los Ruíz Mateos o la familia Isla o el presidente del Tribunal Supremo Carlos Divar junto al viejo jurista Mendizabal Allende, hoy también generosamente cobijado en la nómina de la aseguradora de Garralda, aunque es de suponer que sí estuvieran al ser el JMJ 2011 un acontecimiento para católicos de todas las adscripciones. Mientras, los jóvenes peregrinos, según la jerarquía de la congregación que los representaba y dirigía, ocupaban la periferia de la explanada, cuando no el extrarradio. Masa y Poder que diría Canetti. O más sangrante aún: Movimiento e Institución en la concepción de Francesco Alberoni. Difícil de entender desde la pretendida humildad cristiana esa enorme manifestación de fuerza de la Iglesia de Roma. Todo abrumador, desmesurado. Espectacular en el más rancio concepto de Guy Debord. El alma como bandera. El espíritu como idea-fuerza publicitaria.
Los políticos españoles "a la violeta", tan contentos todos (más unos que otros, pero posibilistas todos intentando sacar tajada de la labor de los Hidden Persuaders eclesiales) creyendo que se estaba marcando el camino indeleble de las próximas elecciones: unos para remarcar su tendencia a la mayoría absoluta y absolutista y los otros (los consentidores, cómplices y encubridores de todo esto) para intentar salvar unos muebles que no se merecen salvar: Oremos fervientemente los librepensadores y los descreídos para que se precipiten al vacío como lo hizo la UCD, pues no merecen otra cosa. Cargadas de pedernal, dinero negro, demagogia barata e inmundicia sus alforjas, el batacazo debería ser descomunal, histórico. Plenamente merecido. En nada se diferencia lucifer Rubalcaba del querubín Ignacio Garralda, como todo el mundo sabe y de Todo Modo.
Estas jornadas -como las guerras- han dejado un buen número de damnificados y perjudicados, ya que nada es como parece y nos cuentan los medios de comunicación en este corto y tormentoso ferragosto en el que los becarios se afanan en su meritoriaje. Como le pasó a María que no pudo acercarse cuando su trabajo se lo permitía a la calla Prim para ver la representación de La fiesta de los jueces, pues era imposible atravesar los mil cinturones policiales que decían proteger a la marea humana encandilada con el teólogo Ratzinger devenido en Benedicto XVI. Menos mal que pudo al fin ver la representación -y bien contenta que está de ello- el sábado por la noche. Como es el caso del sensato, sensible, respetuoso e intelectual y fraterno amigo Guillermo que hubo de soportar las sucesivas embestidas (literalmente las embestidas) de sendas ciudadanas exasperadas por las incomodidades y el fraude en los créditos de transporte adquiridos con anterioridad, perpetrado por el alcalde del Movimiento Ruíz Gallardón. El pobre Guillermo (ejemplar de la antiviolencia de cualquier género) pagó el sucesivo malhumor de la ciudadana que decía no poder respirar con tanta gente en el autobús y de la otra ciudadana que se desquitó con él por no poder colocar su maleta al no caber ni un alfiler en un bus repleto de peregrinos incapaces no ya de ceder el sitio reservado a tal fin a los viejos, discapacitados o embarazadas, sino de hacer hueco a una maleta. ¿Quién paga la exasperación? La gente de bien, la educada, como pasa siempre. El ciudadano de Madrid usuario del transporte público ha sido objeto de varios fraudes, perpetrados todos por las instituciones que deberían representarlos. Verdadero síntoma de lo que está pasando: el antecedente a la tragedia, a la conflagración…
Lo de las fuerzas de seguridad es otro abuso: empujones, interdicciones carentes de razón, manifestaciones de fuerza bruta. Todo modo en estado puro. Algún semiólogo analizará cabalmente en su momento el mensaje de tanta fuerza policial en el viaje papal. Otro síntoma más de la situación desesperada que vivimos. El estado policiaco en la ciudad museo y escenario.
