sábado, 8 de diciembre de 2012

CULONAS, PAJAS, CIENCIA Y BIENVIVIR.



España es cada vez más frecuentemente un país poco serio. El gran y recientemente desaparecido Agustín García Calvo siempre puso sobreaviso de la falta de seriedad de la RAEL y de todas las academias de la lengua. O estás instalado en el Establishment o no cuentas para la academia. Eso es lo que ocurre ahorita mismo en el trance de incorporar un jurista a esa institución que acompañe a Eduardo García de Enterría. Se barajan dos nombres: Por un lado, Santiago Muñoz Machado, epígono de Enterría y, en su día, asesor de un importante grupo de comunicación. Los poderes en  conflicto de la epoca se encargaron de lapidarlo, literalmente. Por otro lado, Antonio Garrigues, cabeza visible del Bufete Garrigues, Lobby por excelencia entre los españoles, representante de importantes intereses privados que giran en derredor de lo público. Ocioso es conjeturar quién devendrá en académico: Garrigues sin duda alguna. Y, sin embargo, si algún jurista prestigioso tiene contraídos méritos suficientes, ese es Alejandro Nieto García que viene utilizando en todas sus obras un prístino castellano que refulge más que el de, verbigracia, Cebrian. Lo que pasa es que Nieto, un sólido jurista público, ha escudriñeado, cual antropólogo con métodos de entomólogo, los lugares más recónditos –y fétidos- de las organizaciones formales, dejando al descubierto que lo único que prevalece es el interés informal, el inconfesado: de eso saben también –pero callan- Machado y, por supuesto, Garrigues. A este paso, Alex Grijelmo, desconocido por casi todos, terminará siendo, de prisa a efe y tiro porque me toca, también académico de la lengua. 

El largo exordio viene a cuento porque el viejo Dacio Gil utilizó todos sus contactos informales para presentarse al premio anual que tiene instituido la ATP (asociación de truncos prejubilados). El de este año es especial, pues trata de conmemorar 1812. En la ATP rige escrupulosamente el principio de mérito y capacidad: además de un currículo y una memoria, quien opta al premio debe de aceptar someterse a un examen de rapidez mental y disposición científica. Ni que decir tiene que, dado que en la ATP se encuentra afiliada la creme de la creme de la intelectualidad, obtener el premio no es moco de pavo, se necesitan mil y un recursos… de todo orden. A tal fin, gastó su soldada –además de en las exacciones municipales que manu militari chupan de la nómina del viejo Dacio Gil- en invitar a comer a amigos y conocidos en orden a que arrimasen el hombro a la causa y, especialmente, en halagar a los detentadores del poder informal: sabido es que en una organización formal no eres nada sin el apoyo de los jefes informales. Eutimio Cañizarreta, con su buen saber hacer, ha sido un inestimable introductor de la embajada del viejo Dacio  Gil.

Había llegado a oídos del veterousufructuario terapéutico de esta Tribuna Alta Preferencia que el ansiado premio estaría esta vez sumamente competido por lo que el viejo Gil contrató a un coach de la escuela de Bernardino Lombao para que pusiese su mente como la tabla abdominal de Aznar. En el proceso de selección pasó todas las cribas pero hubo de hacer frente a la pregunta de desempate. Esta era del siguiente tenor: "Enumere a la mayor brevedad las cinco mejores piernas del mundo". Gil tembló al escuchar la cuestión dirimente. Rápidamente le vino a la cabeza Messi, luego Cristiano, más tarde Michu, pero se atascó ahí, no le salían más piernas universales del momento. Angustiado, en estrategia desesperada, dirigió sus pensamientos a las últimas preocupaciones de la ATP y contestó sin vacilación: 1. Beyoncé Knowles; 2. Jessica Alba; 3. Sofía Vergara; 4. Cameron Diaz y 5… (para el quinto lugar hubiese Gil apostado por Adriana Lima pero su subconsciente se dirigió a una gloria nacional de larga trayectoria y dijo: Concha Velasco).
Por su informador dentro del tribunal sabe Gil que nadie como él se acercó al target. Sólo erró en la patriótica Concha Velasco. Le cabe el honor a Gil de haber acertado cuatro de las cinco y de no haberse dejado aturdir por tanto fulbol narcotizante. Ese buen planteamiento (todo oposición necesita una concienzuda preparación) le deparó la obtención del premio: un viaje generosamente pensionado, como los que se solían hacer en las épocas gloriosas de la administración española, que llevaba por lema: culonas, pajas, ciencia y bienvivir, para conmemorar 1812. Y hete aquí que el viejo y achacoso Dacio Gil escribe esta entrada desde el Ecuador pues la conmemoración de la ATP no versaba sobre La Pepa sino sobre el pensamiento y los descubrimientos de Alejandro Von Humbolt.

