jueves, 23 de agosto de 2012

NO DEJARÁN A NADIE COLGADO.

Está el panorama para no creer a nadie. Encima, los que hablan son los correturnos. A quienes les han obligado a quedarse de guardia para marear la perdíz. Los más mediocres en un universo de mediocres. Un buen barómetro para medir la presión en la que se encuentra el país entero. La verdad es que dan la imagen de “derechona”, de “jóvenes generaciones” que se resisten sin conseguirlo a entrar en la mediana edad y quieren seguir aparentando los ventitantos. Deberían tomar ejemplo de la imagen más distinguida de todo el gobierno. Una imagen con la que se puede estar o no de acuerdo, pero existe unanidad de que es elegante, casi perfecta. Además de unos modales precisos, transmite el señorío de la ropa a medida, tipo Burgos, aunque pueda estar implicado en la construcción de las bombas de racimo. Cualquiera, con ciertos matices, puede llegar a ser presidente del Real Madrid o del C.F. Barcelona, pero para ser presidente del Real Club de la Puerta de Hierro hay que tener pedigree con carta de naturaleza genealógica, a esas distinguidas responsabilidades no accede cualquier parvenu. Los modales –y el porte siempre cuidado- de Don Pedro Morenés y Álvarez de Eulate son verdaderamente exquisitos, envidiables. Denota un enorme capital simbólico. Un señorío que ,lejos de agredir, subyuga, del tipo de José María de Areilza o de don Miguel Boyer Salvador. No hay más que observar con detenimiento el corte de sus camisas, la conjunción armónica perfecta de ambos cuellos, el anatómico y el de la hechura de su camisa. La perfección en lino, en hilo, en popelín o en algodón suizo. Cada gesto, cada ademán, cada cuello de camisa con ballenas, cada corte de traje, la caida de los pantalones, cada par de gemelos, cada uno de sus zapatos muestran lo que es la distinción. Con esos atributos, nada podría tener de extraño que llegase a ser el próximo outsider a Presidente del Gobierno, aunque cabe suponer que para él la política sea sólo una puerta giratoria. Tiene una incomparable mejor planta que Dominique Marie Galouzeau de Villepin, que ya es decir, aunque a éste le arrebató la presidencia de la república  francesa un señor culibajo acostumbrado a los tacones, las zancadillas y las campañas específicas de imagen. Aunque en las democracias mediáticas tal vez el capital simbólico, el lenguaje corporal deba ser más plano, del tipo gallego de don Mariano Rajoy –que, por otra parte, tiene “culo” , porte y pelo de poco deportista- o del tipo sílfide del señor Rodriguez Zapatero -de culo descolgado-, con objeto de no despertar al monstruo de la envidia social que resta votos. Los rojos no usaban sombrero... ni camisas de Burgos...


Lo cierto es que la imagen de don Pedro Morenés cautiva por su clase. Su porte es genuinamente aristocrático, lo que justificaría que haya descuidado su cirriculum funcionarial. Del curriculum conocido de don Pedro, en efecto, no puede extraerse que haya demostrado “culo” para aprobar unas oposiciones aunque conozca sobradamente los meandros de la seguridad de España, tanto exterior como interior o de defensa nacional. Por lo demás, en la perfección que transmite su cuidada imagen, el tener culo sería un demérito estético importante. Transmite una imagen pura de bien vivido. Más impoluta que la de Gallardón, Conde o Isla, por más que la imagen de éstos sea cuidada. Pero hay una tremenda diferencia de grado.

No crea el hipotético lector, si es que lo hubiere, que este largo exordio resulta intempestivo. Viene a cuento porque los dos políticos de guardia que ha dejado el PP para este verano transmiten una imagen bien distinta que la de don Pedro Morenés. Arreglaos pero informales. Ambos son profesores en sus circunscripciones autonómicas respectivas con lo que ello se presta a fabulaciones y deducción de componendas. Ambos juristas y burócratas del partido. De las medias generaciones del PP. Se dice que el segmento femenino de la casta funcionarial del PP (la nobleza de Estado del partido turnante) no traga a estos dos profesores universitarios en servicios especiales, pero ellos tratan a su manera de cuidar la imagen que propagan. Uno trata de parecerse –pero a juicio del viejo Dacio Gil no le alcanza- al Bertín Osborne de hace treinta años, cuando arrasaba entre el mujerio. El otro ha tratado de perfilar una imagen más neutra de niño bien. Condicionantes impuestas por sus respectivos responsables de imagen. Ambos lucen camisas Ralph Lauren (las de don Pedro, sin embargo, deben ser del mejor camisero, dado su perfecta hechura y su armonioso encaje): Además, el valenciano siempre ha lucido gruesos áureos colgantes sobre su cuello. No puede dudarse que quienes aparecen ahora en esta Tribuna Alta Preferencia son don Carlos Floriano Corrales y don Esteban González Pons. Las recientes ruedas de prensa de ambos han sido de una mediocridad aplastante, cuidando el lenguaje al máximo con respecto al llamado Plan Prepara que parece ser un nuevo plan cosmético sin contenido alguno. O, antes al contrario, parece limitador y concebido para expulsar selectivamente a los perceptores actuales. Simple medida de imagen (subsistencia de la nada, o casi) como tantas otras de las que cada vez vamos conociendo más rostros desencajados de las víctimas del desastre económico y convivencial que nos toca vivir. Y lo más triste es que ha terciado en el debate otra correturnos profesional –con otro culo, eso sí, pero no funcionarial- cursi y afectada a más no poder, doña Trinidad Jiménez García Herrera. El trío de la Benzina de la subvención a los parados. Los tres son niños bien españoles de la política. Opositores al buen vivir, al no ir de culo por la vida. No quedarse con el culo al aire. Gastar pólvora del Rey. Clase media acomodada del franquismo. Puertas giratorias que giran con un impulso hacia delante.

