La desoladora noticia le ha sobrecogido al viejo Dacio Gil mientras, para alejarse del tremendo ruido electoral que nos percute sin piedad, contemplaba la belleza de un mar con forma de mujer. No estaba completamente embebido en el mar-mujer porque se encontraba leyendo a otro gigante de pelo crespo, decir brillante y admirador del amor y la mujer-guitarra; a Félix Grande y su monumental y emotiva Las Rabáiyátas de Horacio Martín. Desprevenido como estaba para asimilar el hachazo, el veterousufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia se ha sumido en un profundo duelo del que le será difícil salir. Recientemente había venido a la Tribuna don Agustín para recordarnos a todos qué es el pueblo, cómo hay que entender la realidad de la institucionalidad democrática y dónde estan los fundamentos de las raíces humanas de la indignación y la disidencia. Lo hizo escoltado de lo más granado de la inteligencia actual: Zygmunt Bauman e Ignacio Sotelo. La imagen de los tres sabios se proyectaba larga, fecunda, hermosa, llena de contenidos.
Agustín García Calvo fue siempre un valiente. Reunía desde muy joven todas las cualidades para ser encumbrado por el régimen franquista: de cuna acomodada, de una camada de universitarios que apuntaban ya como figuras literarias, de brillantez intelectual simpar, jovencísimo catedrático de instituto y, casi simultáneamente, sucesor en la cátedra salmanticense de Unamuno y Tovar; todo apuntaba a un futuro jalonado de laureles dentro de una institucionalidad española provinciana y pacata. Pero a don Agustín –al jovencísimo, inquieto y viandante Agustín- ese traje y corbatita ocuros y esa camisa blanca sin esperanza le quedaban ostensiblemente estrechos, su potencialidad hacía estallar unas costuras que amenazaban con paralizar todos y cada uno de los movimientos de su fecunda mente. Enfrentarse al franquismo (al primer franquismo, al que luego han ido sucediendo los posteriores, con otros nombres y otros hombres) era opositar a los fuegos del infierno. Don Agustín, consciente de que siempre era el número 1 en cualquier oposición, decidió ser libre y por ello perdió la cátedra a una edad en la que otros más mediocres siguen llevando la cartera del cátedro para ir haciendo méritos para poder alcanzarla rondando los 40. Eso le costó también sinsabores y presiones cercanas. La suerte estaba meditada y echada: intentaría ser libre y a fe que lo ha conseguido hasta que ha decidido partir hacia otros montes preñados de eterna primavera. También los Dioses tienen sus secuelas de múltiples huérfanos con duelos irresueltos.
Desgraciadamente el viejo Dacio Gil es un hombre insignificante, del montón. Su extracción social y cronológica no le permitieron ser de los privilegiados que se codearon con don Agustín en sus academias (Escuela de estudio libre) aledañas a la gran vía madrileña, o en los cafés Manuela o Ruiz, pero por allí se le podía encontrar siempre rodeado de bellas ninfas y de acólitos. Tampoco pudo Gil ser de la élite que peregrinaba mensualmente a su santuario de los bajos de La Boule d’Or en París, pero ha tomado buena nota de los relatos de Azúa, Sánchez Dragó, Sánchez Ferlosio, Escudero, Savater o Racionero sobre sus encuentros báquicos, intelectuales y lingüísticos con el Maestro. Siempre disidentes.
Tras el honesto exilio, Leguina y Amancio Prada, entre otros, recuperaron a Agustín García Calvo como necesaria luminaria, aunque el espíritu naturalmente disidente y rebelde no le permitieran traspasar el umbral de la institucionalidad. Afortunadamente la editorial Lucina, su medio natural de expresión, permitió el contacto con unos seguidores inquebrantables. Recelaba de los medios de manipulación de masas pero antológicas son sus lejanas columnas en El País, La Razón y en algún suplemento dominical. El Ateneo de Madrid y una memorable reciente conferencia en la Fundación March, en la que repasa su texto vital y su contexto social, han sido los medios de espresión de su pensamiento.
La niña de sus ojos ha sido, a no dudar, Lucina su cuidada editorial zamorana. En ella hemos podido beber sus alumnos de la UZLED (universidad zamorana libre de educación a distancia). Al hilo de sus cuidados lenguaje y presentaciones teníamos oportunidad de reflexionar junto al Maestro sobre el poder, los medios de masas, los deportes, el amor, la felicidad, la pareja y tantos temas más. El hoy casi inencontrable texto cartas de negocios de José Requejo es un prodigio de formas y de fondo, que recuerda de alguna manera al gran Fernando Pessoa.
Este desconsolado –por viejo y por devoto del Maestro- Dacio Gil carece de las cualidades elementales para hacer una semblanza de un gigante como Agustín García Calvo por eso, en símbolo de sentido homenaje, transcribe una vez más, en estas épocas de enorme ruido electoral planetario, el artículo del diario El PAÍS de 24 de mayo de 1993 que condensa su firme –¡y muy actual, a pesar de los casi 20 años transcurridos!- convicción sobre las deformaciones institucionales de la democracia: ¡No vote! ni deje de votar. Hay cosas que hacer del gran AGUSTÍN GARCÍA CALVO:
Si todavía se cree usted que en unas elecciones democráticas se está jugando algo que le importe al público para nada, entonces este anuncio no vale para usted. Ande y vote. Si, después de tantos años (y siglos) de Democracia, cree V. todavía que el cambio de las caras y nombres de los figurones de turno va a tocar al Sistema en algo que no sea cambiar para seguir igual, si piensa V. que alguno de ellos puede hacer otra cosa que lo que está mandado, o sea, en definitiva, servir al Desarrollo, o sea al Capital, que es lo mismo que el Estado, si piensa que alguno de ellos va a poder, por ejemplo, mover un dedo contra la Banca o contra el Automóvil o contra la Televisión, en ese caso, deje V. de leer este anuncio, y pase al grueso de las hojas de este mismo Rotativo, que le ofrecerán abundantemente las declaraciones de Fulano o de Mengano y las diatribas de Zutano con Perengano, y las correcciones de las listas electorales y cómo anda la temperatura de los sondeos o pronósticos de las Agencias autorizadas.