El viejo Gil no tuvo que preparar concienzudamente su viaje pues lo generoso de la dotación del premio le permitió hacerse acompañar por Cuca que prepara cada uno de los detalles cual si de una agencia de viajes se tratara. La clarividencia de la edad tardía habían permitido dilucidar con solvencia cómo conciliaría Gil el placer de las culonas y las pajas con la compañía femenina. Lo de la ciencia y el bienvivir era en esta caso lo de menos pues sabido es el lecho fraudulento (social al menos) en el que suele dormir la pretendida ciencia. Lo del bienvivir es una cuestión que ya ha sido destacada varias veces en esta Tribuna por lo que huelgan mayores comentarios.

La propia llegada de Gil al aeropuerto de Quito vino a representar el primer sobresalto. La próstata de Gil no perdona en los viajes largos y nada más aterrizar en el aeropuerto urbano de Quito le entraron unas irremediables ganas de orinar atizadas por los largos trámites migratorios. Al alcanzar apresuradamente y tras grandes retenciones por fin el mingitorio, Gil se topó con lo que creyó una pegatina electoral o de turismo (en velada alusión tal vez a Papallacta, Baños de Tungurahua y similares) descartado que pudiese tratarse de una alusión subliminal a las culonas. Rezaba así: “Apunta al centro. Buenos baños, buena gente”. Con las prisas y las retenciones, el viejo Gil comprobó de manera personal lo atinado del mensaje higiénico y lo desatinado de su forma de apuntar al centro: El chorro de Gil salió sin fuerza y en direcciones múltiples como si se tratase de una gastada metralleta de feria. No mojado en ti, cual le hubiera cantado a la culona sino mojado él y mojados todos los alrededores. Ese es un inexorable axioma que los viejos aprenden con la práctica. Y Gil no consigue olvidarlo en todo el viaje: intenta apuntar al centro para hacerse acreedor a buenos baños y a la consideración de buena gente. Hace lo que está en su mano…pero nunca al centro...

Noviembre y diciembre, ya casi verano, es la mejor época para ver a las culonas e intentar comérselas. Hay bastante gente que consagra todo un año a soñar con irse comiendo con delectación una por una (o en grupo, según las posibilidades y gustos de cada cual) a sus culonas. Las culonas no eran la primera prioridad del viejo Gil, aunque a nadie le amarga un dulce. El viejo Dacio Gil creía venir convenientemente  aleccionado, pues sobre culos han versado varios de los últimos seminarios en la ATP, aunque sus gustos no se centran en exceso en las culonas. Las culonas le suelen provocar de entrada un vuelco…en el estómago. Es la hormiga culona (atta laevigata)  un manjar pero no para el paladar del viejo Dacio Gil por mas que sea un exquisito plato sólo posible entre los meses de noviembre y diciembre, primavera austral, en que estas pobres insectos sociales aparecen en tierras de Zamora, casi limítrofes con Perú. La hormiga culona es un formícido volador de color café que penetra en la tierra formando grandes hoyos y llega a alcanzar los 2,5 ò 3 cm de largo. En el cantón de Chinchipe se las prepara de tres maneras: tostadas; en forma de torta como la tortillita de camarones y en un jugoso caldo. El viejo Dacio Gil ha de confesar de que en esta ocasión, a pesar de las fortísimas tentaciones, no consumó el pecado.

Lo de las pajas si es más refinado y personal. La paja te evita enojosas situaciones y en estas cuestiones es mejor estar mil veces amarillo que una colorado. Para una buena paja son necesarios, además de un fuerte deseo, unos sueños especiales y unos recuerdos a la vez buenos y malos, casi de amor y desamor. El viejo Dacio Gil necesitaba con todas sus fuerzas las pajas. Una necesidad vital. Sólo le pasaban por la cabeza las pajas suaves y selectas. El viejo Dacio Gil goza y sufre con la piel (“hambre de piel” denominan los norteamericanos a sus excesos virtuales y su necesidad de cálidos abrazos y besos). Por eso, y por muchas cosas más, se ha alegrado este viejo del reciente premio otorgado por la UNESCO a los sombreros de paja toquilla que se elaboran en las regiones de Azuay y Manabí en el Ecuador. Elogia el destierro del error denotativo del Panama Hut (un hat transmutado en hut), dado que los mejores sombreros se elaboran en Cuenca y en Montecristi, en el Ecuador. Una de las razones, aunque no la única ni más importante de intentar obtener el premio, era hacerse con auténticos sombreros de paja toquilla que, adamás de resaltar su poco eminente testa, cubrieran a ésta de las agresiones solares que le han hecho pasar varias veces por el quirófano tras resultar fallidas varias terapeúticas. ¡Los sombreros de paja toquilla son los mejores del mundo y nada tienen  que ver con los horrorosos tocados de confeccion  industrial de origen chino! Ecuador bien vale un sombrero de paja toquilla.