Respecto a la discusión bizantina (¿o será vaticana?) sobre las inmanentes e inminentes ganancias económicas que genera la visita papal, el viejo Dacio Gil no puede más que sonreír con cierta malicia: fuegos de artificio para engañar en caliente nuevamente a la ciudadanía malhumorada con razón. El mesonero con quien la joven Cuca y el viejo Dacio Gil departieron el pasado sábado no se quejaba, pero reflexionaba como Sancho Panza con la realidad por bandera: su razonabilidad te causaba escalofríos. Decía que él no había visto un duro de más en estos momentos de crisis y que los conductores de autobuses italianos que comían su menú de 9 euros en su local también se quejaban de que aquello no era negocio incluso para ellos.¿De quién ha sido el negocio, pues? Tal vez para Arturo sí lo haya sido, pero es que Arturo se entrevera con todos los poderes, él es poder tangente.
El viejo Dacio Gil siempre se acuerda en estos casos de la magnífica película El baño del papa (Uruguay; 2007; Fernández-Charlone). Trata de la visita papal al departamento de Cerro Largo de aquella República Oriental, más concretamente a la localidad de Melo en 1988. En esa ocasión un emprendedor (Beto) abrumado e incitado por las noticias en los medios de los beneficios que reportará la visita del papa se empeña en construir un baño público para huir de la miseria. El viejo Dacio Gil no va a destripar el film. Aconseja vivamente su visionado ahora, en caliente. Como todo lo uruguayo –tan querido al viejo Gil- la película es sopesada, sentida, humana, respetuosa, realista. Una joya para los sentidos y un material inmejorable para analizar lo recientemente acontecido desde el plano humano, de la existencia privada (privada de casi todo lo material, pero inmensamente rica en lo espiritual). Para comprobar la enorme distancia existente entre la masa y el poder (político, fronterizo y mediático); entre el movimiento y la institución. Entre lo que dicen los medios y lo que refulge en lo cotidiano más pequeño. Entre la realidad y la imaginación fomentada por los persuasores ocultos.
Madrid no es Melo. Melo reúne aún las enormes raíces humanas que Madrid ya ha perdido. El poder es el mismo. La corrupción también. Y la Iglesia romana intenta siempre y en todo lugar mantener su capital simbólico -fruto de su violencia simbólica-, jugando con la tradición y el modernismo. Un ex presidente del CSIC, como César Nombela, nos lo ha intentado contar desde las páginas de ABC: ciencia y conciencia…
El baño del papa. Sí, el baño del papa.
martes, 16 de agosto de 2011
¿QUIÉN MANDA EN EL BESO?
Algo pasa con el amor. En los momentos actuales de preponderancia del equivalente moral a la guerra, en los que ni los mismos economistas se aclaran con síntomas, dolencias y medicinas preventivas y paliativas, parece que sólo el amor da respuesta a nuestras preocupaciones. El diario ABC de ayer 15 de agosto entrega gratuitamente con el diario (escuálido a más no poder en el veraniego agosto) un ejemplar del ensayo de Enrique Rojas titulado El amor: la gran oportunidad. Tú puedes conseguir un amor duradero. Posiblemente no sea el mejor libro para iniciarse en profundizar sobre estos temas del amor. En la actualidad hay mejores libros sobre el amor como los de los españoles Manuel Cruz (Amo, luego existo) o Javier Sádaba (El amor y sus formas), o los de los franceses Pascal Bruckner (La paradoja del amor), Alain Badiou (Elogio del amor), André Compte- Sponville (El amor la soledad) o Luc Ferry (Familia y amor). Incluso desde el punto de vista de terapia es más interesante y recomendable el libro de María Jesús Álava Amar sin sufrir. No obstante, es de agradecer la entrega de la edición no venal del ensayo de Rojas, que no es sino una especie de reedición sintetizada de su libro de 1997, El amor inteligente. Corazón y cabeza: claves para construir una pareja feliz.
Es de suponer que las razones que han animado al ABC a ofrecer la obra de Enrique Rojas haya sido el evento de la JMJ y la visita papal a Madrid. En ese objetivo, el autor escogido por el ABC vendría a ser el más indicado a esos efectos finalistas, como denota la bibliografía así como el contenido del libro. Parecería un cebo para atraer a la compra del diario durante estos días bajo el influjo del “Amaos los unos a los otros como yo os he amado” o el lema “Dios es amor”. Con todo, es, además de un buen punto de partida, un síntoma de lo que está sucediendo al hombre y la mujer actuales en estos momentos de equivalente moral a la guerra. Una guerra de consecuencias letales aún no completamente manifestadas y en la que se nos da a entender que nadie concreto la hubiese desatado y en la que fuese completamente imposible identificar a los responsables y a sus beneficiarios directos. Un equivalente de guerra que hace quebrar eso de amarnos los unos a los otros (sobre todo a “los otros” incursos todos -unos y otros- en concurso de acreedores afectivos y EREs amorosos donde fuesen imprescindibles quitas de ternura) y no parece tener Dios benevolente ni Congregación apaciguadora alguna.
Las caricias, los abrazos y los besos son las más antiguas formas de comunicación emocional de los seres humanos: compartir lo que se tiene y lo que se desea tener. El beso mojado, el llamado “francés”, exige participación activa de las dos personas, reciprocidad, entrega y respuesta a lo que hace el otro. El beso es –junto con el abrazo y las caricias- tal vez la mayor manifestación de amor pues transmite sentimiento sin tener que articular lenguajes verbales. Incluso el silencio total es su contexto. Dado que se trata de un acto en el que se comparte, es difícil determinar quién manda en el beso. No es sencillo identificar a una persona “besadora” profesional, como tampoco puede afirmarse que el beso sea una mera técnica que se aprenda en seminarios y magisterios. Se suele decir entre las mujeres que en el beso puede llegar a saberse como será el amante, pues el hombre que no sabe usar los labios –dicen- nunca llegará a dominar ninguna parte del cuerpo cuando de hacer el amor se trate. Dado que a las mujeres les encanta besar, pues suelen aplicar en ello los cinco sentidos, acaso esté cargada de razón la afirmación anterior.
Al viejo Dacio Gil le gusta profundizar y adentrarse en el significado y alcance de la relación íntima, en detrimento del análisis de las instituciones públicas y sus derivas, colonizaciones y perversiones. Por eso prefiere explorar entre los confines de los besos, esa manifestación del amor prólogo de la más íntima cercanía sensual. Por eso se interroga buen número de cuestiones: ¿Quién manda en el beso? ¿Se besa a ciegas o sólo se entornan los ojos para concentrase en el beso? ¿Qué lugares son más propicios para besarse? ¿Qué duración tienen los besos? ¿Cómo termina un beso y quién precipita su final? Esas son las cuestiones que intenta desentrañar el viejo Dacio Gil para encontrar la luz en la noche oscura a la que deriva pública y económica nos ha conducido con descaro. Y ha de reconocer que aún no ha encontrado en libros y teorías la respuesta científica completa ni el recetario práctico. Conjetura, eso sí, que tal vez sea necesario un seminario presencial y un fuerte compromiso del corazón. Esa era la razón que se esgrimía para justificar que las prostitutas no besasen nunca a sus clientes.
Sabido es que en materia de besos el poema cimero es el de Gabriela Mistral de esa misma rúbrica. Pero este poema no apunta siquiera quién manda en el beso, aunque Lucila Godoy parece sugerir que manda o bien quien tiene más experiencia o bien la propia hembra: Yo te enseñé a besar: los besos fríos/ son de impasible corazón de roca/ yo te enseñé a besar con besos míos/ inventados por mí para tu boca. Sin embargo es opinión comúnmente aceptada que en el beso manda el seductor, que vendría a ser el llamado a interrumpirlo a su conveniencia. T.S. Eliot marcó esta línea en su poema “el sermón del fuego”´(Él le otorga un final beso protector,/ y baja a tientas por la oscura escalera/ Ella se vuelve y se mira un momento en el espejo/ sin advertir que su amante ya no está; / su cerebro formula un vago pensamiento:/ “Bueno, el asunto terminó ya, y me alegro que así sea”.). Y aunque el uruguayo Mario Benedetti introdujo también en el poema La espera aquello del beso de despedida, el de Paso de Toros se inclinó siempre por la eficacia máxima y sublime éxtasis del beso y el abrazo artesanales.
El usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia se permite disentir de la teoría del seductor con mando en beso, pues cree que ésta se mueve en una cierta confusión: Por así decir, si el beso de amor apasionado tiene más eco que un cañón, atribuir a quien seduce el dominio del beso es incurrir en la misma confusión en que incurren los “polemólogos a la violeta” cuando identifican a quien inicia las hostilidades con el ganador de la guerra. No existe petulancia alguna en la siguiente afirmación, pero quien se haya visto incurso en un auténtico beso de pasión, en la fusión de dos sentimientos, habrá podido comprobar cómo le cambian las tornas al seductor trocando muchas veces su posición inicial por la de seducido. Esa es precisamente la grandeza de un beso: que es radicalmente incierto quién manda en él, al deber ser, por esencia, equitativo.
