martes, 9 de octubre de 2012

OXIGENAR MOMIAS


España sigue enfrascada en una incomprensible y onerosa campaña institucional de distracción. Todo parece apuntar a que las aristocracias del régimen y sus asesores de imagen han pactado esto del independentismo y las elecciones autonómicas como cortina de humo para ganar tiempo y seguir sacando capitales del territorio español. No es nada nuevo, ya ha pasado en otras latitudes como en Argentina en 2001: cuando los “iniciados” ya habían expatriado todos sus capitales y esquilmado las reservas del país, todo estaba dispuesto para reconocer el Default en perjuicio de quienes menos capacidad de maniobra, recursos y perpectivas han tenido siempre. Institucionalmente aquí parece estar pasando lo mismo. En mentes mínimamente racionales e informadas este constante si, no, de nuevo si, de nuevo no que contenía aquella canción la tarara  que recuperase para el patrimonio hispano ese folclorista erudito segoviano que es Ismael: el rescate sí; el rescate no; el rescate madre que NO pago yo, parecen cantar nuestros políticos y tecnócratas. Algunos, con cierta malicia, apuntan a que esta concatenación de elecciones incomprensibles se han concebido como elemento de chantaje o meramente dilatorio a los acreedores.

La experiencia histórica pone de manifiesto que tras los grandes fastos (olimpiadas, exposiciones universales, campeonatos deportivos etc.) aparece siempre la bancarrota tras un goteo constante de agujeros y desbarajustes económicos, presupuestarios y de corrupción en la contratación, pues tan corrupto es el que da como el que toma. Según esta lógica histórica a puntito estarán de estallar los escándalos económicos de las recientes olimpiadas de Londres. Vértigo da intentar hacerse la representación mental de lo que se descubrirá en Brasil dentro de unos años, rebasados el campeonato de fútbol, las olimpiadas y el boom del ladrillo que suelen acompañar al “desarrollo económico” del que se benefician irrespetuosamente unas pocas empresas multinacionales aunque a su rebufo se terminan lucrando las élites corruptas de las instituciones varias y los políticos de turno. El viejo Dacio Gil tal vez no llegue a ver la explosión de la corrupción en Brasil (a quien dejarán caer en caída libre), pero sí las generaciones más jóvenes. Esa es la lógica instrumental del capitalismo global.

Hace unos años, no tantos, nos llenábamos la boca hablando de mcdonalización de la sociedad o la toyotización de las organizaciones. Era el primado indiscutible e indiscutido de esa teología que hemos conocido como  calidad totalnormalización institucional. Raro ha sido el organismo público–el CSIC incluido- que no dilapidaba sus presupuestos de formación en cursitos de ese calibre presididos por transparencias, diagramas y retroproyecciones que repetían los lemas al uso de eficacia y eficiencia. Y nada extrañaba la proliferación de contingentes chiringuitos destinados exclusivamente a sangrar –con la connivencia de los responsables públicos- los presupuestos de las administraciones con letanías malamente digeridas de procedencia norteamericana o japonesa. Piadosamente, dando ejemplo de recogimiento y humildad humana, podemos inquirir ahora la pregunta del millón. ¿De qué han servido y qué legado nos han comportado todas aquellas monsergas extraídas de Tom Peters, López de Arrortúa y compañía? Pues es evidente: para movilizar un mercado (sospechosamente boyante en aquellas fechas) de intangibles inmateriales que nos ha hecho devenir en la actual crisis, pasando por la ingeniería financiera y presupuestaria y la Nueva Gestión Pública que lo ha devastado todo. Todos éramos ricos. España era un nuevo Eldorado, o eso nos hacían creer. Ahora la cruda realidad aprieta y los espectros de unas cajas esquilmadas legal o ilegalmente nos producen vértigo por la sima (puro cono de deyección) en la tendremos que instalarnos quienes ya carezcamos de las fuerzas imprescindibles para emigrar con la misma dignidad que lo hicieron nuestros antepasados.

Quien no tiene preocupación alguna por el futuro económico (es ubicuo y multiforme por naturaleza) es el ex Valdepeñaskari manchego José Bono que carece de otra empatía que la de consigo mismo aunque aparenta –sólo aparenta- preocuparse por los demás. El nuevo melenudo carece de visión panorámica descendente.  Uno de los más genuinos representantes hispánicos del “cacicato estable” acaba de presentar el primer tomo de sus memorias que le permiten seguir en el candelabro y en su vida acomodada. Se ignora quién ha sido su negro o amanuense, pero el veterousufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia, que ha hojeado el libro de marras, no le augura un sitial destacado en la historiografía memorialista española. De entre los memorialistas españoles vivos el mejor texto sin discusión hasta el momento es el de Jorge Verstrynge pues en los recuerdos recogidos por el tangerino se aprecia un componente de verdad y profundidad del que los demás libros carecen a primera vista. Al fin y al cabo Verstrynge es un hombre ilustrado y con un background internacional y personal del que carece el albaceteño. Acaso, de manera especial, porque la verdad institucional sólo la pueden propalar quienes han sido descabalgados con cierta violencia y no se empeñan en seguir viviendo como procónsules pisando callos y cabezas.

Aquellas Memorias de un maldito de Verstrynge enriquecen a quien  acude a ellas con ánimo de comprender el subsuelo de la institucionalidad y no sólo por el morbo del actuar hueco de las celebridades en sus relaciones palaciegas. El autor las presentó en público en 1995, cumplidos los 50 años, muy joven para lo que se estila en la piel de toro en el tema de desvelar secretos institucionales, pero contienen los enjundiosos juicios de un albatros. Por ejemplo (p. 151)  puede leerse la sigueinte reflexión “¡Si el pueblo supiera cuán poco cuenta en las decisiones de los políticos!... si supiera que éstos sólo le temen en el momento de sublime soberanía, en los segundos o fracciones de segundo entre cerrar el sobre de la papeleta y meterla en la raja de la urna”.