En verdad el destino del premio de la ATP era para investigar sobre el envejecimiento y elaborar un book para una ulterior discusión en próximo seminario sobre el arte del envejecimiento activo. Con mimo y con detalle preparó el viejo Gil su viaje a Vilcabamba, al Valle sagrado de los longevos. Vilcabamba es en realidad un valle sagrado porque la vida es de una tranquilidad incomparable. Un lugar rodeado de montañas en el que, según se cuenta y se puede constatar, sus habitantes superan con creces por lo general los 100 años de existencia. Leyenda y errores registrales al margen, el viejo Gil soñó durante mucho tiempo beber las naturales  y oxigenadas aguas que manan en su páramo. Los rigores de la higiene hacen que ese agua se encuentre hoy embotellada en botellas de plástico: tributo a la modernidad. El viejo Dacio Gil recomienda para inundarse de paz y postularse para matusalén  un precioso hotel llamado El descanso de Ramses en el que la paz y la naturaleza te penetran en un contexto de un circo de montañas. Un valle a 1500 metros de altitud rodeado de montañas de casi 4000 metros. El viejo Gil promete seguir dando guerra tras atiborrarse de las aguas y la paz de Vilcabamba. Los destrozos del estado post-post-social amenazan con tener a los supervivientes trabajando (o haciendo que trabajan y cotizando a las SS) hasta los 100 años y para llegar a esas cotas hay que estar entrenado. El viejo Dacio Gil ya ha hecho lo que estaba en sus manos a pesar de los bruscos altibajos sufridos en su tensión arterial de tanto subir y bajar desde los 4000 metros. Y para reparar la presión y atesorar energía el viejo Dacio Gil se encuentra en la actualidad sumergiéndose en aguas y lodos procedentes de volcanes activos, aunque no se ha encontrado aún con ningún científico del CSIC y sus redes de emergencia sísmica y vulcanológica. De habérselos encontrado los habría invitado a degustar las hormigas culonas tocados con sombreros de paja toquilla y bebiendo sin parar aguas de Vilcabamba y jugos de todas clase, presididos por los de tomate de árbol.

Y es que el premio de la ATP tenía una incuestionable relación con la Ciencia y el bienvivir. Hoy se suele proclamar que la ciencia, la innovación y las tecnologías son los saberes para el bienvivir. O sea: como las religiones cuando los proclamados descubridores esquilmaron cualquier vestigio de civilización precedente. Los seres humanos iniciados buscan siembre bienvivir aunque tenga que ser a costa de lo que vivan los demás. Bienvividos los hay en todas las profesiones y algunos no han dado nunca un palo al agua. Ahora el CSIC –por poner sólo un ejemplo pedestre- ha anunciado un plan de ajuste anticrisis. Algo se estará cociendo en las cocinas de la Agencia estatal y bueno es decir que viene el lobo cuando la época precedente ha estado plagada de caimanes, víboras, zorras, ladrones, parientes, niños y militares sin graduación que han cometido mil y un desmanes. Mérito y capacidad denominaban al garlito. Todo ello refulge para la historia, no cabe el tabla rasa. Material para victimólogos. Algunos en el contexto selvático han seguido con sus códigos de bienvivir. Y también había culonas y culones por oposición; algunos elaborando y elucidando sesudas pajas mentales.

Pero sobre ello no quiere pensar ahora el viejo Dacio Gil. Reflexiona sobre cómo sobrevivieron los ecuatorianos al crash de 1999. Sumergido en aguas a 52 grados trata Gil de tomar apuntes para la dolarización encubierta que se nos avecina en España. Los ecuatorianos ya nos sacan 13 años de ventaja. 
Veremos qué sucede tras el 28 de diciembre…



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