¿Manda quien introduce primero la lengua con más vigor en la boca del ser amado? ¿El que obstaculiza el progreso de la lengua del otro? ¿El que más profundo llega? ¿El más rápido? ¿El más lento? ¿El que entorna los ojos para concentrar sus sentidos? ¿El que demuestra constante control visual? ¿Manda en el beso el más creativo?
Sandor Márai deja abierta también esa serie de interrogantes. En su recientemente publicado “La gaviota” hace una magistral descripción del beso:
El beso es un hecho y podría ser uno de tantos que, propiciados por un momento especial, intercambian hombres y mujeres millones de veces; un beso, porque en el fondo de la vida humana está el beso; un beso, porque sólo a través del beso los cuerpos pueden exteriorizar lo que persiguen a lo largo de la vida; un beso porque entre hombre y mujer sobran las palabras. El beso ya es un hecho, pues ha llegado el momento, ese momento inaplazable, en el que todo lo que pueda ocurrir sin que medie el beso carece de sentido. Es ese gesto ávido e inevitable, ese momento torcido y maravilloso de dos epidermis resecas, por encima de costumbres, impulsos y ritos; ese mordisco dócil; ese gesto de rapaz domesticado que el hombre aún conserva en sus nervios y en sus labios como atavismo de lo que, en los inicios de los tiempos y la vida humana, era terrible, sangriento y mortal… Se han besado porque no han podido evitarlo. Y no dicen nada.
Se trata de un silencio carente de patetismo, como si temieran interpretar el beso erróneamente incluso en silencio: darle un sentido distinto, más retorcido o falso que el que perciben es ese momento, cuando las olas derivadas del mismo empiezan a recorrer su cuerpo y su sistema nervioso. ¿Qué clase de beso ha sido? Se pregunta él. Hay besos que enlazan y unen, y hay besos que aclaran las cosas y separan de inmediato. Quienes se besan -¿acaso es una acción, o un beso de verdad más bien sucede?- saben ya al instante siguiente si se trata de un beso que une o separa. Hay besos ligeros que flotan en el trastero de la memoria como adornos de colores de una verbena… Éste ha sido uno de esos besos ligeros que a veces el instante esparce, como la mano divina el confeti sobre los bailarines de un vals. Y, ya que no sabe responder a la pregunta, calla.
Ha sido un beso familiar, decide entonces. Y de pronto lo embarga una extraña serenidad: Hay momentos en que la vida madura y todo se vuelve profundo y sencillo, tanto como debe de serlo el instante de la muerte. Eso es lo que siente ahora, cuando oye su propia voz susurrante.
Márai describe minuciosamente los componentes del beso, al modo que hace el viejo Eguchi (la casa de las bellas durmientes. Yasunari Kawabata) al recordar los besos con la joven esposa del extranjero que se apresuraba a regresar a Kobe con sus hijos pequeños, o el intento de beso al diente torcido de la joven dormida. Márai y Kawabata -y tantos otros- enseñan el embrujo de los besos.
Mande quien mande en el beso francés, es una experiencia que nos sitúa entre la tierra y el cielo. Mas o menos lo que –salvando las distancias- se pretende en las jornadas JMJ.
Aunque más apropiada parece la propuesta de otro Rojas, Jorge, el alma de Los Nocheros, que invitaba en la canción entre la tierra y el cielo a comer el corazón a besos, a dejar (por tus rincones) pájaros y flores como semilla de pasión. El beso como una semilla de pasión. Así las cosas y analizado el texto de Rojas (de Jorge, aunque en alguna medida también el de Enrique que regalaba el ABC), acaso mande en el beso quien presienta que va a amar a su ser amado más allá de la locura.
El beso. ¿Poder o servidumbre voluntaria?
Es de suponer que las razones que han animado al ABC a ofrecer la obra de Enrique Rojas haya sido el evento de la JMJ y la visita papal a Madrid. En ese objetivo, el autor escogido por el ABC vendría a ser el más indicado a esos efectos finalistas, como denota la bibliografía así como el contenido del libro. Parecería un cebo para atraer a la compra del diario durante estos días bajo el influjo del “Amaos los unos a los otros como yo os he amado” o el lema “Dios es amor”. Con todo, es, además de un buen punto de partida, un síntoma de lo que está sucediendo al hombre y la mujer actuales en estos momentos de equivalente moral a la guerra. Una guerra de consecuencias letales aún no completamente manifestadas y en la que se nos da a entender que nadie concreto la hubiese desatado y en la que fuese completamente imposible identificar a los responsables y a sus beneficiarios directos. Un equivalente de guerra que hace quebrar eso de amarnos los unos a los otros (sobre todo a “los otros” incursos todos -unos y otros- en concurso de acreedores afectivos y EREs amorosos donde fuesen imprescindibles quitas de ternura) y no parece tener Dios benevolente ni Congregación apaciguadora alguna.
Las caricias, los abrazos y los besos son las más antiguas formas de comunicación emocional de los seres humanos: compartir lo que se tiene y lo que se desea tener. El beso mojado, el llamado “francés”, exige participación activa de las dos personas, reciprocidad, entrega y respuesta a lo que hace el otro. El beso es –junto con el abrazo y las caricias- tal vez la mayor manifestación de amor pues transmite sentimiento sin tener que articular lenguajes verbales. Incluso el silencio total es su contexto. Dado que se trata de un acto en el que se comparte, es difícil determinar quién manda en el beso. No es sencillo identificar a una persona “besadora” profesional, como tampoco puede afirmarse que el beso sea una mera técnica que se aprenda en seminarios y magisterios. Se suele decir entre las mujeres que en el beso puede llegar a saberse como será el amante, pues el hombre que no sabe usar los labios –dicen- nunca llegará a dominar ninguna parte del cuerpo cuando de hacer el amor se trate. Dado que a las mujeres les encanta besar, pues suelen aplicar en ello los cinco sentidos, acaso esté cargada de razón la afirmación anterior.
Al viejo Dacio Gil le gusta profundizar y adentrarse en el significado y alcance de la relación íntima, en detrimento del análisis de las instituciones públicas y sus derivas, colonizaciones y perversiones. Por eso prefiere explorar entre los confines de los besos, esa manifestación del amor prólogo de la más íntima cercanía sensual. Por eso se interroga buen número de cuestiones: ¿Quién manda en el beso? ¿Se besa a ciegas o sólo se entornan los ojos para concentrase en el beso? ¿Qué lugares son más propicios para besarse? ¿Qué duración tienen los besos? ¿Cómo termina un beso y quién precipita su final? Esas son las cuestiones que intenta desentrañar el viejo Dacio Gil para encontrar la luz en la noche oscura a la que deriva pública y económica nos ha conducido con descaro. Y ha de reconocer que aún no ha encontrado en libros y teorías la respuesta científica completa ni el recetario práctico. Conjetura, eso sí, que tal vez sea necesario un seminario presencial y un fuerte compromiso del corazón. Esa era la razón que se esgrimía para justificar que las prostitutas no besasen nunca a sus clientes.
Sabido es que en materia de besos el poema cimero es el de Gabriela Mistral de esa misma rúbrica. Pero este poema no apunta siquiera quién manda en el beso, aunque Lucila Godoy parece sugerir que manda o bien quien tiene más experiencia o bien la propia hembra: Yo te enseñé a besar: los besos fríos/ son de impasible corazón de roca/ yo te enseñé a besar con besos míos/ inventados por mí para tu boca. Sin embargo es opinión comúnmente aceptada que en el beso manda el seductor, que vendría a ser el llamado a interrumpirlo a su conveniencia. T.S. Eliot marcó esta línea en su poema “el sermón del fuego”´(Él le otorga un final beso protector,/ y baja a tientas por la oscura escalera/ Ella se vuelve y se mira un momento en el espejo/ sin advertir que su amante ya no está; / su cerebro formula un vago pensamiento:/ “Bueno, el asunto terminó ya, y me alegro que así sea”.). Y aunque el uruguayo Mario Benedetti introdujo también en el poema La espera aquello del beso de despedida, el de Paso de Toros se inclinó siempre por la eficacia máxima y sublime éxtasis del beso y el abrazo artesanales.
El usufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia se permite disentir de la teoría del seductor con mando en beso, pues cree que ésta se mueve en una cierta confusión: Por así decir, si el beso de amor apasionado tiene más eco que un cañón, atribuir a quien seduce el dominio del beso es incurrir en la misma confusión en que incurren los “polemólogos a la violeta” cuando identifican a quien inicia las hostilidades con el ganador de la guerra. No existe petulancia alguna en la siguiente afirmación, pero quien se haya visto incurso en un auténtico beso de pasión, en la fusión de dos sentimientos, habrá podido comprobar cómo le cambian las tornas al seductor trocando muchas veces su posición inicial por la de seducido. Esa es precisamente la grandeza de un beso: que es radicalmente incierto quién manda en él, al deber ser, por esencia, equitativo.
¿Manda quien introduce primero la lengua con más vigor en la boca del ser amado? ¿El que obstaculiza el progreso de la lengua del otro? ¿El que más profundo llega? ¿El más rápido? ¿El más lento? ¿El que entorna los ojos para concentrar sus sentidos? ¿El que demuestra constante control visual? ¿Manda en el beso el más creativo?
Sandor Márai deja abierta también esa serie de interrogantes. En su recientemente publicado “La gaviota” hace una magistral descripción del beso:
El beso es un hecho y podría ser uno de tantos que, propiciados por un momento especial, intercambian hombres y mujeres millones de veces; un beso, porque en el fondo de la vida humana está el beso; un beso, porque sólo a través del beso los cuerpos pueden exteriorizar lo que persiguen a lo largo de la vida; un beso porque entre hombre y mujer sobran las palabras. El beso ya es un hecho, pues ha llegado el momento, ese momento inaplazable, en el que todo lo que pueda ocurrir sin que medie el beso carece de sentido. Es ese gesto ávido e inevitable, ese momento torcido y maravilloso de dos epidermis resecas, por encima de costumbres, impulsos y ritos; ese mordisco dócil; ese gesto de rapaz domesticado que el hombre aún conserva en sus nervios y en sus labios como atavismo de lo que, en los inicios de los tiempos y la vida humana, era terrible, sangriento y mortal… Se han besado porque no han podido evitarlo. Y no dicen nada.
Se trata de un silencio carente de patetismo, como si temieran interpretar el beso erróneamente incluso en silencio: darle un sentido distinto, más retorcido o falso que el que perciben es ese momento, cuando las olas derivadas del mismo empiezan a recorrer su cuerpo y su sistema nervioso. ¿Qué clase de beso ha sido? Se pregunta él. Hay besos que enlazan y unen, y hay besos que aclaran las cosas y separan de inmediato. Quienes se besan -¿acaso es una acción, o un beso de verdad más bien sucede?- saben ya al instante siguiente si se trata de un beso que une o separa. Hay besos ligeros que flotan en el trastero de la memoria como adornos de colores de una verbena… Éste ha sido uno de esos besos ligeros que a veces el instante esparce, como la mano divina el confeti sobre los bailarines de un vals. Y, ya que no sabe responder a la pregunta, calla.
Ha sido un beso familiar, decide entonces. Y de pronto lo embarga una extraña serenidad: Hay momentos en que la vida madura y todo se vuelve profundo y sencillo, tanto como debe de serlo el instante de la muerte. Eso es lo que siente ahora, cuando oye su propia voz susurrante.
Márai describe minuciosamente los componentes del beso, al modo que hace el viejo Eguchi (la casa de las bellas durmientes. Yasunari Kawabata) al recordar los besos con la joven esposa del extranjero que se apresuraba a regresar a Kobe con sus hijos pequeños, o el intento de beso al diente torcido de la joven dormida. Márai y Kawabata -y tantos otros- enseñan el embrujo de los besos.
Mande quien mande en el beso francés, es una experiencia que nos sitúa entre la tierra y el cielo. Mas o menos lo que –salvando las distancias- se pretende en las jornadas JMJ.
Aunque más apropiada parece la propuesta de otro Rojas, Jorge, el alma de Los Nocheros, que invitaba en la canción entre la tierra y el cielo a comer el corazón a besos, a dejar (por tus rincones) pájaros y flores como semilla de pasión. El beso como una semilla de pasión. Así las cosas y analizado el texto de Rojas (de Jorge, aunque en alguna medida también el de Enrique que regalaba el ABC), acaso mande en el beso quien presienta que va a amar a su ser amado más allá de la locura.
El beso. ¿Poder o servidumbre voluntaria?
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