Pues bien, a lo que iba, que el viejo Dacio Gil suele perderse en largos introitos. Don Esteban González Pons ha dicho hoy, a cuento del simulacro de mantenimiento del Plan Prepara (con la que se nos tiene preparada  a todos para este otoño) que su partido no va a desentenderse de los colgados. Así de claro. Sin pelos en la lengua. Ante las cámaras de la televisión del gobierno, fichada de la ruinosa telemadrid de Esperanza Aguirre. Varias veces se ha referido don Esteban a los colgados en el corte de la rueda de prensa que ha tenido a bien emitir la 1 de TVE. Promete que ninguno permanecerá colgado. Y lo ha repetido: ninguno quedará colgado. Estos político son expertos en la neolingua enmascaradora pero el mensaje es claro, por más que luego puedan venir a matizarlo a requerimiento de instancias superiores del Gobierno, pues es obvio que Floriano y Pons actúan como subalternos del Gobierno, son la cuadrilla de ocasión, con la estricta y reducida misión de poner el toro en suerte. Mañana previsiblemente la vicepresidenta (los ambiciosos tacones que portan un culo opositor), doña Fátima (el hábito que esconde el culo, que tampoco ha opositado nunca al funcionariado) o el señor de Guindos (un culo tenístico, funcionarial y broker financiero) anunciarán a bombo y platillo las nuevas medidas cosméticas, el I+D+I de la política contra los ciudadanos.

Colgados. Esa es la palabra clave de todo el asunto. A Pons o bien le ha traicionado reiteradamente el subconsciente, o bien no ha encontrado la línea argumental adecuada para vender la bacalada. Saben todos ellos que habrá –que hay ya- muchos colgados por esta crisis de la que el Gobierno es agente activo. Si se rastrea en la definición, un colgado es en primer lugar una persona que, al ver frustradas sus expectativas vitales, se quita la vida colgándose, ahorcándose. Un colgado es también el que se queda sin recursos, absorto en su indefinición vital o su deshecho cívico. Y, en fin, colgado es también el estupefacto, el que ha quedado atrapado entre las sustancias dopantes. Que elija el curioso lector entre las acepciones cultas según sus recursos y creencias. El viejo Dacio Gil entiende que colgado es el que, sin expectativas ni vitales ni laborales ni económicas, suspende su cuerpo en un intento desesperado de bajarse en marcha de un tren que no le convence en absoluto, que parece transportarle inexorablemente al campo de exterminio.

En esto son piadosos y buenos chicos estos clanes del gobierno: no van a dejar eternamente suspendidos los cuerpos sin vida. Procederán a retirarlos para que el resto de las víctimas no sufra con la imagen de la desesperanza. El Bertín Osborne del PP ha afirmado- o le han hecho afirmar como subalterno- que nadie permanecerá colgado. No es que haya dicho que van a intentar disuadir a los suicidas, no, eso no. Dice que no les van a dejar colgados hasta que sus carnes se descomponga, que no les introducirán subrepticiamente en el crematorio como en la Alemania nazi. Acaso les den a esos colgados -mientras sean pocos y no resulte oneroso al banco malo- piadosa cristiana sepultura. Como debe de ser en gente con convicciones firmes como ellos.

El viejo Dacio Gil no quiere explayarse más sobre este tema aunque lo ha analizado para sí detenidamente con razonamientos multicriterio. Cree que aún resta para la solución final. Espera, eso es claro, no ser uno de los colgados que serán retirados por los servicios forenses y funerarios o por las SS (la Seguridad Social). Tampoco aspira a ser incluído en la eventual solución final.

Floriano y Pons, aquellas jóvenes promesas, se han quedado en simple cuadrilla, les ha faltado vergüenza torera. Don Pedro Morenés lo habría dicho de otra forma, acorde con su elegancia natural. Él si que es un primer espada que con su estética encandila a la afición. En el ejército no hay colgados. Se omite su existencia.

A  poetas, colgados, canallas y quijotes se refiere Sabina en más de cien mentiras. Victor Manuel, en la letra de la puerta de Alcalá, alude a trevestis perdidos, guardias pendencieros, pelos colorados, rokeros, insurgentes modernos, complacientes, poetas y colgados. La vida misma y los ciudadanos frente al Poder. Suspendidos. Colgados. 

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