Para el viejo Dacio Gil la perla principal de entre las muchas que contienen esas memorias de un maldito es la contenida en la página 94, en la que el autor reflexiona al hilo de un consejo vital de su padrastro, René, al que el viejo Gil reconoce por lo leído gran categoría humana y filosófica siquiera sólo por lo que traduce el consejo: “Se lo que quieras, lo importante es que hagas lo que te gusta. Pero no seas nunca policía, que es feo fisgar y delatar, ni juez, que quien lo es y duerme tranquilo, es que no tiene conciencia, ni militar, por lo mismo, ni cura, porque se aprovechan de la debilidad de los hombres, ni banquero, porque se es por herencia, o sea, sin mérito; o por saber robar legalmente, o sea, sin ética…”. El viejo Dacio Gil tiene a gala haberse apropiado de tan sabio consejo y trata de esgrimirlo las poca veces que algún joven requiere su ayuda amiga.

Jorge Verstrynge murió para la política institucional víctima del fuego cruzado amigo y enemigo y tras una fiera campaña del diario “regeneracionista”. Por eso sus memorias son un rico vergel (a diferencia de las recientes del de Salobre) para hacerse con la cabal semblanza de cómo pueden funcionar los partidos y los políticos de la derecha como Bono, ya  militen en uno o en otro partido turnante o en los adyacentes. Tómese como ejemplo lo apuntado sobre, en aquellos momentos, un futurible como Alberto Ruíz Gallardón: “Descarté a Alberto Ruiz Gallardón (en la directiva de las juventudes de AP) por venir propuesto por hombres de Laureano López Rodó, es decir, por el Opus Dei…” Cuando el memorialista  hace recuento de su candidatura a la alcaldía de Madrid destaca que colocó a Gallardón junior “como número cinco (así me lo había rogado su padre, y la verdad es que no me venía mal un jurista ni que su padre me debiera un favor, que por cierto jamás agradeció: aún no sabía yo que los prohombres de la derecha española creen merecerlo todo y, por lo tanto, no tener que agradecer nada a nadie)”. Apunta también que, tras el 23 F los Gallardones –padre e hijo, es decir: Gallardón y Gallardín- trataron de resucitar la extrema derecha a través de colocar a Alberto al frente de una fórmula vertebrada en torno a una asociación de excombatientes. “Así-dice- los Gallardones se quitaban la careta”. Tras la destitución del profesor tangerino como secretario general de AP su sucesor sería Alberto Ruíz Gallardón “un perfecto facha cuya definición política se resumía entonces en No soy tan religioso como debiera (revista Tiempo 15.9.86)".
A pesar de desvelar importantes datos de los Gallardones, Verstrynge concluye sus memorias con generosidad y altitud de miras reconociendo que su opinión sobre Gallardón hijo había mejorado y conjeturaba que daría guerra en el futuro.

Alberto Ruíz Gallardón acaba de abrir un enorme boquete en la aparentemente homogénea política antifuncionarios del gobierno Rajoy: ha negociado bajo cuerda privilegios inadmisibles con las asociaciones de jueces que se habían levantado en armas egoistas (en togas y puñetas) contra las instituciones (el gobierno, el CGPJ y la sociadad misma): ni límite de moscosos, ni congelación de oposiciones, ni eliminación de bufandas, ni sustituciones ajenas, ni limitaciones en las bajas por enfermedad… A los privilegios y excepciones se han unido, por su cara bonita de aristócratas de Estado, los fiscales por aquello de que don Alberto es miembro del cuerpo.
Allá por finales de los años 80 del siglo pasado, ya los socialistas con las tan cacareadas leyes de incompatibilidades y de medidas para la reforma de la función pública mostraron la vía para establecer excepciones a las rígidas restricciones funcionariales: Por goteo se fueron excepcionando de los recortes a los altos cuerpos funcionariales (el funcionariato) que parasitan en la administración pública para provecho propio, de sus integrantes y de los grupos (los intereses del sector) a los que representan. Era el "cuerpo a cuerpo" en pos de la excepcionalidad. El rigor de aquellas leyes lo terminaron sufriendo los de siempre: subalternos, auxiliares, administrativos y personal vario y sin clasificar. Estos leguleyos públicos metidos desde pequeñitos a políticos desprecian al pueblo que les vota y al que dicen representar y gestionar. Su santo y seña es Carl Schmitt y su teoría del poder como mecanismo para impartir, a conveniencia espuria, excepciones a la regla general, del Estado de excepción permanente tan clarividentemente puesto al descubierto por Giorgio Agamben.

Lamentablemente, toda esta clase política y sus escuderos los que se autoproclaman nobleza de Estado, son esencialmente insolidarios. Su deporte es el de oxigenar momias como palanca para obtener sus privilegios. Emplean una técnica que parece infalible: El Sí, Ministro, tras haber amenazado con huelgas y paralizaciones varias. Con permanente desprecio del interés general y de los ciudadanos. El método de siempre que termina dejando con el culo al aire a todos los gobiernos, desenmascarando la falsa coherencia técnica de sus medidas. Bandolerismo de cuello blanco: Robar a todos aquellos otros parias para dárselo selectivamente a los nuestros.

Lo que nos queda por ver aún...



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