Tal como corren los tiempos, y dado el desconcierto del ciudadano normal ente tantísima presión mediática, escasean los sabios a los que acercarse para que ayuden a intentar comprender lo que está aconteciendo. Los medios de comunicación deforman más que informan: Esa es la tragedia del tiempo en que vivimos, que el cuarto poder mantiene una relación morganática con los tres tradicionales poderes (también amancebados entre ellos) bajo la atenta mirada de esa entelequia gestora que es el “mercado”. Ha mutado su sentido aquella proclama que enfatizaban a los cuatro vientos Horacio Guaraní y Mercedes Sosa titulada Si se calla el cantor: que hoy ya sólo los “humildes gorriones de los diarios” (los becarios) pueden aportar aire fresco al análisis de lo que viene aconteciendo. En esto del periodismo hay mucha aristocracia que hace todo lo posible por cerrar el paso a los jóvenes. Aplican el mismo proceso de socialización que ellos sufrieron con los jefes de redacción y superiores.
El lector inquieto que se gaste cada día una parte de su escueta soldada en prensa escrita (la radio y la TV son ruido e interferencias sublimadas y la lectura a toda velocidad en los bares a la hora del desayuno es como un vistazo rápido a internet sin reflexión que valga) para, en la serenidad de la lectura pausada, tratar de comprender todo lo que sucede, estará perplejo. Debe de acercarse a las columnas fuertemente pertrechado de casco de seguridad, gafas de soldar, tapones para los oídos, guantes profilácticos, condón, pre y post cinturón de castidad y hasta patucos sanitarios. Subidos a la columna hay santones que imparten una doctrina que termina confundiendo al lector. O, lo que es peor, conducen hacia lo denominado "políticamente correcto", a la ideología del mercadeo político, económico o social. Hay que tener extremo cuidado con lo que paren estos columnistas instalados, ya que prácticamente ninguno se parece ni de lejos a Simón el estilita.
Viene todo lo anterior a cuento de las últimas elecciones italianas. Italia en materia de análisis político y de las organizaciones es, aunque cueste reconocerlo, fascinante; mucho más que EEUU o China. Desde la época del gobierno del pentapartito y el consiguiente reparto de los ministerios y del flujo de información relevante, el viejo Dacio Gil procura analizar lo más cerca que puede la escenificación política que allí se produce. Mucho antes de la irrupción de Berlusconi tras el escándalo de la Tangentopoli. El veterousufructuario de esta Tribuna Alta Preferencia sigue, como es de suponer, el fenómeno Beppe Grillo desde su inicial presencia electoral hace algunos años. Es el símbolo del descontento y la indignación con el sistema, con el régimen y con la eurocracia. Es, además, el germen de lo que parece que habrá de ser la participación política en los años venideros –al menos en Europa- donde la gente ya está harta de los sumideros, cloacas, cencerros tapados, omertás, mesas camillas, amantes, convolutos y demás prácticas mafiosas entre unos y otros; sean señores o sean escuderos. Italia ha sido siempre un campo pionero de experimentación política. Aquí siempre se han terminado calcando hasta el milímetro las modalidades allí puestas en práctica. De manera ineluctable y hasta eficaz pero vergonzante. ¿O Jesús Gil no era un remedo cañí de Berlusconi? ¿O los partidos tradicionales españoles no han hecho exactamente lo mismo -¡lo mismo!- que el dueño del Milan y no sólo con el fútbol? ¿El reciente fuerte hedor fétido hispano no es un calco de Sicilia? ¿No refulge en Europa el Todo Modo de Leonardo Sciascia allá donde se mire? ¿Nuestro Consejo del Poder Judicial no es una desgraciada copia del italiano? Ejemplos que se pueden multiplicar hasta la extenuación.
Pues bien, recientemente dos columnistas excelentemente retribuidos se han manifestado, sin conocer el fenómeno a conciencia, en relación con el Movimiento 5 estrellas. Uno de ellos es, además, catedrático de ciencia política e historiador (¿será al que cita sin nombrarlo Ramió al referirse al rabo de la ciencia política?), que ha dado bandazos políticos hasta encontrar acomodo en El País. El viejo Dacio Gil reconoce que le pasa lo mismo que con Javier Pérez Royo, que no lo lee casi nunca, que le aburre sobremanera por carecer de chispa y, por consiguiente, hondura y visión de la jugada futura; parecen cetáceos, les es imposible estar a la altura (o, más bien, a la bajura) de los tiempos. Pero este sábado se descolgaba con una columna titulada Anarcofascismo, antisistema que el viejo Dacio Gil se detuvo a leer. En menuda hora: le pareció un desatino, una enorme falta de empatía por una alternativa a la que hay que dejar, al menos, que se despeñe por su cuenta. ¿Y si contuviera elementos correctores a las enormes fallas del sistema democrático actual? Elorza recurre a la mirada retrospectiva y habla de fascismo ignorando el descontento que embarga a los ciudadanos y la nula respuesta del sistema, de los bancos y de los eurócratas. Elorza ni siquiera otorga el elemental beneficio de la duda: excomulga de plano a Grillo y a sus votantes, que le han aupado a ser la candidatura con más apoyos electorales, sin contar las coaliciones electorales.
