En la sociedad actual hay demasiados piratas. Hay piratas y piratas, pero cierto es que deambulan ya a su antojo por las más altas cotas de las magistraturas de los Estados.
Dios los cría y ellos se juntan. En el estrecho ataúd que habita inmóvil el viejo Gil junto a sus gusanos de cámara, plácidamente angustiado por la inmovilidad, ha visto más turbada su quietud con la foto de los dos. Ambos riéndose. Acaso se rían de sus pueblos. Aunque eso sería muy triste. Mariano y Michel. Temer y Rajoy. Ambos juristas. Ambos al abrigo de los presupuestos públicos para no sentir los rigores que otros (el 99%) sufren.
A Rómulo Varillas y al viejo Gil la foto en cuestión nos ha producido miedo de lo pueda estar por venir. Y ya es raro que el bueno y grande de Rómulo Varillas se turbe más tras todo lo que vivió y ve en su Perú natal. La primera voz (el antológico falsete) de "Los ídolos del pueblo", de los inolvidables Embajadores Criollos, que tan característicos hizo boleros, valses y polkas, se acercó al viejo Gil con aguda voz diciendo ¡Piratas, son piratas! mientras blandía la dichosa foto.
Y, efectivamente, hay que ser un pirata para comparecer riéndose con uno de los muñidores del golpe de estado judicial perpetrado en Brasil entre un juez apellidado Moro, un parlamento fragmentado en sectas y únicamente cohesionado por la corrupción. Posiblemente, también
canonizado desde el exterior. Parece que Mariano y Michel tratasen de relegitimarse burdamente tras sus burlas políticas al pueblo. Un pueblo que, de seguro, sentirá repugnancia por la trayectoria de ambos.
El viejo Gil se lo ha preguntado a sus gusanos: ¿Existe la decencia en la sociedad turbocapitalista? ¿No somos objeto de una brutal manipulación? Gil no ha recibido respuesta alguna de sus gusanos vecinos.
El viejo Gil ha aprendido de su compadre Rómulo Varillas, que existe toda una vida llena de matices dentro del pueblo. No en vano fue la primera voz de los llamados ídolos del pueblo.
Y se extasía escuchando tonadas como el tísico, el inculpado, el plebeyo, el pirata,
clavel marchito y tantas otras mientras espera ilusionado que el pueblo vuelva a tener ídolos de verdad como lo fueron Los Embajadores Criollos hace ya bastantes años. Los otros piratas solo conducen a la desolación de casi todos y al beneficio del 1%.
Dios los cría y ellos se juntan. En el estrecho ataúd que habita inmóvil el viejo Gil junto a sus gusanos de cámara, plácidamente angustiado por la inmovilidad, ha visto más turbada su quietud con la foto de los dos. Ambos riéndose. Acaso se rían de sus pueblos. Aunque eso sería muy triste. Mariano y Michel. Temer y Rajoy. Ambos juristas. Ambos al abrigo de los presupuestos públicos para no sentir los rigores que otros (el 99%) sufren.
A Rómulo Varillas y al viejo Gil la foto en cuestión nos ha producido miedo de lo pueda estar por venir. Y ya es raro que el bueno y grande de Rómulo Varillas se turbe más tras todo lo que vivió y ve en su Perú natal. La primera voz (el antológico falsete) de "Los ídolos del pueblo", de los inolvidables Embajadores Criollos, que tan característicos hizo boleros, valses y polkas, se acercó al viejo Gil con aguda voz diciendo ¡Piratas, son piratas! mientras blandía la dichosa foto.
Y, efectivamente, hay que ser un pirata para comparecer riéndose con uno de los muñidores del golpe de estado judicial perpetrado en Brasil entre un juez apellidado Moro, un parlamento fragmentado en sectas y únicamente cohesionado por la corrupción. Posiblemente, también
canonizado desde el exterior. Parece que Mariano y Michel tratasen de relegitimarse burdamente tras sus burlas políticas al pueblo. Un pueblo que, de seguro, sentirá repugnancia por la trayectoria de ambos.
El viejo Gil se lo ha preguntado a sus gusanos: ¿Existe la decencia en la sociedad turbocapitalista? ¿No somos objeto de una brutal manipulación? Gil no ha recibido respuesta alguna de sus gusanos vecinos.
El viejo Gil ha aprendido de su compadre Rómulo Varillas, que existe toda una vida llena de matices dentro del pueblo. No en vano fue la primera voz de los llamados ídolos del pueblo.
Y se extasía escuchando tonadas como el tísico, el inculpado, el plebeyo, el pirata,
clavel marchito y tantas otras mientras espera ilusionado que el pueblo vuelva a tener ídolos de verdad como lo fueron Los Embajadores Criollos hace ya bastantes años. Los otros piratas solo conducen a la desolación de casi todos y al beneficio del 1%.
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