Y de nuevo se han vuelto a juntar. Debe de ser que no encuentran otro corresponsal que se ajuste a sus respectivas morfologías y paupérrimas imágenes. Así les luce el pelo (uno más teñido que el otro). Uno detenta el poder tras un golpe de estado judicial contra la presidenta legítima en un contexto de enorme corrupción. El otro es elevado a hombros por una trama corrupta que los jueces no terminan de hacer que ven. Esas son sus legitimidades respectivas. Temer y Rajoy. Rajoy y Temer
La imagen (por segunda vez en un año) vale más que cualquier palabra. Pero es desolador lo que ese perverso solipsismo viene a representar.
La cuestión es ¿a quién temer? Posiblemente a los dos y la parte de la sociedad internacional que los consiente. Las perspectivas comparadas no son nada halagüeñas.
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