Otro aristócrata aferrado a su marmórea columna de carrara es el polifacético Arcadi Espada que se atreve a pontificar tal como si fuera Juan Pablo III. En el diaro El Mundo hoy pontifica sobre Opera bufa (traicionado en el subconsciente por el otro efecto, el Haneke) y llega a afirmar con desparpajo “los ciudadanos italianos que han votado a Grillo merecerían, en efecto, que les gobernara Grillo”. La columna parece fruto de una mala noche de insomnio o escrita bajo los efectos de una “turca”. Estos instalados ya sólo parecen creer en Monti, Almunia, Matutes, Solana y similares. Su aristocratismo acaudalado (aunque alardeen de vehículos con 25 años de antigüedad) no les alcanza para ponderar los efectos salutíferos de los nuevos movimientos sociales informales. La gente sin expectativas tiene pleno derecho a no votar o a votar a quien le pete y haya sido capaz de pasar la criba del estatuto de elegible. Estos aristócratas se han socializado y ascendido en las organizaciones formales y les cuesta analizar movimientos sin férreo aparato. Parecen preferir que la mayoría de descontentos terminen otorgando su voto a organizaciones tradicionales, a partidos del tipo de los Cayo Lara o Rosa Díez. La fórmula abierta de Grillo parece que no les gusta. Prefieren la mala y mentirosa tragedia de los instalados a la comedia de los aspirantes a otra cosa distinta, al intento desesperado de alternativa a la tecnocracia y al marujeo económico. Lo más probable es que el Movimiento 5 estrellas termine fagocitado por sus propias contradicciones, por el sistema parlamentario, por el régimen político-mediático o por la propia corrupción que infecta cualquier organización y hasta por las connivencias del sistema de garantías y las aspiraciones personales de los miembros del “Poder Judicial”. Hay que ser muy valiente y honesto para hacer frente al Monstruo Amable de todos los colores y no defraudar al votante. Hay, además, múltiples zancadillas y tentaciones de diverso calado, pero el intento merece ser tenido en cuenta. O eso o la abstención. Lo demás es seguir echando combustible a una maquinaria mafiosa. Blanca o negra, pero mafiosa.
Un mínimo respeto merecen, aunque sea en la distancia, los italianos que han situado a Movimiento 5 estrellas como el más votado, por delante de cada partido que se fusiona en coaliciones electorales sedicentemente vencedoras y artificialmente mayoritarias. Aunque fuera sólo por eso, el Movimiento 5 estrellas merecería ser respetado esperanzadamente como alternativa a la abstención. La mente siempre brillante de Ramón Cotarelo (de lo poco lúcido que hay en el patio hispano, por más que tienda a escorarse por inercia) saluda al nuevo movimiento desde su siempre sugerente y moderno Palinuro. Al menos Cotarelo, con toda la que está cayendo en este erial hispano, lucha por no fosilizarse en los privilegios y por tener una mente lúcida y longeva. Afortunadamente, no todos los que piensan y saben están instalados en el mármol de carrara. Por fortuna, no todos se creen intelligentsia aunque puedan tener atributos intelectivos superiores.
Sin el menor género de duda esta nueva manifestación del laboratorio político que es Italia será copiada a la mayor brevedad en España. Con efectos honestos o perversos. La ingeniería electoral se presta a eso y a mucho más. Pero magnífico es que el electorado manifieste su disconformidad con el régimen, con el sistema y con la madre -o la monja- que les vendió. Que muestren su radical discrepancia con los bancos, los curas, los reyes, los estilitas, los instalados y demás calañas. Discrepancia dentro del sistema vigente. Están hartos de tanto policía, soplón, detective y espía. Luego todos los que husmean en la vida de los otros terminan jueces por una u otra vía, como en Italia, instalados a buen recaudo en el Consejo de la Magistratura. En los cuartos y en las alcobas, sin embargo, ciudadanos corrientes siguen sufriendo. A la mínima oportunidad, lo manifiestan en la calle y, si les dejan, también en el voto.
El viejo Dacio Gil, por fuertes razones vitales y tras analizar lo que se le alcanza, se inclina intelectualmente en la actualidad por la doctrina García Calvo y por la abstención electoral. Eso le parece lo más coherente frente a tanta insidiosa bullanga. Puro intento de personal elección racional sacudiéndose todas las trampas y zancadillas que emplea el sistema. Entiende que el Movimiento 5 estrellas no hace ni más ni menos que volverse a plantear qué ha de ser de la vida si el que canta no levanta su voz crítica en las tribunas: por el que sufre, por el que no hay ninguna razón que lo condene a estar sin manta. El Cómico Beppo Grillo canta las verdades del barquero. Los mediocres y vividores actores trágico-políticos y sus corifeos nos cuentan – convenientemente distorsionadas para que no se alarme nuestro entendimiento y consienta nuestro bolsillo- las mentiras del banquero.
En principio, y hasta que los hechos no demuestren lo contrario, Beppe Grillo y el Movimiento 5 estrellas no hacen sino intentar que no caiga en saco roto aquella vieja advertencia de Horacio Guaraní de que si se callaba el cantor moriría de espanto la esperanza, la luz y la alegría. Es urgente articular otras modalidades nuevas de participación. Habría que echarlos a todos y construir un futuro inclusivo sin ataduras y grilletes.
Sin dudar: Grillos mejor que grilletes.