En fin, si sigue V. dispuesto a aguantar el gasto milmillonario de dinero, de pinos papeleros y de horas preciosas que le va a costar a V. la fiesta de las Elecciones, y lo recibe con la misma paciencia y naturalidad que los caprichos de los vientos y las lluvias, entonces es que no nos entendemos y que no era con V. con quien estábamos hablando.
Pero, si no tiene V. tanta fe y tanta paciencia, si sospecha V. que en el Desarrollo se cumple (y mejor que nunca) lo que ya su abuelo le decía de que, con otros collares, los mismos perros, puede que sea momento de que atienda V. a las razones que en esta Agencia le ofrecemos, y que discurra con nosotros a ver qué es lo que podemos hacer ante esta avalancha la gente de sentido común que quede por acá abajo.
Farsa periódica
No votar, por supuesto. Pero las cosas han llegado a tal estremo, el Desarrollo se ha desarrollado tanto, que ese NO de "no votar" se ha quedado demasiado corto; que con la astención no basta (y hasta puede tranquilizarle baratamente la conciencia, y que crea V. que con astenerse ya está haciendo "algo positivo", o sea, en definitiva, votando a su manera), y que hace falta inventar maneras más eficaces de decirle NO a esta periódica farsa y estafa milmillonaria con que el Poder aburre y entretiene juntamente a su Masa de Personas.
La astención, mire usté, no puede ser un método suficiente, porque nunca puede llegar a ser tanta (digamos: menos de un 15% de votantes entre los censados, menos de un 5% de la población) que los dejara a Ellos, como se dice, en bragas, y denunciara por sí misma el engaño y que la gente se ha dado cuenta de que las Elecciones y Votaciones pertenecen íntegramente al Aparato del Poder y que a la gente no le sirven para nada (para nada más que para dejarse convertir en Masa de Personas).
Y a lo mejor se hace usted ilusiones al respecto, y sueña con esas tasas de astención del 80 y tantos % o del 90. Pero no se las haga usted: ese camino está cerrado. Cierto que nos cuentan que en Estados Unidos, donde no en vano llevan padeciendo el Régimen más tiempo, se han alcanzado en ocasiones tasas halagüeñas. como del 30 y pocos % de votantes; pero eso lo más que puede mostrarle es la potencia del engaño, y cómo el Estado (o sea, el Capital) puede llegar a arreglárselas con margen tan escaso para seguir como si nada, haciendo creer que Él representa al pueblo y que en las votaciones se espresa la voluntad del pueblo.
Pues no: a pesar del inestimable apoyo de los sencillamente perezosos (que es también una legítima manifestación del hastío y del escepticismo popular, y sin ellos poco íbamos a hacer los astencionistas a conciencia), con todo, la astención no puede llegar a ser tanta, por la propia ley de las Mayorías: así como, dentro de la votación, la Mayoría vota siempre lo que está mandado (y en esa seguridad se funda el Régimen Democrático), así también, antes de la votación, aquellas personas de la Masa que tengan que decidir si votar o si no votar, acabarán siempre, en su mayoría, yendo a votar, como está mandado y como es natural y conforme a las conciencias respectivas. Así que...
No: no puede V. quedarse tan tranquilo con no votar en estas Elecciones, con no participar positivamente con su voto en este tejemaneje y en el sempiterno recuento de la Mayoría, no: la istitución de las Elecciones y del Voto es demasiado importante y fundamental para el Dominio como para que nos podemos contentar con eso.
Hace falta encontrar maneras más ingeniosas y eficaces de decir NO a la Votación en bloque, NO al Sistema Democrático entero y en su pleno desarrollo, de hacer ver cómo la gente se vuelve de espaldas a esa fúnebre fiesta y se dedica en tanto (como si no retumbaran los bombos ni relampaguearan los mascarones) a seguir con sus inventos y tareas por acá abajo.
Y a buscar con nosotros esos métodos de decir NO es a lo que esta Agencia, modesta en sus contingentes, pero no en sus ambiciones, le está invitando por el presente anuncio.
Ya se irán encontrando. El camino se hace; precisamente por eso "no hay camino". Imagine lo que sentimos de los líderes y Sindicatos que proclaman por las paredes "Sin empleo no hay Futuro", haciéndoles el caldo gordo a los Productores de la Nada y Creadores de Puestos de Trabajo.
Pero el pueblo no tiene Futuro. Porque es que, a diferencia de Usted y de un servidor, el pueblo nunca muere. Por eso no tiene Futuro. Por eso tiene que irlo haciendo.
A partir de ahora las peregrinaciones (los años santos Lucinanos) a ver los Codex Agustinus y a recibir los panes que no saben su masa buena ya no habrán de ser a la conventual Zamora sino a esos montes preñados de eterna primavera con aromas de blancos azahares sobre la tierra.
Agustín García Calvo. Siempre libre. Gigante entre gnomos. NUESTRO por los siglos de los siglos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario